Los primeros cristianos vivían en comunidad alrededor de los apóstoles después de la muerte y resurrección de Jesucristo. Se reunían frecuentemente para orar, cantar alabanzas, celebrar la eucaristía, y estudiar las enseñanzas de los apóstoles. Compartían todas las cosas en común y ayudaban a los más pobres, viviendo con amor, misericordia y solidaridad a pesar de la persecución.