Las Flores de Bach actúan tratando a los niños de forma holística, no sus síntomas o enfermedades. Usan esencias florales para restablecer el equilibrio entre la mente y el cuerpo. Ayudan a corregir patrones mentales, emocionales y conductuales como culpa, enojo, celos, miedos e impaciencia. Los niños responden rápidamente a sus efectos positivos.