Este poema critica la hipocresía de los hombres que acusan a las mujeres de ser livianas o ingratas, sin reconocer que ellos mismos son la causa de tal comportamiento. La autora argumenta que los hombres incitan a las mujeres al mal con su deseo desmedido y luego las culpan por ceder, o las rechazan si no ceden. Concluye que los hombres deberían dejar de solicitar el afecto de las mujeres y luego quejarse por su comportamiento.