2. 1Por tanto, dejando ya los rudimentos de la
doctrina de Cristo, vamos adelante a la
perfección; no echando otra vez el fundamento
del arrepentimiento de obras muertas, de la
fe en Dios, 2de la doctrina de bautismos, de la
imposición de manos, de la resurrección
de los muertos y del juicio eterno.
6. 2Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu
mano? Y él respondió: Una vara.
17Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual
harás las señales.
20Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y
los puso sobre un asno, y volvió a tierra de
Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios
en su mano.
7.
8. 9Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal
a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre
la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi
mano. 10E hizo Josué como le dijo Moisés,
peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur
subieron a la cumbre del collado. 11Y sucedía que
cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía;
mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.
9. 12Y las manos de Moisés se cansaban; por lo
que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de
él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur
sostenían sus manos, el uno de un lado y el
otro de otro; así hubo en sus manos firmeza
hasta que se puso el sol. 13Y Josué deshizo a
Amalec y a su pueblo a filo de espada.
10. 32Dios es el que me ciñe de poder, Y quien
hace perfecto mi camino; 33Quien hace mis pies
como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis
alturas; 34Quien adiestra mis manos para la
batalla, Para entesar con mis brazos el arco de
bronce.
11.
12. 20Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y
el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el
macho cabrío vivo; 21y pondrá Aarón sus dos
manos sobre la cabeza del macho cabrío
vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de
los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus
pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del
macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano
de un hombre destinado para esto.
13. 22Y aquel macho cabrío llevará sobre sí
todas las iniquidades de ellos a tierra
inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el
desierto.
14. 3Si su ofrenda fuere holocausto vacuno,
macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo
ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión
delante de Jehová. 4Y pondrá su mano
sobre la cabeza del holocausto, y será
aceptado para expiación suya.
15. 2Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando
alguna persona pecare por yerro en alguno
de los mandamientos de Jehová sobre cosas
que no se han de hacer, e hiciere alguna de
ellas; 3si el sacerdote ungido pecare según el
pecado del pueblo, ofrecerá a Jehová, por su
pecado que habrá cometido, un becerro sin
defecto para expiación.
16. 4Traerá el becerro a la puerta del tabernáculo
de reunión delante de Jehová, y pondrá su
mano sobre la cabeza del becerro, y lo
degollará delante de Jehová.
17.
18. 10Y tomó Moisés el aceite de la unción y ungió
el tabernáculo y todas las cosas que estaban en
él, y las santificó. 11Y roció de él sobre el altar
siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios,
y la fuente y su base, para santificarlos. 12Y
derramó del aceite de la unción sobre la
cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo.
19. 18Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo
de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás
tu mano sobre él; 19y lo pondrás delante del
sacerdote Eleazar, y delante de toda la
congregación; y le darás el cargo en presencia
de ellos. 20Y pondrás de tu dignidad sobre él,
para que toda la congregación de los hijos de
Israel le obedezca.
20. 9Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu
de sabiduría, porque Moisés había
puesto sus manos sobre él; y los hijos de
Israel le obedecieron, e hicieron como
Jehová mandó a Moisés.
21. 16Entonces respondieron a Josué, diciendo:
Nosotros haremos todas las cosas que nos has
mandado, e iremos adondequiera que nos
mandes. 17De la manera que obedecimos a
Moisés en todas las cosas, así te
obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu
Dios esté contigo, como estuvo con Moisés.
22.
23. 18Después hizo que trajeran el carnero del
holocausto, y Aarón y sus hijos pusieron
sus manos sobre la cabeza del carnero;
19y lo degolló; y roció Moisés la sangre
sobre el altar alrededor,
24. 14Luego hizo traer el becerro de la expiación, y
Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre
la cabeza del becerro de la expiación, 15y lo
degolló; y Moisés tomó la sangre, y puso con
su dedo sobre los cuernos del altar
alrededor, y purificó el altar; y echó la
demás sangre al pie del altar, y lo santificó
para reconciliar sobre él.
25.
26. 13Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a
la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a
la derecha de Israel; y los acercó a él. 14Entonces
Israel extendió su mano derecha, y la puso
sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y
su mano izquierda sobre la cabeza de
Manasés, colocando así sus manos adrede,
aunque Manasés era el primogénito.
27.
28. 14Saca al blasfemo fuera del campamento, y
todos los que le oyeron pongan sus manos
sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la
congregación.
29.
30. 2 Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a
ti, Cuando alzo mis manos hacia tu
santo templo.
31. 20Jehová me ha premiado conforme a mi
justicia; Conforme a la limpieza de mis manos
me ha recompensado.
22Pues todos sus juicios estuvieron delante de mí,
Y no me he apartado de sus estatutos. 23Fui
recto para con él, y me he guardado de mi
maldad, 24Por lo cual me ha recompensado
Jehová conforme a mi justicia; Conforme a la
limpieza de mis manos delante de su vista.
32.
33. 3sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas
las cosas en las manos, y que había salido de Dios,
y a Dios iba
34. 5¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu
que él ha hecho morar en nosotros nos anhela
celosamente? 6Pero él da mayor gracia. Por esto dice:
Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
7Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de
vosotros. 8Acercaos a Dios, y él se acercará a
vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los
de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
35.
36. 40Al ponerse el sol, todos los que tenían
enfermos de diversas enfermedades los traían a
él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de
ellos, los sanaba. 41También salían demonios de
muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo
de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba
hablar, porque sabían que él era el Cristo.
37. 22Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y
le rogaron que le tocase. 23Entonces, tomando la
mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y
escupiendo en sus ojos, le puso las manos
encima, y le preguntó si veía algo. 24El, mirando,
dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo
que andan.
38. 25Luego le puso otra vez las manos sobre los
ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y
vio de lejos y claramente a todos. 26Y lo envió a
su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo
digas a nadie en la aldea.
39. 1Cuando descendió Jesús del monte, le seguía
mucha gente. 2Y he aquí vino un leproso y se
postró ante él, diciendo: Señor, si quieres,
puedes limpiarme. 3Jesús extendió la mano y le
tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante
su lepra desapareció.
40. 14Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra
de éste postrada en cama, con fiebre. 15Y tocó
su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y
les servía. 16Y cuando llegó la noche, trajeron a
él muchos endemoniados; y con la palabra echó
fuera a los demonios, y sanó a todos los
enfermos;
41. 7En aquellos lugares había propiedades del
hombre principal de la isla, llamado Publio, quien
nos recibió y hospedó solícitamente tres días. 8Y
aconteció que el padre de Publio estaba en
cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró
Pablo a verle, y después de haber orado, le
impuso las manos, y le sanó. 9Hecho esto,
también los otros que en la isla tenían
enfermedades, venían, y eran sanados;
42.
43. 18Mientras él les decía estas cosas, vino un
hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi
hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre
ella, y vivirá.
24les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta,
sino duerme. Y se burlaban de él. 25Pero cuando
la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de
la mano a la niña, y ella se levantó. 26Y se difundió
la fama de esto por toda aquella tierra.
44.
45. 1Aconteció en Iconio que entraron juntos en la
sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera
que creyó una gran multitud de judíos, y
asimismo de griegos. 2Mas los judíos que no
creían excitaron y corrompieron los ánimos de
los gentiles contra los hermanos.
46. 3Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo,
hablando con denuedo, confiados en el Señor, el
cual daba testimonio a la palabra de su gracia,
concediendo que se hiciesen por las manos de
ellos señales y prodigios.
47. 29Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede
a tus siervos que con todo denuedo hablen tu
palabra, 30mientras extiendes tu mano para que
se hagan sanidades y señales y prodigios
mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
31Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban
congregados tembló; y todos fueron llenos del
Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la
palabra de Dios.
48.
49. 13Entonces le fueron presentados unos niños,
para que pusiese las manos sobre ellos, y orase;
y los discípulos les reprendieron. 14Pero Jesús
dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo
impidáis; porque de los tales es el reino de los
cielos. 15Y habiendo puesto sobre ellos las
manos, se fue de allí.
50.
51. 16El que creyere y fuere bautizado, será salvo;
mas el que no creyere, será condenado. 17Y
estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán
nuevas lenguas; 18tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les
hará daño; sobre los enfermos pondrán sus
manos, y sanarán.
52. 5Agradó la propuesta a toda la multitud; y
eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del
Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a
Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de
Antioquía; 6a los cuales presentaron ante los
apóstoles, quienes, orando, les impusieron las
manos.
53. 1Había entonces en la iglesia que estaba en
Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el
que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el
que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y
Saulo. 2Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo
el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo
para la obra a que los he llamado. 3Entonces,
habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos
y los despidieron.
54.
55. 1Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en
Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones
superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos
discípulos, 2les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo
cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera
hemos oído si hay Espíritu Santo. 3Entonces dijo:
¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron:
En el bautismo de Juan.
56. 4Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de
arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen
en aquel que vendría después de él, esto es, en
Jesús el Cristo. 5Cuando oyeron esto, fueron
bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6Y
habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino
sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en
lenguas, y profetizaban
57. 14Cuando los apóstoles que estaban en
Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la
palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan;
15los cuales, habiendo venido, oraron por ellos
para que recibiesen el Espíritu Santo; 16porque
aún no había descendido sobre ninguno de ellos,
sino que solamente habían sido bautizados en el
nombre de Jesús.
60. 11Esto manda y enseña. 12Ninguno tenga en
poco tu juventud, sino sé ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu,
fe y pureza. 13Entre tanto que voy, ocúpate en
la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14No
descuides el don que hay en ti, que te fue dado
mediante profecía con la imposición de las
manos del presbiterio.
61. 5trayendo a la memoria la fe no fingida que hay
en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y
en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti
también. 6Por lo cual te aconsejo que avives el
fuego del don de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos. 7Porque no nos ha
dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de
amor y de dominio propio
62.
63. 20A los que persisten en pecar, repréndelos
delante de todos, para que los demás también
teman. 21Te encarezco delante de Dios y del
Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos,
que guardes estas cosas sin prejuicios, no
haciendo nada con parcialidad. 22No impongas
con ligereza las manos a ninguno, ni participes en
pecados ajenos. Consérvate puro.
64. 12Por lo cual, levantad las manos caídas y las
rodillas paralizadas; 13y haced sendas
derechas para vuestros pies, para que lo cojo
no se salga del camino, sino que sea sanado.
65. 8Quiero, pues, que los hombres oren en todo
lugar, levantando manos santas, sin ira ni
contienda.
66. 13¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga
oración. ¿Está alguno alegre? Cante
alabanzas. 14¿Está alguno enfermo entre
vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y
oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre
del Señor.
67. 15Y la oración de fe salvará al enfermo, y el
Señor lo levantará; y si hubiere cometido
pecados, le serán perdonados. 16Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos
por otros, para que seáis sanados. La oración
eficaz del justo puede mucho.