Santiago Nasar no reconoció los presagios de su muerte. Se despertó con dolor de cabeza después de una larga noche de celebración de una boda y pensó que sus síntomas eran efectos normales de la fiesta. A lo largo de la mañana varias personas lo vieron de buen humor comentando que era un hermoso día, aunque no estaba claro si se refería al clima. Mientras tanto, la mayoría coincidía en que el tiempo era funesto con lluvia ligera y un denso olor a aguas estancadas.