1. YO CONOCÍ A UN REVOLUCIONARIO
Profesor Carlos Da Costa
En la Argentina nunca hubo verdaderas revoluciones.
Una revolución implica el cambio total, absoluto de las estructuras sociales, políticas y
económicas de un país.
La de mayo de 1810, solo lo fue en el sentido menor de lo político –cambiar un
gobierno- ya que siguieron existiendo privilegios, dominación de una clase sobre otras,
discriminación, falta de libertad y grandes desigualdades económicas exactamente igual,
y en algunos casos peor que en la época de la colonia.
Los otros episodios como la “libertadora” o “fusiladora” del 55 – y la “argentina” del
66, fueron simples golpes fascistas mediante los cuales nuestras oligarquías renovaron
su poder y continuaron enriqueciéndose a costa de nuestra nación y del trabajo de los
argentinos, como siempre lo habían hecho.
El revolucionario, el verdadero, no es un hombre común, que agache la cabeza y se
someta a los que mandan, cuando a los que mandan no les interesa el bien común, solo
mantener sus privilegios y son indiferentes a las injusticias sufridas por su pueblo.
El revolucionario, el verdadero, es desinteresado. No está atado como nosotros los
hombres comunes, a lo que llamamos seguridad económica, “tranquilidad hogareña”,
confort, prestigio etc.
Está siempre dispuesto a abandonarlo todo, a jugarse por lo que cree, por sus ideales,
por la Patria, por la justicia, por la revolución, aunque en esa empresa pierda todo, hasta
la vida.
Dicen algunos autores que el amor es un sentimiento revolucionario.
Porque cuando un hombre y una mujer aman de verdad, “pierden la cabeza” uno por el
otro, están dispuestos a todo, a enfrentar el orden establecido, a jugarse por ese
sentimiento sin importar las consecuencias, a enfrentar a todo, hasta a la muerte si ella
se presenta en el camino.
Yo conocí a un revolucionario….a un verdadero revolucionario…..
Éramos muy jóvenes, adolescentes, pero mientras nosotros –la aparcería- andábamos en
la pavada, el, como dicen los chicos de hoy, el… “la tenía clara….”
Eran otros tiempos. Hoy que tengo la suerte, o la mala suerte de mirarlo en perspectiva,
noto que era un tiempo absolutamente diferente…
Y que curioso, pareciera que había ciertas cosas que hoy para algunos faltan, y hasta
reclaman: seguridad, orden, respeto. No había chicos emborrachándose, peleándose, ni
orinando en las esquinas…
Según estos, en ese tiempo había orden, disciplina, tranquilidad pública y paz, claro…
la paz de los cementerios…
Es natural que así fuera, teniendo en cuenta que el poder por aquellos largos años
siempre estuvo uniformado….
En la Escuela Normal por ejemplo a la que íbamos…..no había nada que envidiarle al
servicio militar.
-“Póngase derechos…! ¡tomen distancia…!, ¡no se hagan los payasos…! ¡váyase
afuera…¡..a la regencia…! ....¡ a la dirección…!…
Eran órdenes, expresiones imperativas que reproducían la escenografía de los cuarteles,
la misma que reinó imperturbable en nuestra sociedad durante los años 50, 60 y 70…
La Normal…en la vieja casona de Sitjanín….
2. ¿Qué paradoja no..? en el mismo lugar, donde funcionaba una disco, donde hasta hace
muy poco los chicos bailaban, cantaban, se chupaban y hasta hacían el amor entre otras
cosas… ¡Qué bofetada para tanta arrogancia, y autoritarismo que reinó entre esas
paredes…
Como una venganza ¿no?……música estridente, canto, baile, alegría, amor…por el
largo silencio obligatorio y por tanta libertad de expresión allí amordazada.
Definitivamente eran otros tiempos, porque justamente creo que de tanto vivir dentro de
camisas de fuerza…la juventud de aquellos años, o una parte de ella, fue creando como
anticuerpos, se hizo resistente….de piel curtida..
No quiso doblegarse, someterse, aceptar mansamente la hegemonía, y por no transar
con la ignominia se hizo contestataria, luchadora, creativa, lúcida, mas decidida al
esfuerzo, al sacrificio, responsable, dispuesta a asumir los compromisos y los
desafíos….
Ahora los jóvenes son distintos, y nosotros los mayores, los que vivimos los dos
mundos, aquel y el que vino después…el del dolor y el terror, de la hipocresía, de la
Argentina Potencia y del Mundial 78, donde el llamado de atención se transformó en
castigo, la amenaza en secuestro, el coscorrón en picana, la amonestación en tortura, la
expulsión en fusilamiento, debiéramos preguntarnos: ¿cuánto habremos transmitido a
nuestro hijos, a nuestros alumnos, a nuestros jóvenes la mentalidad de la soberbia, de la
arrogancia y el autoritarismo, del miedo, del no compromiso, del no te metás…de la
falsedad, del individualismo, y la estupidez….? ¿No será por eso que hoy los jóvenes,
son tan distintos?
Y allí, justamente allí, en la vieja casona de la Normal, lo vi construir sus primeras
trincheras….
¡Claro que estaba mal…! ¿como “Patita” no iba a cortarse el pelo…? ¿cuántas veces le
advirtió el celador? ¡Como no iba a ir otra vez a celaduría…!...si había contestado al
profesor y respondido de mala manera…
Si ya todos habíamos escuchado decir a la Señorita Berro varias veces que estaba
cansada de su cara….
¡Como no iba a estar siempre con 24, si se había escapado tantas veces de la Escuela…!
si hasta Don Gómez lo había tenido que ir a buscar a la Giralda alguna vez…
De nada valía que siempre estuviese participando en las clases de Historia y de
Formación “Moral y Cívica”…la mayoría de las veces con asuntos que no tenían nada
que ver con el tema en el que andábamos..pero el hablaba… nosotros por supuesto no
entendíamos nada de que hablaba…pero el hablaba….
Y se entendía muy bien con algunos profesores, por ejemplo con el “Colorado”
Bolzán…
¡Qué bien que estaba lo de “Colorado”….en todo sentido…! y a nosotros nos venía de
perillas para hacerlos hablar, que pasara el tiempo y esa tan pesada hora de Química.
Todos lo vimos hacer sus primeros manifiestos en el Centro de Estudiantes…
o en las Estudiantinas….en la carroza…¡que carrocero…! en todas andaba “Patita”…
Siempre hablando de política….
En la noches, nos juntábamos en las mesas de la Giralda o de la Esmeralda, y entre
botellas de Quilmes y porciones de pizza el levantaba su tribuna…
3. Creo que nunca entendí en aquellos tiempos nada de lo que hablaba…pero hablaba, y se
enfervorizaba, y se calentaba….
Hoy que esas palabras tienen para mí significado, las reconozco…. …proletario,
burgués…”pequeños burgueses….” -como nos llamaba a nosotros- sociedad capitalista,
explotadores…fascistas….gorilas…
Más de una vez me regaló folletos o me prestó libros…de Marx, de Lenin, del Ché, y yo
por supuesto, le hacía creer que los leía…
Esa fue su lucha “terrorista”…hablar, decir, denunciar, las miles, las millones de
injusticias que había en aquella sociedad….
Esas fueron sus ametralladoras, ese fue su delito subversivo: pensar y decir lo que
pensaba.
Y nunca se fue, siempre estuvo allí con nosotros…..en el bar, o en el boliche. en las
serenatas de las estudiantinas, o en las pesquerías.
En aquel tiempo Libres era mas pequeño que un pañuelo…si alguien de la aparcería
desaparecía un par de días todos lo sabríamos, nos hubiésemos preguntado…¿qué le
habrá pasado…? ¿dónde se metió..?. Pero “Patita” siempre estuvo allí…
No…nadie en la aparcería lo pudo imaginar jamás, ¿“Patita” poniendo bombas…
secuestrando, matando…?,si ni pajaritos se animaba a matar cuando en nuestras siestas
de gürises desafiando al “dueño del sol”, nos escapábamos para ir al río armados con
nuestras gomeras….
Todavía tengo en la memoria la última vez que estuvo en mi casa…una tarde..habrá
sido el 21 o 22 de marzo…del 76… charlamos un largo rato sentados en el patio de la
casita de madera de mi mamá en San Martín al 900…y tomamos un mate…
Me dejó el Libro Rojo de Mao…,prestado por supuesto, con la recomendación de
siempre, que lo cuidara…
Lo recuerdo bien..porque esa noche en la casa de “Pajarito” donde ensayábamos con
Grupo Fénix..ya se hablaba como un hecho, que se venía el Golpe.
Cuando regresamos caminando con el Gordo Aguirre a nuestro barrio, enterré en el
fondo de mi casa muchos de aquellos libros y folletos…por lo visto, tenía conciencia de
lo que podía pasar…ya empezábamos a respirar el miedo…
Como en un sueño, veo a “Patita” irse lentamente..con su piernas chuecas…con su fusil
de palabras, de frases, de ideas…despotricando contra los capitalistas explotadores,
denunciando sus atropellos, defendiendo a los mas débiles….como un enamorado
cargando a su amada, con la libertad exhalando por los poros….y el deseo de justicia
enrojeciendo sus mejillas…
Pienso que algún día en un mas allá, lo voy a encontrar, para tomar un mate y escuchar
sus arengas…
Sí, por supuesto… le llevaré su Libro rojo de Mao y le haré creer que lo he leído…
Sí, en mi Libres de los 70, lo digo y lo grito…¡Yo, conocí a un revolucionario…a un
verdadero revolucionario…!