1. PALABRA DE DIOS
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica
diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco
ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su
fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores
de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que
podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad,
pues, firmes, ceñido vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza
de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de paz. Sobre
todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de
fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del
Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración
y suplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y suplica
por todos los santo; Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también
en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimo el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismos, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición
de hombre, se humillo a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exalto hasta lo sumo, y le dio
un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en tierra; y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles
y sencillos, hijo de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y
perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo,
asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda
gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado. Y aunque
2. sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me
gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos
también vosotros conmigo. Y él es antes de todas las cosas, y todas las
cosas en el subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, el que es
el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la
preeminencia; por cuanto agrado al Padre que en el habitase toda plenitud,
y por medio de el reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la
tierra como las que están en los cielo, haciendo la paz mediante la sangre
de su cruz. En el también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a
mano,
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al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de
Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también
resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levanto de los
muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncision
de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los
pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que
nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y
despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz. Haced morir, pues, lo terrenal en
vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y
avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los
hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro
tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros
blasfemia, palabra deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los
otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido
del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creo se va renovando
hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni
incircuncision, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y
en todos. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de
entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de
paciencia, soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si
alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdono, así
3. también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es
el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la
que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La
palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en
vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y canticos espirituales. Y
todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre
del Señor Jesús, dando gracia a Dios Padre por medio de él. Pues no nos ha
llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha
esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu
Santo. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y
con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo
resucitaran primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto,
alentaos los unos a los otros con estas palabras. Estad siempre gozosos.
Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios
para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No
menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos
de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo;
y todo vuestro ser, espíritu,
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alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor
Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará. Pero con respecto
a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os
rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de
pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si
fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor esta cerca. Nadie os
engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la
apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual
se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto;
tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por
Dios. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira,
4. a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino
que se complacieron en la injusticia. Pero sabemos que la ley es buena si
uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el
justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y
pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y
matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas,
para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se
oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito,
que a mí me ha sido encomendado. Para que si tardo, sepas como debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y
baluarte de la verdad. E indiscutiblemente, grande es el misterio de la
piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, Visto de
los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba
en gloria. Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos
algunos apostataran de la fe, escuchando a espíritu engañadores y a
doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo
cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandaran abstenerse de
alimentos que Dios creo para que con acción de gracia participasen de ellos
los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios
creo es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracia;
porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado. Que por esto
mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios
viviente, que es el Salvador de todo los hombres, mayormente de los que
creen. Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino se
ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe u pureza.
Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.
No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con
la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas;
permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.
Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo
esto, te salvaras a ti mismo y a los que te oyeren. Pero gran ganancia es la
piedad
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5. acompañada de contentamiento, porque nada hemos traído a este mundo,
y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo,
estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en
tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los
hombres en destrucción y perdición; Porque raíz de todos los males es el
amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores. Porque hay aún muchos contumaces,
habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la
circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas
enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene. Uno de
ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas
bestias, glotones ociosos. Este testimonio es verdadero; por tanto,
repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a
fabulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la
verdad. Todas las cosas son puras para los puros, más para los
corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su
conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con los hechos
lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda
buena obra. Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a
todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los
deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,
aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de
nuestro gran Dios y Salvación Jesucristo, quien se dio a si mismo por
nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para si un pueblo
propio, celoso de buenas obras. Porque convenía a aquel por cuya causa
son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de
lleva muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la
salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno
son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo:
Anunciare a mis hermanos tu nombre, En miedo de la congregación te
alabare. Y otra vez: Yo confiare en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos
que Dios me dio. Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y
sangre, el también participo de lo mismo, para destruir por miedo de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a
6. todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida
sujetos a servidumbre. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el
espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su
presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de
aquel a quien tenemos que dar cuenta. Porque es imposible que los que una
vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos
participes de Espíritu Santo, y
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asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo
venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento,
crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a
vituperio. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por
la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,
de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe
Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las
promesas ofreció su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será
llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun
de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a
recibir. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por
tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del
rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de
Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar
de los deleites temporales de pecado, teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la
mirada en el galardón. Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han
sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. No os dejéis llevar
de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón
con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han
ocupado de ellas. ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que
la fe se perfección por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice:
7. Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo
de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y
no solamente por la fe. ¡Oh almas adulteras! ¿No sabéis que la amistad del
mundo es enemistad contra Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano:
El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
Pero el da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da
gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huira de
vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercara a vosotros. Pecadores, limpiad
las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
¿Esta alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Esta alguno alegre?
Cante alabanzas. ¿Esta alguno enfermo entre vosotros? Llame a los
ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del
Señor. Y la oración de fe salvara al enfermo, y el Señor lo levantara; y si
hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras
ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La
oración eficaz del justo puede mucho. En lo cual vosotros os alegráis,
aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser
afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe,
mucho más preciosa que el oro,
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el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza,
gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle
visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo
inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de
vuestras almas. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed
sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando
Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los
deseos que antes tenías estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel
que os llamo es santo, sed también vosotros santo en toda vuestra manera
de vivir; porque escrito esta: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis
por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada
uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis
8. de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero
manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el
cual creéis en Dios, quien le resucito de los muertos y le ha dado gloria,
para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. Acercándoos a él, piedra
viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y
preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa
espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables
a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y
el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que
creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los
edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de
tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo
desobedientes; a lo cual fueron también destinados. Mas vosotros sois
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su
luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora
sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia,
pero ahora habéis alcanzado misericordia. Porque esta es la voluntad de
Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres
insensatos; Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora
habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas. Pero si alguno padece
como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es
tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza
por nosotros, ¿Cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de
Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y
el picador? De modo que los que
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padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador,
y hagan el bien. Pero hubo también falso profetas entre el pueblo, como
habrá entre vosotros falso maestros, que introducirán encubiertamente
9. herejías destructoras, y aun negaran al Señor que los rescato, atrayendo
sobre si mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus
disoluciones, por causa de los cuales camino de la verdad será blasfemado,
y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre
los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no
se duerme. Y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en
concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y
contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, mientras que
los ángeles, que son mayores en fuerza en potencia, no pronuncian juicio
de maldición contra ellas delante del Señor. Pues hablando palabras
infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a
los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les
prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el
que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció. Si decimos
que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como el esta en luz,
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos
limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos
a nosotros mismos, y la verdad no esta en nosotros. Si confesamos nuestros
pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a el mentiroso,
y su palabra no está en nosotros. Porque todo lo que hay en el mundo, los
deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no
proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el
que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Hijitos, ya es el
último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora
han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el ultimo
tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen
sido de nosotros, habría permanecido con nosotros, pero salieron para que
se manifestase que no todos son de nosotros. Pero vosotros tenéis la unción
del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la
verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la
verdad. Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados
hijo de Dios; porque esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a
10. él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que
cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal
como el es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí
mismo, así como él es puro. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis
vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el
mundo.
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Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria
que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo,
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino
mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua
y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la
verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el
Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan
testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres
concuerdan. Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el
testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado
acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí
mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído
en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio:
que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene
al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Porque
algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían
sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en
libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a
nuestro Señor Jesucristo. Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas,
las cuales de la misma manera que aquellos, habiendo fornicado e ido en
pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el
castigo del fuego eterno.
Conclusión
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le vera, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Si,
11. amen. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y
que era y que ha de venir, el Todopoderoso… El que tiene las siete estrellas
en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, El
primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, El que tiene la espada
aguda de dos filos, El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y
pies semejantes al bronce bruñido, El que tiene los siete espíritus de Dios, y
las siete estrellas, Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de
David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre, He aquí el
Amen, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice
esto:
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes
soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo
son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y
has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto,
de donde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no,
vendré pronto a ti, y quitare tu
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candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que
aborreces las obras de los nicolaitas, las cuales yo también aborrezco. Y tu
tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se
dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo
que vas a padecer. He aquí, el diablo echara a algunos de vosotros en la
cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Y
donde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y
no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue
muerto entro vosotros, donde mora Satanás. Pero tengo unas pocas cosas
contra ti: que tiene ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que
enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas
sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tiene a los que
retienen la doctrina de los nicolaitas, la que yo aborrezco. Por tanto,
arrepiéntete; pues si no, vendre a ti pronto, y peleare contra ellos con la
espada de mi boca. Y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras
12. postreras son más que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti:
que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a
mis siervo a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Y le he dado
tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirás de su
fornicación. He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que
con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos
heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la
mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras. Pero a
vosotros y a los demás que están en tiatira, a cuantos no tienen esa
doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de
Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; pero lo que tenéis,
retenedlo hasta que yo venga. Que tienes nombre de que vives, y estas
muerto. Se vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque
no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo
que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré
sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pues tienes
unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y
andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. He aquí, he
puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque
aunque tiene poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi
nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen
ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo hare que vengan y se
postren a tus pies, y reconozcan que yo te ha amado. Por cuanto has
guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardare de la hora de
la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que
moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; reten lo que tienes, para
que ninguno tome tu corona. Yo conozco tus obras, que ni eres frio ni
caliente. ¡Ojala fueses
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frio o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frio ni caliente, te vomitare
de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me ha enriquecido, y de
ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mi
13. compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas
para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus
ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo;
se, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entrare a él, y cenare con él, y el
conmigo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que
venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del
paraíso de Dios. Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
No sufrirá daño de la segunda muerte. Al que venciere, daré a comer del
mana escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito
un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. Al que
venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las
naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de
alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella
de la mañana. Sera vestido de vestiduras blancas; y no borrare su nombre
del libro de la vida, y confesare su nombre delante de mi Padre, y delante
de sus ángeles. Yo lo hare columna en el templo de mi Dios, y nunca más
saldrá de allí; y escribiré sobre el el nombre de mi Dios, y el nombre de la
ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi
Dios, y mi nombre nuevo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo
en mi trono, así como yo ha vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
EL MINISTERIO DE DIOS
ARREPENTIMIENTO Y SALVACION
By : Wilfredo Nieves