2. Diseño de la cubierta:
Michele Pryor
El diseño representa cuatro aspectos fundamentales
del control de las enfermedades transmisibles: la
espiga, la nutrición adecuada; el tubo de ensayo,
la investigación; las manos y el jabón, la higiene,
y la jeringa, la prevención y el tratamiento.
3. El control de las
enfermedades
transmisibles
David L. Heymann
Editor
Decimoctava edición, 2005
Informe oficial de la
Asociación Estadounidense de Salud Pública
Publicación Científica y Técnica No. 613
ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD
Oficina Sanitaria Panamericana, Oficina Regional de la
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD
525 Twenty-third Street, NW
Washington, DC 20037, EUA
2005
13. EDITOR
Dr. David L. Heymann
Organización Mundial de la Salud
Avenue Appia 20, 1211 Ginebra 27, SUIZA
EDITOR ASOCIADO
Dr. Michel C. Thuriaux
Organización Mundial de la Salud
Avenue Appia 20, 1211 Ginebra 27, SUIZA
CONSEJO EDITORIAL
Dr. Georges C. Benjamin
Director Ejecutivo
Asociación Estadounidense de Salud Pública
800 I Street NW, Washington, DC 20001-3710, EUA
Dr. John Bennett
Jefe, Sección de Micología Clínica
Laboratorio de Investigaciones Clínicas
Instituto Nacional de la Alergia y las Enfermedades Infecciosas
Institutos Nacionales de Salud
Clinical Center Room 11C304
9000 Rockville Pike, Bethesda, Maryland 20892, EUA
Dr. Johan Giesecke
Profesor, Epidemiología de las Enfermedades Infecciosas
Instituto Carolino SE-171 77 Estocolmo, SUECIA
Dr. Marc Girard
Director General
Fundación Mérieux, 17 rue Bourgelat, 69002 Lyon, FRANCIA
Dr. Donato Greco
Director, Centro Nacional de Epidemiología
Instituto Superior de Sanidad, Viale Regina Elena 299
00161 Roma, ITALIA
Dr. Scott B. Halstead
Departamento de Medicina Preventiva y Bioestadística
Universidad de Ciencias de la Salud de las Fuerzas Armadas
5824 Edson Lane N., Bethesda, Maryland 20852, EUA
Dr. James M. Hughes
Director, Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades
1600 Clifton Road NE, Mailstop C12, Atlanta, Georgia 30333, EUA
xiii
14. Dr. Jacob John
Ex profesor y Jefe, Departamento de Microbiología
Hospital de la Facultad Cristiana de Medicina
Vellore Tamilnadu 632004, INDIA
Dr. Omar A. Khan
Director, Consejo Editorial
Asociación Estadounidense de Salud Pública
800 I Street NW, Washington, DC 20001-3710, EUA
Dra. Ann Marie Kimball
Profesora, Epidemiología y Servicios de Salud
Directora, Red para Infecciones Emergentes de Asia
y el Pacífico
Escuela de Salud Pública y Medicina Comunitaria
Universidad de Washington
Apartado postal 354809, Seattle, Washington 98195, EUA
Dra. Mary Ann Lansang
Directora Ejecutiva, The INCLEN Trust (Fideicomiso
INCLEN - Red de Epidemiología Clínica Internacional)
Sección E, 5/F Raón Magsaysay Center
1680 Roxas Boulevard, Malate, Manila 1004, FILIPINAS
Dr. Angus Nicoll
Director, Centro de Vigilancia de las Enfermedades
Transmisibles, PHLS (Servicio de Laboratorios de Salud
Pública)
61 Colindale Avenue, Londres N29 5EQ, REINO UNIDO
Dr. Christophe Paquet
Departamento Internacional y de Enfermedades Tropicales
Instituto de Vigilancia Sanitaria
12 rue de Val d’Osne, 94415 Saint Maurice, FRANCIA
Dra. Aileen Plant
Profesora de Salud Internacional
Centro para la Salud Internacional, División de Ciencias
de la Salud
Universidad Tecnológica de Curtin
GPO U1987, Perth, Australia Occidental, 6845, AUSTRALIA
Dr. Stanley A. Plotkin
Profesor Emérito, Universidad de Pennsylvania
Profesor Emérito, Instituto Wistar
4650 Wismer Road, Doylestown, Pennsylvania 18901, EUA
xiv
15. Dr. Guénaël Rodier
Vigilancia y Respuesta ante las Enfermedades Transmisibles
Organización Mundial de la Salud
Avenue Appia 20, 1211 Ginebra 27, SUIZA
Dr. Bijan Sadrizadeh
Asesor Principal del Ministro de Salud
Ministerio de Salud y Educación Médica
Ave. Hafez 310, Teherán, REPÚBLICA ISLÁMICA DE IRÁN
Dr. Robert E. Shope
Profesor de Patología
Rama Médica de la Universidad de Texas
301 University Blvd., Galveston, Texas 77555, EUA
Dr. Ron St. John
Director General
Centro de Preparación y Respuesta ante Emergencias
Health Canada, 100 Colonnade, Ottawa ON K1A 0K9,
CANADÁ
Dr. Yasuhiro Suzuki
Secretario de Salud
Prefectura de Tochigi, 1-1-20 Hanawada Utunomiya
320-8501 JAPÓN
Dra. Pat Troop
Directora General
Organismo de Protección de la Salud, 11° Piso, The Adelphi
1-11 John Adam Street, Londres WC2N 6HT, REINO UNIDO
Dr. Karl A. Western
Director Adjunto de Investigación Internacional
Director, Oficina de Asuntos Mundiales
Instituto Nacional de la Alergia y las Enfermedades Infecciosas
Oficina 2021, 6610 Rockledge Drive
Bethesda, Maryland 20892-6613, EUA
Dr. Eng Kiong Yeoh
Secretario de Salud, Bienestar y Alimentación
Oficina de la Secretaría de Gobierno para la Salud, el
Bienestar y la Alimentación
19/F Murray Building Garden Road Central
Hong Kong, CHINA
xv
16. COLABORADORES Y OTROS REVISORES PRINCIPALES
Dr. Pierre Busson
UMR 1598
Centro Nacional de Investigación Científica
Instituto Gustave Roussy
rue Camille Desmoulins, 94805 Villejuif Cedex, FRANCIA
Dra. Elisabeth Carniel
Centro Colaborador de la OMS de Referencia e Investigación
sobre Yersinia
Laboratorio Nacional para la Peste y otras Yersiniosis
Instituto Pasteur, 28 rue du Dr. Roux, 75724 París, FRANCIA
Dr. John Clements
Centro para la Salud Internacional
Instituto Burnet, Melbourne, AUSTRALIA
Dr. George Deepe
Director, Enfermedades Infecciosas
Universidad de Cincinnati
MSB 7163, POB 670570, Cincinnati, Ohio, 45277-0560, EUA
Dr. David W. Denning
Facultad de Medicina, Universidad de Manchester y Hospital
Wythenshawe
Southmoor Road, Manchester M23NPL, REINO UNIDO
Dr. Don C. Dragon
Estación para la Defensa Química y Biológica
Investigación y Desarrollo para la Defensa del Canadá
Suffield, POB 4000 Station Main, Medicine Hat AB
T1A8K6, CANADÁ
Dr. Ramón Díaz García
Director, Departamento de Microbiología
Profesor de Microbiología Médica, Facultad de Medicina
Universidad de Navarra, Pamplona, ESPAÑA
Dr. J. Stephen Dumler
Director, Microbiología Médica, Departamento de Anatomía
Patológica
Instituciones Médicas Johns Hopkins
600 N. Wolfe Street, Baltimore, Maryland 21287, EUA
xvi
17. Dr. Roderick Hay
Profesor (Medicina y Ciencias de la salud)
Oficina G28A, Universidad de la Reina en Belfast
Whitla Medical Building
University Road Belfast BT71NN
Irlanda del Norte, REINO UNIDO
Dra. Dagmar Hulínská
Jefa, Laboratorio de Referencia Nacional para la Borreliosis
Departamento de Microscopía Electrónica, Epidemiología y
Microbiología
Instituto Nacional de Salud Pública
Šrobarova 48, Praga 10042, REPÚBLICA CHECA
Dr. Jon Iredell
Centro de Enfermedades Infecciosas y Microbiología
Universidad de Sydney, Hospital Westmead
Sydney 2145, AUSTRALIA
Prof. Edward L. Kaplan
Profesor, Departamento de Pediatría
MMC 296, Facultad de Medicina de la Universidad de
Minnesota
Oficina #820-2, Edif. Mayo
410 Delaware St. SE, Minneápolis, Minnesota 55455, EUA
Prof. Franks van Knapen
Jefe, Departamento de Salud Pública y Seguridad Alimentaria
Medicina Veterinaria, Universidad de Utrecht, PAÍSES BAJOS
Dr. John Mackenzie
Departamento de Microbiología y Parasitología
Escuela de Ciencias Moleculares y Microbianas
Universidad de Queensland, Brisbane 4072, AUSTRALIA
Dr. Paul Martin
Laboratorio de Listerias
Instituto Pasteur, 28 rue du Dr. Roux, 75724 París, FRANCIA
Dr. Didier Raoult
Director, Laboratorio de Bartonelosis
Universidad del Mediterráneo
58 Boulevard Charles Livon, 12384 Marsella, FRANCIA
Dr. Eduardo Salazar-Lindo
Profesor, Departamento de Pediatría
Universidad Cayetano Heredia, Lima, PERÚ
xvii
18. Dr. Roberto Salvatella Agrelo
Asesor Nacional, Centro Regional de Enlace para la
Enfermedad de Chagas
Representación de la OPS/OMS, Av. Brasil 2697
CP 11300 Montevideo, URUGUAY
Dr. Luiz Carlos Severo
Profesor adjunto de Medicina Interna
Jefe, Laboratorio de Micología, Escuela de Medicina
Universidad Federal, Rio Grande do Sul, BRASIL
Dr. Anders Sjöstedt
Profesor, Departamento de Bacteriología Clínica
Universidad de Umeå
SE-901 85, Umeå, SUECIA
Dr. F. Waldvogel
Profesor y Director Médico, Servicios Médicos 2
Hospital Cantonal Universitario de Ginebra, SUIZA
Dr. David H. Walker
Profesor y Jefe, Departamento de Anatomía Patológica
Director Ejecutivo, Centro para la Biodefensa y las
Enfermedades Infecciosas Emergentes
Rama Médica de la Universidad de Texas
301 University Blvd., Keiller Bldg.
Galveston, Texas 77555-0609, EUA
Dr. Hiroshi Yanagawa
Presidente, Universidad de la Prefectura de Saitama
820 Sannomiya, Koshigaya-shi, Saitama-ken 343 8540, JAPÓN
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, EUA
1600 Clifton Road NE, Mailstop C12, Atlanta, Georgia 30333, EUA
Dr. Larry Anderson Dra. Patricia Griffin
Dr. C. Ben Beard Dr. Thomas Ksiazek
Dr. Richard Besser Dr. James Maguire
Dra. Anna Bowen Dr. Eric Mintz
Dr. Chris Braden Dr. Lyle Petersen
Dra. Inger Damon Dr. Pierre Rollin
Dra. Amy Dechet Dra. Nancy Rosenstein
Dra. Amy Dubois Dr. Jeremy Sobel
Dr. Mark Eberhard Dr. Robert Tauxe
Dra. Alicia Fry Dra. Cynthia Whitney
Dr. Kenneth Gage
xviii
19. Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC)
150 cours Albert Thomas, 69008 Lyon, FRANCIA
Dra. Marilys Corbex Dr. David M. Parkin
Dra. Sylvia Francheschi Dr. Bakary Sylla
Organización Mundial de la Salud
Avenue Appia 20, 1211 Ginebra 27, SUIZA
Dr. Georg M. Antal Dra. Karin Leitmeyer
Dr. Kingsley Asiedu Dra. Ornella Lincetto
Dr. R. Bruce Aylward Sra. Pam Mari
Sra. Sarah Ballance Sra. Gillian Mayers
Dr. Markus Behrend Sra. Jill Meloni
Dr. Eric Bertherat Dr. François-Xavier Meslin
Dr. Gautam Biswas Dr. Antonio Montresor
Dr. Ties Boerma Dr. Francis Ndowa
Dr. Peter Braam Sr. Tony Pappas
Dra. Claire-Lise Chaignat Dr. William Perea
Dr. Ottorino Cosivi Dr. Poul Erik Petersen
Dra. Alya Dabbagh Sra. Liliana Pievaroli
Dr. Denis Daumerie Dr. Mario Raviglione
Dr. Renu Dayal-Drager Dr. Elil Renganathan
Dr. Philippe Desjeux Dr. Serge Resnikoff
Dr. Phillippe Duclos Dra. Susan E. Robertson
Sr. Chris Elliott Dra. Cathy Roth
Dr. Dirk Engels Dr. Lorenzo Savioli
Dr. Pierre Formenty Dr. Allan Schapira
Dr. Pierre Guillet Dr. Jorgen Schlundt
Dr. Bradley Hersh Dra . Nahoko Shindo
Dr. Jean Jannin Dr. Klaus Stöhr
Dr. Marc Karam Dr. Hajime Toyofuku
Mary Kindhauser Srta. Julie Symons
Dr. Daniel Lavanchy Dr. Jos Vandelaer
Dr. Ivan Lejnev
xix
20.
21. PRÓLOGO DE LA ORGANIZACIÓN PANAMERICANA
DE LA SALUD A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) presenta la de-
cimoctava edición de El control de las enfermedades transmisibles, in-
forme oficial de la Asociación Estadounidense de Salud Pública. Su
publicación en inglés comenzó en 1917 y, a partir de 1929, la OPS ha
traducido quince ediciones al español y siete al portugués. En la pre-
paración del original de esta nueva edición ha participado un equipo
de expertos en calidad de autores, revisores y editores, reunidos por
primera vez por la Organización Mundial de la Salud bajo la direc-
ción del Dr. David L. Heymann.
La lucha a escala mundial contra los problemas que causan las en-
fermedades transmisibles comenzó en 1851 con la Primera Conferen-
cia Sanitaria Internacional reunida en París. Más adelante, en 1948
y dentro del sistema de las Naciones Unidas, se creó la Organización
Mundial de la Salud. En cada caso hubo un gran número de cientí-
ficos y profesionales de la salud que, con sus experiencias y con sus
esfuerzos pioneros, contribuyeron a definir la conquista mundial de
las epidemias.
Este esfuerzo colectivo sigue siendo esencial para enfrentar los pe-
ligros que representan en la actualidad las enfermedades emergen-
tes y reemergentes, así como para prevenir las del futuro. Es crucial
contar con sistemas de vigilancia epidemiológica que permitan gene-
rar señales de alerta temprana para acelerar la respuesta sanitaria a
las nuevas infecciones. El síndrome respiratorio agudo grave, una neu-
monía atípica que se desató en 2003 y que se conoce como SARS por
las siglas de su nombre en inglés, es un ejemplo reciente: solo con la
respuesta coordinada de todos los países se podrán enfrentar y con-
trolar las epidemias.
La salud de la población es una responsabilidad de los Estados, y
para coordinar las acciones del conjunto están los organismos inter-
nacionales. Ambos deben llevar a cabo la tarea de manera sinérgica
y cooperativa con solidaridad y promoviendo la equidad. Dentro de
este marco y a escala regional, la OPS trabaja en el fortalecimiento
de los sistemas nacionales de vigilancia de las enfermedades transmi-
sibles e impulsa la investigación aplicada en campos tales como la pre-
vención, la epidemiología y el diagnóstico oportuno.
El objetivo de toda esta labor es proteger a la población de la emer-
gencia o reemergencia de diferentes enfermedades. Algunas son
nuevas y exóticas como el SARS o causadas por el VIH, el virus del
Ébola y el hantavirus, entre otras. Otras son comunes y cotidianas en
ciertos entornos, como el sarampión, el paludismo y la tuberculosis,
o son las llamadas enfermedades postergadas y de la pobreza, como
xxi
22. las parasitosis, la filariasis linfática, la enfermedad de Chagas y la
oncocercosis.
Pocas veces se encuentran todas estas enfermedades tan bien ex-
puestas, actualizadas y detalladas como en esta obra. Los trabajado-
res de la salud pública de lengua española apreciarán esta herra-
mienta, que es fundamental para su desempeño exitoso en beneficio
de la población.
Con la publicación de la decimoctava edición de El control de las en-
fermedades transmisibles la OPS habrá avanzado otro paso para el cum-
plimiento de los objetivos de desarrollo de la declaración del mile-
nio en el campo de la salud: combatir el VIH/SIDA, el paludismo, la
tuberculosis y otras enfermedades transmisibles prevalentes.
MIRTA ROSES PERIAGO
Directora
Organización Panamericana de la Salud
xxii
23. PREFACIO
El mundo de las enfermedades transmisibles constituye un reto para
los profesionales que se dedican a vigilarlas y contenerlas. Estas en-
fermedades son una causa preponderante de morbilidad y mortali-
dad en todo el mundo y siguen siendo un enigma para muchos. La
nueva amenaza del terrorismo biológico se ha convertido en un tras-
cendental asunto de seguridad para todas las naciones. Las enferme-
dades infecciosas emergentes y reemergentes también son una ame-
naza creciente. Nuevas enfermedades, como las causadas por el
hantavirus, el VIH (SIDA), el virus de Ébola y Escherichia coli O157:H7,
así como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por las siglas
del nombre en inglés) son tan solo algunas de las nuevas amenazas
surgidas en los últimos treinta años. No cabe duda de que vendrán
otras. Esta nueva versión de El control de las enfermedades transmisibles,
obra de consulta de los profesionales de la salud desde hace 87 años
que ahora llega a su 18.a edición, tiene como objeto abordar estas gra-
ves inquietudes.
La obra fue escrita originalmente a principios del siglo XX por el Dr.
Francis Curtis, entonces funcionario de sanidad de Newton (Massachu-
setts), Estados Unidos, como un folleto para sus colegas de Nueva In-
glaterra. Más adelante, el Dr. Robert Hoyt, funcionario de sanidad de
Manchester, Nueva Hampshire, reconoció la importancia de la obra y
convenció a la Asociación Estadounidense de Salud Pública, en oca-
sión de su reunión anual en Cincinnati, para que revisara, editara y adop-
tara el texto como propio. En 1917, el Servicio de Salud Pública de los
Estados Unidos lo publicó en Public Health Reports (32:41:1706-1733).
En tan solo 30 páginas se describían medidas de control para las 38 en-
fermedades transmisibles que en aquella época eran objeto de notifi-
cación obligatoria en el país. Se podía obtener de la Oficina de Publi-
caciones del Gobierno por la módica suma de cinco centavos. Hoy en
día, este manual es una obra clásica que sienta la pauta para todos los
demás manuales sobre enfermedades infecciosas.
El control de las enfermedades transmisibles ha sido reescrito varias
veces a lo largo de los años. Ya hay una versión en CD-ROM, y la pre-
sente edición podrá consultarse por primera vez en línea. Las traduc-
ciones a diversos idiomas, hasta la fecha coreano, español, indonesio,
italiano, portugués y serbio, han convertido a la obra en un tesoro para
el mundo. Comprende más de 140 enfermedades y grupos de enfer-
medades relevantes para los “cazadores” e investigadores de las en-
fermedades transmisibles.
A lo largo de su historia, El control de las enfermedades transmisibles solo
ha tenido cinco editores:
Haven Emerson: de la 1.a a la 7.a ediciones
John Gordon: de la 8.a a la 10.a ediciones
xxiii
24. Abram S. Benenson: de la 11.a a la 16.a ediciones
James Chin: 17.a edición
David L. Heymann: 18.a edición
El Dr. Heymann y su equipo de la Organización Mundial de la Salud
han conjuntado un formidable grupo de expertos de todo el mundo,
que contribuyeron como revisores, autores y editores. Entre todos, lo-
graron transformar el texto en una obra de consulta que responde a
las necesidades de la comunidad internacional dedicada a la asisten-
cia sanitaria. A todos ellos les agradezco su labor. También deseo agra-
decer a los muchos hombres y mujeres que trabajan sigilosamente entre
bastidores y que, en ocasiones, han dado su vida para frenar la ame-
naza de las enfermedades infecciosas.
Finalmente, no quiero dejar de mencionar el fallecimiento, mien-
tras se preparaba la presente edición, del Dr. Abram S. Benenson, quien
fuera editor de El control de las enfermedades transmisibles durante mu-
chos años y que murió el 15 de diciembre de 2003 en su hogar en
Lenox, Massachusetts. El Dr. Benenson, un renombrado científico,
investigador y profesor, fue editor de El control de las enfermedades
transmisibles durante 28 años, desde la 11.a hasta la 16.a ediciones. El
Dr. Benenson sentó una pauta de excelencia para El control de las en-
fermedades transmisibles, y la Asociación Estadounidense de Salud Pú-
blica siempre le estará agradecida por sus notables aportaciones a la
salud del país y del mundo y al acervo de conocimientos científicos
de sus colegas.
DR. GEORGES C. BENJAMIN, FACP
Director Ejecutivo
Asociación Estadounidense de Salud Pública
xxiv
25. PRÓLOGO
Desde hace muchos años, El control de las enfermedades transmisibles
es una obra reconocida como una herramienta valiosa en el esfuerzo
por controlar las enfermedades transmisibles. Con gran entusiasmo,
la OMS ha colaborado con la Asociación Estadounidense de Salud Pú-
blica en la preparación de esta 18.a edición y contribuido a ampliar
los alcances de la obra para adaptarse a las necesidades de los países
en desarrollo.
Al igual que las ediciones anteriores, la presente edición sigue
siendo compacta y fácil de usar. Nuestro compromiso de traducir el
manual a otras lenguas lo hará útil para muchos países, y durante los
próximos años trabajaremos con las Oficinas Regionales de la OMS
y la Asociación Estadounidense de Salud Pública a fin de traducirlo
a todas las lenguas oficiales de la OMS.
Al poner al alcance de los diversos países las directrices sobre me-
didas de prevención y control en un formato accesible, y al resaltar
dónde pueden obtenerse los medicamentos y vacunas para muchas
de las enfermedades mencionadas en el presente manual, El control
de las enfermedades transmisibles se convierte en un bien público que apo-
yará a las naciones en su empeño por brindar un acceso universal y
equitativo a la salud pública.
LEE JONG-WOOK
Director General
Organización Mundial de la Salud
xxv
26.
27. PRÓLOGO A LA DECIMOCTAVA EDICIÓN
Las enfermedades transmisibles matan, mutilan y sorprenden. No
solo estamos lejos de dominarlas, sino que han resurgido de manera
extraordinaria en años recientes. Los microbios que las causan son
dinámicos, pertinaces y están bien adaptados para aprovechar toda
oportunidad de cambio y diseminación. Su importancia para la salud
pública en términos de sufrimiento humano, muertes e incapacidad
se amplifica por el considerable costo que le imponen al crecimiento
económico y al desarrollo. Por muchas razones importantes, su con-
trol es problemático, ya sea debido a la falta de vacunas eficaces y
fármacos terapéuticos, o porque los medicamentos con los que se
cuenta van perdiendo su eficacia al extenderse la resistencia a los
antimicrobianos.
Las enfermedades transmisibles matan a más de 14 millones de per-
sonas cada año, sobre todo en los países en desarrollo. En tales paí-
ses, aproximadamente 46% de las defunciones se deben a enferme-
dades transmisibles, y 90% de estas defunciones pueden atribuirse a
infecciones diarreicas y respiratorias agudas de la infancia, sida, tu-
berculosis, paludismo y sarampión.
Otras enfermedades, si bien rara vez matan, mutilan a millones de
personas. Grandes poblaciones que habitan en zonas remotas de los
países en desarrollo corren el riesgo de padecer enfermedades inca-
pacitantes, como poliomielitis, lepra, filariasis linfática y oncocerco-
sis. En el caso de estas enfermedades, al costo del sufrimiento y la in-
capacidad permanente se suma una doble carga económica. El gran
número de personas incapacitadas de manera permanente reduce la
fuerza laboral y deteriora todavía más la seguridad financiera de fa-
milias y comunidades empobrecidas de por sí, que deben afrontar la
responsabilidad de la atención y del sostén económico.
Las enfermedades transmisibles también dan sorpresas, ya sea en
forma de enfermedades nuevas o bien de enfermedades conocidas
que se comportan de nuevas maneras. Como lo demostró tan clara-
mente el surgimiento del síndrome respiratorio agudo grave (cono-
cido también por su sigla en inglés SARS), todos los países son vul-
nerables, y las consecuencias económicas, exageradas por el miedo
de la población a lo desconocido, repercuten en todo el mundo.
Cuando surgen enfermedades graves y que no se comprenden bien,
como el síndrome respiratorio agudo grave y la infección por el virus
de Ébola, con frecuencia cobran su precio más alto entre los traba-
jadores de la salud, y pueden poner en entredicho la capacidad de
los sistemas sanitarios para enfrentarlas. Es probable que tal situación
se repita cuando surja la siguiente enfermedad nueva, cuando se
presente la siguiente pandemia inevitable de influenza o tras la dise-
minación intencional de un agente patógeno con el propósito deli-
berado de causar daño.
xxvii
28. Por todos estos motivos, el interés en la repercusión de las enfer-
medades transmisibles ha ido en aumento, y se han obtenido algu-
nos resultados alentadores. La falta de acceso a vacunas y fármacos
eficaces ha sido un problema de muchos años en los países en de-
sarrollo. Iniciativas novedosas y trascendentes, como el Fondo Mun-
dial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo, la
Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización y las alianzas Hacer Re-
troceder el Paludismo y Alto a la Tuberculosis, se han organizado para
atacar a las principales enfermedades transmisibles que pueden ser
mortales, y están distribuyendo los medicamentos y vacunas que tanta
falta hacen. El interés de la comunidad internacional también se
pone de manifiesto en las campañas, limitadas en el tiempo, para erra-
dicar o eliminar la poliomielitis, la lepra, la filariasis linfática, la on-
cocercosis y otras enfermedades incapacitantes. Si bien los microbios
siempre nos darán sorpresas, el desconcierto causado por el sín-
drome respiratorio agudo grave ha estimulado a muchos países a dar
mayor prioridad a la infraestructura para proteger la salud pública.
La atención de la salud a todos los niveles se verá beneficiada con ello.
Esta 18.a edición de El control de las enfermedades transmisibles brinda
orientación a los países en su empeño por dar mayor prioridad a la
amenaza de las enfermedades transmisibles, y es una herramienta más
en nuestros esfuerzos colectivos para proteger a las poblaciones del
mundo de las enfermedades transmisibles, ya sean raras y exóticas o
comunes y cotidianas. Ha sido un privilegio colaborar con expertos
mundiales en el control de las enfermedades transmisibles durante
la actualización de la obra, y ampliar la presente edición con infor-
mación pertinente para los países en desarrollo. Con profunda tris-
teza, a mediados de enero del presente año, cuando estaba por con-
cluir la revisión editorial, nos enteramos del fallecimiento de uno de
nuestros colegas y compañeros de mucho tiempo en el consejo edi-
torial, el Dr. Robert E. Shope. Sin lugar a dudas, Bob Shope era la má-
xima autoridad mundial en arbovirus, y compartía sus conocimien-
tos con todo aquel que se lo solicitara. Sus últimos toques al capítulo
sobre arbovirus de la presente edición de El control de las enfermedades
transmisibles son un testimonio más de su vida y su amistad.
DAVID L. HEYMANN
Director Ejecutivo
Enfermedades Transmisibles
Organización Mundial de la Salud
xxviii
29. GUÍA PARA EL USO DE LA DECIMOCTAVA EDICIÓN
Cada sección del presente libro tiene un formato estandarizado que
comprende la siguiente información:
Nombre de la enfermedad. Cada enfermedad se identifica por el
código numérico asignado por la Clasificación Internacional de Enfer-
medades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Novena Re-
visión (CIE-9), Modificación Clínica (CIE-9 MC) y Décima Revisión
(CIE-10), publicadas en español por la OPS.
Se han empleado los nombres de las enfermedades recomendados
por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Mé-
dicas (CIOMS) y la OMS en International Nomenclature of Diseases, Vo-
lume II, Infectious Diseases (Part 2, Mycosis, 1.a edición, 1982, y Part
3, Viral Diseases, 1.a edición, 1983) [Nomenclatura Internacional de
Enfermedades, Volumen II, Enfermedades infecciosas, Segunda parte,
Micosis, 1.a edición, 1982, y Tercera parte, Enfermedades víricas, 1.a
edición, 1983, publicada únicamente en inglés], salvo que el nombre
recomendado sea considerablemente diferente del nombre de uso
común. En tal caso, el nombre recomendado se incluye como primer
sinónimo.
1. Descripción. Expone las principales manifestaciones clínicas de
la enfermedad y la distingue de otras que pudieran tener un
cuadro clínico similar. También se mencionan los análisis de la-
boratorio utilizados con mayor frecuencia para identificar o con-
firmar al agente causal.
2. Agente infeccioso. Menciona al agente o agentes que causan
la enfermedad, los clasifica y puede indicar sus características
importantes.
3. Distribución. Brinda información sobre los lugares donde se pre-
senta la enfermedad y en qué grupos de población es más pro-
bable que aparezca. También puede incluir en algunas ocasio-
nes información sobre brotes epidémicos pasados y actuales.
4. Reservorio. Enumera toda persona, animal (especialmente ar-
trópodo), planta, sustancia o combinación de los anteriores en
los cuales vive y se multiplica normalmente un agente infeccioso,
de los cuales depende para sobrevivir y donde se reproduce
de manera tal que pueda ser transmitido a un huésped
susceptible.
5. Modo de transmisión. Describe los mecanismos por los cuales
el agente infeccioso se transmite a los seres humanos.
6. Periodo de incubación. Se refiere al intervalo entre el con-
tacto inicial con el agente infeccioso y la primera manifestación
de síntomas relacionados con la infección.
7. Periodo de transmisibilidad. Es el lapso durante el cual puede
transferirse un agente infeccioso, directa o indirectamente, de
xxix
30. una persona infectada a otra persona, de un animal infectado
a los seres humanos, o de una persona infectada a los anima-
les (especialmente a los artrópodos).
8. Susceptibilidad (incluida la inmunidad). Proporciona informa-
ción sobre las poblaciones humanas o animales que están en
riesgo de contagio, o bien que son resistentes ya sea a la infec-
ción o a la enfermedad. También se ofrece información sobre
la inmunidad ulterior derivada de la infección.
9. Métodos de control. Se describen bajo los siguientes apartados:
A. Medidas preventivas: para individuos y para grupos.
B. Control del paciente, de los contactos y del ambiente inme-
diato: medidas dirigidas a evitar que la enfermedad siga di-
seminándose a partir de las personas infectadas, así como
el mejor tratamiento específico actual para reducir al mínimo
el periodo de transmisibilidad y disminuir la morbilidad y
la mortalidad.
• Las recomendaciones para el aislamiento de los pacien-
tes se basan ante todo en las “precauciones universales”;
las medidas específicas que se citan provienen principal-
mente de directrices de los Centros para el Control y la
Prevención de Enfermedades (CDC) y la OMS que se pue-
den consultar en la internet.
• La presente obra no pretende ser una guía terapéutica.
Sin embargo, en la sección 9B7 de cada enfermedad se
menciona el tratamiento clínico actual. Se detallan las
dosis específicas y el tratamiento clínico ante todo para
aquellas enfermedades en las cuales el retraso para ini-
ciar el tratamiento podría poner en peligro la vida del
paciente.
• La OMS proporciona en forma gratuita algunos de los
medicamentos autorizados necesarios para el tratamiento
de enfermedades raras o exóticas; los no autorizados en
ocasiones pueden obtenerse de los Centros para el Con-
trol y la Prevención de Enfermedades (CDC, Atlanta,
Georgia, Estados Unidos) como “fármacos nuevos bajo
investigación”.
• En el caso de las enfermedades para las cuales pueden
obtenerse dichos medicamentos o productos biológicos,
en la sección 9B7 se incluyen detalles tales como núme-
ros telefónicos y direcciones de correo electrónico.
C. Medidas en caso de epidemia: describe los procedimientos
de carácter urgente con el objetivo de limitar la disemina-
ción de una enfermedad transmisible que se haya extendido
xxx
31. ampliamente dentro de un grupo o comunidad en una de-
terminada zona, estado o país.
D. Repercusiones en caso de desastre: explica las probabi-
lidades, en caso de desastre, de que la enfermedad se con-
vierta en un problema grave si no se adoptan medidas
preventivas.
E. Medidas internacionales: delinea las intervenciones destina-
das a proteger a las poblaciones del riesgo conocido de in-
fección procedente de fuentes internacionales. Los centros
colaboradores de la OMS, los CDC y otras instituciones pue-
den brindar a las autoridades nacionales los siguientes ser-
vicios: diagnóstico de laboratorio; interconsulta; análisis de
datos; producción y distribución de materiales convencio-
nales, materiales de referencia y reactivos; adiestramiento;
organización de investigaciones conjuntas, e información más
amplia sobre enfermedades específicas. Puede recurrirse a
la OMS directamente para obtener mayores detalles sobre
estos centros; los centros colaboradores de la OMS dedica-
dos especialmente a las enfermedades transmisibles apare-
cen en www.who.int/WHOCC_Net/, en tanto que los demás
centros colaboradores de la OMS se encuentran en http:/ /
whocc.int/database. Los brotes epidémicos de enfermeda-
des pueden notificarse las 24 horas del día por correo elec-
trónico a la dirección: outbreak@who.int
F. Medidas en caso de uso deliberado de agentes biológicos con
fines dañinos (antes llamadas “medidas contra el terro-
rismo biológico”): en determinadas enfermedades, esta
nueva sección ofrece información y directrices para los tra-
bajadores de salud pública que puedan tener ante sí la ame-
naza o la consumación de un acto de uso deliberado del
agente causal de alguna enfermedad infecciosa.
Los números telefónicos pertinentes son:
• +(0041) 22 791 2111 para la OMS
• +(001) 770 488 7100/ 404 639 3311/ 404 639 2888 para los CDC
Las páginas pertinentes de internet son:
• http://www.who.int/csr/delibepidemics, en el caso de la OMS
• http://www.cdc.gov/, para los CDC
Los brotes epidémicos pueden notificarse por correo electrónico las
24 horas al día:
• outbreak@who.int
• ehheinq@cdc.gov
xxxi
32. Para actualizar la 17.a edición de la presente obra, se llevó a cabo
una revisión de las publicaciones médicas aparecidas durante los úl-
timos cinco años, relativas a todas las enfermedades incluidas en
dicha edición. Tales publicaciones se le proporcionaron al revisor prin-
cipal para que preparara el capítulo correspondiente de la 18.a edi-
ción (2004). Se agregaron capítulos nuevos sobre la úlcera de Buruli
y el síndrome respiratorio agudo grave. El nombre del revisor prin-
cipal aparece entre corchetes al final de la entrada de cada enferme-
dad. Algunas enfermedades no sufrieron una actualización importante
para la 18.a edición y, por lo tanto, no se menciona un revisor
principal.
NOTIFICACIÓN DE LAS ENFERMEDADES TRANSMISIBLES
Ciertas enfermedades transmisibles deben notificarse dentro de los
países y, en algunos casos, en forma internacional a la OMS. Puede
notificarse un caso o un brote epidémico.
1. Notificación de casos. La notificación de casos proporciona el
diagnóstico, edad, sexo y fecha de inicio para cada persona que
padece la enfermedad. En ocasiones, se agregan datos que
permiten la identificación, como el nombre y la dirección de
la persona enferma. En algunas notificaciones de caso se soli-
cita información adicional, como el tratamiento administrado
y su duración.
Las directrices y la legislación de cada país indican qué enferme-
dades deben notificarse, quién es responsable de la notificación, el
formulario empleado y cómo deben introducirse y procesarse las no-
tificaciones dentro del sistema nacional. Si es obligatoria la notifica-
ción internacional de casos, los gobiernos nacionales los comunican
a la OMS.
2. Notificación de brotes epidémicos. La notificación de brotes
epidémicos ofrece información sobre un número de personas
superior al esperado aquejadas por una enfermedad transmi-
sible que puede ser de interés público. La enfermedad en cues-
tión puede no estar dentro de la lista de enfermedades de no-
tificación obligatoria, o puede ser de causa desconocida si se
la acaba de reconocer o es una enfermedad emergente.
Las directrices y la legislación de cada país indican qué tipo de bro-
tes epidémicos deben notificarse, quién es responsable de la notifi-
cación, el formulario empleado y cómo deben introducirse y proce-
sarse las notificaciones dentro del sistema nacional. En general, se
requiere que la notificación de brotes epidémicos se lleve a cabo por
el medio de comunicación más rápido con que se cuente. Si es obli-
gatoria la notificación internacional de los brotes epidémicos, los go-
biernos nacionales los comunican a la OMS.
xxxii
33. Las enfermedades que aparecen en la presente edición de El con-
trol de las enfermedades transmisibles se distribuyen en cinco clases de no-
tificación, mencionadas por número a lo largo del texto, en el apar-
tado 9B1 de cada enfermedad.
Clase 1: Enfermedades con respecto a las cuales el Reglamento Sa-
nitario Internacional exige la notificación internacional de
casos a la OMS, o que son objeto de vigilancia por la pro-
pia OMS
Enfermedades sujetas al Reglamento Sanitario Internacional (1969):
El Reglamento Sanitario Internacional (SRI) es el único instrumento
legalmente vinculante que obliga a la notificación internacional de
las enfermedades transmisibles (las cuales actualmente se limitan a
cólera, fiebre amarilla y peste). La OMS está revisando y actualizando
el Reglamento Sanitario Internacional para afrontar la amenaza de otras
infecciones nuevas y reemergentes, así como para reconocer las nue-
vas fuentes de notificación sobre las enfermedades infecciosas. La
OMS consultará formalmente con sus Estados Miembros y asociados
sobre las correcciones propuestas durante 2004, con miras a adop-
tar el Reglamento revisado en 2005. Las propuestas clave de la revi-
sión son:
• Exigir el establecimiento de competencias básicas definidas
para la vigilancia y respuesta ante emergencias de salud pública.
• Exigir la notificación internacional de las emergencias de salud
pública que sean de interés internacional, definidas por un aná-
lisis de diagramas de flujo, de conformidad con el Reglamento.
• Vincular la notificación con las medidas específicas de res-
puesta recomendadas por la OMS y adaptadas a las caracterís-
ticas epidemiológicas del episodio notificado.
• Fomentar la comunicación y la colaboración durante dichas
emergencias, a través de una red de centros nacionales de en-
lace para el Reglamento Sanitario Internacional.
Enfermedades objeto de vigilancia por la OMS:
Las enfermedades objeto de vigilancia por la OMS son tifus trans-
mitido por piojos, fiebre recurrente, meningitis meningocócica,
poliomielitis paralítica, paludismo, tuberculosis, infección por el
VIH/sida, influenza y síndrome respiratorio agudo grave.
Para ambas subcategorías, se requiere la notificación de casos a la
OMS por conducto de las autoridades nacionales de salud. Las noti-
ficaciones colectivas de brotes epidémicos, que comprenden el nú-
mero de casos y defunciones, pueden solicitarse de manera diaria o
semanal en el caso de enfermedades con posibilidades de ocasionar
brotes epidémicos, como la influenza.
xxxiii
34. Clase 2: Enfermedades cuya notificación se exige regularmente,
dondequiera que se presenten
La notificación de las enfermedades que constituyen una urgencia
relativa se exige ya sea porque es necesario descubrir a los contactos
o porque debe conocerse la fuente de infección para iniciar las me-
didas de control.
Las autoridades nacionales de salud por lo general exigen que se
notifique el primer caso reconocido en una zona, o el primer caso
fuera de los límites de la zona o localidad donde se sabe que se ubica
la enfermedad, por el medio más rápido posible, seguido por notifi-
caciones semanales de casos. Ejemplos de ello son las enfermedades
objeto de vigilancia por la OMS mencionadas en párrafos anteriores,
la fiebre tifoidea y la difteria. Las autoridades nacionales de salud tam-
bién pueden exigir la notificación de enfermedades infecciosas cau-
sadas por agentes que puedan ser usados en forma deliberada.
Clase 3: Enfermedades de notificación selectiva en zonas conside-
radas endémicas
Muchas autoridades nacionales de salud no exigen que se notifi-
quen los casos de enfermedades de esta clase. Empero, puede exigirse
la notificación ante una frecuencia o gravedad inusuales, ya sea para
intensificar las medidas de control o para obtener datos epidemioló-
gicos esenciales. Algunos ejemplos de enfermedades de esta clase son
el tifus de las malezas, la esquistosomiasis y la fasciolopsiasis.
Clase 4: Notificación obligatoria de brotes epidémicos; no se exige
la notificación de casos individuales
Muchos países exigen la notificación de brotes epidémicos a las au-
toridades de salud por el medio más rápido posible. La información
solicitada incluye número de casos, fecha de inicio, población en riesgo
y medio de diseminación aparente. Algunos ejemplos son las intoxi-
caciones alimentarias por estafilococos y los brotes epidémicos de causa
desconocida.
Clase 5: Enfermedades cuya notificación oficial por lo regular no
se considera justificada
Las enfermedades de esta clase se presentan de manera esporádica
o son poco comunes, a menudo no son transmisibles directamente
de persona a persona (como la cromoblastomicosis) o tienen una na-
turaleza epidemiológica tal que no permite ninguna medida práctica
de control (como el resfriado común).
xxxiv
35. RESPUESTA ANTE LA NOTIFICACIÓN
DE UN BROTE EPIDÉMICO
La respuesta ante la notificación de un brote epidémico debe com-
prender tanto el tratamiento de las personas infectadas como la con-
tención del brote epidémico mediante la interrupción de la transmi-
sión del agente infeccioso. Los pasos de la respuesta ante un brote
epidémico son sistemáticos y se basan en la información epidemio-
lógica, no obstante que las reacciones de la población y de las auto-
ridades, la premura y la situación local puedan dificultar esta labor.
Los siguientes pasos constituyen las normas mínimas para responder
ante un brote epidémico, y en ocasiones se llevan a cabo de manera
simultánea:
• Verificar el diagnóstico
• Confirmar la existencia de un brote epidémico
• Identificar a las personas afectadas y sus características
– Registrar las historias clínicas de los casos
– Reconocer los casos adicionales
• Definir e investigar a la población en riesgo
• Formular una hipótesis sobre la fuente y diseminación del brote
epidémico
• Contener el brote epidémico
– Tratar los casos
– Poner en práctica medidas de control para evitar la
diseminación
– Realizar una vigilancia permanente de la enfermedad
– Preparar un informe
• Efectuar la verificación experimental del agente y el modo de
transmisión
Verificar el diagnóstico
La notificación inicial de un brote epidémico suele hacerla un tra-
bajador de salud, quien debe investigar los antecedentes de los casos
iniciales con el mayor detalle posible. Puede hacerse un diagnóstico
diferencial provisional (por ejemplo, intoxicación alimentaria o có-
lera) que permita al investigador prever qué clase de muestras diag-
nósticas serán necesarias y el tipo de equipo que deberá usarse du-
rante la investigación. Es preciso alertar en este punto al laboratorio
que analizará las muestras. Si los casos iniciales fallecieron, debe con-
siderarse la necesidad de realizar necropsia y la amplitud de esta. Para
fines de vigilancia y control, los investigadores deben convenir en una
definición de caso objeto de vigilancia (que no siempre se corresponderá
con la definición de caso clínico).
xxxv
36. Confirmar la existencia de un brote epidémico
Ciertas enfermedades pueden ser endémicas durante mucho
tiempo en una zona y, no obstante, nunca haberse reconocido; pue-
den identificarse nuevos casos, por ejemplo, cuando los tratamientos
novedosos atraen a pacientes que antes recurrían a la medicina tra-
dicional. Es necesario excluir dichos “falsos brotes epidémicos” me-
diante intentos por determinar la incidencia o prevalencia previas de
la enfermedad.
Un brote epidémico puede demostrarse en una gráfica de inciden-
cia en el tiempo y en un mapa de extensión geográfica. En el caso de
las enfermedades endémicas, se dice que empezó un brote epidémico
cuando la incidencia se eleva por arriba de la que se prevé normal-
mente. En cuanto a las enfermedades que muestran una variación cí-
clica o estacional, pueden usarse como cifras de referencia las tasas
promedio de incidencia en el curso de determinadas semanas o
meses de los años previos, o bien los niveles promedio máximos o mí-
nimos durante un periodo de varios años.
Identificar a las personas afectadas y sus características
Registrar las historias clínicas de los casos
Debe registrarse la información sobre cada caso confirmado o
presunto, a fin de tener una panorámica completa del brote epi-
démico. Por lo general, esta información comprende nombre,
edad, sexo, ocupación, lugar de residencia, desplazamientos recien-
tes, detalles de los síntomas (con fecha y hora de inicio) y fechas
de las inmunizaciones previas contra enfermedades de la infancia
u otras. Otros detalles varían según el diagnóstico diferencial. Si se
conoce el periodo de incubación, puede buscarse información
sobre posibles fuentes o contactos. Para anotar esta información,
lo mejor es emplear las listas de verificación o formularios de re-
gistro preparados especialmente. Los aspectos logísticos del copiado
de formularios y el asentado y verificación de los datos deben ajus-
tarse a la notificación (véase Notificación).
Reconocer los casos adicionales
La notificación inicial de un brote epidémico puede provenir de
una clínica u hospital; las pesquisas en centros de salud, dispensa-
rios y poblados del área pueden revelar otros casos, a veces con una
gama de síntomas adicionales.
Definir e investigar a la población en riesgo
Debe definirse a la población que está en riesgo de contraer la in-
fección. Esto permite tener el denominador necesario y ayuda a es-
tablecer el diagnóstico de los demás casos. A partir de ello pueden
calcularse las tasas de ataque globales o específicas (específica por
edad, específica por aldea). Los cálculos pueden llevar a nuevas hi-
pótesis que justifican una investigación ulterior y la elaboración de
xxxvi
37. diseños de estudio. Además, la población en riesgo puede requerir
estudios de laboratorio (por ej., proporción de la población que son
portadores de meningococos nasales). A continuación, puede usarse
la tipificación microbiológica y la sensibilidad a los antibióticos para
formular medidas de control apropiadas.
Formular una hipótesis sobre la fuente y diseminación del brote
epidémico
Hay que determinar por qué se presentó el brote epidémico en ese
momento y qué circunstancias llevaron a que ocurriera. Siempre
que sea posible, deben determinarse las condiciones pertinentes pre-
vias al brote epidémico. En el caso de los brotes epidémicos alimen-
tarios, es necesario determinar la fuente, vehículo, circunstancias
predisponentes y vía de ingreso. Si la transmisión es muy amplia, esto
puede resultar difícil. Es preciso tener en cuenta todos los eslabones
del proceso: 1) agente causal de la enfermedad en la población y sus
características; 2) existencia de un reservorio; 3) modo de salida del
reservorio o fuente; 4) modo de transmisión al siguiente huésped;
5) vía de entrada; 6) susceptibilidad del huésped.
Contener el brote epidémico
La clave para contener eficazmente un brote epidémico es una in-
vestigación y respuesta coordinadas en las que participen trabajado-
res de la salud, entre ellos médicos, epidemiólogos, microbiólogos,
educadores de salud y autoridades de salud pública. La mejor manera
de lograr coordinación puede ser establecer un comité para la con-
tención del brote epidémico en una fase temprana del mismo.
Tratar los casos
Los trabajadores de salud, especialmente los médicos, deben asu-
mir la responsabilidad de tratar los casos diagnosticados. En los bro-
tes epidémicos de meningitis, peste o cólera, puede ser necesario con-
seguir servicios de hospitalización de urgencia, y el personal adicional
puede requerir una capacitación esencial rápida. Los brotes epidé-
micos de enfermedades tales como el cólera y la enfermedad del sueño
pueden necesitar un tratamiento especial y el empleo de medicamen-
tos con los que no se cuenta normalmente. El equipo de investiga-
ción debe calcular las necesidades y abastecerse en forma urgente. Bro-
tes epidémicos como los de poliomielitis pueden dejar a su paso a
pacientes con necesidades inmediatas de fisioterapia y rehabilita-
ción; la organización oportuna de tales servicios atenuará las reper-
cusiones del brote.
Implantar medidas de control para evitar la diseminación
Una vez que se entiendan mejor las características epidemiológi-
cas del brote, es posible adoptar medidas de control para evitar una
xxxvii
38. mayor diseminación del agente infeccioso. Sin embargo, desde el ini-
cio mismo de las pesquisas el equipo investigador debe tratar de li-
mitar la diseminación y la aparición de nuevos casos.
Muchas enfermedades transmisibles pueden prevenirse mediante
la quimioprofilaxis o la vacunación. El aislamiento inmediato de las
personas afectadas puede prevenir la diseminación, y puede conside-
rarse la conveniencia de tomar medidas para impedir el ingreso o sa-
lida de personas en la zona afectada. En la atención del paciente son
esenciales las precauciones universales. Sea cual fuere la urgencia de
las medidas de control, hay que explicarlas a la comunidad que está
en riesgo. La disposición de la población para notificar nuevos casos,
participar en las campañas de vacunación, mejorar sus normas de hi-
giene o realizar otras actividades similares es fundamental para con-
tener un brote epidémico.
Si las existencias de vacuna o medicamentos son limitadas, puede
ser necesario reconocer inicialmente a los grupos con el mayor riesgo
para adoptar las medidas de control. Una vez que estas medidas ur-
gentes estén en marcha, deben iniciarse otras más permanentes,
como educación sanitaria, mejoramiento del abastecimiento de agua,
control de vectores o mejoría en la higiene de los alimentos. Puede
ser necesario elaborar y poner en práctica planes de largo plazo para
la aplicación permanente de vacunas después de una campaña inicial.
Realizar una vigilancia permanente de la enfermedad
Durante la fase aguda de un brote epidémico, puede ser nece-
sario mantener bajo vigilancia a las personas que están en riesgo
de infección (por ej., los contactos) para detectar la aparición de
la enfermedad. Una vez que se ha controlado inicialmente el brote
epidémico, puede requerirse una vigilancia continua de la comu-
nidad a fin de reconocer los casos adicionales y culminar el con-
trol del brote. Las fuentes de información para la vigilancia inclu-
yen: 1) notificación de la enfermedad por trabajadores de salud,
dirigentes de la comunidad, empleadores, maestros de escuela, jefes
de familia; 2) certificados de defunción expedidos por autoridades
médicas; c) datos provenientes de otras fuentes como laboratorios
de salud pública y servicios de entomología y veterinaria. Cuando
la inmunización es parte de las actividades de control, puede ser
necesario mantener estimaciones del estado inmunológico de la po-
blación que relacionen la cantidad de vacuna empleada con el nú-
mero de personas en riesgo, incluidos los recién nacidos.
Preparar un informe
Debe prepararse un informe a intervalos regulares durante el con-
trol, si es posible, y una vez que el brote epidémico haya sido total-
mente contenido. Los informes pueden ser: 1) un relato en lenguaje
coloquial para la población en general, de modo que entienda la
xxxviii
39. naturaleza del brote y sepa qué debe hacer para evitar la disemi-
nación o la recurrencia; 2) una relación para los planificadores del
ministerio de salud o las autoridades locales, de modo que se
tomen las medidas administrativas necesarias para evitar la recurren-
cia; 3) un informe científico para publicación en una revista mé-
dica o boletín epidemiológico (los informes sobre brotes epidémi-
cos recientes son un auxiliar valioso al capacitar al personal en el
control de los brotes).
Efectuar la verificación experimental del agente y el modo de
transmisión
Para verificar las hipótesis sobre un brote epidémico, en ocasiones
pueden requerirse pruebas experimentales de factibilidad biológica.
Por ejemplo, puede ser necesario demostrar que los alimentos reba-
nados pueden contaminarse por una máquina rebanadora contami-
nada, si esto no se ha probado durante la investigación del brote epi-
démico. Para dicha verificación hacen falta más recursos de laboratorio
de los que se consiguen sobre el terreno, y a menudo no se concluye
hasta mucho después de que el brote está contenido.
USO DELIBERADO DE AGENTES BIOLÓGICOS
CON FINES DAÑINOS
(TERRORISMO BIOLÓGICO, GUERRA BIOLÓGICA)
El uso deliberado de agentes biológicos para dañar a poblaciones
humanas es un problema de salud pública de dimensiones variables
que dependen del tamaño de la población objeto del ataque y de la
facilidad con la que el agente puede infectar a dicha población. En
la respuesta a una acción de esta clase deberán participar de manera
obligada los servicios de información y de procuración de justicia, así
como los servicios de salud pública y posiblemente también el minis-
terio de la defensa, en particular si se cree que el episodio no tiene
su origen en el propio país. Pueden surgir dificultades de comunica-
ción y diferencias de enfoque, ya que estas disciplinas no suelen co-
laborar entre sí.
El riesgo del uso deliberado no puede cuantificarse ni predecirse,
pero la importancia de la respuesta en términos de salud pública se
demostró en octubre de 2001 en Estados Unidos, cuando se distribu-
yeron deliberadamente esporas de carbunco a través del sistema pos-
tal, las cuales ocasionaron 22 infecciones y cinco defunciones. La res-
puesta de salud pública consistió, entre otras acciones, en reconocer
a todos aquellos que tenían riesgo de infectarse por el sistema postal
y prescribir antibióticos a más de 32 000 personas que, según se de-
terminó, pudieron estar en contacto con sobres contaminados con
las esporas. En la respuesta también participaron servicios de urgen-
xxxix
40. cia y de procuración de justicia de Estados Unidos y del resto del
mundo, donde se presentaron numerosas falsas alarmas al mismo
tiempo. El episodio y las múltiples amenazas engañosas de que se acom-
pañó generaron una demanda sin precedentes de servicios por parte
de los laboratorios de salud pública, y varias naciones tuvieron que
contratar a laboratorios privados para afrontar la oleada de trabajo.
Si el agente se dispersa ampliamente o es fácilmente transmisible,
puede ser necesaria una capacidad inusitada para brindar atención a
grandes cantidades de pacientes, y debe contarse con sistemas para la
movilización y distribución rápidas de medicamentos o vacunas, según
el agente diseminado. En caso de que el agente sea transmisible, se
requerirán medios de acción adicionales para la localización de con-
tactos y la vigilancia activa. Algunos de los agentes infecciosos de in-
terés son bacterias y rickettsias (carbunco, brucelosis, melioidosis,
peste, fiebre Q, tularemia y tifus), hongos (coccidioidomicosis) y virus
(arbovirus, filovirus y virus de la viruela). El análisis internacional de
las amenazas considera que el uso deliberado de agentes biológicos
con fines dañinos es una amenaza real y que puede ocurrir en cual-
quier momento; sin embargo, dicho análisis de riesgos por lo gene-
ral no se considera una función de la salud pública.
Según los servicios nacionales de información y de defensa de Es-
tados Unidos, hay pruebas de que diversas redes nacionales e inter-
nacionales han modificado agentes biológicos para usarlos como
armas, en algunos casos con indicios de que se ha intentado aumen-
tar su poder patógeno y crear mecanismos de distribución para su uso
deliberado. La infección de seres humanos puede ser un aconteci-
miento único, o puede repetirse a lo largo del tiempo después del epi-
sodio inicial. La naturaleza del agente empleado determinará si existe
el riesgo de transmisión de persona a persona después de los ataques
inicial y ulteriores; la información sobre este riesgo se menciona con
mayor detalle en relación con el agente patógeno respectivo. El pe-
riodo de incubación, el periodo de transmisibilidad y la susceptibili-
dad son específicos para cada agente.
La prevención del uso deliberado de agentes biológicos tiene como
requisito un trabajo de espionaje preciso y actualizado sobre los te-
rroristas y sus actividades. Los agentes pueden fabricarse con el
equipo que se emplea para la manufactura normal de medicamen-
tos y vacunas, y la posibilidad de que estas instalaciones se usen para
ambos fines vuelve aun más compleja la prevención. Esto ha llevado
a algunos analistas a considerar que contar con una infraestructura
sólida de salud pública, con mecanismos rápidos y eficaces de detec-
ción y respuesta para las enfermedades infecciosas de aparición na-
tural capaces de producir brotes epidémicos, es el único modo razo-
nable de responder ante la amenaza de brotes epidémicos de
enfermedades infecciosas causados deliberadamente.
xl