La República Parlamentaria entre 1891 y 1925 se caracterizó por el inmovilismo político y la concentración del poder en una oligarquía. La crisis salitrera de los años 20 provocó desestabilidad económica. Esto llevó al fin del parlamentarismo e impulsó la nueva Constitución de 1925, que estableció un sistema presidencialista y separó la iglesia del estado.