3. ROMANTICISMO
CONTEXTO HISTÓRICO:
• Emancipación de las colonias
americanas.
• Resquebrajamiento de la sociedad
estamental.
• La emigración de las colonias americanas
cesó.
• El estado se endeuda y hay un
estancamiento de la industria.
4. Gustavo Adolfo Bécquer
Nació en Sevilla en 1836.
Fue hijo de un renombrado pintor
costumbrista.
Su corta vida estuvo llena de dificultades:
quedó huérfano siendo niño, sufrió penurias
económicas, desengaños amorosos,
proyectos fracasados…
Se dice que su musa amorosa fue Julia
Espín, hija de un notable compositor.
Sin embargo, el poeta también tuvo
satisfacciones: llevó una vida muy activa,
rodeado de amigos, y obtuvo el
reconocimiento de sus contemporáneos.
Murió en Madrid en 1870.
5. Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836 – Madrid, 1870)
Poeta español. Es una de las figuras más importantes del Romanticismo.
Hijo de un pintor y él mismo practicó la pintura,
Después de quedarse huérfano y trasladarse a Madrid, en 1854, la abandonó
para dedicarse exclusivamente a la literatura.
No logró tener éxito y vivió en la pobreza, colaborando en periódicos de poca
categoría.
Trabajó como periodista y censor oficial de novelas.
Su vida estuvo llena de penurias.
Poseía un carácter tímido y soñador.
Las característica de sus obras son:
Perteneció al Posromanticismo, pero es considerado el lírico más puro del
Romanticismo.
Estilo delicado y de gran ternura.
Ambientes de gran ensoñación y belleza
Es el segundo gran poeta amoroso español.
Musa: Julia Espín
6. Características literarias
• Rechazo a las normas y temas neoclásicos.
• La expresión de los sentimientos
• Gusto por lo exótico
• Interés por lo medieval
• Exaltación de la naturaleza
• Nacionalismo exacerbado
7. Méritos y aportes
Mejor poeta lírico español del siglo XIX.
Considerado el genuino representante del
romanticismo tardío español.
Segundo poeta amoroso español. (El 1ro
Garcilaso de la Vega).
Sus obras en prosa «Leyendas», constituyen un
paradigma de relatos de carácter sentimental.
Principal representante de la corriente intimista
y sentimental.
9. Es una colección de setenta y seis poesías,
publicadas con el título inicial de El libro de los
gorriones, poseen una cualidad esencialmente
musical y una aparente sencillez que contrasta con
la sonoridad. Formalmente son poemas breves en
versos asonantes. Se refieren a la emoción de lo
vivido, al recuerdo, a experiencias convertidas en
sentimientos. También aparece el amor, el
desengaño, el deseo de evasión, la desesperanza y
la muerte. Su pureza y humildad, junto con su
engañosa sencillez, suponen la culminación de la
poesía del sentimiento y de la fantasía
11. Las Leyendas son un conjunto de relatos en prosa sobre tradiciones
populares. En algunos casos se trata de recreaciones que el poeta
hizo basándose en leyendas recogidas en sus viajes por España. Por
lo general, están ambientadas en épocas remotas y lugares exóticos.
El autor nos habla de un mundo misterioso y sobrenatural, donde
una bruma difusa confunde lo real y lo irreal.
Título con el que se agrupan todas las narraciones en prosa de
Bécquer. Son veintidós y están escritas con un estilo vaporoso,
delicado y rítmico, donde abundan las descripciones, las imágenes y
las sensaciones. Revelan un aspecto importante del romanticismo
literario de su autor al mostrar un interés artístico y arqueológico por
la edad media, con sus templos y claustros románicos o góticos,
campos sombríos y calles tenebrosas, palacios y castillos. Predomina
en ellas un espíritu donde se impone lo misterioso, lo sobrenatural y
mágico con historias de raíz popular en muchas ocasiones, en las que
la búsqueda de lo inalcanzable suele ser su argumento central.
12. Los ojos verdes, Gustavo Adolfo Bécquer
• Las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer se caracterizan por el
hábil tratamiento de los elementos misteriosos y sobrenaturales.
• Vamos a analizar Los ojos verdes, una de las mejores narraciones
de este autor, en la que crea, con muy pocos elementos, una
atmósfera de misterio sumamente efectiva que conduce a un
desenlace ambiguo.
• Bécquer ubica los hechos en la provincia de Soria, cerca de “las
cuencas del Moncayo“, en un período cronológico que no ha
querido definir con precisión, pero que sitúa claramente en la
Edad Media, principal marco de los artistas románticos.
• El autor organiza su relato en tres secciones o capítulos muy
breves. Cada capítulo presenta un momento distinto del proceso
que va afectando al protagonista, Fernando de Argensola.
• Bécquer ha seleccionado, pues, las tres instantáneas básicas de
una historia –los tres actos de un drama– y nos ofrece únicamente
esos momentos.
• Entre una sección y la siguiente transcurre cierto lapso de tiempo,
del que nada se nos cuenta, pues lo que interesa son las etapas
fundamentales de la historia.
13. Primera sección: la cacería
•La narración se inicia según un patrón folclórico típico:
una cacería. En pos de un ciervo al que ha herido
Fernando, los cazadores se internan en el bosque
hasta llegar a un punto en el que todos se detienen,
temerosos.
•Extrañando ante tal reacción, el joven les pide
explicaciones, y el montero Íñigo le dice que seguir la
pista del ciervo supondría acercarse demasiado a la
fuente de los Álamos, un lugar maldito sobre el que se
cuentan terribles historias.
•Indignado ante lo que considera pura superstición,
Fernando decide aventurarse bosque adentro.
14. Segunda sección: Los ojos verdes
• Bécquer reanuda la narración cierto tiempo después. Fernando ya no es el mismo: se
le ve triste y absorto, con el pensamiento en otro lugar.
• En una conversación con Íñigo, le refiere a las razones de su angustia.
• Mientras perseguía al ciervo, el joven llegó a un lugar de exquisita melancolía,
presidido por un lago solitario.
• Todo es allí grande. La soledad, con sus mil rumores desconocidos, viven en aquellos
lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía.
• En las plateadas hojas de los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del
agua, parece que nos hablan los invisibles espíritus de la naturaleza, que reconocen
un hermano en el inmortal espíritu del hombre.
• Esta descripción se ajusta perfectamente a la sensibilidad romántica, que se deja
fascinar por lo sublime y misterioso que encuentra en la naturaleza.
• Podemos observar que el paraje no se describe de forma objetiva, desde fuera, sino
que se “interpreta“, se cuenta el efecto que produce en Fernando, como si el lugar
tuviera alma.
• Seducido por el entorno, Fernando consume ahí su tiempo, hasta que un día se
produce un hecho sorprendente: cree ver reflejados en las aguas del lago los ojos de
una mujer.
• Tal vez sería un rayo de sol que serpeó fugitivo entre su espuma; tal vez una de esas
flores que flotan entre las algas de su seno y cuyos cálices parecen esmeraldas…; no
sé; yo creí ver una mirada que se clavó en la mía, una mirada que encendió en mi
pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos
como aquellos.
15. • Ese extraño deseo va creciendo en el corazón de Fernando, que ya no
puede pensar en otra cosa.
• En una de sus visitas encuentra en el lugar a una mujer extraña y
fascinante.
• Por último, una tarde… yo me creí juguete de un sueño…; pero no, es
verdad; la he hablado ya muchas veces como te hablo a ti ahora…; una
tarde encontré sentada en mi puesto, y vestida con unas ropas que
llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa
sobre toda ponderación.
• Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz,
y entre las pestañas volteaban inquietas unas pupilas que yo había
visto…; sí, porque los ojos de aquella mujer eran los ojos que yo tenía
clavados en la mente, unos ojos de un color imposible, unos ojos…
“Verdes”, añade horrorizado Íñigo, y le dice a Fernando que esa mujer
es un espíritu maligno que habita aquellas aguas.
• El capítulo concluye con la desesperación y la profunda tristeza del
montero, que ve hechos realidad sus peores temores.
16. Tercera sección: el hechizo
• En la última parte del relato asistimos a la conversación entre
Fernando y la extraña mujer de ojos verdes. Tras oír al joven
declarar su invencible y resuelto amor por ella, la misteriosa
criatura lo invita a acompañarlo al lugar donde habita.
• No soy una mujer como las que existen en la tierra; soy una mujer
digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el
fondo de estas aguas, incorpórea como ellas, fugaz y transparente:
hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al
que osa turbar la fuente donde moro; antes le premio con mi amor,
como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un
amante capaz de comprender mi cariño extraño y misterioso.
Seducido por esta invitación, Fernando se acerca a besarla:
• Fernando dio un paso hacia ella…, otro…, y sintió unos brazos
delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría
en sus labios ardorosos, un beso de nieve…, y vaciló…, y perdió pie,
y cayó al agua con un rumor sordo y lúgubre.
• Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo,
y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose,
hasta expirar en las orillas.
17. • En este punto acaba la leyenda. El principal mérito de la narración estriba en
la creación de un fascinante clima de misterio y, sobre todo, en la ambigüedad
final.
• La mujer es una ondina, un espíritu de las aguas, pero no podemos saber si su
naturaleza es maléfica (y, en consecuencia, ha seducido a Fernando para
acabar con él, por atreverse a perturbar la paz del lago) o si, por el contrario,
dice la verdad (y le ha ofrecido una vida mejor, que implica primero,
necesariamente, morir sepultado en las aguas).
• Tanto el montero Íñigo como la misteriosa criatura de ojos verdes podrían
tener razón. El relato se cierra sin una respuesta clara, e imprime en el lector
la duda y el escalofrío del helado beso final.
• Bécquer ha construido el cuento para sugerir, y no para aclarar. En este
sentido, Los ojos verdes es una excelente muestra de literatura fantástica, en
la que se busca sobre todo provocar un interrogante final.
• Es posible interpretar la historia como un cuento de terror en el que un
incauto joven se deja atrapar por una criatura maligna, pero también cabe
darle otro sentido: por superstición y temor, los seres humanos no se atreven
a conocer cosas que merecen la pena.
• Es necesario, así, aventurarse más allá de los miedos cotidianos, como hizo
Fernando, aunque haya que pagar un alto precio por ello.