Don Esteban era un paciente de 51 años diagnosticado con esquizofrenia paranoide en una clínica de internamiento. A pesar de las instrucciones de no dejarlo hablar mucho, el autor disfrutaba escuchar las historias y poesía de Don Esteban. Formaron una buena relación basada en el respeto mutuo. El autor aprendió que los pacientes psicóticos son personas antes que diagnósticos, y que a menudo tienen mucho que decir si se les escucha.