La pandemia de COVID-19 ha generado una enorme demanda de atención médica que ha requerido la implementación rápida de estrategias para satisfacer las necesidades. Se han adaptado hospitales y desarrollado nuevos tratamientos como ventilación prona y vacunas. Esto ha conllevado altos costos médicos y no médicos. La economía de la salud ha guiado la asignación de recursos escasos para tratar a pacientes graves de manera prioritaria.