El racismo y la violencia política afectaron principalmente a las regiones andinas del Perú entre 1980 y 1992, donde predominó el terror. Las personas quechuahablantes o de otras lenguas nativas con bajos niveles educativos eran consideradas sospechosas de terrorismo y fueron asesinadas por sus rasgos andinos. La discriminación y exclusión social fueron las causas estructurales, mientras que la población de Lima se mantuvo indiferente e incluso algunos blancos fantaseaban con el exterminio de los andinos.