La sobrepesca tiene efectos devastadores en los ecosistemas acuáticos. Elimina especies de forma repentina y crea desequilibrios ecológicos que impiden la recuperación de las poblaciones pesqueras. Además, la presión pesquera de los países ricos desplaza a los pescadores locales y empobrece las zonas de pesca tradicionales, privando a las poblaciones autóctonas de una fuente alimenticia fundamental.