"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
03. Catequesis Para El Adviento 2009
1. TERCER DOMINGO DE ADVIENTO“FIESTA DE GOZO” La primer palabra que hoy nos llega es un anuncio gozoso, un Evangelio, un mensaje de alegría. Es la nota distintiva del Tercer Domingo de Adviento, llamado “Gaudete”. Todavía no es la alegría grande de la Navidad, ni la alegre victoria de la Pascua. Es una alegría ilusionante y expectante, hija de la esperanza, es la alegría de que esperas el cumplimiento muy pronto de una gran noticia.
2. Necesitamos cultivar la alegría del Adviento, cultivando la ilusión y la esperanza. Necesitamos escuchar buenas noticias, aunque sean pequeñas y sencillas. Que alguien te diga, por ejemplo, que han preguntado por ti, que te recuerdan con cariño, que incluso rezan por ti. La alegría de que alguien te llama o envía una carta, que alguien te diga buen día y te sonría o te invite a su casa, o te felicita o te hace un regalo significativo, que alguien aprecia tu trabajo y tu persona; que alguien te quiere y, sobre todo, que Alguien te quiere; que hiciste algo bien, que compartiste una ilusión o una alegría, que curaste alguna herida o que has levantado algún caído. Lo mismo sucede en la vida del Espíritu: La oración personal o compartida, el ejemplo estimulante que des o que recibas, la presencia de un amigo o amiga, una ofensa perdonada, un dolor aceptado y bien ofrecido, una caridad, haber sido generoso, un compromiso aceptado, un acto de misericordia, un ansia de Dios muy sentida…
3. 1.- PROFETAS Y TESTIGOS DE LA ALEGRIA. Necesitamos estos profetas y testigos de la esperanza y de la alegría, porque a pesar de las muchas diversiones, distracciones y placeres, se capta en nuestra generación un fondo de vacío y tristeza, de miedo y desesperanza. Hace falta descubrir lo hermoso y positivo de la vida. El texto profético de Isaías es el anuncio de una gran alegría que alcanza el cuerpo y el alma. El mismo Isaías habla de gente marcada por el miedo, la debilidad y el destierro “tántos años oprimidos”, se habla de personas lisiadas ¡tánta enfermedad y pobres!... “sean fuertes y no teman; se despegarán los ojos del cielo”. Es el mismo anuncio que hoy también debemos hacer en tantas millones de personas que sufren en el cuerpo y en el alma. ¿Cómo hacerles llegar esta buena noticia?
4. 2.- RAZON DE ESTA ALEGRIA. Toda fiesta y alegría esta en el Señor. El es quien verdaderamente nos salva, el que definitivamente nos salva y el único que puede salvarnos. Si alguien te asegura que Dios se preocupa por ti, que te mira con un cariño inmenso, que te perdona y regala sin límites, entonces todo cambia: tu vida se llena de luz y de paz, te sentirás salvado y, suceda lo que suceda, te sentirás feliz. Un amor así como el de Dios es la mejor noticia que puedas recibir porque El es capaz de rescatarte de todo destierro, de toda desgracia y de todo miedo. Si Dios te ama ¡y te ama mucho! Tú no serás infeliz. Por eso el Profeta Isaías lo repite: “Ellos verán la gloria del Señor y la belleza de nuestro Dios”… “Mirad a vuestro Dios, que viene en persona y lo salvará”.
5. Hasta los ciegos verán la gloria y la belleza de Dios. Gloria y belleza que radica en su infinita misericordia y que se manifiesta en Cristo. El viene en persona a salvarnos. Esto es mucho más de lo que el profeta podría imaginar. Dios viene en persona, en Jesús, el Dios con nosotros. Viene como médico, maestro, amigo, esposo, redentor y salvador. Viene a consolarnos y a curarnos: con palabras, con su vida y con su sangre y con sus manos nos acaricia y salva. Cristo es la ternura de Dios.
6. 3.- LAS SEÑALES DEL MESIAS. Son las señales que narra Isaías y deben también ser hoy día los signos de la identidad de un buen cristiano: “En esto conocerán que son mis discípulos” en que se amen y amen como yo los amo. Será un buen cristiano el que como Jesús pase su vida haciendo el bien a todos, el que evangelice a los pobres con su amor, el que ofrezca algo de luz a los ciegos con su vida y palabra, el que sepa acercarse y limpiar a los modernos leprosos, el que ayude a caminar a los que no saben cómo, ni por dónde, ni por qué; el que presta su voz a los que nada tienen, el que diga palabras que lleguen al corazón, el que sea instrumento de la gracia y de benevolencia de Dios. Todos estos signos brillan con más fuerza cuando se viven en comunidad. Cuando como familia de Dios lleguemos a los más marginados; cuando pongamos paz donde haya conflicto; cuando seamos solidarios y promovamos un desarrollo justo y demos servicio a quien nos necesita.
7. Si actuamos de esta forma haremos de nuestra Iglesia una Iglesia samaritana y casa y escuela de comunión y amistad. El Señor nos necesita como testigos actuales de su amor a la humanidad. Empecemos a serlo en este Adviento para prepararnos a la Navidad.