Píramo y Tisbe eran amantes prohibidos que acordaron encontrarse junto al sepulcro de Nino. Tisbe llegó primero y huyó asustada al ver una leona, dejando caer su velo que la leona ensangrentó. Al llegar, Píramo encontró el velo y creyó que Tisbe había muerto, por lo que se suicidó. Cuando Tisbe regresó, encontró a Píramo muriendo y se suicidó también con la daga que él usó. Sus familias los enterraron juntos