O no es eso lo que todos buscamos?. En este tiempo convulso, todos nos hacemos preguntas. Tenemos la sensación de haber estado viviendo una fantasía, de haber edificado parte (o toda) nuestra vida sobre unos cimientos falsos.
Pero esa no es la actitud. Es cierto, vivimos momentos de incertidumbre, que debemos aprovechar para buscar nuestros propios cimientos emocionales, aquellos que sentimos de verdad, íntimamente.
La psicología puede contribuir a la exploración necesaria, basada en la evidencia científica, que nos ayude a afrontar una situación como la que muchos estamos viviendo, con garantías de éxito.
En RESPUESTAS les propongo navegar por estos parajes personales, para conocernos y volver a cargarnos de nuestra propia energía.
Les invito a compartir ideas sobre la motivación, la autoestima, el autocontrol o la felicidad.
16. ESTE MENSAJE ES PARA DEMOSTRAR LAS
COSAS TAN INCREIBLES QUE PUEDE HACER
NUESTRO CEREBRO. SI LOGRAS LEER ESTO
PUEDES SENTIRTE ORGULLOSO DE TU
INTELIGENCIA, YA QUE SOLO CIERTAS
PERSONAS LO LOGRAN. ESTO SE DEBE A QUE
EL HEMISFERIO DERECHO DEL CEREBRO
ASOCIA LOS SÍMBOLOS PARECIDOS A LAS
LETRAS QUE CONOCEMOS NORMALMENTE Y
ASI LOGRAMOS LEER CON FACILIDAD.
¿A que la pregunta es genial?. A casi todos los que preguntemos nos dirán, tras fruncir el ceño, que si. Que con la que está cayendo, comparado con otros, se consideran razonablemente felices. La felicidad en si puede ser definida de muchas formas. Puede dividirse en componentes, puede ser el trabajo de toda una vida o simplemente una sensación efímera, difícilmente etiquetable. Pero, a pesar de ello, todos estamos, de una u otra forma empeñados en conseguir este escurridizo objetivo.
Somos optimistas por naturaleza. Pensamos, además, que somos mejores que los demás en prácticamente todo lo que hacemos. Incluso podemos llegar a creer que a pesar de fumar dos cajetillas de tabaco al día, es altamente improbable que padezcamos cáncer. Nosotros no. Esta forma de pensar deriva de un curioso fenómeno, el sesgo optimista . Este sesgo puede provocar que triunfemos o fracasemos estrepitosamente. Puede hacer que tomemos las decisiones más sabias o las más tontas. Veamos como funciona. Este fenómeno nos lleva a pensar siempre en lo bueno de prácticamente todo lo que nos acontece, nos beneficie o no. Nos lleva a pensar que tendremos éxito a pesar de que todo este en contra nuestra. Es la parte de nuestro cerebro que nos ayuda a tomar decisiones arriesgadas en contra de toda lógica. Nos lleva a pensar que no nos pondremos enfermos y no contratar un seguro o que el tabaco no nos matará a nosotros. Asimismo, nos hace pensar que podemos ganar en las quinielas y que esto nos hará feliz. El sesgo optimista nos hace sentirnos excitados con la posibilidad de algo que es bastante improbable que ocurra o que no lo haga. El lado positivo de este fenómeno es la capacidad que tiene de impulsarnos a hacer cosas meramente por la ilusión que nos produce la posibilidad de conseguirlas. Nos motiva para avanzar, y eso, en principio es algo bueno. Pero por otro lado también es cierto que nos aparta de un examen realista de las situaciones, y puede conducirnos a grandes frustraciones basadas en la posibilidad de conseguir algo inalcanzable. Es el lado amargo de este sesgo. Nos puede conducir a tomar decisiones literalmente absurdas como pensar que tomarnos unas copas y conducir no tienen porque llevarnos a un accidente. Que no tomemos los riesgos en serio debido a que nuestro cerebro tiene una tendencia a mirar el lado bonito de las cosas puede ser un verdadero problema. Pero la alternativa de no asumir riesgos por lo que pueda pasar puede conducirnos a una vida realmente aburrida e insulsa. La psicóloga británica Tali Sharot , que ha estudiado los mecanismos cerebrales de este fenómeno nos da la solución. Al parecer, el mero conocimiento de la existencia de este sesgo, de este optimismo digamos, falso, nos permite evitar la toma de decisiones absurdas. Es decir, nos permite seguir siendo optimistas pero con los pies en el suelo. Tomar decisiones atrevidas, pero considerando todas las posibilidades.
Parece que se admite por todo el mundo, que si tenemos fuerza de voluntad podemos llegar a conseguir aquello que nos propongamos.. ¿Todo? Quizás esto es un poco categórico y, por qué no decirlo, injusto. O al menos bastante confuso Vamos por partes. ¿A qué nos referimos cuando decimos que puedes hacer todo aquello que te propongas? Dedicación, perseverancia y tiempo. Significa que estos tres pilares, en contra de cualquier adversidad sostendrán el éxito en aquello que nos propongamos. Todo lo que hay que hacer es trabajar duro durante el tiempo que sea necesario. Esta perspectiva puede o no incluir la idea de que “ todos somos creados iguales ” . Puede o no conceder que a algunas personas les resulta más fácil determinadas cosas. Pero en realidad lo que nos quiere hacer entender es que, a largo plazo, ningún talento inherente o habilidad adquirida jugará un papel importante, más allá de los tres factores mencionados, en conseguir aquello que deseamos. Es, desde luego, un planteamiento muy positivo y motivador. Nos da esperanza y nos hace un poquito más iguales. ¿O no? El otro lado de la moneda motivacional nos propone algo diferente, no opuesto, pero si que parte de otro planteamiento Somos diferentes, tenemos diferentes condiciones innatas, diferentes habilidades. ¿Por qué no dedicamos tiempo a descubrirlas y a potenciarlas? O dicho de otra forma ¿no será mejor conocernos, aceptarnos y entendernos para avanzar? Esto provocaría que fuésemos capaces de desarrollar aquello que “ se nos da bien ” , en lugar de enfrascarnos en una ardua tarea de conseguir algo para lo cuál quizás no estamos cualificados. Hablamos de características físicas, rasgos personales o formas de ser. Potenciarlos nos conducirá a sentirnos más plenos, más capaces. Si, lo sé, hablamos de cambiar , ¿por qué nos dices ahora que tenemos que aceptarnos?¿No es eso conformarnos en cierta manera? No. El cambio es precisamente éste, reconocernos, aceptarnos sin juzgar y no enfrascarnos en una lucha improductiva y cosmética para conseguir ser alguien que no somos.
En estos tiempos que corren, la pregunta quizás debería ser otra más relacionada con las necesidades básicas que el dinero deja de cubrir pero este es un espacio de psicología y no de economía, ¿o si?. La investigación ha encontrado, sorprendentemente muy poca relación entre el dinero y la felicidad. ¿Por que un montón de dinero no nos hace más felices? Según el equipo de investigación de Elisabet Dunn esto ocurre porque probablemente no lo estemos utilizando adecuadamente. Su trabajo trata de explicar la siguiente paradoja: Las personas acomodadas no solo tienen mejores juguetes; tienen mejor nutrición y mejor atención médica, más tiempo libre y una labor más significativa, mucho más de lo necesario de cada ingrediente que compone la receta de una vida feliz. Pero, sin embargo, no son mucho más felices que aquellos que tienen menos. ¿Si el dinero puede comprar la felicidad, porque no lo hace? Sus conclusiones no son solo útiles para la gente acomodada, lo son para todos nosotros. Su respuesta es que le damos tanta importancia al dinero porque somos asombrosamente torpes para descubrir que nos hace feliz.
En psicología social, atribución es el proceso de inferir las causas de los eventos o conductas. En la vida real, la atribución es algo que hacemos todos los días, frecuentemente sin ser conscientes de los procesos y sesgos que nos llevan a nuestras conclusiones. A lo largo del día hacemos innumerables atribuciones acerca de nuestra conducta o la de los demás. Cuando obtenemos un mal resultado en una prueba, podemos culpar al profesor por no explicar adecuadamente el material, olvidando completamente el hecho de que no estudiamos para el examen. Cuando un compañero obtiene un buen resultado en la misma prueba podemos atribuirlo a su suerte, obviando el hecho de que tiene excelentes hábitos de estudio.
En un estudio llevado a cabo en 2012, examinando estas tres posibilidades, se halló que la compasión era sorprendentemente potente. Comparada con las otras dos posibilidades, este estudio encontró que la compasión con nosotros mismos ayudaba a los participantes a: Ver las posibilidades de cambio Incrementar la motivación para cambiar Tomar acciones para producir un cambio Al compararnos con aquellos que lo están haciendo mejor, nos motivamos a cambiar. Lo más curioso que se deriva de este estudio es que la autocompasión resulta no ser la opción suave, de hecho es todo lo contrario. Siendo comprensivos y no juzgándonos, somos capaces de evitar la autocrítica dañina y el desempeño frágil. En el estudio de Breines y Chen citado, se invitaba a los participantes a recordar inseguridades sociales o ansiedades sociales que hubiesen sufrido en el pasado. Mostrar compasión al rememorarlos era la mejor forma de superarlos. Esto ocurre debido a que la autocompasión construye una forma mas equilibrada de reaccionar tanto a nuestros errores como a las situaciones difíciles en las cuales nos podamos encontrar, ayudándonos a no atascarnos en el juicio de una acción pasada y centrándonos en un desempeño actual más constructivo. Esta forma de conocernos, sin juzgarnos, nos fortalece, siendo de hecho la manera más resiliente de abordar situaciones difíciles.
Sternberg divide el amor verdadero en tres partes. Vamos a verlas de forma que sea sencillo el poder aplicarlas a nuestra realidad. Esto nos podrá ayudar a saber si lo que tenemos en nuestra relación es amor verdadero o no. Pasión. Incluye atracción física y sexual. Puedes oir música o tintineos y no puedes dejar de pensar en la persona amada. La atracción es abrumadora. Es el reino de las feromonas. Saltan chispas de electricidad y burbujeos químicos. Tienes una necesidad imperiosa de reciprocidad en tus sentimientos. Para la mayoría de las personas este es el inicio del enamoramiento. Intimidad. La intimidad lleva al apego. Crea cercanía y conectividad. Llamamos a este proceso estar vinculado con otra persona. La intimidad crece, en primer lugar, pasando mucho tiempo con la otra persona. Sigue creciendo al compartir más y más aspectos de nuestra vida. Se sustenta en la confianza y la seguridad. Si no puedes confiar en una persona ni te sientes seguro con ella, la intimidad desaparece y degenera en desconfianza y sospecha. La intimidad requiere paciencia, y muchos no están preparados para esta tarea. Cuesta. Implica mucha comunicación y generosidad. Si una persona ha sido dañada por relaciones previas, pueden tener muchas dificultades debido a expectativas negativas. La tendencia es a proyectar el pasado sobre la relación actual. Compromiso. Implica la habilidad para estar conectado pase lo que pase. Una persona madura sobrelleva los malosentendidos y los enfados. La clave para permanecer juntos es creer en la otra persona, no prejuzgarla, nunca. Es trabajar de forma positiva para resolver los problemas. Para construir una relación se deben superar las barreras y asumir que la pareja también está trabajando para solucionarlo. El compromiso implica ser conciliadores, por encima de nuestras emociones transitorias. No es sencillo, es un contrato que asumimos y por el cual debemos trabajar. Se puede romper, sin duda, no es una tarea para débiles. El compromiso implica estar al lado del otro aunque las cosas se pongan difíciles. Desde luego que el compromiso no implica que se deba estar de acuerdo en todo, significa entender las diferencias del otro, y respetarlas. El amor verdadero tiene estos tres componentes, …………… . al menos para Robert Sternberg.
De acuerdo a los expertos en percepción temporal, la razón porque el tiempo parece pasar tan rápido es porque repetimos las mismas rutinas y experimentamos los mismos eventos una y otra vez. Hacer las cosas por primera vez nos deja una impresión duradera (un nuevo trabajo o el primer día de colegio), pero a medida que repetimos estos eventos una y otra vez nos deja poca huella en la memoria y así el tiempo parece que pasa volando. Desde luego que hay varias teorías que explican el paso del tiempo. Una de ellas sugiere una formula matemática que se centra en el tiempo que hemos vivido. Cuando tenemos 10 años, los últimos cinco, la mitad de nuestra vida, los recordamos perfectamente. A medida que pasa el tiempo, ésta ecuación cambia y, por ejemplo, cuando tenemos veinte años, los últimos cinco significan un cuarto, y así sucesivamente.
De acuerdo a los expertos en percepción temporal, la razón porque el tiempo parece pasar tan rápido es porque repetimos las mismas rutinas y experimentamos los mismos eventos una y otra vez. Hacer las cosas por primera vez nos deja una impresión duradera (un nuevo trabajo o el primer día de colegio), pero a medida que repetimos estos eventos una y otra vez nos deja poca huella en la memoria y así el tiempo parece que pasa volando. Desde luego que hay varias teorías que explican el paso del tiempo. Una de ellas sugiere una formula matemática que se centra en el tiempo que hemos vivido. Cuando tenemos 10 años, los últimos cinco, la mitad de nuestra vida, los recordamos perfectamente. A medida que pasa el tiempo, ésta ecuación cambia y, por ejemplo, cuando tenemos veinte años, los últimos cinco significan un cuarto, y así sucesivamente. ¿Cómo podemos cambiar esto? Si, el tiempo puede pasar más despacio si lo llenamos de contenido. Cambiando nuestras rutinas, probando nuevas experiencias, por muy pequeñas que sean, introducen novedad en nuestra rutina diaria y consiguen reactivar nuestra memoria mucho mas que repetir todo una y otra vez. Por ejemplo, comer siempre en el mismo restaurante, nos lleva a la rutina y nos hace sentir que el tiempo ha pasado muy rápido. Cambiemos de sitio a menudo y veremos como cada día tiene otro significado y nuestros recuerdos serán más variados. En definitiva, cuando más variemos nuestras rutinas, introduciendo nuevas experiencias, cambiando nuestra ruta hacia el trabajo o nuestro sitio de vacaciones, conseguiremos aumentar nuestro tiempo o, al menos, la percepción del mismo.