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2
Veinte Lenguas
Del Rock
Argentino
STAROSTA
(RAFAEL BEJARANO)
3
A Tomas, porque siempre
Hemos compartido
La música que suena de fondo
En nuestro día a día…
Toda nuestra vida
4
“Estoy muy solo y triste aca
en este mundo abandonado
tengo una idea, esa la de irme
al lugar que yo mas quiera
me falta algo para ir
pues caminando yo no puedo
construire una balsa
y me ire a naufragar
Tengo que conseguir
mucha madera
tengo que conseguir
de donde pueda
Y cuando mi balsa esté lista
partiré hacia la locura
con mi balsa yo me iré
a naufragar...”
Letra del tema “La Balsa” de Litto Nebbia y Jose Alberto
Iglesias (Los Gatos) - 1.967
5
INDICE:
Introducción 6
Norberto “Pappo” napolitano 7
Luis Alberto Spinetta 19
Indio Solari 33
Ricardo Iorio 64
Daniel melero 76
Fito Pez 82
David Lebon 94
Luca Prodan 104
Juanse 112
Charly Garcia 120
Federico Moura 129
Dante Spinetta / Emmanuel Horvilleur 139
Gustavo Cerati 148
Adrian Dargelos 159
Andres Calamaro 167
Miguel Mateos 190
Pity Alvarez 195
Vicentico 201
Pedro Aznar 208
Litto Nebia 215
6
Veinte Lenguas Del Rock Argentino es una reconstrucción del
pensamiento de los principales exponentes del rock argentino
desde sus inicios hasta hoy a través de entrevistas seleccionadas de
un archivo que se ha venido alimentando por más ocho años.
Recoge argumentos de diferentes medios de todo el continente en
el período que va entre las décadas del 70 hasta la actualidad.
Este libro ofrece relatos construidos en base a declaraciones
textuales de los músicos, donde ellos dan a conocer sus opiniones
respecto al panorama del rock en su país, su forma de pensar y lo
que opinan de sus discos, el proceso de composición, las
experiencias que rodearon sus trabajos y su personal mirada del
mundo que los rodea. Se centran las entrevistas en algunos, en sus
carreras solistas, en momentos importantes de las mismas pero
también se abordan los que aun estaban en bandas puntuales en ese
instante, todos ellos son, a mi manera de ver, elementos necesarios,
imprescindibles del espectro del rock argentino, son influencia de
generaciones, no solo de músicos, sino de gente que crece y vive
diariamente con sus músicas como banda sonora de sus vidas. Es
muy importante en mi opinión aclarar esto para así comprender el
alcance de su trascendente obra.
Se revisaron decenas de entrevistas, y publicaciones periodísticas.
De esta manera, se concreto un proyecto que siempre quise realizar
y en el cual se muestra la sensibilidad, opiniones e ideas de artistas
inigualables en nuestro idioma. Mas allá de ser un tesoro argentino,
el cual siempre he admirado, es un orgullo latinoamericano que hay
que aprender a compartir, y esa es la principal razón que me animó
a compilar este trabajo y brindárselo a todo aquel que quiera leerlo.
Starosta
(Rafael Bejarano) / 2016
7
NORBERTO “PAPPO”
NAPOLITANO
La mañana del 16 de mayo de 2000, mientras la Ciudad de Buenos
Aires parecía tierra de nadie debido a una tormenta con la que se
presagiaba sin ninguna metáfora el final de algo, faltaban pocas
semanas para que Norberto Aníbal Napolitano, Pappo, festejara sus
treinta años sobre el escenario con un gran recital en el Luna Park.
Hoy, a once años de esa mañana (y a poco más de seis de aquel 25
de febrero de 2005 en que murió atropellado mientras conducía su
moto, en Luján), la voz de Pappo vuelve a hacerse oír en un
8
reportaje en el que mostró los dientes tanto para amenazar como
para sonreír.
Nadie sabe muy bien dónde nació el blues. Pero caminar por la
calle Artigas, desde Juan B. Justo hasta Alvarez Jonte, en medio de la
tormenta que azota Buenos Aires, se parece mucho al lugar donde
pudo haber comenzado todo. Árboles caídos, charcos amenazantes,
diluvio, cortes de energía eléctrica, vecinos que se asoman desde la
puerta esperando vaya uno a saber qué cosa. En una de esas casas
sin luz vive Pappo. Es media tarde y está semidespierto (o
semidormido, según se vea). Su figura se recorta sobre un fondo de
velas, más atrás hay una escopeta apoyada en una repisa. Pappo
espera la salida de su disco doble (43 canciones con músicos
invitados) que resumirá sus treinta años de carrera y se prepara –
según promete– para llenar el Luna Park el 14 y el 15 de junio,
cuando presente su nuevo trabajo. La ausencia de luz parece no
molestarlo.
“No soy un genio ni un político ni un personaje conocido como para
levantar el teléfono y lograr que hagan lo que yo diga. Soy Pappo.
Se cayó un palo en la esquina y me quedé sin luz. Mala leche. Si
quiero ensayar voy al taller y pongo el grupo electrógeno”, dice
conciliador y deja de lado la fama de malo, fuerte, pesado que lo
acompaña desde que subió por primera vez a un escenario.
Pero de inmediato se recompone: “Ojo, no es fama. Soy malo, fuerte
y pesado.” Para confirmarlo, saca de la estantería un enorme
9
cuchillo tipo Rambo y hace una demostración de coraje: con
precisión se recorta la uña del dedo gordo del pie. Enseguida
agrega, señalando el rifle: “Me gusta la cacería, pero sólo salgo de
caza en mi imaginación”. Ante la pregunta sobre las presas que
consigue en sus excursiones, Pappo hace una mueca que quiere ser
sonrisa y asegura: “Ninguna. Cuando me despierto sólo estoy con el
perro. ¿No es cierto, Cactus?”. Cactus es un perro enorme que
ahora descansa debajo de la mesa, más en sombras que el resto de
la casa, y devora los bizcochitos de grasa que Pappo deja caer en el
piso.
Las velas no iluminan nada. La voz de Pappo (potente, rota) sale de
la oscuridad. Se sirve otro café. Los ojos le brillan cuando empieza a
recordar los grupos en los que estuvo: sin contar los propios,
Conexión N° 5, Los Abuelos de la Nada, Los Gatos...
– ¿En qué grupo no estuvo?
–En el grupo de la bolsa. Y en Almendra.
– ¿Le hubiera gustado estar?
–Noooo, para nada. Otro que no estuve: Vox Dei. Y tampoco me
hubiera gustado estar.
– ¿Por qué?
–Porque sonaba muy bien así. Yo hubiera estado de más.
10
– ¿Y con Manal?
–Ahí sí me hubiera encantado. Estuve muy poquito tocando con
ellos, como invitado. Pero después ya armé mis propios grupos.
– ¿Conexión N° 5 significó algo para usted o sólo se trataba de
ganarse la vida?
–Hay dos clases de músicos. Los que tocan por la plata y los que
tocan por pasión, ganando menos plata pero, ojo, ganando plata
igual. No hay que ser tan boludo, tampoco. Yo soy del segundo tipo
de músicos.
–Pero en esa época, cuando la división tajante era progresiva o
comercial, ¿podía tocar con pasión en un grupo como Conexión N°
5?
–Bueno, ahí tocaban Osvaldo López, Carlos Franzetti, músicos que
me llevaban varias tallas. Yo sentía que si ellos me aceptaban para
mí era un honor. Lopecito fue uno de los mejores bateristas que tuvo
la música argentina. Había mucho respeto por esos músicos. Y estar
al lado de ellos me sirvió para que me respetaran.
– ¿Y tocar con Los Abuelos de la Nada para qué le sirvió?
–Los Abuelos... era un grupo de barrio. Daba para estar con los
amigos, nada más. Después cambiaron todos, pero los originales
Abuelos éramos un grupito de tipos amigos. La emoción grande
vino cuando me llamaron de Los Gatos. Fue la misma que cuando
años después me llamó B. B. King desde Estados Unidos.
11
– ¿Compara a Los Gatos con B. B. King?
–Cuando me llamaron de Los Gatos yo tenía 19 años, había crecido
escuchándolos. Es lo mismo que te vengan a buscar del Times de
corresponsal. Mal no está, ¿no?
–Pero si Los Gatos era como Times, ¿qué es B. B. King?
–Más grosso, qué sé yo. Pero la emoción a los 19 no es la misma que
a los 40. Ahora viajo otra vez a Miami y me invitaron para tocar con
B. B. King en un festival de blues en Washington. Esa historia todavía
sigue.
– ¿Qué siente cuando toca en un club de blues negro?
–Yo, nada. Lo raro debe ser lo que sienten ellos. Al principio me
miraban como a un bicho raro, tipo “y este blanquito de qué se las
tira”. Ahora ya están más acostumbrados. Además, hay algunos
otros blancos infiltrados.
–Tocando blues, técnicamente, ¿se considera un blanco?
–No. Ellos me llaman “El negro pintado de blanco”. Tengo la técnica
de los negros.
– ¿Cree que en la Argentina hay muchos guitarristas de blues que
tengan su misma técnica?
–Y... tendrían que ser negros. Y en este país no hay negros. Los
mataron a todos con las invasiones. Por eso es un país triste.
12
–Si es un país triste podría haber blues...
–Claro, pero el blues lo tocan los negros. Ahí se cierra el círculo.
Los negros traen alegría, música, un montón de cosas que los
blancos no pueden hacer. Los negros no tienen tantos prejuicios. La
cuestión es que en la Argentina hay muchos guitarristas con
sentimiento del blues, pero pocos que sepan moverse abajo del
escenario, que tengan los modales que tienen que tener como para
llegar a tocar con gente de la talla de B. B. King.
– ¿Cómo es moverse abajo del escenario?
–Caminar mucho, hablar en el momento justo y decir sólo lo que hay
que decir. No adular permanentemente a la persona con la que se
va a trabajar. Si no se hace eso, uno se transforma en un cholulo, en
un plomazo.
– ¿Hay muchos músicos cholulos?
–Sí, creo que sí. Y mucho público también. Yo veo a mucha gente
salir echada de los camarines. Primero entran para pedirles un
autógrafo, pero después quieren decir: “Mamá, traje a B. B. King a
almorzar”. No, loco, sacale una foto y andate.
– ¿Cómo es la relación con su público?
–Yo firmo autógrafos, me dejo sacar fotos, todo eso, unos cinco o
diez minutos. Después me subo al auto y el chofer sabe que tiene
que salir pirando.
13
– ¿Considera que sus seguidores son incondicionales?
–No. Si yo tengo este público es porque saben que no hago
cualquier cosa. El que se banca cualquier cosa es el público de
Charly García. El mío es muy estricto con respecto a sus
convicciones.
– ¿Le molestó que Charly dijera que lo mejor que usted hizo fue la
telenovela Carola Casini?
–No, cuando habla Charly es lo mismo que hablara Jerry Lewis. Si él
opina eso está bien, a mí no me interesa lo que dice.
– ¿No lo considera un buen músico?
–No lo considero una persona que esté en sus cabales. Por eso no
me interesa lo que diga ni lo que haga. Él se enojó porque yo no
quise opinar sobre la vuelta de Sui Generis. Y no se tiene que enojar
por mi punto de vista. Hay un montón de gente que dice “no me
gusta Pappo”. Yo no me puedo poner mal, no tengo por qué
gustarle a todo el mundo. A mí Sui Generis no me gusta. Y qué, ¿está
mal? ¿Por qué voy a estar condicionado por algo que dicen los
demás? A mí Sui Generis me parece una cagada, ¿por qué no lo voy
a decir?
– ¿Su público se bancó que usted pasara del rock pesado a trabajar
en una telenovela?
–Yo había dejado de tocar cuando agarré la televisión. Y volví a
tocar porque en ocho meses de telenovela, nominado al Martín
14
Fierro, dije que no pensaba ir a buscarlo. Vi la última entrega y me
sigue pareciendo la misma ridiculez de siempre. ¡Qué le voy a
hacer! Tuve un momento ridículo en mi vida: fue hacer una
telenovela. No me interesa la televisión. Y si Charly me ataca por
ese lado es porque sabe que es donde más me duele. Me extraña
que siendo un ser humano sensible pueda tener semejante maldad.
– ¿Fueron amigos alguna vez?
–Yo de Charly no pude ni podré ser amigo jamás.
–Nunca dijo por qué...
–Mirá, cuando nosotros tratábamos de imponer el blues, el rock
pesado, todo eso, salieron dos pelotuditos con una flauta y una
guitarra acústica y nos rompieron el orto. Yo le tomé bronca desde
ese momento, acapararon a todo el público al que nosotros
tratábamos de entregar nuestra música. Desde el principio no me
gustaron.
– ¿No podían convivir la música de Sui Generis y el rock pesado?
–No. Además, el rock pesado desapareció. Se fueron todos
distraídos a escuchar a esos dos tarados con la flautita. Pero
después, cuando volví con Riff, el grupo era tan poderoso que Serú
Girán se tuvo que desarmar.
Pappo frena las confesiones. Se pone de pie, la silla está a punto de
caerse, levanta un brazo y grita: “¡Venganza!”.
15
– ¿Por qué no quiere reflotar Riff?
–Porque Riff cumplió su función: eliminar a Serú Girán. Ahora no
queda ningún grupo para eliminar.
– ¿Y los Redondos?
–Los Redondos es distinto. Fue muy meritorio lo que hicieron.
Además llenaron River, algo que ninguna otra banda argentina
podría hacer. Estuvieron veinte años amasando ese recital y les
salió bien. Están muy bien. Hay cosas que me gustan y cosas que no,
pero son unos músicos del carajo.
– ¿Qué le gusta más: grabar o tocar en vivo?
–Yo tendría que tocar en vivo cada quince días. Pero el problema en
la Argentina es que hay muy pocos lugares para los músicos de
rock.
–Bueno: River, Vélez, Obras...
–Sí, River, pero, ¿qué músico de rock puede llenar River o Vélez
ahora?
– ¿Usted no lo llenaría?
–Solo no. ¿Por qué? Porque la gente mide la actitud del músico. Yo
no tengo conducta como músico: hice teatro y televisión, corro
autos, hago mecánica. Me sobra energía y tengo que invertirla en
otra cosa. No le doy tanta bola a la música o a las letras. No le presto
atención a esa cosa de las letras para enganchar la cabeza de la
16
gente y que se convenzan de que soy un genio. Hago los temas
como me salen, igual que cualquier otro blusero del mundo.
– ¿Ensaya mucho?
–No. Apenas dos veces por semana, como para despuntar el vicio.
– ¿Es un vicio o es sólo una frase hecha?
–No, es un vicio de verdad. No sé si tiene que ser así o si conviene.
Pero es así.
–Si toda la energía que pone en otras cosas le bastara, ¿dejaría de
tocar?
–No, dejaría todas las otras cosas.
– ¿Qué son para usted los recitales de junio: juntar amigos,
homenajearse?
–No es ningún homenaje, es un festejo por haber tocado durante
treinta años. Todavía no me morí, ¿cómo me van a hacer un
homenaje? En algunos medios salió que lo era, pero hay gente que
habla al pedo, como ese periodista que puso lo de homenaje. Hay
periodistas y periodistas, de la misma manera que hay músicos y
músicos.
–Entre esos músicos y músicos, ¿hay alguno que no vaya a estar en
sus recitales y que le hubiera gustado que participara?
–Conmigo están los que quieren. Y quiero que estén conmigo los
17
que quieren. Es una reunión de amigos, nada de homenaje ni
pelotudeces.
– ¿Va a recitales de otros grupos?
–Sí, claro, me gusta mucho. Fui al de Charly también.
– ¿Y qué le pareció?
–Mejor que Charly se ponga un circo.
–Por lo que se ve, no le gustó musicalmente...
–Es que no hubo música, hubo circo. El que hace circo es porque ya
no puede tocar. Porque su música ya no llama la atención. No hay
que confundir escenografía con circo. Los Stones traen
escenografía, y hacen una música del carajo. Llevar a los Titanes en
el Ring a un recital es circo. Fue muy cómico, a Charly lo podría
comparar con Pepitito Marrone.
– ¿Y Nito Mestre quién sería?
–Nito Mestre no existe. Todo él es Charly. Charly habla y Nito
mueve la cabeza. A mí me divierte mucho todo esto que dice Charly
de mí, sobre todo cuando estoy a menos de un mes de sacar un
disco nuevo.
18
– ¿Por qué supone que Charly lo odia?
–No me odia, lo hace para darme una mano con la publicidad del
disco y los recitales. Es más, vamos a pelear en el Luna Park para fin
de año, por eso se está preparando físicamente.
– ¿Se peleó con algún músico?
–No, los músicos de acá son muy débiles, los mataría enseguida.
Fuente: Diario El argentino 10/04/2011
19
LUIS ALBERTO
SPINETTA
Las músicas, las actitudes, las palabras de Spinetta siempre
dibujaron caminos e influyeron sutil pero definitivamente. Sin
embargo, aunque todos esos caminos fueron seguidos, aceptados y
alabados, quizá muy pocos vislumbraron el más valioso: la
búsqueda independiente, inagotable, vital, de la creación y sus
significados más allá de la forma musical o literaria. Esta etapa por
la que atraviesa actualmente (después de la separación de Invisible
20
hasta ahora) no es exactamente nueva, sino más bien otra cara —tal
vez más límpida y más directa— de su manera de manejar los hilos
de su comunicación con los otros, a través de un espíritu creativo sin
concesiones.
Los nuevos temas de Spinetta tienen otras libras rectoras y una
óptica sentimental muy alejada del hermetismo que alguna vez se le
criticó. El prefiere no explicar con palabras: prefiere hacerse
entender sólo a través de su música. De todos modos, mantuvo con
nosotros una larga charla esclarecedora de su mente y su realidad:
- Antes de comenzar a charlar de este periodo y lo que representa
para vos, contame cómo te fue en el viaje que hiciste al interior hace
poco.
- El viaje a Tucumán fue un contrato habitual, en el estadio del club
C.A.J.A. popular; habían concurrido 2.800 personas, más o menos.
Pienso que fue un buen concierto, tal vez un poco largo —duró
como dos horas y pico—, donde hubo de todo.
O sea: creo que el grueso del público salió satisfecho, aparte, todo
lo que tocamos (excepto "Durazno sangrando" y "A esos hombres
tristes", que los toqué en forma solista) fue nuevo.
Fuí con Rapoport y Machi; un trio, sin batería.
Parte del público, que es la que está habituada a los espectáculos
convencionales, que no van más allá de lo formal, reclamaba rock
con todas las de la ley.
21
Mi diálogo con el público fue muy consistente; traté de decirle que
para mí cada concierto es una forma nueva de llegar, y que el
material que estrenábamos en Tucumán era una primicia absoluta.
Para mí es muy fácil tocar material del pasado, pero creo que es
más importante lo otro.
El grueso del público lo entendió; creo que la mayoría de la gente
se fue satisfecha, por lo menos satisfecha de ver que alguien no
hace lo de costumbre.
- ¿Cómo fuiste canalizando las expectativas que centraste en vos y
en tu creación, a partir de la desintegración de Invisible?
- Yo te diría que son muchas cosas que ayudan a un mismo fin. En
parte es mi propia preocupación y mi propia seguridad, en cuanto a
lo que hago yo y al camino que quiero seguir, que es, en última
instancia, lo que me permite verlo y seguirlo.
Por otra parte, en este momento cuento con músicos que están
teniendo una participación creativa notable dentro de lo que hago;
eso es fundamental para mí, y para cualquier tipo que quiere hacer
una música instrumentada.
La presencia de Diego para mí es muy importante; haber vuelto a
tocar con Machi representa haber ganado la batalla del
entendimiento.
A Machi lo quiero mucho; es muy difícil que yo pueda tocar con un
tipo con el cual me lleve tan bien como con él.
En este momento estamos los tres a las mil maravillas, y somos
conscientes de que hay que buscar la forma de que eso continúe.
22
Por suerte no hay cosas extrañas a nuestra relación, que puedan
estar socavándola; nos entendemos en lo bueno y en lo malo, y
tiramos duro y para adelante. Por otra parte, no está prefijado que
tal tipo va a tocar conmigo durante tanto tiempo, o toda la vida.
Yo sé que cuento con Machi para lo que quiero hacer, y él sabe que
cuenta conmigo para lo que quiera. Para nosotros lo importante es
tocar; no nos hemos propuesto hacer un conjunto, ponernos a
grabar, hacer recitales. Vamos a tocar y tratar de satisfacer nuestra
necesidad de tocar y de hacer cosas juntos, a un nivel tipo hambre.
¿Víste que cuando uno tiene hambre no le importa comer papas
fritas, pan o huevos? Bueno, eso es lo que estamos buscando y nos
satisfacemos ampliamente. Desde luego que hay una parte
investigativa, pero el terreno en que nos movemos es tan libre, con
todos los músicos con que tocamos, que no hay ataduras, y el que
quiere tocar, toca
- ¿Por qué no contás con un baterista estable?
- Lo de los bateristas es algo que vengo arrastrando desde hace
mucho tiempo; en realidad, creo que uno de los puntos claves de los
planteos musicales míos está en la parte rítmica. Creo que los
bateristas con los cuales he tocado —Black, Pomo— son excelentes,
pero el asunto es encontrar tipos que puedan enriquecer la idea; no
me contento con un tipo que me acompañe. Quiero encontrar un
baterista que me colme, porque es una de las cosas a la que más
atención le presto de las que hago. En este momento existe un
planteo formal de tocar con Lopecito; él está tocando con Villegas,
23
le gustó la idea y se prendió al mango. Pero para mí todo está sin
condicionamientos, no se trata de decir: "Voy a formar una banda
para salir a tocar"; la idea es otra. De pronto quiero grabar un disco
y le propongo a Lopecito si quiere tocar conmigo; o voy a preparar
un concierto y recurro a él o a otro músico para que me acompañe.
Ninguno de los músicos está siguiendo una ley interna propuesta
por Spinetta.
- ¿No crees que sea un riesgo para tu música el hecho de que no
exista una compenetración total de los músicos en ella, en la medida
en que la abordan esporádicamente?
- No; yo me doy cuenta de entrada si un tipo no entiende o no
participa en lo que hago, lo advierto al instante. De modo que el tipo
que no se compenetra con mi música no lo hará ni el primer día ni
después de seis meses. Ya no estoy haciendo música con la pauta
de que la música tiene que obedecer a ciertos hechos ideológicos
adyacentes a la música; la música que yo hago lleva implícita toda la
carga emocional, filosófica, psicológica y poética. O sea: el tipo que
se acerca a mi música ya sabe que posee todo eso. Por supuesto
que, además, existe un ajuste; voy a funcionar mejor si trabajo tres
meses seguidos con Lopecito, que si trabajo una vez cada tanto.
Pero no puedo decir que porque no tenga una banda estable con
ese tipo ese tipo no está compenetrado conmigo. Hace rato que
necesitaba esta libertad para trabajar; todos estamos cambiando,
pero yo estoy tratando de hacer una cosa realmente profunda que
no obligue al tipo que lo comparte a ser una sucursal de mi
24
pensamiento. Eso se logra únicamente con una amistad de mucho
tiempo y que quizá son tipos con quienes nunca vas a tocar música.
Aquí se trata de tocar música por el placer de tocar música, y es
necesario que esa música no se deforme por todos los hechos
ideológicos que están alrededor de ella. Por otra parte, sería muy
egoísta si pretendiera que los que tocan conmigo pensaran como
yo.
- Definime un poco las diferencias que percibís entre el planteo que
adoptas actualmente, y el que adoptaste en el pasado.
- Mira, yo me equivoqué muchas veces, a raíz de lo que te
comentaba recién; ahora me doy cuenta de que estoy con muchas
menos posibilidades de equivocarme. Lo de ahora es una cosa más
musical, más profesional; nos reunimos y cada ensayo es una
verdadera llama, donde tocamos, gozamos y ensayamos todos.
Ahora no existe eso de ir todos juntos a todos lados, de estar
siempre juntos. Eso ya lo viví y no me interesa repetirlo, ya me
aburrió; además, los tipos con quienes estoy trabajando no se
prestan para eso. Como no hay nada impuesto, como nadie se siente
obligado a nada, lo que sale espontáneamente de nosotros rompe
todo, porque no está impuesto por ninguna ley, ni la de Spinetta ni
la de nadie.
25
- ¿Cómo funciona tu composición en este periodo que
evidentemente encaras con una óptica bien concreta y definida?
- Yo creo que muy bien. Estoy pegando un viraje violentísimo pero
me siento muy bien con lo que estoy haciendo, me siento
emparentado como nunca con lo que compongo. Es como si dijera:
"Pucha, esto es lo que quiero hacer'", y punto. Mal o bien, no me
interesa; lo importante es que se trata de ésto.
- Trata de describirme en qué consiste ese viraje.
- Yo me pasé doce años tratando de hablar y cambiar la mentalidad
de la gente, beneficiar al medio con mis invenciones y alentar a los
nuevos músicos hacia una búsqueda nueva. Ahora me di cuenta de
que puedo hacer todo eso sin proyectarme a través de mi obra; mi
obra se proyecta sola, y yo, por otra parte, puedo hablar de mi
obra. Descubrí que no es necesario que cada cosa que hago debe
estar encuadrada en un texto psicológico, dentro de un hecho
filosófico, si se quiere. O sea: en este momento he limpiado todos
los lazos pensantes que tiene lo que hago; entonces mi música es el
producto de mi investigación musical.He cambiado la óptica, el
sistema, todo. Pienso que estoy fenómeno, y, por ende, se me crean
nuevos compromisos, saber más música, meterme en nuevas
cositas, y saber más y más, nueva poesía, nueva música, nuevos
conceptos, nuevas tapas, todo nuevo. Aquí desde el rockero o el
progresivo, todos hemos ejercido la ley ideológica: "No me gusta,
porque estos tipos están en esta onda" No, no debe ser así; la
música gusta o no gusta, es buena o no es buena. En definitiva, yo
26
me he adosado a esa corriente, a la corriente de poder decir: "Lo de
Spinetta me gusta, no porque sea Spinetta quien lo hace, sino
porque es lindo por sí mismo". Es absurdo pensar que lo que hace
tal tipo debe estar adaptado necesariamente a un determinado
concepto filosófico. Últimamente, lo que los músicos hacen es
cinchar, con la música de la mano, para cambiar el medio, pero no
está en ellos la solución. Creo que la mejor manera de cinchar es
tirar por la borda todos los conceptos y prejuicios musicales, para
hacer una música que represente el modo de ser de cada uno de
nosotros. Hasta ahora se trató de darle a la gente algo que la excite,
pero que la excite estúpidamente, por el lado más necio. Por otro
lado, se ha tratado de dar a la gente cosas que terminen por
dormirla; yo pienso que lo único que hay que darle a la gente es
buena música, la mejor música que uno pueda dar. Entonces, esa
música activa enriquece y es beneficiosa, esa música es una terapia
perfecta. Mientras el músico siga pensando que su música debe
sonar de acuerdo con ciertos valores, el músico sonó, porque su
música va a estar contaminada porque será el producto de algo re-
pinchado que viene de antes. Yo he pasado por ese proceso, pero
ahora, evidentemente, opté por otra temática.
- ¿Cuándo descubriste esta nueva posición que querés adoptar?
¿Qué fue lo que te llevó a encararla?
- Este planteo lo tengo desde hace muchísimos años. Yo empecé
con este planteo, luego me desvié hacia otros lados que me
sirvieron para constatar otros estados emocionales. Ahora, después
27
de haber descripto una parábola, sobre todo a partir de la
separación de Invisible, siento la necesidad de hacer una cosa para
que ya no se la rotule nunca más. Hay tipos que no admiten que
Spinetta toque una zamba, mientras que lo único importante es que
guste y que esté bien hecho.
¿Vos crees que el público tiene los elementos necesarios como para
no rotular las expresiones, y valorarlas en sí mismas?
- Si. En primer lugar, porque tal vez nosotros —los músicos—
erróneamente le dimos a la gente el filo para afilar su propia navaja
y en un momento dado esa navaja se pudo volver en contra de
nosotros. Segundo, yo he bregado por hacer una música totalmente
libre, una música que represente la música de la calle, que no sea
una música que te termine de pudrir. No me quedo ni con los
tangueros estancados que no pueden salir de ahí, ni con los pseudo
bluseros a los que no les da la cabeza para poner un tono más, y se
quedan con los tres tonos y mueren ahí. Después de haber tratado
de ampliar el campo de mi libertad creativa, se me ocurre cantar
una zamba, y "Trac", el puñal. Yo no tendría que haber creado las
condiciones como para que la gente no pueda relacionarme con
algo que salga del rock. Realmente me pone muy mal que ocurra lo
que ocurrió en el Club Hípico, cuando me tiraron dos monedas por
cantar una zamba, porque según sus encasillamientos yo no puedo
cantar una zamba. En realidad, creo que está bien todo lo que hagan
los músicos de acá, en la medida en que sea lindo y afinado; cuando
suenan mal ya no hay quien los pueda levantar. Lo que le tiene que
28
importar al público es que el músico siga entregando todo, no que
se haya pasado a la línea de éste o de aquél.
- ¿Pensás que el público condiciona, con sus expectativas, el
producto del músico?
- Mira, yo creo que hay artistas que son predestinables, pero hay
otros que no; hay artistas que tal vez la gente los va a destrozar,
pero que no se van a dejar manejar.
- Vos tuviste la suerte, sin embargo, de que pocas veces el público
te cuestionó las cosas.
- Yo pienso que el público siempre me ha cuestionado las cosas, lo
que pasa es que yo siempre he hecho las cosas con tanta honestidad
que el público las puede cuestionar sólo desde un punto de vista
formal, pero no pueden meterse con mi obra porque pocos la
pueden comprender en su real medida. Creo que a veces la gente
no alcanza a ver las verdaderas raíces de todo esto, las raíces
humanas, musicales, lo que está sirviendo de peso a toda la
creación.
- ¿Cómo podrías definir el producto musical de todo tu
planteamiento?
- En este momento me inclino por una música simple, una música
que fluya espontáneamente, si se quiere. Yo nunca pude hacer
música demasiado compleja, por un hecho estético: a mí me molesta
29
lo complejo y no domino el lenguaje para hacer cosas
complejísimas.
- A pesar de lo que digas, vos hiciste cosas bastante intrincadas.
- Claro, pero en última instancia no son tendenciosamente
complicadas. A mí me molesta escuchar una pelota de arreglos sin
parar, que no llegan a ningún lado, y no poder discernir una sola
melodía en todo un texto musical. En esta época en que se está
pudriendo todo —los bosques, los mares, el aire—, no podemos
intoxicarnos las cabezas con productos de nuestra máquina de
crear. Con esto no quiero negar las obras de arte complejas, pero
muchas veces se .busca lo complejo y a través de lo complejo se
quiere edificar algo irreal y ambicioso. Cuando una obra de arte es
ambiciosa, ya no tiene posibilidades de ser hermosa.
- ¿No crees que las complicaciones y los desórdenes sociales que
vive el mundo, justifican la existencia de una música compleja, con
disonancias y atonalidades?
- Lo que pasa es que hay música disonante hecha con buen gusto, y
música disonante hecha con pésimo gusto.
- ¿Cuáles consideras que son los elementos rectores de tu creación?
- Pienso que no tengo elementos rectores. Cada tema mío es un
mundo diferente; lo que sí te puedo decir es que cada día me
inclino hacia la cosa más melódica. No me importa que lo que haga
sea simple o complejo; sí me importa poder emitir una emoción. No
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me importa si la emoción la logré tocando una nota o 250 mil; si
logro la emoción siento que mi música está bien. Es muy difícil tocar
y decir todo el tiempo; yo trato de hacer eso, es una constante: tocar
y decir, cantar y decir. Lo único que aspiro es que la música que
hago represente fielmente lo que amo; lo demás me importa un
rábano. Yo ya entendí que tengo que evolucionar y que voy a seguir
evolucionando, hasta que no me dé más el mate.
- ¿Y qué es lo que amas?
- Amo una creación sin concesiones. No tengo concesiones con "los
monstruos" que tengo en la cabeza que me llevan a crear. Mira, la
ecología empieza por casa; si sos un contaminado no podes gritar
que el mundo se está pudriendo. Es fundamental hacer las cosas
para darle una mano al tipo que la necesita, no vivimos en una
sociedad de tipos solos. Lo que amo es eso: la ideología que
empieza por casa.Tener conciencia de todo lo que debo darle a mi
hijo; conciencia de cómo debo utilizar mis instrumentos de trabajo;
de cómo no tengo que permitir que mis instrumentos se rompan, de
cómo cuidarlos porque para mí son oro.
- Me hablaste de contaminación; háblame de Buenos Aires.
- Eso es Buenos Aires (señaló el grabador que emitía las melodías
de sus nuevas composiciones). Pienso que este lugar tiene todas las
posibilidades de ser fabuloso, pero en general la gente no
comprende que no tiene que engañar más a sus semejantes.
Entonces, esta ciudad me sigue pareciendo triste, a pesar de que es
31
hermosa; me sigue pareciendo gris, a pesar de que tiene todos los
colores del mundo.
- La tristeza y el color gris muchas veces son relacionados con la
vejez...
- Soy muy joven para detenerme a pensar en los ancianos; ojalá que
todos los ancianos sean felices.
- ¿Tenes miedo de llegar a la vejez?
- No, no le tengo miedo a lo real. De pronto le tengo miedo a lo
irreal, pero no a lo real. El hecho de irse desgastando es real, y lo
asumo plenamente, y lucho para ir creciendo en la medida en que
me voy achicando físicamente.
- ¿Hasta dónde queres crecer?
- Quiero crecer hasta que mi alma siga viajando. Quiero crecer para
que mi viaje no se corte, no quede en el vacío. Quiero conocer a
Dios. Quiero hacer mi música para el espacio, para los planetas. Me
resisto a pensar que tengo que cumplir una misión para los hombres
y chau. Cumplir una misión para el cosmos, en resumidas cuentas.
- ¿Para vos, el cosmos y Dios son la misma cosa?
- No. Dios me da una sensación de enormidad mayor que la del
cosmos. Yo a Dios lo puedo ver de muchas maneras; tal vez un día
pueda tener una imagen única de Él. Lo importante que no es un
Dios que me asfixia...
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- ¿Hay diferencias entre Dios y el amor?
- No. Son la misma cosa.
- ¿Cómo se proyecta esto en tu obra?
- A pesar de que estamos teniendo una conversación superlindante
con lo ideológico y lo espiritual, yo quiero despojar a mi obra de
todo esto. Quiero que la gente repare solamente en lo que expreso
en mi creación, porque, desgraciadamente, muchos tienen más en
cuenta lo que digo que lo que hago, y supongo que es un enfoque
muy errado. Yo quiero que la gente se olvide de que pienso de una
determinada manera, no que se olvide, pero que no lo tenga tanto
en cuenta como lo que yo hago. No quiero que le den más valor a mi
imagen que a lo que yo compongo, porque eso es cruel para mí, es
mi muerte.
Fuente: revista pelo / 1977
33
Indio Solari
"El precio de la libertad es la soledad." Con una visión del mundo
que interpreta y encarna la cultura rock, vuelve, ahora solista, para
pintar un panorama algo desolador: "No es un momento en el que
me ponga contento estar vivo".
En qué momento decidiste que estabas listo para un disco solista?
En realidad yo no me veo obligado a hacer esto. Más allá de la
comercialización, uno está todo el tiempo componiendo, tocando...
Armo un set de máquinas y, con un teclado maestro, voy armando
las maquetas. Paralelamente a lo que hacíamos con los Redondos,
34
yo estaba experimentando con un sonido entre Residents y Prodigy,
una cosa muy hard, pero con máquinas; con guitarra, también, pero
con mucha máquina. Las máquinas son unos aparatos estupendos
para trabajar. Hay muchos chicos con perfil rocker que las rechazan
y no se dan cuenta de que ahí tienen una oportunidad de mostrar
sus trabajos garage.
- ¿Esas grabaciones preliminares terminaron en el disco?
- No. Quedaron para mí, como música para películas, o para un
nuevo álbum. Pensé que no tenía derecho a cortar la comunicación
con el público. Tenía unas cuantas canciones y empecé a trabajar
con ellas, sin ningún plazo. Hacía rato que yo venía pidiendo un
tiempo, porque me había transformado en un jugador dominante
dentro de los Redondos: hacía la música, hacía las letras, me
encargaba del discurso público, bauticé a la banda, salía en todas
las tapas...
- ¿Se convirtió en una situación agobiante?
- Llega un momento en que eso no te da tiempo para nada más que
para la rueda de trabajo. No tenía tiempo para comer data. Lo
primero que me pasó es que no tenía tiempo de leer. Tenía ganas
de leer El cuarteto de Alejandría [obra maestra del escritor
británico Lawrence Durrell] y decía: "¡Puta madre! Estoy en una
situación privilegiada, que me permite hacer esto y sin embargo...".
A la vez, con el nacimiento de Bruno descubro un tipo de inocencia
que desconocía. Como anoté en un dibujo mío: La inocencia de los
35
niños es la inocencia prehistórica. Cada vez dura menos, es cierto:
Bruno ya es un hijo de puta, su inocencia duró lo que dura un pedo
en una mano. Ya negocia todo, agarra la computadora, en cualquier
momento va a salir en Toyota... Pero durante un tiempo hay un
estado de inocencia animal, que te permite ver la cultura y qué
cosas se pierden luego.
- Volviendo al disco, ¿En qué momento el proyecto hizo ese cambio
de rumbo?
- Tenía unas cuantas canciones, y empecé a trabajar con ellas, pero
así, sin tiempo. Como no había ningún plan de hacer algo para
comercializar, ni producirlo para exponerlo, empecé con las
maquetas en las que hago todo yo, y como soy muy maleta como
ejecutante, lo llamé a Julio [Sáez, guitarrista y actual manager] para
que empiece a tocar con mi equipo. La manera en que yo trabajaba
con Skay era así: yo armaba las maquetas, y prosperaban las que
coincidían con las cosas que él tenía, que tenían alguna armonía o
alguna cosa en común. No eran necesariamente las mejores. De
pronto me encontré con que algunas de esas canciones estaban
buenas, y ahí me puse a rockear un poco más.
- ¿Qué esperás que pase ahora, con el disco en la calle?
- No soy la clase de tipo que está buscando el reconocimiento
externo. Lo único que hago es sacarme de encima las cosas. Creo
que la crítica referida a la música popular no tiene mucha capacidad
como para enjuiciarme.
36
- Pero sí te fijás en tu público. Cambiaste el rumbo del disco por
eso...
- Hay trabajos que son de laboratorio y hay otros que son de campo.
Para un artista plástico, un punto negro en medio de una superficie
blanca de dos kilómetros puede tener un significado que a la gente
le importe un joraca. Esto era lo mismo. Era muy pronto para salir
con sonidos tan extremos. Lo que estaba haciendo era hard, como
un progressive, pero medio heavy, no una cosa house.
- ¿El house no te gusta?
- Lo que más me atrae de la música electrónica es el progressive,
pero no la música para bailar. Ojo, también escucho a Norman Cook
[Fatboy Slim], Paul Oakenfold, pero porque utilizan muchos
elementos del rock. Y producen otras cosas que,
independientemente de que las hacen para bailar, tienen otro
concepto. La música dance que nos acostumbraron a escuchar, más
allá de que las máquinas mejoraron, tiene el mismo concepto que la
de los años del pedo. Y no está amparada en ninguna cultura que
vaya más allá del género.
- ¿A qué te referís?
- Claro, por más que la gente hable de la nueva espiritualidad,
termina tomándose un producto... ¿Esa es la nueva espiritualidad?
Yo creo que es una excrecencia final: estamos esperando que algo
suceda, algo que nos sorprenda. Pero mientras que la cultura no se
37
mueva, no va a producir más que esta especie de agonía de la
cultura en la que se formó uno. Lo dice un tipo de 56 años que
todavía entiende el mundo de hoy. El verdadero rocker quiere una
novedad. Siempre renegué de la mirada nostálgica, de pensar que
todo tiempo pasado fue mejor. Y ahora la única esperanza que me
queda es que este mundo paródico sea la antesala de un mundo
virtual.
- O sea que tu visión sigue siendo la misma que en la última época
de los Redondos...
- Ya lo pinté en Momo sampler: estamos viviendo una especie de
parodia vital. Hoy hay una farandulización de la vida, que yo noto
incluso en gente amiga e inteligente. Los medios tienen un poder
muy grande, y las conversaciones pasan por los estándares que allí
se ponen en juego. Las noticias, hoy, son probables. Las cifras de
una misma noticia cambian a lo largo del día. Es como una
observación meteorológica de la vida. La única manera en que
acepto esta especie de vaciamiento, la única manera en que no me
aburre esta vida, es pensar que es la antesala de un cambio grande,
que asistimos al agotamiento de la cultura que nos describe.
- Tu mirada sobre la cultura rock está expresada en algunos temas
del álbum, como "¿Tomasito podés oírme? ¿Tomasito podés
verme?"...
- El gran problema es que, hoy, aun aquellos que en su momento
hicieron experiencias no ordinarias, que les pudieron haber
38
costado la cordura o hasta la vida, siguen recordando esos
momentos como hippies estereotipados de una propaganda de
Renault. Y no fue así. Me da pena que aquellos que vivieron eso
digan que al rock no hay que tomárselo en serio, que uno lo hace
para levantarse minas. No está mal levantarse minas, pero que ésa
sea la razón por la que vos sos un artista... Me parece que no está
bien. Son frases ingeniosas, pero... Que una canción no cambia el
mundo... No, no cambia el mundo, pero hay canciones que me
hicieron cambiar mi mirada sobre el mundo. Que eso no sea posible
ahora, está bien, pero me aburre mucho la postura que los artistas
tienen hoy. Han aceptado la mirada posmoderna. Y yo creo que hay
que estar atentos a las pretensiones de la hipermodernidad. Yo creo
que, para que la vida tenga una pulsión, la gente tiene que tener
ideales. No todo puede ser cool.
- Sin embargo, después de diciembre de 2001, parecía haber una
vuelta del compromiso, la gravedad. ¿Duró poco o qué?
- El carácter civilizatorio de la industria del espectáculo es
impresionante. Todos los criterios de los formadores de opinión
están unidos a la industria del espectáculo. Si los artistas no se
hacen cargo de eso, no se va a hacer cargo nadie. No quiero
estandarizar la importancia del trabajo; estoy diciendo que tiene
que haber de todo, que no debe prosperar la liviandad como canon
excluyente. El arte es un arma muy importante para transmitir
emociones. Y dedicarla simplemente al entretenimiento... No sé, a
mí no me seduce mucho la idea de entretener a la gente mientras la
39
vida pasa. Bienvenidos Los Auténticos Decadentes, pero también
tiene que haber otra cosa. Me rompe las bolas cuando dicen: "letras
crípticas". ¿De qué están hablando? La poesía es críptica. La poesía
tiene que sugerir más que significar. Una obra de arte es simbólica.
El arte es describir un aspecto de la realidad simbólicamente, en
términos estéticos. El culo, la birra... Está bien, pero que no digan
que cualquier otra cosa es pretenciosa. Creo que, hoy, hay una
incapacidad para generar obras creativas. No es un momento en el
que me ponga contento estar vivo. Miro a mi alrededor y veo que
estamos a la espera de un cambio cultural que tarda en venir.
Supongo que la biotecnología traerá eso.
- ¿Creés que, necesariamente, las nuevas tecnologías impondrán el
cambio cultural?
- Hay una reterritorialización. Pero no estamos todos en el mismo
estándar. Una parte de Nueva York, San Pablo o Buenos Aires ya
tienen un territorio en común que no tienen los desposeídos de esas
sociedades. Hay nuevos territorios, pero todo tiene que ver con tu
capacidad para vincularte con esas nuevas tecnologías. En los
países de punta es más fácil: las estadísticas muestran que en los
países con mejor calidad de vida es donde menos delincuencia hay.
Evidentemente, las leyes más represivas no solucionan los
problemas, lo que los soluciona es que la gente tenga una vida
digna, y ahí el porcentaje de delincuencia también se achica.
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- El disco tiene una densidad sonora importante. ¿Puede que sea
eso lo que te volvió loco durante estos cuatro años?
- Sí. En comparación, es muy fácil mezclar un álbum de un power
trío: tenés todo el techo dinámico para darle a la guitarra, el bajo, la
batería y el cantante. El problema es cuando tenés dos o tres
guitarras, y hay una chapa atrás haciendo como una nube y aparece
una trompeta por allá... Es lo que me gusta a mí, tanto cuando
compongo como cuando pinto: no soy minimalista, no hago las
cosas por sustracción, sino por adición. Y de movida, porque mi
discurso es oscuro. No es un discurso ¡pum para arriba! Entonces las
tonalidades que elijo siempre son dramáticas, o nostálgicas.
- El primer tema, "Nike es la cultura", tiene una orientación muy
contemporánea y política. ¿Lo pensaste como una especie de toma
de postura?
- Para mí, el proceso intelectual es un proceso muy sensitivo. No es
un proceso cool y frío. Aunque, sí, la transmisión de sensaciones se
sobrelleva con las armas intelectuales: la comprensión de la
literatura, de la música, el bagaje de todo lo que has espectado,
escuchado, sobre lo que has aprendido, y las gramáticas que
incorporaste para entender. Al final de "Nike es la cultura", la
estrofa dice: "Vos gritás No logo /O no gritás No logo /O gritás No
logo no". Es decir, ni siquiera tomo una posición con respecto a eso.
No logo [el ensayo de Naomi Klein] es un éxito editorial, también.
Me aproveché de eso para referir a una tipa que hizo un gran éxito
editorial describiendo la intimidad de Donna Karam y todas las
41
marcas, y cómo logran su éxito comercial con las sangrías que
hacen en las poblaciones donde podés tener galpones de gente
trabajando por un puñado de arroz. Pero, más que nada, yo estaba
pintando la relación de los adolescentes con todo eso.
- ¿Y también tu relación con el asunto?
- Sí, a mí me encanta la ropa de Nike y la uso, de modo que no me
desentiendo. Sólo describo. Independientemente de lo que mucha
gente cree, yo nunca trato de traducir de maneras ideológicas lo
que hago. Si alguien lo quiere leer así, que así lo lea, pero yo sólo
trato de transmitir una visión, en este caso sobre las grandes
corporaciones de la vestimenta. Y estamos todos involucrados. Me
gusta la ropa de Nike, pero entiendo el contexto de explotación
social que la produce. Esas zapatillas que a vos te gustan y te meten
en la marota son el marco del sufrimiento y la desigualdad que hay
en el mundo.
- En el álbum hay una variedad en el sujeto desde donde se escribe:
crónicas, visiones sociales.
- En casi todo los álbumes la fórmula es más o menos la misma.
"Zippo que estaba hecho migas..." [ canta ]. Siempre hay tres o
cuatro canciones que son crípticas y que generalmente son las que
expresan la manera de ver la vida de un tipo que se dedica a las
ideas. Mi trabajo es leer, escribir, reunir cada vez más elementos
para transmitir una emoción. Esas letras no son más crípticas. Son
para gente que tienen otro nivel para leer la data, el mundo y la
42
cultura. Son temas que tienen una pretensión de abarcar
sentimientos más profundos, y a partir de ahí la letra se hace más
simbólica. Por ejemplo, "La muerte y yo", donde hay juegos que
tienen otro significado para dar una impresión de cómo ve uno la
muerte. "El tesoro de los inocentes" dice "si no hay amor que no
haya nada, vida mía, no vas a regatear". Hay algunas con
connotaciones más sociales, como "Ciudad Baigón", y después hay
otras que son pinturas, como "¿Tomasito podés oírme? ¿Tomasito
podés verme?", que pinta lugares de reunión que hay en Etcheverri,
como esa moda que hay en Europa que acá las vanguardias no
aceptan: lugares multitemáticos en que te encontrás con viejos
carrozas de los años 70 y con pibes de 13 años, todo mezclado, y la
música de fondo son rocanroles del año del pedo mezclados con lo
último de la música tecno, y de pronto suena The Who. Es una
manera de pintar un submundo que no es el submundo que está de
moda, y que sin embargo es tan o más vanguardista porque está
abierto a todo tipo de estímulos, no a la tendencia imperante que
está de moda en Palermo Hollywood.
- "Pabellón Séptimo" es casi una crónica periodística.
- Es un hecho que pasó, y está relatado de una manera dramática. Le
pasó a un amigo, Luis María [mencionado en "Toxi Taxi", el tema de
los Redondos] en Devoto. Fue una masacre, un asesinato terrible, y
yo tenía que ver cómo lograr ese tono dramático a través del
vehículo musical de la canción. Siempre que abarco un grupo de
canciones, algunas están dedicadas a pintar personajes y otras a
43
tratar de expresar sentimientos o miradas que tengo con respecto a
algo.
- En el disco también hay una carga de sensualidad...
- Mirá... ¡Ya estoy hecho un viejo verde!
- Bueno, no queríamos ponerlo en esos términos…
- La verdad es que les estoy muy agradecido a las jovencitas que
tienen actitudes condescendientes conmigo. Yo puedo ser el abuelo
de muchas de esas chicas. Pero tiene que ver con esas cosas del
personaje, ¿viste? Hay tipos que no cogerían nunca si no fuera
porque se transformaron en algo importante. Yo agradezco mucho
la delicadeza de jovencitas que tienen 14, 16, 17 años y te tratan
como si fueras una especie de sex symbol irresistible. Pero... ¡la
concha de su hermana! [El tema] "La piba de Blockbuster" es un
poco eso. Hay una estrofa que dice: "Un pavo guapo no soy/ ya ni
mañas me doy/ pero ella está conmigo…". Por otro lado, no soy un
tipo jodido en ese sentido. Nunca me aproveché de mi posición,
creo que no está bien. Las diferencias de edad hacen diferencias en
los morbos. Nunca me creí la del rocker que la va de banana por
cogerse a una menor en un hotel de Rosario. Tampoco estoy
censurando, pero no me parece que esté bien ese juego de
perversión. Independientemente de que uno zozobre a la tentación
alguna vez.
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- Lo de la sensualidad no significaba, necesariamente, cogerse a
una menor…
- No, yo me refería a "La piba de Blockbuster"... Es muy chiquita
[hace como que se escurre la baba]. "Canción para un goldfish", por
ejemplo, es un relato onomatopéyico, casi, pero habla de algo que a
uno le puede pasar en cualquier momento. Estar en un chichoneo y
que alguna de las chicas amigas vaya debajo de la mesa y...
empiece toda la joda.
- ¿Alguna vez fuiste un adicto a las groupies?
- No, ni siquiera. Esa parte fashion de las limusinas, las groupies y la
merca, no me tocó. Yo soy más de la generación de los yippies.
Toda esa cosa de la moda y del sacrificio de la juventud no fue lo
que más me interesó de la cultura rock. A mí me interesaron los
años en que el rock en los Estados Unidos fue político. Y cuando
digo "política" estoy hablando de poner ácido en los cuarteles, no
estoy hablando sólo de los Black Panters. Estoy hablando de lo que
hacían Jerry García, Ken Kesey. El rock hecho política. Con otras
armas, con otras visiones... La cosa de la limusina, el hotel y los
caprichos, y te tiro el televisor por el balcón, me pareció todo una
pelotudez. Independientemente de que uno ha estado sujeto
muchas veces a circunstancias similares.
45
- ¿Cómo cuáles?
- Cuando vas a una provincia, el productor te trae todo lo que piden
los grupos de rock. Pero, para mí, antes de subir al escenario, los
camerinos se parecen más a un templo que a un quilombo. Me gusta
el chichoneo y la joda como a cualquiera, pero en otros momentos.
- ¿Nunca curtiste vips?
- Las primeras veces que íbamos a tocar a Mar del Plata, por
ejemplo, terminábamos encopetinados y después del show nos
mandábamos a una disco. Y nos ponían en el vip. Me acuerdo de
una vez en que estábamos rodeados de personajes como Hugo
Gatti, Monzón, Federico Moura, Pablo Codevilla... Y estábamos
nosotros, también. Y era un lugar privilegiado, todo pana y chicas
que se te sentaban encima para las cámaras, champán y... Y la gente
del otro lado del cordel nos miraba como si fuéramos muñecos de
cera. Ahí me dije: ¿qué estoy haciendo acá? Creo que toda esa cosa
tiene que ver con la necesidad de mostrarse, el ego.
- ¿Preferís concentrarte en la obra?
- Creo que la transformación metafísica es la razón por la que uno
hace esto. La obra, en sí, lo único que hace es transformarme a mí
mientras la hago. Cuando esa obra convoca conocimientos, los atrae
para formar parte de ese caldero del cual yo voy a sacar cosas. Eso
me transforma en un ser diferente. Me modifica. Lo otro, la
autodestrucción exhibicionista... Si ustedes hubieran llegado acá y
yo estaba con un pico tirado en el piso, la nota empieza a estar
46
linda, ¿no? En cambio te encontrás con un boludo que vive
encerrado y hace canciones. Entiendo que hay un atractivo y un
morbo en el hecho de ser testigo de intimidades de tu vida, sobre
todo si te pasás el día con el culo en la caja de un banco. Pero yo soy
más tradicional: me interesa la obra.
- Todo el tiempo estás marcando diferencias con lo que se supone
es la cultura imperante. ¿Te sentís solo?
- Sí. Creo que tiene que ver con la libertad. El precio de la libertad
es la soledad. Hay un grupo muy pequeño de personas que tiene lo
que yo reclamo para mí: lealtad, honestidad y diversas capacidades
intelectuales. Pero se me hace muy difícil establecer nuevos afectos,
porque no hay una correlación entre mi personaje público y mi
vida. Se hace muy difícil tener amistades nuevas cuando la gente te
puso en un lugar de ícono. Es muy fuerte para todo el mundo. La
mayoría prefiere que seas ese muñeco, y no lo que sos en verdad.
-¿No creés que tuviste mucho que ver con la construcción de esa
figura? ¿Te reprochás algo?
- Sin duda tuve que ver. No me reprocho nada porque supongo que
hay cosas que uno no sabe manejar. Mi personalidad es como es,
hay cosas que no manejo bien. Soy fóbico a la gente. Me gusta estar
arriba del escenario, no abajo. Si estoy ahí, me agarra una
claustrofobia que me muero. Hay personalidades que se llevan muy
bien con la popularidad, y otras que no. Siempre he tratado de que
mi personalidad no se cristalizara públicamente. El problema es
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que, cuando generás un proyecto exitoso, si vos no te encargás de
esa descripción, alguien lo va a hacer por vos. Cada uno tiene una
necesidad distinta acerca de cómo tenés que ser... Más alto, más
honesto, menos miserable... Y la verdad es que lo que más
necesitaba era tiempo para pensar, para leer, para escribir, sin
necesidad de volcarme en un proyecto totalizador, porque quizá la
mirada del mundo que tengo hoy es muy parecida a la de Momo
sampler. No cambió nada.
- Ese hermetismo que decís que te jugó en contra, terminó haciendo
escuela en el rock nacional de esta época...
- Me cuesta reconocerme en esas cosas. Yo estuve en un proyecto
importantísimo. Si uno quiere verlo desde un punto de vista más
prosaico, fue el show con entradas pagas más grande de la historia
del espectáculo nacional, no sólo del rock. Lo que me cuesta
entender, porque lo leo desde afuera, son esas comparaciones con
Los Piojos y La Renga, por ejemplo. Creo que esos chicos me deben
odiar.
- Si bien decís que en los Redondos eras "el jugador dominante",
estabas exento de las labores de manager. ¿Cómo lidiás con eso
ahora?
- Ciertamente, no estaba acostumbrado a ensuciarme las manos con
la comercialización. Antes se las ensuciaba Poly,
independientemente de que las decisiones se consultaran siempre,
o que muchas veces mis caprichos condicionaran la manera de
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negociar. Había alguien que iba y charlaba con el enemigo, y yo
estaba alegremente como el director creativo. Ahora tengo un
manager personal, pero de momento lo estoy manejando yo, cosa
que me rompe las pelotas, porque no es lo que a mí me interesa. No
porque no sepa cómo es el ambiente, porque lo conozco, pero no
me gusta ensuciarme las manos: soy como un chef.
- Pero ya debés estar planificando tu vuelta a los escenarios. ¿Qué
dimensiones imaginás?
- Lo primero que hice fue mirar qué le pasó a mi coequiper y mi
coequiper tuvo una especie de descenso a otro nivel de
convocatoria. Entiendo que mi nicho puede ser un poco más
grande. Porque, bueno, hay una proyección sobre mi personaje
diferente de la del resto de los chicos. Supuse que un Obras, o un
Luna Park… Algo para probar. Pero cuando los productores
empiezan a tentarme, hablan de dimensiones que no quiero
mencionar.
- Canchas de fútbol, digamos.
- Sí, pero no Excursionistas. Y empezás a dudar: "Estos boludos no
son ningunos nabos, tampoco". Tengo todavía cinco meses para ver.
Y supongo que saldré a tocar antes por el interior, para darle
rodamiento a la banda. El Luna Park me encanta, pero nunca nos
permitieron tocar ahí. Después de aquello de "atomizar la butaca",
para don Tito Lectoure yo era un nuevo Billy Bond. Pero, en fin,
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tendría que buscar a alguien con experiencia en armar shows. Ya he
recibido ofertas del mejor y ahora lo estoy pensando.
- ¿No te importa que sea una corporación?
- Más allá de lo que se habló de la independencia de los Redondos,
para mí la independencia de una artista consiste en: grabar cuando
querés, como querés, donde querés y que los logos de los sponsors
no sean más importantes que la estrella del escenario. Eso es lo que
para mí vale. Después entran en juego las conveniencias
económicas, y quizás, si te va bien, vas a ganar más dinero siendo
independiente. Hace años ya que todas las corporaciones me
ofrecen las mejores condiciones, porque hay un público cautivo,
aparentemente. Yo siempre creo que el público no está cautivo,
pero a mí me conviene que crean eso. Hoy me ofrecen una cantidad
inconmensurable de dinero antes de tocar por una cantidad equis
de shows; se hacen cargo de todo, me dan un porcentaje y respetan
todo lo que les pido. En definitiva, el tipo no está queriendo
intervenir en nada. Las corporaciones quieren que estés para
arrastrar su catálogo y todos esos mambos que tienen en la cabeza.
Esas mecánicas son misteriosas, yo nunca creí en ello, pero por algo
facturan millones. En fin... Me la jugaré por algo y correré con las
tribulaciones que implica hacer un estadio vacío, o que se arme
quilombo en un estadio chico.
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- En ese contexto de negociación, ¿por qué te oponés al sponsor?
- Si están afuera vendiendo sus cosas, me importa un carajo. Porque
yo también compro cosas, no estoy en contra de la sociedad de
consumo… Tiene que ver también con mi famoso lema "Solos y de
noche", que ahora veo que salió por todos lados. Simplemente creo
que mi música, o la música que hacíamos con los Redondos, tiene un
carácter dramático que no tiene que ser desvirtuado de ninguna
manera. Creo que el campo de atención hay que ganarlo con todas
las herramientas posibles, tiene que cargar dramáticamente el
escenario con una mirada. Y la verdad es que el logo de
Volkswagen arriba de un juego de luces... Qué sé yo. Si afuera hay
promotoras, a mí me importa un carajo, pero dentro del estadio me
parece que no. Unicamente si estuvieran en momentos previos y en
un rincón apagado, pero cuando empezó el show, olvídalo. No es
que estoy en contra de las empresas. Son confusiones que surgen
cuando se cristalizan los discursos. Esto mismo que yo estoy
diciendo acá, cuando se empiece a achicar y a editar, quedará
como que estoy mandando eslóganes.
- ¿El hecho de hacer un disco solista te liberó de...?
- No, eso de la liberación... Yo estuve leyendo unos reportajes de
Skay y veo que él se siente liberado. Yo sigo haciendo lo mismo que
hacía con los Redondos. No me liberé de nada. Siempre escribí y
hablé desde un punto de vista personal. Cuando uno dice "jugador
dominante", lo dice por muchas razones. Yo salí en todas las tapas,
hice todos los discursos, fui todas las remeras. Si uno mira para
51
atrás, el personaje que estaba metido en todos los rubros de los
Redondos era yo. Así que no estoy haciendo algo que no hiciera
antes, porque tampoco estoy tocando solos de guitarras.
- Pero con Skay compartían...
- Yo compartí mucho con Skay. Compartimos porque me parece un
tipo muy inteligente y un muy buen violero. Y podríamos haber
hecho cosas solos, pero durante mucho tiempo nos pareció que
estaba bueno el punto de vista del otro. Y nada más. Nunca consulté
con nadie el discurso público de la banda. Supongo que, más de
una vez, les habrá roto las pelotas porque no estaban de acuerdo
con lo que yo decía.
- Skay habló de una sintonía artística y un entusiasmo que estaban
extinguiéndose.
- Eso lo siente Skay. No voy a abundar en detalles al respecto. Yo he
leído un par de reportajes de Skay y uno de Semilla. Supongo que
todos tenemos miradas diferentes de lo que pasó. Y yo respeto lo
que cada uno cree que pasó. Para mí pasó algo determinante, una
decisión. Vamos a poner un eufemismo: yo creo que había un
contrato íntimo con Skay y con Poly y que de pronto afloró una falla.
Con respecto al resto de los chicos, no. Tienen derecho a sentir lo
que sienten. Sergio tiene un álbum listo, muy bueno, me parece, y la
semana que viene va a venir para que lo escuchemos. En el
reportaje a Semilla, creo, había un poco de resentimiento. Tiene
52
todo el derecho, creo que es lógico. Pero no estoy de acuerdo
cuando dice que había una cosa de egos.
-¿Por qué?
- Yo era la estampita de la banda, y realmente no sentía envidia por
el rol de nadie. Primero porque el asunto del ego es algo que yo
aprendí a combatir. Soy un tipo que ha tenido un ego muy fuerte, y
sé lo que es la constante ambición de mantener el nivel de algo. Es
muy peligroso. Y ni hablar de cuando la vanidad acepta las
adulaciones: terminás satisfecho con vos mismo, y eso es decretar tu
muerte. La muerte creativa.
- ¿O sea que hubo un hecho puntual que determinó la separación,
no un desgaste?
- Está bien: quizá yo soy un poco tirano. Skay tiene derecho a
sentirse liberado de una relación por la que trabajó mucho tiempo.
El jugador dominante es alguien del que te querés liberar, siempre
es el que te rompe los huevos, y es al que siempre le vas a reclamar
las cosas en un momento determinado. Es el culpable de que vos no
tengas un rol más significativo en el proyecto. Yo acepto esa parte,
porque también es verdad. En los últimos álbumes, los músicos
prácticamente se enteraban cómo venía la mano cuando ya estaban
terminados. Pero para mí hubo un hecho determinante que hizo que
todo explotara. Es una frontera que prefiero no rozar. Me gusta
ubicarme como la madre del juicio salomónico: prefiero que el
bebé se lo quede otro, antes que partirlo en dos.
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- ¿Hay alguna letra del disco que aluda a la separación de los
Redondos?
- No, en ese sentido yo no soy dramático. La sensación de
pesadumbre o de dolor te provoca algún tipo de filtro emotivo, algo
que, en parte, disemina la creatividad de este álbum. Pero,
sinceramente, creo que bastante tiempo duró la joda. No nos
podemos quejar. Y después... todo depende de cosas que ni
siquiera yo sé. Tampoco me atrevo a decir que los Redondos sea un
proyecto que no vaya a volver. Lo desgraciado de todo esto es que
estamos muy grandes. Alguien nos decía que, si no nos
separábamos ahora, no íbamos a tener tiempo de reunirnos. Pero
ojalá hubiera sido una joda de ese tipo. Todo pasó así: en un
momento estábamos hablando de cómo íbamos a tocar en Santa Fe,
y una hora después yo me estaba subiendo a mi coche sabiendo
que no pasaba más nada.
- En su momento se dijo que la decisión tenía que ver con la
combustión social del país...
- Sí, pero yo no hablé con nadie. Eso fue todo lo que habló Skay...
Como sacó álbum nuevo, me imagino que se vio obligado a
responder. Entre otras cosas, mi pausa fue tan larga porque creo
que hay algo con lo que debemos tener cierto recato. Por miserias
personales, uno no puede alegremente arruinar un proyecto tan
querido y que significa emotivamente tanto para tanta gente. Lo que
sí es verdad es que los que nos forjamos en la cultura
tempranamente, tenemos una conducta como de guerreros, un
54
código que no se vulnera. Y eso provoca, a veces, cosas jodidas de
asimilar. Pero también hemos sido tres personas sujetas a mucha
presión durante mucho tiempo. Y no quiero hacer futurismo, pero
creo que las cosas pueden solucionarse. Tampoco sé de qué
manera, ni cómo, ni cuándo, ni siquiera si es probable.
- ¿Qué cambió al empezar con una nueva banda?
- Más allá de cierta soledad, mi vida no cambió mucho en mi
quehacer artístico. Lo que estaba bueno era poder confrontar con
alguien, confirmar con alguien, tener un cumpa con el cual mirarnos
y ver si estamos de acuerdo. Eso te confirma algo que a veces, en
soledad, se convierte en incertidumbre, independientemente de
que muchas veces el solo de guitarra lo tarareara yo y él lo tocara,
porque eso es parte del juego compositivo. Hoy estoy queriendo
formar una banda, porque te da una comodidad… Lo que pasa es
que una banda, para mí, no son los mejores músicos, sino esa gente
con la que podés pasar muchas horas encerrado. Por eso digo que
soy un freak que hace música, porque para mí es más importante la
vida. Por más que seas un capo tocando la guitarra, si me rompés
los huevos, a las tres horas te estrangulo. No estoy en edad de
tolerar.
- ¿Quiénes te van a acompañar en el vivo?
- Momentáneamente, voy a arrancar con los músicos que tocaron en
el disco, pero después hay que ver: una banda tiene que tener
magnetismo físico, varias cosas a las que yo me había
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acostumbrado. Los Redondos tenían eso: un magnetismo físico.
Aunque Skay y yo tuviéramos los roles fundamentales y moviéramos
más el culo, en general éramos una postal convincente. Yo sé que
soy un frontman, y que he sido aceptado durante muchos años. Algo
debo tener.
- ¿Sentís que el entorno le fue hostil a los Redondos?
- El éxito de un proyecto así tiene características que molestan a
muchos. Colegas, medios, productores chupamedias...
- Hay sospechas de que, en sus recitales, ciertos sectores del poder
mandaban gente para provocar disturbios...
- Hay cosas que uno no cuenta, pero... Desde el poder político...
Cuando hay un grupo que tiene esta masividad y este atractivo, hay
una necesidad estratégica y táctica de sectores del poder de
asimilarlos para sí. Yo no tenía casa propia cuando me ofrecieron
tocar en Mar del Plata para una campaña. Cuando te negás a formar
parte de eso, esa gente tiene unas formas más que mafiosas de
hacerse ver. Eso ya lo sabemos todos. Uno, por formación setentista,
tiene amigos en todas partes. Gracias a Dios, tengo amigos en el
cielo y en el infierno.
- ¿Y cómo te caen esos acercamientos?
- Desde adentro, uno ve el proyecto en el que está metido con otra
dimensión, más de entrecasa. Por eso no te gusta cuando te viene
alguien con una magnitud extrapolada y extraña. Ahora me está
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pasando de nuevo: hay cada conversa que uno no puede entender.
Son mambos de gente que está metida en ese dibujo porque su vida
depende de eso. Están hechos para hacer guita. Hay un par de
personajes de la política que están metidos hoy en un lugar más que
significativo. En esos casos sí prefiero pensar que lo mío sólo son
canciones. Porque me estoy protegiendo, no quiero que mi vida se
transforme en esa cosa cortesana y... Hablo de un tipo que corta el
big bacalao, no de un funcionario menor. Me han hecho planteos de
la política, del tipo "vos llenás dos veces River con 70 mil personas y
un partido [político] no puede poner 20 mil".
- ¿Los disturbios en los shows de los Redondos tenían que ver con
eso?
- Sí, lo tuvimos filmado inclusive y sabemos que son reconocidos
vigilantes de las comisarías. Ni siquiera eran parapoliciales... Pero
son cosas que ayudan a conocer el mundo en que vivimos. Mientras
no te pasan, son como paranoias, y yo a veces no las cuento. Si uno
denuncia eso en voz alta, te da una vergüenza, un pudor, y ahí
prefiero ser un artista.
- Mencionaste tu formación setentista... ¿Creés que este Gobierno
intuye que estás ideológicamente cerca?
- No, al respecto... [ titubea ] no voy a decir nada. Sólo te puedo
decir que... [ le brotan algunas lágrimas, se sirve una copa de vino y
se excusa ] Hubo gente muy rica que murió. Eso... Perdón... [ Larga
pausa.] Es interesante ver cómo se reacomodó el mapa del rock
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nacional después de la separación de los Redondos. Varios grupos
alcanzaron una masividad importante. Hoy en día hay una
maquinaria de promoción universal de cosas, una oferta
descomunal... Hay gente que está convencida de que puede hacer
que cualquier cosa sea exitosa. Y creo que es verdad. Porque tenés
un par de radios, alguna revista y lográs que se llene un estadio.
También hay que medir las cosas como son. Un proyecto como los
Redondos llenó dos veces River. Para juntar un poco más de gente,
ahora, hay que hacer dieciséis fechas con ciento y pico de bandas.
Son pocos los grupos que capitalizan el fenómeno.
- ¿Notás una diferencia en el nivel de intensidad de los shows de
rock?
- Supongo que una sociedad en que la biotecnología logró cosas
significativas, en la que los conocimientos lograron cambios, estará
acompañada de otro tipo de música. Las tecnologías traen en sus
propios nervios las catástrofes. Chernobyl, los virus informáticos...
Tienen una vida muy parecida a la de los imperios. Y traen a su vez
movimientos culturales que también tienen su momento de
crecimiento, apogeo y decadencia. Estamos en un proceso histórico
decadente, y el imperio hace lo que puede. Puede zozobrar de una
manera estrepitosa, porque la deuda que tiene Estados Unidos es
enorme. A la vez tiene el poder para destruir, pero no para ocupar.
Y encima ya hizo la Harley Davidson y el rock & roll. Ahora sólo le
queda imponerse por la fuerza y ser el gendarme del mundo.
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- ¿Y creés que la cultura rock se cae con el imperio?
- Sí. En algún momento tiene que terminar, hay un período para
todo, y esa cultura ya la viví. Hice todo lo que había que hacer y me
puse todo lo que había que ponerse. Llega un momento en que es
un embole. La quinta vez que aperecen bandas de garage...
- Algunos dicen que la electrónica representa un cambio cultural.
- Para mí es igual. Te lo digo porque ya pasó en los 70. Entonces me
gustó menos que ahora, pero difícilmente alguien pueda sentarse en
su casa a escuchar eso. Cualquier banda de rock & roll es más
conmocionante que dos tipos sentados delante de dos
computadoras, por más que le pongan pantallas y luces. Nos está
faltando un cambio rotundo. Puede ser dramático, puede ser crítico,
hay que estar preparado para lo peor, pero va a provocar un nuevo
estado de las cosas, la incorporación de nuevas texturas... Sé que
soy un tipo del pasado, pero aún tengo eso del que espera una puta
maravilla a la mañana, que pase algo que nos conmueva, que nos
haga sentir que estamos vivos. Prefiero el heroísmo de los jóvenes
de los 70 que fueron a la muerte con ideología, aun sin saber qué se
tejía en las propias cúpulas de sus movimientos.
- ¿Todavía tenés expectativas puestas en internet?
- Sí. Me parece que la pantalla ya nos está quedando chica. Es como
contemplar un océano inmenso a través del ojo de un aljibe. Creo
que deberíamos ya encontrar alguna manera de percibir todo eso.
Esta burbuja que yo me armé, acá en mi casa, tiene que ver con mis
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fobias. Para mí la popularidad significa que la gente te vigile. Yo
crecí en la época de la clandestinidad y era peligroso no ser
anónimo, no ser del montón. Entonces, un personaje que se formó
en una etapa de clandestinidad, que vaya al hospital y una
enfermera que nada tiene que ver entre a verle el culo... Me rompe
los huevos. Yo siento que la gente me vigila.
- Nunca tuviste muchas influencias marcadas dentro del rock
nacional. ¿En este momento hay algo que te conmueva?
- - Me gusta Calamaro. En este álbum hay un poco del espíritu de
Andrés, en el sentido de ese atrevimiento. De movida, él me parece
un campeón. Un tipo que convenció a una multinacional de que le
sacara un álbum quíntuple, me parece un campeón total. Y después,
el atrevimiento de editar maquetas hechas en su habitación...
Discrepé con mucha de la prensa que se lo tomó a la jarana y se rió
de él. Calamaro fue, tempranamente, un personaje muy chistoso y
muy fashion. Pero creo que después se transformó en un artista muy
interesante. Un tipo atrevido.
- ¿Tu método de trabajo tiene algo que ver con el suyo?
- En realidad yo no sé hacer una mierda. Y tengo como método el
olvido. Creo que la única manera de ser vanguardista con uno
mismo es olvidar las cosas que aprendió, como para empezar de
vuelta. El verdadero vanguardista es el que olvida. Porque sólo es
nuevo lo que hemos olvidado. Las pasiones son las mismas, sólo que
las describimos de maneras diferentes, les hacemos una
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escenografía distinta. Por otro lado, a mí no me gusta cómo canto, y
sé por qué no me gusta. Entiendo también que la música popular
depende más del carácter que del canto, pero soy incapaz de
producirme a mí mismo. Siempre creo que mi voz es lo que está
arruinando las canciones.
- Concretamente, ¿por qué no te gusta cómo cantás?
- Porque no. Yo no sé si la gente siempre está muy a favor de lo que
hace. Creo que va a aceptando los elogios porque los agradece, y
termina creyéndoselos. No sé si Mollo cree que es un gran
guitarrista. En la intimidad él pensará que toca bien, pero es más lo
que aprende de lo que le dicen los otros. O por comparación. Yo
también digo: "Si cantó Bob Dylan, si cantó George Harrison, Tom
Waits… ¡yo también puedo cantar!". Me gusta cómo compongo. Me
parece interesante que alguien haya hecho lo que yo hice; las letras
creo que también están bien. Dentro del rock nacional no está mal
que alguien haya venido a aportar esto. Pero cantando... ya no tanto.
Tampoco encuentro muchos buenos cantantes acá. Están los que son
muy admirados, algunos también por su lírica. Creo que son buenos
cantantes porque la lírica, casualmente, no tiene otro objetivo que
elegir la musicalidad de las palabras. Yo, sinceramente, "pies de
atril" y todo eso son cosas con las que no ligo.
- ¿Cómo te cae este momento de optimismo político?
- Yo no creo en las soluciones de ese tipo. Seguramente estemos
mejor, pero yo me fijo en la calidad de vida, no tanto en las
61
variables económicas. Y cuando un pueblo es explicado desde ese
lugar, devela un grado de ignorancia que hace difícil ser optimista.
Cuando sumamos a eso la falta de interés de gobernantes y
gobernados en distribuir dinero para la cultura y la educación, eso
nos provoca una herida muy grande y una inercia con traslación
hacia futuro. Y yo creo que la calidad de vida se reclama. Y se
reclama desde un estado de comprensión de las cosas. Se asimiló la
idea de la corrupción generalizada. ¡Exacto! Me parece terrible el
hecho de que la gente acepte el desgaste moral. Yo no me quiero
transformar en una especie de conservador, porque parece que
está fuera de aggiornamiento aquel que pretende que haya
conductas honestas. Y para mí la honestidad es el remedo del honor
medieval. Los gobernantes son los representantes de lo que un
pueblo es. En los países en que la calidad de vida está mejor, el
ciudadano es respetado, es dueño de su ciudad, dueño de su vida.
Siempre hay negociados, pero tu vida no está sujeta al puto suelo de
la miseria y de la ignorancia total, como acá.
- ¿Hasta qué punto la crisis te afectó en lo personal?
- El corralito, a mí [hace un gesto de degollado], me re cagó. Porque
yo siempre hablé con mi contador para decirle que, como no usaba
insumos ni un carajo, mi vida era mejor si yo declaraba todo. Tengo
todo en regla. Yo hago canciones, a la gente le gustan y las compra.
No vivo de la rutina de nadie, ni nada. No tengo que andar
escondiendo mis cosas con un contador. Bueno… mirá lo que me
pasó: entre los bancos y el Estado, me cagaron. Esas cosas le pasan
62
a todo el mundo, forman parte de la comidilla fundamental de la
gente, pero para mí eso no es lo importante. Lo que condiciona la
vida es el grado de determinación que tu mirada puede tener sobre
lo que te rodea: eso hace a un pueblo libre. Eso sí pueden hacer las
canciones. Las canciones pueden modificar el punto de vista de
alguien.
- ¿Creés que antes había una mentalidad distinta?
- La única virtud que tuvo nuestra generación fue desconfiar del
mundo que los padres nos querían vender. A mí no me gusta la
calidad de vida de hoy. No se trata de vivir más años. Porque mi
vieja vive a los 95 años, pero la decrepitud es una cosa que es
inédita en el resto de la coraza orgánica. Mis perros se mueren
cuando envejecen. Es decir: no hay nadie que los mantenga rengos,
o ciegos, con el estómago hecho mierda, perdurando nomás…
Porque eso no es calidad de vida. Cuando te cagás encima no es
calidad de vida. La vida transcurre por otro lado, aunque nos hagan
creer lo contrario. Antes se me piantó un lagrimón porque creo,
sinceramente, que más allá de lo equivocada que pudiera estar, la
generación de los 70 tuvo a las mentes más dedicadas a la vida que
hubo. Más allá de las cúpulas. Las cúpulas siempre están en otros
lados. Pero todos esos jóvenes que murieron, realmente tenían
necesidades importantes de cambiar el mundo.
- ¿Y de ahí en más?
63
- Se puso difícil, porque la gente le toma miedo. Es desgraciado,
pero yo, para tratar de ver lo que está pasando en el mundo, no
miro las primeras cinco páginas del diario. En todo caso empiezo a
leer las primeras cinco de Política Internacional. Esto es una
república periférica. Nada se decide ¡acá.& Hoy parece que este
Gobierno quiere, pero en tanto uno siga aceptando como genuina la
deuda externa, eso te indica que no tenemos ningún tipo de
independencia. Porque, si no, habría que decir que esta deuda fue
generada facciosamente por gobiernos de turno con la excusa del
enemigo rojo… Sabiendo que esto iba a explotar y que nos iban a
tener endeudados para toda la vida. Lo mismo que han hecho todos
los imperios en sus colonias. Pero nada dura para siempre. Y,
aunque sea difícil voltearlos, los jugadores dominantes caen por su
propio peso.
Fuente: Claudio Kleiman y Pablo Plotkin - revista Rolling Stone /
2004
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RICARDO IORIO
Estaba parado en el centro del camarín, hablaba con sus asistentes;
yo esperaba arriba, mudo, con el grabador y un papel con
preguntas en la mano, lo veía apenas de costado.
- Vení bajá, no le preguntes boludeces, en serio, no seas boludo-
me dijo el manager.
Bajé tan despacio. Ricardo Iorio se acercó y me dio la mano con
firmeza. Me clavó la mirada, sonreía pero igual parecía enojado. Lo
saludé, me presenté. Asintió con la cabeza y mientras daba unos
pasos para atrás, sin dejar de mirarme directo a los ojos, me dijo:
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- Venga compañero, por acá, póngase cómodo, usted va a
conversar conmigo pero no va a grabar ni me va a sacar fotos, va a
escribir de mí, va a escribir sobre lo que a usted le parezca esta
conversación, así nos vamos conociendo.
Iorio me señalaba un sillón blanco. Guardé el grabador en la
mochila, solamente me quedé con un papel y una birome. Atrás del
sillón y en todas las paredes del camarín había fotos de personajes
de la política y la cultura argentina, estaba Discépolo, Eva, Juan
Domingo, Hugo del Carril y otros veinte que no llegué a ver. Iorio
no me sacaba la mirada de encima, era una mirada increpante, por
momentos vacía. Me miraba y movía apenas los labios. Cada tanto
le daba un sorbo a un vaso que tenía sobre la mesa, era un vaso
largo con una bebida dorada. Dos hielos. Intuí que era whisky, pero
no quise preguntar. Le daba un trago y regresaba el vaso a la mesa.
Miré la hora, de nervioso nomás, eran las ocho y treinta y cuatro de
la noche, anoté el número, fue lo primero que anoté, desde el
escenario llegaba la música de la primera banda soporte. Me senté.
Él se quedó parado.
- Sabe lo que pasa compañero, están los pibitos estos del partido
obrero fumando porro en la puerta de la universidad, estos pibitos
comunistas, yo los veo fumando marihuana y se hacen los
comunistas. ¿Usted sabe lo que hubiera hecho el che Guevara si los
veía fumando marihuana en la puerta de la universidad? ¿De qué me
vienen a hablar?
66
Iorio dijo todo eso con su vozarrón afónico. Terminó la frase, agarró
el vaso y me miró otra vez. Me apretó fuerte el hombro con la mano
derecha.
- Y le digo más. En un callejón de San Telmo, un pibito de La
cámpora se está cogiendo a un nene de nueve años. Pero no lo está
violando, le está dando amor. Ahí lo ve usted. Ahora hicieron un
billete nuevo de cien pesos. Y en lugar de ponerlo al General la
pusieron a Evita.
En ese momento entendí todo. Y yo que había criticado la entrevista
que le hizo Beto Casella porque Iorio había hablado de lo que quiso,
sin que nadie le preguntara nada. Qué iluso.
- ¿Qué quiere tomar? Por favor sírvase algo.
Uno de los asistentes apareció al instante al lado mío.
- Sí, Ricardo, ya le ofrecimos. ¿Qué querés tomar?
- Un agua, gracias- dije.
Iorio resopló y miró al techo indignado. El asistente abrió una
heladera llena de bebidas, me acercó una botellita de agua y se
quedó parado a tres metros. Escuchaba atento.
- Fíjese esto. ¿Usted conoce a Karina, la princesita?- me preguntó.
- Sí, sé quién es.
- Bueno. Imagínese que vamos a la guerra. Los soldados argentinos
marchando en la frontera escuchando esa música hecha con un
tarrito. Tatatá, tatatá.
Iorio canturreó y bailó irónicamente un ritmo de cumbia.
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- Y el enemigo en la metralla, disparando sin pausa.
Iorio imitó el sonido de la ametralladora. La imitación fue perfecta,
le temblaban las mejillas y movía el cuerpo como si de verdad
estuviera disparando en el campo de batalla. Yo no sabía si reírme o
tomarlo en serio.
- Esa mina no sirve para ir a la guerra. Por favor. ¿Por qué no me
agarran este paquete que tengo acá?
Se agarró la entrepierna con la mano izquierda y frunció la boca. La
derecha la apoyó en mi hombro. Iorio estaba vestido de negro:
pantalón, remera, camisa, campera y zapatillas negras. Pelo cortado
en cresta. Siempre igual.
- Nosotros no cantamos Oh sí nena, vamos para allá nena, oh sí.
Nosotros no. No señor. Nosotros no.
La voz de Iorio se fue disolviendo en el aire mientras movía la
cabeza de un lado a otro.
- Yo veo esas bandas que tocan el tarrito, son como quince arriba
del escenario. ¿Sabe por qué son quince?
- ...
- Porque no tienen vergüenza. En nuestra banda son tres los que
tocan. Tres.
El último tres lo pronunció con un grito ahogado. Y me mostró tres
dedos.
- Después vienen esos Calle 13 a cantar que llueva café en el campo
y no sé qué gilada. Por favor, en su país te dan un billete que dice In
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god we trust. Y la embajada de Puerto Rico les da seis millones de
pesos para que anden tocando.
- ¿Sabe que habría que hacer con esos seis millones?
- ...
- Yo investigaría quién mató a Facundo Cabral. Porque Facundo
Cabral no se murió, a Facundo Cabral lo mataron.
- ¿Escuchabas a Cabral?
- Por supuesto. Tiene grandes obras. Los psicólogos son médicos
judíos que le tienen miedo a la sangre. Esas palabras se las escuché
a un maestro como Cabral.
Mis preguntas no eran preguntas, eran un intento de hacer algo en
ese monólogo impredecible. Había escrito un cuestionario guía
antes de llegar a Gap, una de las preguntas estaba relacionada con
su persona, justamente quería saber si jugaba un personaje cuando
daba una nota. No hizo falta preguntarle nada. Un rato antes ya me
lo habían advertido. El manager, antes de bajar al camarín, me
había dicho:
- Mirá, a Ricardo hay que cuidarlo. ¿Vos sos casado?
- Casado no, pero estoy en pareja.
- Bien. ¿Tenés hijos?
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- Fui papá hace dos semanas.
- ¡Bien! Porque si sos un pibe de treinta años soltero te manda de
vuelta a tu casa. Con Ricardo es así. El otro día echó a todos los
fotógrafos de un show. Les dijo que estaban ahí haciéndose los locos
porque habían hecho un curso de cuatro meses y los echó a la
mierda. Y había fotógrafos de toda la vida. Pero bueno, atento,
porque con Ricardo es así la cosa.
En el camarín hacía frío.
- ¿Vos sos cristiano?- me preguntó.
- Sí- le mentí porque no me animé a contradecirlo.
- Bien. Porque muchas respuestas están en Jesús de Nazaret. Yo no
creo en eso de la resurrección, ni en que multiplicó el vino y el pan,
esas son todas estupideces. Jesús fue como un gran faro. Después
vienen esos que dicen que después de la vida no hay nada. Eh,
guacho, no hay nada después de la vida. Y pum, te matan y se
escapan en una motito.
Alguien en ese momento le gritó su nombre, alguien que acababa
de llegar y que, por lo visto, era de confianza. Era un hombre
desgarbado, vestido con una campera de jean, tenía la cara
trabajada por los años y parecía que los dientes se le iban a caer de
la boca
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- Pero miren quién llegó, después dicen que la falopa hace mal. Qué
injusticia. Salud amigo- dijo Iorio sonriendo mientras levantaba su
vaso. Escuchó la contestación y seguimos conversando.
Conversando, claramente es, en este caso, una forma de decir.
- Mi sueño es tener un boliche como este lleno, con tres mil ladrillos
de cocaína, y que después de muchos años me pregunten ¿Iorio,
qué hiciste con el boliche? El boliche me lo tomé campeón.
Así dijo: me lo tomé campeón. Sin coma, usó la palabra campeón
como un adverbio de modo. Y se rió con todo el cuerpo. A Iorio se
le cierran los ojos cuando se ríe.
-¿Sabe usted qué pasaría si en este país prohibieran la cocaína? Ahí
sí se arma una jodida de verdad. En la democracia es complicado,
tenemos presidente, diputados, concejales, y cuando queremos
saber cómo se repartieron la guita que se afanaron es imposible
saber cuánta gente se llevó cuánto. Si esto fuera una tiranía habría
un solo tirano para juzgar. El poder estaría concentrado, bueno,
pero sería mucho más efectivo para hacer justicia contra los
traidores.
La sonrisa se le desdibujó inmediatamente. Otra vez la mirada
increpante.
71
- ¿Usted sabe qué es lo peor que me podría pasar?
- ...
- Que después de un concierto me vaya a encarar a una pibita de
diecisiete años acá a la esquina. Yo ya tuve diecisiete años, ahora
soy un hombre mayor, tengo panza. Yo estoy para otras cosas.
¿Usted cuántos años tiene?
- Treinta y dos.
- Yo estoy para agarrar a su señora madre. Yo ya fui un adolescente
con el abdomen como una tabla de lavar.
Cuando Iorio se estiró en busca del vaso un asistente me hizo gestos
de lejos, sin decirme nada me sugería que me fuera, entonces me
puse de pie, con la intención de saludar y seguir camino. Iorio me
miró desafiante.
- ¿Le están diciendo que se tiene que ir? Por favor, acá la estamos
pasando bien. Siéntese, le voy a contar más cosas.
Volví a sentarme en el sillón y tomé un poco de agua. El asistente
movió los hombros y frunció la pera con gesto de no entender nada.
Yo tampoco entendía mucho, pero ponía cara de estar en sintonía
con lo que estaba sucediendo.
- Yo vivo en el campo. Soy de tierra adentro, cada vez más adentro.
Esta empresa, toda esta empresa, la monté yo con mis canciones. El
problema es que ahora tengo mantener a todos estos vagos de
mierda.
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- ¿Qué hacés en el campo, Ricardo?
- Me hago la paja y me trago la leche. Eso hago. Yo vivo en el campo
porque no me bancaría a un vecino escuchando cumbia todo el día.
¿Vos sabés que le dijo el ahijado de Hitler a Hitler antes de que se
muera?
- ...
- La próxima mano dura, Adolfo- dijo y se echó a reír en silencio.
Iorio tiene la capacidad de decir cualquier barbaridad y ablandarla
al instante, o al menos dejarla flotando en un espacio dudoso, entre
la ironía y el desparpajo más violento que escuché en mi vida.
- ¿Usted sabe qué soy yo?
- ...
- Pregúnteme.
- ¿Qué sos vos?
- Yo soy el barro que se subleva.
Lo dijo con un tono de tormenta que me hizo endurecer la piel. No
sé si fue miedo, pero fue algo bastante parecido. Cuando Iorio no
me miraba fijo a los ojos, yo aprovechaba para anotar las cosas que
me iba diciendo; las anotaba textuales, con esos códigos apurados,
73
típicos de los periodistas, mucho más raros, por lejos, que los
garabatos de médico.
- Estoy pensando en escribir una canción que se titule Levantándola
en pala. ¿Sabés a qué pala me refiero no?
- ...
Iorio, sonriendo, se llevó la mano a la nariz varias veces.
- Sabrá usted que uno de mis errores fue usar mi nombre
verdadero. Estuve embargado nueve años ¿Y sabe por qué? Porque
cualquiera que me busca me encuentra en los padrones. ¿Usted se
piensa que el Paz Martínez se llama Paz Martínez? Vamos, che. Yo
uso el mismo nombre que usé en la escuela. Yo me acuerdo de
todos mis compañeros de colegio.
- ¿A qué escuela fuiste?
- Fui a muchas. Me gustaban más las industriales, pero nunca me
gustó mucho eso de las escuelas.
- ¿Terminaste?
- Sí, terminé primaria, secundaria y también tengo estudios
terciarios. Pero lo mío es hacer esto que hago ahora, llevar mis
canciones por el país. Yo puse todo en esto de componer y cantar
con mi banda. Igual aunque no me gusten mucho las escuelas soy un
tipo informado.
74
- ¿Cómo te informás?
- Leyendo a Krishnamurti, a los espiritistas. Y escuchando a los que
saben. Ahora parece que están todos conectados pero hay gente
que todavía no respeta a Pappo ni a Spinetta.
El asistente volvió a hacerme señas, cabeceó para un costado y
cerró los dos ojos. Me puse de pie.
- ¿Ya se va? Es un gusto hablar con usted. El problema es que me
pongo viejo y me pongo violento. ¿Sabe por qué soy viejo? Porque
hace treinta años que no duermo. Pero quédese tranquilo, que la
próxima vez vamos a hacer algo como lo que usted quería.
Iorio me abraza primero y después me da la mano.
Aproveché ese momento, los dos de pie, para hacerle una pregunta.
La única.
- ¿Cómo te llevás con la fama, Ricardo? Ahora sos un artista famoso.
Te conoce hasta la gente que no es del palo del metal.
- Me conocen porque di alguna entrevista en televisión, en el
programa de Casella, por ejemplo. Y me escucharon diciendo
verdades, como las que digo en mis canciones. Así que está bien.
Otra vez nos abrazamos. Le agradecí y salí de los camarines junto
con tres asistentes.
75
- Muy bueno- me dijo uno, el que parecía más simpático. Hablaste
de todo, hace rato que Ricardo no hablaba con un periodista.
Miré la hora. Las ocho y cincuenta y siete. Anoté ese número
también
- Estuvo raro- dije.
- Ricardo es así todo el día.
Se acercó el manager.
- ¿Le dijiste que fuiste papá?
- No, casi no le dije nada.
- Qué lástima, porque Ricardo se hubiera puesto contento. En una
de esas hasta te daba trescientos mangos para que le regales algo al
nene. Ricardo es así.
Di las gracias, salí de Gap, pedí un taxi y volví a casa hablándole al
grabador para capturar los detalles frescos. Entre las notas y lo que
fui dictando salió esta no-entrevista.
Iorio dijo conversación. Eso fue, una conversación, entre él y mi
silencio. O una anécdota extensa. Todavía no lo sé.
Fuente: Agustín Marangoni / entrevista para 0023 - 10/06/2014
76
Daniel Melero
¡Es que un compact disc es también información! Aunque una
carpeta en una computadora o una interface también lo son.
Estilísticamente tiene que ver con esa visión de la música disco que
tenían ciertas bandas de rock. Este disco es un laboratorio de
música donde todos somos productores y usamos la marca “Daniel
Melero”.
- ¿Entonces los futuristas tenían razón con eso de que la música se
volvería sólo dígitos e información?
77
- Si tuviera que pensar en futuristas, sería en artistas de los
principios del siglo XX o en Marinetti. Lo que yo sí sé es que cuando
grabo, las partituras se transforman en una mentira porque podría
estar apretando una sola nota y que todo ocurriera. Antes a los
grupos de tecnopop que no tenían baterista les aventaban fruta al
escenario y, ahora, ése mismo tipo de gente va a bailar con un DJ
que aprieta botones y dice que hace música. Y no es que critique
ese tipo de expresiones, pero estoy en contra de aquello que
aceptamos fácilmente.
- Noto mucha rendición a la música bailable en tu nuevo trabajo…
En su momento no supe rendirme a las cualidades que tenía cierta
música bailable porque estaba más enraizado con el punk-rock o
el kraut. No me cabía mucho la alegría del Studio 54. Ahora
comprendo que la música disco tiene una idea de drama muy bien
explicada en Fiebre de Sábado por la Noche, que retrata a esa clase
media baja ilusionada de que algo fabuloso le va a pasar esa noche
en la discoteca.
- Cuando todo mundo tocaba rock, tú tocabas tecno… y cuando
todos hacían tecno, tú volvías al rock: siempre en las antípodas…
- Todo está en función del cambio. No creo en la revoluciones, creo
en los cambios. Yo no lo hacía por oponerme, lo hacía por
información, la música siempre es un cúmulo de opiniones que se
transforman en un concepto.
78
- Te consideran un antimúsico por esa postura…
- No, tiene que ver porque también utilicé muchos mecanismos de
táctica y estrategia que podían considerarse como soberbia de
parte de un chico que encontró el camino. Ahora hay muchas
bandas muy buenas, pero que no encuentran la manera de llamar la
atención, yo lo logré a través de un discurso además de la música.
Ahora es más difícil que te presten atención porque hay mucha
sobreinformación y nadie tiene suficiente RAM, todo forma parte del
pasado sin que sea una conjunción válida para el futuro.
- Los nuevos lanzamientos musicales están vinculados a la T.V.
- De todos modos es muy poco rockero que la televisión te diga qué
está pasando en el rock. Por otro lado, los mega festivales están
realizados por compañías de telecomunicaciones, y es difícil que así
haya comunión, porque ésta está vinculada al arte y la comunicación
está ligada a la transmisión de mensajes emitidos y recibidos tal
cual se desee. Los artistas no deben ser creativos, deben ser
creadores, diferentes a los empleados de las agencias de
publicidad. Un creador puede hacer algo que a nadie le interese y
que no tenga valor para el futuro ni para el presente, pero que no
deja de ser una creación.
- Ahora hay una promiscuidad estilística que no existía cuando a Los
Encargados los bajaron del escenario a gritos y frutazos…
- Exacto, hoy eso no hubiera pasado. Tiene que ver con ese
fenómeno de comunicación. Ahora los festivales son miles
79
de prosumidores viendo lo que podrían ver con sus ojos, a través de
un pequeño teléfono, para luego subir a YouTube un video que
suena pésimo. Ahora ya nos acostumbramos a ver videos malos que
pueden haber sido buenos y, definitivamente, es más interesante la
mentira del recuerdo.
- Entonces, ¿cuál es tu postura o tu fascinación por lo “anti”?
- Más que anti, sigo siendo un no-músico; siempre estuve rodeado
de buenos instrumentistas, pero tratando de elaborar las cosas de
manera conceptual. Me manejo más en un campo que considero
que es del arte, pero las canciones son una enunciación no
necesariamente vinculada. Me llaman más la atención las
frecuencias que las notas.
- Si metemos en la ecuación la palabra “anti”…
- Yo soy un antilider, no me interesa el liderazgo cuando soy
productor o estoy tratando de crear algo desde la nada. Soy antijefe,
la autoridad no emerge de que te pusieron como productor artístico
de algo, sino del saber hacer que funcionen las entropías de las
ideas.
- Pero dudo que creas en la democracia…
- Claro que no creo en la democracia, en el arte es una barbaridad
ser demócrata, porque la razón no es la verdad; yo soy una
anarquista situacionista. Es más fácil lograr hacer algo en la música
o en el arte siendo un fascista, que un demócrata. En el arte puedes
80
construir una casa sin tener las paredes levantadas y puedes poner
un techo flotante y funciona.
- Ese aura de misterio de saber cómo eran los músicos de las
bandas, ya no existe…
- Lo que pasa es que la vida es mucho más misteriosa cuando uno
no tiene mucha experiencia. Antes, la gente estaba dispuesta a ir a
ver a una banda que no conocía, o comprar un disco por una
portada o por la recomendación de un amigo. Internet ayuda a
preservar los mitos, aunque a veces produce gemas donde no las
hay; los que amamos el misterio aún seguimos buscando tanto en el
presente como en el pasado.
- Yo supe cómo eras hasta que vi la portada del disco de Los
Encargados y no sabía quién de los tipos era Daniel Melero…
- Y en esa portada salieron unas fotos que no iban, y ya no pude
corregir nada. Esa intención tiene que estar para que todo falle. No
somos Japón.
- Como el primer disco de ELO editado en Estados Unidos que se
llama No Answer por un error, ya que al enviar el telegrama de
Londres decía “sin respuesta” y pensaron que así se llamaba…
- O como las canciones de los Bee Gees que vienen en el disco
de Fiebre de Sábado por la Noche que son los demos; lo que todos
conocemos no son los temas terminados.
81
- Si existe el pop perfecto… ¿Cuál es el antipop?
- El primer disco de The Velvet Underground resume los dos
criterios: es un disco que, en medio del hippismo, habla de dealers,
de sexualidad dudosa, de drogas pesadas contra el “amor y
paz”. Nicocantando, Andy Warhol produciendo y diseñando la
portada: eso es pop y antipop al mismo tiempo. Internet ayuda a
preservar los mitos aunque a veces produce gemas donde no las
hay.
- ¿El arte debe tener una postura anti-convencionalismos?
- No se debe catalogar; por eso, no me gustan las encuestas de
Mejor Disco del Año. Nada es mejor ni es peor, el arte no tiene por
qué gustarte, nunca ha sido cómodo.
- Los Ramones tenían en esencia, unas bases bubblegum y pop,
pero no eran cómodos…
- La gente se divide entre quienes les gustan los Ramones y quiénes
no. No les quitaré el habla a los que no, pero si alguien tiene
problemas con los Ramones, creo que debemos hablar al
respecto…
- ¿Cuál será la próxima revolución del rock?
- Las revoluciones son algo mediático, no una realidad.
Fuente: Alejandro Mancilla / Revista Marvin 30/12/2014
82
Fito PAez:
A Fito, los lujos le costaron el doble: hay quienes lo acusan de haber
dejado la calle, la ciudad de pobres corazones en la que vivió
durante años. Y ésos, los que no perdonan, son los más
imperdonables para él.
"Todo eso es una broma, nada más que una broma. Me da ternura
que haya chicos que piensen eso. Ya la vida los va a poner en su
lugar... No puede ser que prefieran a unos tipos que agarran un
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Veinte lenguas del rock argentino - Rafael Bejarano

  • 1. 1
  • 3. 3 A Tomas, porque siempre Hemos compartido La música que suena de fondo En nuestro día a día… Toda nuestra vida
  • 4. 4 “Estoy muy solo y triste aca en este mundo abandonado tengo una idea, esa la de irme al lugar que yo mas quiera me falta algo para ir pues caminando yo no puedo construire una balsa y me ire a naufragar Tengo que conseguir mucha madera tengo que conseguir de donde pueda Y cuando mi balsa esté lista partiré hacia la locura con mi balsa yo me iré a naufragar...” Letra del tema “La Balsa” de Litto Nebbia y Jose Alberto Iglesias (Los Gatos) - 1.967
  • 5. 5 INDICE: Introducción 6 Norberto “Pappo” napolitano 7 Luis Alberto Spinetta 19 Indio Solari 33 Ricardo Iorio 64 Daniel melero 76 Fito Pez 82 David Lebon 94 Luca Prodan 104 Juanse 112 Charly Garcia 120 Federico Moura 129 Dante Spinetta / Emmanuel Horvilleur 139 Gustavo Cerati 148 Adrian Dargelos 159 Andres Calamaro 167 Miguel Mateos 190 Pity Alvarez 195 Vicentico 201 Pedro Aznar 208 Litto Nebia 215
  • 6. 6 Veinte Lenguas Del Rock Argentino es una reconstrucción del pensamiento de los principales exponentes del rock argentino desde sus inicios hasta hoy a través de entrevistas seleccionadas de un archivo que se ha venido alimentando por más ocho años. Recoge argumentos de diferentes medios de todo el continente en el período que va entre las décadas del 70 hasta la actualidad. Este libro ofrece relatos construidos en base a declaraciones textuales de los músicos, donde ellos dan a conocer sus opiniones respecto al panorama del rock en su país, su forma de pensar y lo que opinan de sus discos, el proceso de composición, las experiencias que rodearon sus trabajos y su personal mirada del mundo que los rodea. Se centran las entrevistas en algunos, en sus carreras solistas, en momentos importantes de las mismas pero también se abordan los que aun estaban en bandas puntuales en ese instante, todos ellos son, a mi manera de ver, elementos necesarios, imprescindibles del espectro del rock argentino, son influencia de generaciones, no solo de músicos, sino de gente que crece y vive diariamente con sus músicas como banda sonora de sus vidas. Es muy importante en mi opinión aclarar esto para así comprender el alcance de su trascendente obra. Se revisaron decenas de entrevistas, y publicaciones periodísticas. De esta manera, se concreto un proyecto que siempre quise realizar y en el cual se muestra la sensibilidad, opiniones e ideas de artistas inigualables en nuestro idioma. Mas allá de ser un tesoro argentino, el cual siempre he admirado, es un orgullo latinoamericano que hay que aprender a compartir, y esa es la principal razón que me animó a compilar este trabajo y brindárselo a todo aquel que quiera leerlo. Starosta (Rafael Bejarano) / 2016
  • 7. 7 NORBERTO “PAPPO” NAPOLITANO La mañana del 16 de mayo de 2000, mientras la Ciudad de Buenos Aires parecía tierra de nadie debido a una tormenta con la que se presagiaba sin ninguna metáfora el final de algo, faltaban pocas semanas para que Norberto Aníbal Napolitano, Pappo, festejara sus treinta años sobre el escenario con un gran recital en el Luna Park. Hoy, a once años de esa mañana (y a poco más de seis de aquel 25 de febrero de 2005 en que murió atropellado mientras conducía su moto, en Luján), la voz de Pappo vuelve a hacerse oír en un
  • 8. 8 reportaje en el que mostró los dientes tanto para amenazar como para sonreír. Nadie sabe muy bien dónde nació el blues. Pero caminar por la calle Artigas, desde Juan B. Justo hasta Alvarez Jonte, en medio de la tormenta que azota Buenos Aires, se parece mucho al lugar donde pudo haber comenzado todo. Árboles caídos, charcos amenazantes, diluvio, cortes de energía eléctrica, vecinos que se asoman desde la puerta esperando vaya uno a saber qué cosa. En una de esas casas sin luz vive Pappo. Es media tarde y está semidespierto (o semidormido, según se vea). Su figura se recorta sobre un fondo de velas, más atrás hay una escopeta apoyada en una repisa. Pappo espera la salida de su disco doble (43 canciones con músicos invitados) que resumirá sus treinta años de carrera y se prepara – según promete– para llenar el Luna Park el 14 y el 15 de junio, cuando presente su nuevo trabajo. La ausencia de luz parece no molestarlo. “No soy un genio ni un político ni un personaje conocido como para levantar el teléfono y lograr que hagan lo que yo diga. Soy Pappo. Se cayó un palo en la esquina y me quedé sin luz. Mala leche. Si quiero ensayar voy al taller y pongo el grupo electrógeno”, dice conciliador y deja de lado la fama de malo, fuerte, pesado que lo acompaña desde que subió por primera vez a un escenario. Pero de inmediato se recompone: “Ojo, no es fama. Soy malo, fuerte y pesado.” Para confirmarlo, saca de la estantería un enorme
  • 9. 9 cuchillo tipo Rambo y hace una demostración de coraje: con precisión se recorta la uña del dedo gordo del pie. Enseguida agrega, señalando el rifle: “Me gusta la cacería, pero sólo salgo de caza en mi imaginación”. Ante la pregunta sobre las presas que consigue en sus excursiones, Pappo hace una mueca que quiere ser sonrisa y asegura: “Ninguna. Cuando me despierto sólo estoy con el perro. ¿No es cierto, Cactus?”. Cactus es un perro enorme que ahora descansa debajo de la mesa, más en sombras que el resto de la casa, y devora los bizcochitos de grasa que Pappo deja caer en el piso. Las velas no iluminan nada. La voz de Pappo (potente, rota) sale de la oscuridad. Se sirve otro café. Los ojos le brillan cuando empieza a recordar los grupos en los que estuvo: sin contar los propios, Conexión N° 5, Los Abuelos de la Nada, Los Gatos... – ¿En qué grupo no estuvo? –En el grupo de la bolsa. Y en Almendra. – ¿Le hubiera gustado estar? –Noooo, para nada. Otro que no estuve: Vox Dei. Y tampoco me hubiera gustado estar. – ¿Por qué? –Porque sonaba muy bien así. Yo hubiera estado de más.
  • 10. 10 – ¿Y con Manal? –Ahí sí me hubiera encantado. Estuve muy poquito tocando con ellos, como invitado. Pero después ya armé mis propios grupos. – ¿Conexión N° 5 significó algo para usted o sólo se trataba de ganarse la vida? –Hay dos clases de músicos. Los que tocan por la plata y los que tocan por pasión, ganando menos plata pero, ojo, ganando plata igual. No hay que ser tan boludo, tampoco. Yo soy del segundo tipo de músicos. –Pero en esa época, cuando la división tajante era progresiva o comercial, ¿podía tocar con pasión en un grupo como Conexión N° 5? –Bueno, ahí tocaban Osvaldo López, Carlos Franzetti, músicos que me llevaban varias tallas. Yo sentía que si ellos me aceptaban para mí era un honor. Lopecito fue uno de los mejores bateristas que tuvo la música argentina. Había mucho respeto por esos músicos. Y estar al lado de ellos me sirvió para que me respetaran. – ¿Y tocar con Los Abuelos de la Nada para qué le sirvió? –Los Abuelos... era un grupo de barrio. Daba para estar con los amigos, nada más. Después cambiaron todos, pero los originales Abuelos éramos un grupito de tipos amigos. La emoción grande vino cuando me llamaron de Los Gatos. Fue la misma que cuando años después me llamó B. B. King desde Estados Unidos.
  • 11. 11 – ¿Compara a Los Gatos con B. B. King? –Cuando me llamaron de Los Gatos yo tenía 19 años, había crecido escuchándolos. Es lo mismo que te vengan a buscar del Times de corresponsal. Mal no está, ¿no? –Pero si Los Gatos era como Times, ¿qué es B. B. King? –Más grosso, qué sé yo. Pero la emoción a los 19 no es la misma que a los 40. Ahora viajo otra vez a Miami y me invitaron para tocar con B. B. King en un festival de blues en Washington. Esa historia todavía sigue. – ¿Qué siente cuando toca en un club de blues negro? –Yo, nada. Lo raro debe ser lo que sienten ellos. Al principio me miraban como a un bicho raro, tipo “y este blanquito de qué se las tira”. Ahora ya están más acostumbrados. Además, hay algunos otros blancos infiltrados. –Tocando blues, técnicamente, ¿se considera un blanco? –No. Ellos me llaman “El negro pintado de blanco”. Tengo la técnica de los negros. – ¿Cree que en la Argentina hay muchos guitarristas de blues que tengan su misma técnica? –Y... tendrían que ser negros. Y en este país no hay negros. Los mataron a todos con las invasiones. Por eso es un país triste.
  • 12. 12 –Si es un país triste podría haber blues... –Claro, pero el blues lo tocan los negros. Ahí se cierra el círculo. Los negros traen alegría, música, un montón de cosas que los blancos no pueden hacer. Los negros no tienen tantos prejuicios. La cuestión es que en la Argentina hay muchos guitarristas con sentimiento del blues, pero pocos que sepan moverse abajo del escenario, que tengan los modales que tienen que tener como para llegar a tocar con gente de la talla de B. B. King. – ¿Cómo es moverse abajo del escenario? –Caminar mucho, hablar en el momento justo y decir sólo lo que hay que decir. No adular permanentemente a la persona con la que se va a trabajar. Si no se hace eso, uno se transforma en un cholulo, en un plomazo. – ¿Hay muchos músicos cholulos? –Sí, creo que sí. Y mucho público también. Yo veo a mucha gente salir echada de los camarines. Primero entran para pedirles un autógrafo, pero después quieren decir: “Mamá, traje a B. B. King a almorzar”. No, loco, sacale una foto y andate. – ¿Cómo es la relación con su público? –Yo firmo autógrafos, me dejo sacar fotos, todo eso, unos cinco o diez minutos. Después me subo al auto y el chofer sabe que tiene que salir pirando.
  • 13. 13 – ¿Considera que sus seguidores son incondicionales? –No. Si yo tengo este público es porque saben que no hago cualquier cosa. El que se banca cualquier cosa es el público de Charly García. El mío es muy estricto con respecto a sus convicciones. – ¿Le molestó que Charly dijera que lo mejor que usted hizo fue la telenovela Carola Casini? –No, cuando habla Charly es lo mismo que hablara Jerry Lewis. Si él opina eso está bien, a mí no me interesa lo que dice. – ¿No lo considera un buen músico? –No lo considero una persona que esté en sus cabales. Por eso no me interesa lo que diga ni lo que haga. Él se enojó porque yo no quise opinar sobre la vuelta de Sui Generis. Y no se tiene que enojar por mi punto de vista. Hay un montón de gente que dice “no me gusta Pappo”. Yo no me puedo poner mal, no tengo por qué gustarle a todo el mundo. A mí Sui Generis no me gusta. Y qué, ¿está mal? ¿Por qué voy a estar condicionado por algo que dicen los demás? A mí Sui Generis me parece una cagada, ¿por qué no lo voy a decir? – ¿Su público se bancó que usted pasara del rock pesado a trabajar en una telenovela? –Yo había dejado de tocar cuando agarré la televisión. Y volví a tocar porque en ocho meses de telenovela, nominado al Martín
  • 14. 14 Fierro, dije que no pensaba ir a buscarlo. Vi la última entrega y me sigue pareciendo la misma ridiculez de siempre. ¡Qué le voy a hacer! Tuve un momento ridículo en mi vida: fue hacer una telenovela. No me interesa la televisión. Y si Charly me ataca por ese lado es porque sabe que es donde más me duele. Me extraña que siendo un ser humano sensible pueda tener semejante maldad. – ¿Fueron amigos alguna vez? –Yo de Charly no pude ni podré ser amigo jamás. –Nunca dijo por qué... –Mirá, cuando nosotros tratábamos de imponer el blues, el rock pesado, todo eso, salieron dos pelotuditos con una flauta y una guitarra acústica y nos rompieron el orto. Yo le tomé bronca desde ese momento, acapararon a todo el público al que nosotros tratábamos de entregar nuestra música. Desde el principio no me gustaron. – ¿No podían convivir la música de Sui Generis y el rock pesado? –No. Además, el rock pesado desapareció. Se fueron todos distraídos a escuchar a esos dos tarados con la flautita. Pero después, cuando volví con Riff, el grupo era tan poderoso que Serú Girán se tuvo que desarmar. Pappo frena las confesiones. Se pone de pie, la silla está a punto de caerse, levanta un brazo y grita: “¡Venganza!”.
  • 15. 15 – ¿Por qué no quiere reflotar Riff? –Porque Riff cumplió su función: eliminar a Serú Girán. Ahora no queda ningún grupo para eliminar. – ¿Y los Redondos? –Los Redondos es distinto. Fue muy meritorio lo que hicieron. Además llenaron River, algo que ninguna otra banda argentina podría hacer. Estuvieron veinte años amasando ese recital y les salió bien. Están muy bien. Hay cosas que me gustan y cosas que no, pero son unos músicos del carajo. – ¿Qué le gusta más: grabar o tocar en vivo? –Yo tendría que tocar en vivo cada quince días. Pero el problema en la Argentina es que hay muy pocos lugares para los músicos de rock. –Bueno: River, Vélez, Obras... –Sí, River, pero, ¿qué músico de rock puede llenar River o Vélez ahora? – ¿Usted no lo llenaría? –Solo no. ¿Por qué? Porque la gente mide la actitud del músico. Yo no tengo conducta como músico: hice teatro y televisión, corro autos, hago mecánica. Me sobra energía y tengo que invertirla en otra cosa. No le doy tanta bola a la música o a las letras. No le presto atención a esa cosa de las letras para enganchar la cabeza de la
  • 16. 16 gente y que se convenzan de que soy un genio. Hago los temas como me salen, igual que cualquier otro blusero del mundo. – ¿Ensaya mucho? –No. Apenas dos veces por semana, como para despuntar el vicio. – ¿Es un vicio o es sólo una frase hecha? –No, es un vicio de verdad. No sé si tiene que ser así o si conviene. Pero es así. –Si toda la energía que pone en otras cosas le bastara, ¿dejaría de tocar? –No, dejaría todas las otras cosas. – ¿Qué son para usted los recitales de junio: juntar amigos, homenajearse? –No es ningún homenaje, es un festejo por haber tocado durante treinta años. Todavía no me morí, ¿cómo me van a hacer un homenaje? En algunos medios salió que lo era, pero hay gente que habla al pedo, como ese periodista que puso lo de homenaje. Hay periodistas y periodistas, de la misma manera que hay músicos y músicos. –Entre esos músicos y músicos, ¿hay alguno que no vaya a estar en sus recitales y que le hubiera gustado que participara? –Conmigo están los que quieren. Y quiero que estén conmigo los
  • 17. 17 que quieren. Es una reunión de amigos, nada de homenaje ni pelotudeces. – ¿Va a recitales de otros grupos? –Sí, claro, me gusta mucho. Fui al de Charly también. – ¿Y qué le pareció? –Mejor que Charly se ponga un circo. –Por lo que se ve, no le gustó musicalmente... –Es que no hubo música, hubo circo. El que hace circo es porque ya no puede tocar. Porque su música ya no llama la atención. No hay que confundir escenografía con circo. Los Stones traen escenografía, y hacen una música del carajo. Llevar a los Titanes en el Ring a un recital es circo. Fue muy cómico, a Charly lo podría comparar con Pepitito Marrone. – ¿Y Nito Mestre quién sería? –Nito Mestre no existe. Todo él es Charly. Charly habla y Nito mueve la cabeza. A mí me divierte mucho todo esto que dice Charly de mí, sobre todo cuando estoy a menos de un mes de sacar un disco nuevo.
  • 18. 18 – ¿Por qué supone que Charly lo odia? –No me odia, lo hace para darme una mano con la publicidad del disco y los recitales. Es más, vamos a pelear en el Luna Park para fin de año, por eso se está preparando físicamente. – ¿Se peleó con algún músico? –No, los músicos de acá son muy débiles, los mataría enseguida. Fuente: Diario El argentino 10/04/2011
  • 19. 19 LUIS ALBERTO SPINETTA Las músicas, las actitudes, las palabras de Spinetta siempre dibujaron caminos e influyeron sutil pero definitivamente. Sin embargo, aunque todos esos caminos fueron seguidos, aceptados y alabados, quizá muy pocos vislumbraron el más valioso: la búsqueda independiente, inagotable, vital, de la creación y sus significados más allá de la forma musical o literaria. Esta etapa por la que atraviesa actualmente (después de la separación de Invisible
  • 20. 20 hasta ahora) no es exactamente nueva, sino más bien otra cara —tal vez más límpida y más directa— de su manera de manejar los hilos de su comunicación con los otros, a través de un espíritu creativo sin concesiones. Los nuevos temas de Spinetta tienen otras libras rectoras y una óptica sentimental muy alejada del hermetismo que alguna vez se le criticó. El prefiere no explicar con palabras: prefiere hacerse entender sólo a través de su música. De todos modos, mantuvo con nosotros una larga charla esclarecedora de su mente y su realidad: - Antes de comenzar a charlar de este periodo y lo que representa para vos, contame cómo te fue en el viaje que hiciste al interior hace poco. - El viaje a Tucumán fue un contrato habitual, en el estadio del club C.A.J.A. popular; habían concurrido 2.800 personas, más o menos. Pienso que fue un buen concierto, tal vez un poco largo —duró como dos horas y pico—, donde hubo de todo. O sea: creo que el grueso del público salió satisfecho, aparte, todo lo que tocamos (excepto "Durazno sangrando" y "A esos hombres tristes", que los toqué en forma solista) fue nuevo. Fuí con Rapoport y Machi; un trio, sin batería. Parte del público, que es la que está habituada a los espectáculos convencionales, que no van más allá de lo formal, reclamaba rock con todas las de la ley.
  • 21. 21 Mi diálogo con el público fue muy consistente; traté de decirle que para mí cada concierto es una forma nueva de llegar, y que el material que estrenábamos en Tucumán era una primicia absoluta. Para mí es muy fácil tocar material del pasado, pero creo que es más importante lo otro. El grueso del público lo entendió; creo que la mayoría de la gente se fue satisfecha, por lo menos satisfecha de ver que alguien no hace lo de costumbre. - ¿Cómo fuiste canalizando las expectativas que centraste en vos y en tu creación, a partir de la desintegración de Invisible? - Yo te diría que son muchas cosas que ayudan a un mismo fin. En parte es mi propia preocupación y mi propia seguridad, en cuanto a lo que hago yo y al camino que quiero seguir, que es, en última instancia, lo que me permite verlo y seguirlo. Por otra parte, en este momento cuento con músicos que están teniendo una participación creativa notable dentro de lo que hago; eso es fundamental para mí, y para cualquier tipo que quiere hacer una música instrumentada. La presencia de Diego para mí es muy importante; haber vuelto a tocar con Machi representa haber ganado la batalla del entendimiento. A Machi lo quiero mucho; es muy difícil que yo pueda tocar con un tipo con el cual me lleve tan bien como con él. En este momento estamos los tres a las mil maravillas, y somos conscientes de que hay que buscar la forma de que eso continúe.
  • 22. 22 Por suerte no hay cosas extrañas a nuestra relación, que puedan estar socavándola; nos entendemos en lo bueno y en lo malo, y tiramos duro y para adelante. Por otra parte, no está prefijado que tal tipo va a tocar conmigo durante tanto tiempo, o toda la vida. Yo sé que cuento con Machi para lo que quiero hacer, y él sabe que cuenta conmigo para lo que quiera. Para nosotros lo importante es tocar; no nos hemos propuesto hacer un conjunto, ponernos a grabar, hacer recitales. Vamos a tocar y tratar de satisfacer nuestra necesidad de tocar y de hacer cosas juntos, a un nivel tipo hambre. ¿Víste que cuando uno tiene hambre no le importa comer papas fritas, pan o huevos? Bueno, eso es lo que estamos buscando y nos satisfacemos ampliamente. Desde luego que hay una parte investigativa, pero el terreno en que nos movemos es tan libre, con todos los músicos con que tocamos, que no hay ataduras, y el que quiere tocar, toca - ¿Por qué no contás con un baterista estable? - Lo de los bateristas es algo que vengo arrastrando desde hace mucho tiempo; en realidad, creo que uno de los puntos claves de los planteos musicales míos está en la parte rítmica. Creo que los bateristas con los cuales he tocado —Black, Pomo— son excelentes, pero el asunto es encontrar tipos que puedan enriquecer la idea; no me contento con un tipo que me acompañe. Quiero encontrar un baterista que me colme, porque es una de las cosas a la que más atención le presto de las que hago. En este momento existe un planteo formal de tocar con Lopecito; él está tocando con Villegas,
  • 23. 23 le gustó la idea y se prendió al mango. Pero para mí todo está sin condicionamientos, no se trata de decir: "Voy a formar una banda para salir a tocar"; la idea es otra. De pronto quiero grabar un disco y le propongo a Lopecito si quiere tocar conmigo; o voy a preparar un concierto y recurro a él o a otro músico para que me acompañe. Ninguno de los músicos está siguiendo una ley interna propuesta por Spinetta. - ¿No crees que sea un riesgo para tu música el hecho de que no exista una compenetración total de los músicos en ella, en la medida en que la abordan esporádicamente? - No; yo me doy cuenta de entrada si un tipo no entiende o no participa en lo que hago, lo advierto al instante. De modo que el tipo que no se compenetra con mi música no lo hará ni el primer día ni después de seis meses. Ya no estoy haciendo música con la pauta de que la música tiene que obedecer a ciertos hechos ideológicos adyacentes a la música; la música que yo hago lleva implícita toda la carga emocional, filosófica, psicológica y poética. O sea: el tipo que se acerca a mi música ya sabe que posee todo eso. Por supuesto que, además, existe un ajuste; voy a funcionar mejor si trabajo tres meses seguidos con Lopecito, que si trabajo una vez cada tanto. Pero no puedo decir que porque no tenga una banda estable con ese tipo ese tipo no está compenetrado conmigo. Hace rato que necesitaba esta libertad para trabajar; todos estamos cambiando, pero yo estoy tratando de hacer una cosa realmente profunda que no obligue al tipo que lo comparte a ser una sucursal de mi
  • 24. 24 pensamiento. Eso se logra únicamente con una amistad de mucho tiempo y que quizá son tipos con quienes nunca vas a tocar música. Aquí se trata de tocar música por el placer de tocar música, y es necesario que esa música no se deforme por todos los hechos ideológicos que están alrededor de ella. Por otra parte, sería muy egoísta si pretendiera que los que tocan conmigo pensaran como yo. - Definime un poco las diferencias que percibís entre el planteo que adoptas actualmente, y el que adoptaste en el pasado. - Mira, yo me equivoqué muchas veces, a raíz de lo que te comentaba recién; ahora me doy cuenta de que estoy con muchas menos posibilidades de equivocarme. Lo de ahora es una cosa más musical, más profesional; nos reunimos y cada ensayo es una verdadera llama, donde tocamos, gozamos y ensayamos todos. Ahora no existe eso de ir todos juntos a todos lados, de estar siempre juntos. Eso ya lo viví y no me interesa repetirlo, ya me aburrió; además, los tipos con quienes estoy trabajando no se prestan para eso. Como no hay nada impuesto, como nadie se siente obligado a nada, lo que sale espontáneamente de nosotros rompe todo, porque no está impuesto por ninguna ley, ni la de Spinetta ni la de nadie.
  • 25. 25 - ¿Cómo funciona tu composición en este periodo que evidentemente encaras con una óptica bien concreta y definida? - Yo creo que muy bien. Estoy pegando un viraje violentísimo pero me siento muy bien con lo que estoy haciendo, me siento emparentado como nunca con lo que compongo. Es como si dijera: "Pucha, esto es lo que quiero hacer'", y punto. Mal o bien, no me interesa; lo importante es que se trata de ésto. - Trata de describirme en qué consiste ese viraje. - Yo me pasé doce años tratando de hablar y cambiar la mentalidad de la gente, beneficiar al medio con mis invenciones y alentar a los nuevos músicos hacia una búsqueda nueva. Ahora me di cuenta de que puedo hacer todo eso sin proyectarme a través de mi obra; mi obra se proyecta sola, y yo, por otra parte, puedo hablar de mi obra. Descubrí que no es necesario que cada cosa que hago debe estar encuadrada en un texto psicológico, dentro de un hecho filosófico, si se quiere. O sea: en este momento he limpiado todos los lazos pensantes que tiene lo que hago; entonces mi música es el producto de mi investigación musical.He cambiado la óptica, el sistema, todo. Pienso que estoy fenómeno, y, por ende, se me crean nuevos compromisos, saber más música, meterme en nuevas cositas, y saber más y más, nueva poesía, nueva música, nuevos conceptos, nuevas tapas, todo nuevo. Aquí desde el rockero o el progresivo, todos hemos ejercido la ley ideológica: "No me gusta, porque estos tipos están en esta onda" No, no debe ser así; la música gusta o no gusta, es buena o no es buena. En definitiva, yo
  • 26. 26 me he adosado a esa corriente, a la corriente de poder decir: "Lo de Spinetta me gusta, no porque sea Spinetta quien lo hace, sino porque es lindo por sí mismo". Es absurdo pensar que lo que hace tal tipo debe estar adaptado necesariamente a un determinado concepto filosófico. Últimamente, lo que los músicos hacen es cinchar, con la música de la mano, para cambiar el medio, pero no está en ellos la solución. Creo que la mejor manera de cinchar es tirar por la borda todos los conceptos y prejuicios musicales, para hacer una música que represente el modo de ser de cada uno de nosotros. Hasta ahora se trató de darle a la gente algo que la excite, pero que la excite estúpidamente, por el lado más necio. Por otro lado, se ha tratado de dar a la gente cosas que terminen por dormirla; yo pienso que lo único que hay que darle a la gente es buena música, la mejor música que uno pueda dar. Entonces, esa música activa enriquece y es beneficiosa, esa música es una terapia perfecta. Mientras el músico siga pensando que su música debe sonar de acuerdo con ciertos valores, el músico sonó, porque su música va a estar contaminada porque será el producto de algo re- pinchado que viene de antes. Yo he pasado por ese proceso, pero ahora, evidentemente, opté por otra temática. - ¿Cuándo descubriste esta nueva posición que querés adoptar? ¿Qué fue lo que te llevó a encararla? - Este planteo lo tengo desde hace muchísimos años. Yo empecé con este planteo, luego me desvié hacia otros lados que me sirvieron para constatar otros estados emocionales. Ahora, después
  • 27. 27 de haber descripto una parábola, sobre todo a partir de la separación de Invisible, siento la necesidad de hacer una cosa para que ya no se la rotule nunca más. Hay tipos que no admiten que Spinetta toque una zamba, mientras que lo único importante es que guste y que esté bien hecho. ¿Vos crees que el público tiene los elementos necesarios como para no rotular las expresiones, y valorarlas en sí mismas? - Si. En primer lugar, porque tal vez nosotros —los músicos— erróneamente le dimos a la gente el filo para afilar su propia navaja y en un momento dado esa navaja se pudo volver en contra de nosotros. Segundo, yo he bregado por hacer una música totalmente libre, una música que represente la música de la calle, que no sea una música que te termine de pudrir. No me quedo ni con los tangueros estancados que no pueden salir de ahí, ni con los pseudo bluseros a los que no les da la cabeza para poner un tono más, y se quedan con los tres tonos y mueren ahí. Después de haber tratado de ampliar el campo de mi libertad creativa, se me ocurre cantar una zamba, y "Trac", el puñal. Yo no tendría que haber creado las condiciones como para que la gente no pueda relacionarme con algo que salga del rock. Realmente me pone muy mal que ocurra lo que ocurrió en el Club Hípico, cuando me tiraron dos monedas por cantar una zamba, porque según sus encasillamientos yo no puedo cantar una zamba. En realidad, creo que está bien todo lo que hagan los músicos de acá, en la medida en que sea lindo y afinado; cuando suenan mal ya no hay quien los pueda levantar. Lo que le tiene que
  • 28. 28 importar al público es que el músico siga entregando todo, no que se haya pasado a la línea de éste o de aquél. - ¿Pensás que el público condiciona, con sus expectativas, el producto del músico? - Mira, yo creo que hay artistas que son predestinables, pero hay otros que no; hay artistas que tal vez la gente los va a destrozar, pero que no se van a dejar manejar. - Vos tuviste la suerte, sin embargo, de que pocas veces el público te cuestionó las cosas. - Yo pienso que el público siempre me ha cuestionado las cosas, lo que pasa es que yo siempre he hecho las cosas con tanta honestidad que el público las puede cuestionar sólo desde un punto de vista formal, pero no pueden meterse con mi obra porque pocos la pueden comprender en su real medida. Creo que a veces la gente no alcanza a ver las verdaderas raíces de todo esto, las raíces humanas, musicales, lo que está sirviendo de peso a toda la creación. - ¿Cómo podrías definir el producto musical de todo tu planteamiento? - En este momento me inclino por una música simple, una música que fluya espontáneamente, si se quiere. Yo nunca pude hacer música demasiado compleja, por un hecho estético: a mí me molesta
  • 29. 29 lo complejo y no domino el lenguaje para hacer cosas complejísimas. - A pesar de lo que digas, vos hiciste cosas bastante intrincadas. - Claro, pero en última instancia no son tendenciosamente complicadas. A mí me molesta escuchar una pelota de arreglos sin parar, que no llegan a ningún lado, y no poder discernir una sola melodía en todo un texto musical. En esta época en que se está pudriendo todo —los bosques, los mares, el aire—, no podemos intoxicarnos las cabezas con productos de nuestra máquina de crear. Con esto no quiero negar las obras de arte complejas, pero muchas veces se .busca lo complejo y a través de lo complejo se quiere edificar algo irreal y ambicioso. Cuando una obra de arte es ambiciosa, ya no tiene posibilidades de ser hermosa. - ¿No crees que las complicaciones y los desórdenes sociales que vive el mundo, justifican la existencia de una música compleja, con disonancias y atonalidades? - Lo que pasa es que hay música disonante hecha con buen gusto, y música disonante hecha con pésimo gusto. - ¿Cuáles consideras que son los elementos rectores de tu creación? - Pienso que no tengo elementos rectores. Cada tema mío es un mundo diferente; lo que sí te puedo decir es que cada día me inclino hacia la cosa más melódica. No me importa que lo que haga sea simple o complejo; sí me importa poder emitir una emoción. No
  • 30. 30 me importa si la emoción la logré tocando una nota o 250 mil; si logro la emoción siento que mi música está bien. Es muy difícil tocar y decir todo el tiempo; yo trato de hacer eso, es una constante: tocar y decir, cantar y decir. Lo único que aspiro es que la música que hago represente fielmente lo que amo; lo demás me importa un rábano. Yo ya entendí que tengo que evolucionar y que voy a seguir evolucionando, hasta que no me dé más el mate. - ¿Y qué es lo que amas? - Amo una creación sin concesiones. No tengo concesiones con "los monstruos" que tengo en la cabeza que me llevan a crear. Mira, la ecología empieza por casa; si sos un contaminado no podes gritar que el mundo se está pudriendo. Es fundamental hacer las cosas para darle una mano al tipo que la necesita, no vivimos en una sociedad de tipos solos. Lo que amo es eso: la ideología que empieza por casa.Tener conciencia de todo lo que debo darle a mi hijo; conciencia de cómo debo utilizar mis instrumentos de trabajo; de cómo no tengo que permitir que mis instrumentos se rompan, de cómo cuidarlos porque para mí son oro. - Me hablaste de contaminación; háblame de Buenos Aires. - Eso es Buenos Aires (señaló el grabador que emitía las melodías de sus nuevas composiciones). Pienso que este lugar tiene todas las posibilidades de ser fabuloso, pero en general la gente no comprende que no tiene que engañar más a sus semejantes. Entonces, esta ciudad me sigue pareciendo triste, a pesar de que es
  • 31. 31 hermosa; me sigue pareciendo gris, a pesar de que tiene todos los colores del mundo. - La tristeza y el color gris muchas veces son relacionados con la vejez... - Soy muy joven para detenerme a pensar en los ancianos; ojalá que todos los ancianos sean felices. - ¿Tenes miedo de llegar a la vejez? - No, no le tengo miedo a lo real. De pronto le tengo miedo a lo irreal, pero no a lo real. El hecho de irse desgastando es real, y lo asumo plenamente, y lucho para ir creciendo en la medida en que me voy achicando físicamente. - ¿Hasta dónde queres crecer? - Quiero crecer hasta que mi alma siga viajando. Quiero crecer para que mi viaje no se corte, no quede en el vacío. Quiero conocer a Dios. Quiero hacer mi música para el espacio, para los planetas. Me resisto a pensar que tengo que cumplir una misión para los hombres y chau. Cumplir una misión para el cosmos, en resumidas cuentas. - ¿Para vos, el cosmos y Dios son la misma cosa? - No. Dios me da una sensación de enormidad mayor que la del cosmos. Yo a Dios lo puedo ver de muchas maneras; tal vez un día pueda tener una imagen única de Él. Lo importante que no es un Dios que me asfixia...
  • 32. 32 - ¿Hay diferencias entre Dios y el amor? - No. Son la misma cosa. - ¿Cómo se proyecta esto en tu obra? - A pesar de que estamos teniendo una conversación superlindante con lo ideológico y lo espiritual, yo quiero despojar a mi obra de todo esto. Quiero que la gente repare solamente en lo que expreso en mi creación, porque, desgraciadamente, muchos tienen más en cuenta lo que digo que lo que hago, y supongo que es un enfoque muy errado. Yo quiero que la gente se olvide de que pienso de una determinada manera, no que se olvide, pero que no lo tenga tanto en cuenta como lo que yo hago. No quiero que le den más valor a mi imagen que a lo que yo compongo, porque eso es cruel para mí, es mi muerte. Fuente: revista pelo / 1977
  • 33. 33 Indio Solari "El precio de la libertad es la soledad." Con una visión del mundo que interpreta y encarna la cultura rock, vuelve, ahora solista, para pintar un panorama algo desolador: "No es un momento en el que me ponga contento estar vivo". En qué momento decidiste que estabas listo para un disco solista? En realidad yo no me veo obligado a hacer esto. Más allá de la comercialización, uno está todo el tiempo componiendo, tocando... Armo un set de máquinas y, con un teclado maestro, voy armando las maquetas. Paralelamente a lo que hacíamos con los Redondos,
  • 34. 34 yo estaba experimentando con un sonido entre Residents y Prodigy, una cosa muy hard, pero con máquinas; con guitarra, también, pero con mucha máquina. Las máquinas son unos aparatos estupendos para trabajar. Hay muchos chicos con perfil rocker que las rechazan y no se dan cuenta de que ahí tienen una oportunidad de mostrar sus trabajos garage. - ¿Esas grabaciones preliminares terminaron en el disco? - No. Quedaron para mí, como música para películas, o para un nuevo álbum. Pensé que no tenía derecho a cortar la comunicación con el público. Tenía unas cuantas canciones y empecé a trabajar con ellas, sin ningún plazo. Hacía rato que yo venía pidiendo un tiempo, porque me había transformado en un jugador dominante dentro de los Redondos: hacía la música, hacía las letras, me encargaba del discurso público, bauticé a la banda, salía en todas las tapas... - ¿Se convirtió en una situación agobiante? - Llega un momento en que eso no te da tiempo para nada más que para la rueda de trabajo. No tenía tiempo para comer data. Lo primero que me pasó es que no tenía tiempo de leer. Tenía ganas de leer El cuarteto de Alejandría [obra maestra del escritor británico Lawrence Durrell] y decía: "¡Puta madre! Estoy en una situación privilegiada, que me permite hacer esto y sin embargo...". A la vez, con el nacimiento de Bruno descubro un tipo de inocencia que desconocía. Como anoté en un dibujo mío: La inocencia de los
  • 35. 35 niños es la inocencia prehistórica. Cada vez dura menos, es cierto: Bruno ya es un hijo de puta, su inocencia duró lo que dura un pedo en una mano. Ya negocia todo, agarra la computadora, en cualquier momento va a salir en Toyota... Pero durante un tiempo hay un estado de inocencia animal, que te permite ver la cultura y qué cosas se pierden luego. - Volviendo al disco, ¿En qué momento el proyecto hizo ese cambio de rumbo? - Tenía unas cuantas canciones, y empecé a trabajar con ellas, pero así, sin tiempo. Como no había ningún plan de hacer algo para comercializar, ni producirlo para exponerlo, empecé con las maquetas en las que hago todo yo, y como soy muy maleta como ejecutante, lo llamé a Julio [Sáez, guitarrista y actual manager] para que empiece a tocar con mi equipo. La manera en que yo trabajaba con Skay era así: yo armaba las maquetas, y prosperaban las que coincidían con las cosas que él tenía, que tenían alguna armonía o alguna cosa en común. No eran necesariamente las mejores. De pronto me encontré con que algunas de esas canciones estaban buenas, y ahí me puse a rockear un poco más. - ¿Qué esperás que pase ahora, con el disco en la calle? - No soy la clase de tipo que está buscando el reconocimiento externo. Lo único que hago es sacarme de encima las cosas. Creo que la crítica referida a la música popular no tiene mucha capacidad como para enjuiciarme.
  • 36. 36 - Pero sí te fijás en tu público. Cambiaste el rumbo del disco por eso... - Hay trabajos que son de laboratorio y hay otros que son de campo. Para un artista plástico, un punto negro en medio de una superficie blanca de dos kilómetros puede tener un significado que a la gente le importe un joraca. Esto era lo mismo. Era muy pronto para salir con sonidos tan extremos. Lo que estaba haciendo era hard, como un progressive, pero medio heavy, no una cosa house. - ¿El house no te gusta? - Lo que más me atrae de la música electrónica es el progressive, pero no la música para bailar. Ojo, también escucho a Norman Cook [Fatboy Slim], Paul Oakenfold, pero porque utilizan muchos elementos del rock. Y producen otras cosas que, independientemente de que las hacen para bailar, tienen otro concepto. La música dance que nos acostumbraron a escuchar, más allá de que las máquinas mejoraron, tiene el mismo concepto que la de los años del pedo. Y no está amparada en ninguna cultura que vaya más allá del género. - ¿A qué te referís? - Claro, por más que la gente hable de la nueva espiritualidad, termina tomándose un producto... ¿Esa es la nueva espiritualidad? Yo creo que es una excrecencia final: estamos esperando que algo suceda, algo que nos sorprenda. Pero mientras que la cultura no se
  • 37. 37 mueva, no va a producir más que esta especie de agonía de la cultura en la que se formó uno. Lo dice un tipo de 56 años que todavía entiende el mundo de hoy. El verdadero rocker quiere una novedad. Siempre renegué de la mirada nostálgica, de pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Y ahora la única esperanza que me queda es que este mundo paródico sea la antesala de un mundo virtual. - O sea que tu visión sigue siendo la misma que en la última época de los Redondos... - Ya lo pinté en Momo sampler: estamos viviendo una especie de parodia vital. Hoy hay una farandulización de la vida, que yo noto incluso en gente amiga e inteligente. Los medios tienen un poder muy grande, y las conversaciones pasan por los estándares que allí se ponen en juego. Las noticias, hoy, son probables. Las cifras de una misma noticia cambian a lo largo del día. Es como una observación meteorológica de la vida. La única manera en que acepto esta especie de vaciamiento, la única manera en que no me aburre esta vida, es pensar que es la antesala de un cambio grande, que asistimos al agotamiento de la cultura que nos describe. - Tu mirada sobre la cultura rock está expresada en algunos temas del álbum, como "¿Tomasito podés oírme? ¿Tomasito podés verme?"... - El gran problema es que, hoy, aun aquellos que en su momento hicieron experiencias no ordinarias, que les pudieron haber
  • 38. 38 costado la cordura o hasta la vida, siguen recordando esos momentos como hippies estereotipados de una propaganda de Renault. Y no fue así. Me da pena que aquellos que vivieron eso digan que al rock no hay que tomárselo en serio, que uno lo hace para levantarse minas. No está mal levantarse minas, pero que ésa sea la razón por la que vos sos un artista... Me parece que no está bien. Son frases ingeniosas, pero... Que una canción no cambia el mundo... No, no cambia el mundo, pero hay canciones que me hicieron cambiar mi mirada sobre el mundo. Que eso no sea posible ahora, está bien, pero me aburre mucho la postura que los artistas tienen hoy. Han aceptado la mirada posmoderna. Y yo creo que hay que estar atentos a las pretensiones de la hipermodernidad. Yo creo que, para que la vida tenga una pulsión, la gente tiene que tener ideales. No todo puede ser cool. - Sin embargo, después de diciembre de 2001, parecía haber una vuelta del compromiso, la gravedad. ¿Duró poco o qué? - El carácter civilizatorio de la industria del espectáculo es impresionante. Todos los criterios de los formadores de opinión están unidos a la industria del espectáculo. Si los artistas no se hacen cargo de eso, no se va a hacer cargo nadie. No quiero estandarizar la importancia del trabajo; estoy diciendo que tiene que haber de todo, que no debe prosperar la liviandad como canon excluyente. El arte es un arma muy importante para transmitir emociones. Y dedicarla simplemente al entretenimiento... No sé, a mí no me seduce mucho la idea de entretener a la gente mientras la
  • 39. 39 vida pasa. Bienvenidos Los Auténticos Decadentes, pero también tiene que haber otra cosa. Me rompe las bolas cuando dicen: "letras crípticas". ¿De qué están hablando? La poesía es críptica. La poesía tiene que sugerir más que significar. Una obra de arte es simbólica. El arte es describir un aspecto de la realidad simbólicamente, en términos estéticos. El culo, la birra... Está bien, pero que no digan que cualquier otra cosa es pretenciosa. Creo que, hoy, hay una incapacidad para generar obras creativas. No es un momento en el que me ponga contento estar vivo. Miro a mi alrededor y veo que estamos a la espera de un cambio cultural que tarda en venir. Supongo que la biotecnología traerá eso. - ¿Creés que, necesariamente, las nuevas tecnologías impondrán el cambio cultural? - Hay una reterritorialización. Pero no estamos todos en el mismo estándar. Una parte de Nueva York, San Pablo o Buenos Aires ya tienen un territorio en común que no tienen los desposeídos de esas sociedades. Hay nuevos territorios, pero todo tiene que ver con tu capacidad para vincularte con esas nuevas tecnologías. En los países de punta es más fácil: las estadísticas muestran que en los países con mejor calidad de vida es donde menos delincuencia hay. Evidentemente, las leyes más represivas no solucionan los problemas, lo que los soluciona es que la gente tenga una vida digna, y ahí el porcentaje de delincuencia también se achica.
  • 40. 40 - El disco tiene una densidad sonora importante. ¿Puede que sea eso lo que te volvió loco durante estos cuatro años? - Sí. En comparación, es muy fácil mezclar un álbum de un power trío: tenés todo el techo dinámico para darle a la guitarra, el bajo, la batería y el cantante. El problema es cuando tenés dos o tres guitarras, y hay una chapa atrás haciendo como una nube y aparece una trompeta por allá... Es lo que me gusta a mí, tanto cuando compongo como cuando pinto: no soy minimalista, no hago las cosas por sustracción, sino por adición. Y de movida, porque mi discurso es oscuro. No es un discurso ¡pum para arriba! Entonces las tonalidades que elijo siempre son dramáticas, o nostálgicas. - El primer tema, "Nike es la cultura", tiene una orientación muy contemporánea y política. ¿Lo pensaste como una especie de toma de postura? - Para mí, el proceso intelectual es un proceso muy sensitivo. No es un proceso cool y frío. Aunque, sí, la transmisión de sensaciones se sobrelleva con las armas intelectuales: la comprensión de la literatura, de la música, el bagaje de todo lo que has espectado, escuchado, sobre lo que has aprendido, y las gramáticas que incorporaste para entender. Al final de "Nike es la cultura", la estrofa dice: "Vos gritás No logo /O no gritás No logo /O gritás No logo no". Es decir, ni siquiera tomo una posición con respecto a eso. No logo [el ensayo de Naomi Klein] es un éxito editorial, también. Me aproveché de eso para referir a una tipa que hizo un gran éxito editorial describiendo la intimidad de Donna Karam y todas las
  • 41. 41 marcas, y cómo logran su éxito comercial con las sangrías que hacen en las poblaciones donde podés tener galpones de gente trabajando por un puñado de arroz. Pero, más que nada, yo estaba pintando la relación de los adolescentes con todo eso. - ¿Y también tu relación con el asunto? - Sí, a mí me encanta la ropa de Nike y la uso, de modo que no me desentiendo. Sólo describo. Independientemente de lo que mucha gente cree, yo nunca trato de traducir de maneras ideológicas lo que hago. Si alguien lo quiere leer así, que así lo lea, pero yo sólo trato de transmitir una visión, en este caso sobre las grandes corporaciones de la vestimenta. Y estamos todos involucrados. Me gusta la ropa de Nike, pero entiendo el contexto de explotación social que la produce. Esas zapatillas que a vos te gustan y te meten en la marota son el marco del sufrimiento y la desigualdad que hay en el mundo. - En el álbum hay una variedad en el sujeto desde donde se escribe: crónicas, visiones sociales. - En casi todo los álbumes la fórmula es más o menos la misma. "Zippo que estaba hecho migas..." [ canta ]. Siempre hay tres o cuatro canciones que son crípticas y que generalmente son las que expresan la manera de ver la vida de un tipo que se dedica a las ideas. Mi trabajo es leer, escribir, reunir cada vez más elementos para transmitir una emoción. Esas letras no son más crípticas. Son para gente que tienen otro nivel para leer la data, el mundo y la
  • 42. 42 cultura. Son temas que tienen una pretensión de abarcar sentimientos más profundos, y a partir de ahí la letra se hace más simbólica. Por ejemplo, "La muerte y yo", donde hay juegos que tienen otro significado para dar una impresión de cómo ve uno la muerte. "El tesoro de los inocentes" dice "si no hay amor que no haya nada, vida mía, no vas a regatear". Hay algunas con connotaciones más sociales, como "Ciudad Baigón", y después hay otras que son pinturas, como "¿Tomasito podés oírme? ¿Tomasito podés verme?", que pinta lugares de reunión que hay en Etcheverri, como esa moda que hay en Europa que acá las vanguardias no aceptan: lugares multitemáticos en que te encontrás con viejos carrozas de los años 70 y con pibes de 13 años, todo mezclado, y la música de fondo son rocanroles del año del pedo mezclados con lo último de la música tecno, y de pronto suena The Who. Es una manera de pintar un submundo que no es el submundo que está de moda, y que sin embargo es tan o más vanguardista porque está abierto a todo tipo de estímulos, no a la tendencia imperante que está de moda en Palermo Hollywood. - "Pabellón Séptimo" es casi una crónica periodística. - Es un hecho que pasó, y está relatado de una manera dramática. Le pasó a un amigo, Luis María [mencionado en "Toxi Taxi", el tema de los Redondos] en Devoto. Fue una masacre, un asesinato terrible, y yo tenía que ver cómo lograr ese tono dramático a través del vehículo musical de la canción. Siempre que abarco un grupo de canciones, algunas están dedicadas a pintar personajes y otras a
  • 43. 43 tratar de expresar sentimientos o miradas que tengo con respecto a algo. - En el disco también hay una carga de sensualidad... - Mirá... ¡Ya estoy hecho un viejo verde! - Bueno, no queríamos ponerlo en esos términos… - La verdad es que les estoy muy agradecido a las jovencitas que tienen actitudes condescendientes conmigo. Yo puedo ser el abuelo de muchas de esas chicas. Pero tiene que ver con esas cosas del personaje, ¿viste? Hay tipos que no cogerían nunca si no fuera porque se transformaron en algo importante. Yo agradezco mucho la delicadeza de jovencitas que tienen 14, 16, 17 años y te tratan como si fueras una especie de sex symbol irresistible. Pero... ¡la concha de su hermana! [El tema] "La piba de Blockbuster" es un poco eso. Hay una estrofa que dice: "Un pavo guapo no soy/ ya ni mañas me doy/ pero ella está conmigo…". Por otro lado, no soy un tipo jodido en ese sentido. Nunca me aproveché de mi posición, creo que no está bien. Las diferencias de edad hacen diferencias en los morbos. Nunca me creí la del rocker que la va de banana por cogerse a una menor en un hotel de Rosario. Tampoco estoy censurando, pero no me parece que esté bien ese juego de perversión. Independientemente de que uno zozobre a la tentación alguna vez.
  • 44. 44 - Lo de la sensualidad no significaba, necesariamente, cogerse a una menor… - No, yo me refería a "La piba de Blockbuster"... Es muy chiquita [hace como que se escurre la baba]. "Canción para un goldfish", por ejemplo, es un relato onomatopéyico, casi, pero habla de algo que a uno le puede pasar en cualquier momento. Estar en un chichoneo y que alguna de las chicas amigas vaya debajo de la mesa y... empiece toda la joda. - ¿Alguna vez fuiste un adicto a las groupies? - No, ni siquiera. Esa parte fashion de las limusinas, las groupies y la merca, no me tocó. Yo soy más de la generación de los yippies. Toda esa cosa de la moda y del sacrificio de la juventud no fue lo que más me interesó de la cultura rock. A mí me interesaron los años en que el rock en los Estados Unidos fue político. Y cuando digo "política" estoy hablando de poner ácido en los cuarteles, no estoy hablando sólo de los Black Panters. Estoy hablando de lo que hacían Jerry García, Ken Kesey. El rock hecho política. Con otras armas, con otras visiones... La cosa de la limusina, el hotel y los caprichos, y te tiro el televisor por el balcón, me pareció todo una pelotudez. Independientemente de que uno ha estado sujeto muchas veces a circunstancias similares.
  • 45. 45 - ¿Cómo cuáles? - Cuando vas a una provincia, el productor te trae todo lo que piden los grupos de rock. Pero, para mí, antes de subir al escenario, los camerinos se parecen más a un templo que a un quilombo. Me gusta el chichoneo y la joda como a cualquiera, pero en otros momentos. - ¿Nunca curtiste vips? - Las primeras veces que íbamos a tocar a Mar del Plata, por ejemplo, terminábamos encopetinados y después del show nos mandábamos a una disco. Y nos ponían en el vip. Me acuerdo de una vez en que estábamos rodeados de personajes como Hugo Gatti, Monzón, Federico Moura, Pablo Codevilla... Y estábamos nosotros, también. Y era un lugar privilegiado, todo pana y chicas que se te sentaban encima para las cámaras, champán y... Y la gente del otro lado del cordel nos miraba como si fuéramos muñecos de cera. Ahí me dije: ¿qué estoy haciendo acá? Creo que toda esa cosa tiene que ver con la necesidad de mostrarse, el ego. - ¿Preferís concentrarte en la obra? - Creo que la transformación metafísica es la razón por la que uno hace esto. La obra, en sí, lo único que hace es transformarme a mí mientras la hago. Cuando esa obra convoca conocimientos, los atrae para formar parte de ese caldero del cual yo voy a sacar cosas. Eso me transforma en un ser diferente. Me modifica. Lo otro, la autodestrucción exhibicionista... Si ustedes hubieran llegado acá y yo estaba con un pico tirado en el piso, la nota empieza a estar
  • 46. 46 linda, ¿no? En cambio te encontrás con un boludo que vive encerrado y hace canciones. Entiendo que hay un atractivo y un morbo en el hecho de ser testigo de intimidades de tu vida, sobre todo si te pasás el día con el culo en la caja de un banco. Pero yo soy más tradicional: me interesa la obra. - Todo el tiempo estás marcando diferencias con lo que se supone es la cultura imperante. ¿Te sentís solo? - Sí. Creo que tiene que ver con la libertad. El precio de la libertad es la soledad. Hay un grupo muy pequeño de personas que tiene lo que yo reclamo para mí: lealtad, honestidad y diversas capacidades intelectuales. Pero se me hace muy difícil establecer nuevos afectos, porque no hay una correlación entre mi personaje público y mi vida. Se hace muy difícil tener amistades nuevas cuando la gente te puso en un lugar de ícono. Es muy fuerte para todo el mundo. La mayoría prefiere que seas ese muñeco, y no lo que sos en verdad. -¿No creés que tuviste mucho que ver con la construcción de esa figura? ¿Te reprochás algo? - Sin duda tuve que ver. No me reprocho nada porque supongo que hay cosas que uno no sabe manejar. Mi personalidad es como es, hay cosas que no manejo bien. Soy fóbico a la gente. Me gusta estar arriba del escenario, no abajo. Si estoy ahí, me agarra una claustrofobia que me muero. Hay personalidades que se llevan muy bien con la popularidad, y otras que no. Siempre he tratado de que mi personalidad no se cristalizara públicamente. El problema es
  • 47. 47 que, cuando generás un proyecto exitoso, si vos no te encargás de esa descripción, alguien lo va a hacer por vos. Cada uno tiene una necesidad distinta acerca de cómo tenés que ser... Más alto, más honesto, menos miserable... Y la verdad es que lo que más necesitaba era tiempo para pensar, para leer, para escribir, sin necesidad de volcarme en un proyecto totalizador, porque quizá la mirada del mundo que tengo hoy es muy parecida a la de Momo sampler. No cambió nada. - Ese hermetismo que decís que te jugó en contra, terminó haciendo escuela en el rock nacional de esta época... - Me cuesta reconocerme en esas cosas. Yo estuve en un proyecto importantísimo. Si uno quiere verlo desde un punto de vista más prosaico, fue el show con entradas pagas más grande de la historia del espectáculo nacional, no sólo del rock. Lo que me cuesta entender, porque lo leo desde afuera, son esas comparaciones con Los Piojos y La Renga, por ejemplo. Creo que esos chicos me deben odiar. - Si bien decís que en los Redondos eras "el jugador dominante", estabas exento de las labores de manager. ¿Cómo lidiás con eso ahora? - Ciertamente, no estaba acostumbrado a ensuciarme las manos con la comercialización. Antes se las ensuciaba Poly, independientemente de que las decisiones se consultaran siempre, o que muchas veces mis caprichos condicionaran la manera de
  • 48. 48 negociar. Había alguien que iba y charlaba con el enemigo, y yo estaba alegremente como el director creativo. Ahora tengo un manager personal, pero de momento lo estoy manejando yo, cosa que me rompe las pelotas, porque no es lo que a mí me interesa. No porque no sepa cómo es el ambiente, porque lo conozco, pero no me gusta ensuciarme las manos: soy como un chef. - Pero ya debés estar planificando tu vuelta a los escenarios. ¿Qué dimensiones imaginás? - Lo primero que hice fue mirar qué le pasó a mi coequiper y mi coequiper tuvo una especie de descenso a otro nivel de convocatoria. Entiendo que mi nicho puede ser un poco más grande. Porque, bueno, hay una proyección sobre mi personaje diferente de la del resto de los chicos. Supuse que un Obras, o un Luna Park… Algo para probar. Pero cuando los productores empiezan a tentarme, hablan de dimensiones que no quiero mencionar. - Canchas de fútbol, digamos. - Sí, pero no Excursionistas. Y empezás a dudar: "Estos boludos no son ningunos nabos, tampoco". Tengo todavía cinco meses para ver. Y supongo que saldré a tocar antes por el interior, para darle rodamiento a la banda. El Luna Park me encanta, pero nunca nos permitieron tocar ahí. Después de aquello de "atomizar la butaca", para don Tito Lectoure yo era un nuevo Billy Bond. Pero, en fin,
  • 49. 49 tendría que buscar a alguien con experiencia en armar shows. Ya he recibido ofertas del mejor y ahora lo estoy pensando. - ¿No te importa que sea una corporación? - Más allá de lo que se habló de la independencia de los Redondos, para mí la independencia de una artista consiste en: grabar cuando querés, como querés, donde querés y que los logos de los sponsors no sean más importantes que la estrella del escenario. Eso es lo que para mí vale. Después entran en juego las conveniencias económicas, y quizás, si te va bien, vas a ganar más dinero siendo independiente. Hace años ya que todas las corporaciones me ofrecen las mejores condiciones, porque hay un público cautivo, aparentemente. Yo siempre creo que el público no está cautivo, pero a mí me conviene que crean eso. Hoy me ofrecen una cantidad inconmensurable de dinero antes de tocar por una cantidad equis de shows; se hacen cargo de todo, me dan un porcentaje y respetan todo lo que les pido. En definitiva, el tipo no está queriendo intervenir en nada. Las corporaciones quieren que estés para arrastrar su catálogo y todos esos mambos que tienen en la cabeza. Esas mecánicas son misteriosas, yo nunca creí en ello, pero por algo facturan millones. En fin... Me la jugaré por algo y correré con las tribulaciones que implica hacer un estadio vacío, o que se arme quilombo en un estadio chico.
  • 50. 50 - En ese contexto de negociación, ¿por qué te oponés al sponsor? - Si están afuera vendiendo sus cosas, me importa un carajo. Porque yo también compro cosas, no estoy en contra de la sociedad de consumo… Tiene que ver también con mi famoso lema "Solos y de noche", que ahora veo que salió por todos lados. Simplemente creo que mi música, o la música que hacíamos con los Redondos, tiene un carácter dramático que no tiene que ser desvirtuado de ninguna manera. Creo que el campo de atención hay que ganarlo con todas las herramientas posibles, tiene que cargar dramáticamente el escenario con una mirada. Y la verdad es que el logo de Volkswagen arriba de un juego de luces... Qué sé yo. Si afuera hay promotoras, a mí me importa un carajo, pero dentro del estadio me parece que no. Unicamente si estuvieran en momentos previos y en un rincón apagado, pero cuando empezó el show, olvídalo. No es que estoy en contra de las empresas. Son confusiones que surgen cuando se cristalizan los discursos. Esto mismo que yo estoy diciendo acá, cuando se empiece a achicar y a editar, quedará como que estoy mandando eslóganes. - ¿El hecho de hacer un disco solista te liberó de...? - No, eso de la liberación... Yo estuve leyendo unos reportajes de Skay y veo que él se siente liberado. Yo sigo haciendo lo mismo que hacía con los Redondos. No me liberé de nada. Siempre escribí y hablé desde un punto de vista personal. Cuando uno dice "jugador dominante", lo dice por muchas razones. Yo salí en todas las tapas, hice todos los discursos, fui todas las remeras. Si uno mira para
  • 51. 51 atrás, el personaje que estaba metido en todos los rubros de los Redondos era yo. Así que no estoy haciendo algo que no hiciera antes, porque tampoco estoy tocando solos de guitarras. - Pero con Skay compartían... - Yo compartí mucho con Skay. Compartimos porque me parece un tipo muy inteligente y un muy buen violero. Y podríamos haber hecho cosas solos, pero durante mucho tiempo nos pareció que estaba bueno el punto de vista del otro. Y nada más. Nunca consulté con nadie el discurso público de la banda. Supongo que, más de una vez, les habrá roto las pelotas porque no estaban de acuerdo con lo que yo decía. - Skay habló de una sintonía artística y un entusiasmo que estaban extinguiéndose. - Eso lo siente Skay. No voy a abundar en detalles al respecto. Yo he leído un par de reportajes de Skay y uno de Semilla. Supongo que todos tenemos miradas diferentes de lo que pasó. Y yo respeto lo que cada uno cree que pasó. Para mí pasó algo determinante, una decisión. Vamos a poner un eufemismo: yo creo que había un contrato íntimo con Skay y con Poly y que de pronto afloró una falla. Con respecto al resto de los chicos, no. Tienen derecho a sentir lo que sienten. Sergio tiene un álbum listo, muy bueno, me parece, y la semana que viene va a venir para que lo escuchemos. En el reportaje a Semilla, creo, había un poco de resentimiento. Tiene
  • 52. 52 todo el derecho, creo que es lógico. Pero no estoy de acuerdo cuando dice que había una cosa de egos. -¿Por qué? - Yo era la estampita de la banda, y realmente no sentía envidia por el rol de nadie. Primero porque el asunto del ego es algo que yo aprendí a combatir. Soy un tipo que ha tenido un ego muy fuerte, y sé lo que es la constante ambición de mantener el nivel de algo. Es muy peligroso. Y ni hablar de cuando la vanidad acepta las adulaciones: terminás satisfecho con vos mismo, y eso es decretar tu muerte. La muerte creativa. - ¿O sea que hubo un hecho puntual que determinó la separación, no un desgaste? - Está bien: quizá yo soy un poco tirano. Skay tiene derecho a sentirse liberado de una relación por la que trabajó mucho tiempo. El jugador dominante es alguien del que te querés liberar, siempre es el que te rompe los huevos, y es al que siempre le vas a reclamar las cosas en un momento determinado. Es el culpable de que vos no tengas un rol más significativo en el proyecto. Yo acepto esa parte, porque también es verdad. En los últimos álbumes, los músicos prácticamente se enteraban cómo venía la mano cuando ya estaban terminados. Pero para mí hubo un hecho determinante que hizo que todo explotara. Es una frontera que prefiero no rozar. Me gusta ubicarme como la madre del juicio salomónico: prefiero que el bebé se lo quede otro, antes que partirlo en dos.
  • 53. 53 - ¿Hay alguna letra del disco que aluda a la separación de los Redondos? - No, en ese sentido yo no soy dramático. La sensación de pesadumbre o de dolor te provoca algún tipo de filtro emotivo, algo que, en parte, disemina la creatividad de este álbum. Pero, sinceramente, creo que bastante tiempo duró la joda. No nos podemos quejar. Y después... todo depende de cosas que ni siquiera yo sé. Tampoco me atrevo a decir que los Redondos sea un proyecto que no vaya a volver. Lo desgraciado de todo esto es que estamos muy grandes. Alguien nos decía que, si no nos separábamos ahora, no íbamos a tener tiempo de reunirnos. Pero ojalá hubiera sido una joda de ese tipo. Todo pasó así: en un momento estábamos hablando de cómo íbamos a tocar en Santa Fe, y una hora después yo me estaba subiendo a mi coche sabiendo que no pasaba más nada. - En su momento se dijo que la decisión tenía que ver con la combustión social del país... - Sí, pero yo no hablé con nadie. Eso fue todo lo que habló Skay... Como sacó álbum nuevo, me imagino que se vio obligado a responder. Entre otras cosas, mi pausa fue tan larga porque creo que hay algo con lo que debemos tener cierto recato. Por miserias personales, uno no puede alegremente arruinar un proyecto tan querido y que significa emotivamente tanto para tanta gente. Lo que sí es verdad es que los que nos forjamos en la cultura tempranamente, tenemos una conducta como de guerreros, un
  • 54. 54 código que no se vulnera. Y eso provoca, a veces, cosas jodidas de asimilar. Pero también hemos sido tres personas sujetas a mucha presión durante mucho tiempo. Y no quiero hacer futurismo, pero creo que las cosas pueden solucionarse. Tampoco sé de qué manera, ni cómo, ni cuándo, ni siquiera si es probable. - ¿Qué cambió al empezar con una nueva banda? - Más allá de cierta soledad, mi vida no cambió mucho en mi quehacer artístico. Lo que estaba bueno era poder confrontar con alguien, confirmar con alguien, tener un cumpa con el cual mirarnos y ver si estamos de acuerdo. Eso te confirma algo que a veces, en soledad, se convierte en incertidumbre, independientemente de que muchas veces el solo de guitarra lo tarareara yo y él lo tocara, porque eso es parte del juego compositivo. Hoy estoy queriendo formar una banda, porque te da una comodidad… Lo que pasa es que una banda, para mí, no son los mejores músicos, sino esa gente con la que podés pasar muchas horas encerrado. Por eso digo que soy un freak que hace música, porque para mí es más importante la vida. Por más que seas un capo tocando la guitarra, si me rompés los huevos, a las tres horas te estrangulo. No estoy en edad de tolerar. - ¿Quiénes te van a acompañar en el vivo? - Momentáneamente, voy a arrancar con los músicos que tocaron en el disco, pero después hay que ver: una banda tiene que tener magnetismo físico, varias cosas a las que yo me había
  • 55. 55 acostumbrado. Los Redondos tenían eso: un magnetismo físico. Aunque Skay y yo tuviéramos los roles fundamentales y moviéramos más el culo, en general éramos una postal convincente. Yo sé que soy un frontman, y que he sido aceptado durante muchos años. Algo debo tener. - ¿Sentís que el entorno le fue hostil a los Redondos? - El éxito de un proyecto así tiene características que molestan a muchos. Colegas, medios, productores chupamedias... - Hay sospechas de que, en sus recitales, ciertos sectores del poder mandaban gente para provocar disturbios... - Hay cosas que uno no cuenta, pero... Desde el poder político... Cuando hay un grupo que tiene esta masividad y este atractivo, hay una necesidad estratégica y táctica de sectores del poder de asimilarlos para sí. Yo no tenía casa propia cuando me ofrecieron tocar en Mar del Plata para una campaña. Cuando te negás a formar parte de eso, esa gente tiene unas formas más que mafiosas de hacerse ver. Eso ya lo sabemos todos. Uno, por formación setentista, tiene amigos en todas partes. Gracias a Dios, tengo amigos en el cielo y en el infierno. - ¿Y cómo te caen esos acercamientos? - Desde adentro, uno ve el proyecto en el que está metido con otra dimensión, más de entrecasa. Por eso no te gusta cuando te viene alguien con una magnitud extrapolada y extraña. Ahora me está
  • 56. 56 pasando de nuevo: hay cada conversa que uno no puede entender. Son mambos de gente que está metida en ese dibujo porque su vida depende de eso. Están hechos para hacer guita. Hay un par de personajes de la política que están metidos hoy en un lugar más que significativo. En esos casos sí prefiero pensar que lo mío sólo son canciones. Porque me estoy protegiendo, no quiero que mi vida se transforme en esa cosa cortesana y... Hablo de un tipo que corta el big bacalao, no de un funcionario menor. Me han hecho planteos de la política, del tipo "vos llenás dos veces River con 70 mil personas y un partido [político] no puede poner 20 mil". - ¿Los disturbios en los shows de los Redondos tenían que ver con eso? - Sí, lo tuvimos filmado inclusive y sabemos que son reconocidos vigilantes de las comisarías. Ni siquiera eran parapoliciales... Pero son cosas que ayudan a conocer el mundo en que vivimos. Mientras no te pasan, son como paranoias, y yo a veces no las cuento. Si uno denuncia eso en voz alta, te da una vergüenza, un pudor, y ahí prefiero ser un artista. - Mencionaste tu formación setentista... ¿Creés que este Gobierno intuye que estás ideológicamente cerca? - No, al respecto... [ titubea ] no voy a decir nada. Sólo te puedo decir que... [ le brotan algunas lágrimas, se sirve una copa de vino y se excusa ] Hubo gente muy rica que murió. Eso... Perdón... [ Larga pausa.] Es interesante ver cómo se reacomodó el mapa del rock
  • 57. 57 nacional después de la separación de los Redondos. Varios grupos alcanzaron una masividad importante. Hoy en día hay una maquinaria de promoción universal de cosas, una oferta descomunal... Hay gente que está convencida de que puede hacer que cualquier cosa sea exitosa. Y creo que es verdad. Porque tenés un par de radios, alguna revista y lográs que se llene un estadio. También hay que medir las cosas como son. Un proyecto como los Redondos llenó dos veces River. Para juntar un poco más de gente, ahora, hay que hacer dieciséis fechas con ciento y pico de bandas. Son pocos los grupos que capitalizan el fenómeno. - ¿Notás una diferencia en el nivel de intensidad de los shows de rock? - Supongo que una sociedad en que la biotecnología logró cosas significativas, en la que los conocimientos lograron cambios, estará acompañada de otro tipo de música. Las tecnologías traen en sus propios nervios las catástrofes. Chernobyl, los virus informáticos... Tienen una vida muy parecida a la de los imperios. Y traen a su vez movimientos culturales que también tienen su momento de crecimiento, apogeo y decadencia. Estamos en un proceso histórico decadente, y el imperio hace lo que puede. Puede zozobrar de una manera estrepitosa, porque la deuda que tiene Estados Unidos es enorme. A la vez tiene el poder para destruir, pero no para ocupar. Y encima ya hizo la Harley Davidson y el rock & roll. Ahora sólo le queda imponerse por la fuerza y ser el gendarme del mundo.
  • 58. 58 - ¿Y creés que la cultura rock se cae con el imperio? - Sí. En algún momento tiene que terminar, hay un período para todo, y esa cultura ya la viví. Hice todo lo que había que hacer y me puse todo lo que había que ponerse. Llega un momento en que es un embole. La quinta vez que aperecen bandas de garage... - Algunos dicen que la electrónica representa un cambio cultural. - Para mí es igual. Te lo digo porque ya pasó en los 70. Entonces me gustó menos que ahora, pero difícilmente alguien pueda sentarse en su casa a escuchar eso. Cualquier banda de rock & roll es más conmocionante que dos tipos sentados delante de dos computadoras, por más que le pongan pantallas y luces. Nos está faltando un cambio rotundo. Puede ser dramático, puede ser crítico, hay que estar preparado para lo peor, pero va a provocar un nuevo estado de las cosas, la incorporación de nuevas texturas... Sé que soy un tipo del pasado, pero aún tengo eso del que espera una puta maravilla a la mañana, que pase algo que nos conmueva, que nos haga sentir que estamos vivos. Prefiero el heroísmo de los jóvenes de los 70 que fueron a la muerte con ideología, aun sin saber qué se tejía en las propias cúpulas de sus movimientos. - ¿Todavía tenés expectativas puestas en internet? - Sí. Me parece que la pantalla ya nos está quedando chica. Es como contemplar un océano inmenso a través del ojo de un aljibe. Creo que deberíamos ya encontrar alguna manera de percibir todo eso. Esta burbuja que yo me armé, acá en mi casa, tiene que ver con mis
  • 59. 59 fobias. Para mí la popularidad significa que la gente te vigile. Yo crecí en la época de la clandestinidad y era peligroso no ser anónimo, no ser del montón. Entonces, un personaje que se formó en una etapa de clandestinidad, que vaya al hospital y una enfermera que nada tiene que ver entre a verle el culo... Me rompe los huevos. Yo siento que la gente me vigila. - Nunca tuviste muchas influencias marcadas dentro del rock nacional. ¿En este momento hay algo que te conmueva? - - Me gusta Calamaro. En este álbum hay un poco del espíritu de Andrés, en el sentido de ese atrevimiento. De movida, él me parece un campeón. Un tipo que convenció a una multinacional de que le sacara un álbum quíntuple, me parece un campeón total. Y después, el atrevimiento de editar maquetas hechas en su habitación... Discrepé con mucha de la prensa que se lo tomó a la jarana y se rió de él. Calamaro fue, tempranamente, un personaje muy chistoso y muy fashion. Pero creo que después se transformó en un artista muy interesante. Un tipo atrevido. - ¿Tu método de trabajo tiene algo que ver con el suyo? - En realidad yo no sé hacer una mierda. Y tengo como método el olvido. Creo que la única manera de ser vanguardista con uno mismo es olvidar las cosas que aprendió, como para empezar de vuelta. El verdadero vanguardista es el que olvida. Porque sólo es nuevo lo que hemos olvidado. Las pasiones son las mismas, sólo que las describimos de maneras diferentes, les hacemos una
  • 60. 60 escenografía distinta. Por otro lado, a mí no me gusta cómo canto, y sé por qué no me gusta. Entiendo también que la música popular depende más del carácter que del canto, pero soy incapaz de producirme a mí mismo. Siempre creo que mi voz es lo que está arruinando las canciones. - Concretamente, ¿por qué no te gusta cómo cantás? - Porque no. Yo no sé si la gente siempre está muy a favor de lo que hace. Creo que va a aceptando los elogios porque los agradece, y termina creyéndoselos. No sé si Mollo cree que es un gran guitarrista. En la intimidad él pensará que toca bien, pero es más lo que aprende de lo que le dicen los otros. O por comparación. Yo también digo: "Si cantó Bob Dylan, si cantó George Harrison, Tom Waits… ¡yo también puedo cantar!". Me gusta cómo compongo. Me parece interesante que alguien haya hecho lo que yo hice; las letras creo que también están bien. Dentro del rock nacional no está mal que alguien haya venido a aportar esto. Pero cantando... ya no tanto. Tampoco encuentro muchos buenos cantantes acá. Están los que son muy admirados, algunos también por su lírica. Creo que son buenos cantantes porque la lírica, casualmente, no tiene otro objetivo que elegir la musicalidad de las palabras. Yo, sinceramente, "pies de atril" y todo eso son cosas con las que no ligo. - ¿Cómo te cae este momento de optimismo político? - Yo no creo en las soluciones de ese tipo. Seguramente estemos mejor, pero yo me fijo en la calidad de vida, no tanto en las
  • 61. 61 variables económicas. Y cuando un pueblo es explicado desde ese lugar, devela un grado de ignorancia que hace difícil ser optimista. Cuando sumamos a eso la falta de interés de gobernantes y gobernados en distribuir dinero para la cultura y la educación, eso nos provoca una herida muy grande y una inercia con traslación hacia futuro. Y yo creo que la calidad de vida se reclama. Y se reclama desde un estado de comprensión de las cosas. Se asimiló la idea de la corrupción generalizada. ¡Exacto! Me parece terrible el hecho de que la gente acepte el desgaste moral. Yo no me quiero transformar en una especie de conservador, porque parece que está fuera de aggiornamiento aquel que pretende que haya conductas honestas. Y para mí la honestidad es el remedo del honor medieval. Los gobernantes son los representantes de lo que un pueblo es. En los países en que la calidad de vida está mejor, el ciudadano es respetado, es dueño de su ciudad, dueño de su vida. Siempre hay negociados, pero tu vida no está sujeta al puto suelo de la miseria y de la ignorancia total, como acá. - ¿Hasta qué punto la crisis te afectó en lo personal? - El corralito, a mí [hace un gesto de degollado], me re cagó. Porque yo siempre hablé con mi contador para decirle que, como no usaba insumos ni un carajo, mi vida era mejor si yo declaraba todo. Tengo todo en regla. Yo hago canciones, a la gente le gustan y las compra. No vivo de la rutina de nadie, ni nada. No tengo que andar escondiendo mis cosas con un contador. Bueno… mirá lo que me pasó: entre los bancos y el Estado, me cagaron. Esas cosas le pasan
  • 62. 62 a todo el mundo, forman parte de la comidilla fundamental de la gente, pero para mí eso no es lo importante. Lo que condiciona la vida es el grado de determinación que tu mirada puede tener sobre lo que te rodea: eso hace a un pueblo libre. Eso sí pueden hacer las canciones. Las canciones pueden modificar el punto de vista de alguien. - ¿Creés que antes había una mentalidad distinta? - La única virtud que tuvo nuestra generación fue desconfiar del mundo que los padres nos querían vender. A mí no me gusta la calidad de vida de hoy. No se trata de vivir más años. Porque mi vieja vive a los 95 años, pero la decrepitud es una cosa que es inédita en el resto de la coraza orgánica. Mis perros se mueren cuando envejecen. Es decir: no hay nadie que los mantenga rengos, o ciegos, con el estómago hecho mierda, perdurando nomás… Porque eso no es calidad de vida. Cuando te cagás encima no es calidad de vida. La vida transcurre por otro lado, aunque nos hagan creer lo contrario. Antes se me piantó un lagrimón porque creo, sinceramente, que más allá de lo equivocada que pudiera estar, la generación de los 70 tuvo a las mentes más dedicadas a la vida que hubo. Más allá de las cúpulas. Las cúpulas siempre están en otros lados. Pero todos esos jóvenes que murieron, realmente tenían necesidades importantes de cambiar el mundo. - ¿Y de ahí en más?
  • 63. 63 - Se puso difícil, porque la gente le toma miedo. Es desgraciado, pero yo, para tratar de ver lo que está pasando en el mundo, no miro las primeras cinco páginas del diario. En todo caso empiezo a leer las primeras cinco de Política Internacional. Esto es una república periférica. Nada se decide ¡acá.& Hoy parece que este Gobierno quiere, pero en tanto uno siga aceptando como genuina la deuda externa, eso te indica que no tenemos ningún tipo de independencia. Porque, si no, habría que decir que esta deuda fue generada facciosamente por gobiernos de turno con la excusa del enemigo rojo… Sabiendo que esto iba a explotar y que nos iban a tener endeudados para toda la vida. Lo mismo que han hecho todos los imperios en sus colonias. Pero nada dura para siempre. Y, aunque sea difícil voltearlos, los jugadores dominantes caen por su propio peso. Fuente: Claudio Kleiman y Pablo Plotkin - revista Rolling Stone / 2004
  • 64. 64 RICARDO IORIO Estaba parado en el centro del camarín, hablaba con sus asistentes; yo esperaba arriba, mudo, con el grabador y un papel con preguntas en la mano, lo veía apenas de costado. - Vení bajá, no le preguntes boludeces, en serio, no seas boludo- me dijo el manager. Bajé tan despacio. Ricardo Iorio se acercó y me dio la mano con firmeza. Me clavó la mirada, sonreía pero igual parecía enojado. Lo saludé, me presenté. Asintió con la cabeza y mientras daba unos pasos para atrás, sin dejar de mirarme directo a los ojos, me dijo:
  • 65. 65 - Venga compañero, por acá, póngase cómodo, usted va a conversar conmigo pero no va a grabar ni me va a sacar fotos, va a escribir de mí, va a escribir sobre lo que a usted le parezca esta conversación, así nos vamos conociendo. Iorio me señalaba un sillón blanco. Guardé el grabador en la mochila, solamente me quedé con un papel y una birome. Atrás del sillón y en todas las paredes del camarín había fotos de personajes de la política y la cultura argentina, estaba Discépolo, Eva, Juan Domingo, Hugo del Carril y otros veinte que no llegué a ver. Iorio no me sacaba la mirada de encima, era una mirada increpante, por momentos vacía. Me miraba y movía apenas los labios. Cada tanto le daba un sorbo a un vaso que tenía sobre la mesa, era un vaso largo con una bebida dorada. Dos hielos. Intuí que era whisky, pero no quise preguntar. Le daba un trago y regresaba el vaso a la mesa. Miré la hora, de nervioso nomás, eran las ocho y treinta y cuatro de la noche, anoté el número, fue lo primero que anoté, desde el escenario llegaba la música de la primera banda soporte. Me senté. Él se quedó parado. - Sabe lo que pasa compañero, están los pibitos estos del partido obrero fumando porro en la puerta de la universidad, estos pibitos comunistas, yo los veo fumando marihuana y se hacen los comunistas. ¿Usted sabe lo que hubiera hecho el che Guevara si los veía fumando marihuana en la puerta de la universidad? ¿De qué me vienen a hablar?
  • 66. 66 Iorio dijo todo eso con su vozarrón afónico. Terminó la frase, agarró el vaso y me miró otra vez. Me apretó fuerte el hombro con la mano derecha. - Y le digo más. En un callejón de San Telmo, un pibito de La cámpora se está cogiendo a un nene de nueve años. Pero no lo está violando, le está dando amor. Ahí lo ve usted. Ahora hicieron un billete nuevo de cien pesos. Y en lugar de ponerlo al General la pusieron a Evita. En ese momento entendí todo. Y yo que había criticado la entrevista que le hizo Beto Casella porque Iorio había hablado de lo que quiso, sin que nadie le preguntara nada. Qué iluso. - ¿Qué quiere tomar? Por favor sírvase algo. Uno de los asistentes apareció al instante al lado mío. - Sí, Ricardo, ya le ofrecimos. ¿Qué querés tomar? - Un agua, gracias- dije. Iorio resopló y miró al techo indignado. El asistente abrió una heladera llena de bebidas, me acercó una botellita de agua y se quedó parado a tres metros. Escuchaba atento. - Fíjese esto. ¿Usted conoce a Karina, la princesita?- me preguntó. - Sí, sé quién es. - Bueno. Imagínese que vamos a la guerra. Los soldados argentinos marchando en la frontera escuchando esa música hecha con un tarrito. Tatatá, tatatá. Iorio canturreó y bailó irónicamente un ritmo de cumbia.
  • 67. 67 - Y el enemigo en la metralla, disparando sin pausa. Iorio imitó el sonido de la ametralladora. La imitación fue perfecta, le temblaban las mejillas y movía el cuerpo como si de verdad estuviera disparando en el campo de batalla. Yo no sabía si reírme o tomarlo en serio. - Esa mina no sirve para ir a la guerra. Por favor. ¿Por qué no me agarran este paquete que tengo acá? Se agarró la entrepierna con la mano izquierda y frunció la boca. La derecha la apoyó en mi hombro. Iorio estaba vestido de negro: pantalón, remera, camisa, campera y zapatillas negras. Pelo cortado en cresta. Siempre igual. - Nosotros no cantamos Oh sí nena, vamos para allá nena, oh sí. Nosotros no. No señor. Nosotros no. La voz de Iorio se fue disolviendo en el aire mientras movía la cabeza de un lado a otro. - Yo veo esas bandas que tocan el tarrito, son como quince arriba del escenario. ¿Sabe por qué son quince? - ... - Porque no tienen vergüenza. En nuestra banda son tres los que tocan. Tres. El último tres lo pronunció con un grito ahogado. Y me mostró tres dedos. - Después vienen esos Calle 13 a cantar que llueva café en el campo y no sé qué gilada. Por favor, en su país te dan un billete que dice In
  • 68. 68 god we trust. Y la embajada de Puerto Rico les da seis millones de pesos para que anden tocando. - ¿Sabe que habría que hacer con esos seis millones? - ... - Yo investigaría quién mató a Facundo Cabral. Porque Facundo Cabral no se murió, a Facundo Cabral lo mataron. - ¿Escuchabas a Cabral? - Por supuesto. Tiene grandes obras. Los psicólogos son médicos judíos que le tienen miedo a la sangre. Esas palabras se las escuché a un maestro como Cabral. Mis preguntas no eran preguntas, eran un intento de hacer algo en ese monólogo impredecible. Había escrito un cuestionario guía antes de llegar a Gap, una de las preguntas estaba relacionada con su persona, justamente quería saber si jugaba un personaje cuando daba una nota. No hizo falta preguntarle nada. Un rato antes ya me lo habían advertido. El manager, antes de bajar al camarín, me había dicho: - Mirá, a Ricardo hay que cuidarlo. ¿Vos sos casado? - Casado no, pero estoy en pareja. - Bien. ¿Tenés hijos?
  • 69. 69 - Fui papá hace dos semanas. - ¡Bien! Porque si sos un pibe de treinta años soltero te manda de vuelta a tu casa. Con Ricardo es así. El otro día echó a todos los fotógrafos de un show. Les dijo que estaban ahí haciéndose los locos porque habían hecho un curso de cuatro meses y los echó a la mierda. Y había fotógrafos de toda la vida. Pero bueno, atento, porque con Ricardo es así la cosa. En el camarín hacía frío. - ¿Vos sos cristiano?- me preguntó. - Sí- le mentí porque no me animé a contradecirlo. - Bien. Porque muchas respuestas están en Jesús de Nazaret. Yo no creo en eso de la resurrección, ni en que multiplicó el vino y el pan, esas son todas estupideces. Jesús fue como un gran faro. Después vienen esos que dicen que después de la vida no hay nada. Eh, guacho, no hay nada después de la vida. Y pum, te matan y se escapan en una motito. Alguien en ese momento le gritó su nombre, alguien que acababa de llegar y que, por lo visto, era de confianza. Era un hombre desgarbado, vestido con una campera de jean, tenía la cara trabajada por los años y parecía que los dientes se le iban a caer de la boca
  • 70. 70 - Pero miren quién llegó, después dicen que la falopa hace mal. Qué injusticia. Salud amigo- dijo Iorio sonriendo mientras levantaba su vaso. Escuchó la contestación y seguimos conversando. Conversando, claramente es, en este caso, una forma de decir. - Mi sueño es tener un boliche como este lleno, con tres mil ladrillos de cocaína, y que después de muchos años me pregunten ¿Iorio, qué hiciste con el boliche? El boliche me lo tomé campeón. Así dijo: me lo tomé campeón. Sin coma, usó la palabra campeón como un adverbio de modo. Y se rió con todo el cuerpo. A Iorio se le cierran los ojos cuando se ríe. -¿Sabe usted qué pasaría si en este país prohibieran la cocaína? Ahí sí se arma una jodida de verdad. En la democracia es complicado, tenemos presidente, diputados, concejales, y cuando queremos saber cómo se repartieron la guita que se afanaron es imposible saber cuánta gente se llevó cuánto. Si esto fuera una tiranía habría un solo tirano para juzgar. El poder estaría concentrado, bueno, pero sería mucho más efectivo para hacer justicia contra los traidores. La sonrisa se le desdibujó inmediatamente. Otra vez la mirada increpante.
  • 71. 71 - ¿Usted sabe qué es lo peor que me podría pasar? - ... - Que después de un concierto me vaya a encarar a una pibita de diecisiete años acá a la esquina. Yo ya tuve diecisiete años, ahora soy un hombre mayor, tengo panza. Yo estoy para otras cosas. ¿Usted cuántos años tiene? - Treinta y dos. - Yo estoy para agarrar a su señora madre. Yo ya fui un adolescente con el abdomen como una tabla de lavar. Cuando Iorio se estiró en busca del vaso un asistente me hizo gestos de lejos, sin decirme nada me sugería que me fuera, entonces me puse de pie, con la intención de saludar y seguir camino. Iorio me miró desafiante. - ¿Le están diciendo que se tiene que ir? Por favor, acá la estamos pasando bien. Siéntese, le voy a contar más cosas. Volví a sentarme en el sillón y tomé un poco de agua. El asistente movió los hombros y frunció la pera con gesto de no entender nada. Yo tampoco entendía mucho, pero ponía cara de estar en sintonía con lo que estaba sucediendo. - Yo vivo en el campo. Soy de tierra adentro, cada vez más adentro. Esta empresa, toda esta empresa, la monté yo con mis canciones. El problema es que ahora tengo mantener a todos estos vagos de mierda.
  • 72. 72 - ¿Qué hacés en el campo, Ricardo? - Me hago la paja y me trago la leche. Eso hago. Yo vivo en el campo porque no me bancaría a un vecino escuchando cumbia todo el día. ¿Vos sabés que le dijo el ahijado de Hitler a Hitler antes de que se muera? - ... - La próxima mano dura, Adolfo- dijo y se echó a reír en silencio. Iorio tiene la capacidad de decir cualquier barbaridad y ablandarla al instante, o al menos dejarla flotando en un espacio dudoso, entre la ironía y el desparpajo más violento que escuché en mi vida. - ¿Usted sabe qué soy yo? - ... - Pregúnteme. - ¿Qué sos vos? - Yo soy el barro que se subleva. Lo dijo con un tono de tormenta que me hizo endurecer la piel. No sé si fue miedo, pero fue algo bastante parecido. Cuando Iorio no me miraba fijo a los ojos, yo aprovechaba para anotar las cosas que me iba diciendo; las anotaba textuales, con esos códigos apurados,
  • 73. 73 típicos de los periodistas, mucho más raros, por lejos, que los garabatos de médico. - Estoy pensando en escribir una canción que se titule Levantándola en pala. ¿Sabés a qué pala me refiero no? - ... Iorio, sonriendo, se llevó la mano a la nariz varias veces. - Sabrá usted que uno de mis errores fue usar mi nombre verdadero. Estuve embargado nueve años ¿Y sabe por qué? Porque cualquiera que me busca me encuentra en los padrones. ¿Usted se piensa que el Paz Martínez se llama Paz Martínez? Vamos, che. Yo uso el mismo nombre que usé en la escuela. Yo me acuerdo de todos mis compañeros de colegio. - ¿A qué escuela fuiste? - Fui a muchas. Me gustaban más las industriales, pero nunca me gustó mucho eso de las escuelas. - ¿Terminaste? - Sí, terminé primaria, secundaria y también tengo estudios terciarios. Pero lo mío es hacer esto que hago ahora, llevar mis canciones por el país. Yo puse todo en esto de componer y cantar con mi banda. Igual aunque no me gusten mucho las escuelas soy un tipo informado.
  • 74. 74 - ¿Cómo te informás? - Leyendo a Krishnamurti, a los espiritistas. Y escuchando a los que saben. Ahora parece que están todos conectados pero hay gente que todavía no respeta a Pappo ni a Spinetta. El asistente volvió a hacerme señas, cabeceó para un costado y cerró los dos ojos. Me puse de pie. - ¿Ya se va? Es un gusto hablar con usted. El problema es que me pongo viejo y me pongo violento. ¿Sabe por qué soy viejo? Porque hace treinta años que no duermo. Pero quédese tranquilo, que la próxima vez vamos a hacer algo como lo que usted quería. Iorio me abraza primero y después me da la mano. Aproveché ese momento, los dos de pie, para hacerle una pregunta. La única. - ¿Cómo te llevás con la fama, Ricardo? Ahora sos un artista famoso. Te conoce hasta la gente que no es del palo del metal. - Me conocen porque di alguna entrevista en televisión, en el programa de Casella, por ejemplo. Y me escucharon diciendo verdades, como las que digo en mis canciones. Así que está bien. Otra vez nos abrazamos. Le agradecí y salí de los camarines junto con tres asistentes.
  • 75. 75 - Muy bueno- me dijo uno, el que parecía más simpático. Hablaste de todo, hace rato que Ricardo no hablaba con un periodista. Miré la hora. Las ocho y cincuenta y siete. Anoté ese número también - Estuvo raro- dije. - Ricardo es así todo el día. Se acercó el manager. - ¿Le dijiste que fuiste papá? - No, casi no le dije nada. - Qué lástima, porque Ricardo se hubiera puesto contento. En una de esas hasta te daba trescientos mangos para que le regales algo al nene. Ricardo es así. Di las gracias, salí de Gap, pedí un taxi y volví a casa hablándole al grabador para capturar los detalles frescos. Entre las notas y lo que fui dictando salió esta no-entrevista. Iorio dijo conversación. Eso fue, una conversación, entre él y mi silencio. O una anécdota extensa. Todavía no lo sé. Fuente: Agustín Marangoni / entrevista para 0023 - 10/06/2014
  • 76. 76 Daniel Melero ¡Es que un compact disc es también información! Aunque una carpeta en una computadora o una interface también lo son. Estilísticamente tiene que ver con esa visión de la música disco que tenían ciertas bandas de rock. Este disco es un laboratorio de música donde todos somos productores y usamos la marca “Daniel Melero”. - ¿Entonces los futuristas tenían razón con eso de que la música se volvería sólo dígitos e información?
  • 77. 77 - Si tuviera que pensar en futuristas, sería en artistas de los principios del siglo XX o en Marinetti. Lo que yo sí sé es que cuando grabo, las partituras se transforman en una mentira porque podría estar apretando una sola nota y que todo ocurriera. Antes a los grupos de tecnopop que no tenían baterista les aventaban fruta al escenario y, ahora, ése mismo tipo de gente va a bailar con un DJ que aprieta botones y dice que hace música. Y no es que critique ese tipo de expresiones, pero estoy en contra de aquello que aceptamos fácilmente. - Noto mucha rendición a la música bailable en tu nuevo trabajo… En su momento no supe rendirme a las cualidades que tenía cierta música bailable porque estaba más enraizado con el punk-rock o el kraut. No me cabía mucho la alegría del Studio 54. Ahora comprendo que la música disco tiene una idea de drama muy bien explicada en Fiebre de Sábado por la Noche, que retrata a esa clase media baja ilusionada de que algo fabuloso le va a pasar esa noche en la discoteca. - Cuando todo mundo tocaba rock, tú tocabas tecno… y cuando todos hacían tecno, tú volvías al rock: siempre en las antípodas… - Todo está en función del cambio. No creo en la revoluciones, creo en los cambios. Yo no lo hacía por oponerme, lo hacía por información, la música siempre es un cúmulo de opiniones que se transforman en un concepto.
  • 78. 78 - Te consideran un antimúsico por esa postura… - No, tiene que ver porque también utilicé muchos mecanismos de táctica y estrategia que podían considerarse como soberbia de parte de un chico que encontró el camino. Ahora hay muchas bandas muy buenas, pero que no encuentran la manera de llamar la atención, yo lo logré a través de un discurso además de la música. Ahora es más difícil que te presten atención porque hay mucha sobreinformación y nadie tiene suficiente RAM, todo forma parte del pasado sin que sea una conjunción válida para el futuro. - Los nuevos lanzamientos musicales están vinculados a la T.V. - De todos modos es muy poco rockero que la televisión te diga qué está pasando en el rock. Por otro lado, los mega festivales están realizados por compañías de telecomunicaciones, y es difícil que así haya comunión, porque ésta está vinculada al arte y la comunicación está ligada a la transmisión de mensajes emitidos y recibidos tal cual se desee. Los artistas no deben ser creativos, deben ser creadores, diferentes a los empleados de las agencias de publicidad. Un creador puede hacer algo que a nadie le interese y que no tenga valor para el futuro ni para el presente, pero que no deja de ser una creación. - Ahora hay una promiscuidad estilística que no existía cuando a Los Encargados los bajaron del escenario a gritos y frutazos… - Exacto, hoy eso no hubiera pasado. Tiene que ver con ese fenómeno de comunicación. Ahora los festivales son miles
  • 79. 79 de prosumidores viendo lo que podrían ver con sus ojos, a través de un pequeño teléfono, para luego subir a YouTube un video que suena pésimo. Ahora ya nos acostumbramos a ver videos malos que pueden haber sido buenos y, definitivamente, es más interesante la mentira del recuerdo. - Entonces, ¿cuál es tu postura o tu fascinación por lo “anti”? - Más que anti, sigo siendo un no-músico; siempre estuve rodeado de buenos instrumentistas, pero tratando de elaborar las cosas de manera conceptual. Me manejo más en un campo que considero que es del arte, pero las canciones son una enunciación no necesariamente vinculada. Me llaman más la atención las frecuencias que las notas. - Si metemos en la ecuación la palabra “anti”… - Yo soy un antilider, no me interesa el liderazgo cuando soy productor o estoy tratando de crear algo desde la nada. Soy antijefe, la autoridad no emerge de que te pusieron como productor artístico de algo, sino del saber hacer que funcionen las entropías de las ideas. - Pero dudo que creas en la democracia… - Claro que no creo en la democracia, en el arte es una barbaridad ser demócrata, porque la razón no es la verdad; yo soy una anarquista situacionista. Es más fácil lograr hacer algo en la música o en el arte siendo un fascista, que un demócrata. En el arte puedes
  • 80. 80 construir una casa sin tener las paredes levantadas y puedes poner un techo flotante y funciona. - Ese aura de misterio de saber cómo eran los músicos de las bandas, ya no existe… - Lo que pasa es que la vida es mucho más misteriosa cuando uno no tiene mucha experiencia. Antes, la gente estaba dispuesta a ir a ver a una banda que no conocía, o comprar un disco por una portada o por la recomendación de un amigo. Internet ayuda a preservar los mitos, aunque a veces produce gemas donde no las hay; los que amamos el misterio aún seguimos buscando tanto en el presente como en el pasado. - Yo supe cómo eras hasta que vi la portada del disco de Los Encargados y no sabía quién de los tipos era Daniel Melero… - Y en esa portada salieron unas fotos que no iban, y ya no pude corregir nada. Esa intención tiene que estar para que todo falle. No somos Japón. - Como el primer disco de ELO editado en Estados Unidos que se llama No Answer por un error, ya que al enviar el telegrama de Londres decía “sin respuesta” y pensaron que así se llamaba… - O como las canciones de los Bee Gees que vienen en el disco de Fiebre de Sábado por la Noche que son los demos; lo que todos conocemos no son los temas terminados.
  • 81. 81 - Si existe el pop perfecto… ¿Cuál es el antipop? - El primer disco de The Velvet Underground resume los dos criterios: es un disco que, en medio del hippismo, habla de dealers, de sexualidad dudosa, de drogas pesadas contra el “amor y paz”. Nicocantando, Andy Warhol produciendo y diseñando la portada: eso es pop y antipop al mismo tiempo. Internet ayuda a preservar los mitos aunque a veces produce gemas donde no las hay. - ¿El arte debe tener una postura anti-convencionalismos? - No se debe catalogar; por eso, no me gustan las encuestas de Mejor Disco del Año. Nada es mejor ni es peor, el arte no tiene por qué gustarte, nunca ha sido cómodo. - Los Ramones tenían en esencia, unas bases bubblegum y pop, pero no eran cómodos… - La gente se divide entre quienes les gustan los Ramones y quiénes no. No les quitaré el habla a los que no, pero si alguien tiene problemas con los Ramones, creo que debemos hablar al respecto… - ¿Cuál será la próxima revolución del rock? - Las revoluciones son algo mediático, no una realidad. Fuente: Alejandro Mancilla / Revista Marvin 30/12/2014
  • 82. 82 Fito PAez: A Fito, los lujos le costaron el doble: hay quienes lo acusan de haber dejado la calle, la ciudad de pobres corazones en la que vivió durante años. Y ésos, los que no perdonan, son los más imperdonables para él. "Todo eso es una broma, nada más que una broma. Me da ternura que haya chicos que piensen eso. Ya la vida los va a poner en su lugar... No puede ser que prefieran a unos tipos que agarran un