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Libros de artista
       exposición


             cURADURÍA
              Isaac Masri
            Julieta Sarfati
        Fernando Ondarza
       Peter Rutledge Koch
        Roberto G. Trujillo
               Alison Roth
Agradecimientos:

                                                                              Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
                                                                              Secretaría de Educación del Distrito Federal.
                                                                              Secretaría de Relaciones Exteriores.
                                                                              Consulado General de México en
                                                                              San Francisco, California.                      Contenido
                                                                              Embajada de los Estados Unidos de Amêrica.
                                                                                                                               5   PResentAción

                                                                                                                               7   Lo qUe lA tintA cAntA Al pApel Robert Bringhurst
                                                                              Juan Gallardo Thurlow
                                                                              Ricardo Rojas Moussong                          31   El ARte Del libRo en cAlifoRniA: cinco impRentAs contempoRáneAs Peter Rutledge Koch
Publicado en ocasión de la exposición Libros de artista, que incorpora        Juan Cortina Gallardo
The Art or the Book in California: Five Contemporary Presses y una seleción   Carlos Orozco                                   43   CoDex México Al RescAte Pedro Ángel Palou
de libros de diversos autores publicados en México, presentada en             Juan Beckman Vidal
Mundo Cuervo, Tequila, Jalisco, en noviembre de 2011 y en el Centro           Genaro Larrea                                   48   MAnifiesto CoDex México
Cultural Estación Indianilla, Ciudad de México en febrero de 2012.
                                                                              Fundación Cuervo ????                           50   MAnifesto CoDex Mexico
Créditos de la exposición
Coordinación general: Julieta Sarfati / Centro Cultural Estación                                                              53   Cinco impRentAs contempoRáneAs
Indianilla
Diseño y museografía: Isaac Masri/ Centro Cultural Estación Indianilla                                                        95   ARtistAs e impResoRes mexicAnos
y Fernando Ondarza / Tonaltepec Global, S.C.
Producción: Centro Cultural Estación Indianilla,
Taller Intaglio: Arturo Guerrero, Francisco Lara

Edición preparada por Intaglio y Tonaltepec Global, S.C. ???
Traducción: Jorge Alberto Lozoya y Fernando Ondarza
Diseño: Púrpura Diseño Gráfico, S.C.
Fotografía: Douglas Sandberg y Ángela Caparroso
Coordinación editorial: Grupo Anáhuac
D.R. © 2011 de los autores.
ISBN???
Libros de artista
                                                                              pResentAción

La exposición Libros de artista está conformada por una importante muestra de volúmenes elaborados
a mano en el Estado de California, Estados Unidos de América. Se trata de la obra de grandes maestros
impresores que han renovado de manera protagónica la producción artesanal de libros de calidad.

Estos libros excepcionales fueron presentados recientemente en el evento “The Art of the Book in Ca-
lifornia. Five Contemporary Presses”, celebrado en el Centro de Artes Visuales Iris & B. Gerald Cantor
de la Universidad de Stanford. El proyecto fue curado por Robert Bringhurst y Peter Rutledge Koch
(Presidente de The Codex Foundation).

Acompañando la muestra californiana, se exhiben algunos bellos libros de artista realizados por im-
presores mexicanos. Conforman un abanico de opciones y manifiestan la riqueza de posibilidades en
la capacitación de nuevas generaciones de impresores, artistas gráficos, diseñadores y escritores que
habrán de encontrar en este legado una rica tradición a partir de la cual proponer realizaciones origi-
nales. La preparación de la muestra estuvo a cargo de Isaac Masri, Julieta Sarfati y Fernando Ondarza.
LO QUE LA TINTA CANTA AL PAPEL
                                                                                         Robert Bringhurst




    La impresión de libros llegó tarde a California tras mil años de su aparición en China, cuatrocien-
    tos años después de que Gutenberg la reviviera transformando la mente de Europa, trescientos años
    después de su trasplante con gran éxito y estilo al Valle de México y doscientos años después de que
    la primera prensa traída a Norteamérica iniciara su labor a hurtadillas en Cambridge, Massachussets.

    Cuando en 1834 se instaló la imprenta en California – un poco antes de que el territorio pasara de ser
    español a mexicano, para más adelante convertirse en jurisdicción americana – no hubo nada especial-
    mente refinado al respecto. Se la empleó casi exclusivamente con fines burocráticos, de acuerdo con el
    principio que varias décadas más tarde Lewis Carroll enunciara en su relato La caza del Snark : lo que se
    dice tres veces o se imprime en muchas copias, debe y tiene que ser cierto. La imprenta había probado
    ser un utensilio sutil y poderoso para la preservación de algunas ficciones sociales y la manutención del
    orden civil tanto en Madrid como en Ciudad de México. De manera que seguramente serviría para lo
    mismo en las provincias. Sin embargo los tiempos no eran auspiciosos. El orden civil se colapsó y por
    un rato la prensa se quedó sin nadie con quien hablar y nada que decir.

    Entonces vino la Fiebre del Oro. Con ella surgiría un nuevo y ferviente apetito por difundir todo
    género de información y desde luego también por desinformar. Durante los años sesenta y setenta
    del siglo XIX, California tuvo docenas de imprentas generadoras de toda clase de periódicos, libros,
    revistas, certificados, facturas y carteles. Tampoco escasearon fundidores, estereotipistas, grabadores,
    litografistas de color, editores y lectores de pruebas, así como una maravillosa variedad de vendedo-
    res de libros. Hubo lectores para los que valía la pena escribir, escritores que debían ser leídos –entre
    ellos Mark Twain y por un rato Bret Harte – además de algunos coleccionistas muy afluentes y serios.

    El primer campus de la Universidad de California abrió en Berkeley en 1873. Once años más tarde,
    la naciente institución montó una exhibición masiva de libros famosos, ingeniosamente denominada

6                                                                                                               7
Exposición de Libros Prestados. Constó de 470 volúmenes, provenientes de nueve bibliotecas públicas          letra por letra. Con todo, la impresión a mano podía ser tan rápida como son hoy los teléfonos y el
    de la Bahía de San Francisco, un club y 67 colecciones privadas. Entre otras muchas cosas, el evento         texting.
    mostró incunables de Alemania, Italia, Francia, los Países Bajos y Suiza, así como libros del siglo dieci-
                                                                                                                 Cuando en abril de 1871 visitó San Francisco, Ralph Waldo Emerson era el intelectual norteamerica-
    séis provenientes de las imprentas de Aldus, Blado, los Estiennes y Simon de Colines. Incluyó también
                                                                                                                 no más reconocido. Sin embargo, dado que no esperaba se le homenajeara en la primitiva California,
    trece trabajos relacionados con California once de los cuales eran objetos que, aunque de valor histó-
                                                                                                                 previó impartir solo una charla pública que tuvo lugar un domingo en la noche. A las once de la maña-
    rico, carecían de calidad artística, como los primeros impresos californianos, el primer periódico, el
                                                                                                                 na siguiente, el impresor Charles Murdock fue al hotel para ver a Emerson y preguntarle si estaba
    primer volumen publicado en San Francisco y otras cosas así. (1)
                                                                                                                 dispuesto a dictar otras conferencias. Cuando Emerson aceptó, Murdock pidió que la primera fuera esa
    En 1877 apareció en San Francisco un libro que en sí mismo fue algo como una exposición. Se trata de         misma tarde; dado que Emerson asintió e incluso puso nombre a la charla, inmediatamente Murdock
    un álbum de litografías en color llamado Grapes and Grape-Vines of California (Uvas y viñas de Califor-      formateó e imprimió volantes que poco después del mediodía fueron distribuidos por los voceadores
    nia), editado por el simpático aventurero de Montreal, Édouard Bosqui. El litografista era un prusiano       callejeros. El auditorio estaba repleto antes de que Emerson disertara unas cuantas horas después.
    pata de perro de nombre William Harring. Bosqui fue hombre de muchos talentos: pintor, escultor,
                                                                                                                 En la California del siglo diecinueve no había quien se dedicara al paciente, sutil y perfeccionista
    grabador, encuadernador e impresor. De todo aquello parece ser que imprimir no le atraía mucho; sin
                                                                                                                 empeño que los impresores, escritores y editores califican de “fino”. No existían esos devotos que des-
    embargo daba de comer. Su especialidad fueron los certificados grabados, prospectos y reglamentos
                                                                                                                 piertos sueñan los tipos, colores y formatos exigidos por un determinado texto y después ensamblan
    corporativos, así como los reportes anuales de la industria minera. También hizo algunas ediciones de
                                                                                                                 tipos, escogen papeles, tintas y hasta lienzos e hilos de encuadernación con el fin de materializar
    lujo para poetas potenciales. Aunque técnicamente muy impresionante, Grapes and Grape-Vines of Ca-
                                                                                                                 su visión, que pondrá las letras a cantar. En general, la California decimonónica también carecía de
    lifornia es en cierta manera un libro para presumir. Como muchos de los denominados libros de arte o
                                                                                                                 escritores, músicos pintores y escultores “finos” e “imprácticos”. Sin embargo había gente anhelante
    de artistas, se trata de un atado de reproducciones individuales “para enmarcar”, más que de un libro
                                                                                                                 de obtener lo que le faltaba, de ahí que cuando Twain o Emerson se dignaban pasar por allá un mero
    según lo entienden escritores y lectores por igual. No es una estructura multidimensional y compleja
                                                                                                                 volante impreso a la carrera podía convocar multitudes.
    en la que el tiempo, el espacio y la mente se entrelacen magníficamente.
                                                                                                                 La impresión más lenta y menos transitoria empezó a fundirse en San Francisco hacia finales del si-
    Unos años antes, Bosqui había impreso una obra de mayor envergadura: la edición castellana en cuatro
                                                                                                                 glo diecinueve, cuando el lugareño Edward Taylor estableció su primera empresa impresora y John
    volúmenes del centenario texto del Padre Francisco Palou Noticias de la Nueva California (1874). Se
                                                                                                                 Henry Nash, tipógrafo canadiense de Ontario un tanto engreído pero talentoso, llegó a la ciudad.
    trató de la primera publicación de la recientemente fundada California Historical Society. Bosqui la
                                                                                                                 Después de desperdiciarse ocho años como periodista, Nash emprendió varias aventuras empresariales.
    ilustró con impresiones a la albúmina de fotografías de Eadweard Muybridge, Charles Fessenden y
                                                                                                                 La primera con otro impresor extranjero, Bruce Brough, quien abandonó Toronto un año antes que
    William Rulofson, entre otros. No hay nada similar en la larga lista de publicaciones de Bosqui, evi-
                                                                                                                 Nash dejando deudas sin pagar; la siguiente fue con Paul Elder, uno de los legendarios libreros de San
    dentemente debido a que la Sociedad de Historia sucumbió poco después de que el libro apareciera y
                                                                                                                 Francisco; los últimos socios fueron Edward Taylor y su hermano menor Henry.
    no se recuperó hasta 1922. Una copia de las Noticias fue la obra de Bosqui incluida en la Exposición
    de Libros Prestados, por cierto el único de los 470 objetos descrito por los curadores como “un fino         Henry Taylor era un excelente tipógrafo, tan diestro como Nash, aunque nunca lo igualó en lo que
    espécimen de las prensas de California.” (2)                                                                 a vanidad y autopromoción concierne. En realidad debemos agradecer a la egomanía de Nash que
                                                                                                                 Henry se apartara de la asociación con él a fin de realizar estudios de posgrado en Harvard, adonde se
    Durante la década que se inició en 1870, la fotografía y la cromolitografía fueron nuevos y muy popu-
                                                                                                                 inscribió en la Escuela de Negocios y hasta logró graduarse.
    lar medios, aunque lentos y de trabajo intensivo. Montar la tipografía también consumía gran cantidad
    de esfuerzo: pequeñas piezas de metal o madera finamente esculpidas, compuestas por manos humanas            Hay que añadir que Taylor tenía además motivos más nobles. Daniel Berkeley Updike era entonces
8                                                                                                                                                                                                                          9
miembro del profesorado de esa Escuela, donde enseñaba no solo administración editorial sino tam-         Yo gruño, me burlo y preocupo, pero el hecho es
     bién historia de la tipografía. Antes nadie había enseñado esa materia en ninguna universidad del         que en algún momento a lo largo de todo aquel
     mundo. El curso estaba medio disfrazado bajo el título de “Técnicas de impresión” y Updike no lo          jaleo alguien debió haber estado trabajando, dado
     dictaba en el Departamento de Historia del Arte, habida cuenta de que los negocios eran el campo en       que el libro allí está. Su trabajo en equipo es tan
     el que se le consideraba experto. Updike era dueño y administrador de la Merrymount Press de Boston;      exitoso como indetectable. Sus talentos combina-
     en vez de en yates y vacaciones lujosas, prefería gastar sus ganancias realizando largos y productivos    dos están perfectamente sincronizados; por eso
     viajes de investigación por Europa. (3)                                                                   está ausente toda apariencia de esfuerzo como el
                                                                                                               que realizamos el común de los mortales.” (6)
     Poco después del retorno de Henry Taylor a San Francisco, la asociación de Taylor, Nash & Taylor se
     disolvió. Nash abrió entonces su propio taller de composición especializándose en libros de lujo para     Al hojear sus libros es imposible no darse cuen-
     ricos, mientras que por cuenta propia los hermanos Taylor, de manera productiva y pacífica, prosiguie-    ta del esfuerzo involucrado y sin embargo, como
     ron diseñando e imprimiendo lo que los clientes les solicitaban. Henry murió a la edad de 58 años en      Jane dice, no se ve. Los Grabhorn fueron tan bue-
     1937. Su longevo hermano mayor se retiró en 1946; la empresa siguió su curso tradicional hasta 1960.      nos en su desempeño que la gente tiende a olvi-
                                                                                                               dar que había muchos otros impresores alrededor.
     Una década después de que Nash y los Taylor estuvieran de acuerdo en no estarlo, otros tipógrafos e       Empero, vale la pena hacer el esfuerzo e invocar
     impresores muy calificados se instalaron en San Francisco. Sin duda los más importantes fueron Edwin      su memoria. Entre los contemporáneos de Ed y
     y Robert Grabhorn, dedicados a imprimir de forma entusiasta, creativa y sin concesiones desde 1920        Robert Grabhorn debe recordarse no solo a Hen-
     hasta 1965. Los hermanos Grabhorn son considerados impresores artistas, término que no podría apli-       ry y Edward Taylor sin también, por ejemplo, a
     carse justamente a Taylor & Taylor. Los Grabhorn necesitaban a los clientes tanto como los hermanos       John Johnck y Lawton Kennedy, dos impresores
     Taylor, pero no por eso permitieron que éstos les dictaran la manera de hacer las cosas. Ni los hala-     que atinadamente se auto-consideraban maestros
     gaban a fin de auto-halagarse, lo que fue el principal problema con Nash. La mayor parte del tiempo       artesanos, no artistas, pero que día tras día du-
     hicieron lo que creyeron correcto y de la manera que más les plugo.                                       rante décadas extrajeron de sus prensas la misma
     Robert Grabhorn, el más joven de los dos, realizó la mayor parte de la tipografía y rara vez o nunca      exactitud tonal, la misma rica y precisa entona-
     hacía bocetos. “Dejamos que las cosas crezcan; es mejor que diseñarlas”, argumentaba. (4) Su hermano      ción que se espera de un buen violinista profesio-
     mayor Ed percibía el proceso como de prueba y error. “Muchas veces imprimimos la mitad de un              nal cuando toca su instrumento. Sin gente así, el
     libro para después echarlo a la basura y empezar de nuevo, al darnos cuenta de que la idea resultaba      arte no es más que un monosílabo pretencioso y
     demasiado tonta como para seguir adelante”. (5) La esposa de Robert, Jane Bissell Grabhorn, una capaz     la cultura mero ensueño.
     impresora por mérito propio y tal vez el miembro más articulado de una familia muy parlanchina, lo        La mayoría de los artistas impresores y los Ga-
     ponía de la siguiente manera:                                                                             bhorn en particular sostienen la teoría de que la
     “No parece haber organización, planeación o sistema. No es sólo que la mano derecha no sepa lo que la     verdad es esencialmente belleza, no repetición.
     izquierda hace, sino que la izquierda tampoco tiene la menor idea de lo que ella misma está haciendo.     Las nociones de belleza varían – de manera que
     En realidad, cuando los Grabhorn trabajan, el efecto general es que traen las manos atadas a la espalda   no toda impresión fina es igual – y una cierta for-
     y ambos hombres caminan con los ojos vendados. Sin embargo, de repente aparece el libro terminado.        ma de repetición está ciertamente involucrada. La
10                                                                                                                                                                   11
reproducción de la belleza en las prensas durante una edición limitada es algo muy cercano al corazón          Un libro fotográfico puede o no incorporar mucho texto. Lo que debe incluir es una suite de imágenes
     del impresor. Es un impulso con profundas raíces genéticas. La alianza de la multiplicidad y la belleza        que resista el desmembramiento; imágenes cuya secuencia sea lo suficientemente rítmica, melódica y
     es una técnica de supervivencia aplicada por plantas y animales, no solamente por las melodías, los rela-      apretada como para ser más que la suma de las partes. La primera aventura de Adams en este dominio
     tos y las ideas. Pero la repetición de las bellas soluciones de un tipógrafo por otro es algo diferente; más   fue el portafolio de dieciocho fotografías que ensambló a petición de un patrono, Alfred Bender, en
     una substracción que una multiplicación. Donde no hay verdadero crecimiento la repetición deslava              1927. Los Grabhorn diseñaron e imprimieron las pocas páginas de texto; Adams produjo las impresio-
     la belleza, no la realza.                                                                                      nes a mano en su cuarto oscuro. Las copias eran sueltas y fáciles de desprender del portafolio, pero la
                                                                                                                    relación entre ellas estaba clara: constituían una secuencia numerada. El editor, Jean Chambers Mo-
     Las formas de las letras son huellas concretas y formales dejadas por la danza de la mano parlante. Así,
                                                                                                                    ore, enturbió esto un poco dando al portafolio un nombre al estilo de Edgard Leal, Parmelian Prints of
     son significado encarnado, como las notas musicales; y sin embargo al mismo tiempo son varias gene-
                                                                                                                    the High Sierras (Copias parmelianas de las Sierras Altas). (7)
     raciones de símbolos, representación de representaciones significantes. Para decirlo más sencillamente:
     significan lo que son, además de lo que en una u otra lengua estén diciendo. Pueden resonar con otras          Gregg Anderson, Grant Dahlstrom y Bruce McCallister ya habían empezado a hacer buenos libros
     formas y texturas mucho más allá del alfabeto, que son también significado encarnado. Esto sucede              cerca de Los Angeles cuando Saul y Lillian Marks llegaron por allá. Aunque Plantin Press, que la
     más claramente cuando las letras fundidas son puestas cerca de otros objetos y formas dotadas de la            pareja fundó en 1931, tal vez no haya sido la primera imprenta fina del Sur de California, probó ser
     desnudez, simplicidad y pureza que asociamos con las letras.                                                   la más consistente, productiva y duradera. Además, como ninguna otra encarnó aspectos cruciales de
                                                                                                                    la cultura californiana. Los Marks eran inmigrantes en una tierra a la vez bárbara y bendita. Ellos lo
     Esas formas ocurren en la naturaleza y artificialmente en el arte. Aparecen en rocas y árboles, según
                                                                                                                    sabían, de manera que no arribaron para hacerse ricos sino buscando refugio. Sabían perfectamente
     sugería Ed Grabhorn, así como en elementales objetos manufacturados, como ladrillos, tablas, tejas y
                                                                                                                    que la palabra impresa no puede crear, ni siquiera preservar, el orden civil, pero estaban convencidos
     herramientas sencillas. En el arte, este tipo de pureza y desnudez se asocia principalmente con medios
                                                                                                                    de que con suficiente amor y cuidado puede generar alguna luz.
     ascéticos e incoloros. Durante los albores de la impresión, tanto en Asia como en Europa los tipógrafos
     ubicaban esos contrapuntos visuales no en iluminaciones doradas sino en labrados en madera. En                 Muchos otros desubicados en Los Angeles del siglo veinte sintieron lo mismo: Thomas Mann, Bertolt
     tiempos más recientes los tipógrafos han retornado a la madera, además del dibujo a línea que puede            Brecht, Arnold Schoenberg, Bruno Walter, Igor Stravinsky, Hanns Eisler, Franz Werfel, Alma Ma-
     ser reproducido foto-mecánicamente. También recurren a la fotografía en blanco y negro. Más impor-             hler, Alfred Döblin y Erich Maria Remarque, para nombrar algunos. Los Marks imprimieron mucha
     tante aún es el hecho de que algunos de los más connotados fotógrafos en blanco y negro regresan el            Californiana; también produjeron libros de arte verdaderos, como el de Andrew Ritchie Abstract
     cumplido, pidiendo a los tipógrafos que creen el acompañamiento para sus fotografías.                          Painting and Sculpture in America (Pintura y escultura abstracta norteamericana) para el Museo de Arte
                                                                                                                    Moderno en 1951. Para sí mismos imprimieron el homenaje de Saul Marks a Christophe Plantin y para
     Ansel Adams – un diestro pianista y gran fotógrafo – sabía muy bien como funcionan el contrapunto,
                                                                                                                    Lawrence Clark Powell el de Yehudi Menuhin a Béla Bartók. Hay una tarea que los distingue entre
     la polifonía y el acompañamiento armónico. También estuvo profundamente interesado en la natura-
                                                                                                                    todas las prensas de California: la realización de la nueva obra de Thomas Mann, Franz Werfel, Alfred
     leza del libro, entendiendo desde temprana edad que la secuencia de imágenes visuales, especialmente
                                                                                                                    Döblin y otros refugiados, que además fueron sus vecinos cercanos. (8)
     rebajadas a blanco y negro, puede constituir una estructura que se desdobla en el tiempo, a manera de
     una sonata o una tocata. Examinados como objetos físicos, los libros parecen dispositivos para sostener        En San Francisco, Lewis y Dorothy Allen empezaron a imprimir juntos durante 1939, continuando
     secuencias. Contemplados en su esencia, los libros resultan ser secuencias que, por la fuerza del signi-       sin interrupción hasta 1992. Las hecatombes industriales coincidentes con el principio de su carrera
     ficado, se mantienen a sí mismas juntas. El libro físico es lo que es y hace lo que hace porque esa es su      los dejaron incólumes; el trabajo manual fue para ellos algo casi religioso. De ahí que el imprimir a
     esencia, su naturaleza. California, donde Adams nació y realizó mucha de su labor, es la cuna de sus           mano se convirtiera en una vocación que llevarían por doquier. No eran refugiados, pero su taller
     más finos libros, producidos allí tanto conceptual como físicamente.                                           resultó el más peripatético de California. A lo largo de un poco más de medio siglo de labores, im-

12                                                                                                                                                                                                                            13
primieron en el norte, sur, este y oeste de la Bahía de San Francisco; también fueron a Florencia para
     imprimir Ode to the West Wind (Oda al viento oeste) de Percy Shelley, a la Riviera francesa para la
     obra de Edgar Allan Poe Murders in the Rue Morgue (Los crímenes de la calle Morgue) y La Porte de
     Malétroit (La Puerta de Maletroit) de Robert Louis Stevenson.

     La Segunda Guerra Mundial hizo llegar a California mucho talento e inteligencia; aunque también
     la despojó de estos dones. Por ejemplo, Gregg Anderson, probablemente el más talentoso y mejor en-
     trenado impresor de California del Sur, murió en Normandía en 1944. Muy muchacho, Anderson se
     auto-educó en los rudimentos de la tipografía y la impresión. Más adelante buscó el empleo que todo
     aspirante a impresor debería tener y que pocos logran encontrar. Apenas salido de la escuela secun-
     daria, pasó un año en la flamante Biblioteca Huntington, investigando y catalogando libros del siglo
     quince hasta el veinte. Al mismo tiempo, logró que por correo lo tutoreara el célebre perfeccionista
     Porter Garnett. Garnett, era nativo de San Francisco y enseñaba en el Carnegie Tech de Pittsburgh,
     donde fundó y dirigió la Laboratory Press. Se trata de una figura central, aunque casi invisible, de la
     imprenta de California dados su devoción religiosa hacia la profesión y el gran número de california-
     nos que instruyó. Sin embargo, Anderson es el único de ellos del que tengo noticia haya estudiado con
     él por correspondencia.

     Tras imprimir por su cuenta brevemente en Pasadena, Anderson se mudó a San Francisco y durante
     dos años trabajó con los Grabhorn. Después pasó tres años en Connecticut, administrando el taller de
     Meriden Gravure, entonces tal vez el mejor lugar en Estados Unidos para aprender el arte de impri-
     mir imágenes. En 1935, de regreso en California él y Ward Ritchie se asociaron hasta la muerte de
     Anderson.

     A medida que maduraba, Anderson se impacientó con el preciosismo de muchos de los trabajos de im-
     presión, que muestran una clara proclividad por lo visual en perjuicio de lo lingüístico. Lo lingüístico
     usado con fines visuales le hizo sentir nostalgia por las impresiones antiguas, además de que el nivel
     académico y la corrección de pruebas dejaban mucho que desear. Adicionalmente, los impresores con
     frecuencia preferían trivialidades, en vez de enfrentarse con textos sesudos y serios. Estas quejas no
     eran novedad en los años treinta, ni ahora tampoco lo son. De ahí que impresores como Anderson sean
     tan importantes; la búsqueda de alternativas contra la trivia y la superficialidad no es nunca pérdida
     de tiempo.

     Como todo aquel que verdaderamente gusta de aprender, Anderson enseñó siempre lo que sabía. Por
     ejemplo, durante la temporada que pasó en el Pomona College, aprendió algunas cosas sobre lo fortui-
14                                                                                                              15
to y la música de parte de su compañero de cuarto, un joven compositor de nombre John Cage; más               Nash, los Grabhorn y los Taylor. Los primeros libros de Stauffacher comprueban que incluso en sus
     adelante Cage diría que fue Anderson quien le hizo apreciar el valor de representar las estructuras           años veinte poseía ya un maduro sentir del espacio tipográfico, fino control del entintado y la impre-
     musicales en formas gráficas cortadas a la medida.                                                            sión, gusto literario y sentido histórico de los tipos y textos, amén de una fértil imaginación; en otras
                                                                                                                   palabras lo más importante del equipo moral y mental requerido para ser un impresor serio. El sueño
     Tres impresores de especial importancia iniciaron labores en California a finales de la Segunda Guerra
                                                                                                                   fue interrumpido en 1942 al ser reclutado. Contra su voluntad pasó dos años en Kentucky y Texas ha-
     Mundial o inmediatamente después. Tarde o temprano, todos merecieron la ayuda de sus mayores,
                                                                                                                   ciendo cartografías militares. En 1955 volvió a salir de California y estuvo tres años en Italia, inmer-
     aunque tuvieron que hacerse camino en una sociedad muy inestable y devastada por la guerra. Se trata
                                                                                                                   so en libros del Renacimiento. Después enseñó en Pittsburgh, donde descubrió y restauró el legado
     de William Everson, Jack Stauffacher y Adrian Wilson. Vale la pena añadir al grupo a Andrew Hoyem,
                                                                                                                   olvidado de Porter Garnett. En 1967 volvió a San Francisco para reabrir Greenwood Press; a partir de
     fundador de Arion Press, así como a James y Carolyn Robertson de Yolla Bolly Press. Más jóvenes,
                                                                                                                   entonces ha funcionado como la irreprimible conciencia tipográfica de California.
     empezaron a imprimir hasta los tiempos de otra guerra muy compleja, cuyo epicentro estuvo en Viet-
     nam. Everson, Stauffacher Wilson y Hoyem me parecen especialmente significativos dado que fueron              Adrian Wilson nació en Michigan en 1923 y creció principalmente en Massachussets. Sus padres eran
     maestros y mentores de varios de los impresores presentes en esta exposición. De alguna manera, los           inmigrantes holandeses y el padre no fue un mero jardinero, sino horticulturista profesional. Wilson
     cuatro han sido también mis guías.                                                                            no sabía nada de imprentas hasta que él y Bill Everson se conocieron en el campo de trabajo para ob-
                                                                                                                   jetores de conciencia Camp Angel, cerca de Waldport, Oregon. Everson fue asignado allá en el verano
     Bill Everson nació en Sacramento en 1912. Siguió cuatro vocaciones distintas y muy demandantes:
                                                                                                                   de 1943, Wilson un año después. En Camp Angel no se dedicaron a plantar árboles y otros afanes
     poeta, impresor, amante y monje. Su devoción a cada una de esas disciplinas fue absoluta, lo que debió
                                                                                                                   de ese tipo; Everson, Wilson y sus amigos imprimían volantes, panfletos y libros bajo el sello editorial
     resultarle bastante cuesta arriba: ensamblar cuatro vidas dentro de una, desarrollarlas, saltar de una a la
                                                                                                                   de Untide Press.
     otra, todo eso toma tiempo. Parecía un sabio taoísta, anciano sin edad; durante las dos últimas décadas
     de su vida era un apasionado muchacho incluso a los ochenta, poco antes de morir. Su madre fue tipó-          De 1947 a 1958, Everson imprimió en Berkeley y Oakland bajo tres diferentes sellos: Equinox Press,
     grafa, su padre impresor y músico trashumante de los que les gusta andar en bandas. Desde muy niño,           Seraphim Press y Albertus Magnus Press, (9) proceso que demuestra su creciente compromiso con los
     Everson montaba los tipos, alimentaba las prensas y distinguía las claves musicales. Empero de acuerdo        dominicos, orden a la que perteneció entre 1951 y 1969. De 1971 a 1982 imprimió en Santa Cruz bajo
     con el hijo, ambos padres encarnaban “la hostilidad innata de los americanos contra los artistas.” No         el taller Lime Kiln, principalmente su propia poesía, aunque los libros que rutinariamente se citan
     fue sino hasta verse treintañero que se esmeró en dominar los tecnicismos prácticos y los principios          como su más grandes aciertos de impresor sean una edición incompleta de los salmos latinos (1952) y
     morales básicos, que distinguen la impresión fina de la ordinaria.                                            la obra de Robinson Jeffer Granite and Cypress (Granito y ciprés) (1975). A partir de 1982, el mal de
                                                                                                                   Parkinson le impidió seguir trabajando; murió en Kingfisher Flat cerca de Santa Cruz en 1994.
     Jack Stauffacher nació en San Francisco en 1920. Ya pasa de los noventa y sigue trabajando en esa ciu-
     dad. Su padre fue plomero, pero muy civilizado, pues cuidaba su jardín con enorme cariño; en vez de           Wilson y Stauffacher fueron socios durante un breve lapso en 1948; la relación terminó pronto y ami-
     intimidarlo, el arte le encantaba de manera que impulsó a sus hijos para que hicieran lo que más de-          gablemente, dado que ambos necesitaban hacer un poco de plata y eso lo lograban mejor cada uno
     seaban. Jack creció en San Mateo donde de adolescente se enamoró de la imprenta. Dice que Updike              por su cuenta. La manera de Wilson durante el resto de su vida fue diseñar libros, que usualmente
     fue su primer maestro, lo que quiere decir que como muchos de nosotros leyó de cabo a rabo los dos            no imprimió. Podía concebir claramente un trabajo, prever los problemas técnicos que provocaría y
     volúmenes de Printing Types: Their History, Forms and Use (Los tipos de imprenta: su historia, formas y       especificar con lenguaje profesional y eficiente no sólo lo que deseaba sino como lograrlo. Este es un
     usos) producto de las conferencias a las que Henry Taylor asistió entre 1915 y 1917.                          método antitético al que los Grabhorn preferían. Sin embargo, la exhuberancia de Wilson, su travieso
                                                                                                                   placer en crear problemas para encontrarles solución y su amor por la simetría abierta y escalonada
     A la madura edad de dieciséis años, Stauffacher diseñó y construyó su propio taller, justo atrás de la
                                                                                                                   más que por las formas cerradas y simétricas, todo dejaba en claro que era el verdadero sucesor de los
     casa familiar donde estableció Greenwood Press. Para entonces visitaba regularmente a John Henry
16                                                                                                                                                                                                                             17
Grabhorn. A su muerte en 1988, había contribuido más que nadie en Estados Unidos a desvanecer la
     frontera entre la impresión fina y la industrial, a partir de una constante elevación de las metas des-
     cartando toda actitud pretenciosa en ambos bandos.

     En una carta a sus padres, escrita en diciembre de 1946, Wilson declara sus intenciones de la manera
     más transparente posible. Se trataba “de saber que estoy haciendo algo bello, tanto en cuanto a lo que
     se dice como a la tipografía empleada y de que no estoy simplemente retacando al mundo de porque-
     ría.” (10) Como Anderson, Wilson tuvo sin embargo que entender que en la búsqueda consciente
     de la belleza frecuentemente encontramos otras cosas de menor valor. Lo cual es peligroso en parte
     debido a que, salvo en el discurso más cuidadoso, muchas veces la impostura se apropia el nombre
     de la belleza. Se puede castrar un libro – y posiblemente aislar a la gente de la literatura - haciéndolo
     demasiado lindo o agradable. El primero de mayo de 1948, Wilson y Stauffacher visitaron a Albert
     Sperisen, un eminente coleccionista. Al día siguiente Adrian escribió a sus padres:

     “La tarde del sábado, Jack y yo fuimos a casa del más connotado bibliófilo local para ver su colección…
     Desde luego fue algo apabullante, que nos dejó tambaleando. Sobre cada cosa que decíamos, el tipo
     tenía un libro… . Claro que hay un peligro en esto; el propósito de un libro puede perderse de vista ha-
     ciéndolo demasiado bello. Aunque si las palabras son lo suficientemente buenas aguantan una cantidad
     tremenda de trato artificioso, ejercicio del oficio y repetición. En todo caso, mi propósito es hacer
     que la gente lea menos y mejor, en vez de más y aprisa.” (11)

     Andrew Hoyem nació en South Dakota en 1935, hijo de físico. En 1946 se mudó con la familia al enor-
     me campo de pruebas para armas navales ubicado cerca de China Lake, California. Unos años después
     estudió literatura y arte en Pomona College. Pasó después a servir tres años como oficial naval, aunque
     buena parte del tiempo se dedicó a leer poesía moderna semi-porno en una base aérea de Texas, lejos
     del mar. En 1961 se mudó a San Francisco, a fin de conocer a los poetas que había estado leyendo.
     Pronto ingresó a la Auerhahn Press de Dave Haselwood, una naciente operación de imprenta y publi-
     cación casi exclusivamente dedicada a la poesía Beat. Haselwood sabía entonces poco sobre impresión
     y Hoyem mucho menos, pero juntos - y especialmente Hoyem – aprendieron sobre la marcha.

     En 1965, Hoyem compró a Haselwood sus derechos y empezó a trabajar por cuenta propia en la que
     llamó la Auerhahn Society. (12) Aunque esencialmente autodidacta, era ya lo suficientemente diestro
     como para que el Book Club de California le pidiera imprimir un juego de souvenirs, así que colgó un
     nuevo letrero que decía Andrew Hoyem, impresor. Ese mismo año, Grabhorn Press, su famoso vecino,
     decidió cerrar en vista de que Edwin Grabhorn se retiró. Entonces su hermano Robert, once años
18                                                                                                               19
menor, empezó a buscar quehacer. En 1966 Robert Grabhorn y Andrew Hoyem concertaron una aso-                agradar a todos los libros es interactuar a su tiempo con lectores, escritores e ideas: participar activa-
     ciación que sobrevivió hasta la muerte de Robert en 1973, cuando Hoyem adquirió la gran colección de        mente en la sensual vida de la mente. Dudo que los libros recuerden cuando fueron escritos, como los
     tipos y equipo que perteneció a Grabhorn Press. Con ese tesoro fundó su nueva imprenta, Arion Press.        humanos tampoco guardan memoria de su concepción en el vientre. Pero si sus tipógrafos, impresores
     Después de trabajar intensamente durante dieciséis años, compró a Mackenzie & Harris la fundidora           y encuadernadores saben lo que hacen, apuesto a que los libros disfrutan ser impresos, encarnados o
     y el taller de monotipos, rebautizando todo como M&H Type.                                                  reencarnados, de manera que su vida sensual transcurra.

     Para entonces Hoyem era dueño de uno de los mejores y más grandes operativos de impresión a mano            Con todo, es indudablemente cierto que debe haber por lo menos una buena, bien etiquetada y rápi-
     de los Estados Unidos; también tenía el monumental problema de mantener y alimentar semejante               damente cambiante exhibición de libros cada día del año en cada biblioteca del planeta, de manera que
     equipo, para lo que en buena medida su táctica ha sido la especialización en ediciones de lujo de textos    los libros jóvenes y viejos, finos y no tan finos, en colecciones públicas e institucionales puedan ampliar
     célebres. Por ejemplo, publicó la Biblia, Moby Dick de Herman Melville, Ulises de James Joyce, El gran      y refrescar su círculo de admiradores y amigos. Los editores, bibliotecarios con iniciativa y otros tra-
     Gatsby de F. Scott Fitzgerald, El halcón maltés de Dashiell Hammett y La tierra baldía de T. S. Eliot. En   bajadores sociales de la industria del libro probablemente dirían que eso es bueno para fortalecer el
     1979 publicó también una suntuosa edición conmemorativa del bicentenario de la Constitución de Es-          carácter de los libros y de paso el nuestro.
     tados Unidos. Muchos de estos volúmenes fueron ilustrados por famosos artistas visuales. Por ejemplo,
     Robert Motherwell se encargó del Ulises y R.B. Kitaj de La tierra baldía. Año con año aparecen por ahí      En esta instancia particular, tenemos ante nosotros una muestra cuidadosamente enfocada del trabajo
     algún texto arcano y uno que otro autor poco conocido; sin embargo es evidente que son los nombres          selecto de cinco imprentas maduras y exitosas de California: Ninja Press, Peter Ritledge Koch, Turkey
     famosos los que pagan la renta. Así, Hoyem se convirtió en el impresor clásico americano que puede          Press, Moving Parts Press y Foolscap Press. Dos de ellas son empresas conjuntas, de manera que esta-
     volar a la altura económica de los grandes editores del mercado. Me recuerda que ha estado imprimien-       mos admirando el trabajo de siete impresores artistas: Carolee Campbell, Peter Koch, Harry y Sandra
     do durante cincuenta años. No se lo que el futuro le depare a Arion Press, pero sabia y generosamente       Reese, Felicia Rice, Lawrence G. Van Velzer y Peggy Gotthold. Todos son personalidades distinguidas
     Hoyem ha resguardado su irremplazable provisión de materiales y maquinaria en una entidad sin fines         de la gran generación que sigue a la de Everson, Stauffacher, Wilson y Hoyem. Existen interesantes
     de lucro denominada el Grabhorn Institute.                                                                  lazos materiales y de tutela entre los siete impresores presentes en esta exposición y los que los prece-
                                                                                                                 dieron; sin embargo me gustaría concentrarme en los vínculos espirituales que son los más significati-
     William Everson, Adrian Wilson, Jack Satuffacher y Andrew Hoyem son los últimos cuatro de entre             vos y que no siempre siguen las líneas de descendencia pedagógica o corporal.
     más de sesenta impresores y tipógrafos discutidos a profundidad por Joseph Blumenthal en su gran
     investigación histórica The Printed Book in America (El libro impreso en Estados Unidos) (1977). (13)       Tan importantes como las conexiones son las desconexiones. Cada una de estas cinco prensas es ple-
     Desde entonces nadie ha escrito otro libro de semejante calibre; sin embargo en 1975, en San Francis-       namente diferente de las otras; lo es también respecto a todo lo que pasó antes. En realidad hay una
     co, Sandra Kirshenbaum empezó a editar y publicar una revista trimestral denominada Fine Print. A           línea de demarcación entre estas cinco prensas y las muchas que las antecedieron. Cada impresor en esta
     Review for the Arts of the Book. La revista no se limitó a las imprentas finas americanas y mucho menos     exhibición está profundamente familiarizado con los placeres meditativos de manipular los tipos me-
     de California; sin embargo proporcionaba excelente cobertura a esas regiones, a partir de donde Blu-        tálicos, pero también ha convivido durante décadas con la era digital y sentido los cambios que suscita.
     menthal dejó las cosas. Fine Print cesó de publicarse en 1990, coincidentemente el mismo año en que         Me atrevo a adivinar que cada uno de estos impresores aprecia profundamente la vieja tecnología por
     murió Blumenthal.                                                                                           lo menos por dos motivos. El primero es que empleada con destreza y cuidado genera impecables
     A los libros, como acostumbraba decir Sandy Kirshenbaum, no les gustan mucho los museos. No les             resultados materiales. Segundo, une al trabajador con el trabajo y al artesano con el artefacto, de mane-
     agrada estar encerrados debajo de un vidrio, donde no pueden sentir el volteo de sus páginas y por lo       ras que no pueden igualar los medios más fáciles, expeditos, “eficientes” e impersonales. Sin embargo
     tanto no hay forma de que hagan su trabajo. Algunos son menos gregarios que otros, pero lo que parece       estamos ante impresores que han buscado modos de lidear con las nuevas tecnologías, acercándolas a la
                                                                                                                 órbita moral de lo ancestral; cada uno puede enseñarnos como lograrlo.
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Carolee Campbell nació en Los Angeles un año después que Andrew Hoyem, pero durante muchos
     años estuvo haciendo otras cosas. Su primera carrera fue en el teatro, la segunda en la fotografía. Estu-
     dió la imprenta manual con Harry y Sandra Reese, una decena de años más jóvenes que ella; en 1984
     estableció su propia imprenta, Ninja Press. En cierta manera Carolee es el impresor más conservador
     de la muestra. En sus libros nunca ha empleado otra cosa que nos sean los tipo de metal hechos a mano,
     aunque ha recurrido a las placas de polimero para las ilustraciones y los símbolos no alfabéticos. En
     otros aspectos, se trata de uno de los impresores más creativos y audaces que yo conozco. En la madurez
     de su trabajo, nada se logra de manera fácil o común. Las estructuras de encuadernación y las técnicas
     de ilustración nunca se repiten; los papeles y otros materiales implican siempre un nuevo reto, tanto
     como el diseño tipográfico.

     Uno de sus libros que ubico entre mis favoritos es su edición del largo poema de W.S. Merwin The
     Real World of Manuel Córdova (El verdadero mundo de Manuel Córdova), terminado en 1995. Se trata
     de un poema sobre un río, así que el libro se convierte en el mapa de ese río; el papel ondea como un
     caudal de colores tan ricos como las aguas saturadas del rojo lodo amazónico. Es un río de palabras y un
     mapa de la mente, pero también y antes que nada un libro, de manera que el pliego - de cinco metros
     de largo - se dobla en algo tan compacto como un sutra tibetano o de Java.

     Peter Rutledge Koch, hoy por hoy el incuestionable maestro de maestros de los impresores de Berke-
     ley, nació en Missoula en 1943. Creció en Montana pescando truchas, lo cual es una buena manera de
     aprender como transcurre el tiempo y como los elementos sutiles y frágiles por naturaleza tienden a
     acomodarse en espacios aparentemente vacíos: dos cosas que el buen impresor debe saber. La devoción
     por los filósofos de avanzada denominados Presocráticos es una de las muchas cosas que Peter y yo
     compartimos. Desde Robert Estienne en el siglo dieciséis no hay otro impresor que haya hecho más
     por ellos que Peter, el único impresor americano en 370 años y el único en el mundo contemporáneo
     que ha comisionado una nueva tipografía griega para ser cortada a mano en acero y fundida para su
     empleo manual. Como su maestro Adrian Wilson, cubre un amplio espectro desde lo abstemio hasta
     lo hilarante. Como Lewis y Dorothy Allen hace medio siglo, se empeña en llevar la imprenta consigo
     en sus viajes, nunca dejándola en casa. Así, en 2006 imprimió en Venecia la obra de Joseph Brodsky,
     Watermark (Filigrana). La tipografía que parece antigua en el libro de Deborah Earling Sacajewea es a
     la vez genuinamente vieja y nueva. En 1671, un avispado mercader holandés debió venderla al clérigo
     inglés que la llevó consigo a Oxford. Sin embargo, la fundición que Koch empleó es la fiel réplica digi-
     tal que del metal del siglo diecisiete realizara Jonathan Hoefler. El texto se montó en una computadora;
     cuando el libro estuvo listo para la imprenta, los tipos fueron restaurados a la tercera dimensión.
22                                                                                                               23
Para Koch, como para Wilson, Stauffacher y Everson, imprimir es hermandad, vocación y constante              En los doce años transcurridos desde la publicación de Codex Espangliensis, Rice ha retado los valores
     celebración, así como un oficio sagrado.                                                                     tradicionales de la imprenta y la práctica tipográfica de muchas maneras, combinando el arte del libro
                                                                                                                  con el arte folk, la tipografía con los lienzos e investigando el grado en el que un libro puede ser una
     Harry y Sandra Reese, quienes publican bajo el sello de Turkey Press y Edition Reese, tienen el hábito
                                                                                                                  especie de caja de juguetes para adultos no muy logrados, llena de disonantes ecos culturales. También
     de decir que no pertenecen a tradición alguna, lo que es un dicho tradicionalmente americano. Desde
                                                                                                                  continúa haciendo libros convencionales, del tipo bellamente no-convencional. Un ejemplo obvio es
     luego ellos saben que escaparse de la historia es algo sumamente difícil de lograr, en especial para los
                                                                                                                  Cosmogonie intime, terminado en 2005. Se trata de una serie de poemas de Yves Peyré, con el hilo con-
     impresores. En realidad pertenecen a múltiples tradiciones y parecen disfrutar ser sorprendidos en el
                                                                                                                  ductor de dibujos secos y frugales debidos a la mano de un artista de San Francisco, Ray Rice, quien
     acto de colarse de una a otra. Cuando les apetece, participan en los ritos eclesiásticos del perfeccionis-
                                                                                                                  fue padre de Felicia y falleció antes de que el libro fuera publicado.
     mo tipográfico, produciendo encantadores desplegados a dos páginas que ablandarían el corazón de
     Adrian Wilson. Su edición de 2007 para The Sea Gazer (El vigía) de Michael Hannon – evidentemente            Lawrence Van Velzer, como William Everson, es hijo de impresor y conoce el oficio desde la niñez. Él
     uno de sus poetas favoritos - es ese tipo de libro. Si lo desean, se ponen en fachas y salen a callejear.    y su socia Peggy Gotthold trabajaron por años en Arion Press bajo Andrew Hoyem; ambos son muy
     Por ejemplo, las interrogaciones de las teclas de la máquina de escribir, la ausencia de ligaduras y la      diestros aunque Gotthold es la única de los siete impresores en esta muestra entrenada antes que nada
     mezcla al azar de especies numerales que aparecen en 331/3 Off the Record, quieren decir que los im-         como encuadernador. Si bien encuadernó libros para muchas impresoras finas, las más inventivas de
     presores se reservan el derecho a divertirse y que se rehusan a ser registrados bajo cánones estéticos       sus estructuras y estuches son lo que ha generado para sí misma y para la Foolscap Press de Van Velzer.
     ajenos. Con Ward Ritchie comparten no solo el afecto por California del Sur sino también la afición          Creo importante destacar que Van Velzer y Gotthold son además diestros titiriteros. Sus libros son
     a las travesuras, las bromas y los colores ricos y sensuales. Un impresor al que abiertamente admiran es     teatrales de manera muy diferente a los de Carole Campbell, algunos de los Reese o de Rice. La dife-
     Dick Higgins, participante de la empresa Fluxus y durante algunos años propietario de una entidad            rencia estriba en el sentido de escala. Los libros de Foolscap Press no son más pequeños ni los textos
     excéntrica pero valiente denominada Something Else Press, establecida en la Ciudad de Nueva York en          más cortos que los de otros impresores de calidad; tampoco los tipos son de tamaño disminuido. Sin
     1963. Higgins estudió con el santo patrón de Fluxus, John Cage, quien tal vez le transmitió un par de        embargo, los libros de Foolscap Press con frecuencia están construidos de manera tal que atraen la
     lecciones aprendidas del anterior socio de Ritchie, el muy serio y no-del-tipo-Fluxus Gregg Anderson.        atención del lector hacia un mundo en miniatura, a la manera del teatro de títeres. Adecuadamente,
                                                                                                                  Van Velzer y Gotthold disfrutan de las fábulas y los cuentos populares, de los libros albergados dentro
     Felicia Rice de Moving Parts Press estudió tanto con Stauffacher como con Everson cuando enseñaban
                                                                                                                  de otros libros, así como de las ilustraciones que recurren a la ilusión óptica y la distorsión.
     en Santa Cruz; más adelante trabajó con Adrian Wilson en San Francisco. También colaboró un largo
     rato con Sherwood Grover, impresor con Grabhorn y dueño de Grace Koper Press, de cuyo equipo                 El ya fallecido John Russell, articulado crítico de arte en todas sus manifestaciones, dijo de la pintura
     ahora es propietaria. Rice ha impreso libros tan clásicamente recatados y calladamente amorosos como         de Piet Mondrian que “su temática era el cómo trabaja el universo, no su propio temperamento.”
     el mejor de sus maestros. Uno de mis favoritos es su edición de la obra de Francisco X. Alarcón De           (15) Cualquiera que sea el asunto al que un artista se aproxima, o que él crea que lo hace, el quehacer
     amor oscuro, aparecida en 1991. En 1998 dio un salto hasta el otro extremo en el cinemático, hipertex-       del universo es el sujeto del arte en sí mismo, al que ningún temperamento humano individual puede
     tual e hiperenergético Codex Espangliensis. (14) La tipografía clásica se basa en la suposición de que       afectar o desorientar. De ahí que los artistas se esfuercen tanto en permitir que su arte se practique a
     los límites son algo bueno y útil; no sagrado o inmutable, pero útil. Tan útil que el orden, la vida y la    sí mismo, en vez de decirle lo que tiene que hacer. Sin embargo, en una cultura que valora la identidad
     belleza no podrían sobrevivir sin ellos. Este Codex, obra de Enrique Chagoya, es un collage chorro           propia sobre cualquier cosa, es muy probable que el temperamento del artista se encargue de auto-
     de inconciencia plegado como acordeón, con trozos descarnados de graffiti muy literarios y frecuente-        engrandecerse. Aunque todavía queda alguna esperanza, las cosas como están ahora no constituyen la
     mente irrisorios debidos a Guillermo Gómez-Peña. Explora un mundo en el que las fronteras se han             mejor ventana desde la cual avistar el universo.
     tornado en alambradas y la patria en cárceles y campos de refugiados.
                                                                                                                  “El tiempo es el alma del espacio”, escribió W.J.T. Mitchell añadiendo que “la literatura, como la misma

24                                                                                                                                                                                                                            25
conciencia, es una estructura compleja con dimensiones múltiples.” (16) He ahí la racionalización a          lustros, un pequeño y muy desorganizado grupo de impresores clásicos, con mínimos recursos se la
     partir de la cual Adrian Wilson provocaba a la gente insistiendo en lo de leer menos y mejor, en vez de      jugó haciendo regresar los formatos móviles, volviéndolos a la vida como mejor pudo. Para ellos era
     más y aprisa. El libro impreso es nuestro medio básico para proporcionar a la literatura una existencia      importante que las letras fueran físicamente reales; empero no se trató más que de una incursión en
     independiente. Es uno de nuestros pocos medios para hacerle a la conciencia el mismo obsequio. El            el contexto de la revolución global. La desencarnación de los tipos resultó fundamentalmente exitosa
     libro es como una casa para vivir, no tanto con la realidad misma sino más bien con nuestro conoci-          y relativamente total. La mayoría de los lectores hoy vivos nunca ha tocado o visto un libro impreso a
     miento e impresiones de la realidad. Puede no parecer mucho – un mero rollo o pila de papel – pero           mano.
     el libro, en cuanto depositario de literatura y conciencia, es una estructura compleja y multidimen-
     sional. Cuando leemos, vamos tras la estructura y textura del texto, dado que son indispensables e in-       El libro en sí – el esquivo e intangible libro en el que los escritores e impresores siguen soñando – to-
     tegrales al significado. Aunque al leer no siempre busquemos conscientemente la estructura y la textura,     davía conserva vigor. Se escriben grandes libros; grandes tipografías siguen cortándose y montándose;
     siempre lo estamos haciendo. Los buenos tipógrafos e impresores nos ayudan a encontrarlas.                   grandes libros no cesan de imprimirse. Sin embargo, la relación de nuestra sociedad con el libro parece
                                                                                                                  ser cada vez más enfermiza y todo indica que no sobrevivirá en su forma actual. Bajo estas circuns-
     Los libros comerciales y los libros hechos a mano han cambiado desde 1830 y desde la Segunda Gue-            tancias, me parece que los impresores artistas que hay entre nosotros, como los del Renacimiento y
     rra Mundial. En el universo editorial es sencillo ver que algunos de los cambios han sido para bien y        del pasado reciente, nos están haciendo un servicio invaluable. Sus experimentos, creo, son una forma
     otros para mal. En el mundo del libro impreso a mano donde la experimentación seria y concienzuda            vital de investigación y sus mejores logros una forma de arte que debemos apreciar profundamente.
     (así como la conservación) se llevan a cabo constantemente, es más difícil decir que tan fructífero o        Aunque los libros no se encuentren muy a gusto en las vitrinas de las exhibiciones, alegra que de vez en
     estéril puede ser cualquier movimiento; a veces es mejor no decir nada. El arte de la imprenta, como         cuando los podamos encontrar allí. Me gusta pensar que nos perdonan la incomodidad si les promete-
     cualquier arte viva, es una ecología siempre a prueba de sí misma y que tantea su tránsito en busca de lo    mos seguir pensando.
     que parece funcionar, desechando lo que parece que no. Los artistas son guiados por visiones, no por
     juicios morales o pronunciamientos críticos. Sin embargo, el arte mismo no es dirigido por ninguna de
     estas cosas. Lo conduce el hecho de ser lo que es y por lo tanto anda en tinieblas.                          NOTAS
                                                                                                                  1. Cook, Albert S., et al, Catalogue of the Loan Book        3. El asistente de investigación de Updike durante
     El sentido del tacto es crucial para el ciego. Hay algo elemental que casi todos los impresores y editores                                                                sus últimos años en Harvard fue George Laban Har-
                                                                                                                  Exhibition Held at the University of California, Berkeley,
     hasta hace poco tuvieron en común, a saber: la afición por las cosas tangibles. El afecto por las cosas                                                                   ding (1893-1976), natural de Indiana quien después se
                                                                                                                  May 26th to 31st, 1884, Sacramento, James J. Ayers, 1884.
     que se pueden tocar y asir o entregar a un amigo; cosas a las que puedes dar la espalda o poner en un                                                                     mudó a San Francisco. Doce años antes de su muerte,
     estante para, dentro de un día, una semana o un siglo descubrir que siguen allí, repletas de cosas que       2. Bosqui, Édouard, Memoirs, San Francisco, impresión        la excelente biblioteca personal de Harding sobre la
                                                                                                                  privada, 1904. El libro contiene 294 páginas en las que      historia de la imprenta pasó a manos de la California
     alguien alguna vez supo; repletas de cosas que pueden todavía mostrar y decir. Las cosas que los impre-      solo hay brevísima mención a la imprenta de la que
     sores hacen son cosas llenas de cosas, tangibles acumulaciones de intangibles, piñatas que no necesitan                                                                   Historical Society para integrarse al acervo de la inva-
                                                                                                                  fue propietario durante cincuenta años, además no            luable Kemble Collection. El enorme archivo acumu-
     ser rotas porque se abren y cierran incesantemente repitiendo en cada hojeada el continuo e iluminante       dice una palabra sobre los libros que produjo. El vo-        lado por Taylor & Taylor también es ahora parte de la
     acertijo de lo real. Por eso imprimir es algo muy diferente a transmitir. Imprimir convierte el lenguaje     lumen fue reimpreso con material adicional de Henry          Kemble Collection.
     en un acto físico, independientemente presente en el tiempo y el espacio. La palabra impresa es una          R. Wagner, Harold C. Holmes y Gregg Anderson, en
                                                                                                                  Oakland, Holmes, 1952. Un buen resumen de su vida            4. De una conversación con Ruth Teiser: Grabhorn,
     cosa con la que el ojo o el pie pueden tropezar, como un coco, como una piedra.                                                                                           Robert, Fine Printing and the Grabhorn Press, transcrip-
                                                                                                                  se encuentra en Karen, David, Dictionnaire des artistes
                                                                                                                  de langue française en Amérique du Nord, Québec, Musée       ción inédita de tres entrevistas realizadas por Ruth Tei-
     Esto está cambiando. Las letras con las que se imprimían los libros fueron evaporadas veinticinco
                                                                                                                  du Québec / Presses de l’Université Laval, 1992, pp.         ser en 1967, Mss Banc 69/12c, 1968, p. 99.
     años atrás; se las arrojó al caldero digital, del que solamente retornará su sombra fantasmal. Hace tres
                                                                                                                  101-103.                                                     5. También de una conversación con Ruth Teiser: Gra-
26                                                                                                                                                                                                                                         27
bhorn, Edwin, Recollections of the Grabhorn Press, trans-   10. Wilson, Adrian, Two Against the Tide. A Conscien-
     cripción inédita de cuatro entrevistas realizadas por       tious Objector in World War II. Selected Letters 1941-
     Ruth Teiser en 1967, Mss Banc 69/131c, 1968, p. 77.         1948, Joyce Lancaster Wilson (editor) , Austin, Texas,
                                                                 W. Thomas Taylor, 1990, p. 173.
     6. Citado en Baughman, Roland O. “Salute to Edwin
     and Robert: The Grabhorn Press”, Columbia Library           11. Ob.cit., pp. 186-187. Poniendo las cosas en pers-       Robert Bringhurst nació en Los Angeles en 1946.
     Columns, New York, 1966, 15.2, pp. 23-41, véase la p.       pectiva, valga decir que Jack tenía entonces 28 años y      Ahora vive en la Altísima California, en una pequeña
     40.                                                         Adrian 24. Sperisen, el viejo de la historia, contaba 39.   isla cercana a la costa de la Columbia Británica. Entre
                                                                                                                             1986 y 1990 fue editor adjunto de la legendaria publi-
     7. Muchas cosas fantasiosas han sido dichas en cuanto       12. Haselwood publicó más libros usando su nombre           cación de San Francisco Fine Print: A Review for the
     al término parmeliano. Adams deseaba creer que de-          como sello editorial; después se dedicó a otras cosas.      Arts of the Book. Sus obras sobre asuntos de tipografía
     rivaba del griego µέλας (negro). Empero, Parmelia           Hoy es Joko Haselwood, monje budista del linaje soto        incluyen A Short History of the Printed Word (1999,
     es un género de liquen folioso denominado por Eric          zen; dirige la sangha Empty Bowl ubicada en Cotati,         con Warren Chappell como co-autor), The Elements of
     Acharius en 1803, a partir del griego πάρµη que sig-        California.                                                 Typographic Style (2004), The Solid Form of Language
     nifica un pequeño escudo. El término pasó pronto de                                                                     (2004) y The Surface of Meaning. Books & Book Design in
                                                                 13. Otro invaluable sumario de la labor de estos cua-
     la botánica a la cultura popular, reutilizado como nom-                                                                 Canada (2008). Una versión más extensa de este texto
                                                                 tro impresores existe en forma de catálogo escrito por
     bre propio para la mujer, los barcos, por lo menos un                                                                   apareció originalmente en The Art of the Book in Cali-
                                                                 Sandra Kirshenbaum para una exhibición de la Uni-
     poblado y varias estancias solariegas. Una vez adoptado                                                                 fornia. Five Contemporary Presses, catálogo de una expo-
                                                                 versidad de California en Davis, denominada Five Fine
     como nombre femenino, brotaron las etimologías fal-                                                                     sición en el Iris & B. Gerald Cantor Center for Visual
                                                                 Printers: Jack Stauffacher, Adrian Wilson, Richard Bigus,
     sas a partir del griego µέλι (miel); ahora abundan como                                                                 Arts de la Universidad de Stanford, Bringhurst, Robert
                                                                 Andrew Hoyem, William Everson, Davis, University of
     la cizaña en internet. ¿Acaso las fotos de Adams seme-                                                                  y Koch, Peter (editores), Palo Alto, Stanford Universi-
                                                                 California Davis, 1979.
     jan escudos o líquenes? No especialmente; parece que                                                                    ty Libraries, 2011: 7-26.
     la señora de Moore escogió la palabra precisamente          14. Así como el Codex Oxoniensis es el libro que per-
     por ignorar su significado.                                 tenece (es decir, que fue llevado) a Oxford, el Codex
                                                                 Espangliensis es el libro que pertenece (o debería ser      Jorge Alberto Lozoya, traducción al castellano.
     8. Todo estos eran trabajos de encargo, producidos
                                                                 llevado) adonde sea que se hable Spanglish.
     entre 1942 y 1948. Fueron impresos por Plantin Press
     con la impronta editorial Privatdruck der Pazifischen       15. Russell, John, The Meanings of Modern Art, Nueva
     Presse. No sorprende que Pazifische Presse fuera ella       York, Museum of Modern Art / Harper & Row, 1981,
     misma una creación de expatriados, fundada en Los           p. 227.
     Angeles por Felix Guggenheim y Ernst Gottlieb.              16. Estas reflexiones aparecen en el conocido ensayo de
     9. Novum Psaltrium, la gran edición de los salmos lati-     1980 “Spatial Form in Literatura” en la revista Critical
     nos que Everson imprimió pero no publicó, es a ve-          Inquiry y reproducido en The Language of Images, co-
     ces acreditada a St. Albert’s Press. Ese es el nombre de    lección de ensayos editada por Mitchell y publicada el
     la imprenta del Priorato de San Alberto en Oakland          mismo año por la University of Chicago Press.
     donde, haciéndose llamar el Hermano Antoninus,
     Everson tenía sus máquinas y publicaba bajo el sello
     de Albertus Magnus. Los salmos, a partir de los pliegos
     de Everson, fueron en realidad publicados por Estelle
     Doheny en Los Angeles.
28                                                                                                                                                                                      29
EL ARTE DEL LIBRO EN CALIFORNIA
     CINCO IMPRENTAS CONTEMPORÁNEAS
                                                                                             Peter Rutledge Koch




     Estoy tentado a colgar mi texto introductorio a esta exhibición de cinco destacadas imprentas califor-
     nianas de las palabras de William Everson, poeta e impresor quien, cuando inauguró su Equinox Press
     en Berkeley allá en 1947, declaró: “Como hombre creativo, lo más enriquecedor que puedo hacer es
     escribir un poema, lo siguiente es imprimirlo.” (1)

     Digo tentado porque, como suele ser el caso con toda agrupación de inconformes - artistas, poetas,
     músicos de rock o especialmente impresores - no hay dos que se pongan de acuerdo y por lo menos uno
     de cada cinco desecharía la poesía enteramente o solo aceptaría aquellos ancestros que no hayan sido
     nombrados o enlistados más abajo. Desde luego no todos admitirían el argumento de que imprimir es
     un arte refinado o que el libro puede en verdad ser una obra de arte siempre y cuando se le produzca
     bajo determinadas condiciones, como a una pintura o un poema.

     Sin embargo, las condiciones son tales que las afirmaciones amplias y tajantes sobre cuestiones artísticas
     y el Zeitgeist occidental y su confrontación con el gran Océano Pacífico resultan aptas. En su extenso
     ensayo Archetype West (Arquetipo oeste) (2) , Everson rastrea el desarrollo de su arte poética desde
     la Grecia clásica y ciertas fuentes budistas hasta el Renacimiento de San Francisco y el subsiguiente
     movimiento Beat, todo colisionado en el dramático y elemental paisaje de California que representa un
     tiempo climatérico del arte y la cultura occidentales.

     Everson define una estética literaria y cultural distintamente californiana que del oeste fluye de retorno
     al este hacia los viejos mundos de Nueva Inglaterra y Europa; mientras que rumbo al oeste llega a Japón,
     China y más allá. Everson sostiene que los artistas de California son mucho menos tradicionalistas y
     convencionales que sus contrapartes del este norteamericano. Para ello, delinea la progresión hegeliana
     del arte y la cultura occidentales como un espíritu de frontera – un espíritu salvaje que se mueve hacia el
     oeste – para terminar en la costa del Pacífico; allí confronta las antiguas filosofías asiáticas sobre religión

30                                                                                                                     31
y arte. Si bien la tesis es discutible, no deja de ser muy atractiva, tomando en cuenta el impacto de Cali-    cauteloso, reconociendo tradiciones, rompiendo reglas, experimentando, descubriendo nuevos mate-
     fornia a partir de la Segunda Guerra Mundial. California tiene una presencia distintiva en el escenario        riales y encontrando nuevas expresiones que sustenten la visión de cada quien. El propósito de esta
     internacional de las artes del libro, como en otros campos culturales sean éstos la literatura, el cine o la   exhibición es dar sustento a la afirmación de que los impresores de California están en el meollo de un
     pintura. California está al oeste de Occidente. (3)                                                            profundo experimento artístico, incesantemente empujando las fronteras del arte en la forma de los
                                                                                                                    libros que imprimen.
     En California el avasallador paisaje natural es escenario para el choque y entrelazamiento de culturas
     a escala y velocidad nunca antes vistas. En doscientos años, las culturas americanas originarias fueron        En su ensayo The Book as Object (El libro como objeto), Michel Butor provocativamente declara que
     diezmadas y la cultural misionera española de la Alta California que les sucedió, destruida. Mientras          “todo escritor honesto es hoy confrontado por el problema del libro.” Butor se pregunta: “¿Por qué
     tanto, los emigrantes de Europa (vía Canadá, el este de Estados Unidos y directamente de Europa), los          estamos satisfechos con el libro?”. La cuestión puede replantearse así: ¿En vista de que podemos
     de África (vía Suramérica y el Caribe), así como los de América Latina y Asia han fluido de manera             ‘congelar’ lo que decimos, cantamos o visualizamos en un considerable número de medios que van
     tan intensa que elevaron la población hasta los treinta y siete millones, treinta de los cuales llegaron       de la piedra labrada a la captura digital, por qué exactamente nos aferramos al libro?” Butor contesta
     de alguna parte durante los últimos setenta años. Los libros de esta exhibición reflejan profundamente         a su propia interrogante: “La única, pero significativa superioridad no solo de los libros sino de toda
     este tumultuoso entorno de influencias culturales.                                                             escritura sobre los medios de grabación directa - que son mucho más precisos - radica en la simultánea
                                                                                                                    exposición ante nuestros ojos de lo que los oídos pueden apreciar solamente en secuencia. El desarrollo
     Paralela al mundo de los poetas y artistas de San Francisco y de la costa del Pacífico rumbo a Los An-         de la forma del libro…ha estado siempre orientado hacia el mayor énfasis de esta característica.” (4)
     geles, hay una cultura de la lenta impresa en la que los impresos/editores con su arte contribuyen sig-
     nificativamente a la cultura material a partir de las colaboraciones al arte de las formas y los artefactos    En un contexto un poco diferente, puede leerse la declaración igualmente provocativa del poeta e im-
     que salen de sus imprentas. Para Everson, como poeta e impresor, la frontera literaria en California fue       presor William Everson en su ensayo The Poem as Icon (El poema como icono). Sobre el libro propia-
     primero iluminada por Bret Harte, Mark Twain y Jack London, en quienes los magníficos paisajes de              mente, Everson escribió que “hagamos lo que hagamos con el libro estamos trabajando con él también
     Sierra Nevada y la costa del Pacífico influyeron profundamente                                                 como símbolo. Son las implicaciones y consecuencias inherentes al libro como símbolo las que generan
                                                                                                                    tanto el incentivo como las terribles dudas al emitir juicio cuando nos aproximamos a él. Hay muy po-
     Tras la Fiebre del Oro, la costa bohemia desde el sur de San Francisco hasta Big Sur hervía de escri-          cos libros perfectos.” (5) Más allá de estas dos reflexiones, más allá de la herramienta y el icono, yace el
     tores; entre los más renombrados están Robinson Jeffers, Frank Norris, Janet Lewis, Ambrose Bierce             complejo concepto del libro como obra de arte.
     y Henry Miller. Estos autores y sus seguidores tuvieron muchos amigos impresores. Grabhorn Press,
     Jumbo y Colt Presses pertenecientes a Jane Grabhorn, así como Green Press del joven Jack Stauffacher,          A lo largo de los últimos cuarenta años ha venido ocurriendo un esencial cambio paradigmático en
     sobresalieron prominentemente en el centro mismo del mundo del arte en San Francisco. A partir                 cuanto a la concepción y producción del libro como arte y artefacto. Tradicionalmente, a los libros
     del Renacimiento de San Francisco y el movimiento Beat hasta la aparición de los Hippies, los escrito-         considerados obras de arte se les definía como libros que contenían grabados originales - el modelo
     res Kenneth Rexroth, Robert Duncan, Gary Snyder, Richard Brautigan, Philip Lamantia, Lawrence                  histórico del livre d’artiste (libro de artista) a principios del siglo veinte - publicados por mecenas co-
     Ferlinghetti, Michael McClure, Charles Bukowski y otros colaboraron con los artistas visuales para             nocedores; o bien como impresos finos, lo que para los bibliófilos californianos James D. Hart y Wald
     producir ediciones limitadas y libros finos de imprenta que todavía hoy sirven de inspiración a los jóve-      Ritchie quería decir que eran tipográficamente sofisticados y bellamente ilustrados. Libros dignos de
     nes poetas y artistas. Impresores literarios como William Everson, David Hazelwood, Adrian Wilson,             pertenecer a la biblioteca de un caballero, por ejemplo los que producía el Limited Editions Club.
     Andrew Hoyem, Graham Mackintosh y Clifford Burke estuvieron profundamente involucrados.
                                                                                                                    Todo esto cambió a fines de los años setenta, cuando una aproximación más crítica y sofisticada a las
     Dado que es en el medio impreso donde el oficio del escritor se hace visible, el espíritu que dirige al        propiedades conceptuales, físicas y formales del libro más que nunca requirió que fuera una obra de
     tipógrafo y al maestro impresor es el mismo que mueve al artista y al escritor. Un espíritu que avanza         arte; el que dentro de él hubiera algo de arte, ya no fue suficiente. El libro comenzó entonces a adquirir
32                                                                                                                                                                                                                                 33
niveles de significado que antes los lectores no relacionaban con el contenido. Tanto el contexto social
     de la producción como la estructura física y los materiales pasaron a convertirse en la firma del impre-
     sor/artista como productor de libros, a manera de reflejo del significado de los contenidos del libro.

     Este cambio de paradigma, una idea más inclusiva de lo que constituye una obra de arte aunada a la
     profundización del concepto del libro como objeto, ha madurado enormemente en los pasados veinte
     años. Las complejidades artesanales y de conocimiento que hoy coexisten en la manufactura de un libro
     propician la colaboración. De ahí que artistas, impresores y escritores más jóvenes se vean ahora acom-
     pañados, influenciados e informados por encuadernadores conservadores, fabricantes de papel artesa-
     nal, diseñadores de tipos, ingenieros de medios digitales y nuevos académicos dedicados a estudiar la
     historia del libro. Por último y muy importante, los productores del libro están mucho más conscientes
     de las innovaciones y convenciones del arte contemporáneo en otros medios, con la consecuente so-
     brecarga de conceptos y contextos.

     El arte del libro ha madurado hasta convertirse en una forma artística que excede todos los anteriores
     parámetros del libro como objeto; un buen número de ejemplares que lo confirman se ha producido en
     California durante los últimos cincuenta años. Este hecho está solo parcialmente documentado. Si bien
     los libros se incorporan a las principales colecciones del mundo y aparecen en exhibiciones y catálogos,
     no existe todavía una bibliografía definitiva que pueda guiarnos: todos somos pioneros en el campo.

     A partir de los años sesenta y setenta, los libros de artista pasaron a ser en un género separado, en parte
     debido al florecimiento de volúmenes intencionalmente baratos producidos y publicados por el mis-
     mo artista. Un ejemplo es el brillante, pero en última instancia cínico, ejercicio en banalidad llamado
     Twenty-Six Gasoline Stations (Veintiséis gasolineras) de Ed Ruscha. El movimiento unió los valores de
     la producción para el mercado masivo con contenidos elitistas orientados a y dirigidos por los estratos
     académicos que acuden a museos. El concepto denominado ‘múltiple democrático’ alcanzó su apogeo
     a finales de los setenta. Estos libros se encuentran documentados y examinados en detalle por Clive
     Phillpot (7) y Johanna Drucker (8), entre otros.                                                              ambiente del Pop Art, más cínico, alborotador y dirigido al mercado masivo durante la década sesenta.
     En un sentido diferente al de las publicaciones de las pequeñas prensas independientes, que se mofaban        En California del norte, la generación de artistas y escritores tutoreada por impresores/editores muy
     y deliberadamente subvertían el mercado masivo editorial floreciente en el mundillo del arte durante          educados y mayores como William Everson, Jack Stauffacher y Adrian Wilson empezó a ver virtud en
     los años sesenta y setenta, hacia 1975 empezamos a ver un muy nuevo concepto del libro como artefac-          las prácticas de diseño históricamente informadas, la impresión fina, los papeles manufacturados y los
     to. Los artistas jóvenes se cansaron de trabajar en la producción barata y con frecuencia carente de ins-     estilos tipográficos sofisticados y originales. (9) Al mismo tiempo, se encontró continuamente expuesta
     piración generada por las prensas alternativas; descubrieron entonces que la disciplina y dedicación de       a los audaces trabajos publicados por Auerhahn Press y City Light Books de San Francisco, así como
     los maestros artesanos revive un profundo sentido de pertenencia e integridad, obviamente ausente del         por Black Sparrow Press de Los Angeles. ¡Una infusión en verdad sustanciosa!
34                                                                                                                                                                                                                           35
Significativamente, en 1975 se fundó en San Francisco Fine Print. The Review for the Arts of the Book. Fue     La tercera corriente es la de los ‘libros de impresor’, que Kirshenbaum identifica “…por su ímpetu
     en las páginas de esta revista donde por primera vez vimos documentación sobre la naciente generación          creativo que se origina y fluye no del artista/ilustrador o del autor/editor, sino del impresor, la per-
     de impresores dotados de talento artístico. Con su ayuda, así como con el entusiasta apoyo editorial           sona que en fin de cuentas hace el libro.” Prosiguiendo con esta línea de pensamiento, propone que
     de los impresores y curadores, Fine Print se convirtió pronto en una publicación internacional, líder en       los libros de impresor potencialmente representan el más alto género, habida cuenta de que permiten
     el campo de las artes del libro. Ese mismo año de 1975 se publicaron el Phaedrus de Jack Stauffacher y         el más alto grado de independencia artística. Prosigue diciendo que “también se les puede denominar
     Granite and Cypress (Granito y ciprés) de William Everson: los dos iconos del nuevo movimiento.                libros tipográficos, dado que emanan no solo de la herencia de las artes visuales sino toda la herencia del
                                                                                                                    libro como el principal transmisor de civilización a partir de las letras, esos signos y símbolos refinados
     En 1979, los Bibliotecarios Asociados de la Universidad de California en Davis montaron una exposi-            y destilados a lo largo de centurias para conformarse de manera perfecta a las facultades cognitivas de
     ción intitulada Five Fine Printers. Jack Stauffacher, Adrian Wilson, Richard Bigus, Andrew Hoyem, William      la humanidad.”
     Everson. (Cinco impresores finos…) El catálogo editado por Sandra Kirshenbaum (10) abre con el
     siguiente epígrafe de N. Scott Momaday, que rinde homenaje a nuestras raíces como una civilización             Las categorías de Kirshenbaum no son mutuamente excluyentes y en algunos casos raros las tres están
     del libro:                                                                                                     presentes en el mismo libro, aunque aquí debo ser precavido y recordar aquel viejo dicho de que pue-
                                                                                                                    des hacer un libro barato, aprisa y bien, pero escoge dos características porque nunca podrás con las
     “Lo mejor de nuestra existencia transcurre dentro del elemento del lenguaje. El libro es la concentra-         tres al mismo tiempo.
     ción de ese elemento, la realización plena de nuestra experiencia en el mundo de las ideas. Como tal es
     algo de infinitas posibilidades… .”                                                                            Cuatro de cada cinco impresores presentados en la exhibición Five Fine Printers de 1975 son general-
                                                                                                                    mente considerados entre los más influyentes precursores de la actual generación de impresores litera-
     En su introducción, Kirshenbaum cuidadosamente identifica tres corrientes en el arte del libro. La             rios de California, mientras que el quinto – y más joven – se fue del pueblo. Cuatro de los impresores
     primera es un nuevo género llamado ‘libros de artistas’ caracterizado como “un soberbio medio de               que se presentan en esta exposición laboraron directamente con alguno de estos maestros: Felicia Rice
     comunicación personal y expresión artística para los artistas contemporáneos –pintores, escultores,            estudió tanto con William Everson como con Jack Sauffacher en Santa Cruz, Peggy Gotthold y Larry
     impresores – que han acudido al libro como nunca antes… . Estos libros son objetos artísticos, lienzos         van Velzer trabajaron con Andrew Hoyem; yo fui aprendiz en el diseño de libros con Adrian Wilson.
     estéticos; erráticos, exóticos, experimentales, antitradicionales. A veces su manufactura es descuidada
     y chapucera; pueden deliberadamente ignorar los principios tipográficos básicos, pero con frecuencia           Desde luego la historia no acaba allí y muchas otras influencias de la bibliósfera están presentes en
     son atractivos y originales.”                                                                                  nosotros. Carolee Campbell estudió con Harry Reese en la Universidad de California Santa Barbara y
                                                                                                                    ha sido influenciada, tipográficamente hablando, por predecesores como Ward Ritchie y Saul y Lillian
     La segunda corriente es “la clásica tradición del Livre d’artiste o Livre de peintre, que alcanzó su perfec-   Marks. Los Reese, influenciados por la Something Else Press, argumentan no pertenecer a ninguna
     ción con los artistas de la Escuela de París (Picasso, Matisse, Bonnard, Léger, Dufy) entre los inicios y      tradición. El vasto entramado de libros e imprentas tradicionales o no está allá en California, donde a
     mediados del siglo veinte. Estos libros, usualmente lujosos, impresos en papel hecho a mano e ilustrados       la sombra y a plena luz trabajamos en nuestras diversas visiones con tradiciones compartidas.
     con grabados originales, pretenden ser vehículos del artista, frecuentemente de aquel que ya se ha ga-
     nado la reputación de ‘artista fino’, más que de ‘ilustrador de libros’… . Algunos de estos libros son pro-    Signo de la continua vitalidad de las artes del libro en California, fue el surgimiento en Berkeley
     ducciones del tipo ‘te ves muy bien en la pared, a ver como te ves en un libro’. Se trata de esencialmente     durante 2007 de CODEX International Book Fair and Symposium (CODEX, Feria Internacional del
     bellos portafolios de grabados acompañados de un texto que enhebra las cosas. Los mejores ejemplos re-         Libro y Simposio). La Feria de 2009, considerada la más exitosa del mundo, incluyó la exhibición de
     presentan un alto nivel de interpretación visual e integración con un texto, una sinérgetica colaboración      los trabajos de más de 150 artistas e impresores de veinte países de los seis continentes. A partir de
     entre el artista y el autor, por ejemplo la influyente colaboración de Jasper Johns con Samuel Beckett en      2011, la CODEX Foundation colabora con la Stanford University Press en la publicación de libros y
     Foirades / Fizzles (Burbujas gaseosas), libro publicado en 1976 por St. Petersburg Press.”                     monografías dedicadas a documentar las artes del libro a escala global. La primera publicación de la
36                                                                                                                                                                                                                                37
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Libro de artista

  • 1. Libros de artista exposición cURADURÍA Isaac Masri Julieta Sarfati Fernando Ondarza Peter Rutledge Koch Roberto G. Trujillo Alison Roth
  • 2. Agradecimientos: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Secretaría de Educación del Distrito Federal. Secretaría de Relaciones Exteriores. Consulado General de México en San Francisco, California. Contenido Embajada de los Estados Unidos de Amêrica. 5 PResentAción 7 Lo qUe lA tintA cAntA Al pApel Robert Bringhurst Juan Gallardo Thurlow Ricardo Rojas Moussong 31 El ARte Del libRo en cAlifoRniA: cinco impRentAs contempoRáneAs Peter Rutledge Koch Publicado en ocasión de la exposición Libros de artista, que incorpora Juan Cortina Gallardo The Art or the Book in California: Five Contemporary Presses y una seleción Carlos Orozco 43 CoDex México Al RescAte Pedro Ángel Palou de libros de diversos autores publicados en México, presentada en Juan Beckman Vidal Mundo Cuervo, Tequila, Jalisco, en noviembre de 2011 y en el Centro Genaro Larrea 48 MAnifiesto CoDex México Cultural Estación Indianilla, Ciudad de México en febrero de 2012. Fundación Cuervo ???? 50 MAnifesto CoDex Mexico Créditos de la exposición Coordinación general: Julieta Sarfati / Centro Cultural Estación 53 Cinco impRentAs contempoRáneAs Indianilla Diseño y museografía: Isaac Masri/ Centro Cultural Estación Indianilla 95 ARtistAs e impResoRes mexicAnos y Fernando Ondarza / Tonaltepec Global, S.C. Producción: Centro Cultural Estación Indianilla, Taller Intaglio: Arturo Guerrero, Francisco Lara Edición preparada por Intaglio y Tonaltepec Global, S.C. ??? Traducción: Jorge Alberto Lozoya y Fernando Ondarza Diseño: Púrpura Diseño Gráfico, S.C. Fotografía: Douglas Sandberg y Ángela Caparroso Coordinación editorial: Grupo Anáhuac D.R. © 2011 de los autores. ISBN???
  • 3. Libros de artista pResentAción La exposición Libros de artista está conformada por una importante muestra de volúmenes elaborados a mano en el Estado de California, Estados Unidos de América. Se trata de la obra de grandes maestros impresores que han renovado de manera protagónica la producción artesanal de libros de calidad. Estos libros excepcionales fueron presentados recientemente en el evento “The Art of the Book in Ca- lifornia. Five Contemporary Presses”, celebrado en el Centro de Artes Visuales Iris & B. Gerald Cantor de la Universidad de Stanford. El proyecto fue curado por Robert Bringhurst y Peter Rutledge Koch (Presidente de The Codex Foundation). Acompañando la muestra californiana, se exhiben algunos bellos libros de artista realizados por im- presores mexicanos. Conforman un abanico de opciones y manifiestan la riqueza de posibilidades en la capacitación de nuevas generaciones de impresores, artistas gráficos, diseñadores y escritores que habrán de encontrar en este legado una rica tradición a partir de la cual proponer realizaciones origi- nales. La preparación de la muestra estuvo a cargo de Isaac Masri, Julieta Sarfati y Fernando Ondarza.
  • 4. LO QUE LA TINTA CANTA AL PAPEL Robert Bringhurst La impresión de libros llegó tarde a California tras mil años de su aparición en China, cuatrocien- tos años después de que Gutenberg la reviviera transformando la mente de Europa, trescientos años después de su trasplante con gran éxito y estilo al Valle de México y doscientos años después de que la primera prensa traída a Norteamérica iniciara su labor a hurtadillas en Cambridge, Massachussets. Cuando en 1834 se instaló la imprenta en California – un poco antes de que el territorio pasara de ser español a mexicano, para más adelante convertirse en jurisdicción americana – no hubo nada especial- mente refinado al respecto. Se la empleó casi exclusivamente con fines burocráticos, de acuerdo con el principio que varias décadas más tarde Lewis Carroll enunciara en su relato La caza del Snark : lo que se dice tres veces o se imprime en muchas copias, debe y tiene que ser cierto. La imprenta había probado ser un utensilio sutil y poderoso para la preservación de algunas ficciones sociales y la manutención del orden civil tanto en Madrid como en Ciudad de México. De manera que seguramente serviría para lo mismo en las provincias. Sin embargo los tiempos no eran auspiciosos. El orden civil se colapsó y por un rato la prensa se quedó sin nadie con quien hablar y nada que decir. Entonces vino la Fiebre del Oro. Con ella surgiría un nuevo y ferviente apetito por difundir todo género de información y desde luego también por desinformar. Durante los años sesenta y setenta del siglo XIX, California tuvo docenas de imprentas generadoras de toda clase de periódicos, libros, revistas, certificados, facturas y carteles. Tampoco escasearon fundidores, estereotipistas, grabadores, litografistas de color, editores y lectores de pruebas, así como una maravillosa variedad de vendedo- res de libros. Hubo lectores para los que valía la pena escribir, escritores que debían ser leídos –entre ellos Mark Twain y por un rato Bret Harte – además de algunos coleccionistas muy afluentes y serios. El primer campus de la Universidad de California abrió en Berkeley en 1873. Once años más tarde, la naciente institución montó una exhibición masiva de libros famosos, ingeniosamente denominada 6 7
  • 5. Exposición de Libros Prestados. Constó de 470 volúmenes, provenientes de nueve bibliotecas públicas letra por letra. Con todo, la impresión a mano podía ser tan rápida como son hoy los teléfonos y el de la Bahía de San Francisco, un club y 67 colecciones privadas. Entre otras muchas cosas, el evento texting. mostró incunables de Alemania, Italia, Francia, los Países Bajos y Suiza, así como libros del siglo dieci- Cuando en abril de 1871 visitó San Francisco, Ralph Waldo Emerson era el intelectual norteamerica- séis provenientes de las imprentas de Aldus, Blado, los Estiennes y Simon de Colines. Incluyó también no más reconocido. Sin embargo, dado que no esperaba se le homenajeara en la primitiva California, trece trabajos relacionados con California once de los cuales eran objetos que, aunque de valor histó- previó impartir solo una charla pública que tuvo lugar un domingo en la noche. A las once de la maña- rico, carecían de calidad artística, como los primeros impresos californianos, el primer periódico, el na siguiente, el impresor Charles Murdock fue al hotel para ver a Emerson y preguntarle si estaba primer volumen publicado en San Francisco y otras cosas así. (1) dispuesto a dictar otras conferencias. Cuando Emerson aceptó, Murdock pidió que la primera fuera esa En 1877 apareció en San Francisco un libro que en sí mismo fue algo como una exposición. Se trata de misma tarde; dado que Emerson asintió e incluso puso nombre a la charla, inmediatamente Murdock un álbum de litografías en color llamado Grapes and Grape-Vines of California (Uvas y viñas de Califor- formateó e imprimió volantes que poco después del mediodía fueron distribuidos por los voceadores nia), editado por el simpático aventurero de Montreal, Édouard Bosqui. El litografista era un prusiano callejeros. El auditorio estaba repleto antes de que Emerson disertara unas cuantas horas después. pata de perro de nombre William Harring. Bosqui fue hombre de muchos talentos: pintor, escultor, En la California del siglo diecinueve no había quien se dedicara al paciente, sutil y perfeccionista grabador, encuadernador e impresor. De todo aquello parece ser que imprimir no le atraía mucho; sin empeño que los impresores, escritores y editores califican de “fino”. No existían esos devotos que des- embargo daba de comer. Su especialidad fueron los certificados grabados, prospectos y reglamentos piertos sueñan los tipos, colores y formatos exigidos por un determinado texto y después ensamblan corporativos, así como los reportes anuales de la industria minera. También hizo algunas ediciones de tipos, escogen papeles, tintas y hasta lienzos e hilos de encuadernación con el fin de materializar lujo para poetas potenciales. Aunque técnicamente muy impresionante, Grapes and Grape-Vines of Ca- su visión, que pondrá las letras a cantar. En general, la California decimonónica también carecía de lifornia es en cierta manera un libro para presumir. Como muchos de los denominados libros de arte o escritores, músicos pintores y escultores “finos” e “imprácticos”. Sin embargo había gente anhelante de artistas, se trata de un atado de reproducciones individuales “para enmarcar”, más que de un libro de obtener lo que le faltaba, de ahí que cuando Twain o Emerson se dignaban pasar por allá un mero según lo entienden escritores y lectores por igual. No es una estructura multidimensional y compleja volante impreso a la carrera podía convocar multitudes. en la que el tiempo, el espacio y la mente se entrelacen magníficamente. La impresión más lenta y menos transitoria empezó a fundirse en San Francisco hacia finales del si- Unos años antes, Bosqui había impreso una obra de mayor envergadura: la edición castellana en cuatro glo diecinueve, cuando el lugareño Edward Taylor estableció su primera empresa impresora y John volúmenes del centenario texto del Padre Francisco Palou Noticias de la Nueva California (1874). Se Henry Nash, tipógrafo canadiense de Ontario un tanto engreído pero talentoso, llegó a la ciudad. trató de la primera publicación de la recientemente fundada California Historical Society. Bosqui la Después de desperdiciarse ocho años como periodista, Nash emprendió varias aventuras empresariales. ilustró con impresiones a la albúmina de fotografías de Eadweard Muybridge, Charles Fessenden y La primera con otro impresor extranjero, Bruce Brough, quien abandonó Toronto un año antes que William Rulofson, entre otros. No hay nada similar en la larga lista de publicaciones de Bosqui, evi- Nash dejando deudas sin pagar; la siguiente fue con Paul Elder, uno de los legendarios libreros de San dentemente debido a que la Sociedad de Historia sucumbió poco después de que el libro apareciera y Francisco; los últimos socios fueron Edward Taylor y su hermano menor Henry. no se recuperó hasta 1922. Una copia de las Noticias fue la obra de Bosqui incluida en la Exposición de Libros Prestados, por cierto el único de los 470 objetos descrito por los curadores como “un fino Henry Taylor era un excelente tipógrafo, tan diestro como Nash, aunque nunca lo igualó en lo que espécimen de las prensas de California.” (2) a vanidad y autopromoción concierne. En realidad debemos agradecer a la egomanía de Nash que Henry se apartara de la asociación con él a fin de realizar estudios de posgrado en Harvard, adonde se Durante la década que se inició en 1870, la fotografía y la cromolitografía fueron nuevos y muy popu- inscribió en la Escuela de Negocios y hasta logró graduarse. lar medios, aunque lentos y de trabajo intensivo. Montar la tipografía también consumía gran cantidad de esfuerzo: pequeñas piezas de metal o madera finamente esculpidas, compuestas por manos humanas Hay que añadir que Taylor tenía además motivos más nobles. Daniel Berkeley Updike era entonces 8 9
  • 6. miembro del profesorado de esa Escuela, donde enseñaba no solo administración editorial sino tam- Yo gruño, me burlo y preocupo, pero el hecho es bién historia de la tipografía. Antes nadie había enseñado esa materia en ninguna universidad del que en algún momento a lo largo de todo aquel mundo. El curso estaba medio disfrazado bajo el título de “Técnicas de impresión” y Updike no lo jaleo alguien debió haber estado trabajando, dado dictaba en el Departamento de Historia del Arte, habida cuenta de que los negocios eran el campo en que el libro allí está. Su trabajo en equipo es tan el que se le consideraba experto. Updike era dueño y administrador de la Merrymount Press de Boston; exitoso como indetectable. Sus talentos combina- en vez de en yates y vacaciones lujosas, prefería gastar sus ganancias realizando largos y productivos dos están perfectamente sincronizados; por eso viajes de investigación por Europa. (3) está ausente toda apariencia de esfuerzo como el que realizamos el común de los mortales.” (6) Poco después del retorno de Henry Taylor a San Francisco, la asociación de Taylor, Nash & Taylor se disolvió. Nash abrió entonces su propio taller de composición especializándose en libros de lujo para Al hojear sus libros es imposible no darse cuen- ricos, mientras que por cuenta propia los hermanos Taylor, de manera productiva y pacífica, prosiguie- ta del esfuerzo involucrado y sin embargo, como ron diseñando e imprimiendo lo que los clientes les solicitaban. Henry murió a la edad de 58 años en Jane dice, no se ve. Los Grabhorn fueron tan bue- 1937. Su longevo hermano mayor se retiró en 1946; la empresa siguió su curso tradicional hasta 1960. nos en su desempeño que la gente tiende a olvi- dar que había muchos otros impresores alrededor. Una década después de que Nash y los Taylor estuvieran de acuerdo en no estarlo, otros tipógrafos e Empero, vale la pena hacer el esfuerzo e invocar impresores muy calificados se instalaron en San Francisco. Sin duda los más importantes fueron Edwin su memoria. Entre los contemporáneos de Ed y y Robert Grabhorn, dedicados a imprimir de forma entusiasta, creativa y sin concesiones desde 1920 Robert Grabhorn debe recordarse no solo a Hen- hasta 1965. Los hermanos Grabhorn son considerados impresores artistas, término que no podría apli- ry y Edward Taylor sin también, por ejemplo, a carse justamente a Taylor & Taylor. Los Grabhorn necesitaban a los clientes tanto como los hermanos John Johnck y Lawton Kennedy, dos impresores Taylor, pero no por eso permitieron que éstos les dictaran la manera de hacer las cosas. Ni los hala- que atinadamente se auto-consideraban maestros gaban a fin de auto-halagarse, lo que fue el principal problema con Nash. La mayor parte del tiempo artesanos, no artistas, pero que día tras día du- hicieron lo que creyeron correcto y de la manera que más les plugo. rante décadas extrajeron de sus prensas la misma Robert Grabhorn, el más joven de los dos, realizó la mayor parte de la tipografía y rara vez o nunca exactitud tonal, la misma rica y precisa entona- hacía bocetos. “Dejamos que las cosas crezcan; es mejor que diseñarlas”, argumentaba. (4) Su hermano ción que se espera de un buen violinista profesio- mayor Ed percibía el proceso como de prueba y error. “Muchas veces imprimimos la mitad de un nal cuando toca su instrumento. Sin gente así, el libro para después echarlo a la basura y empezar de nuevo, al darnos cuenta de que la idea resultaba arte no es más que un monosílabo pretencioso y demasiado tonta como para seguir adelante”. (5) La esposa de Robert, Jane Bissell Grabhorn, una capaz la cultura mero ensueño. impresora por mérito propio y tal vez el miembro más articulado de una familia muy parlanchina, lo La mayoría de los artistas impresores y los Ga- ponía de la siguiente manera: bhorn en particular sostienen la teoría de que la “No parece haber organización, planeación o sistema. No es sólo que la mano derecha no sepa lo que la verdad es esencialmente belleza, no repetición. izquierda hace, sino que la izquierda tampoco tiene la menor idea de lo que ella misma está haciendo. Las nociones de belleza varían – de manera que En realidad, cuando los Grabhorn trabajan, el efecto general es que traen las manos atadas a la espalda no toda impresión fina es igual – y una cierta for- y ambos hombres caminan con los ojos vendados. Sin embargo, de repente aparece el libro terminado. ma de repetición está ciertamente involucrada. La 10 11
  • 7. reproducción de la belleza en las prensas durante una edición limitada es algo muy cercano al corazón Un libro fotográfico puede o no incorporar mucho texto. Lo que debe incluir es una suite de imágenes del impresor. Es un impulso con profundas raíces genéticas. La alianza de la multiplicidad y la belleza que resista el desmembramiento; imágenes cuya secuencia sea lo suficientemente rítmica, melódica y es una técnica de supervivencia aplicada por plantas y animales, no solamente por las melodías, los rela- apretada como para ser más que la suma de las partes. La primera aventura de Adams en este dominio tos y las ideas. Pero la repetición de las bellas soluciones de un tipógrafo por otro es algo diferente; más fue el portafolio de dieciocho fotografías que ensambló a petición de un patrono, Alfred Bender, en una substracción que una multiplicación. Donde no hay verdadero crecimiento la repetición deslava 1927. Los Grabhorn diseñaron e imprimieron las pocas páginas de texto; Adams produjo las impresio- la belleza, no la realza. nes a mano en su cuarto oscuro. Las copias eran sueltas y fáciles de desprender del portafolio, pero la relación entre ellas estaba clara: constituían una secuencia numerada. El editor, Jean Chambers Mo- Las formas de las letras son huellas concretas y formales dejadas por la danza de la mano parlante. Así, ore, enturbió esto un poco dando al portafolio un nombre al estilo de Edgard Leal, Parmelian Prints of son significado encarnado, como las notas musicales; y sin embargo al mismo tiempo son varias gene- the High Sierras (Copias parmelianas de las Sierras Altas). (7) raciones de símbolos, representación de representaciones significantes. Para decirlo más sencillamente: significan lo que son, además de lo que en una u otra lengua estén diciendo. Pueden resonar con otras Gregg Anderson, Grant Dahlstrom y Bruce McCallister ya habían empezado a hacer buenos libros formas y texturas mucho más allá del alfabeto, que son también significado encarnado. Esto sucede cerca de Los Angeles cuando Saul y Lillian Marks llegaron por allá. Aunque Plantin Press, que la más claramente cuando las letras fundidas son puestas cerca de otros objetos y formas dotadas de la pareja fundó en 1931, tal vez no haya sido la primera imprenta fina del Sur de California, probó ser desnudez, simplicidad y pureza que asociamos con las letras. la más consistente, productiva y duradera. Además, como ninguna otra encarnó aspectos cruciales de la cultura californiana. Los Marks eran inmigrantes en una tierra a la vez bárbara y bendita. Ellos lo Esas formas ocurren en la naturaleza y artificialmente en el arte. Aparecen en rocas y árboles, según sabían, de manera que no arribaron para hacerse ricos sino buscando refugio. Sabían perfectamente sugería Ed Grabhorn, así como en elementales objetos manufacturados, como ladrillos, tablas, tejas y que la palabra impresa no puede crear, ni siquiera preservar, el orden civil, pero estaban convencidos herramientas sencillas. En el arte, este tipo de pureza y desnudez se asocia principalmente con medios de que con suficiente amor y cuidado puede generar alguna luz. ascéticos e incoloros. Durante los albores de la impresión, tanto en Asia como en Europa los tipógrafos ubicaban esos contrapuntos visuales no en iluminaciones doradas sino en labrados en madera. En Muchos otros desubicados en Los Angeles del siglo veinte sintieron lo mismo: Thomas Mann, Bertolt tiempos más recientes los tipógrafos han retornado a la madera, además del dibujo a línea que puede Brecht, Arnold Schoenberg, Bruno Walter, Igor Stravinsky, Hanns Eisler, Franz Werfel, Alma Ma- ser reproducido foto-mecánicamente. También recurren a la fotografía en blanco y negro. Más impor- hler, Alfred Döblin y Erich Maria Remarque, para nombrar algunos. Los Marks imprimieron mucha tante aún es el hecho de que algunos de los más connotados fotógrafos en blanco y negro regresan el Californiana; también produjeron libros de arte verdaderos, como el de Andrew Ritchie Abstract cumplido, pidiendo a los tipógrafos que creen el acompañamiento para sus fotografías. Painting and Sculpture in America (Pintura y escultura abstracta norteamericana) para el Museo de Arte Moderno en 1951. Para sí mismos imprimieron el homenaje de Saul Marks a Christophe Plantin y para Ansel Adams – un diestro pianista y gran fotógrafo – sabía muy bien como funcionan el contrapunto, Lawrence Clark Powell el de Yehudi Menuhin a Béla Bartók. Hay una tarea que los distingue entre la polifonía y el acompañamiento armónico. También estuvo profundamente interesado en la natura- todas las prensas de California: la realización de la nueva obra de Thomas Mann, Franz Werfel, Alfred leza del libro, entendiendo desde temprana edad que la secuencia de imágenes visuales, especialmente Döblin y otros refugiados, que además fueron sus vecinos cercanos. (8) rebajadas a blanco y negro, puede constituir una estructura que se desdobla en el tiempo, a manera de una sonata o una tocata. Examinados como objetos físicos, los libros parecen dispositivos para sostener En San Francisco, Lewis y Dorothy Allen empezaron a imprimir juntos durante 1939, continuando secuencias. Contemplados en su esencia, los libros resultan ser secuencias que, por la fuerza del signi- sin interrupción hasta 1992. Las hecatombes industriales coincidentes con el principio de su carrera ficado, se mantienen a sí mismas juntas. El libro físico es lo que es y hace lo que hace porque esa es su los dejaron incólumes; el trabajo manual fue para ellos algo casi religioso. De ahí que el imprimir a esencia, su naturaleza. California, donde Adams nació y realizó mucha de su labor, es la cuna de sus mano se convirtiera en una vocación que llevarían por doquier. No eran refugiados, pero su taller más finos libros, producidos allí tanto conceptual como físicamente. resultó el más peripatético de California. A lo largo de un poco más de medio siglo de labores, im- 12 13
  • 8. primieron en el norte, sur, este y oeste de la Bahía de San Francisco; también fueron a Florencia para imprimir Ode to the West Wind (Oda al viento oeste) de Percy Shelley, a la Riviera francesa para la obra de Edgar Allan Poe Murders in the Rue Morgue (Los crímenes de la calle Morgue) y La Porte de Malétroit (La Puerta de Maletroit) de Robert Louis Stevenson. La Segunda Guerra Mundial hizo llegar a California mucho talento e inteligencia; aunque también la despojó de estos dones. Por ejemplo, Gregg Anderson, probablemente el más talentoso y mejor en- trenado impresor de California del Sur, murió en Normandía en 1944. Muy muchacho, Anderson se auto-educó en los rudimentos de la tipografía y la impresión. Más adelante buscó el empleo que todo aspirante a impresor debería tener y que pocos logran encontrar. Apenas salido de la escuela secun- daria, pasó un año en la flamante Biblioteca Huntington, investigando y catalogando libros del siglo quince hasta el veinte. Al mismo tiempo, logró que por correo lo tutoreara el célebre perfeccionista Porter Garnett. Garnett, era nativo de San Francisco y enseñaba en el Carnegie Tech de Pittsburgh, donde fundó y dirigió la Laboratory Press. Se trata de una figura central, aunque casi invisible, de la imprenta de California dados su devoción religiosa hacia la profesión y el gran número de california- nos que instruyó. Sin embargo, Anderson es el único de ellos del que tengo noticia haya estudiado con él por correspondencia. Tras imprimir por su cuenta brevemente en Pasadena, Anderson se mudó a San Francisco y durante dos años trabajó con los Grabhorn. Después pasó tres años en Connecticut, administrando el taller de Meriden Gravure, entonces tal vez el mejor lugar en Estados Unidos para aprender el arte de impri- mir imágenes. En 1935, de regreso en California él y Ward Ritchie se asociaron hasta la muerte de Anderson. A medida que maduraba, Anderson se impacientó con el preciosismo de muchos de los trabajos de im- presión, que muestran una clara proclividad por lo visual en perjuicio de lo lingüístico. Lo lingüístico usado con fines visuales le hizo sentir nostalgia por las impresiones antiguas, además de que el nivel académico y la corrección de pruebas dejaban mucho que desear. Adicionalmente, los impresores con frecuencia preferían trivialidades, en vez de enfrentarse con textos sesudos y serios. Estas quejas no eran novedad en los años treinta, ni ahora tampoco lo son. De ahí que impresores como Anderson sean tan importantes; la búsqueda de alternativas contra la trivia y la superficialidad no es nunca pérdida de tiempo. Como todo aquel que verdaderamente gusta de aprender, Anderson enseñó siempre lo que sabía. Por ejemplo, durante la temporada que pasó en el Pomona College, aprendió algunas cosas sobre lo fortui- 14 15
  • 9. to y la música de parte de su compañero de cuarto, un joven compositor de nombre John Cage; más Nash, los Grabhorn y los Taylor. Los primeros libros de Stauffacher comprueban que incluso en sus adelante Cage diría que fue Anderson quien le hizo apreciar el valor de representar las estructuras años veinte poseía ya un maduro sentir del espacio tipográfico, fino control del entintado y la impre- musicales en formas gráficas cortadas a la medida. sión, gusto literario y sentido histórico de los tipos y textos, amén de una fértil imaginación; en otras palabras lo más importante del equipo moral y mental requerido para ser un impresor serio. El sueño Tres impresores de especial importancia iniciaron labores en California a finales de la Segunda Guerra fue interrumpido en 1942 al ser reclutado. Contra su voluntad pasó dos años en Kentucky y Texas ha- Mundial o inmediatamente después. Tarde o temprano, todos merecieron la ayuda de sus mayores, ciendo cartografías militares. En 1955 volvió a salir de California y estuvo tres años en Italia, inmer- aunque tuvieron que hacerse camino en una sociedad muy inestable y devastada por la guerra. Se trata so en libros del Renacimiento. Después enseñó en Pittsburgh, donde descubrió y restauró el legado de William Everson, Jack Stauffacher y Adrian Wilson. Vale la pena añadir al grupo a Andrew Hoyem, olvidado de Porter Garnett. En 1967 volvió a San Francisco para reabrir Greenwood Press; a partir de fundador de Arion Press, así como a James y Carolyn Robertson de Yolla Bolly Press. Más jóvenes, entonces ha funcionado como la irreprimible conciencia tipográfica de California. empezaron a imprimir hasta los tiempos de otra guerra muy compleja, cuyo epicentro estuvo en Viet- nam. Everson, Stauffacher Wilson y Hoyem me parecen especialmente significativos dado que fueron Adrian Wilson nació en Michigan en 1923 y creció principalmente en Massachussets. Sus padres eran maestros y mentores de varios de los impresores presentes en esta exposición. De alguna manera, los inmigrantes holandeses y el padre no fue un mero jardinero, sino horticulturista profesional. Wilson cuatro han sido también mis guías. no sabía nada de imprentas hasta que él y Bill Everson se conocieron en el campo de trabajo para ob- jetores de conciencia Camp Angel, cerca de Waldport, Oregon. Everson fue asignado allá en el verano Bill Everson nació en Sacramento en 1912. Siguió cuatro vocaciones distintas y muy demandantes: de 1943, Wilson un año después. En Camp Angel no se dedicaron a plantar árboles y otros afanes poeta, impresor, amante y monje. Su devoción a cada una de esas disciplinas fue absoluta, lo que debió de ese tipo; Everson, Wilson y sus amigos imprimían volantes, panfletos y libros bajo el sello editorial resultarle bastante cuesta arriba: ensamblar cuatro vidas dentro de una, desarrollarlas, saltar de una a la de Untide Press. otra, todo eso toma tiempo. Parecía un sabio taoísta, anciano sin edad; durante las dos últimas décadas de su vida era un apasionado muchacho incluso a los ochenta, poco antes de morir. Su madre fue tipó- De 1947 a 1958, Everson imprimió en Berkeley y Oakland bajo tres diferentes sellos: Equinox Press, grafa, su padre impresor y músico trashumante de los que les gusta andar en bandas. Desde muy niño, Seraphim Press y Albertus Magnus Press, (9) proceso que demuestra su creciente compromiso con los Everson montaba los tipos, alimentaba las prensas y distinguía las claves musicales. Empero de acuerdo dominicos, orden a la que perteneció entre 1951 y 1969. De 1971 a 1982 imprimió en Santa Cruz bajo con el hijo, ambos padres encarnaban “la hostilidad innata de los americanos contra los artistas.” No el taller Lime Kiln, principalmente su propia poesía, aunque los libros que rutinariamente se citan fue sino hasta verse treintañero que se esmeró en dominar los tecnicismos prácticos y los principios como su más grandes aciertos de impresor sean una edición incompleta de los salmos latinos (1952) y morales básicos, que distinguen la impresión fina de la ordinaria. la obra de Robinson Jeffer Granite and Cypress (Granito y ciprés) (1975). A partir de 1982, el mal de Parkinson le impidió seguir trabajando; murió en Kingfisher Flat cerca de Santa Cruz en 1994. Jack Stauffacher nació en San Francisco en 1920. Ya pasa de los noventa y sigue trabajando en esa ciu- dad. Su padre fue plomero, pero muy civilizado, pues cuidaba su jardín con enorme cariño; en vez de Wilson y Stauffacher fueron socios durante un breve lapso en 1948; la relación terminó pronto y ami- intimidarlo, el arte le encantaba de manera que impulsó a sus hijos para que hicieran lo que más de- gablemente, dado que ambos necesitaban hacer un poco de plata y eso lo lograban mejor cada uno seaban. Jack creció en San Mateo donde de adolescente se enamoró de la imprenta. Dice que Updike por su cuenta. La manera de Wilson durante el resto de su vida fue diseñar libros, que usualmente fue su primer maestro, lo que quiere decir que como muchos de nosotros leyó de cabo a rabo los dos no imprimió. Podía concebir claramente un trabajo, prever los problemas técnicos que provocaría y volúmenes de Printing Types: Their History, Forms and Use (Los tipos de imprenta: su historia, formas y especificar con lenguaje profesional y eficiente no sólo lo que deseaba sino como lograrlo. Este es un usos) producto de las conferencias a las que Henry Taylor asistió entre 1915 y 1917. método antitético al que los Grabhorn preferían. Sin embargo, la exhuberancia de Wilson, su travieso placer en crear problemas para encontrarles solución y su amor por la simetría abierta y escalonada A la madura edad de dieciséis años, Stauffacher diseñó y construyó su propio taller, justo atrás de la más que por las formas cerradas y simétricas, todo dejaba en claro que era el verdadero sucesor de los casa familiar donde estableció Greenwood Press. Para entonces visitaba regularmente a John Henry 16 17
  • 10. Grabhorn. A su muerte en 1988, había contribuido más que nadie en Estados Unidos a desvanecer la frontera entre la impresión fina y la industrial, a partir de una constante elevación de las metas des- cartando toda actitud pretenciosa en ambos bandos. En una carta a sus padres, escrita en diciembre de 1946, Wilson declara sus intenciones de la manera más transparente posible. Se trataba “de saber que estoy haciendo algo bello, tanto en cuanto a lo que se dice como a la tipografía empleada y de que no estoy simplemente retacando al mundo de porque- ría.” (10) Como Anderson, Wilson tuvo sin embargo que entender que en la búsqueda consciente de la belleza frecuentemente encontramos otras cosas de menor valor. Lo cual es peligroso en parte debido a que, salvo en el discurso más cuidadoso, muchas veces la impostura se apropia el nombre de la belleza. Se puede castrar un libro – y posiblemente aislar a la gente de la literatura - haciéndolo demasiado lindo o agradable. El primero de mayo de 1948, Wilson y Stauffacher visitaron a Albert Sperisen, un eminente coleccionista. Al día siguiente Adrian escribió a sus padres: “La tarde del sábado, Jack y yo fuimos a casa del más connotado bibliófilo local para ver su colección… Desde luego fue algo apabullante, que nos dejó tambaleando. Sobre cada cosa que decíamos, el tipo tenía un libro… . Claro que hay un peligro en esto; el propósito de un libro puede perderse de vista ha- ciéndolo demasiado bello. Aunque si las palabras son lo suficientemente buenas aguantan una cantidad tremenda de trato artificioso, ejercicio del oficio y repetición. En todo caso, mi propósito es hacer que la gente lea menos y mejor, en vez de más y aprisa.” (11) Andrew Hoyem nació en South Dakota en 1935, hijo de físico. En 1946 se mudó con la familia al enor- me campo de pruebas para armas navales ubicado cerca de China Lake, California. Unos años después estudió literatura y arte en Pomona College. Pasó después a servir tres años como oficial naval, aunque buena parte del tiempo se dedicó a leer poesía moderna semi-porno en una base aérea de Texas, lejos del mar. En 1961 se mudó a San Francisco, a fin de conocer a los poetas que había estado leyendo. Pronto ingresó a la Auerhahn Press de Dave Haselwood, una naciente operación de imprenta y publi- cación casi exclusivamente dedicada a la poesía Beat. Haselwood sabía entonces poco sobre impresión y Hoyem mucho menos, pero juntos - y especialmente Hoyem – aprendieron sobre la marcha. En 1965, Hoyem compró a Haselwood sus derechos y empezó a trabajar por cuenta propia en la que llamó la Auerhahn Society. (12) Aunque esencialmente autodidacta, era ya lo suficientemente diestro como para que el Book Club de California le pidiera imprimir un juego de souvenirs, así que colgó un nuevo letrero que decía Andrew Hoyem, impresor. Ese mismo año, Grabhorn Press, su famoso vecino, decidió cerrar en vista de que Edwin Grabhorn se retiró. Entonces su hermano Robert, once años 18 19
  • 11. menor, empezó a buscar quehacer. En 1966 Robert Grabhorn y Andrew Hoyem concertaron una aso- agradar a todos los libros es interactuar a su tiempo con lectores, escritores e ideas: participar activa- ciación que sobrevivió hasta la muerte de Robert en 1973, cuando Hoyem adquirió la gran colección de mente en la sensual vida de la mente. Dudo que los libros recuerden cuando fueron escritos, como los tipos y equipo que perteneció a Grabhorn Press. Con ese tesoro fundó su nueva imprenta, Arion Press. humanos tampoco guardan memoria de su concepción en el vientre. Pero si sus tipógrafos, impresores Después de trabajar intensamente durante dieciséis años, compró a Mackenzie & Harris la fundidora y encuadernadores saben lo que hacen, apuesto a que los libros disfrutan ser impresos, encarnados o y el taller de monotipos, rebautizando todo como M&H Type. reencarnados, de manera que su vida sensual transcurra. Para entonces Hoyem era dueño de uno de los mejores y más grandes operativos de impresión a mano Con todo, es indudablemente cierto que debe haber por lo menos una buena, bien etiquetada y rápi- de los Estados Unidos; también tenía el monumental problema de mantener y alimentar semejante damente cambiante exhibición de libros cada día del año en cada biblioteca del planeta, de manera que equipo, para lo que en buena medida su táctica ha sido la especialización en ediciones de lujo de textos los libros jóvenes y viejos, finos y no tan finos, en colecciones públicas e institucionales puedan ampliar célebres. Por ejemplo, publicó la Biblia, Moby Dick de Herman Melville, Ulises de James Joyce, El gran y refrescar su círculo de admiradores y amigos. Los editores, bibliotecarios con iniciativa y otros tra- Gatsby de F. Scott Fitzgerald, El halcón maltés de Dashiell Hammett y La tierra baldía de T. S. Eliot. En bajadores sociales de la industria del libro probablemente dirían que eso es bueno para fortalecer el 1979 publicó también una suntuosa edición conmemorativa del bicentenario de la Constitución de Es- carácter de los libros y de paso el nuestro. tados Unidos. Muchos de estos volúmenes fueron ilustrados por famosos artistas visuales. Por ejemplo, Robert Motherwell se encargó del Ulises y R.B. Kitaj de La tierra baldía. Año con año aparecen por ahí En esta instancia particular, tenemos ante nosotros una muestra cuidadosamente enfocada del trabajo algún texto arcano y uno que otro autor poco conocido; sin embargo es evidente que son los nombres selecto de cinco imprentas maduras y exitosas de California: Ninja Press, Peter Ritledge Koch, Turkey famosos los que pagan la renta. Así, Hoyem se convirtió en el impresor clásico americano que puede Press, Moving Parts Press y Foolscap Press. Dos de ellas son empresas conjuntas, de manera que esta- volar a la altura económica de los grandes editores del mercado. Me recuerda que ha estado imprimien- mos admirando el trabajo de siete impresores artistas: Carolee Campbell, Peter Koch, Harry y Sandra do durante cincuenta años. No se lo que el futuro le depare a Arion Press, pero sabia y generosamente Reese, Felicia Rice, Lawrence G. Van Velzer y Peggy Gotthold. Todos son personalidades distinguidas Hoyem ha resguardado su irremplazable provisión de materiales y maquinaria en una entidad sin fines de la gran generación que sigue a la de Everson, Stauffacher, Wilson y Hoyem. Existen interesantes de lucro denominada el Grabhorn Institute. lazos materiales y de tutela entre los siete impresores presentes en esta exposición y los que los prece- dieron; sin embargo me gustaría concentrarme en los vínculos espirituales que son los más significati- William Everson, Adrian Wilson, Jack Satuffacher y Andrew Hoyem son los últimos cuatro de entre vos y que no siempre siguen las líneas de descendencia pedagógica o corporal. más de sesenta impresores y tipógrafos discutidos a profundidad por Joseph Blumenthal en su gran investigación histórica The Printed Book in America (El libro impreso en Estados Unidos) (1977). (13) Tan importantes como las conexiones son las desconexiones. Cada una de estas cinco prensas es ple- Desde entonces nadie ha escrito otro libro de semejante calibre; sin embargo en 1975, en San Francis- namente diferente de las otras; lo es también respecto a todo lo que pasó antes. En realidad hay una co, Sandra Kirshenbaum empezó a editar y publicar una revista trimestral denominada Fine Print. A línea de demarcación entre estas cinco prensas y las muchas que las antecedieron. Cada impresor en esta Review for the Arts of the Book. La revista no se limitó a las imprentas finas americanas y mucho menos exhibición está profundamente familiarizado con los placeres meditativos de manipular los tipos me- de California; sin embargo proporcionaba excelente cobertura a esas regiones, a partir de donde Blu- tálicos, pero también ha convivido durante décadas con la era digital y sentido los cambios que suscita. menthal dejó las cosas. Fine Print cesó de publicarse en 1990, coincidentemente el mismo año en que Me atrevo a adivinar que cada uno de estos impresores aprecia profundamente la vieja tecnología por murió Blumenthal. lo menos por dos motivos. El primero es que empleada con destreza y cuidado genera impecables A los libros, como acostumbraba decir Sandy Kirshenbaum, no les gustan mucho los museos. No les resultados materiales. Segundo, une al trabajador con el trabajo y al artesano con el artefacto, de mane- agrada estar encerrados debajo de un vidrio, donde no pueden sentir el volteo de sus páginas y por lo ras que no pueden igualar los medios más fáciles, expeditos, “eficientes” e impersonales. Sin embargo tanto no hay forma de que hagan su trabajo. Algunos son menos gregarios que otros, pero lo que parece estamos ante impresores que han buscado modos de lidear con las nuevas tecnologías, acercándolas a la órbita moral de lo ancestral; cada uno puede enseñarnos como lograrlo. 20 21
  • 12. Carolee Campbell nació en Los Angeles un año después que Andrew Hoyem, pero durante muchos años estuvo haciendo otras cosas. Su primera carrera fue en el teatro, la segunda en la fotografía. Estu- dió la imprenta manual con Harry y Sandra Reese, una decena de años más jóvenes que ella; en 1984 estableció su propia imprenta, Ninja Press. En cierta manera Carolee es el impresor más conservador de la muestra. En sus libros nunca ha empleado otra cosa que nos sean los tipo de metal hechos a mano, aunque ha recurrido a las placas de polimero para las ilustraciones y los símbolos no alfabéticos. En otros aspectos, se trata de uno de los impresores más creativos y audaces que yo conozco. En la madurez de su trabajo, nada se logra de manera fácil o común. Las estructuras de encuadernación y las técnicas de ilustración nunca se repiten; los papeles y otros materiales implican siempre un nuevo reto, tanto como el diseño tipográfico. Uno de sus libros que ubico entre mis favoritos es su edición del largo poema de W.S. Merwin The Real World of Manuel Córdova (El verdadero mundo de Manuel Córdova), terminado en 1995. Se trata de un poema sobre un río, así que el libro se convierte en el mapa de ese río; el papel ondea como un caudal de colores tan ricos como las aguas saturadas del rojo lodo amazónico. Es un río de palabras y un mapa de la mente, pero también y antes que nada un libro, de manera que el pliego - de cinco metros de largo - se dobla en algo tan compacto como un sutra tibetano o de Java. Peter Rutledge Koch, hoy por hoy el incuestionable maestro de maestros de los impresores de Berke- ley, nació en Missoula en 1943. Creció en Montana pescando truchas, lo cual es una buena manera de aprender como transcurre el tiempo y como los elementos sutiles y frágiles por naturaleza tienden a acomodarse en espacios aparentemente vacíos: dos cosas que el buen impresor debe saber. La devoción por los filósofos de avanzada denominados Presocráticos es una de las muchas cosas que Peter y yo compartimos. Desde Robert Estienne en el siglo dieciséis no hay otro impresor que haya hecho más por ellos que Peter, el único impresor americano en 370 años y el único en el mundo contemporáneo que ha comisionado una nueva tipografía griega para ser cortada a mano en acero y fundida para su empleo manual. Como su maestro Adrian Wilson, cubre un amplio espectro desde lo abstemio hasta lo hilarante. Como Lewis y Dorothy Allen hace medio siglo, se empeña en llevar la imprenta consigo en sus viajes, nunca dejándola en casa. Así, en 2006 imprimió en Venecia la obra de Joseph Brodsky, Watermark (Filigrana). La tipografía que parece antigua en el libro de Deborah Earling Sacajewea es a la vez genuinamente vieja y nueva. En 1671, un avispado mercader holandés debió venderla al clérigo inglés que la llevó consigo a Oxford. Sin embargo, la fundición que Koch empleó es la fiel réplica digi- tal que del metal del siglo diecisiete realizara Jonathan Hoefler. El texto se montó en una computadora; cuando el libro estuvo listo para la imprenta, los tipos fueron restaurados a la tercera dimensión. 22 23
  • 13. Para Koch, como para Wilson, Stauffacher y Everson, imprimir es hermandad, vocación y constante En los doce años transcurridos desde la publicación de Codex Espangliensis, Rice ha retado los valores celebración, así como un oficio sagrado. tradicionales de la imprenta y la práctica tipográfica de muchas maneras, combinando el arte del libro con el arte folk, la tipografía con los lienzos e investigando el grado en el que un libro puede ser una Harry y Sandra Reese, quienes publican bajo el sello de Turkey Press y Edition Reese, tienen el hábito especie de caja de juguetes para adultos no muy logrados, llena de disonantes ecos culturales. También de decir que no pertenecen a tradición alguna, lo que es un dicho tradicionalmente americano. Desde continúa haciendo libros convencionales, del tipo bellamente no-convencional. Un ejemplo obvio es luego ellos saben que escaparse de la historia es algo sumamente difícil de lograr, en especial para los Cosmogonie intime, terminado en 2005. Se trata de una serie de poemas de Yves Peyré, con el hilo con- impresores. En realidad pertenecen a múltiples tradiciones y parecen disfrutar ser sorprendidos en el ductor de dibujos secos y frugales debidos a la mano de un artista de San Francisco, Ray Rice, quien acto de colarse de una a otra. Cuando les apetece, participan en los ritos eclesiásticos del perfeccionis- fue padre de Felicia y falleció antes de que el libro fuera publicado. mo tipográfico, produciendo encantadores desplegados a dos páginas que ablandarían el corazón de Adrian Wilson. Su edición de 2007 para The Sea Gazer (El vigía) de Michael Hannon – evidentemente Lawrence Van Velzer, como William Everson, es hijo de impresor y conoce el oficio desde la niñez. Él uno de sus poetas favoritos - es ese tipo de libro. Si lo desean, se ponen en fachas y salen a callejear. y su socia Peggy Gotthold trabajaron por años en Arion Press bajo Andrew Hoyem; ambos son muy Por ejemplo, las interrogaciones de las teclas de la máquina de escribir, la ausencia de ligaduras y la diestros aunque Gotthold es la única de los siete impresores en esta muestra entrenada antes que nada mezcla al azar de especies numerales que aparecen en 331/3 Off the Record, quieren decir que los im- como encuadernador. Si bien encuadernó libros para muchas impresoras finas, las más inventivas de presores se reservan el derecho a divertirse y que se rehusan a ser registrados bajo cánones estéticos sus estructuras y estuches son lo que ha generado para sí misma y para la Foolscap Press de Van Velzer. ajenos. Con Ward Ritchie comparten no solo el afecto por California del Sur sino también la afición Creo importante destacar que Van Velzer y Gotthold son además diestros titiriteros. Sus libros son a las travesuras, las bromas y los colores ricos y sensuales. Un impresor al que abiertamente admiran es teatrales de manera muy diferente a los de Carole Campbell, algunos de los Reese o de Rice. La dife- Dick Higgins, participante de la empresa Fluxus y durante algunos años propietario de una entidad rencia estriba en el sentido de escala. Los libros de Foolscap Press no son más pequeños ni los textos excéntrica pero valiente denominada Something Else Press, establecida en la Ciudad de Nueva York en más cortos que los de otros impresores de calidad; tampoco los tipos son de tamaño disminuido. Sin 1963. Higgins estudió con el santo patrón de Fluxus, John Cage, quien tal vez le transmitió un par de embargo, los libros de Foolscap Press con frecuencia están construidos de manera tal que atraen la lecciones aprendidas del anterior socio de Ritchie, el muy serio y no-del-tipo-Fluxus Gregg Anderson. atención del lector hacia un mundo en miniatura, a la manera del teatro de títeres. Adecuadamente, Van Velzer y Gotthold disfrutan de las fábulas y los cuentos populares, de los libros albergados dentro Felicia Rice de Moving Parts Press estudió tanto con Stauffacher como con Everson cuando enseñaban de otros libros, así como de las ilustraciones que recurren a la ilusión óptica y la distorsión. en Santa Cruz; más adelante trabajó con Adrian Wilson en San Francisco. También colaboró un largo rato con Sherwood Grover, impresor con Grabhorn y dueño de Grace Koper Press, de cuyo equipo El ya fallecido John Russell, articulado crítico de arte en todas sus manifestaciones, dijo de la pintura ahora es propietaria. Rice ha impreso libros tan clásicamente recatados y calladamente amorosos como de Piet Mondrian que “su temática era el cómo trabaja el universo, no su propio temperamento.” el mejor de sus maestros. Uno de mis favoritos es su edición de la obra de Francisco X. Alarcón De (15) Cualquiera que sea el asunto al que un artista se aproxima, o que él crea que lo hace, el quehacer amor oscuro, aparecida en 1991. En 1998 dio un salto hasta el otro extremo en el cinemático, hipertex- del universo es el sujeto del arte en sí mismo, al que ningún temperamento humano individual puede tual e hiperenergético Codex Espangliensis. (14) La tipografía clásica se basa en la suposición de que afectar o desorientar. De ahí que los artistas se esfuercen tanto en permitir que su arte se practique a los límites son algo bueno y útil; no sagrado o inmutable, pero útil. Tan útil que el orden, la vida y la sí mismo, en vez de decirle lo que tiene que hacer. Sin embargo, en una cultura que valora la identidad belleza no podrían sobrevivir sin ellos. Este Codex, obra de Enrique Chagoya, es un collage chorro propia sobre cualquier cosa, es muy probable que el temperamento del artista se encargue de auto- de inconciencia plegado como acordeón, con trozos descarnados de graffiti muy literarios y frecuente- engrandecerse. Aunque todavía queda alguna esperanza, las cosas como están ahora no constituyen la mente irrisorios debidos a Guillermo Gómez-Peña. Explora un mundo en el que las fronteras se han mejor ventana desde la cual avistar el universo. tornado en alambradas y la patria en cárceles y campos de refugiados. “El tiempo es el alma del espacio”, escribió W.J.T. Mitchell añadiendo que “la literatura, como la misma 24 25
  • 14. conciencia, es una estructura compleja con dimensiones múltiples.” (16) He ahí la racionalización a lustros, un pequeño y muy desorganizado grupo de impresores clásicos, con mínimos recursos se la partir de la cual Adrian Wilson provocaba a la gente insistiendo en lo de leer menos y mejor, en vez de jugó haciendo regresar los formatos móviles, volviéndolos a la vida como mejor pudo. Para ellos era más y aprisa. El libro impreso es nuestro medio básico para proporcionar a la literatura una existencia importante que las letras fueran físicamente reales; empero no se trató más que de una incursión en independiente. Es uno de nuestros pocos medios para hacerle a la conciencia el mismo obsequio. El el contexto de la revolución global. La desencarnación de los tipos resultó fundamentalmente exitosa libro es como una casa para vivir, no tanto con la realidad misma sino más bien con nuestro conoci- y relativamente total. La mayoría de los lectores hoy vivos nunca ha tocado o visto un libro impreso a miento e impresiones de la realidad. Puede no parecer mucho – un mero rollo o pila de papel – pero mano. el libro, en cuanto depositario de literatura y conciencia, es una estructura compleja y multidimen- sional. Cuando leemos, vamos tras la estructura y textura del texto, dado que son indispensables e in- El libro en sí – el esquivo e intangible libro en el que los escritores e impresores siguen soñando – to- tegrales al significado. Aunque al leer no siempre busquemos conscientemente la estructura y la textura, davía conserva vigor. Se escriben grandes libros; grandes tipografías siguen cortándose y montándose; siempre lo estamos haciendo. Los buenos tipógrafos e impresores nos ayudan a encontrarlas. grandes libros no cesan de imprimirse. Sin embargo, la relación de nuestra sociedad con el libro parece ser cada vez más enfermiza y todo indica que no sobrevivirá en su forma actual. Bajo estas circuns- Los libros comerciales y los libros hechos a mano han cambiado desde 1830 y desde la Segunda Gue- tancias, me parece que los impresores artistas que hay entre nosotros, como los del Renacimiento y rra Mundial. En el universo editorial es sencillo ver que algunos de los cambios han sido para bien y del pasado reciente, nos están haciendo un servicio invaluable. Sus experimentos, creo, son una forma otros para mal. En el mundo del libro impreso a mano donde la experimentación seria y concienzuda vital de investigación y sus mejores logros una forma de arte que debemos apreciar profundamente. (así como la conservación) se llevan a cabo constantemente, es más difícil decir que tan fructífero o Aunque los libros no se encuentren muy a gusto en las vitrinas de las exhibiciones, alegra que de vez en estéril puede ser cualquier movimiento; a veces es mejor no decir nada. El arte de la imprenta, como cuando los podamos encontrar allí. Me gusta pensar que nos perdonan la incomodidad si les promete- cualquier arte viva, es una ecología siempre a prueba de sí misma y que tantea su tránsito en busca de lo mos seguir pensando. que parece funcionar, desechando lo que parece que no. Los artistas son guiados por visiones, no por juicios morales o pronunciamientos críticos. Sin embargo, el arte mismo no es dirigido por ninguna de estas cosas. Lo conduce el hecho de ser lo que es y por lo tanto anda en tinieblas. NOTAS 1. Cook, Albert S., et al, Catalogue of the Loan Book 3. El asistente de investigación de Updike durante El sentido del tacto es crucial para el ciego. Hay algo elemental que casi todos los impresores y editores sus últimos años en Harvard fue George Laban Har- Exhibition Held at the University of California, Berkeley, hasta hace poco tuvieron en común, a saber: la afición por las cosas tangibles. El afecto por las cosas ding (1893-1976), natural de Indiana quien después se May 26th to 31st, 1884, Sacramento, James J. Ayers, 1884. que se pueden tocar y asir o entregar a un amigo; cosas a las que puedes dar la espalda o poner en un mudó a San Francisco. Doce años antes de su muerte, estante para, dentro de un día, una semana o un siglo descubrir que siguen allí, repletas de cosas que 2. Bosqui, Édouard, Memoirs, San Francisco, impresión la excelente biblioteca personal de Harding sobre la privada, 1904. El libro contiene 294 páginas en las que historia de la imprenta pasó a manos de la California alguien alguna vez supo; repletas de cosas que pueden todavía mostrar y decir. Las cosas que los impre- solo hay brevísima mención a la imprenta de la que sores hacen son cosas llenas de cosas, tangibles acumulaciones de intangibles, piñatas que no necesitan Historical Society para integrarse al acervo de la inva- fue propietario durante cincuenta años, además no luable Kemble Collection. El enorme archivo acumu- ser rotas porque se abren y cierran incesantemente repitiendo en cada hojeada el continuo e iluminante dice una palabra sobre los libros que produjo. El vo- lado por Taylor & Taylor también es ahora parte de la acertijo de lo real. Por eso imprimir es algo muy diferente a transmitir. Imprimir convierte el lenguaje lumen fue reimpreso con material adicional de Henry Kemble Collection. en un acto físico, independientemente presente en el tiempo y el espacio. La palabra impresa es una R. Wagner, Harold C. Holmes y Gregg Anderson, en Oakland, Holmes, 1952. Un buen resumen de su vida 4. De una conversación con Ruth Teiser: Grabhorn, cosa con la que el ojo o el pie pueden tropezar, como un coco, como una piedra. Robert, Fine Printing and the Grabhorn Press, transcrip- se encuentra en Karen, David, Dictionnaire des artistes de langue française en Amérique du Nord, Québec, Musée ción inédita de tres entrevistas realizadas por Ruth Tei- Esto está cambiando. Las letras con las que se imprimían los libros fueron evaporadas veinticinco du Québec / Presses de l’Université Laval, 1992, pp. ser en 1967, Mss Banc 69/12c, 1968, p. 99. años atrás; se las arrojó al caldero digital, del que solamente retornará su sombra fantasmal. Hace tres 101-103. 5. También de una conversación con Ruth Teiser: Gra- 26 27
  • 15. bhorn, Edwin, Recollections of the Grabhorn Press, trans- 10. Wilson, Adrian, Two Against the Tide. A Conscien- cripción inédita de cuatro entrevistas realizadas por tious Objector in World War II. Selected Letters 1941- Ruth Teiser en 1967, Mss Banc 69/131c, 1968, p. 77. 1948, Joyce Lancaster Wilson (editor) , Austin, Texas, W. Thomas Taylor, 1990, p. 173. 6. Citado en Baughman, Roland O. “Salute to Edwin and Robert: The Grabhorn Press”, Columbia Library 11. Ob.cit., pp. 186-187. Poniendo las cosas en pers- Robert Bringhurst nació en Los Angeles en 1946. Columns, New York, 1966, 15.2, pp. 23-41, véase la p. pectiva, valga decir que Jack tenía entonces 28 años y Ahora vive en la Altísima California, en una pequeña 40. Adrian 24. Sperisen, el viejo de la historia, contaba 39. isla cercana a la costa de la Columbia Británica. Entre 1986 y 1990 fue editor adjunto de la legendaria publi- 7. Muchas cosas fantasiosas han sido dichas en cuanto 12. Haselwood publicó más libros usando su nombre cación de San Francisco Fine Print: A Review for the al término parmeliano. Adams deseaba creer que de- como sello editorial; después se dedicó a otras cosas. Arts of the Book. Sus obras sobre asuntos de tipografía rivaba del griego µέλας (negro). Empero, Parmelia Hoy es Joko Haselwood, monje budista del linaje soto incluyen A Short History of the Printed Word (1999, es un género de liquen folioso denominado por Eric zen; dirige la sangha Empty Bowl ubicada en Cotati, con Warren Chappell como co-autor), The Elements of Acharius en 1803, a partir del griego πάρµη que sig- California. Typographic Style (2004), The Solid Form of Language nifica un pequeño escudo. El término pasó pronto de (2004) y The Surface of Meaning. Books & Book Design in 13. Otro invaluable sumario de la labor de estos cua- la botánica a la cultura popular, reutilizado como nom- Canada (2008). Una versión más extensa de este texto tro impresores existe en forma de catálogo escrito por bre propio para la mujer, los barcos, por lo menos un apareció originalmente en The Art of the Book in Cali- Sandra Kirshenbaum para una exhibición de la Uni- poblado y varias estancias solariegas. Una vez adoptado fornia. Five Contemporary Presses, catálogo de una expo- versidad de California en Davis, denominada Five Fine como nombre femenino, brotaron las etimologías fal- sición en el Iris & B. Gerald Cantor Center for Visual Printers: Jack Stauffacher, Adrian Wilson, Richard Bigus, sas a partir del griego µέλι (miel); ahora abundan como Arts de la Universidad de Stanford, Bringhurst, Robert Andrew Hoyem, William Everson, Davis, University of la cizaña en internet. ¿Acaso las fotos de Adams seme- y Koch, Peter (editores), Palo Alto, Stanford Universi- California Davis, 1979. jan escudos o líquenes? No especialmente; parece que ty Libraries, 2011: 7-26. la señora de Moore escogió la palabra precisamente 14. Así como el Codex Oxoniensis es el libro que per- por ignorar su significado. tenece (es decir, que fue llevado) a Oxford, el Codex Espangliensis es el libro que pertenece (o debería ser Jorge Alberto Lozoya, traducción al castellano. 8. Todo estos eran trabajos de encargo, producidos llevado) adonde sea que se hable Spanglish. entre 1942 y 1948. Fueron impresos por Plantin Press con la impronta editorial Privatdruck der Pazifischen 15. Russell, John, The Meanings of Modern Art, Nueva Presse. No sorprende que Pazifische Presse fuera ella York, Museum of Modern Art / Harper & Row, 1981, misma una creación de expatriados, fundada en Los p. 227. Angeles por Felix Guggenheim y Ernst Gottlieb. 16. Estas reflexiones aparecen en el conocido ensayo de 9. Novum Psaltrium, la gran edición de los salmos lati- 1980 “Spatial Form in Literatura” en la revista Critical nos que Everson imprimió pero no publicó, es a ve- Inquiry y reproducido en The Language of Images, co- ces acreditada a St. Albert’s Press. Ese es el nombre de lección de ensayos editada por Mitchell y publicada el la imprenta del Priorato de San Alberto en Oakland mismo año por la University of Chicago Press. donde, haciéndose llamar el Hermano Antoninus, Everson tenía sus máquinas y publicaba bajo el sello de Albertus Magnus. Los salmos, a partir de los pliegos de Everson, fueron en realidad publicados por Estelle Doheny en Los Angeles. 28 29
  • 16. EL ARTE DEL LIBRO EN CALIFORNIA CINCO IMPRENTAS CONTEMPORÁNEAS Peter Rutledge Koch Estoy tentado a colgar mi texto introductorio a esta exhibición de cinco destacadas imprentas califor- nianas de las palabras de William Everson, poeta e impresor quien, cuando inauguró su Equinox Press en Berkeley allá en 1947, declaró: “Como hombre creativo, lo más enriquecedor que puedo hacer es escribir un poema, lo siguiente es imprimirlo.” (1) Digo tentado porque, como suele ser el caso con toda agrupación de inconformes - artistas, poetas, músicos de rock o especialmente impresores - no hay dos que se pongan de acuerdo y por lo menos uno de cada cinco desecharía la poesía enteramente o solo aceptaría aquellos ancestros que no hayan sido nombrados o enlistados más abajo. Desde luego no todos admitirían el argumento de que imprimir es un arte refinado o que el libro puede en verdad ser una obra de arte siempre y cuando se le produzca bajo determinadas condiciones, como a una pintura o un poema. Sin embargo, las condiciones son tales que las afirmaciones amplias y tajantes sobre cuestiones artísticas y el Zeitgeist occidental y su confrontación con el gran Océano Pacífico resultan aptas. En su extenso ensayo Archetype West (Arquetipo oeste) (2) , Everson rastrea el desarrollo de su arte poética desde la Grecia clásica y ciertas fuentes budistas hasta el Renacimiento de San Francisco y el subsiguiente movimiento Beat, todo colisionado en el dramático y elemental paisaje de California que representa un tiempo climatérico del arte y la cultura occidentales. Everson define una estética literaria y cultural distintamente californiana que del oeste fluye de retorno al este hacia los viejos mundos de Nueva Inglaterra y Europa; mientras que rumbo al oeste llega a Japón, China y más allá. Everson sostiene que los artistas de California son mucho menos tradicionalistas y convencionales que sus contrapartes del este norteamericano. Para ello, delinea la progresión hegeliana del arte y la cultura occidentales como un espíritu de frontera – un espíritu salvaje que se mueve hacia el oeste – para terminar en la costa del Pacífico; allí confronta las antiguas filosofías asiáticas sobre religión 30 31
  • 17. y arte. Si bien la tesis es discutible, no deja de ser muy atractiva, tomando en cuenta el impacto de Cali- cauteloso, reconociendo tradiciones, rompiendo reglas, experimentando, descubriendo nuevos mate- fornia a partir de la Segunda Guerra Mundial. California tiene una presencia distintiva en el escenario riales y encontrando nuevas expresiones que sustenten la visión de cada quien. El propósito de esta internacional de las artes del libro, como en otros campos culturales sean éstos la literatura, el cine o la exhibición es dar sustento a la afirmación de que los impresores de California están en el meollo de un pintura. California está al oeste de Occidente. (3) profundo experimento artístico, incesantemente empujando las fronteras del arte en la forma de los libros que imprimen. En California el avasallador paisaje natural es escenario para el choque y entrelazamiento de culturas a escala y velocidad nunca antes vistas. En doscientos años, las culturas americanas originarias fueron En su ensayo The Book as Object (El libro como objeto), Michel Butor provocativamente declara que diezmadas y la cultural misionera española de la Alta California que les sucedió, destruida. Mientras “todo escritor honesto es hoy confrontado por el problema del libro.” Butor se pregunta: “¿Por qué tanto, los emigrantes de Europa (vía Canadá, el este de Estados Unidos y directamente de Europa), los estamos satisfechos con el libro?”. La cuestión puede replantearse así: ¿En vista de que podemos de África (vía Suramérica y el Caribe), así como los de América Latina y Asia han fluido de manera ‘congelar’ lo que decimos, cantamos o visualizamos en un considerable número de medios que van tan intensa que elevaron la población hasta los treinta y siete millones, treinta de los cuales llegaron de la piedra labrada a la captura digital, por qué exactamente nos aferramos al libro?” Butor contesta de alguna parte durante los últimos setenta años. Los libros de esta exhibición reflejan profundamente a su propia interrogante: “La única, pero significativa superioridad no solo de los libros sino de toda este tumultuoso entorno de influencias culturales. escritura sobre los medios de grabación directa - que son mucho más precisos - radica en la simultánea exposición ante nuestros ojos de lo que los oídos pueden apreciar solamente en secuencia. El desarrollo Paralela al mundo de los poetas y artistas de San Francisco y de la costa del Pacífico rumbo a Los An- de la forma del libro…ha estado siempre orientado hacia el mayor énfasis de esta característica.” (4) geles, hay una cultura de la lenta impresa en la que los impresos/editores con su arte contribuyen sig- nificativamente a la cultura material a partir de las colaboraciones al arte de las formas y los artefactos En un contexto un poco diferente, puede leerse la declaración igualmente provocativa del poeta e im- que salen de sus imprentas. Para Everson, como poeta e impresor, la frontera literaria en California fue presor William Everson en su ensayo The Poem as Icon (El poema como icono). Sobre el libro propia- primero iluminada por Bret Harte, Mark Twain y Jack London, en quienes los magníficos paisajes de mente, Everson escribió que “hagamos lo que hagamos con el libro estamos trabajando con él también Sierra Nevada y la costa del Pacífico influyeron profundamente como símbolo. Son las implicaciones y consecuencias inherentes al libro como símbolo las que generan tanto el incentivo como las terribles dudas al emitir juicio cuando nos aproximamos a él. Hay muy po- Tras la Fiebre del Oro, la costa bohemia desde el sur de San Francisco hasta Big Sur hervía de escri- cos libros perfectos.” (5) Más allá de estas dos reflexiones, más allá de la herramienta y el icono, yace el tores; entre los más renombrados están Robinson Jeffers, Frank Norris, Janet Lewis, Ambrose Bierce complejo concepto del libro como obra de arte. y Henry Miller. Estos autores y sus seguidores tuvieron muchos amigos impresores. Grabhorn Press, Jumbo y Colt Presses pertenecientes a Jane Grabhorn, así como Green Press del joven Jack Stauffacher, A lo largo de los últimos cuarenta años ha venido ocurriendo un esencial cambio paradigmático en sobresalieron prominentemente en el centro mismo del mundo del arte en San Francisco. A partir cuanto a la concepción y producción del libro como arte y artefacto. Tradicionalmente, a los libros del Renacimiento de San Francisco y el movimiento Beat hasta la aparición de los Hippies, los escrito- considerados obras de arte se les definía como libros que contenían grabados originales - el modelo res Kenneth Rexroth, Robert Duncan, Gary Snyder, Richard Brautigan, Philip Lamantia, Lawrence histórico del livre d’artiste (libro de artista) a principios del siglo veinte - publicados por mecenas co- Ferlinghetti, Michael McClure, Charles Bukowski y otros colaboraron con los artistas visuales para nocedores; o bien como impresos finos, lo que para los bibliófilos californianos James D. Hart y Wald producir ediciones limitadas y libros finos de imprenta que todavía hoy sirven de inspiración a los jóve- Ritchie quería decir que eran tipográficamente sofisticados y bellamente ilustrados. Libros dignos de nes poetas y artistas. Impresores literarios como William Everson, David Hazelwood, Adrian Wilson, pertenecer a la biblioteca de un caballero, por ejemplo los que producía el Limited Editions Club. Andrew Hoyem, Graham Mackintosh y Clifford Burke estuvieron profundamente involucrados. Todo esto cambió a fines de los años setenta, cuando una aproximación más crítica y sofisticada a las Dado que es en el medio impreso donde el oficio del escritor se hace visible, el espíritu que dirige al propiedades conceptuales, físicas y formales del libro más que nunca requirió que fuera una obra de tipógrafo y al maestro impresor es el mismo que mueve al artista y al escritor. Un espíritu que avanza arte; el que dentro de él hubiera algo de arte, ya no fue suficiente. El libro comenzó entonces a adquirir 32 33
  • 18. niveles de significado que antes los lectores no relacionaban con el contenido. Tanto el contexto social de la producción como la estructura física y los materiales pasaron a convertirse en la firma del impre- sor/artista como productor de libros, a manera de reflejo del significado de los contenidos del libro. Este cambio de paradigma, una idea más inclusiva de lo que constituye una obra de arte aunada a la profundización del concepto del libro como objeto, ha madurado enormemente en los pasados veinte años. Las complejidades artesanales y de conocimiento que hoy coexisten en la manufactura de un libro propician la colaboración. De ahí que artistas, impresores y escritores más jóvenes se vean ahora acom- pañados, influenciados e informados por encuadernadores conservadores, fabricantes de papel artesa- nal, diseñadores de tipos, ingenieros de medios digitales y nuevos académicos dedicados a estudiar la historia del libro. Por último y muy importante, los productores del libro están mucho más conscientes de las innovaciones y convenciones del arte contemporáneo en otros medios, con la consecuente so- brecarga de conceptos y contextos. El arte del libro ha madurado hasta convertirse en una forma artística que excede todos los anteriores parámetros del libro como objeto; un buen número de ejemplares que lo confirman se ha producido en California durante los últimos cincuenta años. Este hecho está solo parcialmente documentado. Si bien los libros se incorporan a las principales colecciones del mundo y aparecen en exhibiciones y catálogos, no existe todavía una bibliografía definitiva que pueda guiarnos: todos somos pioneros en el campo. A partir de los años sesenta y setenta, los libros de artista pasaron a ser en un género separado, en parte debido al florecimiento de volúmenes intencionalmente baratos producidos y publicados por el mis- mo artista. Un ejemplo es el brillante, pero en última instancia cínico, ejercicio en banalidad llamado Twenty-Six Gasoline Stations (Veintiséis gasolineras) de Ed Ruscha. El movimiento unió los valores de la producción para el mercado masivo con contenidos elitistas orientados a y dirigidos por los estratos académicos que acuden a museos. El concepto denominado ‘múltiple democrático’ alcanzó su apogeo a finales de los setenta. Estos libros se encuentran documentados y examinados en detalle por Clive Phillpot (7) y Johanna Drucker (8), entre otros. ambiente del Pop Art, más cínico, alborotador y dirigido al mercado masivo durante la década sesenta. En un sentido diferente al de las publicaciones de las pequeñas prensas independientes, que se mofaban En California del norte, la generación de artistas y escritores tutoreada por impresores/editores muy y deliberadamente subvertían el mercado masivo editorial floreciente en el mundillo del arte durante educados y mayores como William Everson, Jack Stauffacher y Adrian Wilson empezó a ver virtud en los años sesenta y setenta, hacia 1975 empezamos a ver un muy nuevo concepto del libro como artefac- las prácticas de diseño históricamente informadas, la impresión fina, los papeles manufacturados y los to. Los artistas jóvenes se cansaron de trabajar en la producción barata y con frecuencia carente de ins- estilos tipográficos sofisticados y originales. (9) Al mismo tiempo, se encontró continuamente expuesta piración generada por las prensas alternativas; descubrieron entonces que la disciplina y dedicación de a los audaces trabajos publicados por Auerhahn Press y City Light Books de San Francisco, así como los maestros artesanos revive un profundo sentido de pertenencia e integridad, obviamente ausente del por Black Sparrow Press de Los Angeles. ¡Una infusión en verdad sustanciosa! 34 35
  • 19. Significativamente, en 1975 se fundó en San Francisco Fine Print. The Review for the Arts of the Book. Fue La tercera corriente es la de los ‘libros de impresor’, que Kirshenbaum identifica “…por su ímpetu en las páginas de esta revista donde por primera vez vimos documentación sobre la naciente generación creativo que se origina y fluye no del artista/ilustrador o del autor/editor, sino del impresor, la per- de impresores dotados de talento artístico. Con su ayuda, así como con el entusiasta apoyo editorial sona que en fin de cuentas hace el libro.” Prosiguiendo con esta línea de pensamiento, propone que de los impresores y curadores, Fine Print se convirtió pronto en una publicación internacional, líder en los libros de impresor potencialmente representan el más alto género, habida cuenta de que permiten el campo de las artes del libro. Ese mismo año de 1975 se publicaron el Phaedrus de Jack Stauffacher y el más alto grado de independencia artística. Prosigue diciendo que “también se les puede denominar Granite and Cypress (Granito y ciprés) de William Everson: los dos iconos del nuevo movimiento. libros tipográficos, dado que emanan no solo de la herencia de las artes visuales sino toda la herencia del libro como el principal transmisor de civilización a partir de las letras, esos signos y símbolos refinados En 1979, los Bibliotecarios Asociados de la Universidad de California en Davis montaron una exposi- y destilados a lo largo de centurias para conformarse de manera perfecta a las facultades cognitivas de ción intitulada Five Fine Printers. Jack Stauffacher, Adrian Wilson, Richard Bigus, Andrew Hoyem, William la humanidad.” Everson. (Cinco impresores finos…) El catálogo editado por Sandra Kirshenbaum (10) abre con el siguiente epígrafe de N. Scott Momaday, que rinde homenaje a nuestras raíces como una civilización Las categorías de Kirshenbaum no son mutuamente excluyentes y en algunos casos raros las tres están del libro: presentes en el mismo libro, aunque aquí debo ser precavido y recordar aquel viejo dicho de que pue- des hacer un libro barato, aprisa y bien, pero escoge dos características porque nunca podrás con las “Lo mejor de nuestra existencia transcurre dentro del elemento del lenguaje. El libro es la concentra- tres al mismo tiempo. ción de ese elemento, la realización plena de nuestra experiencia en el mundo de las ideas. Como tal es algo de infinitas posibilidades… .” Cuatro de cada cinco impresores presentados en la exhibición Five Fine Printers de 1975 son general- mente considerados entre los más influyentes precursores de la actual generación de impresores litera- En su introducción, Kirshenbaum cuidadosamente identifica tres corrientes en el arte del libro. La rios de California, mientras que el quinto – y más joven – se fue del pueblo. Cuatro de los impresores primera es un nuevo género llamado ‘libros de artistas’ caracterizado como “un soberbio medio de que se presentan en esta exposición laboraron directamente con alguno de estos maestros: Felicia Rice comunicación personal y expresión artística para los artistas contemporáneos –pintores, escultores, estudió tanto con William Everson como con Jack Sauffacher en Santa Cruz, Peggy Gotthold y Larry impresores – que han acudido al libro como nunca antes… . Estos libros son objetos artísticos, lienzos van Velzer trabajaron con Andrew Hoyem; yo fui aprendiz en el diseño de libros con Adrian Wilson. estéticos; erráticos, exóticos, experimentales, antitradicionales. A veces su manufactura es descuidada y chapucera; pueden deliberadamente ignorar los principios tipográficos básicos, pero con frecuencia Desde luego la historia no acaba allí y muchas otras influencias de la bibliósfera están presentes en son atractivos y originales.” nosotros. Carolee Campbell estudió con Harry Reese en la Universidad de California Santa Barbara y ha sido influenciada, tipográficamente hablando, por predecesores como Ward Ritchie y Saul y Lillian La segunda corriente es “la clásica tradición del Livre d’artiste o Livre de peintre, que alcanzó su perfec- Marks. Los Reese, influenciados por la Something Else Press, argumentan no pertenecer a ninguna ción con los artistas de la Escuela de París (Picasso, Matisse, Bonnard, Léger, Dufy) entre los inicios y tradición. El vasto entramado de libros e imprentas tradicionales o no está allá en California, donde a mediados del siglo veinte. Estos libros, usualmente lujosos, impresos en papel hecho a mano e ilustrados la sombra y a plena luz trabajamos en nuestras diversas visiones con tradiciones compartidas. con grabados originales, pretenden ser vehículos del artista, frecuentemente de aquel que ya se ha ga- nado la reputación de ‘artista fino’, más que de ‘ilustrador de libros’… . Algunos de estos libros son pro- Signo de la continua vitalidad de las artes del libro en California, fue el surgimiento en Berkeley ducciones del tipo ‘te ves muy bien en la pared, a ver como te ves en un libro’. Se trata de esencialmente durante 2007 de CODEX International Book Fair and Symposium (CODEX, Feria Internacional del bellos portafolios de grabados acompañados de un texto que enhebra las cosas. Los mejores ejemplos re- Libro y Simposio). La Feria de 2009, considerada la más exitosa del mundo, incluyó la exhibición de presentan un alto nivel de interpretación visual e integración con un texto, una sinérgetica colaboración los trabajos de más de 150 artistas e impresores de veinte países de los seis continentes. A partir de entre el artista y el autor, por ejemplo la influyente colaboración de Jasper Johns con Samuel Beckett en 2011, la CODEX Foundation colabora con la Stanford University Press en la publicación de libros y Foirades / Fizzles (Burbujas gaseosas), libro publicado en 1976 por St. Petersburg Press.” monografías dedicadas a documentar las artes del libro a escala global. La primera publicación de la 36 37