1. Celebración de la Primera Comunión
Reflexiones y Materiales
MES DE LOS SACRILEGIOS
Queridos amigos del “mundo de la Primera Comunión”: Me dirijo a
vosotros que en estos momentos comenzáis a celebrar las “tandas de
Primeras Comuniones”.
La Primera comunión es uno de los acontecimientos que debieran tener
un sentido señalado en la vida de los niños, de las familias y de las
parroquias; pero, hoy, es una pastoral que suscita numerosos
interrogantes.
La dimensión de fe, no parece estar precisamente en el centro de las
preocupaciones de los niños y de sus familias. Van muy por delante otros
intereses: se gasta dinero en adornos estúpidos, trajes exóticos y
despampanantes, restaurantes, invitaciones , bailes, regalos, videos...,
en nombre de Jesús de Nazaret, lo cual es tan contradictorio que, en
realidad, es una blasfemia hecha acción, pues se usa la Iglesia y lo más
sagrado de la Iglesia –La Eucaristía– para fines, que nada tienen que ver
con lo que significa la Eucaristía.
Si un tiempo antes, invitas a los padres a unas reuniones de
preparación, te encuentras con la sorpresa de que algunos no quieren
saber nada o “porque ellos ya hicieron la Primera Comunión” o “porque
quien va a hacer la comunión no son ellos, sino su hijo o su hija...”
Y éstos mismos, te crean un inmenso follón si hablas de suprimir los
trajes (de “novia” o de “marinerito” con el que disfrazan a sus hijos, como
si de una fiesta de “carnaval” se tratase...)
Si les dices a los padres que hay que evitar tanto “folklore”, muchos
dicen por lo bajines: “Tú di lo que quieras, que nosotros haremos lo que
nos dé la gana... Al fin y al cabo, lo vamos a pagar nosotros...Así que
tranquilos”.
Por otra parte son cada vez más los padres que no comulgan, porque
han dejado de creer en “estas cosas” y, sin embargo, quieren que
comulguen sus hijos porque “todo el mundo lo hace” o “daño no les va a
hacer”...
Casi todo lo que de los adultos, que rodea la Primera Comunión es
desolador; tiene poco de cristiano y mucho de fiesta de sociedad “pasada
por la Iglesia” sin entrar en el corazón del mensaje cristiano. En ese
“casi” quedan salvados los que sí saben lo que hacen y lo hacen “como
Dios manda”.
Y por todo ello, muchos sacerdotes y catequistas se preguntan si vale la
pena organizar Primeras Comuniones, si las familias y los niños no dan
2. la más mínima garantía de que van a hacer una segunda o una tercera; o
si se trata nada más que de fuegos artificiales porque hace bonito o es la
costumbre.
Si sabemos, casi seguro, de que después de la Primera Comunión el
niño no va a volver a Catequesis, ni a Misa, porque sus padres están
lejos de sentir estos valores como importantes, ¿vale la pena seguir con
esta costumbre?
¿Qué podríamos hacer?
1.– Por un lado reconocer la enorme dificultad de la situación, debido a
que muchos piensan que el Corte Inglés y sus variantes tiene ganada la
batalla, pero no por ello debe quedar excluida la posibilidad de que tanta
parafernalia sea reconvertida por una buena pastoral, y se transforme en
una llamada seria o en ocasión de una nueva orientación de vida para
alguien de los presentes, al menos para los niños que son los que menos
culpa tienen del pecado de la sociedad.
2.– La Catequesis tiene que dejar de ser catequesis de niños para
convertirse en catequesis de padres. Perdemos el tiempo catequizando a
niños que después no tienen ningún respaldo familiar. Hay que dar la
vuelta a la tortilla.
3.– Por otro lado, la situación descrita y denunciada nos lanza a los
sacerdotes esta pregunta quemante: ¿Es que los sacrilegios y las
profanaciones dejan de ser tales, cuando nos proporcionan público,
dinero y algo de protagonismo? ¿O precisamente entones se vuelven
más sacrilegios? Pero, para que los sacerdotes nos sintamos movidos,
hará falta el empuje y la imaginación de muchas parejas cristianas, que
vayan inventando una Primera Comunión “contracultural”.
Para terminar, imagínate, padre o madre, que tu hijo o tu hija, te dice:
¿Por qué me llevas a comulgar si tú no lo haces?
¿Por qué la Primera Comunión si no vivimos como cristianos, si no
nos reunimos con los cristianos de la Parroquia para celebrar la
Eucaristía?...
¿Por qué hacer la Primera Comunión si no existirá la segunda?...
Pidiendo la Primera Comunión para tu hijo o tu hija, mira con lo que te
encuentras... ¿lo habías pensado?, ¿lo quieres pensar, por favor?
Y hace unos años Mauriac hablaba de la Primera Comunión como de
“ese acto en el que nada comienza y sí, todo acaba”.
Juan Jauregui