2. Todos nosotros hemos sido educados en la idea de que la ciencia
es la forma de conocimiento del mundo que inevitablemente lleva
a descubrir verdades, derribando así el oscurantismo de otras
tradiciones basadas en la fe y el dogma. De la misma manera, se
nos ha educado para pensar que esta característica de la ciencia
proviene de su método de conocimiento, basado en la
recolección de datos, formulación de hipótesis y su verificación
experimental. Y también se dice que para que la tarea de la
ciencia pueda ser llevada a buen término, es necesario que los
científicos sean personas objetivas, desprejuiciadas, libres de todo
apasionamiento personal (como no sea el del conocimiento
mismo) y neutrales.
3. Así, la ciencia aparece como una actividad privativa de ese tipo
de personas, no como una actividad que pueda ser compartida
por el conjunto de la sociedad, pues la mayoría de sus integrantes
viven una existencia demasiado arraigada en el prejuicio y la
ideología como para poder observar a la naturaleza "tal como es".
4. Por otra parte, la concepción capitalista del mundo, basada en la
fragmentación del mismo en partes pequeñas y "esenciales",
fomenta un desarrollo científico basado cada vez más en las súper
especializaciones. Se supone, según esta concepción, que el mejor
científico es aquel que es autoridad indiscutible en una pequeña
parte del saber, quedando entonces la comunidad científica
dividida en miles de especialistas, tan profundamente
conocedores de su área, que nadie que se sitúe fuera de ese
pequeño campo será capaz de rebatir sus conclusiones.
5. Sin embargo, esta forma de desarrollar la ciencia tiene como
consecuencia negativa una fragmentación enorme del
conocimiento. Los científicos, entre más especializados estén en
una mínima fracción del conocimiento del mundo, son poco
capaces de comprender gran cosa de lo que se lleva a cabo en
áreas que no son la suya; las consecuencias de los descubrimientos
en otros campos les son frecuentemente desconocidas, pero lo
más importante: la sociedad, que en su mayoría posee un
conocimiento superficial de la ciencia y su quehacer, se ve
desplazada no sólo del conocimiento científico mismo, sino de las
decisiones sobre lo que se debe hacer en ciencia. Esa es tarea
exclusiva de los que "entienden" de ciencia, de los pocos seres con
esta capacidad de "evadir" los prejuicios e ideologías y
comportarse objetiva y neutralmente frente al mundo.
6. De esta manera se genera una "tiranía del experto". Es a éste, al
político y al empresario que lo avalan quienes les corresponde
definir las líneas de investigación, las conclusiones y las
aplicaciones de los descubrimientos. El resto de la sociedad se
encuentra desplazada de esas tareas. De esta manera la ciencia,
de ser una actividad que debería llevar la cultura y la comprensión
verdadera del mundo, deviene actividad excluyente, elitista y
antidemocrática. De actividad crítica, se convierte en dogmática
y autoritaria.
7. Lo anterior es aún más válido en las épocas presentes, en las que
un capitalismo en decadencia es cada vez más incapaz de
ofrecer satisfactores de larga duración a sectores significativos de
la población. La investigación científica en el neoliberalismo está
desplazando de sus decisiones a millones y millones de seres que se
están viendo negativamente afectados por las decisiones que
acerca de ella se están tomando.
8. Claros ejemplos de esto son la biotecnología y la genómica, cuyos
apologistas prometen grandes avances para la humanidad, pero,
paradójicamente, desprecian e ignoran las protestas que en todas
partes del mundo se están dando, por ejemplo, a la fabricación y
comercialización de alimentos transgénicos. De acuerdo con la
visión elitista y dictatorial del experto en ciencia, no puede
equipararse la opinión de uno de ellos, con la de un campesino
que de ciencia no sabe nada y que por tanto no tiene nada que
opinar sobre genes, transposiciones, resistencia a antibióticos o
síntesis de vitaminas. Al mismo tiempo, situándose como juez y
parte, considera deleznable cualquier otra forma de conocimiento
tradicional, por ser "no científica" .
9. Esta manera de hacer ciencia es una característica poco
mencionada de los sistemas totalitarios. Una sociedad
verdaderamente democrática es, entre otras cosas, una en la cual
la población es capaz de comprender lo que es la ciencia, sus
teorías y sus conclusiones, no una sociedad en la que 95 por ciento
o más de sus integrantes son obligados a aceptar pasivamente las
conclusiones de la ciencia, en nombre de un "progreso" del que
usualmente nunca disfrutan.
11. El aumento demográfico (crecimiento de la población) impulsó el
desarrollo de las ciudades y movimientos de población
(campesinos que migran a la ciudad), dando lugar a nuevos
grupos sociales.
En las ciudades, la alta burguesía comercial y financiera se vuelve
un grupo social con gran poder económico, y –además- empiezan
a participar en cargos del estado.
12. En las ciudades viven también otros grupos sociales urbanos de
condición social y económica intermedia (media burguesía:
artesanos y pequeños comerciantes) o baja (trabajadores urbanos,
mendigos).
En el ámbito rural, se mantiene en muchos lugares la explotación
del campesinado por los nobles (relaciones de servidumbre), pero
al mismo tiempo se van introduciendo cambios en la sociedad
rural que tienen que ver con la intervención de burgueses en la
economía rural (por. ej. el trabajo a domicilio).