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Municipalidad de godoy cruz
Intendente de Godoy Cruz Lic. Alfredo Cornejo
Secretario de Gobierno Lic. Humberto Mingorace
Directora de Desarrollo Social Lic. Marcela Fernández
Departamento Mujer y Equidad Lic. Silvina Anfuso
Trabajaron en este libro
Silvina Anfuso: coordinación y dirección general
Romina Zapata Tommasiello: dirección editorial, investigación, redacción de textos.
Vanesa Landa: diseño editorial y supervisión de impresión
María Eugenia Paganini LaMaru: ilustración
Romina Paola López: fotografía
ÍNDICE
9
AGRADECIMIENTOS
En mi primer lugar quiero decirle gracias a todas las mujeres que posibilitaron la realización de este libro,
fundamentalmente a las entrevistadas, por abrirme las puertas de sus casas, de su memoria, de sus recuerdos,
por responder mis preguntas, por confiar en este proyecto y compartir información tan íntima y valiosa. También
a aquellas personas que mientras recorría la zona me decían: “a tal hora podés encontrar a tal vecina”, “la
señora tanto vive en esa casa”, “yo conozco alguien que puede darte información” y así, dato por dato y paso
por paso me permitieron llegar a las fuentes necesarias para trabajar y tejer esta trama de relatos.
A Silvina Anfuso por darme nuevamente la oportunidad de continuar este proyecto tan significativo para
nosotras, porque nos permite conocer a nuestras antepasadas, referentes tan necesarias para lo construcción
de la identidad de las mujeres. También a Marcela Fernández, directora de Desarrollo Social, por posibilitar la
continuidad de la escritura de la historia de las vecinas de Godoy Cruz.
A Vanesa Landa, por encargarse del diseño del libro y fundamentalmente por compartir conmigo todo este
proceso de trabajo, por ayudarme a desarrollar un lenguaje que nos permite entendernos con pocas palabras
11
y pensar en sintonía.
A mi amiga Marcela Sunico Benegas por acompañarme a lo largo del recorrido, por sus palabras que siempre
llegan en el momento justo.
A Maru Pagani y Romina López por aportar sus saberes profesionales y comprometerse con el trabajo, por
poner en imágenes esta investigación.
A Eduardo Pagani por ayudarme con la corrección de textos, por su forma amable y precisa de trabajar que tan
útil ha sido.
A Gabriela Testa del área de Cultura, a Elena Rojas de Relaciones con la Comunidad, a Adriana Bassi y Claudia
Calvi por el aporte de datos.
A mis compañeras de Mumalá por hacerme sentir parte de este aprendizaje permanente que es la lucha por los
derechos de las mujeres, por ayudarme a sentirme segura en cada paso que vamos dando en la reconstrucción
de la historia de las mujeres.
Introducción
Este libro es la continuación de una experiencia que se propuso rescatar la memoria colectiva de las mujeres
del departamento de Godoy Cruz, provincia de Mendoza, y que tuvo su primera materialización en el libro
Mujeres de Villa Hipódromo: sus memorias y relatos que se realizó durante todo el 2013 y se presentó en el
marco del Día Internacional de las Mujeres en dicho barrio en el 2014.
Tanto el trabajo anterior como el presente son productos de un esfuerzo por dar a conocer que las mujeres
somos protagonistas activas de la historia (aunque la historiografía tradicional no lo demuestre), que la historia
de un barrio es fundamental para la construcción de una identidad departamental y provincial, y que la situación
de una mujer representa la de miles que han vivido experiencias similares. Todo esto hace que el pasado no sea
algo acabado, sino algo por construir.
Es necesario que volvamos a mirar para atrás, y que en ese andar nos preguntemos qué y quiénes han quedado
por fuera de los relatos que nos cuentan sobre un tiempo anterior. Las mujeres sin duda somos uno de los
grupos humanos que estamos revisando, cuestionando y reinterpretando todos esos archivos que dicen mucho
sobre un lugar, una hazaña, o un periodo histórico pero sobre nosotras no dicen casi nada.
12 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 13
Loquebuscamosrescataraquí eslaautopercepción
de cada una de las mujeres que protagonizan este
libro, los sentimientos sobre el lugar que las vio
crecer y transformarse, su visión de las mujeres
del barrio como colectivo que participa de las
idas y vueltas del devenir histórico. La
experienciapersonalylasubjetividad
son un objeto de estudio reciente
en la investigación de la
historia y es esa el área de
interés de este trabajo.
También partimos de la
profunda convicción de
que la voz de las mujeres
debe ser escuchada,
es por eso que en los
relatos de este escrito las
protagonistas aparecen con
sus propias palabras, y la
buena noticia es que cada vez se
están animando a hablar más, desde
la apertura, desde sus saberes y con gran
sororidad.
La palabra soror significa hermana, y en función de
esa idea se desarrolló en el interior del feminismo
contemporáneo el concepto de sororidad, para
hacer referencia a la necesidad de reducir las
desigualdades entre las propias mujeres a través
de la percepción de la otra como una hermana, de
la confianza y el apoyo mutuo, porque como ya se
sabe la unión hace la fuerza, y es por eso que las
mujeres necesitamos construir una gran hermandad
que nos permita luchar juntas contra las injusticias
del sistema patriarcal.
Esta visión nos plantea dos grandes
desafíos: por un lado derrotar el
estereotipo de la competencia
entre mujeres para pasar a
pensar en una relación de
cooperativismo y por otro
desarrollar una verdadera
sororidad, ni discursiva ni
políticamente correcta,
sino genuina. La historia
nos demuestra que los
vínculos entre mujeres
existieron siempre y que
eso es lo que nos ha permitido
conquistar derechos y sobrellevar
difíciles situaciones personales, aun así es
necesario profundizar todo lo logrado.
Es esta una de las perspectivas teóricas que
tomamos para realizar este trabajo, pensando que
la historia de las mujeres de Las Tortugas es la de
toda esta gran hermandad que constituimos las
mujeres.
EL RECORTE GEOGRÁFICO Y LA METODOLOGÍA
En esta oportunidad, la zona elegida para desarrollar esta experiencia es la de Las Tortugas, uno de los
cinco distritos del departamento de Godoy Cruz (Presidente Sarmiento, Ciudad, Benegas y San Francisco del
Monte serían los 4 restantes). Se trata de un espacio muy amplio, con una gran cantidad de barrios y lleno de
diversidades e historias para cortar, por eso fue necesario hacer una delimitación menor que se circunscribió
al casco histórico de este distrito, es decir, la parte más antigua, que delimitamos entre las calles: Carril
Cervantes hacia el oeste, Roca hacia el este, Carril Sarmiento hacia el norte y Carrodilla hacia el sur. Lo
comprendido en estos límites es el área investigada en este libro.
Para realizar este trabajo se utilizaron fuentes públicas tales como: archivos municipales, material de la
Biblioteca Departamental Manuel Belgrano y la Biblioteca provincial General San Martín, documentos del
Archivo Histórico de Mendoza, y artículos periodísticos, entre otros. Pero la fuente principal de información
fueron las mujeres que habitan lo que denominamos el casco histórico de Las Tortugas con quienes nos reunimos
en la Unión Vecinal Gobernador Benegas, en sus casas, en sus trabajos, en cafés y que nos abrieron la puerta
de su memoria para compartir todo tipo de vivencias.
Esta vez también se propuso a las vecinas que participaran escribiendo sus memorias o la de alguna mujer que
quisieran recordar, muchas se animaron a hacerlo. Estos escritos son un testimonio de gran valor porque son
sus propias miradas, sus propias palabras, sin otra mediación que la del lenguaje.
Según los relatos de las vecinas, Las Tortugas era básicamente un gran territorio de viñedos, en su mayoría
pertenecientes a la familia Filippini y a otras familias terratenientes, las calles eran de tierra, el alumbrado
público no existía, recién se desarrolló en la década del 50’, y las casas estaban muy distanciadas entre sí. El
molino ubicado en el Puente Olive (cuya construcción data de 1844 y se llama así porque era propiedad del
francés Pablo Olive), la lechería de Don Mortaloni en calle Roca y Aristóbulo del Valle y el corralón de calle
Morales eran los principales puntos de abastecimiento y por supuesto de encuentro entre las y los habitantes.
Una de las costumbres que se inició por esos tiempos y que aún continua celebrándose son los famosos
asados de fin de año, momento en el cual se cortan las calles, entonces vecinos y vecinas salen con sus mesas
y sus canastos a compartir la cena del 31 de diciembre en las veredas, un verdadero acto comunitario donde
aprovechan para charlar y festejar.
14 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 15
Esta zona de Godoy Cruz fue el lugar donde se pensaba desarrollar la ciudad de Mendoza luego del terremoto que
nuestra provincia sufrió en 1861, ya que especialistas en suelo hicieron una serie de estudios que determinaron
que este podría ser un sitio apropiado dado el clima y las características del territorio, hecho que finalmente no
sucedió pero que habla de la importancia de estas latitudes para la geografía provincial.
Recién en los años 60 se inició la urbanización sostenida de esta parte de Godoy Cruz dado que la zona cambió
de categoría catastral y esto posibilitó la construcción de casas particulares. Sin embargo, la transición de zona
de viñas a barrios se produce fundamentalmente luego del cierre de la Bodega Filippini cuando esta familia
lotea la gran cantidad de hectáreas que poseían y venden esos terrenos para la construcción de viviendas.
En los capítulos que componen este libro se intentará ilustrar esas transformaciones que van de la mano con
profundos cambios en los roles desempeñados por las mujeres, siempre entrelazándose con historias más
amplias: por un lado la de la provincia y el país, y por otro con la historia de las mujeres que tiene su propia
dinámica en función de los derechos que fuimos conquistando y las consecuencias que tuvieron en las vidas
cotidianas y en la vida como sociedad.
el origen del nombre las tortugas
Cuando empezamos a indagar entre las vecinas por qué el distrito lleva este nombre surgieron una serie de
versiones muy interesantes que conviven entre sí, sin demasiadas certezas pero con gran pregnancia en el
imaginario popular.
La primera de estas versiones la cuenta Isabel Yonzo, peluquera de calle Alem: “el promotor de ese nombre
es mi papá, se llamaba Ramón Yonzo, nacido acá. Mis abuelos tenían un negocio, de esos antiguos a los que
iba la gente a caballo, todos llegaban ahí, al almacén, y se quedaban para tomar algo, por eso le pusieron El
topón porque todos topaban ahí. La barra de los chicos que iban a la escuela Burgoa le puso a la calle Alberdi
calle de las Tortugas porque había casas muy antiguas que tenían las ventanas chicas, con postigos, entonces
cuando pasaba alguien a caballo, en auto o caminando, todas las vecinas asomaban la cabeza por el postigo
de la ventana. Entonces mi papá dijo: mirá, parecen tortugas, y así le pusieron”.
Esto que cuenta la señora Isabel es asentido por varias vecinas, más precisamente Elvira Búcolo, Directora
del Archivo Histórico de la provincia y pobladora de la calle Filippini comenta que efectivamente las casas del
16 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 17
sector más antiguo tenían ventanas muy pequeñas y cuando se escuchaba un ruido en la calle era toda una
novedad ya que la zona era muy tranquila y muy poco transitada, por lo que es muy probable que esta analogía
sea el origen del nombre.
En consonancia con este dato sobre la arquitectura del lugar y agregando a un personaje histórico fundamental
para la provincia, Inés Filippini y sus hermanas Susana y Ana María relatan que su papá les contaba a modo
de anécdota que: “cuando estaba San Martín en Mendoza, andaba por esa zona, los pocos habitantes que
había estaban asombrados de este movimiento de gente, de las tropas, entonces se escondían en las casas y
sacaban la cabeza por las ventanas para mirar lo que sucedía”
Otra de las explicaciones para esta denominación dice que el lugar se bautizó así dado que las amplias calles
de tierra se convertían en un verdadero pantano los días de lluvia, provocando que la gente caminara muy
18 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 19
lentamente al enterrarse en el barro y de allí se generó la comparación con el andar de las tortugas. El asfalto
de las principales calle se comenzó a desarrollar a partir de los 60’ por lo que esta versión también tiene
sentido. Josefina Girlando, quien vive en esta zona desde su llegada de Italia en 1952 dice “la gente era muy
tranquila para caminar, por eso se llama así”
Por último, en el libro “Toponimia, tradiciones y leyendas mendocinas”1
escrito por Juan Isidro Maza dice: “se
llamaba así antiguamente a las zonas que comprenden las localidades de la Carrodilla y de Gobernador Benegas
y su origen quizá provenga de que estos animalitos abundaban en aquellas tierras arenosas”. Antonieta Sacchi,
vecina de calle Cervantes comenta: “dicen que había muchas tortugas y es posible porque es una zona muy
1	 Toponimia, tradiciones y leyendas mendocinas. Juan Isidro Maza, 1990, pág. 44
20 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 21
fresca y muy húmeda, pero no hay certeza”
Estas versiones han sido trasmitidas de una generación a otra conservando su carácter anecdótico y a la vez
histórico, todas sirven para explicar este nombre y son igualmente válidas para la comunidad.
22 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 23
Historia en presente
27historia en presente
La señora Antonieta Sacchi, vecina de calle Cervantes, escribió para este trabajo sus recuerdos sobre este lugar
que conoció desde pequeña. Antonieta tiene 83 años, es musicóloga, aunque prefiere llamarse profesora de
música, investigadora, autora de tres libros sobre el pasado musical de Mendoza, una mujer sabia y encantadora.
Compartimos una parte de este maravilloso texto que grafica la fisonomía del lugar y parte de su vida:
Hace exactamente 42 años que vivo en el carril Cervantes en la zona de Las Tortugas en una casa que
construimos sobre un terreno que fuera de mi padre desde 1940 aproximadamente. Se trataba de un terreno
de hectárea y media con una plantación de cerezas de exportación en el que se construyó por aquella fecha
una fábrica de mosto concentrado de uva, que funcionó hasta 1963 cuando la zona cambió de categorización,
pasó a ser zona mixta y no autorizaron más el funcionamiento de la bodega. Posteriormente allí vivieron mis
abuelos y tíos recién llegados de Italia después de la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto, estuve relacionada
con la zona desde mucho tiempo antes de 1972, cuando aún era una jovencita, puesto que la visitaba todas las
semanas. Esta zona era eminentemente rural, comúnmente no había límites entre las propiedades salvo una
28 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 29
acequia o una hilera de viñas, y el tránsito de
vecinos hacia el carril para abrir el paso del
agua de la hijuela Las Tortugas desde el canal
Sobremonte era constante.
Otra de las características de Las Tortugas
era la gran cantidad de juncos que nacían
espontáneamente a la orilla de las acequias
y surcos de las propiedades, que lógicamente
no estaban revestidos de cemento. Se
trataba de la variedad doble, muy perfumada
y que hoy está completamente extinguida,
tanto es así que no he conseguido rescatar
más que una variedad simple. La zona era
particularmente fresca y la variación de la
temperatura era muy acusada en cuanto se enfilaba la arboleda del carril. A ello contribuía el agua del canal
mencionado, que por aquellas épocas corría diariamente en verano, aunque turbia y barrosa.
Rastros de ese pasado rural también son las hileras de olivos que todavía se conservan en algunas calles
después de las urbanizaciones, hay algunos que son centenarios, como los que se encuentran en la calle
Aristóbulo del Valle, próximos al cruce con el Acceso Sur. Otros olivos hay en la zona aledaña al puente Olive,
en este lugar, según investigaciones realizadas por el arquitecto Jorge Ricardo Ponte en los cursos de aguas
de Godoy Cruz, a mediados del siglo XIX -en 1844- un señor llamado Pablo Olive había instalado un molino
harinero, que funcionaba con el agua del actual zanjón cacique Guaymallén.
Por otra parte, el tránsito era muy limitado y las madres podían dejar los niños correteando con sus carritos o
patinando por el carril, entonces todavía llamado Ruta 40. Otra diversión corriente de los varones del barrio era
bañarse en el canal, que como los canales de riego de entonces no traían deshechos y solo había que proteger
los pies de las piedras demasiado puntiagudas.
La situación se modificó cuando se cambió la categorización y se construyeron muchos barrios como el Santa
Teresa y el Santa Lucía en los terrenos de Luis Filippini aledaños a la bodega, cuyos restos actualmente se
Antonieta Sacchi
encuentran frente al Acceso Sur. Barrios bien planeados y urbanizados, arbolados que se extendían desde
Aristóbulo del Valle hasta la calle Filippini más o menos, con lotes amplios. También recuerdo la existencia de
surtidores de agua del Río Blanco (de Potrerillos) para el aprovisionamiento familiar. Cuando llegué al barrio
hacía poco tiempo que se había inaugurado la red de agua potable de Obras Sanitarias, lo que recuerdo es que
frente a mi portón había uno de estos surtidores encajados en una construcción de cemento que fue retirado
poco tiempo después.
La música como modo de vida
Los recuerdos de la zona se entrelazan con su vida personal: “Cuando llegué al barrio en 1972 ya tenía mi familia
formada con cuatro hijos y era profesora en la Escuela Superior de Música de la UNCuyo. Desgraciadamente
pocos meses después falleció mi esposo y por supuesto la vida familiar cambió. El barrio se estaba convirtiendo
en un suburbio de Godoy Cruz y había perdido el tranquilo carácter rural de antes. Comenzó la contaminación
acústica, el tránsito, que sólo se aliviaba cuando había alguna crisis y la nafta era muy cara, el transporte
público era ruidoso y contaminante”.
Respecto de su profesión Antonieta la define así: “un musicólogo es una persona que no sólo recaba datos (no
se tienen que imaginar que es una rata de biblioteca) sino que asocia e interpreta hechos que se producen en
la relación de la música con los individuos y la sociedad. Musicología es investigación de un pasado musical
desde lo fáctico, es decir, desde los hechos, es el pasaje por las asociaciones e interpretaciones que suscitan
y su función en la sociedad. Además, por supuesto hay que tener conocimientos técnicos porque la música
es otro lenguaje. Es como si quisiéramos estudiar literatura francesa sin saber francés. Soy especialista en
música clásica en general, hasta las vanguardias de este siglo y en música barroca en particular”
Su recorrido académico se produjo del siguiente modo: “Inicié los estudios superiores de música que me llevaron
a titularme en 1952 como profesora en piano, teoría, solfeo y canto coral, primer título que otorgó la Escuela
Superior de Música. Comencé a trabajar en la misma escuela y en la Escuela Superior del Magisterio, aunque
después de mi casamiento con el profesor Carlos Ludovico Ceriotto en 1955 reduje mi actividad profesional
al mínimo debido a la crianza de cuatro hijos. En 1972 reinicié una actividad más intensa y en ese momento
se comenzó a manifestar paulatinamente mi inclinación a la musicología que tuve que desechar debido a mi
temprana viudez. A partir de la década de los ‘80 empecé con esta actividad dirigiendo becarios y proyectos de
historia en presente
30 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 31
investigación en la Facultad de Artes y Diseño de la
UNCuyo, recientemente organizada con escuelas de
arte preexistentes. Recién después de que me jubilé
en 1995, empecé a organizar mis investigaciones
personales y a escribir, de lo que surgieron tres
libros. Las investigaciones de los primeros dos
libros y del DVD se concentraron en las
actividades musicales de músicos
inmigrantes españoles radicados en
Mendoza a comienzo del siglo XX
y en las actividades musicales
de los salesianos en Mendoza y
su trabajo sobre la inmigración
italiana de fines del siglo XIX
y comienzos del XX. El tercero,
se inicia en el estudio de las
actividades musicales de los
mendocinos desde el año 1852
hasta 1912, es decir la época del
Centenario de la Revolución de Mayo de
1810”.
Su sabiduría musical es enorme y el modo en que la
comunica hace que podamos escucharla por horas.
Ante la pregunta por sus gustos Antonieta dice:
“¡Los Beatles fueron mi locura cuando era joven!
En el ‘64, ellos empezaron esto, después los Rolling
Stone, los ABBA. Una cosa que me gustó mucho
desde muy jovencita era el jazz”.
En cuanto a la relación de las mujeres con
este lenguaje, esta especialista comenta que
tradicionalmente el mundo de la música fue muy
restringido, solo se les permitía tocar determinados
instrumentos o limitadas participaciones en
público, ni hablar de intervenir en la producción
o la teoría. Antonieta brinda la siguiente
explicación sobre esta situación
propia del siglo XIX y parte del
XX: “esto es porque la mujer,
tradicionalmente, en Mendoza,
estuvo muy supeditada a este
régimen patriarcal del varón,
entonces no se le reconocía
capacidad creativa, ella tenía
que tocar y cantar para adornar
la casa y al marido. La tradición
era que las muchachas tenían que
estudiar piano y la que tuviera voz,
también el canto. Cuando acá se creó la
Escuela de Música en la UNCuyo, todas las que
estudiaban en conservatorios particulares, podían
ir a una escuela pública a muy bajo costo, entonces
mandaron todas las chicas a estudiar, por eso el
90% de mi promoción éramos mujeres. Ahora las
posibilidades de estudio de las mujeres se han
diversificado mucho, hay más oportunidades, sin
embargo hay un machismo que sigue haciendo
sentir su presencia, muy a nuestro pesar”
Lamúsicalehapermitidoconocermuchísimodelahistoriaprovincial,Antonietasiemprehaestadocomprometida
con el lugar donde se ha radicado y del cual habla con tanto cariño.
historia en presente
32 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 33
poseía, ubicada en calle Barcala 1416.
Su abuelo Luis se encargó de sorprender al barrio
mostrando distintos desarrollos que la provincia vivía,
como por ejemplo el primer auto que se vio circular por
Godoy Cruz, manejado por su chofer ya que él nunca
aprendió a hacerlo. “Imaginate, el primer auto, era como
para asomar la cabeza por la ventana” dice Tati, haciendo
referencia al origen del nombre Las Tortugas, explicado al
inicio del libro.
También la lujosa Villa Teresa fue testigo de todo tipo
de sucesos familiares, Inés recuerda especialmente
los multitudinarios almuerzos de Navidad: “el almuerzo
lo pasábamos siempre en la casa de mi abuelo, todos
los hijos, con todas las nueras, y todos los nietos. Era
obligatorio, no podías no ir, él hacia regalos a todos”. Cuando la propiedad fue demolida muchos años después,
dio lugar a un gran loteo para viviendas particulares.
Las tres hermanas pasaron su infancia entre ambas propiedades. “De nuestra casa la bodega estábamos a 7
cuadras, íbamos en bicicleta por las calles de tierra, pasábamos por Mortaloni que era la lechería que estaba
en la esquina, el lugar era un paraíso” recuerda Tati y Ana María agrega que siempre iban a jugar allí. Una de
las cosas que más llamaba la atención de las nietas de Luis Filippini era ver cómo los camiones que traían la
uva volcaban su carga en los lagares (grandes recipientes donde se prensa la uva).
En el año 1973 una parte de “Los azahares” fue expropiada para la construcción del Acceso Sur, a partir de
entonces la fisonomía del lugar comenzó a cambiar, iniciando un sostenido proceso de loteos y la consecuente
urbanización de la zona, con el aumento de población que eso produjo. Ana María recuerda ese momento con
gran dolor: “el Acceso nos expropia a nosotros una parte de la casa, todo un frente, un dormitorio, el jardín de
adelante pero nosotras seguimos viviendo allí hasta el año 94. Tiraron la casa por la mitad, fue fuertísimo”.
Respecto de su crianza Inés comenta “a nosotras nos criaron que la mujer se tenía que casar y quedarse en la
casa, y nada más” sin embargo las tres se alejaron de ese modelo. Susana es profesora de Educación Física
La familia Filippini en Villa Teresa
Si hay una familia que tuvo mucho que ver con el desarrollo industrial y económico de Las Tortugas son los
Filippini, resulta difícil explicar el proceso de urbanización de esta zona sin hacer mención a lo sucedido con la
bodega que fundaron en calle Rawson y Barcala.
En 1885 el joven italiano Luis Filippini llegó a nuestro país, a los tres años de su arribo ya vivía en Godoy Cruz,
dedicándose a la agricultura. La bodega que lleva su apellido inició su funcionamiento en 1901 con un ritmo
de crecimiento muy acelerado que dio una gran prosperidad económica a esta familia. Luis se casó con Carlota
Bianchi con quien tuvo diez hijos y una hija, Lidia, todos los nacimientos se produjeron la casona ubicada en
calle Alem y Catamarca conocida como Villa Teresa, nombrada así en referencia a la madre del señor Filippini.
Carlota murió muy joven, en 1925.
Inés, Ana María y Susana (Tati) son las hijas de Julio Filippini, el antepenúltimo de los hijos de Carlota y Luis,
quien se casó con Ida Módolo. Estas mujeres, nietas de don Luis, son quienes abrieron la puerta de esta historia
familiar. Las hermanas vivían en la propiedad llamada Los azahares debido a la gran cantidad de naranjos que
historia en presente
34 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 35
en la Escuela Italiana, institución para la que
su abuelo hizo grandes donaciones cuando
fue fundada, de hecho una de las aulas
lleva su nombre. Ana María es profesora de
Francés, “yo recuerdo que mi mamá hablaba
francés, yo escuchaba y quería hablar como
ella” comenta. Inés trabaja en una de las
clínicas oftalmológicas más importantes de
la provincia, se casó en 1969 en Los Azahares
con una fiesta que seguramente habrá sido
my comentada por los vecinos y vecinas,
“estuvieron hasta los cantores de Quilla
Huasi1
porque eran amigos de mi papá”, dice
su hermana haciendo referencia a la magnitud del festejo.
Perdieron a su mamá muy joven, víctima de un cáncer de mama. Ida falleció en 1965 con tan sólo 47 años,
“cuando falleció mi mamá todo el barrio estuvo en la casa, no había nadie que no la conociera” se acuerda
Ana María.
Otra mujer importante en la vida de esta familia fue Albertina, responsable del cuidado de Luis Filippini, luego
de su viudez: “a Albertina mi abuelo la trajo de Italia una vez, fue una mujer que lo cuidó y lo atendió hasta el
último día de su vida, era europea, rubia, de tez blanca, muy amable. Volvió a Italia luego de su muerte” cuenta
la mayor de las hermanas.
El inicio de la quiebra de esta enorme bodega comenzó en 1960, luego de la muerte de Andrés, el mayor
de los hijos de Luis y Carlota, en un accidente de tránsito cuando se dirigía a la finca que la familia tenía en
Tupungato. Él era el gerente general de esta empresa y con su muerte cambió la realidad familiar.
El negocio pasó a otras manos hasta su cierre definitivo en 1979. Ya cerrada la bodega, sus dueños iniciaron un
proceso de venta de lotes que fue lo que permitió el avance de la urbanización de este distrito godoycruceño,
sumado a la construcción del Acceso Sur que posibilitó el desarrollo de una gran cantidad de barrios.
1	 Conjunto de folklore argentino que estuvo en actividad entre 1953 y 1987
Ana María, Tati e Inés Filippini
historia en presente
LIDIA FILIPPINI
La única hija mujer del matrimonio de Luis y
Carlota nació en 1916. Cuando su padre quedó
viudo decidió llevar a Lidia y al menor de los
hermanos, Hugo, a Europa ya que no era nada
habitual para la época que un hombre viudo
se hiciera cargo de la crianza de sus hijos y
mucho menos de una hija. El destino de Lidia
fue determinante: un convento en Viareggio,
Italia, en el que permaneció desde los 7 a los
20 años.
“Ella no quería saber nada ni con monjas ni
con curas después de haber vivido tanto tiempo encerrada. La hacían bañar vestida con el camisón negro,
andaban en la playa vestidas de negro, dormían vestidas de negro, era espantoso todo lo cerrados que eran
en esa época” cuenta su hija Leonor Antonietti Filippini. Respecto al trato que las internas recibían, Leonor
recuerda que su madre le decía que por interés la trataban mejor para que su padre donara dinero a la
institución, cosa que a Lidia no le gustaba.
Lo único positivo de esa experiencia fue que Lidia pudo acceder a la educación y recibirse de maestra, aunque
cuando volvió a Argentina, con 21 años, quiso revalidar ese título pero su padre no se lo permitió, por lo que
sólo ejerció la docencia hacia el interior de la familia enseñándoles italiano.
Ya radicada en Mendoza vivió en Villa Teresa hasta que se casó, Leonor relata: “para el casamiento le trajeron
de Europa el manto que llevaba en la cabeza hasta la cola y la tela, el vestido se lo hizo en Buenos Aires, se
casó de grande con 27 años. La ropa interior también se la traían de Europa, era muy sencilla ella lo que pasa
es que estaban en buena posición y como era la única mujer… estuvo 6 meses de novia nada más, se casó
para irse de al lado del padre que la tenía encerrada”. También vivió en la calle que lleva su apellido.
“Ella siempre decía que tendría que haber nacido en otra época porque le gustaba cantar, era lírica, pero
no la dejaban cantar en público, cantaba para la familia, estudió canto y piano. También para tener más
Lidia Filippini junto a su marido
36 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 37
libertades y estudiar una carrera, era un persona muy moderna con nosotras hablaba de todo, nos daba todas
las indicaciones de la parte sexual, en esa época no hablaba nadie de eso. Mi mamá fue muy moderna en ese
sentido, muy culta, muy comunicativa, una persona de mucha lectura”, la describe Leonor.
Como es de suponerse a Lidia no la dejaron involucrarse en los negocios de la familia, tampoco opinar sobre
política a pesar de que sabia del tema porque tenía la costumbre de leer el diario todos los días.
Falleció en 1992, con 76 años, “ella decía que le gustaría morirse de pie como los árboles, cosa que se le
cumplió porque a hasta último momento fue una mujer activa” afirma su hija.
Así finaliza la historia de Lidia Lina Jerónima Teresa, “le pusieron Lidia porque les gustaba a mi abuelo y mi
abuela, Lina le gustaba a mi abuela, Jerónima era su abuela materna y Teresa la paterna”, concluye Leonor.
historia en presente
“En el barrio me conocen todos, porque he sido la maestra de la mayoría” y efectivamente la saludan todos los
vecinos y vecinas que a sus 83 años la siguen llamando “la señorita Haydee” con muchísimo respeto y también
con cariño, de ese que se le tiene la maestra del primario que dejó una huella en la vida escolar.
La vida de María Hilda Haydee Moreno está marcada por la absoluta dedicación a la docencia, su compromiso
con la educación, la desaparición de su hija Vivi en manos de la dictadura militar y la posterior búsqueda de
justicia.
Desde sus 7 años hasta el presente la señorita Haydee vive en Las Tortugas, la mayor parte del tiempo en
la calle Julián Barraquero por lo que conoce la zona como la palma de su mano: “el barrio ha cambiado pero
no mucho, esta calle está hormigonada no hace mucho tiempo, antes hicieron las acequias. Ahora los chicos
siguen jugando en la calle como antes” afirma.
Hizo la primaria en la Escuela Burgoa, a los 13 años ya había finalizado el Liceo de Señoritas: “teníamos
materias como labores manuales, un año hice un babero, porque había que bordar, me enseñaban a hacer el
38 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 39
festón1
, cosa que ahora las chicas no saben
hacer” recuerda Haydee de su experiencia en
ese liceo. Continuó sus estudios en la Escuela
Normal y a los 16 años ya estaba graduada
como maestra.
Su primer trabajo fue en una escuela rural del
departamento de San Rafael, en la localidad
de Villa Atuel, donde se fue a vivir a la casa de
unos tíos, viajaba todos los días gran cantidad
de kilómetros para llegar a dar clases, luego
trabajó en Tunuyán. Con el tiempo logró el
traslado a Godoy Cruz y en 1951 ingresó a la
Escuela Burgoa donde ejerció la mayor parte de su carrera docente. En 1974 asumió como Vicedirectora, año
en que se cumplió el centenario de ese establecimiento. A los 22 años se casó, tuvo a su hija Virginia y luego
a Carlos, quedó viuda muy tempranamente.
Esta maestra fue reconocida por el Municipio de Godoy Cruz como Mujer Notable en el año 2009 por su labor
docente y comunitario, escribió un libro que aún no ha publicado donde cuenta sus diversas experiencias en
tantos de años dedicados a la educación: “el libro trata un poco de la vida mía y del vivir de la gente de acá.
Yo tuve un alumno que vivía en el carril Cervantes, el padre era policía y la mamá trabajaba en el servicio
doméstico, vivían en una casa precaria y eran muy rebeldes los chicos, yo era su maestra, la madre le pegaba
mucho, y un día vino con un corte en la cabeza y le corría la sangre, fui a la dirección y le dije a la directora te
dejo el grado porque tengo un niño sangrando, lo voy a llevar al Hospital del Carmen , tomé un taxi y lo llevé.
Cosas como esa son las que cuento en el libro: anécdotas de la escuela, la labor de maestro, una labor
comprometida totalmente” dice Haydee con pleno orgullo de su profesión.
También participó de la Unión Vecinal Benegas de la que fue presidenta, las vecinas reconocen su labor en
este espacio y cuentan con cariño todo lo que hizo Haydee para que la unión creciera. Una persona conocida,
reconocida y querida por toda la comunidad, que a pesar de sus problemas de salud y de las tristezas que ha
1	 Tipo de bordado con puntillas que se usaba para decorar cortinas o manteles
Haydee Moreno, mujer notable de Godoy Cruz
historia en presente
debido sobrellevar sigue apostando a la vida.
Virginia Adela Suárez era estudiante de la
Escuela Superior de Periodismo, militante del
Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT) , trabajaba como maestra en la Escuela
Serú y colaboraba con el Padre Llorens2
en
el trabajo comunitario del barrio San Marín.
Su madre relata con dolor la noche de su
secuestro: “el 13 de mayo de 1976 sentí unos
golpes impresionantes en la puerta, la puerta
era de cedro y sin embargo la partieron, a las
3 de la mañana, yo estaba con mi papá en ese tiempo que era viejito y los dos niños porque mi marido ya
había muerto, rompieron la puerta pero entraron por el garaje, un camión lleno de oficiales, con armas largas,
ithacas. No sabíamos que pasaba, ni qué iba a ocurrir. Unos fueron arriba del techo, otros al fondo, y otros
vinieron acá, unos 3 ó 4 a la habitación de Vivi. A mi uno solo me agarró, me puso boca abajo, me vendaron los
ojos y me decía “no se mueva”. Había un armario donde yo tenía todas las cosas de la escuela que lo tiraron al
piso, la ropa del ropero al piso. Duró 15 minutos todo, y se llevaron a Vivi, era Virginia Adela pero le decíamos
Vivi, la llevaron por el garaje, con mi hijo no nos podíamos mover de la cama, sentía que ella decía “auxilio,
auxilio”, pero a los vecinos que se asomaban los apuntaban, había uno del ejército en cada ventana de los
vecinos. Después hubo un silencio, tardamos en levantarnos porque no sabíamos que pasaba, esperamos en
silencio hasta que nos sacamos las vendas. A mi hijo lo hicieron acostar al lado mío y le pusieron la ithaca
encima del cuerpo, yo me baje de la cama, me saqué la venda y vi que me habían tirado todo lo del ropero, todo
lo de la escuela, un desastre, cuando fui a la pieza de mi hija no estaba. En ese momento no se podía pensar,
no podía, con una cosa así no te trabajaba la mente. Nunca habíamos visto algo así”
2	 El padre José María Llorens (1913-1984) fue un sacerdote de la orden jesuita que llevó adelante una obra conocida como “Opción por los pobres” por medio de la cual se transformó
un basural del Barrio San Martín en un conjunto de viviendas para la gente en condiciones de extrema pobreza, entre otras obras que realizó por la mejora de las condiciones de vida de la
población con menos recursos. FUENTE: www.edicioncuyo.com
La casa de la señorita Haydee en calle Barraquero
40 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 41
Claro que a partir de un episodio como este, la vida de esta
familia cambió por completo y para siempre. Al principio
reinó la desolación, la sensación de no entender nada y por
supuesto el miedo. Haydee ni siquiera abría la puerta a amigos
o amigas de Vivi por temor a que les sucediera algo por el solo
hecho de verlos con ella. Luego se enteraron de otras familias
que estaban en la misma situación y comenzaron a buscar
explicaciones, a presentar denuncias en diversos organismos,
a pedir habeas corpus.
“Mi hermana era zurda y era un bocho, abanderada por el
Magisterio, después entró a ciencias económicas, como vio
que iban todos en auto y era otra forma de vida, decidió ir a
periodismo, esa era la capacidad que tenía. Era una persona
inteligente, tenía mucho corazón, se sabía desenvolver y veía
con futuro como hacer progresar al país y a la juventud, aparte
de estar en periodismo ayudaba al Padre Llorens a enseñar a
leer y escribir a los jóvenes que no tenían dinero” recuerda su
hermano menor, Carlos.
La desaparición de Vivi vino aparejada con persecuciones,
amenazas e intimidaciones de todo tipo a su familia, aun así la señorita Haydee no bajó los brazos, ella no
conocía nada de la actividad política de su hija, fue descubriéndola después a medida que transitaba su
búsqueda. Hasta el día de hoy la familia de Virginia desconoce que sucedió con ella luego de su detención,
todavía se encuentran en el largo y penoso camino de la búsqueda de justicia, a la espera de un juicio que
pueda darles un poco de paz. “Hay cosas que la mente borra y otras que te las marca a fuego” concluye la
señorita Haydee.
La señorita Haydee junto a la foto de su hija
historia en presente
La escuela con nombre de mujer
La Escuela Petrona Guiñazú de Burgoa, actualmente ubicada en calle Los Horneros y Hermite, fue fundada el 1
de mayo de 1874 bajo el nombre Escuela Número 5 de San Vicente. Inicialmente sólo admitía alumnos varones.
En 1877 la escuela permitió el ingreso de niñas aunque en turnos diferenciados, ellas concurrían de 7 a 11 de
la mañana y los niños desde la 1 a las 5 de la tarde. Al año siguiente la escuela volvió a ser sólo para varones
dados los “malos resultados” -según lo escrito en las actas que aún conserva el colegio- hasta que volvieron a
ser admitidas en 1897, siempre en turnos alternados.
Los archivos de la vida de Petrona son muy escasos, se sabe que nació en Godoy Cruz en la localidad de San
Vicente, se graduó de maestra en la Escuela Normal en 1881 y desde allí dedicó su vida a la docencia en nivel
primario. La escuela pasó a llevar su nombre en 1908, cuando ella ya había muerto.
Petrona se casó con Darío Burgoa en el año 1892, de hecho la escuela es conocida por los vecinos y vecinas
como Escuela Burgoa. El acta de su matrimonio, así como la de su fallecimiento, se encuentran en el Archivo
Histórico de la provincia.
42 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 43
Falleció de salpingitis (tal como está escrito en su acta de defunción y se
refiere a una inflamación de las trompas de Falopio) en 1899 cuando se
encontraba en Buenos Aires perfeccionando sus estudios, sus restos fueron
traídos a Mendoza en 1932 y actualmente se encuentran en el cementerio de
Godoy Cruz.
La ubicación
En tantos años de funcionamiento la Escuela ha cambiado su edificio más de
una vez, entre esas mudanzas hubo dos mujeres que donaron propiedades
para su funcionamiento: en 1916 se trasladó a la calle Alem esquina Rawson,
propiedad de la señora Juana viuda de Lima y luego, en 1923, a calle Javier
Morales a la casa de la señora Josefa viuda de Masera (así figuran sus nombres en las actas de la escuela,
sus apellidos se desconocen ya que fueron nombradas con el de sus maridos).
Petrona Guiñazu
En diciembre de 1980 Elvira Búcolo se mudó a su casa de calle Filippini a una cuadra de Cervantes, sus primeros
recuerdos de esa experiencia son contados así: “me casé y me fui a vivir a la casa que construimos ahí, donde
vivo actualmente, la construimos mientras estábamos de novios, la zona había sido loteada y yo le compro el
último lote que vendía Don Luis y Don Rodolfo Filippini, los hijos del dueño de la bodega, en ese momento había
solo una casa edificada en la cuadra, la de la familia Buono. Cuando llegué me costó adaptarme, la calle estaba
sin asfaltar, no había cloaca, teníamos pozo séptico y no teníamos gas, me fui a vivir con gas de garrafa lo cual
era todo un tema, también era todo un tema los días de lluvia, caminar por la calle llena de barro. Yo me sentía
en el campo, al año pude pasar a los tubos de gas y después se hicieron las obras necesarias para gas natural y
ahí nos sentimos en el paraíso. Lo otro que sufrí fue el tema de los negocios, porque tenía que llegar a la calle
Cervantes y caminar hasta la esquina de Tierra del Fuego donde había un negocio muy conocido porque era el
único, Don Miguel, tenía carnicería, almacén, verdulería”.
Elvira es una persona muy importante y muy conocida para las y los habitantes de Mendoza ya que desde
historia en presente
44 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 45
1989 dirige el Archivo Histórico de la Provincia que
actualmente tiene su sede en calle Sargento Cabral
y Belgrano de Ciudad, por ende sus conocimientos
sobre la historia de nuestro territorio son enormes.
“Me recibí de profesora y licenciada en Historia
en el ‘78 en la Universidad Nacional de Cuyo,
todo ese año lo dediqué a trabajar como
maestra, agarré un reemplazo en la
Escuela Fragata Sarmiento, fue
una experiencia maravillosa.
En el ‘79 ingresé al Archivo
como administrativa, tenía 24
años, entré al escalón más
bajo, para mí era toda una
aventura. Dos años tuve el
cargo de administrativa, pero
hacia tareas profesionales,
después me pasaron al tramo
profesional, 10 años después de
haber ingresado, en el ‘89, tomé la
dirección”, dice resumiendo su carrera.
Respecto del tipo de tareas que realiza la institución
donde trabaja, lo describe del siguiente modo: “el
Archivo lo que hace es guardar la memoria de la
provincia, esa memoria consiste en manuscritos, en
documentos originales, inéditos, que se usan para
escribir la historia. La tarea es conservar esos
documentos para que el investigador venga y los
consulte. Por ejemplo, del departamento de Godoy
Cruz hay documentos desde 1820 hasta 1900,
originales, los documentos emitidos por la comuna.
A mí me tocó procesar (lo que significa ordenar y
hacer el resumen de cada uno de esos documentos)
archivos de ese departamento, vi uno que hacía
referencia al Molino del finado Olive, en la
zona del puente había un molino. ¡Es
apasionante!”. Elvira es una mujer
amable, clara en su forma de
expresarse, que trasmite gran
sabiduría y un profundo amor
por su trabajo con los registros
del pasado: “me encanta, me
apasiona, una hasta toma
partido, se encariña con los
personajes que va siguiendo a
través de los documentos y hasta
te da pena cuando ves que han
fallecido”
En todos estos años de procesar documentos
muy antiguos, nunca encontró uno escrito por una
mujer: “puede aparecer algo en los expedientes
civiles o en los expedientes criminales donde se
presentaban ante el Gobernador pidiendo justicia,
algo así, no más” comenta. Hay algunos hechos
del pasado que se pueden reconstruir con un nivel
impresionante de detalle, pero también hay grandes
silencios, dice esta vecina de calle Filippini. “No es justo para nosotras como mujeres que no se nombre a las
mujeres, lo que pasa es que la historia fue escrita por hombres y supuestamente las acciones las hicieron los
hombres, pero también habían mujeres que cumplieron papeles importantísimos. Tengo una recopilación de
mujeres que se destacaron en la historia, como la esposa de Mariano Moreno por ejemplo, o Mariquita Sánchez
de Thompson, Juana Azurduy, Macacha Güemes. Obviamente las mujeres cumplieron un papel muy importante
que esta historia escrita por hombres no incluyó” considera Elvira.
La directora del Archivo Histórico tiene 62 años, elige seguir trabajando simplemente porque ama lo que hace,
y en buena hora ya que necesitamos de sus conocimientos para seguir escribiendo las páginas que le faltan a
esos archivos y no es casual que la persona que desde hace 35 años custodia la memoria provincial sea una
mujer.
Elvira Búcolo, vecina de calle Filippini Elvira trabajando en el Archivo Histórico de Mendoza
historia en presente
46 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 47
Por Gloria Pereyra de Garis1
No me resulta difícil traer a la memoria los recuerdos del barrio de mi infancia, vienen a mí, los sonidos, los
colores, olores, personas y personajes de aquella época.
El día comenzaba con el repiqueteo de los cascos del caballo del panadero, traían el pan del día, bajaba con
su canasto lleno e iba de puerta en puerta. Al rato llegaba el lechero, su llegada era anticipada por el sonido
de los cencerros, los vecinos salían de sus casas con lecheras, cacerolas y recibían la leche recién ordeñada.
En el trascurso del día los distintos vendedores llegaban para traer sus productos, el jarillero con sus paquetes
de jarilla para las vecinas que horneaban el pan, el carbonero con su piel teñida por el polvo del carbón. A las
once y quince llegaba Don Cardozo, con las achuras recién sacadas del matadero. El repartidor de diarios no
1	 Vecina de calle Catamarca
historia en presente
sólo traía diarios, sino también la revista El Tony, Billiken, y otras que algún vecino me prestaba después de
leerlas.
En las tardes, las calles se llenaban de los chicos jugando al trompo, las niñas jugábamos al “patrón de la
vereda”2
y los más grandes sacaban sus sillas y se ponían a conversar.
Recuerdo con añoranza el sonido del agua corriendo por las acequias y al tomero con sus botas largas y sus
baldes con cadenas, regando todas las calles.
Son muchos y bellos recuerdos de mi Villa Clementina, de la niñez y la adolescencia. Ahora que ha pasado el
tiempo y que todo ha cambiado, sigue siendo un lindo barrio.
2	 El “patrón de la vereda” es un juego infantil donde un/a participante es el patrón/a de la vereda y se coloca en el centro. Los demás se colocan en los límites de la vereda y deben
tratar de pasar de un lado al otro sin ser apresados por el patrón/a. En caso de apresar a alguien éste pasa a ser el patrón/a de la vereda.
VECINAS TRABAJANDO
51VECINAS TRABAJANDO
La participación de las mujeres en las uniones vecinales de Godoy Cruz es masiva, sobre todo en la franja etaria
de las jubiladas que se organizan para realizar todo tipo de actividades. Con un marcado liderazgo, son ellas
las que están conduciendo un proceso de cambios muy significativos en el interior de su comunidad. Solidarias,
trabajadoras, comprometidas, son algunas de las características que las identifican. Nélida Arancibia y Ester
Castro presiden uniones vecinales de Las Tortugas cuyas historias comprueban lo dicho.
Unión Vecinal Leandro Alem
A los 75 años Nélida está al frente de esta organización y activa como nunca. Desde niña vivió en Godoy Cruz,
aunque varios años de su juventud los pasó en Buenos Aires. La vida familiar de Nely fue muy complicada, su
mamá se separó de su papá cuando ella tenía 11 años, su hermana Ninfa Etelvina quedó discapacitada a los 5
años necesitando permanentes cuidados y asistencia y su otra hermana, Catalina, se suicidó en el año ‘96. “Yo
52 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 53
desde chica me crié pensando que yo tenía que ayudar a mi mamá, me armé
una vida sin ilusiones de nada, hasta para vestirme o calzarme, porque si yo
me compraba una cosa pensaba en mi hermana que no podía caminar” dice.
La complejidad de la situación familiar y las necesidades económicas hicieron
que Nélida trabajara desde muy pequeña: en un secadero de frutas, en una
fábrica textil, en la venta de carne, en una cantina, haciendo pastelitos,
cosiendo ropa, a lo que se sumaban las tareas domésticas en un contexto de
gran precariedad: “cuando tenía 7 u 8 años salía a hacer los mandados porque
mi mamá se quedaba con mi hermana, en ese momento había que buscar
agua a cuatro o cinco cuadras, el agua corriente no estaba en todas casas,
entonces yo iba con unas latitas de aceite y la traía”
De todos esos trabajos, el que la hizo ser una persona conocida en la comunidad
Nélida Arancibia, presidenta de la U.V. Alem
del barrio Villa Clementina fue el almacén que
instaló en su casa por más de 20 años y que recién
cerró en el 2007. En medio de tantas ocupaciones,
tuvo sus dos hijos, enfrentó un divorcio muy violento
y jamás abandonó el cuidado de su hermana
y su madre.
En el 2012, la unión vecinal estaba en
riesgo de perder su personería jurídica:
“un día nos reunimos como 32 personas
para elegir la nueva comisión, el 16 de
diciembre de 2012, se votó en la calle
porque no teníamos ni lugar para estar.
Faltaba alguien que quisiera ser presidente,
vice y secretario, nadie quería, todos se ofrecían
para vocales o cobrador. Es la primera vez que yo
iba a una reunión de esas, porque cuando tenía el
negocio no tenía tiempo. Empezaron a nombrarme
a mí, 20 años con negocio me conocen todos, no
tengo problemas con nadie. Yo no sabía nada, no
me lo esperaba, no sabía que había qué
hacer, nunca había estado en una unión
vecinal, pero todo se aprende”.
A partir de esta designación, la vida
de Nélida cambió totalmente, tanto
que el comedor de su casa de calle
Catamarca 1380 se convirtió en el lugar
de reunión de la unión: “es como que he
nacido de nuevo, esto que estoy viviendo
no me lo imaginé nunca, eso de ir y preocuparse
por una cosa, hay que hacer nota para acá, nota
para allá, hay que ir, hay que estar. Una vida nueva. Yo
nunca pensé que podía saludar al intendente como si
fuéramos amigos”, cuenta con gran emoción.
La Unión Leandro Alem brinda talleres de pintura en
tela y artesanía, organiza eventos para recaudar fondos
y así ir comprando materiales para seguir brindado
propuestas, la principal dificultad que tiene es el espacio
físico, que es pequeño y no le permite desarrollar mayor
diversidad de actividades, sin embargo sus integrantes
se las han arreglado para mantener una gran cantidad
de tareas para el mejoramiento de la comunidad.
Nélida es un claro ejemplo de que con trabajo, voluntad
y por supuesto la cooperación de los vecinos y vecinas
se pueden lograr cambios: “a veces la gente se queja
pero yo les digo que no sean mala onda, que tienen que
tener fe, que uno mismo a veces retrasa las cosas con
su pensamiento” concluye.
Unión Vecinal Gobernador
Benegas
Desde el 2009, la señora Ester Castro preside esta
unión cuya sede se encuentra en calle Salvador María
del Carril 1872. “Para mí significa mucho esto, lo quiero
y lo mezquino como si fuera mi propia casa” dice esta vecina de la calle Martínez de Rosas, que a sus 69 años
está experimentando una nueva forma de vida signada por el compromiso y la responsabilidad de conducir
acciones que involucran a más de 200 personas. Es la tercera presidenta mujer, antes desempeñaron esta
función Haydee Moreno- la señorita- y Carmen Zalazar.
Al igual que Nélida, ella tampoco tenía experiencia en la participación de actividades vecinales, sin embargo,
La casa de Nélida en calle Catamarca que funciona como sede de la Unión Vecinal
Nélida junto a integrantes de la unión que preside
VECINAS TRABAJANDO
54 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 55
como dice el dicho popular: querer es poder. Al respecto
Ester comenta: “fui siempre ama de casa, me acostumbré,
me casé muy joven, a los 15 años tuve mi hija mayor, a los
18 años ya tenía 3 hijos, así que toda una vida dentro de la
casa. Tampoco se acostumbraba que la mujer trabajara,
años atrás se empezó a usar que la mujer trabaje para
ayudar a su marido, antes no. Cuando la presidenta
anterior me propuso que yo continuara me costó un poco,
como no había estado nunca en nada, más de ir a una
reunión de mis hijos en la escuela o participar en una
fiesta, pero bueno… tengo el apoyo de mi familia que me
ayuda mucho y a la gente le gusta esto como está, como
se ve, como estamos caminando, entonces te sentís más
fortalecida”.
Ese apoyo al que Ester hace referencia se ve claramente
en su hija Graciela que la ayuda y la acompaña en todo,
está siempre atenta a las necesidades y responde
con amabilidad a todos los requerimientos, una mujer
fundamental para este grupo.
En el mismo espacio físico funciona también una
dependencia de la obra social OSEP, que brinda los
servicios de odontología, ginecología y pediatría, se trata
de una prestación muy valorada por los socios y socias de
esta unión vecinal que concurren todos los días. También
funciona allí el centro de jubilados y jubiladas “29 de
enero”.
Folclore, gimnasia, yoga son las actividades que convocan
a muchísimas mujeres que se acercan a participar, se
Ester y Graciela, coordinadoras de la unión vecinal Benegas
Ester Castro, presidenta de la unión vecinal Benegas
destaca también el trabajo solidario del grupo de
abuelas tejedoras que se encargan de recolectar lanas,
hilos y otros materiales para elaborar ropa que se dona
a salitas maternales cercanas u hospitales públicos.
De todos los eventos que realiza esta unión los más
importantes son: 25 de mayo, 9 de julio, día de las
madres, día de los niños y niñas. Uno de los hechos más
típicos es la elección de la reina del día de las madres y
de la institución: “cuando se festeja el día de la madre
elegimos a quien vamos a coronar, se hace en la calle
una cena a la canasta, se llena de gente. Comentamos
con las otras personas que vienen quien puede ser y así
vamos viendo, después vamos a votación levantando la
mano. Para la que sale elegida es algo muy importante,
se siente halagada, le regalamos flores. Se elige la reina
del día de la madre y de la unión vecinal, y después se
las corona a las dos juntas, la elección es en octubre y
la coronación en diciembre ¡Que linda fiesta se arma!,
bailamos hasta tarde. Este año la reina entrante compró
helados para todos, tiene 87 años, es impresionante la
memoria que tiene, cómo teje, cómo borda, se llama
Delia Godoy” relata Ester con muchísimo cariño hacia
esta reina.
Así es como este espacio de participación- cuyas caras
visibles son Ester y Graciela pero que representan el trabajo de toda una comunidad con ganas de divertirse,
crecer y fortalecerse- está en permanente actividad, creatividad y productividad.
Grupo de mujeres participando de los talleres de unión vecinal, en calle Salvador
Maria del Carril
Elección de la reina del día de la madre y de la uninón vecinal
VECINAS TRABAJANDO
56 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 57
EXPERIENCIA COMPARTIDA: reunión
de mujeres de la tercera edad
En la unión Benegas se realizaron una serie de
convocatorias en el mes de abril del 2014 a las
que se acercaron muchísimas mujeres a traer su
historia, una de las primeras reuniones fue
con mujeres de la tercera edad, cuyos
nombres y edades son: Arminda Páez
(82), Josefa Girlando (78), Delia Godoy
de Zacca (87), Zulema Molina de
Pallero (88), Isabel Yonzo (87), Ester
Castro (69), Graciela Zeballes (55)
y Haydee Moreno (82). La mayoría
de ellas se acercó a la unión luego
de quedarse viudas, en búsqueda
de compañía y amistad.
Josefa y Arminda son cuñadas,
llegaron de Italia en los años ‘50 y ‘52
respectivamente, a la primera impresión
que tuvieron de esta zona que se convertía en
su nuevo hogar Josefa la expresa así: “la calle era
un barrial, no había micro, no había agua, no había
luz. Era pura tierra, un desierto”. Arminda en ese
entonces tenía 18 años, había hecho la primaria y
dos años de secundaria, cuando llegó a nuestro país
su marido no quiso que continuara los estudios, a
ella le hubiera encantado estudiar idiomas.
Delia Godoy llegó a Las Tortugas cuando se casó,
en el año ‘47, estableciéndose en calle Roca. “Yo
iba a la lechería de calle Rawson a tomar leche
todos los días, un vaso de leche grandote que se
compraba, era como ir a tomar una copa”, recuerda
la reina de la unión vecinal.
Zulema vive en Julián Barraquero 923 y contó
la experiencia de los partos en su casa, en
una época donde esto era lo habitual.
Isabel tuvo su peluquería en la calle
Alem por más de 70 años, fue quien
aportó la historia que explica el
nombre del distrito contada al
inicio de este libro, llena de orgullo
y en voz muy alta dice: “yo todavía
no me caso porque nunca me dejé
gobernar, solterita hasta la muerte”
Por último, participó de esta reunión
Haydee Moreno, maestra de la Escuela
Burgoa, cuya historia aparece también en el
primer capítulo.
Entre todos los temas que se hablaron en este
maravilloso encuentro, uno de los que tuvo mayor
riqueza fue lo que estas mujeres compartieron sobre
el conocimiento del cuerpo al que tenían acceso en
su juventud y cómo eso se ha transformado. Si bien
en las casas no se hablaba de sexualidad, se las
arreglaron para pasarse saberes y experiencias en
voz baja y en absoluta confidencialidad con sus abuelas,
madres, hermanas, cuñadas, primas, de manera que
pudieran prevenir embarazos no deseados o conocer las
etapas de la gestación y cómo proceder al momento del
parto, por ejemplo.
Estas señoras se casaron entre los 15 y los 22 años,
llegar a la tan auspiciada noche de bodas no siempre
era un momento placentero, ya que en algunos casos las
dominaba el miedo y el desconocimiento, la sensación de
no saber qué va a pasar.
Respecto de los métodos anticonceptivos, el
conocimiento era muy escaso: “Las mamás
tampoco sabían, porque yo pienso que si las mamás
hubieran sabido nos hubieran explicado
muchas cosas. Más que nada siempre
las que asesoraban en eso eran las
abuelas” dice la señorita Haydee.
“Mi mamá cuando teníamos 10-12
años nos llevó al médico y que él
nos explicara y nos revisara, un
varón, no habían mujeres médicas,
sólo parteras” agrega Isabel. En
caso de un embarazo no deseado “te
la tenias que aguantar” dicen, y recuerdan
lo sucedido con una vecina que se realizó un
aborto y murió por la infección que esto le provocó.
Muchas de ellas ni siquiera tuvieron conocimiento
sobre la menstruación, por lo que cuando llegó el
momento pensaron que estaban enfermas o que
algo muy grave sucedía: “los días que la mujer
menstruaba no se podían enterar los hermanos
varones, hasta de grandes no se podía decir nada
delante de los varones, no podías ni decir
“cáncer de ovarios”, a las mujeres
las controlaba mucho la madre,
les controlaba la fecha en que
menstruaban y la marcaban en
un almanaque”, explica Isabel.
“Las madres te enseñaban cómo
hacer, porque no había apósitos, se
fabricaban con retacitos de la tela
de sábana y algodón, y te decían que
al pequeño síntoma lo tenías que usar,
había que tenerlo, las madres te enseñaban a
tener precauciones” añade Haydee.
Una de ellas dice “mi hermano ni siquiera me ha
visto en combinación” haciendo referencia al nivel
VECINAS TRABAJANDO
58 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 59
de prohibición que existía en estos temas, a partir de allí todas comentan que siguen llevando esta prenda
femenina, hoy en desuso y casi sin comercialización, “si no me pongo la combinación no puedo salir, me parece
que todos me van a mirar las piernas”, “a mí las piernas además de mi marido no me las ha visto nadie, por eso
llevo combinación”, son algunos de los comentarios que se escuchan.
Estos saberes son fundamentales para las nuevas generaciones, porque muestran que el acceso a la información
y a métodos anticonceptivos también es un derecho conquistado por las mujeres que pelearon por tener una
vida sexual plena y el control de la natalidad. También queda expuesta la profunda solidaridad entre mujeres
que lo poco que sabían lo compartían- en secreto, con timidez o como estuviera a su alcance- siempre tratando
de ayudar a la otra, tejiendo redes de confianza y apoyo.
Finalmente cabe destacar que el hecho de que estas señoras se hayan animado a hablar en público de temas
que fueron un tabú durante casi toda su vida, es un acto revolucionario que las más jóvenes celebramos con
mucha alegría.
VECINAS TRABAJANDO
Vecina de calle Baigorria al 427, Adela Beatriz Quiroga, se define como la primera mujer notificadora que
tuvo el municipio. Todo comenzó cuando a los 18 años, mientras estudiaba Ciencias Naturales, su padre fue
despedido de la bodega donde trabajaba, por lo que no pudo seguir pagando esos estudios y Adela debió salir
a la búsqueda de un empleo. “Lo primero que se me ocurrió fue ir a ver al intendente y hablar con él, en esa
época al municipio se entraba por concurso, me llamaron a rendir y entré, rendías dactilografía, tenías que
saber escribir bien, con buena ortografía. A la mayoría de las jóvenes que entramos nos mandaron a Catastro,
así que éramos todo un núcleo de jovencitas, esto sucedió a comienzos de los ‘80”.
En el año 2000 Adela fue trasladada al sector de Notificaciones: “en esa época no había mujeres en esa
dependencia, entramos dos: Claudia Mercado (quien actualmente es jefa del sector) y yo, hace como 14 años
atrás. En notificaciones eran todos hombres, la única mujer que había era la secretaria, Victoria Sosa. El
trabajo consiste en sacar los expedientes, notificar a la gente, llevar todos los papeles de importancia, por
ejemplo los expedientes jurídicos que van a Casa de Gobierno, los que van al Palacio Judicial, notificar multas
60 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 61
o emplazamientos, ir a los juzgados, a los
consulados. En general no querían que la
mujer saliera, querían todas adentro y
quietitas, así que fui la primera” cuenta.
Entre los argumentos que se le daban para
explicar la ausencia de personal femenino en
este sector estaba la idea de que salir a la
calle representaba un peligro para cualquier
mujer, podía ser asaltada o maltratada y por
eso las preferían puertas adentro.
Como es de imaginarse quienes recibían las
notificaciones de manos de una mujer se
sorprendían bastante: “al principio la gente
se sorprendía, yo tenía que llevar un papel que decía que la municipalidad me avalaba a hacer el trabajo de
notificadora, en la casa de Gobierno era así, eso a los hombres no se lo pedían. Era otro tipo de sociedad, las
mujeres nos fuimos abriendo camino”.
Adela también fue parte de una experiencia muy importante en lo que respecta a la participación política de
las mujeres, tanto a nivel provincial como nacional, que fue la denominada Multipartidaria1
, una organización
de mujeres de diferentes partidos políticos que se propusieron luchar por los derechos del género femenino a
pesar de las diferencias partidarias. “Dijimos: si nos juntamos todas las mujeres de todos los partidos entre
todas vamos a lograr algo. Fue una época hermosa, íbamos a todos lados juntas, a principios de los 90. En
la política eran todos hombres se necesitaban más mujeres y por eso peleamos por el cumplimiento del cupo
femenino2
, era una cosa de pelearse todo el día para que te dejaran actuar, para que te dejaran hacer algo,
para que las comisiones aceptaran proyectos y esos proyectos salieran”. Adela fue parte de esta experiencia
1	 Un grupo de mujeres del Partido Radical y Justicialista constituyeron el 19 de junio de 1992 la Primera Multipartidaria de Mujeres Políticas de la Argentina. Esta multipartidaria
estuvo conformada por tres presidentas: Margarita Malharro de Torres por el Partido Radical, Argentina Rodríguez Flores por el Partido Justicialista y Cristina Gentile por el Demócrata.
2	 La Ley 24.012 de Cupo Femenino Nacional fue sancionada en 1991. Establece que las mujeres deben ocupar como mínimo el treinta por ciento (30%) de la lista en lugares con
posibilidad de resultar electas. La Ley Nº 5.888 de Cupo Femenino de la provincia fue sancionada el 6 de agosto de 1992, ambas tienen el fin de garantizar la igualdad de género y ampliar el
espacio de decisión política, promoviendo la participación efectiva de las mujeres en las listas de candidatos a cargos electivos. Fuente: FONTEMACHI, Pamela: “Presencia femenina en los
cargos electivos de los partidos políticos Justicialista y Unión Cívica Radical de la provincia de Mendoza entre los años 1983-2003”, 2014.
Adela Quiroga
como afiliada al Partido Justicialista.
”Estabamuycerradotodo,sivosqueríashacer
un congreso de mujeres no se podía. Cuando
empezó la democracia no había muchas
mujeres participando, incluso ahora no hay
una mujer que se haya sido intendenta”.
Entre otras demandas de esta organización
Adelarecuerda:“seluchabamuchoporeltema
de que hubieran guarderías en los lugares
donde trabajaban mujeres, especialmente en
los municipios, las casas de comercio, todavía
no llegamos a eso”.
Respecto de su vida barrial, Adela recuerda
con mucho cariño su niñez y juventud: “este barrio era muy tranquilo, jugábamos tranquilos en la calle, nos
íbamos todos en patota a la escuela y volvíamos todos juntos, era otra vida, donde los vecinos se conocían
todos, cuando había una fiesta familiar se reunían todos”. Ella era guía dentro de la agrupación infantil
scouts y participaba en todas las reuniones para conseguir mejoras en el barrio, además de su militancia en el
justicialismo.
Esta vecina cuenta que estas costumbres se vieron interrumpidas durante los años de la dictadura militar y
luego no pudieron retomarse de la misma manera ya que muchos vínculos se habían roto y el miedo reinaba,
sobre todo después de la desaparición de Vivi, la hija de la señorita Haydee y de su prima Laura Terrera
(docente detenida desaparecida en 1977 en la terminal de ómnibus que al momento de su secuestro estaba
con su niña de 8 meses, quien hoy es la nieta recuperada número 87).
“Yo creo que a nosotros nos salvó el hecho de estar dentro de la iglesia en los scouts, a nosotros nos vigilaban,
inclusive cuando íbamos a la facultad nos escapábamos. Cuando empezamos a averiguar por lo de Vivi a ver
si la podíamos encontrar me dijeron que yo también estaba dentro de la lista. Yo estudiaba en la facultad de
ciencias naturales, y mi mejor amiga, con la que siempre estudiábamos juntas era hija de un militar, entonces
eso les ponía un freno. Teníamos libros que tuvimos que enterrar, nos dijeron que todo lo que fuera de filosofía
Adela y Noemí, vecinas y amigas
VECINAS TRABAJANDO
62 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 63
o algo así lo teníamos que esconder. Cuando se la llevan a Vivi empezamos a preguntarle a policías, que por
supuesto no decían nada. Nunca se supo nada. Los padres de nosotros trataban de que no nos metiéramos, así
que durante la época militar prácticamente no nos juntábamos. Después de la dictadura se armaron grupitos
donde era más selecta la cosa, no era tan amplio. Antes de todo esto, nos juntábamos y nos íbamos a una casa,
a bailar, caminando por la calle, no teníamos problema”
Una mujer que siempre luchó por ampliar los espacios de participación, por la educación, por las mejorar en
la vida cotidiana, siempre le gustó la política y logró crecer en su vida laboral abriendo un camino para otras
mujeres con el objetivo de conquistar más y más derechos para todas.
Delia Noemí Martínez es una vecina de calle José Hernández cuya historia es representativa de una Argentina
que ya no está, esa donde se tenía un solo trabajo toda la vida. Delia ingresó a una fábrica de conservas que
inicialmente estaba en calle Perito Moreno, a los 12 años, “poniendo tarritos”, es decir, alimentando la línea de
envase y allí mismo se jubiló.
“Entré a esta fábrica en el 63, en ese año necesitábamos un permiso del gobierno, nos otorgaba una libreta
que era un permiso de trabajo para menores de edad, tenías que aportar lo que te sacan para la jubilación y lo
ponían en una caja de ahorro, cuando cumplí los 18 años me lo dieron. Comencé como obrera y después pasé a
ser administrativa de fábrica, o sea, lo que es control de stock, la pesada de productos, el ingreso de materia a
la balanza, etc. La gran mayoría de las trabajadoras eran mujeres, siempre fuimos bien tratadas.”
El trabajo de Noemí iniciaba a las 4 de la madrugada, hora a la que se levantaba para ir a tomar el micro y a las
6 comenzaba su jornada laboral de 8hs. Habitualmente tenían un delegado que se encargaba de hacer llegar
las demandas de trabajadores y trabajadoras a los superiores, sin embargo en la mayor crisis que tuvieron
VECINAS TRABAJANDO
64 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 65
que enfrentar el personal tomó la iniciativa:
“en lo más duro que nos tocó, en el 2001,
nos manejamos nosotros solos, tomamos
la fábrica por 2 meses y a raíz de eso se
fue el dueño. El problema era que no nos
pagaban, nos daban el pago en mercadería y
teníamos que salir a venderla a costa de que
nos miraban con mala cara, porque pensaban
que la habíamos robado. Así vivíamos, no
aguantábamos más. Dijimos: acá cerramos.
En los efectivos es donde había más cantidad
de hombres, las efectivas éramos 3 ó 4, los
demás todos varones. Con esa medida de
fuerza se logró echar un patrón y gracias a eso pudo entrar el otro patrón. Éramos 14-15 personas los que
hicimos todos. Logramos que el nuevo patrón nos considerara la antigüedad, esos papeles nos sirvieron hasta
que nos hemos podido jubilar y le sirvió a la gente que seguía atrás nuestro”.
Entre tanto trabajo, Noemí no tuvo tiempo de hacer vida social en su adolescencia, pero además otro factor
dificultaba esto “yo tenía un sargento que era mi mamá que no me dejaba hacer nada”, recuerda. Aunque
tiene una excelente relación con las vecinas, lo que más disfruta ahora que está jubilada es poder estar en su
casa: “no quiero salir, me encanta estar en mi casa, yo no disfruté nunca eso, nunca disfruté una mediatarde,
por ejemplo. Ahora desayuno tranquila, almuerzo, me gusta mi casa”, dice esta vecina dejando este importante
testimonio de lucha obrera en un momento tan complejo para nuestro país.
Noemí Martinez
A los 77, años la señora Olga Salomón trabaja en el consultorio odontológico de su hija Gabriela administrando
la relación con las obras sociales: “me gusta trabajar, no estoy cansada” dice en una frase que la representa
muy bien, porque toda la vida la dedicó a trabajar por el bienestar de su familia y porque refleja su personalidad
inquieta y creativa.
Desde los 5 años vive en esta zona, en calle Saavedra: “yo he nacido en ese lugar, que eran viñas primero de
Salcedo y después de los Filippini; siempre fue un barrio muy lindo. Con Coca, la vecina de enfrente, cuando
éramos chicas -la calle estaba cerrada entonces- con tablas nos hacíamos como serruchos, como unas paletitas,
los domingos, los sábados jugábamos a las paletitas” recuerda.
En el barrio la conocen por el apellido de su marido, Sastrón, “me casé con un vecino, mi marido se llamaba
Pascual Ricardo Sastrón, él era7 años mayor que yo, pero a mí no me gustaban los chicos de mi edad. Fue tanto
tiempo de mi vida con mi marido que todo el mundo me conoce por Sastrón”
Desde su juventud, Olga no ha parado de estar en actividad: “soy Perito Mercantil del Martin Zapata, de la
VECINAS TRABAJANDO
66 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 67
promoción ‘57, de los tiempos que cuando uno
era perito Mercantil era contador, trabajé en
un estudio contable frente a la Plaza España
desde los 17 años hasta que me casé”. Una
vez casada y ya habiendo tenido a sus tres
hijas y a su hijo esta mujer quería buscar
alguna manera de tener su independencia
económica, su marido trabajaba y ella quería
hacer lo mismo cosa que no era fácil porque
entrelamaternidadylastareasdomésticasno
quedaba mucho tiempo disponible. “Empecé
a trabajar por mi cuenta, fui quinielera,
levantaba quiniela entre los vecinos, iba casa
por casa preguntando qué número querían jugar. Me levantaba ordenaba todo, empezaba a preparar la comida,
luego venia mi suegra y se quedaba con los chicos y yo me iba porque la lotería sorteaba a la mañana, no había
a la noche”
Con el dinero que juntó puso una librería en su casa, también vendía ropa y se dedicó a la fotografía de
sociales: “también me dediqué a la fotografía de eventos, sacaba en las escuelas, hice un curso, me compré
la cámara, hacía fotos carnet, iba a las casas con un telón de fondo y le hacía a la gente, me iba muy bien
porque la gente es cómoda, no quiere salir”. Finalmente cuando su hija se recibió de odontóloga, armaron el
consultorio en su casa y desde hace 21 años trabaja con ella.
Entre todas estas actividades, Olga encontró tiempo y energía para la participación vecinal: “Fui muchos
años presidenta de la Unión Vecinal Barrio EDILCO, trabajé para tener el gas y el agua en el barrio, las calles
asfaltadas, todo eso hicimos. Mi marido también participó”. En la esquina de su casa hay un mástil en
reconocimiento a esta labor.
Fue madre de Adriana, Laura, Andrés y Gabriela. Entre las distintas experiencias que compartió una de las más
valiosas, porque muestra su faceta más luchadora, refiere a una situación de violencia obstétrica1
que vivió en
1	 Violencia obstétrica es aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de
medicalización y patologización de los procesos naturales (definición dada por la Ley de Protección Integral a las Mujeres 26.485)
Olga junto al mástil que colocaron con la unión vecinal
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su segundo parto, claro que en ese entonces no se usaba esta
expresión.
“A mi Laura me la sacaron con fórceps, la tironearon porque
creían que estaba muerta, la metieron de vuelta, le lastimaron
los brazos, pero la niñita era una avispada total. No quedó
con discapacidad mental, pero sus brazos tienen una parálisis
obstétrica que le llaman, los mueve pero con un poco de
dificultad, escribe y todo, es asistente social. Nunca me voy a
olvidar: estaba en la camilla porque tenía dolores pero no tenía
fuerza, se puso de rodillas una enfermera- esa vieja debe estar
en el infierno- se puso de rodillas en mi hombro y me empujaba
la cabeza, la cabeza me la ponía en el ombligo, yo le dije “ bruja,
no sos mujer”. Me quería morir, no me hicieron goteo, no me
hicieron cesárea, nada. La Laura no salía, no salía, no sé cuánto
tiempo estuvimos, ellos creían que se había muerto por eso la
tironearon como viniera. Así como ella luchó en ese tiempo es
ahora de luchadora” recuerda Olga con dolor y sobre todo con
indignación.
Este maltrato que recibieron tuvo largas consecuencias: “a los 9 meses a Laura le dio parálisis infantil, con
vacunas y todo, tuvo una infancia complicada, todos los días al kinesiólogo. Afortunadamente su capacidad
intelectual es impecable. Me costó recuperarme, porque tenía la Adriana que era chiquita, se llevan 14 meses,
pero te tenés que superar. Después no quería tener chicos porque andaba como loca, el doctor que la atendía
a la Laura, siempre me ponía de ejemplo, me decía: esta niña camina y anda por usted. Hizo conferencias y me
llevaba a la Laura y a mí”.
En esos momentos se habla y se denuncia la violencia obstétrica, las mujeres han aprendido a buscar ayuda y
defender su autonomía a la hora del parto, pero no siempre fue así: “en mi época no se hablaba de violencia
obstétrica, si se hubiera hablado le hubiera hecho un agujero. La plata vos trabajas y te la ganas pero la salud
no. Las mujeres se callaban porque los hombres no querían perder ese reinado, las mujeres se callaban”
Olga Sastrón en la esquina de su casa
68 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 69
Otro de los espacios donde participaron una gran cantidad de mujeres, fue esta iglesia ubicada en la esquina
de Aristóbulo del Valle y Corrientes. Un grupo de vecinas contó cómo fueron esos inicios: “en 1970 se inaugura,
o sea, se bendice la iglesia, el 6 de diciembre. Anteriormente se había puesto la piedra fundamental, cuando
este terreno fue donado por la familia Filippini, se trabajó con los oblatos de María Inmaculada de Carrodilla
con el padre Manuel Recalde que fue uno de los propulsores más grandes de la iglesia. En un primer momento,
años ‘68-’69, todos los vecinos nos reuníamos donde está la fábrica de telgopor en la esquina de Aristóbulo
del Valle y Alem, ahí habían unos galpones muy grandes que ya estaban casi en desuso, entonces como no
sabían dónde hacer eventos ni misas, se hacían ahí. También, en un tiempo, las misas se hacían en la casa de
la familia Abraham, en la esquina de Corrientes y Castroman, una familia que colaboró muchísimo” cuenta la
señora Margarita Alicia González de Lombardo.
Una vez que tuvieron el terreno, se organizaron para la construcción de la iglesia, los vecinos se ofrecieron para
trabajar en la obra y las vecinas organizaron eventos y venta de comidas para juntar fondos para la compra de
Este valioso testimonio de Olga nos sirve para observar cómo las mujeres estamos en un permanente proceso
de aprendizaje sobre nuestros derechos, sobre el modo en que éstos fueron y son vulnerados en estos casos por
el personal médico. Si bien la terminología, violencia obstétrica, es de uso reciente, las mujeres han padecido
desde siempre este trato deshumanizado.
Afortunadamente, esta historia tuvo un final feliz porque Laura vive y trabaja con total normalidad, gracias a su
lucha y a la de su madre. Hoy Olga es abuela de 3 nietas y 5 nietos, una mujer alegre que logró dejar atrás esta
tristeza y convertirse en un ejemplo de superación personal.
VECINAS TRABAJANDO
70 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 71
materiales. Poco a poco, fue tomando forma
y hoy cuenta también con un salón aledaño,
que fue conseguido con el mismo trabajo de
la comunidad.
En este lugar se han realizado multitudinarios
bautismos y comuniones, pero uno de los
momentos más especiales, donde participa
una gran cantidad de gente es la misa del 24
de diciembre, para la cual se cortan las calles
y se hace afuera un festejo y una procesión.
Edith Cardone relata la historia de la mujer
que le da nombre a esta institución: “era una
chica jovencita, tenía 13 años en Italia en
Siracusa, el padre la quiso casar, como que la vendió, ella no quería casarse, entonces este hombre, el que iba
a ser su esposo le quemó los ojos”
“La torturaron para que aceptara el casamiento, pero ella se dedicó al señor, desde ahí se convirtió en la
protectora de la vista” agrega otra vecina, Rosalba de Fiuri. Desde que existe esta iglesia en Godoy Cruz, a
todas las mujeres de la zona que se llaman Lucía se las considera madrinas de la institución, según cuenta
Adela Ranaldi.
El grupo de mujeres que aportó esta historia, pertenecen al movimiento de Acción Católica, continúan
reuniéndose los días miércoles para leer y orar: “se hacen las lecturas, primero el Antiguo Testamento, es lo
mismo que se hace en misa, después los salmos, luego la segunda lectura, por último el evangelio. A nosotras
nos llega tanto porque ¡son tantas verdades!” comenta Margarita. “Es una hora y media de oración y reflexión,
de estar con nosotras mismas, a mí me hace muy bien” aporta Edith.
Pioneras en la edificación de un lugar tan importante para la zona, estas mujeres siguen defendiendo sus
principios con la misma fortaleza de siempre, alentando la participación de la juventud en el espacio religioso.
El grupo de Santa Lucía
fotografía
Por Nélida Arancibia1
Los datos recibidos son relatados por su nieta, la señora María Iris Grazzo Ayala, su abuela falleció en 1988, su
edad era de 85 años. Mujer de carácter, ceño fruncido pero de gran corazón. Justa, bondadosa y luchadora por
el bienestar, especialmente de los niños del barrio y la paz entre los vecinos, creyente católica.
Vivía en la calle Santa Fe 1530, con su esposo; habían comprado un lote que lindaba con viñas, en Villa
Clementina que era un barrio chico, la calle Catamarca era la arteria principal desde Barcala hasta Alem, había
calles que la cruzaban con una cuadra de extensión hacia cada lado, todo alrededor eran viñas de la bodega
Filippini.
En la esquina de Catamarca y Santa Fe, la familia Nieto tenía un bar y los hombres del barrio se reunían para
jugar a las bochas, el truco y tomaban algunas copas; los fines de semana algunos se pasaban de copas y se
1	 Nélida Arancibia, de la Unión Vecinal Alem rastreó para este libro los datos de esta vecina del Barrio Villa Clementina.
VECINAS TRABAJANDO
72 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 73
peleaban. Eleuteria se preocupaba porque el barrio no tenía paz, cada vez pasaban cosas más violentas entre
los parroquianos enemistados, los niños se asustaban y las mujeres gritaban. Eleuteria pedía a Dios que no
sucedieran estas cosas y hasta hizo una promesa para que reinara la paz.
Prometió a la Virgen del Perpetuo Socorro que traería a su casa a la virgen y que pasaría tres días en cada
casa del lugar, también que se dedicaría a enseñar a los chicos el catecismo y tomarían la primera comunión.
Además, a aquellas parejas en concubinato ella las convencería para que se casaran, para ello visitaba hogares
censando a los que querían casarse, al hacer esas visitas aprovechaba para saber qué niño o niña no tenía su
vestido para la primera comunión. A las niñas les confeccionaba sus vestidos, muy sencillos, blancos y a los
niños sus camisas blancas y sus moños para los brazos. Comuniones y casamientos se realizaban en la Iglesia
Santa Lucía. Eleuteria junto con las señoras Hilda Jaime de Trilla, Rosaura de Fiuri, Elsa de Lufi y otras pidieron
al señor Luis Filippini la donación del terreno en que ahora está construida la iglesia.
Era verdaderamente una misionera con mucho amor al prójimo, en casa de esta señora y su esposo venían los
niños, y no tan niños, a comer cuando en sus casas era poca la comida; este matrimonio tenía siempre la puerta
abierta para el más necesitado. Un verdadero ejemplo de una argentina y un chileno dignos de perdurar en el
recuerdo.
María Iris Grazzo Ayala
Digna nieta de Eleuteria, vive desde los 3 años de edad en el domicilio de su fallecida abuela. Persona de 59
años, humilde, generosa, desinteresada, inteligente, madre. En el barrio la conocen por su apodo Kelina o Keli,
ella porta muchos genes de su abuela: está presente siempre que alguien la llame, especialmente cuando hay
un perrito abandonado, o cuando un perro o un gato está lastimado, como ella trabajó mucho tiempo en una
veterinaria tiene experiencia en el tema.
Siempre está cuando la llaman, de día o de noche, cuando sea, con comprensión y amor. Doy fe porque ella
cuidaba a mi hermana, 9 años cuidó a mi hermana, postrada desde los 5 añitos hasta los 79 y que falleció en
enero de 2014.
Se destaca por su amor al prójimo, si hay alguien que necesita tomarse la presión, ahí está ella, si hay alguien
que necesita un nebulizador ella lo presta, no espera que se lo pidan, ella lo ofrece, está siempre atenta a las
necesidades de los demás.
VECINAS TRABAJANDO
Sabe pintura en tela, teje crochet, trabaja en el cuidado de una pareja de ancianos y en el servicio doméstico
medio día. Y si hay un cumpleaños siempre hay un regalito hecho por ella, le agrada que el otro esté contento,
feliz. Cuida a sus nietos, ayuda a sus hijos, es luchadora, incansable a pesar de que tuvo un accidente y tiene
placas y clavos en una pierna, no baja los brazos.
Todos los vecinos de la calle Catamarca la admiran por su valentía, es viuda, tiene un hijo y una hija y cuatro
nietos. Kelina es una persona admirable, se ha ganado el amor del vecindario, merecedora del cariño que
recibe.
ARTE, DEPORTE Y CULTURA
76 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 77arte, deporte y cultura
Ubicado en calle Roca y Zizzias, el polideportivo nº 4 Julián Filippini se convirtió en un espacio para la integración
de chicas y chicos de todas las edades y también para la participación de gran cantidad de mujeres de los
barrios aledaños.
Silvia Zabala, coordinadora de este centro deportivo, cuenta como se fue armando el club: “Cuando yo vine se
habían inaugurado las nuevas instalaciones que eran el cierre perimetral y los baños, antes no había cierre,
era todo viña. Después se hizo la licitación para la refacción de la cancha, hicimos toda una parte parquización
a pulmón, entre un empleado que tenía un plan social y un grupo de mujeres de gimnasia aeróbica, compraron
semillas para hacer un sector y lo otro lo hicieron todo con champas que se sacaron de las orillas de la calle.
Hace 2 años hicimos la inauguración de la cancha de sintético, emprendimos el desafío de dar jockey, estaba
una profesora dando en el poli de La Gloria y se le propuso. Había un tema: se suponía que este deporte era para
ciertas clases sociales no más y emprendimos el desafío de hacerlo acá. Es mixto el grupo de jockey, prendió
tanto, que el municipio decidió colocar una cancha de sintético, por la gran cantidad de chicos que asisten,
actualmente tenemos cerca de 150 chicos
entre niños, niñas y también están las Mami
Jockey”.
MAMI JOCKEY
La profesora Viviana Cativa, una de las
encargadas de llevar adelante esta iniciativa
recuerda cómo fueron los inicios: “fue en
el año 2010, a comienzos de marzo cuando
organizamoslasactividadesdelaño,hablando
con la profesora Celina Arrula surgió la idea
de dar Mami Jockey porque muchas madres
llevaban a sus hijos a jockey, se quedaban a esperarlos y comentaban que les gustaba el deporte, pero que no
tenían dinero para ir a un club y que ya eran grandes. En ese momento yo estaba en el gimnasio, les comenté a
mis alumnas y las invité a participar, ellas fueron las primeras, luego lo empecé a promocionar con las madres
que llevaban a sus hijos a hacer deporte, de a poco se fueron animando a integrar el grupo, que en un principio
era muy recreativo y como todas empezaban de cero se sentían seguras y les gustaba mucho, se divertían. De
a poco fueron mejorando y se animaron a participar de un torneo lo cual las motivó a seguir”. Esta categoría
existe de forma amateur en el jockey y pueden participar de ella jugadoras mayores de 30 años que no hayan
jugado profesionalmente.
De acuerdo con lo expresado por las iniciadoras, el objetivo principal de este grupo fue favorecer la integración
social y la adquisición de una vida saludable, a través del juego y la práctica deportiva, en aquellas mujeres
que se encuentran en mayor situación de desamparo y con dificultades para su inclusión sociocultural debido
a su contexto familiar y socioeconómico. Otro parte importante fue lo relacionado con el cuidado del cuerpo
en lo que se propusieron concientizar a las alumnas sobre la necesidad de practicar actividad física para una
buena calidad de vida y despertar las ganas de jugar y competir sanamente.
Como todo en todas las cosas nuevas, el camino no fue fácil: “al comienzo eran diez alumnas que no tenían palos
ni camisetas pero fueron trabajando en conjunto, haciendo rifas, bingos, organizando torneos y así fueron de a
El grupo de Mami’s Jockey
78 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 79
poco teniendo sus palos, bochas, camisetas,
medias, etc. El grupo fue creciendo, hoy hay
más de treinta alumnas, hace tres años que
participan de la liga de Jockey de Godoy Cruz,
está la categoría Juveniles de 18 años a 24,
Intermedia de 25 años a 35, y mayores de 36
en adelante” agrega Viviana.
Muchos sueños, muchas ganas de mejorar,
de viajar, de afianzarse como equipo es lo
que está en las aspiraciones de este grupo de
mujeres. Su profe Viviana comenta: “me siento
orgullosa de todo lo que han logrado y como
ha crecido el grupo, veo un gran compromiso
de parte de ellas, ya que para poder participar
de la liga unieron fuerzas para hacer ventas
de empanadas para comprar el equipo
de arquera, y siguen haciendo cosas para
mejorar. Ahora queremos ir a Córdoba a un
torneo para conocer otros equipos y vivenciar
algo diferente, conocer gente nueva. Para eso
estamos organizando un torneo, ellas tienen
un mini quiosco y cuando hay partido venden
y así de apoco van juntando para el viaje”.
Así es como las Mami Jockey son un claro
ejemplo de la promoción de la solidaridad, la
amistad y el espíritu emprendedor a través
del deporte.
El grupo de Mami’s Jockey
El grupo de Mami’s Jockey
arte, deporte y cultura
En la esquina de calles Cervantes y Barraquero, se encuentra una de las viviendas más antiguas de la zona que
llama la atención por su colorido y su estilo añejo, propiedad de la señora Josefina Tommasini. Preservando su
estructura de adobe y su construcción original, este lugar ha sido transformado por un grupo de jóvenes en un
centro cultural llamado La casita cultural, desde hace dos años aproximadamente.
Esta casa tiene varios espacios utilizados para distintos fines productivos donde la autogestión es el objetivo
colectivamente acordado, es decir, que se busca realizar una serie de actividades que permitan generar dinero
para el alquiler y otros gastos y así poder seguir trabajando con autonomía. “Hay una parte productiva: están
los chicos de la bodega que hacen vino, en la habitación de enfrente están los chicos que hacen diseño gráfico,
el taller textil que recién empieza, las chicas que reciclan papel, también la cocina donde se hace comida
vegetariana para llevar, entre todos los grupos aportamos por el espacio” cuenta Cecilia Pérez. También se
organizan ferias, talleres y otros eventos para recaudar fondos.
Una de las actividades más recientes a la que se han sumando muchas mujeres, no sólo de Godoy Cruz sino
80 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 81
también de Las Heras y Luján, es el taller de costura. Cecilia, una de sus integrantes comenta: “en el textil
empezamos con la idea del reciclado, con ropa que teníamos con las chicas de la batucada, también habíamos
armado una feria americana así que teníamos cualquier cantidad de ropa, cada una trae algo, así arrancamos
con esto, con tela para reciclar. Había una de las chicas que la tenía re clara con la costura y nosotras queríamos
aprender, también crear una conciencia con el reciclado y trabajar con lo que teníamos para no tener un costo,
de ahí surgió el taller, de la necesidad de todas y de las ganas de aprender”.
Desde esa óptica, las chicas están produciendo ropa de manera que les permita una fuente de ingreso autónoma
y en el contexto de un grupo de amigas donde los saberes y los recursos se comparten.
EL LENGUAJE DE LOS TAMBORES
Otro de los proyectos con gran participación de mujeres, es la batucada de chicas, un tipo de agrupación cuyo
origen se encuentra en las culturas africanas, centrada en los instrumentos de percusión: “el eje de la batucada
son los tambores, tocamos música afrobrasileña, samba reggae, que es un ritmo que nace en Bahía (Brasil), no
hay baile “, explica Rosario Castro, “Charo”, y agrega: “es hermoso, somos como 20 chicas”.
Charo y otras de las chicas ya habían tenido la experiencia de estar en una murga donde aprendieron a tocar
los tambores, después en unas vacaciones con amigas surgió la “necesidad” de armar la batucada: “Lo vi como
una oportunidad para volver a juntarme con mis amigas con ese lenguaje, el lenguaje del tambor y la música,
también como un desafío, nace esto de nosotras, para nosotras, en este momento que lo necesitamos”.
A partir de ese surgimiento “una invita a la amiga, a la hermana, y así vamos avisando y cada una invita a
alguien más, somos muy diversas, muy diferentes todas, está buenísimo” comenta Cecilia sobre el proceso
inicial de la batucada, que después de largos debates ha sido bautizada Percuiana.
La organización de los ensayos es una de las tareas más complejas: “somos muchas y es mucho el trabajo
que lleva que nos podamos juntar. Hubo que convencer a gente, yo tuve que convencer a amigas del alma
que durante muchos años nos había unido el tambor, tuve que ir a tocar puertas para buscarlas y sacarlas de
adentro de la casa, convencerlas de que hay que salir, lo que hicimos ayer ya pasó, tenés que vivir ahora, si
estas dentro de tu casa se te pasa la vida. También convencerlas de que a pesar de que tengas hijos, trabajo,
siempre tenés que tener tiempo para hacer lo que más te gusta, ha sido un proceso bastante largo”, expresa
Charo.
arte, deporte y cultura
Sin embargo, con mucho esfuerzo y siempre
guiadas por las ganas de reunirse en torno
a la música han logrado acordar los días de
ensayo y también realizar algunos toques en
público: “La primera vez que tocamos fue re
loco, éramos tantas mujeres y tantos niños
que no alcanzaba una trafic para los tambores,
el tema es ese, los niños más los cochecitos
y así. Aparte necesitamos alguien que nos
haga el aguante mientras nosotras tocamos,
alguien que se quede con los pequeños, esa
vez unas amigas cuidaron a los chicos y los
compañeros de algunas de las chicas se
hicieron cargo de varios niños, fue en un evento de economía social en el parque” recuerda Cecilia. Después
de eso siguieron toques en distintos barrios y en carnavales.
Además de la música las une las ganas de compartir, de esa forma tan íntima y tan cercana de las mujeres:
“aparte de tocar solemos sentarnos a charlar, a compartir, lo hacemos siempre, siempre hay un mate antes o
después del ensayo” dice Cecilia.
Las chicas sostienen que a pesar de la complejidad que implica un grupo tan grande de mujeres donde cada
una tiene su propia realidad, horarios, obligaciones, familias, hay una gran armonía entre ellas que es lo que
posibilita el buen funcionamiento de este equipo. “Queremos buscar lo que nos gusta y darle tiempo a eso”
plantea Charo, lo cual es todo un desafío.
La Casa Cultural
82 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 83
Muchas paredes abandonadas de las Tortugas se han visto transformadas por el talento de Cecilia Nieva,
artista godoycruceña que se ha encargado de ponerle color y conciencia a viejos muros a los que nadie prestaba
atención.
Cecilia nació en 1981 y desde niña ha experimentado distintas formas del arte entre las que se destacan el
tallado en madera, las artesanías, la pintura, el muralismo, y la más reciente: los tatuajes. Nació en el seno
de una familia muy humilde por lo que no tuvo la posibilidad de estudiar una carrera artística, su formación es
puramente autodidacta, guiada por la pasión y la necesidad de expresarse.
Su primer mural lo pintó en el Barrio La Gloria, y desde allí su trabajo continuó expandiéndose, coloreando
lugares icónicos del departamento como la Estación Benegas (donde pintó a Carlos Gardel en un homenaje al
cine nacional) y el frente del Club Filippini. También ha pintado una gran cantidad de banderas de hinchadas de
fútbol que se han acercado a ella para pedirle distintos dibujos.
Como ella cuenta, a veces la gente se sorprende viéndola pintar paredes o lo asocia a un acto de vandalismo,
arte, deporte y cultura
pero luego se da cuenta de la importancia
de que ciertos mensajes estén en las calles,
formando parte de nuestro paisaje cotidiano.
En las imágenes que esta muralista ha creado
suelen ser temas comunes el cuidado de la
Madre Tierra, el compromiso con los derechos
de las mujeres, el trabajo, los rostros nativos.
Su estilo es tan personal que es fácil reconocer
y admirar. Tal como ella lo expresa: “ los temas
que me gustan son sobre todo los que lleven un
mensaje que llegue a la gente, por ejemplo de
lucha, libertad, igualdad, derechos, respeto,
vida, música. Me gusta representar a la mujer
en todos los aspectos: como madre, niña,
adolescente, anciana, guerrera, conectada
siempre con la tierra, el agua, el fuego, el aire.
Tengo un mural que se llama la madre que te
parió...está en el puente de calle Paso en el
límite de Carrodilla tuvo muchas críticas, pero
allí se refleja una mujer pariendo y a la vez la
pacha mama pariendo sus frutos”
Cecilia Nieva, muralista
Cecilia Nieva junto al mural de calles Rawson y Barcala, interpretación del poema Piedra Infinita de Ramponi
84 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 85
Mural de Cecilia Nieva en el Polideportivo Julián Filippini en calle Roca
arte, deporte y cultura
Por Marcela Sunico y Roxana Medina1
La técnica de Círculos de Mujeres es una experiencia ancestral, practicada por gran cantidad de pueblos
originarios de todo el mundo. Fue sistematizada por la psiquiatra estadounidense Jean Shinoda Bolen en el
libro El Millonésimo Círculo y a partir de esta publicación, en el 2004, los Círculos empezaron a ser practicados
nuevamente por las mujeres de la cultura contemporánea.
Los Círculos, consisten en un encuentro de mujeres, reunidas de manera circular, en el cual se comparte y
dialoga sobre diversas experiencias y temáticas vinculadas a lo femenino.
Antes de iniciar cada Círculo, se establecen puntos de acuerdos, los cuales consisten en respetar la
confidencialidad, expresando lo que pasa en el círculo, queda en el círculo. Se aclara que es un lugar horizontal,
de igualdad, en el que no hay jerarquía entre las participantes, poniendo en valor la opinión de cada una. Se
1	 Coordinadoras de esta experiencia
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Libro mujeres de Las Tortugas Municipalidad Godoy Cruz

  • 1.
  • 2.
  • 3.
  • 4. Municipalidad de godoy cruz Intendente de Godoy Cruz Lic. Alfredo Cornejo Secretario de Gobierno Lic. Humberto Mingorace Directora de Desarrollo Social Lic. Marcela Fernández Departamento Mujer y Equidad Lic. Silvina Anfuso Trabajaron en este libro Silvina Anfuso: coordinación y dirección general Romina Zapata Tommasiello: dirección editorial, investigación, redacción de textos. Vanesa Landa: diseño editorial y supervisión de impresión María Eugenia Paganini LaMaru: ilustración Romina Paola López: fotografía ÍNDICE
  • 5. 9 AGRADECIMIENTOS En mi primer lugar quiero decirle gracias a todas las mujeres que posibilitaron la realización de este libro, fundamentalmente a las entrevistadas, por abrirme las puertas de sus casas, de su memoria, de sus recuerdos, por responder mis preguntas, por confiar en este proyecto y compartir información tan íntima y valiosa. También a aquellas personas que mientras recorría la zona me decían: “a tal hora podés encontrar a tal vecina”, “la señora tanto vive en esa casa”, “yo conozco alguien que puede darte información” y así, dato por dato y paso por paso me permitieron llegar a las fuentes necesarias para trabajar y tejer esta trama de relatos. A Silvina Anfuso por darme nuevamente la oportunidad de continuar este proyecto tan significativo para nosotras, porque nos permite conocer a nuestras antepasadas, referentes tan necesarias para lo construcción de la identidad de las mujeres. También a Marcela Fernández, directora de Desarrollo Social, por posibilitar la continuidad de la escritura de la historia de las vecinas de Godoy Cruz. A Vanesa Landa, por encargarse del diseño del libro y fundamentalmente por compartir conmigo todo este proceso de trabajo, por ayudarme a desarrollar un lenguaje que nos permite entendernos con pocas palabras
  • 6. 11 y pensar en sintonía. A mi amiga Marcela Sunico Benegas por acompañarme a lo largo del recorrido, por sus palabras que siempre llegan en el momento justo. A Maru Pagani y Romina López por aportar sus saberes profesionales y comprometerse con el trabajo, por poner en imágenes esta investigación. A Eduardo Pagani por ayudarme con la corrección de textos, por su forma amable y precisa de trabajar que tan útil ha sido. A Gabriela Testa del área de Cultura, a Elena Rojas de Relaciones con la Comunidad, a Adriana Bassi y Claudia Calvi por el aporte de datos. A mis compañeras de Mumalá por hacerme sentir parte de este aprendizaje permanente que es la lucha por los derechos de las mujeres, por ayudarme a sentirme segura en cada paso que vamos dando en la reconstrucción de la historia de las mujeres. Introducción Este libro es la continuación de una experiencia que se propuso rescatar la memoria colectiva de las mujeres del departamento de Godoy Cruz, provincia de Mendoza, y que tuvo su primera materialización en el libro Mujeres de Villa Hipódromo: sus memorias y relatos que se realizó durante todo el 2013 y se presentó en el marco del Día Internacional de las Mujeres en dicho barrio en el 2014. Tanto el trabajo anterior como el presente son productos de un esfuerzo por dar a conocer que las mujeres somos protagonistas activas de la historia (aunque la historiografía tradicional no lo demuestre), que la historia de un barrio es fundamental para la construcción de una identidad departamental y provincial, y que la situación de una mujer representa la de miles que han vivido experiencias similares. Todo esto hace que el pasado no sea algo acabado, sino algo por construir. Es necesario que volvamos a mirar para atrás, y que en ese andar nos preguntemos qué y quiénes han quedado por fuera de los relatos que nos cuentan sobre un tiempo anterior. Las mujeres sin duda somos uno de los grupos humanos que estamos revisando, cuestionando y reinterpretando todos esos archivos que dicen mucho sobre un lugar, una hazaña, o un periodo histórico pero sobre nosotras no dicen casi nada.
  • 7. 12 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 13 Loquebuscamosrescataraquí eslaautopercepción de cada una de las mujeres que protagonizan este libro, los sentimientos sobre el lugar que las vio crecer y transformarse, su visión de las mujeres del barrio como colectivo que participa de las idas y vueltas del devenir histórico. La experienciapersonalylasubjetividad son un objeto de estudio reciente en la investigación de la historia y es esa el área de interés de este trabajo. También partimos de la profunda convicción de que la voz de las mujeres debe ser escuchada, es por eso que en los relatos de este escrito las protagonistas aparecen con sus propias palabras, y la buena noticia es que cada vez se están animando a hablar más, desde la apertura, desde sus saberes y con gran sororidad. La palabra soror significa hermana, y en función de esa idea se desarrolló en el interior del feminismo contemporáneo el concepto de sororidad, para hacer referencia a la necesidad de reducir las desigualdades entre las propias mujeres a través de la percepción de la otra como una hermana, de la confianza y el apoyo mutuo, porque como ya se sabe la unión hace la fuerza, y es por eso que las mujeres necesitamos construir una gran hermandad que nos permita luchar juntas contra las injusticias del sistema patriarcal. Esta visión nos plantea dos grandes desafíos: por un lado derrotar el estereotipo de la competencia entre mujeres para pasar a pensar en una relación de cooperativismo y por otro desarrollar una verdadera sororidad, ni discursiva ni políticamente correcta, sino genuina. La historia nos demuestra que los vínculos entre mujeres existieron siempre y que eso es lo que nos ha permitido conquistar derechos y sobrellevar difíciles situaciones personales, aun así es necesario profundizar todo lo logrado. Es esta una de las perspectivas teóricas que tomamos para realizar este trabajo, pensando que la historia de las mujeres de Las Tortugas es la de toda esta gran hermandad que constituimos las mujeres. EL RECORTE GEOGRÁFICO Y LA METODOLOGÍA En esta oportunidad, la zona elegida para desarrollar esta experiencia es la de Las Tortugas, uno de los cinco distritos del departamento de Godoy Cruz (Presidente Sarmiento, Ciudad, Benegas y San Francisco del Monte serían los 4 restantes). Se trata de un espacio muy amplio, con una gran cantidad de barrios y lleno de diversidades e historias para cortar, por eso fue necesario hacer una delimitación menor que se circunscribió al casco histórico de este distrito, es decir, la parte más antigua, que delimitamos entre las calles: Carril Cervantes hacia el oeste, Roca hacia el este, Carril Sarmiento hacia el norte y Carrodilla hacia el sur. Lo comprendido en estos límites es el área investigada en este libro. Para realizar este trabajo se utilizaron fuentes públicas tales como: archivos municipales, material de la Biblioteca Departamental Manuel Belgrano y la Biblioteca provincial General San Martín, documentos del Archivo Histórico de Mendoza, y artículos periodísticos, entre otros. Pero la fuente principal de información fueron las mujeres que habitan lo que denominamos el casco histórico de Las Tortugas con quienes nos reunimos en la Unión Vecinal Gobernador Benegas, en sus casas, en sus trabajos, en cafés y que nos abrieron la puerta de su memoria para compartir todo tipo de vivencias. Esta vez también se propuso a las vecinas que participaran escribiendo sus memorias o la de alguna mujer que quisieran recordar, muchas se animaron a hacerlo. Estos escritos son un testimonio de gran valor porque son sus propias miradas, sus propias palabras, sin otra mediación que la del lenguaje. Según los relatos de las vecinas, Las Tortugas era básicamente un gran territorio de viñedos, en su mayoría pertenecientes a la familia Filippini y a otras familias terratenientes, las calles eran de tierra, el alumbrado público no existía, recién se desarrolló en la década del 50’, y las casas estaban muy distanciadas entre sí. El molino ubicado en el Puente Olive (cuya construcción data de 1844 y se llama así porque era propiedad del francés Pablo Olive), la lechería de Don Mortaloni en calle Roca y Aristóbulo del Valle y el corralón de calle Morales eran los principales puntos de abastecimiento y por supuesto de encuentro entre las y los habitantes. Una de las costumbres que se inició por esos tiempos y que aún continua celebrándose son los famosos asados de fin de año, momento en el cual se cortan las calles, entonces vecinos y vecinas salen con sus mesas y sus canastos a compartir la cena del 31 de diciembre en las veredas, un verdadero acto comunitario donde aprovechan para charlar y festejar.
  • 8. 14 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 15 Esta zona de Godoy Cruz fue el lugar donde se pensaba desarrollar la ciudad de Mendoza luego del terremoto que nuestra provincia sufrió en 1861, ya que especialistas en suelo hicieron una serie de estudios que determinaron que este podría ser un sitio apropiado dado el clima y las características del territorio, hecho que finalmente no sucedió pero que habla de la importancia de estas latitudes para la geografía provincial. Recién en los años 60 se inició la urbanización sostenida de esta parte de Godoy Cruz dado que la zona cambió de categoría catastral y esto posibilitó la construcción de casas particulares. Sin embargo, la transición de zona de viñas a barrios se produce fundamentalmente luego del cierre de la Bodega Filippini cuando esta familia lotea la gran cantidad de hectáreas que poseían y venden esos terrenos para la construcción de viviendas. En los capítulos que componen este libro se intentará ilustrar esas transformaciones que van de la mano con profundos cambios en los roles desempeñados por las mujeres, siempre entrelazándose con historias más amplias: por un lado la de la provincia y el país, y por otro con la historia de las mujeres que tiene su propia dinámica en función de los derechos que fuimos conquistando y las consecuencias que tuvieron en las vidas cotidianas y en la vida como sociedad. el origen del nombre las tortugas Cuando empezamos a indagar entre las vecinas por qué el distrito lleva este nombre surgieron una serie de versiones muy interesantes que conviven entre sí, sin demasiadas certezas pero con gran pregnancia en el imaginario popular. La primera de estas versiones la cuenta Isabel Yonzo, peluquera de calle Alem: “el promotor de ese nombre es mi papá, se llamaba Ramón Yonzo, nacido acá. Mis abuelos tenían un negocio, de esos antiguos a los que iba la gente a caballo, todos llegaban ahí, al almacén, y se quedaban para tomar algo, por eso le pusieron El topón porque todos topaban ahí. La barra de los chicos que iban a la escuela Burgoa le puso a la calle Alberdi calle de las Tortugas porque había casas muy antiguas que tenían las ventanas chicas, con postigos, entonces cuando pasaba alguien a caballo, en auto o caminando, todas las vecinas asomaban la cabeza por el postigo de la ventana. Entonces mi papá dijo: mirá, parecen tortugas, y así le pusieron”. Esto que cuenta la señora Isabel es asentido por varias vecinas, más precisamente Elvira Búcolo, Directora del Archivo Histórico de la provincia y pobladora de la calle Filippini comenta que efectivamente las casas del
  • 9. 16 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 17 sector más antiguo tenían ventanas muy pequeñas y cuando se escuchaba un ruido en la calle era toda una novedad ya que la zona era muy tranquila y muy poco transitada, por lo que es muy probable que esta analogía sea el origen del nombre. En consonancia con este dato sobre la arquitectura del lugar y agregando a un personaje histórico fundamental para la provincia, Inés Filippini y sus hermanas Susana y Ana María relatan que su papá les contaba a modo de anécdota que: “cuando estaba San Martín en Mendoza, andaba por esa zona, los pocos habitantes que había estaban asombrados de este movimiento de gente, de las tropas, entonces se escondían en las casas y sacaban la cabeza por las ventanas para mirar lo que sucedía” Otra de las explicaciones para esta denominación dice que el lugar se bautizó así dado que las amplias calles de tierra se convertían en un verdadero pantano los días de lluvia, provocando que la gente caminara muy
  • 10. 18 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 19 lentamente al enterrarse en el barro y de allí se generó la comparación con el andar de las tortugas. El asfalto de las principales calle se comenzó a desarrollar a partir de los 60’ por lo que esta versión también tiene sentido. Josefina Girlando, quien vive en esta zona desde su llegada de Italia en 1952 dice “la gente era muy tranquila para caminar, por eso se llama así” Por último, en el libro “Toponimia, tradiciones y leyendas mendocinas”1 escrito por Juan Isidro Maza dice: “se llamaba así antiguamente a las zonas que comprenden las localidades de la Carrodilla y de Gobernador Benegas y su origen quizá provenga de que estos animalitos abundaban en aquellas tierras arenosas”. Antonieta Sacchi, vecina de calle Cervantes comenta: “dicen que había muchas tortugas y es posible porque es una zona muy 1 Toponimia, tradiciones y leyendas mendocinas. Juan Isidro Maza, 1990, pág. 44
  • 11. 20 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 21 fresca y muy húmeda, pero no hay certeza” Estas versiones han sido trasmitidas de una generación a otra conservando su carácter anecdótico y a la vez histórico, todas sirven para explicar este nombre y son igualmente válidas para la comunidad.
  • 12. 22 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 23
  • 14. 27historia en presente La señora Antonieta Sacchi, vecina de calle Cervantes, escribió para este trabajo sus recuerdos sobre este lugar que conoció desde pequeña. Antonieta tiene 83 años, es musicóloga, aunque prefiere llamarse profesora de música, investigadora, autora de tres libros sobre el pasado musical de Mendoza, una mujer sabia y encantadora. Compartimos una parte de este maravilloso texto que grafica la fisonomía del lugar y parte de su vida: Hace exactamente 42 años que vivo en el carril Cervantes en la zona de Las Tortugas en una casa que construimos sobre un terreno que fuera de mi padre desde 1940 aproximadamente. Se trataba de un terreno de hectárea y media con una plantación de cerezas de exportación en el que se construyó por aquella fecha una fábrica de mosto concentrado de uva, que funcionó hasta 1963 cuando la zona cambió de categorización, pasó a ser zona mixta y no autorizaron más el funcionamiento de la bodega. Posteriormente allí vivieron mis abuelos y tíos recién llegados de Italia después de la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto, estuve relacionada con la zona desde mucho tiempo antes de 1972, cuando aún era una jovencita, puesto que la visitaba todas las semanas. Esta zona era eminentemente rural, comúnmente no había límites entre las propiedades salvo una
  • 15. 28 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 29 acequia o una hilera de viñas, y el tránsito de vecinos hacia el carril para abrir el paso del agua de la hijuela Las Tortugas desde el canal Sobremonte era constante. Otra de las características de Las Tortugas era la gran cantidad de juncos que nacían espontáneamente a la orilla de las acequias y surcos de las propiedades, que lógicamente no estaban revestidos de cemento. Se trataba de la variedad doble, muy perfumada y que hoy está completamente extinguida, tanto es así que no he conseguido rescatar más que una variedad simple. La zona era particularmente fresca y la variación de la temperatura era muy acusada en cuanto se enfilaba la arboleda del carril. A ello contribuía el agua del canal mencionado, que por aquellas épocas corría diariamente en verano, aunque turbia y barrosa. Rastros de ese pasado rural también son las hileras de olivos que todavía se conservan en algunas calles después de las urbanizaciones, hay algunos que son centenarios, como los que se encuentran en la calle Aristóbulo del Valle, próximos al cruce con el Acceso Sur. Otros olivos hay en la zona aledaña al puente Olive, en este lugar, según investigaciones realizadas por el arquitecto Jorge Ricardo Ponte en los cursos de aguas de Godoy Cruz, a mediados del siglo XIX -en 1844- un señor llamado Pablo Olive había instalado un molino harinero, que funcionaba con el agua del actual zanjón cacique Guaymallén. Por otra parte, el tránsito era muy limitado y las madres podían dejar los niños correteando con sus carritos o patinando por el carril, entonces todavía llamado Ruta 40. Otra diversión corriente de los varones del barrio era bañarse en el canal, que como los canales de riego de entonces no traían deshechos y solo había que proteger los pies de las piedras demasiado puntiagudas. La situación se modificó cuando se cambió la categorización y se construyeron muchos barrios como el Santa Teresa y el Santa Lucía en los terrenos de Luis Filippini aledaños a la bodega, cuyos restos actualmente se Antonieta Sacchi encuentran frente al Acceso Sur. Barrios bien planeados y urbanizados, arbolados que se extendían desde Aristóbulo del Valle hasta la calle Filippini más o menos, con lotes amplios. También recuerdo la existencia de surtidores de agua del Río Blanco (de Potrerillos) para el aprovisionamiento familiar. Cuando llegué al barrio hacía poco tiempo que se había inaugurado la red de agua potable de Obras Sanitarias, lo que recuerdo es que frente a mi portón había uno de estos surtidores encajados en una construcción de cemento que fue retirado poco tiempo después. La música como modo de vida Los recuerdos de la zona se entrelazan con su vida personal: “Cuando llegué al barrio en 1972 ya tenía mi familia formada con cuatro hijos y era profesora en la Escuela Superior de Música de la UNCuyo. Desgraciadamente pocos meses después falleció mi esposo y por supuesto la vida familiar cambió. El barrio se estaba convirtiendo en un suburbio de Godoy Cruz y había perdido el tranquilo carácter rural de antes. Comenzó la contaminación acústica, el tránsito, que sólo se aliviaba cuando había alguna crisis y la nafta era muy cara, el transporte público era ruidoso y contaminante”. Respecto de su profesión Antonieta la define así: “un musicólogo es una persona que no sólo recaba datos (no se tienen que imaginar que es una rata de biblioteca) sino que asocia e interpreta hechos que se producen en la relación de la música con los individuos y la sociedad. Musicología es investigación de un pasado musical desde lo fáctico, es decir, desde los hechos, es el pasaje por las asociaciones e interpretaciones que suscitan y su función en la sociedad. Además, por supuesto hay que tener conocimientos técnicos porque la música es otro lenguaje. Es como si quisiéramos estudiar literatura francesa sin saber francés. Soy especialista en música clásica en general, hasta las vanguardias de este siglo y en música barroca en particular” Su recorrido académico se produjo del siguiente modo: “Inicié los estudios superiores de música que me llevaron a titularme en 1952 como profesora en piano, teoría, solfeo y canto coral, primer título que otorgó la Escuela Superior de Música. Comencé a trabajar en la misma escuela y en la Escuela Superior del Magisterio, aunque después de mi casamiento con el profesor Carlos Ludovico Ceriotto en 1955 reduje mi actividad profesional al mínimo debido a la crianza de cuatro hijos. En 1972 reinicié una actividad más intensa y en ese momento se comenzó a manifestar paulatinamente mi inclinación a la musicología que tuve que desechar debido a mi temprana viudez. A partir de la década de los ‘80 empecé con esta actividad dirigiendo becarios y proyectos de historia en presente
  • 16. 30 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 31 investigación en la Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo, recientemente organizada con escuelas de arte preexistentes. Recién después de que me jubilé en 1995, empecé a organizar mis investigaciones personales y a escribir, de lo que surgieron tres libros. Las investigaciones de los primeros dos libros y del DVD se concentraron en las actividades musicales de músicos inmigrantes españoles radicados en Mendoza a comienzo del siglo XX y en las actividades musicales de los salesianos en Mendoza y su trabajo sobre la inmigración italiana de fines del siglo XIX y comienzos del XX. El tercero, se inicia en el estudio de las actividades musicales de los mendocinos desde el año 1852 hasta 1912, es decir la época del Centenario de la Revolución de Mayo de 1810”. Su sabiduría musical es enorme y el modo en que la comunica hace que podamos escucharla por horas. Ante la pregunta por sus gustos Antonieta dice: “¡Los Beatles fueron mi locura cuando era joven! En el ‘64, ellos empezaron esto, después los Rolling Stone, los ABBA. Una cosa que me gustó mucho desde muy jovencita era el jazz”. En cuanto a la relación de las mujeres con este lenguaje, esta especialista comenta que tradicionalmente el mundo de la música fue muy restringido, solo se les permitía tocar determinados instrumentos o limitadas participaciones en público, ni hablar de intervenir en la producción o la teoría. Antonieta brinda la siguiente explicación sobre esta situación propia del siglo XIX y parte del XX: “esto es porque la mujer, tradicionalmente, en Mendoza, estuvo muy supeditada a este régimen patriarcal del varón, entonces no se le reconocía capacidad creativa, ella tenía que tocar y cantar para adornar la casa y al marido. La tradición era que las muchachas tenían que estudiar piano y la que tuviera voz, también el canto. Cuando acá se creó la Escuela de Música en la UNCuyo, todas las que estudiaban en conservatorios particulares, podían ir a una escuela pública a muy bajo costo, entonces mandaron todas las chicas a estudiar, por eso el 90% de mi promoción éramos mujeres. Ahora las posibilidades de estudio de las mujeres se han diversificado mucho, hay más oportunidades, sin embargo hay un machismo que sigue haciendo sentir su presencia, muy a nuestro pesar” Lamúsicalehapermitidoconocermuchísimodelahistoriaprovincial,Antonietasiemprehaestadocomprometida con el lugar donde se ha radicado y del cual habla con tanto cariño. historia en presente
  • 17. 32 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 33 poseía, ubicada en calle Barcala 1416. Su abuelo Luis se encargó de sorprender al barrio mostrando distintos desarrollos que la provincia vivía, como por ejemplo el primer auto que se vio circular por Godoy Cruz, manejado por su chofer ya que él nunca aprendió a hacerlo. “Imaginate, el primer auto, era como para asomar la cabeza por la ventana” dice Tati, haciendo referencia al origen del nombre Las Tortugas, explicado al inicio del libro. También la lujosa Villa Teresa fue testigo de todo tipo de sucesos familiares, Inés recuerda especialmente los multitudinarios almuerzos de Navidad: “el almuerzo lo pasábamos siempre en la casa de mi abuelo, todos los hijos, con todas las nueras, y todos los nietos. Era obligatorio, no podías no ir, él hacia regalos a todos”. Cuando la propiedad fue demolida muchos años después, dio lugar a un gran loteo para viviendas particulares. Las tres hermanas pasaron su infancia entre ambas propiedades. “De nuestra casa la bodega estábamos a 7 cuadras, íbamos en bicicleta por las calles de tierra, pasábamos por Mortaloni que era la lechería que estaba en la esquina, el lugar era un paraíso” recuerda Tati y Ana María agrega que siempre iban a jugar allí. Una de las cosas que más llamaba la atención de las nietas de Luis Filippini era ver cómo los camiones que traían la uva volcaban su carga en los lagares (grandes recipientes donde se prensa la uva). En el año 1973 una parte de “Los azahares” fue expropiada para la construcción del Acceso Sur, a partir de entonces la fisonomía del lugar comenzó a cambiar, iniciando un sostenido proceso de loteos y la consecuente urbanización de la zona, con el aumento de población que eso produjo. Ana María recuerda ese momento con gran dolor: “el Acceso nos expropia a nosotros una parte de la casa, todo un frente, un dormitorio, el jardín de adelante pero nosotras seguimos viviendo allí hasta el año 94. Tiraron la casa por la mitad, fue fuertísimo”. Respecto de su crianza Inés comenta “a nosotras nos criaron que la mujer se tenía que casar y quedarse en la casa, y nada más” sin embargo las tres se alejaron de ese modelo. Susana es profesora de Educación Física La familia Filippini en Villa Teresa Si hay una familia que tuvo mucho que ver con el desarrollo industrial y económico de Las Tortugas son los Filippini, resulta difícil explicar el proceso de urbanización de esta zona sin hacer mención a lo sucedido con la bodega que fundaron en calle Rawson y Barcala. En 1885 el joven italiano Luis Filippini llegó a nuestro país, a los tres años de su arribo ya vivía en Godoy Cruz, dedicándose a la agricultura. La bodega que lleva su apellido inició su funcionamiento en 1901 con un ritmo de crecimiento muy acelerado que dio una gran prosperidad económica a esta familia. Luis se casó con Carlota Bianchi con quien tuvo diez hijos y una hija, Lidia, todos los nacimientos se produjeron la casona ubicada en calle Alem y Catamarca conocida como Villa Teresa, nombrada así en referencia a la madre del señor Filippini. Carlota murió muy joven, en 1925. Inés, Ana María y Susana (Tati) son las hijas de Julio Filippini, el antepenúltimo de los hijos de Carlota y Luis, quien se casó con Ida Módolo. Estas mujeres, nietas de don Luis, son quienes abrieron la puerta de esta historia familiar. Las hermanas vivían en la propiedad llamada Los azahares debido a la gran cantidad de naranjos que historia en presente
  • 18. 34 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 35 en la Escuela Italiana, institución para la que su abuelo hizo grandes donaciones cuando fue fundada, de hecho una de las aulas lleva su nombre. Ana María es profesora de Francés, “yo recuerdo que mi mamá hablaba francés, yo escuchaba y quería hablar como ella” comenta. Inés trabaja en una de las clínicas oftalmológicas más importantes de la provincia, se casó en 1969 en Los Azahares con una fiesta que seguramente habrá sido my comentada por los vecinos y vecinas, “estuvieron hasta los cantores de Quilla Huasi1 porque eran amigos de mi papá”, dice su hermana haciendo referencia a la magnitud del festejo. Perdieron a su mamá muy joven, víctima de un cáncer de mama. Ida falleció en 1965 con tan sólo 47 años, “cuando falleció mi mamá todo el barrio estuvo en la casa, no había nadie que no la conociera” se acuerda Ana María. Otra mujer importante en la vida de esta familia fue Albertina, responsable del cuidado de Luis Filippini, luego de su viudez: “a Albertina mi abuelo la trajo de Italia una vez, fue una mujer que lo cuidó y lo atendió hasta el último día de su vida, era europea, rubia, de tez blanca, muy amable. Volvió a Italia luego de su muerte” cuenta la mayor de las hermanas. El inicio de la quiebra de esta enorme bodega comenzó en 1960, luego de la muerte de Andrés, el mayor de los hijos de Luis y Carlota, en un accidente de tránsito cuando se dirigía a la finca que la familia tenía en Tupungato. Él era el gerente general de esta empresa y con su muerte cambió la realidad familiar. El negocio pasó a otras manos hasta su cierre definitivo en 1979. Ya cerrada la bodega, sus dueños iniciaron un proceso de venta de lotes que fue lo que permitió el avance de la urbanización de este distrito godoycruceño, sumado a la construcción del Acceso Sur que posibilitó el desarrollo de una gran cantidad de barrios. 1 Conjunto de folklore argentino que estuvo en actividad entre 1953 y 1987 Ana María, Tati e Inés Filippini historia en presente LIDIA FILIPPINI La única hija mujer del matrimonio de Luis y Carlota nació en 1916. Cuando su padre quedó viudo decidió llevar a Lidia y al menor de los hermanos, Hugo, a Europa ya que no era nada habitual para la época que un hombre viudo se hiciera cargo de la crianza de sus hijos y mucho menos de una hija. El destino de Lidia fue determinante: un convento en Viareggio, Italia, en el que permaneció desde los 7 a los 20 años. “Ella no quería saber nada ni con monjas ni con curas después de haber vivido tanto tiempo encerrada. La hacían bañar vestida con el camisón negro, andaban en la playa vestidas de negro, dormían vestidas de negro, era espantoso todo lo cerrados que eran en esa época” cuenta su hija Leonor Antonietti Filippini. Respecto al trato que las internas recibían, Leonor recuerda que su madre le decía que por interés la trataban mejor para que su padre donara dinero a la institución, cosa que a Lidia no le gustaba. Lo único positivo de esa experiencia fue que Lidia pudo acceder a la educación y recibirse de maestra, aunque cuando volvió a Argentina, con 21 años, quiso revalidar ese título pero su padre no se lo permitió, por lo que sólo ejerció la docencia hacia el interior de la familia enseñándoles italiano. Ya radicada en Mendoza vivió en Villa Teresa hasta que se casó, Leonor relata: “para el casamiento le trajeron de Europa el manto que llevaba en la cabeza hasta la cola y la tela, el vestido se lo hizo en Buenos Aires, se casó de grande con 27 años. La ropa interior también se la traían de Europa, era muy sencilla ella lo que pasa es que estaban en buena posición y como era la única mujer… estuvo 6 meses de novia nada más, se casó para irse de al lado del padre que la tenía encerrada”. También vivió en la calle que lleva su apellido. “Ella siempre decía que tendría que haber nacido en otra época porque le gustaba cantar, era lírica, pero no la dejaban cantar en público, cantaba para la familia, estudió canto y piano. También para tener más Lidia Filippini junto a su marido
  • 19. 36 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 37 libertades y estudiar una carrera, era un persona muy moderna con nosotras hablaba de todo, nos daba todas las indicaciones de la parte sexual, en esa época no hablaba nadie de eso. Mi mamá fue muy moderna en ese sentido, muy culta, muy comunicativa, una persona de mucha lectura”, la describe Leonor. Como es de suponerse a Lidia no la dejaron involucrarse en los negocios de la familia, tampoco opinar sobre política a pesar de que sabia del tema porque tenía la costumbre de leer el diario todos los días. Falleció en 1992, con 76 años, “ella decía que le gustaría morirse de pie como los árboles, cosa que se le cumplió porque a hasta último momento fue una mujer activa” afirma su hija. Así finaliza la historia de Lidia Lina Jerónima Teresa, “le pusieron Lidia porque les gustaba a mi abuelo y mi abuela, Lina le gustaba a mi abuela, Jerónima era su abuela materna y Teresa la paterna”, concluye Leonor. historia en presente “En el barrio me conocen todos, porque he sido la maestra de la mayoría” y efectivamente la saludan todos los vecinos y vecinas que a sus 83 años la siguen llamando “la señorita Haydee” con muchísimo respeto y también con cariño, de ese que se le tiene la maestra del primario que dejó una huella en la vida escolar. La vida de María Hilda Haydee Moreno está marcada por la absoluta dedicación a la docencia, su compromiso con la educación, la desaparición de su hija Vivi en manos de la dictadura militar y la posterior búsqueda de justicia. Desde sus 7 años hasta el presente la señorita Haydee vive en Las Tortugas, la mayor parte del tiempo en la calle Julián Barraquero por lo que conoce la zona como la palma de su mano: “el barrio ha cambiado pero no mucho, esta calle está hormigonada no hace mucho tiempo, antes hicieron las acequias. Ahora los chicos siguen jugando en la calle como antes” afirma. Hizo la primaria en la Escuela Burgoa, a los 13 años ya había finalizado el Liceo de Señoritas: “teníamos materias como labores manuales, un año hice un babero, porque había que bordar, me enseñaban a hacer el
  • 20. 38 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 39 festón1 , cosa que ahora las chicas no saben hacer” recuerda Haydee de su experiencia en ese liceo. Continuó sus estudios en la Escuela Normal y a los 16 años ya estaba graduada como maestra. Su primer trabajo fue en una escuela rural del departamento de San Rafael, en la localidad de Villa Atuel, donde se fue a vivir a la casa de unos tíos, viajaba todos los días gran cantidad de kilómetros para llegar a dar clases, luego trabajó en Tunuyán. Con el tiempo logró el traslado a Godoy Cruz y en 1951 ingresó a la Escuela Burgoa donde ejerció la mayor parte de su carrera docente. En 1974 asumió como Vicedirectora, año en que se cumplió el centenario de ese establecimiento. A los 22 años se casó, tuvo a su hija Virginia y luego a Carlos, quedó viuda muy tempranamente. Esta maestra fue reconocida por el Municipio de Godoy Cruz como Mujer Notable en el año 2009 por su labor docente y comunitario, escribió un libro que aún no ha publicado donde cuenta sus diversas experiencias en tantos de años dedicados a la educación: “el libro trata un poco de la vida mía y del vivir de la gente de acá. Yo tuve un alumno que vivía en el carril Cervantes, el padre era policía y la mamá trabajaba en el servicio doméstico, vivían en una casa precaria y eran muy rebeldes los chicos, yo era su maestra, la madre le pegaba mucho, y un día vino con un corte en la cabeza y le corría la sangre, fui a la dirección y le dije a la directora te dejo el grado porque tengo un niño sangrando, lo voy a llevar al Hospital del Carmen , tomé un taxi y lo llevé. Cosas como esa son las que cuento en el libro: anécdotas de la escuela, la labor de maestro, una labor comprometida totalmente” dice Haydee con pleno orgullo de su profesión. También participó de la Unión Vecinal Benegas de la que fue presidenta, las vecinas reconocen su labor en este espacio y cuentan con cariño todo lo que hizo Haydee para que la unión creciera. Una persona conocida, reconocida y querida por toda la comunidad, que a pesar de sus problemas de salud y de las tristezas que ha 1 Tipo de bordado con puntillas que se usaba para decorar cortinas o manteles Haydee Moreno, mujer notable de Godoy Cruz historia en presente debido sobrellevar sigue apostando a la vida. Virginia Adela Suárez era estudiante de la Escuela Superior de Periodismo, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) , trabajaba como maestra en la Escuela Serú y colaboraba con el Padre Llorens2 en el trabajo comunitario del barrio San Marín. Su madre relata con dolor la noche de su secuestro: “el 13 de mayo de 1976 sentí unos golpes impresionantes en la puerta, la puerta era de cedro y sin embargo la partieron, a las 3 de la mañana, yo estaba con mi papá en ese tiempo que era viejito y los dos niños porque mi marido ya había muerto, rompieron la puerta pero entraron por el garaje, un camión lleno de oficiales, con armas largas, ithacas. No sabíamos que pasaba, ni qué iba a ocurrir. Unos fueron arriba del techo, otros al fondo, y otros vinieron acá, unos 3 ó 4 a la habitación de Vivi. A mi uno solo me agarró, me puso boca abajo, me vendaron los ojos y me decía “no se mueva”. Había un armario donde yo tenía todas las cosas de la escuela que lo tiraron al piso, la ropa del ropero al piso. Duró 15 minutos todo, y se llevaron a Vivi, era Virginia Adela pero le decíamos Vivi, la llevaron por el garaje, con mi hijo no nos podíamos mover de la cama, sentía que ella decía “auxilio, auxilio”, pero a los vecinos que se asomaban los apuntaban, había uno del ejército en cada ventana de los vecinos. Después hubo un silencio, tardamos en levantarnos porque no sabíamos que pasaba, esperamos en silencio hasta que nos sacamos las vendas. A mi hijo lo hicieron acostar al lado mío y le pusieron la ithaca encima del cuerpo, yo me baje de la cama, me saqué la venda y vi que me habían tirado todo lo del ropero, todo lo de la escuela, un desastre, cuando fui a la pieza de mi hija no estaba. En ese momento no se podía pensar, no podía, con una cosa así no te trabajaba la mente. Nunca habíamos visto algo así” 2 El padre José María Llorens (1913-1984) fue un sacerdote de la orden jesuita que llevó adelante una obra conocida como “Opción por los pobres” por medio de la cual se transformó un basural del Barrio San Martín en un conjunto de viviendas para la gente en condiciones de extrema pobreza, entre otras obras que realizó por la mejora de las condiciones de vida de la población con menos recursos. FUENTE: www.edicioncuyo.com La casa de la señorita Haydee en calle Barraquero
  • 21. 40 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 41 Claro que a partir de un episodio como este, la vida de esta familia cambió por completo y para siempre. Al principio reinó la desolación, la sensación de no entender nada y por supuesto el miedo. Haydee ni siquiera abría la puerta a amigos o amigas de Vivi por temor a que les sucediera algo por el solo hecho de verlos con ella. Luego se enteraron de otras familias que estaban en la misma situación y comenzaron a buscar explicaciones, a presentar denuncias en diversos organismos, a pedir habeas corpus. “Mi hermana era zurda y era un bocho, abanderada por el Magisterio, después entró a ciencias económicas, como vio que iban todos en auto y era otra forma de vida, decidió ir a periodismo, esa era la capacidad que tenía. Era una persona inteligente, tenía mucho corazón, se sabía desenvolver y veía con futuro como hacer progresar al país y a la juventud, aparte de estar en periodismo ayudaba al Padre Llorens a enseñar a leer y escribir a los jóvenes que no tenían dinero” recuerda su hermano menor, Carlos. La desaparición de Vivi vino aparejada con persecuciones, amenazas e intimidaciones de todo tipo a su familia, aun así la señorita Haydee no bajó los brazos, ella no conocía nada de la actividad política de su hija, fue descubriéndola después a medida que transitaba su búsqueda. Hasta el día de hoy la familia de Virginia desconoce que sucedió con ella luego de su detención, todavía se encuentran en el largo y penoso camino de la búsqueda de justicia, a la espera de un juicio que pueda darles un poco de paz. “Hay cosas que la mente borra y otras que te las marca a fuego” concluye la señorita Haydee. La señorita Haydee junto a la foto de su hija historia en presente La escuela con nombre de mujer La Escuela Petrona Guiñazú de Burgoa, actualmente ubicada en calle Los Horneros y Hermite, fue fundada el 1 de mayo de 1874 bajo el nombre Escuela Número 5 de San Vicente. Inicialmente sólo admitía alumnos varones. En 1877 la escuela permitió el ingreso de niñas aunque en turnos diferenciados, ellas concurrían de 7 a 11 de la mañana y los niños desde la 1 a las 5 de la tarde. Al año siguiente la escuela volvió a ser sólo para varones dados los “malos resultados” -según lo escrito en las actas que aún conserva el colegio- hasta que volvieron a ser admitidas en 1897, siempre en turnos alternados. Los archivos de la vida de Petrona son muy escasos, se sabe que nació en Godoy Cruz en la localidad de San Vicente, se graduó de maestra en la Escuela Normal en 1881 y desde allí dedicó su vida a la docencia en nivel primario. La escuela pasó a llevar su nombre en 1908, cuando ella ya había muerto. Petrona se casó con Darío Burgoa en el año 1892, de hecho la escuela es conocida por los vecinos y vecinas como Escuela Burgoa. El acta de su matrimonio, así como la de su fallecimiento, se encuentran en el Archivo Histórico de la provincia.
  • 22. 42 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 43 Falleció de salpingitis (tal como está escrito en su acta de defunción y se refiere a una inflamación de las trompas de Falopio) en 1899 cuando se encontraba en Buenos Aires perfeccionando sus estudios, sus restos fueron traídos a Mendoza en 1932 y actualmente se encuentran en el cementerio de Godoy Cruz. La ubicación En tantos años de funcionamiento la Escuela ha cambiado su edificio más de una vez, entre esas mudanzas hubo dos mujeres que donaron propiedades para su funcionamiento: en 1916 se trasladó a la calle Alem esquina Rawson, propiedad de la señora Juana viuda de Lima y luego, en 1923, a calle Javier Morales a la casa de la señora Josefa viuda de Masera (así figuran sus nombres en las actas de la escuela, sus apellidos se desconocen ya que fueron nombradas con el de sus maridos). Petrona Guiñazu En diciembre de 1980 Elvira Búcolo se mudó a su casa de calle Filippini a una cuadra de Cervantes, sus primeros recuerdos de esa experiencia son contados así: “me casé y me fui a vivir a la casa que construimos ahí, donde vivo actualmente, la construimos mientras estábamos de novios, la zona había sido loteada y yo le compro el último lote que vendía Don Luis y Don Rodolfo Filippini, los hijos del dueño de la bodega, en ese momento había solo una casa edificada en la cuadra, la de la familia Buono. Cuando llegué me costó adaptarme, la calle estaba sin asfaltar, no había cloaca, teníamos pozo séptico y no teníamos gas, me fui a vivir con gas de garrafa lo cual era todo un tema, también era todo un tema los días de lluvia, caminar por la calle llena de barro. Yo me sentía en el campo, al año pude pasar a los tubos de gas y después se hicieron las obras necesarias para gas natural y ahí nos sentimos en el paraíso. Lo otro que sufrí fue el tema de los negocios, porque tenía que llegar a la calle Cervantes y caminar hasta la esquina de Tierra del Fuego donde había un negocio muy conocido porque era el único, Don Miguel, tenía carnicería, almacén, verdulería”. Elvira es una persona muy importante y muy conocida para las y los habitantes de Mendoza ya que desde historia en presente
  • 23. 44 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 45 1989 dirige el Archivo Histórico de la Provincia que actualmente tiene su sede en calle Sargento Cabral y Belgrano de Ciudad, por ende sus conocimientos sobre la historia de nuestro territorio son enormes. “Me recibí de profesora y licenciada en Historia en el ‘78 en la Universidad Nacional de Cuyo, todo ese año lo dediqué a trabajar como maestra, agarré un reemplazo en la Escuela Fragata Sarmiento, fue una experiencia maravillosa. En el ‘79 ingresé al Archivo como administrativa, tenía 24 años, entré al escalón más bajo, para mí era toda una aventura. Dos años tuve el cargo de administrativa, pero hacia tareas profesionales, después me pasaron al tramo profesional, 10 años después de haber ingresado, en el ‘89, tomé la dirección”, dice resumiendo su carrera. Respecto del tipo de tareas que realiza la institución donde trabaja, lo describe del siguiente modo: “el Archivo lo que hace es guardar la memoria de la provincia, esa memoria consiste en manuscritos, en documentos originales, inéditos, que se usan para escribir la historia. La tarea es conservar esos documentos para que el investigador venga y los consulte. Por ejemplo, del departamento de Godoy Cruz hay documentos desde 1820 hasta 1900, originales, los documentos emitidos por la comuna. A mí me tocó procesar (lo que significa ordenar y hacer el resumen de cada uno de esos documentos) archivos de ese departamento, vi uno que hacía referencia al Molino del finado Olive, en la zona del puente había un molino. ¡Es apasionante!”. Elvira es una mujer amable, clara en su forma de expresarse, que trasmite gran sabiduría y un profundo amor por su trabajo con los registros del pasado: “me encanta, me apasiona, una hasta toma partido, se encariña con los personajes que va siguiendo a través de los documentos y hasta te da pena cuando ves que han fallecido” En todos estos años de procesar documentos muy antiguos, nunca encontró uno escrito por una mujer: “puede aparecer algo en los expedientes civiles o en los expedientes criminales donde se presentaban ante el Gobernador pidiendo justicia, algo así, no más” comenta. Hay algunos hechos del pasado que se pueden reconstruir con un nivel impresionante de detalle, pero también hay grandes silencios, dice esta vecina de calle Filippini. “No es justo para nosotras como mujeres que no se nombre a las mujeres, lo que pasa es que la historia fue escrita por hombres y supuestamente las acciones las hicieron los hombres, pero también habían mujeres que cumplieron papeles importantísimos. Tengo una recopilación de mujeres que se destacaron en la historia, como la esposa de Mariano Moreno por ejemplo, o Mariquita Sánchez de Thompson, Juana Azurduy, Macacha Güemes. Obviamente las mujeres cumplieron un papel muy importante que esta historia escrita por hombres no incluyó” considera Elvira. La directora del Archivo Histórico tiene 62 años, elige seguir trabajando simplemente porque ama lo que hace, y en buena hora ya que necesitamos de sus conocimientos para seguir escribiendo las páginas que le faltan a esos archivos y no es casual que la persona que desde hace 35 años custodia la memoria provincial sea una mujer. Elvira Búcolo, vecina de calle Filippini Elvira trabajando en el Archivo Histórico de Mendoza historia en presente
  • 24. 46 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 47 Por Gloria Pereyra de Garis1 No me resulta difícil traer a la memoria los recuerdos del barrio de mi infancia, vienen a mí, los sonidos, los colores, olores, personas y personajes de aquella época. El día comenzaba con el repiqueteo de los cascos del caballo del panadero, traían el pan del día, bajaba con su canasto lleno e iba de puerta en puerta. Al rato llegaba el lechero, su llegada era anticipada por el sonido de los cencerros, los vecinos salían de sus casas con lecheras, cacerolas y recibían la leche recién ordeñada. En el trascurso del día los distintos vendedores llegaban para traer sus productos, el jarillero con sus paquetes de jarilla para las vecinas que horneaban el pan, el carbonero con su piel teñida por el polvo del carbón. A las once y quince llegaba Don Cardozo, con las achuras recién sacadas del matadero. El repartidor de diarios no 1 Vecina de calle Catamarca historia en presente sólo traía diarios, sino también la revista El Tony, Billiken, y otras que algún vecino me prestaba después de leerlas. En las tardes, las calles se llenaban de los chicos jugando al trompo, las niñas jugábamos al “patrón de la vereda”2 y los más grandes sacaban sus sillas y se ponían a conversar. Recuerdo con añoranza el sonido del agua corriendo por las acequias y al tomero con sus botas largas y sus baldes con cadenas, regando todas las calles. Son muchos y bellos recuerdos de mi Villa Clementina, de la niñez y la adolescencia. Ahora que ha pasado el tiempo y que todo ha cambiado, sigue siendo un lindo barrio. 2 El “patrón de la vereda” es un juego infantil donde un/a participante es el patrón/a de la vereda y se coloca en el centro. Los demás se colocan en los límites de la vereda y deben tratar de pasar de un lado al otro sin ser apresados por el patrón/a. En caso de apresar a alguien éste pasa a ser el patrón/a de la vereda.
  • 26. 51VECINAS TRABAJANDO La participación de las mujeres en las uniones vecinales de Godoy Cruz es masiva, sobre todo en la franja etaria de las jubiladas que se organizan para realizar todo tipo de actividades. Con un marcado liderazgo, son ellas las que están conduciendo un proceso de cambios muy significativos en el interior de su comunidad. Solidarias, trabajadoras, comprometidas, son algunas de las características que las identifican. Nélida Arancibia y Ester Castro presiden uniones vecinales de Las Tortugas cuyas historias comprueban lo dicho. Unión Vecinal Leandro Alem A los 75 años Nélida está al frente de esta organización y activa como nunca. Desde niña vivió en Godoy Cruz, aunque varios años de su juventud los pasó en Buenos Aires. La vida familiar de Nely fue muy complicada, su mamá se separó de su papá cuando ella tenía 11 años, su hermana Ninfa Etelvina quedó discapacitada a los 5 años necesitando permanentes cuidados y asistencia y su otra hermana, Catalina, se suicidó en el año ‘96. “Yo
  • 27. 52 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 53 desde chica me crié pensando que yo tenía que ayudar a mi mamá, me armé una vida sin ilusiones de nada, hasta para vestirme o calzarme, porque si yo me compraba una cosa pensaba en mi hermana que no podía caminar” dice. La complejidad de la situación familiar y las necesidades económicas hicieron que Nélida trabajara desde muy pequeña: en un secadero de frutas, en una fábrica textil, en la venta de carne, en una cantina, haciendo pastelitos, cosiendo ropa, a lo que se sumaban las tareas domésticas en un contexto de gran precariedad: “cuando tenía 7 u 8 años salía a hacer los mandados porque mi mamá se quedaba con mi hermana, en ese momento había que buscar agua a cuatro o cinco cuadras, el agua corriente no estaba en todas casas, entonces yo iba con unas latitas de aceite y la traía” De todos esos trabajos, el que la hizo ser una persona conocida en la comunidad Nélida Arancibia, presidenta de la U.V. Alem del barrio Villa Clementina fue el almacén que instaló en su casa por más de 20 años y que recién cerró en el 2007. En medio de tantas ocupaciones, tuvo sus dos hijos, enfrentó un divorcio muy violento y jamás abandonó el cuidado de su hermana y su madre. En el 2012, la unión vecinal estaba en riesgo de perder su personería jurídica: “un día nos reunimos como 32 personas para elegir la nueva comisión, el 16 de diciembre de 2012, se votó en la calle porque no teníamos ni lugar para estar. Faltaba alguien que quisiera ser presidente, vice y secretario, nadie quería, todos se ofrecían para vocales o cobrador. Es la primera vez que yo iba a una reunión de esas, porque cuando tenía el negocio no tenía tiempo. Empezaron a nombrarme a mí, 20 años con negocio me conocen todos, no tengo problemas con nadie. Yo no sabía nada, no me lo esperaba, no sabía que había qué hacer, nunca había estado en una unión vecinal, pero todo se aprende”. A partir de esta designación, la vida de Nélida cambió totalmente, tanto que el comedor de su casa de calle Catamarca 1380 se convirtió en el lugar de reunión de la unión: “es como que he nacido de nuevo, esto que estoy viviendo no me lo imaginé nunca, eso de ir y preocuparse por una cosa, hay que hacer nota para acá, nota para allá, hay que ir, hay que estar. Una vida nueva. Yo nunca pensé que podía saludar al intendente como si fuéramos amigos”, cuenta con gran emoción. La Unión Leandro Alem brinda talleres de pintura en tela y artesanía, organiza eventos para recaudar fondos y así ir comprando materiales para seguir brindado propuestas, la principal dificultad que tiene es el espacio físico, que es pequeño y no le permite desarrollar mayor diversidad de actividades, sin embargo sus integrantes se las han arreglado para mantener una gran cantidad de tareas para el mejoramiento de la comunidad. Nélida es un claro ejemplo de que con trabajo, voluntad y por supuesto la cooperación de los vecinos y vecinas se pueden lograr cambios: “a veces la gente se queja pero yo les digo que no sean mala onda, que tienen que tener fe, que uno mismo a veces retrasa las cosas con su pensamiento” concluye. Unión Vecinal Gobernador Benegas Desde el 2009, la señora Ester Castro preside esta unión cuya sede se encuentra en calle Salvador María del Carril 1872. “Para mí significa mucho esto, lo quiero y lo mezquino como si fuera mi propia casa” dice esta vecina de la calle Martínez de Rosas, que a sus 69 años está experimentando una nueva forma de vida signada por el compromiso y la responsabilidad de conducir acciones que involucran a más de 200 personas. Es la tercera presidenta mujer, antes desempeñaron esta función Haydee Moreno- la señorita- y Carmen Zalazar. Al igual que Nélida, ella tampoco tenía experiencia en la participación de actividades vecinales, sin embargo, La casa de Nélida en calle Catamarca que funciona como sede de la Unión Vecinal Nélida junto a integrantes de la unión que preside VECINAS TRABAJANDO
  • 28. 54 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 55 como dice el dicho popular: querer es poder. Al respecto Ester comenta: “fui siempre ama de casa, me acostumbré, me casé muy joven, a los 15 años tuve mi hija mayor, a los 18 años ya tenía 3 hijos, así que toda una vida dentro de la casa. Tampoco se acostumbraba que la mujer trabajara, años atrás se empezó a usar que la mujer trabaje para ayudar a su marido, antes no. Cuando la presidenta anterior me propuso que yo continuara me costó un poco, como no había estado nunca en nada, más de ir a una reunión de mis hijos en la escuela o participar en una fiesta, pero bueno… tengo el apoyo de mi familia que me ayuda mucho y a la gente le gusta esto como está, como se ve, como estamos caminando, entonces te sentís más fortalecida”. Ese apoyo al que Ester hace referencia se ve claramente en su hija Graciela que la ayuda y la acompaña en todo, está siempre atenta a las necesidades y responde con amabilidad a todos los requerimientos, una mujer fundamental para este grupo. En el mismo espacio físico funciona también una dependencia de la obra social OSEP, que brinda los servicios de odontología, ginecología y pediatría, se trata de una prestación muy valorada por los socios y socias de esta unión vecinal que concurren todos los días. También funciona allí el centro de jubilados y jubiladas “29 de enero”. Folclore, gimnasia, yoga son las actividades que convocan a muchísimas mujeres que se acercan a participar, se Ester y Graciela, coordinadoras de la unión vecinal Benegas Ester Castro, presidenta de la unión vecinal Benegas destaca también el trabajo solidario del grupo de abuelas tejedoras que se encargan de recolectar lanas, hilos y otros materiales para elaborar ropa que se dona a salitas maternales cercanas u hospitales públicos. De todos los eventos que realiza esta unión los más importantes son: 25 de mayo, 9 de julio, día de las madres, día de los niños y niñas. Uno de los hechos más típicos es la elección de la reina del día de las madres y de la institución: “cuando se festeja el día de la madre elegimos a quien vamos a coronar, se hace en la calle una cena a la canasta, se llena de gente. Comentamos con las otras personas que vienen quien puede ser y así vamos viendo, después vamos a votación levantando la mano. Para la que sale elegida es algo muy importante, se siente halagada, le regalamos flores. Se elige la reina del día de la madre y de la unión vecinal, y después se las corona a las dos juntas, la elección es en octubre y la coronación en diciembre ¡Que linda fiesta se arma!, bailamos hasta tarde. Este año la reina entrante compró helados para todos, tiene 87 años, es impresionante la memoria que tiene, cómo teje, cómo borda, se llama Delia Godoy” relata Ester con muchísimo cariño hacia esta reina. Así es como este espacio de participación- cuyas caras visibles son Ester y Graciela pero que representan el trabajo de toda una comunidad con ganas de divertirse, crecer y fortalecerse- está en permanente actividad, creatividad y productividad. Grupo de mujeres participando de los talleres de unión vecinal, en calle Salvador Maria del Carril Elección de la reina del día de la madre y de la uninón vecinal VECINAS TRABAJANDO
  • 29. 56 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 57 EXPERIENCIA COMPARTIDA: reunión de mujeres de la tercera edad En la unión Benegas se realizaron una serie de convocatorias en el mes de abril del 2014 a las que se acercaron muchísimas mujeres a traer su historia, una de las primeras reuniones fue con mujeres de la tercera edad, cuyos nombres y edades son: Arminda Páez (82), Josefa Girlando (78), Delia Godoy de Zacca (87), Zulema Molina de Pallero (88), Isabel Yonzo (87), Ester Castro (69), Graciela Zeballes (55) y Haydee Moreno (82). La mayoría de ellas se acercó a la unión luego de quedarse viudas, en búsqueda de compañía y amistad. Josefa y Arminda son cuñadas, llegaron de Italia en los años ‘50 y ‘52 respectivamente, a la primera impresión que tuvieron de esta zona que se convertía en su nuevo hogar Josefa la expresa así: “la calle era un barrial, no había micro, no había agua, no había luz. Era pura tierra, un desierto”. Arminda en ese entonces tenía 18 años, había hecho la primaria y dos años de secundaria, cuando llegó a nuestro país su marido no quiso que continuara los estudios, a ella le hubiera encantado estudiar idiomas. Delia Godoy llegó a Las Tortugas cuando se casó, en el año ‘47, estableciéndose en calle Roca. “Yo iba a la lechería de calle Rawson a tomar leche todos los días, un vaso de leche grandote que se compraba, era como ir a tomar una copa”, recuerda la reina de la unión vecinal. Zulema vive en Julián Barraquero 923 y contó la experiencia de los partos en su casa, en una época donde esto era lo habitual. Isabel tuvo su peluquería en la calle Alem por más de 70 años, fue quien aportó la historia que explica el nombre del distrito contada al inicio de este libro, llena de orgullo y en voz muy alta dice: “yo todavía no me caso porque nunca me dejé gobernar, solterita hasta la muerte” Por último, participó de esta reunión Haydee Moreno, maestra de la Escuela Burgoa, cuya historia aparece también en el primer capítulo. Entre todos los temas que se hablaron en este maravilloso encuentro, uno de los que tuvo mayor riqueza fue lo que estas mujeres compartieron sobre el conocimiento del cuerpo al que tenían acceso en su juventud y cómo eso se ha transformado. Si bien en las casas no se hablaba de sexualidad, se las arreglaron para pasarse saberes y experiencias en voz baja y en absoluta confidencialidad con sus abuelas, madres, hermanas, cuñadas, primas, de manera que pudieran prevenir embarazos no deseados o conocer las etapas de la gestación y cómo proceder al momento del parto, por ejemplo. Estas señoras se casaron entre los 15 y los 22 años, llegar a la tan auspiciada noche de bodas no siempre era un momento placentero, ya que en algunos casos las dominaba el miedo y el desconocimiento, la sensación de no saber qué va a pasar. Respecto de los métodos anticonceptivos, el conocimiento era muy escaso: “Las mamás tampoco sabían, porque yo pienso que si las mamás hubieran sabido nos hubieran explicado muchas cosas. Más que nada siempre las que asesoraban en eso eran las abuelas” dice la señorita Haydee. “Mi mamá cuando teníamos 10-12 años nos llevó al médico y que él nos explicara y nos revisara, un varón, no habían mujeres médicas, sólo parteras” agrega Isabel. En caso de un embarazo no deseado “te la tenias que aguantar” dicen, y recuerdan lo sucedido con una vecina que se realizó un aborto y murió por la infección que esto le provocó. Muchas de ellas ni siquiera tuvieron conocimiento sobre la menstruación, por lo que cuando llegó el momento pensaron que estaban enfermas o que algo muy grave sucedía: “los días que la mujer menstruaba no se podían enterar los hermanos varones, hasta de grandes no se podía decir nada delante de los varones, no podías ni decir “cáncer de ovarios”, a las mujeres las controlaba mucho la madre, les controlaba la fecha en que menstruaban y la marcaban en un almanaque”, explica Isabel. “Las madres te enseñaban cómo hacer, porque no había apósitos, se fabricaban con retacitos de la tela de sábana y algodón, y te decían que al pequeño síntoma lo tenías que usar, había que tenerlo, las madres te enseñaban a tener precauciones” añade Haydee. Una de ellas dice “mi hermano ni siquiera me ha visto en combinación” haciendo referencia al nivel VECINAS TRABAJANDO
  • 30. 58 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 59 de prohibición que existía en estos temas, a partir de allí todas comentan que siguen llevando esta prenda femenina, hoy en desuso y casi sin comercialización, “si no me pongo la combinación no puedo salir, me parece que todos me van a mirar las piernas”, “a mí las piernas además de mi marido no me las ha visto nadie, por eso llevo combinación”, son algunos de los comentarios que se escuchan. Estos saberes son fundamentales para las nuevas generaciones, porque muestran que el acceso a la información y a métodos anticonceptivos también es un derecho conquistado por las mujeres que pelearon por tener una vida sexual plena y el control de la natalidad. También queda expuesta la profunda solidaridad entre mujeres que lo poco que sabían lo compartían- en secreto, con timidez o como estuviera a su alcance- siempre tratando de ayudar a la otra, tejiendo redes de confianza y apoyo. Finalmente cabe destacar que el hecho de que estas señoras se hayan animado a hablar en público de temas que fueron un tabú durante casi toda su vida, es un acto revolucionario que las más jóvenes celebramos con mucha alegría. VECINAS TRABAJANDO Vecina de calle Baigorria al 427, Adela Beatriz Quiroga, se define como la primera mujer notificadora que tuvo el municipio. Todo comenzó cuando a los 18 años, mientras estudiaba Ciencias Naturales, su padre fue despedido de la bodega donde trabajaba, por lo que no pudo seguir pagando esos estudios y Adela debió salir a la búsqueda de un empleo. “Lo primero que se me ocurrió fue ir a ver al intendente y hablar con él, en esa época al municipio se entraba por concurso, me llamaron a rendir y entré, rendías dactilografía, tenías que saber escribir bien, con buena ortografía. A la mayoría de las jóvenes que entramos nos mandaron a Catastro, así que éramos todo un núcleo de jovencitas, esto sucedió a comienzos de los ‘80”. En el año 2000 Adela fue trasladada al sector de Notificaciones: “en esa época no había mujeres en esa dependencia, entramos dos: Claudia Mercado (quien actualmente es jefa del sector) y yo, hace como 14 años atrás. En notificaciones eran todos hombres, la única mujer que había era la secretaria, Victoria Sosa. El trabajo consiste en sacar los expedientes, notificar a la gente, llevar todos los papeles de importancia, por ejemplo los expedientes jurídicos que van a Casa de Gobierno, los que van al Palacio Judicial, notificar multas
  • 31. 60 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 61 o emplazamientos, ir a los juzgados, a los consulados. En general no querían que la mujer saliera, querían todas adentro y quietitas, así que fui la primera” cuenta. Entre los argumentos que se le daban para explicar la ausencia de personal femenino en este sector estaba la idea de que salir a la calle representaba un peligro para cualquier mujer, podía ser asaltada o maltratada y por eso las preferían puertas adentro. Como es de imaginarse quienes recibían las notificaciones de manos de una mujer se sorprendían bastante: “al principio la gente se sorprendía, yo tenía que llevar un papel que decía que la municipalidad me avalaba a hacer el trabajo de notificadora, en la casa de Gobierno era así, eso a los hombres no se lo pedían. Era otro tipo de sociedad, las mujeres nos fuimos abriendo camino”. Adela también fue parte de una experiencia muy importante en lo que respecta a la participación política de las mujeres, tanto a nivel provincial como nacional, que fue la denominada Multipartidaria1 , una organización de mujeres de diferentes partidos políticos que se propusieron luchar por los derechos del género femenino a pesar de las diferencias partidarias. “Dijimos: si nos juntamos todas las mujeres de todos los partidos entre todas vamos a lograr algo. Fue una época hermosa, íbamos a todos lados juntas, a principios de los 90. En la política eran todos hombres se necesitaban más mujeres y por eso peleamos por el cumplimiento del cupo femenino2 , era una cosa de pelearse todo el día para que te dejaran actuar, para que te dejaran hacer algo, para que las comisiones aceptaran proyectos y esos proyectos salieran”. Adela fue parte de esta experiencia 1 Un grupo de mujeres del Partido Radical y Justicialista constituyeron el 19 de junio de 1992 la Primera Multipartidaria de Mujeres Políticas de la Argentina. Esta multipartidaria estuvo conformada por tres presidentas: Margarita Malharro de Torres por el Partido Radical, Argentina Rodríguez Flores por el Partido Justicialista y Cristina Gentile por el Demócrata. 2 La Ley 24.012 de Cupo Femenino Nacional fue sancionada en 1991. Establece que las mujeres deben ocupar como mínimo el treinta por ciento (30%) de la lista en lugares con posibilidad de resultar electas. La Ley Nº 5.888 de Cupo Femenino de la provincia fue sancionada el 6 de agosto de 1992, ambas tienen el fin de garantizar la igualdad de género y ampliar el espacio de decisión política, promoviendo la participación efectiva de las mujeres en las listas de candidatos a cargos electivos. Fuente: FONTEMACHI, Pamela: “Presencia femenina en los cargos electivos de los partidos políticos Justicialista y Unión Cívica Radical de la provincia de Mendoza entre los años 1983-2003”, 2014. Adela Quiroga como afiliada al Partido Justicialista. ”Estabamuycerradotodo,sivosqueríashacer un congreso de mujeres no se podía. Cuando empezó la democracia no había muchas mujeres participando, incluso ahora no hay una mujer que se haya sido intendenta”. Entre otras demandas de esta organización Adelarecuerda:“seluchabamuchoporeltema de que hubieran guarderías en los lugares donde trabajaban mujeres, especialmente en los municipios, las casas de comercio, todavía no llegamos a eso”. Respecto de su vida barrial, Adela recuerda con mucho cariño su niñez y juventud: “este barrio era muy tranquilo, jugábamos tranquilos en la calle, nos íbamos todos en patota a la escuela y volvíamos todos juntos, era otra vida, donde los vecinos se conocían todos, cuando había una fiesta familiar se reunían todos”. Ella era guía dentro de la agrupación infantil scouts y participaba en todas las reuniones para conseguir mejoras en el barrio, además de su militancia en el justicialismo. Esta vecina cuenta que estas costumbres se vieron interrumpidas durante los años de la dictadura militar y luego no pudieron retomarse de la misma manera ya que muchos vínculos se habían roto y el miedo reinaba, sobre todo después de la desaparición de Vivi, la hija de la señorita Haydee y de su prima Laura Terrera (docente detenida desaparecida en 1977 en la terminal de ómnibus que al momento de su secuestro estaba con su niña de 8 meses, quien hoy es la nieta recuperada número 87). “Yo creo que a nosotros nos salvó el hecho de estar dentro de la iglesia en los scouts, a nosotros nos vigilaban, inclusive cuando íbamos a la facultad nos escapábamos. Cuando empezamos a averiguar por lo de Vivi a ver si la podíamos encontrar me dijeron que yo también estaba dentro de la lista. Yo estudiaba en la facultad de ciencias naturales, y mi mejor amiga, con la que siempre estudiábamos juntas era hija de un militar, entonces eso les ponía un freno. Teníamos libros que tuvimos que enterrar, nos dijeron que todo lo que fuera de filosofía Adela y Noemí, vecinas y amigas VECINAS TRABAJANDO
  • 32. 62 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 63 o algo así lo teníamos que esconder. Cuando se la llevan a Vivi empezamos a preguntarle a policías, que por supuesto no decían nada. Nunca se supo nada. Los padres de nosotros trataban de que no nos metiéramos, así que durante la época militar prácticamente no nos juntábamos. Después de la dictadura se armaron grupitos donde era más selecta la cosa, no era tan amplio. Antes de todo esto, nos juntábamos y nos íbamos a una casa, a bailar, caminando por la calle, no teníamos problema” Una mujer que siempre luchó por ampliar los espacios de participación, por la educación, por las mejorar en la vida cotidiana, siempre le gustó la política y logró crecer en su vida laboral abriendo un camino para otras mujeres con el objetivo de conquistar más y más derechos para todas. Delia Noemí Martínez es una vecina de calle José Hernández cuya historia es representativa de una Argentina que ya no está, esa donde se tenía un solo trabajo toda la vida. Delia ingresó a una fábrica de conservas que inicialmente estaba en calle Perito Moreno, a los 12 años, “poniendo tarritos”, es decir, alimentando la línea de envase y allí mismo se jubiló. “Entré a esta fábrica en el 63, en ese año necesitábamos un permiso del gobierno, nos otorgaba una libreta que era un permiso de trabajo para menores de edad, tenías que aportar lo que te sacan para la jubilación y lo ponían en una caja de ahorro, cuando cumplí los 18 años me lo dieron. Comencé como obrera y después pasé a ser administrativa de fábrica, o sea, lo que es control de stock, la pesada de productos, el ingreso de materia a la balanza, etc. La gran mayoría de las trabajadoras eran mujeres, siempre fuimos bien tratadas.” El trabajo de Noemí iniciaba a las 4 de la madrugada, hora a la que se levantaba para ir a tomar el micro y a las 6 comenzaba su jornada laboral de 8hs. Habitualmente tenían un delegado que se encargaba de hacer llegar las demandas de trabajadores y trabajadoras a los superiores, sin embargo en la mayor crisis que tuvieron VECINAS TRABAJANDO
  • 33. 64 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 65 que enfrentar el personal tomó la iniciativa: “en lo más duro que nos tocó, en el 2001, nos manejamos nosotros solos, tomamos la fábrica por 2 meses y a raíz de eso se fue el dueño. El problema era que no nos pagaban, nos daban el pago en mercadería y teníamos que salir a venderla a costa de que nos miraban con mala cara, porque pensaban que la habíamos robado. Así vivíamos, no aguantábamos más. Dijimos: acá cerramos. En los efectivos es donde había más cantidad de hombres, las efectivas éramos 3 ó 4, los demás todos varones. Con esa medida de fuerza se logró echar un patrón y gracias a eso pudo entrar el otro patrón. Éramos 14-15 personas los que hicimos todos. Logramos que el nuevo patrón nos considerara la antigüedad, esos papeles nos sirvieron hasta que nos hemos podido jubilar y le sirvió a la gente que seguía atrás nuestro”. Entre tanto trabajo, Noemí no tuvo tiempo de hacer vida social en su adolescencia, pero además otro factor dificultaba esto “yo tenía un sargento que era mi mamá que no me dejaba hacer nada”, recuerda. Aunque tiene una excelente relación con las vecinas, lo que más disfruta ahora que está jubilada es poder estar en su casa: “no quiero salir, me encanta estar en mi casa, yo no disfruté nunca eso, nunca disfruté una mediatarde, por ejemplo. Ahora desayuno tranquila, almuerzo, me gusta mi casa”, dice esta vecina dejando este importante testimonio de lucha obrera en un momento tan complejo para nuestro país. Noemí Martinez A los 77, años la señora Olga Salomón trabaja en el consultorio odontológico de su hija Gabriela administrando la relación con las obras sociales: “me gusta trabajar, no estoy cansada” dice en una frase que la representa muy bien, porque toda la vida la dedicó a trabajar por el bienestar de su familia y porque refleja su personalidad inquieta y creativa. Desde los 5 años vive en esta zona, en calle Saavedra: “yo he nacido en ese lugar, que eran viñas primero de Salcedo y después de los Filippini; siempre fue un barrio muy lindo. Con Coca, la vecina de enfrente, cuando éramos chicas -la calle estaba cerrada entonces- con tablas nos hacíamos como serruchos, como unas paletitas, los domingos, los sábados jugábamos a las paletitas” recuerda. En el barrio la conocen por el apellido de su marido, Sastrón, “me casé con un vecino, mi marido se llamaba Pascual Ricardo Sastrón, él era7 años mayor que yo, pero a mí no me gustaban los chicos de mi edad. Fue tanto tiempo de mi vida con mi marido que todo el mundo me conoce por Sastrón” Desde su juventud, Olga no ha parado de estar en actividad: “soy Perito Mercantil del Martin Zapata, de la VECINAS TRABAJANDO
  • 34. 66 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 67 promoción ‘57, de los tiempos que cuando uno era perito Mercantil era contador, trabajé en un estudio contable frente a la Plaza España desde los 17 años hasta que me casé”. Una vez casada y ya habiendo tenido a sus tres hijas y a su hijo esta mujer quería buscar alguna manera de tener su independencia económica, su marido trabajaba y ella quería hacer lo mismo cosa que no era fácil porque entrelamaternidadylastareasdomésticasno quedaba mucho tiempo disponible. “Empecé a trabajar por mi cuenta, fui quinielera, levantaba quiniela entre los vecinos, iba casa por casa preguntando qué número querían jugar. Me levantaba ordenaba todo, empezaba a preparar la comida, luego venia mi suegra y se quedaba con los chicos y yo me iba porque la lotería sorteaba a la mañana, no había a la noche” Con el dinero que juntó puso una librería en su casa, también vendía ropa y se dedicó a la fotografía de sociales: “también me dediqué a la fotografía de eventos, sacaba en las escuelas, hice un curso, me compré la cámara, hacía fotos carnet, iba a las casas con un telón de fondo y le hacía a la gente, me iba muy bien porque la gente es cómoda, no quiere salir”. Finalmente cuando su hija se recibió de odontóloga, armaron el consultorio en su casa y desde hace 21 años trabaja con ella. Entre todas estas actividades, Olga encontró tiempo y energía para la participación vecinal: “Fui muchos años presidenta de la Unión Vecinal Barrio EDILCO, trabajé para tener el gas y el agua en el barrio, las calles asfaltadas, todo eso hicimos. Mi marido también participó”. En la esquina de su casa hay un mástil en reconocimiento a esta labor. Fue madre de Adriana, Laura, Andrés y Gabriela. Entre las distintas experiencias que compartió una de las más valiosas, porque muestra su faceta más luchadora, refiere a una situación de violencia obstétrica1 que vivió en 1 Violencia obstétrica es aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales (definición dada por la Ley de Protección Integral a las Mujeres 26.485) Olga junto al mástil que colocaron con la unión vecinal VECINAS TRABAJANDO su segundo parto, claro que en ese entonces no se usaba esta expresión. “A mi Laura me la sacaron con fórceps, la tironearon porque creían que estaba muerta, la metieron de vuelta, le lastimaron los brazos, pero la niñita era una avispada total. No quedó con discapacidad mental, pero sus brazos tienen una parálisis obstétrica que le llaman, los mueve pero con un poco de dificultad, escribe y todo, es asistente social. Nunca me voy a olvidar: estaba en la camilla porque tenía dolores pero no tenía fuerza, se puso de rodillas una enfermera- esa vieja debe estar en el infierno- se puso de rodillas en mi hombro y me empujaba la cabeza, la cabeza me la ponía en el ombligo, yo le dije “ bruja, no sos mujer”. Me quería morir, no me hicieron goteo, no me hicieron cesárea, nada. La Laura no salía, no salía, no sé cuánto tiempo estuvimos, ellos creían que se había muerto por eso la tironearon como viniera. Así como ella luchó en ese tiempo es ahora de luchadora” recuerda Olga con dolor y sobre todo con indignación. Este maltrato que recibieron tuvo largas consecuencias: “a los 9 meses a Laura le dio parálisis infantil, con vacunas y todo, tuvo una infancia complicada, todos los días al kinesiólogo. Afortunadamente su capacidad intelectual es impecable. Me costó recuperarme, porque tenía la Adriana que era chiquita, se llevan 14 meses, pero te tenés que superar. Después no quería tener chicos porque andaba como loca, el doctor que la atendía a la Laura, siempre me ponía de ejemplo, me decía: esta niña camina y anda por usted. Hizo conferencias y me llevaba a la Laura y a mí”. En esos momentos se habla y se denuncia la violencia obstétrica, las mujeres han aprendido a buscar ayuda y defender su autonomía a la hora del parto, pero no siempre fue así: “en mi época no se hablaba de violencia obstétrica, si se hubiera hablado le hubiera hecho un agujero. La plata vos trabajas y te la ganas pero la salud no. Las mujeres se callaban porque los hombres no querían perder ese reinado, las mujeres se callaban” Olga Sastrón en la esquina de su casa
  • 35. 68 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 69 Otro de los espacios donde participaron una gran cantidad de mujeres, fue esta iglesia ubicada en la esquina de Aristóbulo del Valle y Corrientes. Un grupo de vecinas contó cómo fueron esos inicios: “en 1970 se inaugura, o sea, se bendice la iglesia, el 6 de diciembre. Anteriormente se había puesto la piedra fundamental, cuando este terreno fue donado por la familia Filippini, se trabajó con los oblatos de María Inmaculada de Carrodilla con el padre Manuel Recalde que fue uno de los propulsores más grandes de la iglesia. En un primer momento, años ‘68-’69, todos los vecinos nos reuníamos donde está la fábrica de telgopor en la esquina de Aristóbulo del Valle y Alem, ahí habían unos galpones muy grandes que ya estaban casi en desuso, entonces como no sabían dónde hacer eventos ni misas, se hacían ahí. También, en un tiempo, las misas se hacían en la casa de la familia Abraham, en la esquina de Corrientes y Castroman, una familia que colaboró muchísimo” cuenta la señora Margarita Alicia González de Lombardo. Una vez que tuvieron el terreno, se organizaron para la construcción de la iglesia, los vecinos se ofrecieron para trabajar en la obra y las vecinas organizaron eventos y venta de comidas para juntar fondos para la compra de Este valioso testimonio de Olga nos sirve para observar cómo las mujeres estamos en un permanente proceso de aprendizaje sobre nuestros derechos, sobre el modo en que éstos fueron y son vulnerados en estos casos por el personal médico. Si bien la terminología, violencia obstétrica, es de uso reciente, las mujeres han padecido desde siempre este trato deshumanizado. Afortunadamente, esta historia tuvo un final feliz porque Laura vive y trabaja con total normalidad, gracias a su lucha y a la de su madre. Hoy Olga es abuela de 3 nietas y 5 nietos, una mujer alegre que logró dejar atrás esta tristeza y convertirse en un ejemplo de superación personal. VECINAS TRABAJANDO
  • 36. 70 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 71 materiales. Poco a poco, fue tomando forma y hoy cuenta también con un salón aledaño, que fue conseguido con el mismo trabajo de la comunidad. En este lugar se han realizado multitudinarios bautismos y comuniones, pero uno de los momentos más especiales, donde participa una gran cantidad de gente es la misa del 24 de diciembre, para la cual se cortan las calles y se hace afuera un festejo y una procesión. Edith Cardone relata la historia de la mujer que le da nombre a esta institución: “era una chica jovencita, tenía 13 años en Italia en Siracusa, el padre la quiso casar, como que la vendió, ella no quería casarse, entonces este hombre, el que iba a ser su esposo le quemó los ojos” “La torturaron para que aceptara el casamiento, pero ella se dedicó al señor, desde ahí se convirtió en la protectora de la vista” agrega otra vecina, Rosalba de Fiuri. Desde que existe esta iglesia en Godoy Cruz, a todas las mujeres de la zona que se llaman Lucía se las considera madrinas de la institución, según cuenta Adela Ranaldi. El grupo de mujeres que aportó esta historia, pertenecen al movimiento de Acción Católica, continúan reuniéndose los días miércoles para leer y orar: “se hacen las lecturas, primero el Antiguo Testamento, es lo mismo que se hace en misa, después los salmos, luego la segunda lectura, por último el evangelio. A nosotras nos llega tanto porque ¡son tantas verdades!” comenta Margarita. “Es una hora y media de oración y reflexión, de estar con nosotras mismas, a mí me hace muy bien” aporta Edith. Pioneras en la edificación de un lugar tan importante para la zona, estas mujeres siguen defendiendo sus principios con la misma fortaleza de siempre, alentando la participación de la juventud en el espacio religioso. El grupo de Santa Lucía fotografía Por Nélida Arancibia1 Los datos recibidos son relatados por su nieta, la señora María Iris Grazzo Ayala, su abuela falleció en 1988, su edad era de 85 años. Mujer de carácter, ceño fruncido pero de gran corazón. Justa, bondadosa y luchadora por el bienestar, especialmente de los niños del barrio y la paz entre los vecinos, creyente católica. Vivía en la calle Santa Fe 1530, con su esposo; habían comprado un lote que lindaba con viñas, en Villa Clementina que era un barrio chico, la calle Catamarca era la arteria principal desde Barcala hasta Alem, había calles que la cruzaban con una cuadra de extensión hacia cada lado, todo alrededor eran viñas de la bodega Filippini. En la esquina de Catamarca y Santa Fe, la familia Nieto tenía un bar y los hombres del barrio se reunían para jugar a las bochas, el truco y tomaban algunas copas; los fines de semana algunos se pasaban de copas y se 1 Nélida Arancibia, de la Unión Vecinal Alem rastreó para este libro los datos de esta vecina del Barrio Villa Clementina. VECINAS TRABAJANDO
  • 37. 72 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 73 peleaban. Eleuteria se preocupaba porque el barrio no tenía paz, cada vez pasaban cosas más violentas entre los parroquianos enemistados, los niños se asustaban y las mujeres gritaban. Eleuteria pedía a Dios que no sucedieran estas cosas y hasta hizo una promesa para que reinara la paz. Prometió a la Virgen del Perpetuo Socorro que traería a su casa a la virgen y que pasaría tres días en cada casa del lugar, también que se dedicaría a enseñar a los chicos el catecismo y tomarían la primera comunión. Además, a aquellas parejas en concubinato ella las convencería para que se casaran, para ello visitaba hogares censando a los que querían casarse, al hacer esas visitas aprovechaba para saber qué niño o niña no tenía su vestido para la primera comunión. A las niñas les confeccionaba sus vestidos, muy sencillos, blancos y a los niños sus camisas blancas y sus moños para los brazos. Comuniones y casamientos se realizaban en la Iglesia Santa Lucía. Eleuteria junto con las señoras Hilda Jaime de Trilla, Rosaura de Fiuri, Elsa de Lufi y otras pidieron al señor Luis Filippini la donación del terreno en que ahora está construida la iglesia. Era verdaderamente una misionera con mucho amor al prójimo, en casa de esta señora y su esposo venían los niños, y no tan niños, a comer cuando en sus casas era poca la comida; este matrimonio tenía siempre la puerta abierta para el más necesitado. Un verdadero ejemplo de una argentina y un chileno dignos de perdurar en el recuerdo. María Iris Grazzo Ayala Digna nieta de Eleuteria, vive desde los 3 años de edad en el domicilio de su fallecida abuela. Persona de 59 años, humilde, generosa, desinteresada, inteligente, madre. En el barrio la conocen por su apodo Kelina o Keli, ella porta muchos genes de su abuela: está presente siempre que alguien la llame, especialmente cuando hay un perrito abandonado, o cuando un perro o un gato está lastimado, como ella trabajó mucho tiempo en una veterinaria tiene experiencia en el tema. Siempre está cuando la llaman, de día o de noche, cuando sea, con comprensión y amor. Doy fe porque ella cuidaba a mi hermana, 9 años cuidó a mi hermana, postrada desde los 5 añitos hasta los 79 y que falleció en enero de 2014. Se destaca por su amor al prójimo, si hay alguien que necesita tomarse la presión, ahí está ella, si hay alguien que necesita un nebulizador ella lo presta, no espera que se lo pidan, ella lo ofrece, está siempre atenta a las necesidades de los demás. VECINAS TRABAJANDO Sabe pintura en tela, teje crochet, trabaja en el cuidado de una pareja de ancianos y en el servicio doméstico medio día. Y si hay un cumpleaños siempre hay un regalito hecho por ella, le agrada que el otro esté contento, feliz. Cuida a sus nietos, ayuda a sus hijos, es luchadora, incansable a pesar de que tuvo un accidente y tiene placas y clavos en una pierna, no baja los brazos. Todos los vecinos de la calle Catamarca la admiran por su valentía, es viuda, tiene un hijo y una hija y cuatro nietos. Kelina es una persona admirable, se ha ganado el amor del vecindario, merecedora del cariño que recibe.
  • 38. ARTE, DEPORTE Y CULTURA
  • 39. 76 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 77arte, deporte y cultura Ubicado en calle Roca y Zizzias, el polideportivo nº 4 Julián Filippini se convirtió en un espacio para la integración de chicas y chicos de todas las edades y también para la participación de gran cantidad de mujeres de los barrios aledaños. Silvia Zabala, coordinadora de este centro deportivo, cuenta como se fue armando el club: “Cuando yo vine se habían inaugurado las nuevas instalaciones que eran el cierre perimetral y los baños, antes no había cierre, era todo viña. Después se hizo la licitación para la refacción de la cancha, hicimos toda una parte parquización a pulmón, entre un empleado que tenía un plan social y un grupo de mujeres de gimnasia aeróbica, compraron semillas para hacer un sector y lo otro lo hicieron todo con champas que se sacaron de las orillas de la calle. Hace 2 años hicimos la inauguración de la cancha de sintético, emprendimos el desafío de dar jockey, estaba una profesora dando en el poli de La Gloria y se le propuso. Había un tema: se suponía que este deporte era para ciertas clases sociales no más y emprendimos el desafío de hacerlo acá. Es mixto el grupo de jockey, prendió tanto, que el municipio decidió colocar una cancha de sintético, por la gran cantidad de chicos que asisten, actualmente tenemos cerca de 150 chicos entre niños, niñas y también están las Mami Jockey”. MAMI JOCKEY La profesora Viviana Cativa, una de las encargadas de llevar adelante esta iniciativa recuerda cómo fueron los inicios: “fue en el año 2010, a comienzos de marzo cuando organizamoslasactividadesdelaño,hablando con la profesora Celina Arrula surgió la idea de dar Mami Jockey porque muchas madres llevaban a sus hijos a jockey, se quedaban a esperarlos y comentaban que les gustaba el deporte, pero que no tenían dinero para ir a un club y que ya eran grandes. En ese momento yo estaba en el gimnasio, les comenté a mis alumnas y las invité a participar, ellas fueron las primeras, luego lo empecé a promocionar con las madres que llevaban a sus hijos a hacer deporte, de a poco se fueron animando a integrar el grupo, que en un principio era muy recreativo y como todas empezaban de cero se sentían seguras y les gustaba mucho, se divertían. De a poco fueron mejorando y se animaron a participar de un torneo lo cual las motivó a seguir”. Esta categoría existe de forma amateur en el jockey y pueden participar de ella jugadoras mayores de 30 años que no hayan jugado profesionalmente. De acuerdo con lo expresado por las iniciadoras, el objetivo principal de este grupo fue favorecer la integración social y la adquisición de una vida saludable, a través del juego y la práctica deportiva, en aquellas mujeres que se encuentran en mayor situación de desamparo y con dificultades para su inclusión sociocultural debido a su contexto familiar y socioeconómico. Otro parte importante fue lo relacionado con el cuidado del cuerpo en lo que se propusieron concientizar a las alumnas sobre la necesidad de practicar actividad física para una buena calidad de vida y despertar las ganas de jugar y competir sanamente. Como todo en todas las cosas nuevas, el camino no fue fácil: “al comienzo eran diez alumnas que no tenían palos ni camisetas pero fueron trabajando en conjunto, haciendo rifas, bingos, organizando torneos y así fueron de a El grupo de Mami’s Jockey
  • 40. 78 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 79 poco teniendo sus palos, bochas, camisetas, medias, etc. El grupo fue creciendo, hoy hay más de treinta alumnas, hace tres años que participan de la liga de Jockey de Godoy Cruz, está la categoría Juveniles de 18 años a 24, Intermedia de 25 años a 35, y mayores de 36 en adelante” agrega Viviana. Muchos sueños, muchas ganas de mejorar, de viajar, de afianzarse como equipo es lo que está en las aspiraciones de este grupo de mujeres. Su profe Viviana comenta: “me siento orgullosa de todo lo que han logrado y como ha crecido el grupo, veo un gran compromiso de parte de ellas, ya que para poder participar de la liga unieron fuerzas para hacer ventas de empanadas para comprar el equipo de arquera, y siguen haciendo cosas para mejorar. Ahora queremos ir a Córdoba a un torneo para conocer otros equipos y vivenciar algo diferente, conocer gente nueva. Para eso estamos organizando un torneo, ellas tienen un mini quiosco y cuando hay partido venden y así de apoco van juntando para el viaje”. Así es como las Mami Jockey son un claro ejemplo de la promoción de la solidaridad, la amistad y el espíritu emprendedor a través del deporte. El grupo de Mami’s Jockey El grupo de Mami’s Jockey arte, deporte y cultura En la esquina de calles Cervantes y Barraquero, se encuentra una de las viviendas más antiguas de la zona que llama la atención por su colorido y su estilo añejo, propiedad de la señora Josefina Tommasini. Preservando su estructura de adobe y su construcción original, este lugar ha sido transformado por un grupo de jóvenes en un centro cultural llamado La casita cultural, desde hace dos años aproximadamente. Esta casa tiene varios espacios utilizados para distintos fines productivos donde la autogestión es el objetivo colectivamente acordado, es decir, que se busca realizar una serie de actividades que permitan generar dinero para el alquiler y otros gastos y así poder seguir trabajando con autonomía. “Hay una parte productiva: están los chicos de la bodega que hacen vino, en la habitación de enfrente están los chicos que hacen diseño gráfico, el taller textil que recién empieza, las chicas que reciclan papel, también la cocina donde se hace comida vegetariana para llevar, entre todos los grupos aportamos por el espacio” cuenta Cecilia Pérez. También se organizan ferias, talleres y otros eventos para recaudar fondos. Una de las actividades más recientes a la que se han sumando muchas mujeres, no sólo de Godoy Cruz sino
  • 41. 80 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 81 también de Las Heras y Luján, es el taller de costura. Cecilia, una de sus integrantes comenta: “en el textil empezamos con la idea del reciclado, con ropa que teníamos con las chicas de la batucada, también habíamos armado una feria americana así que teníamos cualquier cantidad de ropa, cada una trae algo, así arrancamos con esto, con tela para reciclar. Había una de las chicas que la tenía re clara con la costura y nosotras queríamos aprender, también crear una conciencia con el reciclado y trabajar con lo que teníamos para no tener un costo, de ahí surgió el taller, de la necesidad de todas y de las ganas de aprender”. Desde esa óptica, las chicas están produciendo ropa de manera que les permita una fuente de ingreso autónoma y en el contexto de un grupo de amigas donde los saberes y los recursos se comparten. EL LENGUAJE DE LOS TAMBORES Otro de los proyectos con gran participación de mujeres, es la batucada de chicas, un tipo de agrupación cuyo origen se encuentra en las culturas africanas, centrada en los instrumentos de percusión: “el eje de la batucada son los tambores, tocamos música afrobrasileña, samba reggae, que es un ritmo que nace en Bahía (Brasil), no hay baile “, explica Rosario Castro, “Charo”, y agrega: “es hermoso, somos como 20 chicas”. Charo y otras de las chicas ya habían tenido la experiencia de estar en una murga donde aprendieron a tocar los tambores, después en unas vacaciones con amigas surgió la “necesidad” de armar la batucada: “Lo vi como una oportunidad para volver a juntarme con mis amigas con ese lenguaje, el lenguaje del tambor y la música, también como un desafío, nace esto de nosotras, para nosotras, en este momento que lo necesitamos”. A partir de ese surgimiento “una invita a la amiga, a la hermana, y así vamos avisando y cada una invita a alguien más, somos muy diversas, muy diferentes todas, está buenísimo” comenta Cecilia sobre el proceso inicial de la batucada, que después de largos debates ha sido bautizada Percuiana. La organización de los ensayos es una de las tareas más complejas: “somos muchas y es mucho el trabajo que lleva que nos podamos juntar. Hubo que convencer a gente, yo tuve que convencer a amigas del alma que durante muchos años nos había unido el tambor, tuve que ir a tocar puertas para buscarlas y sacarlas de adentro de la casa, convencerlas de que hay que salir, lo que hicimos ayer ya pasó, tenés que vivir ahora, si estas dentro de tu casa se te pasa la vida. También convencerlas de que a pesar de que tengas hijos, trabajo, siempre tenés que tener tiempo para hacer lo que más te gusta, ha sido un proceso bastante largo”, expresa Charo. arte, deporte y cultura Sin embargo, con mucho esfuerzo y siempre guiadas por las ganas de reunirse en torno a la música han logrado acordar los días de ensayo y también realizar algunos toques en público: “La primera vez que tocamos fue re loco, éramos tantas mujeres y tantos niños que no alcanzaba una trafic para los tambores, el tema es ese, los niños más los cochecitos y así. Aparte necesitamos alguien que nos haga el aguante mientras nosotras tocamos, alguien que se quede con los pequeños, esa vez unas amigas cuidaron a los chicos y los compañeros de algunas de las chicas se hicieron cargo de varios niños, fue en un evento de economía social en el parque” recuerda Cecilia. Después de eso siguieron toques en distintos barrios y en carnavales. Además de la música las une las ganas de compartir, de esa forma tan íntima y tan cercana de las mujeres: “aparte de tocar solemos sentarnos a charlar, a compartir, lo hacemos siempre, siempre hay un mate antes o después del ensayo” dice Cecilia. Las chicas sostienen que a pesar de la complejidad que implica un grupo tan grande de mujeres donde cada una tiene su propia realidad, horarios, obligaciones, familias, hay una gran armonía entre ellas que es lo que posibilita el buen funcionamiento de este equipo. “Queremos buscar lo que nos gusta y darle tiempo a eso” plantea Charo, lo cual es todo un desafío. La Casa Cultural
  • 42. 82 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 83 Muchas paredes abandonadas de las Tortugas se han visto transformadas por el talento de Cecilia Nieva, artista godoycruceña que se ha encargado de ponerle color y conciencia a viejos muros a los que nadie prestaba atención. Cecilia nació en 1981 y desde niña ha experimentado distintas formas del arte entre las que se destacan el tallado en madera, las artesanías, la pintura, el muralismo, y la más reciente: los tatuajes. Nació en el seno de una familia muy humilde por lo que no tuvo la posibilidad de estudiar una carrera artística, su formación es puramente autodidacta, guiada por la pasión y la necesidad de expresarse. Su primer mural lo pintó en el Barrio La Gloria, y desde allí su trabajo continuó expandiéndose, coloreando lugares icónicos del departamento como la Estación Benegas (donde pintó a Carlos Gardel en un homenaje al cine nacional) y el frente del Club Filippini. También ha pintado una gran cantidad de banderas de hinchadas de fútbol que se han acercado a ella para pedirle distintos dibujos. Como ella cuenta, a veces la gente se sorprende viéndola pintar paredes o lo asocia a un acto de vandalismo, arte, deporte y cultura pero luego se da cuenta de la importancia de que ciertos mensajes estén en las calles, formando parte de nuestro paisaje cotidiano. En las imágenes que esta muralista ha creado suelen ser temas comunes el cuidado de la Madre Tierra, el compromiso con los derechos de las mujeres, el trabajo, los rostros nativos. Su estilo es tan personal que es fácil reconocer y admirar. Tal como ella lo expresa: “ los temas que me gustan son sobre todo los que lleven un mensaje que llegue a la gente, por ejemplo de lucha, libertad, igualdad, derechos, respeto, vida, música. Me gusta representar a la mujer en todos los aspectos: como madre, niña, adolescente, anciana, guerrera, conectada siempre con la tierra, el agua, el fuego, el aire. Tengo un mural que se llama la madre que te parió...está en el puente de calle Paso en el límite de Carrodilla tuvo muchas críticas, pero allí se refleja una mujer pariendo y a la vez la pacha mama pariendo sus frutos” Cecilia Nieva, muralista Cecilia Nieva junto al mural de calles Rawson y Barcala, interpretación del poema Piedra Infinita de Ramponi
  • 43. 84 mujeres de las tortugas: historias de experiencias 85 Mural de Cecilia Nieva en el Polideportivo Julián Filippini en calle Roca arte, deporte y cultura Por Marcela Sunico y Roxana Medina1 La técnica de Círculos de Mujeres es una experiencia ancestral, practicada por gran cantidad de pueblos originarios de todo el mundo. Fue sistematizada por la psiquiatra estadounidense Jean Shinoda Bolen en el libro El Millonésimo Círculo y a partir de esta publicación, en el 2004, los Círculos empezaron a ser practicados nuevamente por las mujeres de la cultura contemporánea. Los Círculos, consisten en un encuentro de mujeres, reunidas de manera circular, en el cual se comparte y dialoga sobre diversas experiencias y temáticas vinculadas a lo femenino. Antes de iniciar cada Círculo, se establecen puntos de acuerdos, los cuales consisten en respetar la confidencialidad, expresando lo que pasa en el círculo, queda en el círculo. Se aclara que es un lugar horizontal, de igualdad, en el que no hay jerarquía entre las participantes, poniendo en valor la opinión de cada una. Se 1 Coordinadoras de esta experiencia