Orientaciones para la reflexión. proporcionadas por las profesionales del EAT de Alcobendas-Sanse que desarrollan la Escuela de Padres General, curso 2015
1. ORIENTACIONES
Es una realidad incuestionable que la vida cambia cuando
llegan los hijos: que tenemos menos tiempo en general. Pero esto
no justifica que nos abandonemos y dejemos de cuidarnos
y de cultivar la relación de pareja.
Del mismo modo que prevemos las necesidades de nuevos espacios
y revisamos la organización familiar para acoger al hijo, es
necesario que anticipemos cómo influye la nueva situación en la
relación de pareja y en las necesidades de cada uno: suelen
aparecer sentimientos de inseguridad o celos en varias
direcciones.
Es importante compartir con la pareja este análisis; ver
dónde y cómo estamos cada uno; cuales son los temores, las
necesidades, los sentimientos,…y pensar los cambios que tenemos
que hacer para rehacer nuestro proyecto de vida y de pareja.
Una actitud de confianza en nosotros mismos, en nuestros hijos y
en la pareja es importante. Confiar en que somos capaces de
hacer cambios...
2. Si priorizamos cada uno los cambios personales que tenemos que
llevar a cabo hay más posibilidades de éxito que si estamos
pendiente de los cambios de la pareja. A su vez es importante
lograr que esos cambios sean compartidos y vividos con
complicidad entre los dos. Si, por el contrario, nos quedamos en
una lucha de poder tendemos a sacar lo peor de nosotros. Y es
muy difícil caminar si no tenemos armonía.
Las situaciones pueden ser muy diferentes; pero por muy
complicado que sea el momento que estamos pasando siempre
hay algo que se puede hacer para mejorarlo: organizarnos de
otro modo, racionalizar los tiempos de trabajo, buscar ayuda,…
Tenemos que tener en cuenta las peculiaridades de los niños pero
también las nuestras; si otros pueden lograr los cambios
oportunos para ajustarse a la nueva situación también nosotros
podemos.
3. ASPECTOS EN LOS QUE PUEDE SER
NECESARIO HACER CAMBIOS:
- En las ideas (imagen) que tenemos de nuestra pareja, de los
hijos o de nosotros mismos.
-En cómo vivamos las peculiaridades de nuestros hijos.
Evitar dar un sentido trágico. Nuestros hijos se manifiestan de
distinta forma y nosotros no somos los mismos con un hijo que con
otro; ni son semejantes los contextos familiares cuando nació el
primero o el segundo...
-En los ratos compartidos con los hijos; no es tanto estar
mucho tiempo, sino que sean momentos tiernos, de juego de
alegría...El vínculo afectivo se crea por la calidad de los tiempos
en los que se está con el hijo, no tanto por la duración de los
mismos. Los niños no necesitan cosas sino a sus padres; de ahí, la
necesidad de replantearse los horarios de trabajo de los padres,
que pueden ser excesivos.
-Cada cual tendrá que ver según sus circunstancias, qué
respuestas dar a las necesidades familiares.