Japón se rindió ante los aliados encabezados por Estados Unidos en agosto de 1945, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial. Como parte de los términos de la rendición, Japón tuvo que cancelar subsidios, unificar el tipo de cambio del yen con el dólar estadounidense y establecer un nuevo sistema impositivo. A pesar de las dificultades, la ocupación estadounidense ayudó a reconstruir la industria japonesa y convertir los defectos del país en virtudes sin perder su tradición.