Aristóteles creía que los cuerpos pesados caían más rápido que los ligeros, mientras que Galileo demostró experimentalmente que todos los cuerpos caen a la misma velocidad independientemente de su masa. Usando experimentos como arrojar objetos desde la Torre de Pisa y estudiar la caída de esferas por planos inclinados, Galileo estableció que la aceleración de la gravedad es la misma para todos los objetos.