1. Un día habrá una isla
El texto presentado se titula “Un día habrá una isla”, y se encuentra incluido en el poemario
Las islas en que vivo, publicado en 1971 y escrito por el poeta y periodista, Pedro García
Cabrera, natural de las islas Canarias, concretamente de Vallehermoso, un pequeño pueblo
situado en la Gomera. Aunque nace en la Gomera, pasa casi toda su vida en la isla vecina,
Tenerife, donde muere tras haber vivido la Guerra Civil y el Franquismo. Es encarcelado,
por su ideología política, aunque se fuga y, cuando lo apresan, lo deportan a África, se
vuelve a fugar y va a la península, donde lo vuelven a apresar. Todo ello sucede
en un
período de tiempo de diez años. El poeta presenta dos factores influyentes en su poesía: el
ser un isleño, por un lado, y, por otro, su compromiso con la sociedad, por la que lucha y le
aporta “manos de esperanza”.
En “Un día habrá una isla” se presenta como tema una queja a la represión y a la ausencia de
libertad de la sociedad española, concretamente contra la libertad de expresión, libertad
por la que luchan él y tantos como él, ya que nos afirma que no está solo. Llama la atención
cómo acentúa la idea de la represión contra la libertad de expresión al principio y al final
del poema (“que no sea silencio amordazado”).
El poema es una silva, pues en él se combinan versos heptasílabos y endecasílabos, a gusto
del autor. La rima tampoco sigue una estructura determinada; sin embargo, presenta
algunas asonancias que, curiosamente, se encuentran en los versos que se cita la palabra
“isla”.
En cuanto a la lengua utilizada, destaca el empleo lenguaje sencillo. Sin embargo, esto no
impide que el lenguaje esté tremendamente cuidado y la obra repleta de recursos
estilísticos. Empezaremos señalando el valor simbólico que adquiere esa “isla”, de la que nos
hala desde el título: se trata de una sociedad ideal en la que reina la libertad de expresión.
Expresa el dolor de las personas a través de metáforas y metonimias (“de mirarse a la cara
sus heridas”, “el corazón rumbo a la tormenta”, “se tragan el tiempo en carne viva”) y alude
a las personas que, al igual que él, nunca se rinden en dos versos paralelos relacionados,
además, de forma anafórica (“aquellos que no cesan… /aquellos que no pierden…”). Para
resaltar la idea de opresión a la libertad de expresión, el autor repite un verso al principio
y al final del poema (“que no sea silencio amordazado”), Su condición de isleño influye en
sus obras, claro ejemplo de ello es la personificación que hace del mar, añadiéndole un
epíteto de connotación positiva (“alegría del mar”). También influye en su poesía su
compromiso con la sociedad, haciéndola más cercana y aludiendo el apoyo que esta le ofrece
(“solo no estoy”, “manos de esperanza”). En este sentido, tenemos que señalar una
concepción de la sociedad unida que lucha contra la opresión, tal como también encontramos
en otros poetas sociales como Blas de Otero o Gabriel Celaya.
Ardiel García Gil