1. El Verbo escondido
Juan Gajardo Quintana
Para un importante porcentaje de la Humanidad, las palabras del Papa son
inspiradas directamente por el Espíritu Santo. O mejor dicho, tendemos a
pensar que para las personas devotas, eso es lo importante. Analizando bien
las cosas y observando las necesidades de la inmensa mayoría de la gente, tal
dato parece no necesariamente decisivo a la hora de buscar un guía para la
vida. En realidad, son otros los aspectos que captan la atención de las
personas y los que impresionan el ánimo de tal forma, que la voluntad y la
emoción proceden sin más a realizar un acto de abandono y entrega.
Los pocos amigos con que la vida nos obsequió, son individuos muy
inteligentes y preparados, con ellos podemos en cualquier instante entrar en
una provechosa discusión acerca de temas de la más variada índole. Es así
como uno de ellos me participó la siguiente idea: Los líderes religiosos en
general, por ser gente consagrada, son depositarios en alguna medida de las
arcanas verdades trascendentes, escondidas en los archivos de la Divinidad.
Si somos partidarios de tal declaración, podríamos agregar que todo hombre
que ha asumido la existencia con una actitud responsable y con una visión
consciente y lúcida sobre la vida, tendrá a mano en cualquier momento una
porción del maná bajado del cielo.
Así las cosas, entre tanto juego y hedonismo campeando sobre este mundo, es
factible, por contraste, distinguir de repente determinadas revelaciones que nos
podrían arrancar, al menos por un momento, de la miseria espiritual en la cual
nos debatimos a diario.
2. Sin embargo, preferimos, frente al rostro de la verdad, asumir la misma actitud
de Beltsazar, rey subrogante de Babilonia, quien, admirado luego del
admonitorio mensaje entregado a través del profeta Daniel, prosiguió la
bacanal con más bríos, no sin antes agasajar al mensajero divino con honores
y regalos, quizás con la esperanza que se sumara también a la francachela. La
misma que duró hasta el momento en que los enemigos entraran al palacio y
terminaran no solo con la fiesta, sino también con la vida del soberano y de sus
súbditos.
La historia se repite y se seguirá repitiendo. De la misma forma como el Sumo
Sacerdote judío en tiempos de Jesús profetizó que “es necesario que un
hombre muera, y no que perezca todo el pueblo”, Juan Pablo II en su
recordada visita a Chile, manifestó: “No tengáis miedo de mirarlo a Él”. El gran
pueblo que abarrotaba las gradas del coliseo ñuñoíno, se quedó mirándole el
dedo y continúa en similar concentración hasta el día de hoy. Por eso no es
sorprendente el gran jolgorio que sucede a la asunción de un pontífice, cuya
presencia, rodeada de tan gran número de actos y objetos simbólicos, sume en
la embriaguez a tanto pueblo necesitado de emocionalidad. Lo que
posteriormente sea posible escuchar, pasa a segundo o tercer lugar, pues ya
no es parte de las necesidades inmediatas de los espectadores.
Nos preguntamos qué hubiera ocurrido si el designado hubiera sido un
connacional. No queremos ni pensar en los carnavales, feriados nacionales,
caravanas y especiales de televisión, incluyendo todos los shows surgidos al
alero de ese acontecimiento.
3. Mientras tanto, el Verbo, que es lo importante, podrá seguir manifestándose en
la boca de algún grande o de algún pequeño. Lo más probable es que las
palabras de Jesús se cumplan, cuando dijo: “Gracias te doy, Padre, porque
escondiste estas cosas a los grandes, y se las otorgaste a los pequeños”.