El sistema nervioso autónomo controla funciones involuntarias como la homeostasis a través de los reflejos autónomos y el control central. Está compuesto por las divisiones simpática y parasimpática que utilizan neurotransmisores como la noradrenalina y la acetilcolina para activar receptores adrenérgicos y colinérgicos en los músculos y glándulas, causando contracción o relajación a través de proteínas G y segundos mensajeros como AMPc.