El documento habla sobre no agobiarse por el mañana y confiar en la providencia de Dios. Jesús les dice a sus seguidores que no se preocupen excesivamente por el futuro porque eso les quitará la paz. En su lugar, deben mantener la serenidad y vivir cada día abiertos a las bendiciones de Dios, confiando en su protección aunque no puedan prever todo lo que pasará. La oración final pide guiad para vivir comprometidos pero sin ansiedad y confiar en Dios como su roca y salvación.
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HOMILÍA DEL VIII DOMINGO DEL TO. CICLO A. DIA 2 DE MARZO DEL 2014. NO OS AGOBIÉIS POR EL MAÑANA
1. NO OS AGOBIÉIS POR EL MAÑANA.
(Mt. 6, 24 – 34).
Queridos amigos: A las personas nos gustaría prevenir todo en la vida: el
tiempo, el trabajo, la salud y hasta la felicidad.
Tal vez, por esto, nos cuesta creer en la providencia: en admitir nuestra
impotencia y en asumir que hay hechos, situaciones y sentimientos, que no
podemos preveer, ni evitar sus daños o perjuicios.
Jesús, en el pasaje evangélico de hoy, nos repite hasta cinco veces, “no os
agobiéis por el mañana”. No dice, que no nos preocupemos de nada ni por nada.
Nos dice, “no os agobiéis”.
El agobio y la angustia constante y permanente, nos perjudica y nos hace perder
la calma y la paz.
Con esta advertencia, el Señor nos quiere hacer caer en la cuenta de nuestra
limitación e impotencia; pero también, que es muy conveniente mantener la
serenidad y la paz.
¿Qué es vivir sin agobio el mañana…?
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Es estar abiertos a las promesas, a las sorpresas y a las bendiciones.
Es tratar de descubrir sin perder la confianza lo que nos ocurre y acontece.
Es experimentar y sentir las formas tan distintas y variadas que tiene el Señor de
hacerse presente: la protección, la confianza, el trabajo, la oración; por la luz y la
belleza, por la cruz y la certeza.
• Es poder saborear las pequeñas alegría de cada día, y relativizar cuanto podamos
las dificultades.
Confiemos en el Señor, “que no se olvida de nosotros”. (Isa. 49, 14 – 15).
Confiemos en su providencia, como el salmista: “Sólo en Dios descansa mi
alma, porque de él viene la salvación”. (Sal. 61, 2 – 3).
ORACIÓN.
Ayúdanos, Señor…:
A vivir comprometidos pero sin ansiedad.
A caminar ligeros, pero sin prisas.
A trabajar con empeño, pero sin agobios.
A confiar, pero sin angustias.
A no tener miedo al mañana que nos aguarda.
“Tú, Señor, eres nuestra roca y salvación”. (Sal. 61, 2- 3).
Gabriel.
8º. Domingo Ordinario. Ciclo. A. Madrid. 2 de Marzo de 2014.