1. III Proyecto de Apoyo a la Escuela Pública Uruguaya - FORMACIÓN EN SERVICIO
EQUIPO DE CIENCIAS SOCIALES
ANEP / BIRF - CONSEJO DIRECTIVO CENTRAL
RIESGO AMBIENTAL
Al analizar las causas de un riesgo ambiental, de inmediato se advierte que el problema no se
centra en el fenómeno en sí, sino en la existencia de condiciones de riesgo que posibilitan que ocurra.
Una situación de riesgo ambiental es el resultado de la existencia de una amenaza y de una
población vulnerable a ella.
Una amenaza es la probabilidad de que un fenómeno físico o antrópico, capaz de hacer daño
(a personas, viviendas, infraestructuras, campos de cultivo, bosques, etc.), se produzca en
determinado momento y lugar.
Una manera de clasificar las amenazas según su origen puede ser:
- DE ORIGEN NATURAL: son aquellas que se originan a partir de fenómenos naturales, es
decir, las que resultan de la dinámica propia de la naturaleza. De acuerdo con la parte de la
Tierra donde se origina el fenómeno se pueden agrupar, a su vez, en:
- a- de origen hidrometeorológico. En este grupo se incluyen los fenómenos que se originan o
desarrollan en la hidrosfera (conjunto de aguas saladas y dulces de la superficie terrestre) y la
atmósfera: inundaciones, huracanes, granizadas, sequías, agotamiento de acuíferos, etc.
- b- de origen geológico. Se trata de los fenómenos que se originan en el interior de la Tierra
(procesos endógenos) y en la superficie de la corteza terrestre: terremotos, erupciones
volcánicas, deslizamientos, erosión, etc.
- c-- amenazas de origen biológico. Son por ejemplo, los brotes de enfermedades epidémicas
y la infestación contagiosa y generalizada de plantas o animales.
- AMENAZAS ANTRÓPICAS. Son aquellos fenómenos que resultan de las actividades
humanas, especialmente de la aplicación de tecnologías. En este grupo se incluyen, por
ejemplo, la contaminación por derrame, los incendios, la destrucción de construcciones por
explosión.
- AMENAZAS ANTRÓPICO-NATURALES. Muchas actividades humanas que deterioran
el ambiente preparan un lugar para que se desencadene una amenaza natural. Por ejemplo, la
pérdida de cobertura vegetal por sobrepastoreo o deforestación favorece la degradación del
suelo y lo hace más propenso a deslizamientos de tierra o inundaciones.
Una población vulnerable o en situación de vulnerabilidad, es aquella susceptible de, o
propensa a sufrir un daño o un perjuicio causado por una amenaza. Es la incapacidad de resistencia
de los seres vivos, especialmente de las personas, frente a un fenómeno amenazante. También incluye
la incapacidad de reponerse después de que ha ocurrido un evento físico con consecuencias
negativas. Por ejemplo, las personas que viven en zonas bajas, por debajo de la cota de un río, son
más vulnerables ante las inundaciones que las que viven en lugares más altos.
El grado de vulnerabilidad de la población depende de factores tales como la edad y la salud
de las personas, sus condiciones sociales, económicas, entre otros.
Una catástrofe ambiental es un evento de origen natural o antrópico que ocasiona graves
perjuicios a la población.
Una de las formas de establecer cuándo un evento es una catástrofe ambiental, es la
utilización de variables cuantitativas que miden la magnitud de los hechos que surgen como
consecuencia del fenómeno (por ejemplo, número de personas fallecidas, cantidad de damnificados,
etc.)
El Centro de Investigaciones sobre Epidemiología de los Desastres (CRED), con sede en
Bruselas, define a un desastre natural como una situación o un acontecimiento que supera la
capacidad local, y requiere solicitar asistencia nacional o internacional.
Se considera que las personas han sido afectadas si requieren asistencia inmediata durante un
período de emergencia para satisfacer las necesidades básicas de supervivencia, como alimentos,
agua, alojamiento, saneamiento y atención médica inmediata. El daño causado por un desastre
generalmente consiste en daños directos (a la infraestructura, los cultivos, las viviendas) y daños
indirectos (pérdida de ingresos, desempleo, desestabilización del mercado).
Adaptado de Geografía mundial y los desafíos del siglo XXI. Arenzo, A., Castro, H. y otros. Ed. Santillana. 2007
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En su artículo “Las catástrofes no son tan naturales como parecen”, Hilda Herzer señala, con
referencia a los llamados desastres naturales, que: “no se trata de un acontecimiento físico sino de un
proceso social, económico y político desencadenado por un fenómeno natural. Llamarlos “naturales”
es inapropiado, porque presupone que pueden existir con prescindencia de la sociedad y las acciones
de los hombres. (…)
Siendo más precisos, se define como desastre aquella situación detonada por un evento físico
que supera la capacidad material de sectores de la población para absorber, amortiguar o evitar los
efectos de dicho acontecimiento (produce un desbalance entre la demanda de acción y la capacidad
para dar respuesta) y que por ende interrumpe la actividad socioeconómica de una comunidad y
produce un cierto daño directo e indirecto. La vulnerabilidad es un estado de ciertos grupos sociales
que puede comprobarse; es consecuencia de un proceso de acumulación de factores socio-económico,
ambientales, habitacionales, sanitarios, nutricionales e incluso psico-sociales. Es la sumatoria de estos
elementos la que conduce a la sociedad, o a partes de ella, a encontrarse en un estado de debilidad
social, de incapacidad para absorber, amortiguar o mitigar cualquier evento que salga de los carriles
habituales”.
Extraído de: “Hacer Geografía en la escuela”. Svarzman José, Cordero Silvia. Novedades Educativas. Buenos Aires. 2007
Para explicar un desastre, dicen los expertos de las Naciones Unidas, importa no sólo su factor
desencadenante, es decir, el fenómeno natural que le da origen, sino también y sobre todo el conjunto
histórico de elementos y relaciones que determinan el efecto final.
Avanzar en las políticas de riesgo implica, delimitar con precisión quién es el responsable de
controlar, de evaluar los costos y de definir quién se hace cargo y de qué. Hay total coincidencia entre
los expertos que la prevención, la planificación y el ordenamiento territorial son los instrumentos más
adecuados para la mitigación de desastres.
Los desastres son un proceso y un producto. Entendidos como procesos, son el conjunto
histórico de las condiciones que llevaron a su ocurrencia, es decir, la historia de las condiciones
naturales y sociales que fueron incubándose para dar lugar al desastre.
A lo largo del tiempo se van generando condiciones que llevan al desencadenamiento de
desastres y sus posteriores efectos sobre el territorio, la economía, la sociedad y la política.
Los desastres como productos se evidencian cuando ocurren efectivamente, pueden fecharse en
un día y una hora determinada. Pueden ser grandes eventos (terremotos, inundaciones) o pequeños
eventos que pasan cotidianamente casi sin mayor preocupación para muchos, pero que acumulados
adquieren una magnitud, a veces hasta más importante que la de los grandes eventos.
Adaptado de: “Geografía mundial contemporánea. Los territorios en la economía globalizada”.
Blanco Jorge, Fernández Caso Victoria, Gurevich Raquel. Aique Grupo Editor. Buenos Aires. 2003.