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Estrategias de enseñanza de la lengua y la literatura 
Módulo escrito por Maite Alvarado con la colaboración de Marina Cortés (Capítulo 3)
Introducción 
Definición de “estrategia” 
En este módulo se considerará la estrategia como un procedimiento flexible que atiende a 
distintos propósitos y se concreta en diferentes formas de actividad y trabajo unificadas por un 
proceso o principio básico. Ese principio básico permite agrupar las estrategias en familias. La 
flexibilidad de las estrategias, a su vez, les permite adaptarse a distintas áreas y a distintos 
dominios dentro de un área o asignatura. 
Los propósitos 
La elección de estrategias para la enseñanza de la lengua y la literatura estará guiada por 
los propósitos que se hayan fijado para la asignatura. Podríamos considerar como propósitos 
generales: 1) formar usuarios competentes de la lengua y 2) desarrollar hábitos lectores y 
escritores y afición a la lectura y la escritura. Estos propósitos pueden, a su vez, desagregarse en 
propósitos con un nivel de generalidad menor. 
Formar usuarios competentes de la lengua implica desnaturalizar la relación con la 
lengua, favorecer operaciones de pensamiento ligadas a la formación de conceptos, desarrollar 
habilidades metacognitivas, promover la automatización de los procesos de nivel inferior 
implicados en la producción y la comprensión de textos a fin de disminuir el costo cognitivo que 
ambas actividades demandan, desarrollar la capacidad de adecuar el discurso a diferentes 
situaciones e intenciones comunicativas, promover el dominio de los formatos o géneros que 
organizan los intercambios lingüísticos en distintas esferas de la práctica social. 
El propósito de desarrollar hábitos lectores y escritores y afición a la lectura y la 
escritura, a su vez, podría desagregarse en una serie de propósitos como: promover la valoración 
de la imaginación, la curiosidad intelectual, la actitud crítica, alentar el desarrollo de sensibilidad
hacia el lenguaje, la capacidad de formular hipótesis y construir problemas, la flexibilidad en la 
elección de estrategias para la resolución de los problemas. 
Principios de clasificación de las estrategias 
Las estrategias que se han seleccionado en función de los propósitos de la asignatura se 
agrupan en torno a tres principios o procedimientos básicos: 
1. Análisis 
2. Reformulación 
3. Invención 
1. Las estrategias basadas en el análisis ponen en juego mecanismos de descomposición 
y jerarquización de elementos o componentes de un todo (palabra, oración, texto). Como 
procedimiento, el análisis está en la base de la mayoría de las estrategias para la enseñanza de la 
lengua y la literatura. En este grupo, no obstante, nos atendremos a las que hacen eje en el 
análisis. Este puede llevarse a cabo según distintos criterios: puede consistir en la descripción del 
objeto (los elementos que lo integran y la relación que los une) o bien incorporar otras variables. 
Así, el análisis de un texto puede limitarse a describir su estructura o integrar consideraciones 
históricas, discursivas, estéticas, etc. En este caso, el análisis se acerca a la interpretación. Por 
último, el análisis puede estar orientado hacia la explicación de determinados procesos o 
fenómenos; volviendo al ejemplo del análisis del texto, este puede centrarse en el propio proceso 
de lectura o de interpretación. En este módulo se explorarán los tres tipos de análisis. 
2. Las estrategias basadas en la reformulación se apoyan en el análisis, pero el 
principio que las nuclea es la paráfrasis: decir lo mismo de otra manera. Se basan en la idea de 
que es posible conservar el significado cambiando la forma. Exploran, por lo tanto, los límites de 
esa posibilidad e implican una reflexión sobre los paradigmas de la lengua, las estructuras 
gramaticales y los campos léxicos, así como sobre las restricciones del universo del discurso. Se 
trata de estrategias que entrenan la comprensión y la producción de textos (especialmente el 
proceso de revisión: lectura y corrección de los propios textos). Las principales estrategias de
reformulación son: a) borrado (reducción), b) inserción (ampliación), c) sustitución, d) 
desplazamiento o recolocación. 
3. Las estrategias basadas en la invención apuntan a la creación de objetos; en el caso 
de la lengua, a la creación o producción de objetos lingüísticos. Son estrategias especialmente 
orientadas a la generación de ideas, el establecimiento de relaciones, la desautomatización de la 
percepción y del lenguaje, la formulación y resolución de problemas retóricos. La invención, 
como principio básico, permite agrupar estrategias que favorecen el establecimiento de puentes 
entre los distintos dominios de la asignatura. Este módulo estará centrado en el taller de escritura 
como modalidad de enseñanza de la lengua y la literatura a través de la invención Las consignas 
que se presentan están agrupadas según el procedimiento o mecanismo en el que se basan: 
a) la invención libre o azarosa 
b) la restricción pura 
c) el binomio fantástico 
d) el extrañamiento
(red conceptual del módulo)
Indice del módulo 
Introducción 
Unidad 1: Los dominios de la enseñanza de la lengua y la literatura 
1.1. Especificidad e interrelaciones. 
1.2. La lengua. 
1.2.1. La gramática. Su objeto de estudio. 
Concepción restringida y concepción ampliada de gramática. 
Gramática oracional y gramática textual. 
1.2.2. El léxico. 
1.3. El texto como unidad comunicativa. 
1.3.1. Cohesión. 
1.3.2. Coherencia. 
1.3.3. Tipos de textos. 
1.4. La noción de discurso. 
1.4.1. Los géneros del discurso. 
1.4.2. La tradición retórica. 
1.4.3. La retórica cognitiva. 
1.5. La literatura. 
1.5.1. La función poética. 
1.5.2. Problemas de definición. 
1.5.3. Géneros literarios. 
1.5.4. La narración. 
Unidad 2: Estrategias basadas en el análisis 
2.1. Una definición de “análisis”. 
2.2. El análisis léxico. 
2.2.1. Análisis de rasgos semánticos.
2.2.2. Constelaciones. 
2.3. El análisis estructural. 
2.3.1. El texto descriptivo. 
Descripción y léxico. 
Los procedimientos descriptivos. 
La enseñanza de la descripción. 
2.3.2. El texto explicativo. 
2.3.3. Géneros mixtos. 
2.4. El análisis comparativo. 
2.4.1. La comparación en la enseñanza de la literatura. 
2.5. El texto como pluralidad de códigos. 
Unidad 3: Estrategias de reformulación 
(transcribir índice del capítulo) 
Unidad 4: Estrategias de invención 
4.1. Invención y pensamiento creativo. 
4.2. El taller de escritura. 
4.2.1. La consigna 
4.3. Los procedimientos de invención 
4.3.1. Invención libre o azarosa (consignas surrealistas)
4.3.2. Restricción pura (consignas oulipianas) 
4.3.3. Binomios fantásticos 
4.3.4. Extrañamiento
Unidad 1: Los dominios de la enseñanza de la lengua y la literatura 
Los objetivos de esta unidad son los siguientes: 
1. Introducir a algunas problemáticas de la asignatura. 
2. Revisar los contenidos desde una perspectiva histórica. 
3. Definir campos o dominios y enfoques específicos.
1.1. Los dominios de la enseñanza de la lengua y la literatura: especificidad e 
interrelaciones 
La lengua y la literatura constituyen, de por sí, dominios diferenciados dentro de la 
asignatura, hasta tal punto que históricamente se han repartido los años en la escuela secundaria: 
lengua en los tres primeros, literatura en los dos últimos. La división entre estos dos dominios 
responde a la naturaleza de sus respectivos objetos de reflexión. La reflexión sobre la lengua 
incluyó, históricamente, el estudio de la gramática y el léxico (el trabajo con el vocabulario tiene 
una larga tradición en la escuela primaria), en tanto la reflexión literaria privilegió el estudio de 
los géneros y la historia de la literatura. La lectura y la escritura (o composición), por su parte, 
también han tenido un espacio propio en los programas de la asignatura, aunque se les reconocía 
una función fundamentalmente integradora de los aprendizajes correspondientes a los otros 
dominios. 
Tradicionalmente, la lectura estuvo asociada a la literatura, ya que es en ese dominio 
donde se la practicó con más asiduidad. El material de lectura era casi exclusivamente literario y 
las actividades incluían, por lo general, el análisis y la interpretación. La escritura, en cambio, 
siempre estuvo más vinculada con el dominio de la lengua, entre otras razones porque permite al 
docente evaluar los aprendizajes gramaticales y la adquisición del vocabulario. No obstante, por 
ser el espacio donde la retórica más hizo sentir su influencia, la escritura constituyó también un 
puente entre el dominio de la lengua y el de la literatura: esta última aportaba temas, modelos y 
recursos de estilo para el ejercicio de composición. 
Si el dominio de la literatura permaneció relativamente inalterado en los últimos años, el 
de la lengua vio cambiar su fisonomía a medida que distintas teorías lingüísticas bajaban al 
campo de la enseñanza. Así, en los últimos veinte años, la gramática textual y la lingüística 
textual vinieron a ampliar los límites de la gramática y a introducir una perspectiva comunicativa, 
obligando a redefinir el objeto de las prácticas de lectura y escritura. Por su parte, la noción de 
discurso, y en particular la de géneros discursivos, introdujo una perspectiva social en la 
consideración de los fenómenos del lenguaje, provocando importantes transformaciones en la 
didáctica de la asignatura, especialmente a través de lo que se conoce como “retórica cognitiva”, 
que define la tarea de composición como la resolución de un problema que exige la 
implementación de estrategias cognitivas y discursivas adecuadas.
En los últimos años, el avance de un enfoque comunicativo en la enseñanza de la lengua 
se ha visto reflejado en el modo de delimitar los campos o dominios de la asignatura. La 
distinción entre lengua oral y lengua escrita, y entre las prácticas respectivas de emisión y 
recepción, se ha erigido en uno de los ejes organizadores de los contenidos básicos comunes para 
el área, que se distribuyen en cuatro dominios: lengua oral, lengua escrita (lectura y escritura), 
reflexión sobre los hechos del lenguaje y discurso literario. 
Por nuestra parte, proponemos conservar dentro de la asignatura el dominio de la lengua 
(el sistema) y el de la literatura, como espacios de reflexión y sistematización que exceden la 
problemática del uso (aunque, sin duda, lo incluyen). Es por eso que hablamos de lengua y de 
literatura, en lugar de las denominaciones que se proponen en los CBC. A su vez, reservamos 
para el uso los dominios del texto y del discurso, sea oral o escrito (si bien en este módulo se 
privilegiará la comunicación escrita). Consideramos, por consiguiente, los siguientes dominios: la 
lengua (el sistema), el texto (la unidad comunicativa), el discurso y la literatura.Cada uno de ellos 
incluye o presupone a los anteriores, pero amplía la perspectiva para enfocar problemas o 
aspectos no considerados en el dominio inmediatamente inferior. Así, el dominio del texto 
incluye los contenidos del dominio de la lengua y los reorganiza desde una perspectiva semántica 
y pragmática. El dominio del discurso, por su parte, resignifica el texto desde una perspectiva 
social. La literatura, por último, si bien en parte constituye un campo de contenidos relativamente 
autónomo, también recupera los contenidos de los tres dominios anteriores, explora sus límites y 
los pone en cuestión. Cada dominio implica un agrupamiento de contenidos con los cuales se 
propician diversas prácticas (fundamentalmente de lectura y escritura) y una reflexión 
sistemática. 
1.2. La lengua 
1.2.1. La gramática. Su objeto de estudio. 
“La gramática es una disciplina muy antigua, tanto como nuestra cultura occidental, con 
cuyas raíces se confunde. Reflexiones de orden filosófico acerca de la naturaleza y la finalidad del 
lenguaje aparecen ya en Platón y en Aristóteles. Ambos filósofos desarrollaron teorías que, en sus 
aspectos fundamentales, siguen siendo valiosas o, cuando menos, siguen mereciendo el
comentario crítico. Pero, poco tiempo después de formuladas estas especulaciones lingüísticas de 
índole filosófica, en la Grecia helenística surge la gramática, entendida ya como una disciplina de 
índole práctica, originada en la necesidad de interpretar los textos antiguos que, para los griegos 
de esa época, empezaban a hacerse oscuros. De un gramático alejandrino que vivió entre los siglos 
II y I a.C., Dionisio de Tracia, la gramática tradicional de nuestra lengua ha heredado la mayor 
parte de la nomenclatura técnica. (...) 
Es significativo observar que, paralelamente, en la India, y con el objeto de interpretar los 
antiguos textos sagrados, escritos en sánscrito, que también se iban volviendo incomprensibles, 
había surgido una importante escuela de gramáticos, entre los que se destacaba el nombre de 
Panini, que vivió en el siglo IV a.C. 
Es de todos sabido que la conquista de Grecia por parte de Roma trajo como consecuencia 
la asimilación de la cultura helenística, cuyo refinamiento se imponía naturalmente a los toscos 
guerreros del Lacio. En ese proceso de identificación cultural también se dará la formulación de 
una gramática de la lengua latina. Corresponde a Varrón (116-27 a.C.) y a Quintiliano (95 a.C.-39 
d.C.) la fijación, sobre el modelo de la gramática griega, de las normas del que en el futuro 
llegaría a llamarse “latín clásico”, que no es más que la lengua literaria que se usaba alrededor del 
siglo I a.C., esto es, la lengua de César y Cicerón. Sin embargo, como toda lengua que vive 
realmente, cambia, se modifica, también el latín de ese tiempo experimentaba variaciones. Estas 
modificaciones se daban especialmente en la lengua popular, familiar, que ya en el siglo de 
Augusto hablaban todos los habitantes de su vasto imperio: funcionarios, soldados, comerciantes, 
artesanos, esclavos o señores. El latín clásico empieza a convertirse entonces en un modelo de 
perfección al que sólo puede accederse mediante un aprendizaje especial, que cada vez se hace 
más difícil porque cada vez la lengua popular se aleja más de la forma literaria. Durante la 
decadencia y el desmembramiento del imperio, las diferencias se acentúan y en la lengua popular 
empiezan a hacerse más notorias las variaciones regionales ya existentes. En ese momento, la 
gramática de Quintiliano es un valioso instrumento para eclesiásticos y letrados, únicos a quienes 
sigue interesando el conocimiento del latín clásico. Mientras los siglos transcurren, en el ahora 
atomizado Imperio van estructurándose lenguas nuevas, que resultan de la evolución acelerada del 
latín popular (que había asimilado en tiempos pasados elementos del sustrato étnico de cada 
región), y que incorpora ahora además elementos de las lenguas bárbaras. Como antes el latín 
popular, las nuevas lenguas, lenguas “romances”, son durante toda la Edad Media la forma 
corriente de comunicación de la vida diaria de los pueblos que otrora habían formado el gran 
Imperio. Sin embargo, hasta el Renacimiento esas lenguas romances no alcanzan categoría de 
lenguas de cultura por excelencia. En las universidades medievales las clases se dictan en latín, y
hasta el siglo XVII se siguen escribiendo en esa lengua las obras fundamentales de la ciencia y la 
filosofía. La gramática (latina, por supuesto) era una de las siete artes liberales que componían el 
trivium y el cuatrivium, que se enseñaban en las universidades de la Edad Media. Obsérvese pues, 
que el estudio de la gramática era entonces un medio para lograr el conocimiento de una lengua 
culturalmente prestigiosa, pero que ya poco tenía que ver con la materna. 
En lo que tiene que ver con el español, aunque ya en el siglo XIII Alfonso el Sabio había 
declarado el castellano lengua oficial del reino, no fue hasta fines del siglo XV que surgió la 
primera gramática. Aún entonces, en pleno siglo XV, aunque la dignidad y categoría del español 
como lengua nacional era indiscutida, los hombres de aquella época no veían necesaria una 
gramática de las lenguas romances. En cambio, el interés renovado por la cultura clásica que el 
humanismo había traído hacía evidente la insistencia en el estudio de la gramática latina. En 
cuanto al español, se entendía que, puesto que todos hablaban romance como lengua familiar, 
coloquial, y algunos también la escribían, ello bastaba para conocerla; no se creía necesario el 
perfeccionar dicho aprendizaje con el estudio de gramática alguna. 
En 1492, en el mismo año del descubrimiento de América, Antonio de Nebrija (1444- 
1522) publica una gramática de la lengua española, que viene a constituirse así en la primera de 
una lengua romance. Dice Nebrija en su prólogo que cuando la reina Isabel quiso conocer la 
utilidad de publicar una gramática de la lengua materna, verdadera novedad, como se ha visto, el 
obispo de Avila, Fray Hernando de Talavera, le “arrebató” la respuesta, y “respondiendo por mí 
dijo que después que Vuestra Alteza metiese debajo de su yugo muchos pueblos bárbaros y 
naciones de peregrinas lenguas, y con el vencimiento aquellos tendrían necesidad de recibir las 
leyes que el vencedor pone al vencido, y con ellas nuestra lengua, entonces por esta mi Arte 
podría venir en el conocimiento de ella, como agora nosotros deprendemos el arte de la gramática 
latina para deprender el latín.” 
(Alma Pedretti de Bolon, Antigua y nueva gramática, Montevideo, Ed. Panel, 1978, pp. 
9-11) 
Actividad 
Según se desprende del texto que acaba de leer, ¿qué función tuvo la gramática desde su 
creación hasta el Renacimiento? ¿Qué utilidad le reconoce Nebrija a su gramática de la 
lengua española? ¿Qué tienen en común ambas concepciones?
La gramática surgió en respuesta a una necesidad eminentemente práctica: la de 
comprender y enseñar lenguas distintas de la materna y cuyo conocimiento, por un motivo u otro 
(prestigio cultural, dominación), se consideraba valioso o necesario. Lo que hoy denominamos 
“gramática tradicional” (por oposición a la “gramática moderna”), a su vez, fue concebida como 
un conjunto de reglas tendientes a establecer los usos correctos de la lengua materna. De allí que 
se la considerara un arte (tejné). La Real Academia Española define la gramática como “el arte 
de hablar y escribir correctamente” y Andrés Bello sostiene que “la gramática de una lengua es el 
arte de hablar correctamente, esto es, conforme al buen uso, que es el de la gente educada”. Por 
eso, la mayoría de las gramáticas clásicas de la lengua española, como la de Amado Alonso y 
Pedro Henríquez Ureña y la del propio Andrés Bello, fueron pensadas y escritas en función de la 
enseñanza y los fines que perseguían estaban, al igual que en el caso de Nebrija, estrechamente 
vinculados con un proyecto político. 
Después de la Guerra de la Independencia y en el proceso de conformación de los nuevos 
Estados nacionales se temía que ocurriera con el castellano de América un fenómeno similar al 
que le sucedió al latín luego de la caída del Imperio Romano de Occidente: su transformación en 
“una multitud de dialectos irregulares, licenciosos, bárbaros, embriones de idiomas futuros...” 
(...) Para Bello el cultivo de la lengua materna era uno de los requisitos para superar la “barbarie” 
en la que podía sumirse la América independiente y para difundir la civilización. Señalaba así un 
camino hacia las cumbres del progreso: las naciones “altamente civilizadas cultivaron con esmero 
particular su propio idioma” como la Roma imperial de César. 
(María Imelda Blanco, “Reformulaciones de la Gramática Castellana de Andrés Bello 
destinadas a la escuela media”, en: AAVV, Las representaciones de la lengua, Bs.As., 
EUDEBA, 1999) 
Junto a esta gramática normativa, “que es la que importa en las escuelas y colegios”, a 
decir de Amado Alonso, se reconoce la existencia de otra clase de gramáticas: las científicas, que 
en el siglo pasado se reducían a la gramática histórica y la gramática comparada. Estas, sin
embargo, no revestían interés pedagógico, puesto que no se adecuaban a los fines de la 
enseñanza. Habrá que esperar a mediados del siglo XX para asistir a un cambio radical tanto en la 
concepción de lo que es la gramática como en su implementación didáctica. Influida por el 
paradigma estructuralista, la gramática se redefinirá entonces como descripción de la lengua, o, 
más precisamente, como una “construcción teórica diseñada para describir y explicar el 
funcionamiento del sistema lingüístico” (Di Tullio, 1997:16). La gramática se aleja, así, de la 
pretensión normativa que la había caracterizado como arte, para buscar reconocimiento en el 
terreno de la ciencia. 
Esto no significa, sin embargo, que la gramática tradicional haya perdido todo interés para 
el gramático actual. Obras clásicas como la de Andrés Bello (...), entre muchas otras, contienen 
valiosas intuiciones y descripciones que el gramático actual debe conocer e incorporar como datos 
a explicar. Sin embargo, la gramática tradicional, preocupada básicamente por cuestiones 
normativas (“la corrección”), no siempre exploraba los mecanismos internos que entraban en 
juego entre los elementos del sistema. Más bien, para prevenir posibles desviaciones, se centraba 
en los aspectos irregulares, en las construcciones propias de la lengua literaria y en las zonas 
conflictivas en las que el uso se apartaba de la norma, dejando de lado los aspectos regulares 
-conocidos por los hablantes- ya que carecían de interés normativo. En cambio, la gramática 
moderna, alejada de la perspectiva preceptiva, se interesa básicamente por las reglas centrales del 
sistema, que son las que los hablantes adquieren sin aprendizaje. Los fenómenos aparentemente 
más simples pueden resultar enormemente complejos si se los examina teniendo en cuenta los 
múltiples factores implicados. 
(Di Tullio, 1997:19) 
Actividad 
¿En qué se diferencian la gramática tradicional y la gramática moderna, según el texto que acaba 
de leer? 
¿Por qué los aspectos regulares del uso carecen de interés normativo? 
A juzgar por lo que se afirma en el texto de Di Tullio, ¿la gramática moderna tiene el mismo 
interés pedagógico que la gramática tradicional? ¿Por qué?
Concepción restringida y concepción ampliada de gramática 
La gramática, en un sentido restringido, comprende la morfología (el estudio de la 
estructura interna de las palabras) y la sintaxis (que estudia las combinaciones de las palabras en 
la oración). Mientras la gramática tradicional se centró más en la morfología, la gramática 
moderna hace eje en la sintaxis. 
Actividad 
Compare las siguientes definiciones de “artículo”, extraídas de libros escolares: 
1. El artículo es la palabra que desde el punto de vista sintáctico modifica al sustantivo. Desde el 
punto de vista morfológico posee los accidentes de género y número, a través de los cuales 
concuerda con aquél. Desde el punto de vista semántico carece de significación. 
(Agüero-Darrigrán, Nociones gramaticales 2, Bs.As., Kapelusz, 1980, p. 35) 
2. El artículo es una palabra que se antepone al nombre para dos cosas: 
1º anunciar su género y número; 
2º indicar si el sér que se nombra es conocido ya o no. 
(R.M. Ragucci, El habla de mi tierra, Bs.As., Tipografía y Librería del Colegio Pío IX, 
1931, p. 101) 
¿Qué aspectos de la clase de palabra definida se privilegian en uno y otro caso? 
En cuanto a la concepción ampliada de gramática, no se limita a los componentes 
morfológico y sintáctico de la lengua, sino que comprende también el fonológico (el sistema de 
sonidos de la lengua) y el semántico (el significado de las palabras y de las construcciones que las 
contienen). 
La gramática tradicional se enmarcaba en una concepción ampliada, en tanto la gramática 
estructural privilegió una concepción restringida. Esta diferencia se ve clara en lo que atañe al 
nivel semántico. Mientras la gramática tradicional recurría al significado para definir las partes de 
la oración, la gramática estructural se esforzaba por excluirlo, en un intento de preservar la
autonomía de los distintos niveles de análisis. De esta manera, en lugar de definir el sujeto de la 
oración como el tema acerca del cual se dice o predica algo, o bien, como aquel o aquello de 
quien se habla, se pasó a definirlo como “la expresión sustantiva de la oración bimembre, que 
concuerda con el verbo en número y persona”. A diferencia de aquella definición, que necesita 
recurrir al significado, en esta última la gramática es autosuficiente, pues no necesita salir del 
nivel morfosintáctico para delimitar la categoría a definir. 
Actividad 
Compare los siguientes ejercicios correspondientes al tema “la oración simple”: 
1. Señalar el sujeto y el predicado en cada oración. Clasificar el predicado verbal de acuerdo con 
sus núcleos. 
1) El sol del domingo cantaba en las campanas y alegraba los colores de la aldea. 
2) Llamó en voz baja al animal y lo ató con una soga, de una estaca. 
3) Un marinero se acercó a la borda y miró el mar aceitoso. 
....... 
(Sperber-Zaffaroni, Cuaderno de la lengua 1, Bs.As., Estrada, 1976, p. 31) 
2. Dése un sujeto oportuno a cada uno de estos predicados: 
Predica. Se desliza. Rebuzna. Punzan. Mugen. Son luminosos. Se encabritó. Tañían. Seré escritor. 
Es una península. Fue poeta. Da las horas. Era rey. Reverdeció. Estaba sordo. Cayó preso. Es 
inventor. Cantarás. Transcurren. 
(R.M. Ragucci, op.cit., ) 
¿En qué se diferencian ambos ejercicios? Relacione las diferencias con lo que se ha desarrollado 
en esta unidad respecto de la distinción entre gramática moderna y gramática tradicional. 
Una concepción ampliada de la gramática puede incluir, asimismo, la ortografía. Algunos 
autores diferencian una gramática normativa de una gramática descriptiva, e incluyen la
ortografía en la primera. Otros, como Hugo Salgado, consideran que la ortografía, del mismo 
modo que la morfología, la sintaxis y la semántica, son parte de la gramática, y que cada una de 
ellas presenta un aspecto normativo y un aspecto descriptivo. 
Considerando la lengua como un continuo entre oralidad y escritura, las partes de la 
gramática, encargadas de su estudio, podrían reubicarse de la siguiente manera: 
- Semántica, sintaxis y morfología, con sus correspondientes aspectos descriptivos y 
normativos, estudian la totalidad de la lengua (oralidad y escritura), tanto en su realización oral 
cuanto en su representación escrita. 
- La fonética, en cambio, se ocupa sólo de la realización oral, ya sea describiendo los 
sonidos o, prosódica u ortológicamente, señalando su correcta articulación. 
- La ortografía, por último, se encarga sólo de la representación gráfica de la lengua, 
describiendo el sistema de signos utilizados en la escritura y señalando su correcto uso. 
(Hugo Salgado, ¿Qué es la ortografía?, Bs.As., Aique, 1992, p. 20) 
El autor postula la convergencia de estas distintas áreas de la gramática en la descripción 
de los fenómenos lingüísticos: 
Sintaxis: palabra equivalen- Semántica: palabra que ex-te 
al pronombre personal del presa la persona que hace la 
verbo, que concuerda con él acción manifiesta por el ver-en 
número y persona y, en bo y se aplica a un elemento 
consecuencia, funciona como particular para diferenciarlo 
el sujeto de la oración. de los demás de su misma 
clase (personas o animales), 
sin dar idea de sus caracterís-ticas 
¿No tiene Juana dos plumas azules? 
Morfología: palabra que Ortografía: palabra que se 
posee el sufijo “a” propio del escribe con letra inicial ma-femenino 
(pudiendo carecer yúscula por tratarse de un 
de él como señal de masculi- sustantivo propio, y su acen-no) 
y carece del sufijo “s” del to no se representa gráfica-plural 
(pudiendo adquirirlo), mente por ser grave termina-lo 
cual lo convierte en feme- da en vocal. 
nino singular.
(H. Salgado, op.cit., p. 12) 
Gramática oracional y gramática textual 
El encapsulamiento de los niveles o componentes de la lengua que postula la gramática 
estructural -que en su versión escolar se tradujo fundamentalmente en la prohibición de recurrir al 
significado para analizar las oraciones- trajo aparejados algunos inconvenientes en la 
implementación didáctica que se llevó a cabo a partir de la década de 1960 en nuestro país. Si 
bien algunas de sus más reconocidas seguidoras y divulgadoras, como Mabel Manacorda de 
Rossetti, aconsejaban no introducir la gramática estructural en la escuela antes de 5º grado, lo 
cierto es que rápidamente se extendió a todos los cursos, provocando reacciones adversas por 
parte de algunos pedagogos, como Luis Iglesias, quien, en Didáctica de la libre expresión, 
cuestiona la conveniencia de este enfoque para enseñar lengua a los niños. 
En los momentos en que se reclamaba con tanto acierto una gramática con sencillas 
características pedagógicas, la escuela primaria y secundaria de la Argentina sufrían los efectos de 
una confusa situación precisamente en el área de los conocimientos gramaticales. En el país, como 
ocurriera en otros antes o después, se introdujeron de hecho en la enseñanza principios básicos de 
lingüística moderna a través de la llamada Gramática estructural, por libre iniciativa de maestros, 
directores o inspectores. Ocurrió así que bien pronto, un estado de confusión y anarquía fue la 
resultante característica del funcionamiento del aprendizaje de esa asignatura en todo el territorio 
nacional. Sin preparación adecuada, sin más asesoramiento que los precarios cursos organizados 
por entidades comerciales -salvo contadísimas excepciones-, sin uniformidad de textos ni de 
manuales, sin criterios ni lenguajes idénticos, no es de extrañar que se produjeran notables 
desencuentros en una misma escuela, en un mismo nivel, que la desorientación cundiera entre los 
docentes y que se confundiera peligrosamente a los alumnos. Por varios años, tal vez más de una 
década, en la escuela no se aprendió gramática, ni clásica ni moderna. 
A quienes entendemos que el estudio del lenguaje ofrece magníficas oportunidades para 
que los niños y los adolescentes aprendan a pensar nos inquieta y defrauda la idea de introducir en 
el programa escolar una corriente de la gramática que declara enfáticamente que “la lengua es 
forma y no sustancia”. Pensamos que, entre los que propugnan y los que trasladan tales cambios 
debió tener lugar algún desencuentro profundo, ya que Bally, entusiasta militante de la corriente
innovadora desde las etapas iniciales, dio sólidos y hermosos testimonios de la íntima relación 
existente entre la vida y el lenguaje... 
Pero no cuestionamos, ni mucho menos, la nueva gramática en sus planteamientos 
científicos; sí objetamos, en cambio, la oportunidad y las formas de su acceso a la enseñanza. 
(Luis Iglesias, Didáctica de la libre expresión, Bs.As., Ediciones Argentinas, 1979, 
pp.318-319) 
No obstante, más que el exceso de “formalismo” del que se acusaba a la gramática 
estructural, fue la reducción de la enseñanza de la lengua a la gramática lo que, a la larga, 
provocó el declive y el posterior desmoronamiento de esta corriente en el ámbito escolar. En 
efecto, la enseñanza de la lengua durante los aproximadamente quince años que duró el reinado 
de la gramática estructural se redujo a ejercicios de análisis sintáctico de complejidad creciente a 
medida que se avanzaba en la escolaridad. La inflación de la gramática (y de la sintaxis, en 
particular) se hizo, en buena medida, a expensas de las prácticas de lectura y escritura, con 
consecuencias, en cierto sentido, paradojales. Por ejemplo, los alumnos terminaban el 3º año de 
la escuela secundaria sabiendo analizar oraciones complejas que contenían hasta cinco o seis 
proposiciones subordinadas en su interior, incluso algunas autoincrustadas (del tipo “El edificio 
donde está radicada la empresa que fabrica los colchones que compraste la semana pasada es del 
padre de Enrique, el chico que va a la escuela donde da clase Marta, la hermana del jardinero que 
trabaja en el barrio donde vive mi prima.”); esos mismos alumnos, sin embargo, eran incapaces 
de redactar un texto coherente de veinte líneas. Esta comprobación, relativamente tardía, generó 
alarma y llevó a buscar culpables. La responsabilidad recayó en la gramática estructural, a la que 
se tildó de ejercicio estéril y de favorecer un desarrollo hipertrofiado de la capacidad de analizar, 
que no se traducía en un desarrollo equivalente de la competencia comunicativa. Y esta 
acusación, en principio acotada a la versión estructuralista, terminó por transferirse a la gramática 
en general, que poco a poco fue reduciendo su espacio en los programas de la asignatura y en los 
libros de texto, hasta terminar arrinconada en las páginas finales, como apéndice optativo, al que 
el docente puede recurrir en caso de necesidad. 
La preocupación por mejorar la escritura de los alumnos y, en general, su relación con el 
texto escrito, encontró un primer punto de apoyo en la llamada “gramática del texto”, que 
proponía extender la reflexión gramatical más allá de la frontera de la oración para ocuparse del
texto como un encadenamiento de oraciones o, mejor dicho, de proposiciones, conectadas entre sí 
y con un tema que les confiere unidad. Al derivar la atención hacia el texto, la gramática textual 
trasciende el límite de la sintaxis y entra de lleno en el campo de la semántica, ya que su interés 
reside en los modos cómo las proposiciones se encadenan y se conectan para dar continuidad al 
texto. 
El descubrimiento de la gramática textual aportó nueva luz a la didáctica de la lengua, y 
en particular a la de la lengua escrita, ya que proporcionó herramientas útiles para explicar el 
funcionamiento de los textos, diagnosticar errores de construcción, desmontar algunos 
mecanismos a través de los cuales los textos significan y los obstáculos con los que puede 
tropezar el lector en la tarea de comprensión. Por añadidura, este enfoque presentaba la ventaja 
adicional de que resignificaba la gramática desde una perspectiva comunicativa y permitía 
orientar la enseñanza hacia el desarrollo de la competencia, es decir privilegiar el uso, sin por ello 
ignorar la reflexión sobre el sistema. 
Probablemente no haya ni un solo profesor o profesora de lengua que no esté de acuerdo 
con que la finalidad de la materia que imparte debería consistir en ayudar a los alumnos y a las 
alumnas a ser competentes como hablantes, oyentes, escritores y lectores. Y, sin embargo, el eje 
de la enseñanza de la lengua es desde hace mucho tiempo la transmisión de conocimientos 
gramaticales y de rudimentos de teoría lingüística. En el nuevo currículo, la reflexión gramatical 
se concibe como un componente del aprendizaje del uso de la lengua, que se refiere a aspectos 
como las relaciones de interdependencia entre texto y contexto, la organización de los contenidos 
y la estructuración del texto de acuerdo con determinados equemas convencionales, la cohesión de 
los enunciados sucesivos del texto mediante procedimientos lingüísticos diversos y el uso correcto 
de las reglas léxico-morfo-sintácticas. Este conjunto de destrezas requiere ciertos conocimientos 
acerca del instrumento lingüístico y sus condiciones de uso. La actividad verbal no consiste en la 
ejecución de rutinas automatizadas como pueda ser la conducción de un vehículo -aunque en los 
procesos de producción y de comprensión es necesario que muchas operaciones lleguen a 
ejecutarse automáticamente-, sino que supone una continua evaluación de las operaciones que se 
realizan. Escribir, por ejemplo, implica elegir, modificar, adecuar, es decir, utilizar la lengua de un 
modo consciente. La reflexión gramatical dentro del proceso de aprendizaje de la lengua se ha de 
entender como parte de esta consideración sobre el uso lingüístico en los diferentes contextos 
comunicativos.
(Felipe Zayas Hernando, “La reflexión gramatical en la enseñanza de la lengua”, Textos 
de didáctica de la Lengua y de la Literatura Nº1, Barcelona, julio 1994, pp.65-72) 
Actividad 
¿Con qué enfoque de la gramática -tradicional o estructural- parece vincularse más la 
perspectiva propiciada por Zayas Hernando en el texto que acaba de leer? ¿Qué 
expresiones o partes del texto le han sugerido esa vinculación? ¿En qué se aparta esta 
propuesta de aquellas concepciones de gramática? 
Desde la perspectiva de la gramática textual se relevarán algunas clases de palabras, como 
pronombres, conjunciones y adverbios, que tenían un lugar secundario (por lo menos las dos 
últimas) en la gramática tradicional. Asimismo, se concederá un peso mayor a ciertas categorías 
léxicas, como las de sinónimo, antónimo, hipónimo e hiperónimo. La incidencia del léxico en la 
comprensión de los textos, así como en su cohesión y constitución como textos, han vuelto la 
atención sobre este componente de la lengua, relativamente relegado durante el apogeo de la 
gramática estructural en las escuelas. 
1.2.2. El léxico 
Si bien existen distintas maneras de definir el léxico, la más generalizada es la que lo 
define como el conjunto de las palabras de una lengua. El campo del léxico es, por lo tanto, el de 
la palabra, y su espacio privilegiado ha sido, históricamente, el diccionario. 
Los hablantes de una lengua tienen, a su vez, internalizado un repertorio de palabras con 
sus respectivas especificaciones gramaticales, fonológicas y semánticas, y ese repertorio 
constituye una suerte de diccionario personal que se activa permanentemente, en las distintas 
situaciones de la vida que requieren el uso o la mediación de la lengua. Según la madurez, la 
experiencia y el nivel cultural (lo que Umberto Eco denomina “enciclopedia”) de cada individuo, 
más o menos nutrido será ese diccionario interno. La adquisición del léxico -el desarrollo o
enriquecimiento del diccionario interno- es, por su parte, “un proceso lento, gradual, en parte 
consciente y que se prolonga toda la vida...” (Di Tullio, 1997:24). 
Durante la primera mitad de este siglo, el léxico (el “vocabulario”) fue objeto de atención 
y ejercitación permanente en la escuela. Si se revisan libros escolares de esas primeras décadas, 
llama la atención la insistencia en el trabajo con el vocabulario, tanto el específico de un campo 
de conocimiento, de una actividad u oficio, como con el más familiar o cotidiano, el vinculado 
con la sensorialidad, el mundo de la afectividad o el de la moral; también es una constante el 
relevamiento de las palabras desconocidas en los textos que se dan a leer, la búsqueda de su 
significado en el diccionario y su utilización en ejercicios de aplicación. 
GRÁFICO 1 (escanear Ragucci pp.178-179) 
(R. Ragucci, op.cit., pp.178-179) 
El pedagogo José D. Forgione justificaba la importancia concedida al vocabulario de la 
siguiente manera: 
Todas las dificultades que el alumno encuentra en los ejercicios de redacción o 
composición, tienen por causa la pobreza de su vocabulario. Para enseñarle a redactar, es 
indispensable enriquecer su léxico, despertar su amor por las palabras para que se empeñe en 
retenerlas y aplicarlas. 
(...) 
Para los fines de la vida ordinaria -dice Herrick- basta un reducido número de palabras. 
No hay necesidad de decir que un corto vocabulario equivale a un limitado número de ideas. Las 
palabras representan ideas y cosas; generalmente hablando, pocas ideas requieren pocas palabras 
y, por lo tanto, el uso de pocas palabras indica que se poseen pocas ideas. Es una regla que el 
hombre que posee un millar de términos para expresar sus necesidades, sentimientos o reflexiones,
es porque tiene menos necesidades, sentimientos y reflexiones que el que posee dos mil vocablos 
para expresarlos... 
Podríamos comparar las palabras con las monedas: a mayor suma de ellas, mayor suma de 
cosas se puede adquirir; además, cuanto mayor sea el número de palabras que se posea, mejor y 
más claramente se pueden expresar las ideas... 
(José D. Forgione, Cómo se enseña la composición, Bs.As., Kapelusz, 1931, p. 79) 
El lugar central que ocupaba la enseñanza del vocabulario en las primeras décadas de este 
siglo le corresponderá, en cambio, a la sintaxis, como se ha dicho, hacia los años 1960 y 1970. En 
la última década, no obstante, se observa un nuevo énfasis en el desarrollo del léxico. El trabajo 
con campos semánticos y con redes léxicas se ha utilizado didácticamente en distintas áreas de 
conocimiento como una técnica auxiliar para la comprensión de textos, el estudio y la adquisición 
de vocabulario técnico. 
Lectura obligatoria 
Di Tullio, Angela, Manual de gramática del español, Bs.As., Edicial, 1997, pp.9-25. 
Actividad 
Lo que sigue son los criterios generales para la selección de los contenidos de un área o 
asignatura que propone Miguel A. Zabalza en Diseño y desarrollo curricular (Madrid, 
Narcea, 1997). Teniendo en cuenta estos criterios, argumente sobre la conveniencia o no 
de incluir los contenidos gramaticales en el currículum de Lengua y Literatura. 
Criterio de representatividad 
En igualdad de condiciones, cuando no hay temas patentemente necesarios dentro del conjunto, 
hemos de actuar siguiendo procedimientos de muestreo de manera que la selección realizada 
responda a la condición de que los elementos seleccionados sean un buen reflejo del conjunto. 
Hemos de recurrir en tal sentido a los “casos representativos”, que son puntos de cruce a partir de
los cuales se va desplegando el trabajo sobre los contenidos en un avance progresivo en 
profundidad y coordinación entre los elementos. 
Criterio de ejemplaridad 
Fernández Pérez habla de “didáctica ejemplar” para referirse a la enseñanza de lo típico, lo 
representativo, lo fundamental, lo elemental, los núcleos privilegiados de cada área temática. 
Boudry, Smith y Burnett hablan en este sentido, de utilizar la importancia estratégica de ciertas 
ideas de gran alcance lógico dentro de los distintos campos del conocimiento como eje de 
organización de los contenidos. De esta manera los conceptos básicos (que van a permitir avanzar 
y adquirir nuevos conocimientos) adquieren gran relevancia: 
- por su sentido instrumental: el sujeto podrá usarlos para su propio desarrollo cognitivo; 
- por su sentido lógico: para estructurar en torno a ellos las distintas nociones de ese 
campo. 
Significación epistemológica 
Una de las condiciones fundamentales de la selección es el respetar la estructura propia de cada 
ciencia o disciplina. Se trata de descubrir en ella (para eso están los manuales, los expertos, etc.) lo 
que Bruner denomina “nudos” estructurales, esto es, los conceptos clave que actúan de sistemas 
de conexión de la estructura temática. Respetar la “estructura sustantiva” de cada disciplina. 
Transferibilidad 
Se trata de privilegiar aquellos aspectos con mayor poder de transferencia instructiva; es decir 
aquellos datos, conceptos o habilidades cuyo dominio será beneficioso no solo en ese tema, sino 
también en otros: aprendizajes generalizables, aplicables a situaciones distintas a aquella en que se 
aprendió. 
Durabilidad 
Es decir, centrarse en aquellos aspectos menos perecederos. Se está hablando ahora mucho entre 
los didactas americanos del back to basis, de la vuelta a lo fundamental, a lo que siempre fue y 
será necesario (en la escuela elemental hasta se empieza de nuevo a escuchar aquel viejo principio 
del “leer, escribir y hacer cuentas”). 
La convencionalidad y el consenso
Es decir, recoger aquello con respecto a cuya importancia y validez hay acuerdo en la comunidad 
escolar. No siempre tiene sentido, si rompe la convivencia, imponer unos u otros contenidos (de 
educacións sexual, religiosa, de análisis del contexto, etc.), hacer de los contenidos seleccionados 
una plataforma de confrontación. 
Especificidad 
A poder ser no hemos de dejar fuera de la selección datos o aspectos difícilmente abordados desde 
otras disciplinas o áreas temáticas. Wheeler habla de aprendizajes generalmente determinados 
(adquiribles a través de diferentes materias o experiencias de aprendizaje) frente a aprendizajes 
específicamente determinados (muy vinculados a materias específicas). En el caso de estos 
últimos el hecho de dejarlos fuera de la selección puede conllevar que no se vuelvan a tratar. Hay 
que tenerlo en cuenta. 
1.3. El texto como unidad comunicativa 
Actividad 
¿Cuáles de los siguientes escritos pueden considerarse textos, cuáles no y por qué? 
1. Alguna vez compuso letras de tango. La mayoría de las ardillas habitan en bosques de 
coníferas. Había una vez un muchachito al que no le gustaba la Noche. Los maleantes huyeron sin 
dejar rastro. 
2. Esta matanza indiscriminada perjudica tanto al hombre como al medio ambiente. El hombre, 
aunque tardíamente, está tomando medidas para evitar la extinción. 
3. Espero que me contestes pronto si aceptás o no. Te mando un abrazo. 
4. Aquí no se fía. 
5. La fotografía del criminal apareció en la tapa de todos los diarios. La fotografía es un 
procedimiento que permite fijar las imágenes por medio de una cámara oscura. La oscuridad me 
da miedo. A Juan, también. El es fanático de los Kuryaki. A propósito, ¿cuándo tocan en Obras?
Obras Sanitarias de la Nación se transformó en Aguas Argentinas. Tomar abundante agua es muy 
bueno para mantener la frescura de la piel. 
6. Hallan ruinas coloniales 
Restos de construcciones que datarían de comienzos del siglo XIX fueron descubiertos ayer por 
estudiantes de arqueología, en una zona céntrica de Rosario, cuando se efectuaban excavaciones 
para el futuro Pasaje Juramento. El terreno está al lado de la Municipalidad y una basílica y los 
restos se encontraron a apenas 50 centímetros de profundidad. Se trata de paredes hechas de 
ladrillos rojizos y grandes que se usaban en el siglo pasado. El predio perteneció a Santiago 
Montenegro, que en 1820 loteó los terrenos para urbanizar la incipiente ciudad. (Clarín, 12-7- 
1996) 
El texto puede ser definido como un objeto lingüístico y comunicativo. Para M.A.K 
Halliday y R.Hasan: 
Un texto es una unidad del lenguaje en uso; no es una entidad gramatical como la oración 
o la proposición, ni tampoco se define por su tamaño. A veces se lo ha considerado una clase de 
unidad gramatical mayor que la oración, pero relacionada con esta de la misma manera que lo está 
una proposición o una construcción con aquella. Pero esto es un error. Un texto no es una oración 
de mayor tamaño sino que es una unidad semántica relacionada con la oración no por el tamaño 
sino por su realización, ya que se realiza o encodifica por medio de oraciones. 
(Halliday-Hasan, Cohesion in English, Londres, Longman, 1976. Trad. Cristina Diez y 
Efraín Davis) 
Según los lingüistas R.A. de Beaugrande y W. Dressler, un texto es un acontecimiento 
comunicativo que debe cumplir siete normas o principios de textualidad. De esas siete normas o 
principios, las dos primeras afectan a las relaciones que se establecen entre los elementos que 
forman parte del texto, ya sea que se expliciten o no en la superficie textual; y las restantes se 
refieren a la actividad que el emisor y el receptor realizan en relación con el texto como objeto 
del intercambio comunicativo. El principio de cohesión y el de coherencia constituyen las dos
primeras normas que hacen que un texto pueda ser considerado tal. Intencionalidad, 
aceptabilidad, informatividad, situacionalidad e intertextualidad son las cinco restantes. 
1.3.1. Cohesión 
La cohesión es el principio por el cual se conectan entre sí las palabras que forman parte 
de un texto e incluye todos los procedimientos que “sirven para marcar relaciones entre los 
elementos superficiales” del mismo (de Beaugrande-Dressler, 1997:36). Halliday-Hasan 
engloban la cohesión dentro de una característica más general de los textos, que denominan 
textura: 
El concepto de textura resulta apropiado para expresar la propiedad de “ser un texto”; esta 
le permite funcionar como una unidad con respecto a su contexto. Si un pasaje con más de una 
oración se percibe como un texto, debe haber ciertos rasgos lingüísticos presentes que contribuyan 
por medio de la textura al logro de tal unidad. 
(Halliday-Hasan, op.cit.) 
La noción de cohesión es de orden semántico, ya que se refiere a las relaciones de 
significado que se dan en un texto y que lo definen como tal, y se manifiesta a través de 
elementos gramaticales y léxicos. Lo que hemos llamado “gramática del texto” se ocupa 
principalmente de describir y explicar los fenómenos de cohesión. En relación con esto, aclaran 
Halliday-Hasan: 
El término popular wording (poner en palabras) se refiere a la forma léxicogramatical, 
esto es, a la elección de palabras y estructuras gramaticales. Dentro de este estrato no hay una 
división entre vocabulario y gramática. En el lenguaje el principio guía es que los significados 
más generales se expresan por medio de la gramática y los más específicos por medio del 
vocabulario. 
(Halliday-Hasan, op.cit.)
Las relaciones cohesivas pueden ser de distinto tipo y se expresan a través de repeticiones, 
omisiones, ocurrencia de ciertas palabras y construcciones que indican que la interpretación del 
texto depende de algo más, de otro elemento con el que es necesario establecer una relación. 
Lectura obligatoria 
Cortés, M.- Bollini, R., Leer para escribir, Bs.As., El Hacedor, 1994, pp.55-57 (Relaciones 
cohesivas). 
Actividad 
Analice los recursos cohesivos en el texto titulado “Hallan ruinas coloniales”. 
Hallan ruinas coloniales 
Restos de construcciones que datarían de comienzos del siglo XIX fueron descubiertos ayer por 
estudiantes de arqueología, en una zona céntrica de Rosario, cuando se efectuaban excavaciones 
para el futuro Pasaje Juramento. El terreno está al lado de la Municipalidad y una basílica y los 
restos se encontraron a apenas 50 centímetros de profundidad. Se trata de paredes hechas de 
ladrillos rojizos y grandes que se usaban en el siglo pasado. El predio perteneció a Santiago 
Montenegro, que en 1820 loteó los terrenos para urbanizar la incipiente ciudad. (Clarín, 12-7- 
1996) 
1.3.2. Coherencia 
Esta característica es la que confiere unidad al texto. Para algunos lingüistas la coherencia 
se debe a la existencia de un plan global previo a la articulación del texto, que organiza la 
distribución de la información a lo largo de las proposiciones y los párrafos. Para otros, se trata 
menos de una propiedad de los textos que de una configuración que corre por cuenta del receptor. 
Para llevarla a cabo, este cuenta con elementos textuales que guían la interpretación. Esos 
elementos son los llamados “conectores”, que indican el tipo de relación que el emisor establece 
entre las proposiciones. Desde este punto de vista, la coherencia es un principio para la 
interpretación de los textos. En los casos en que el texto no provee indicaciones explícitas que
permitan al receptor otorgarle coherencia, este suele formular hipótesis acerca de las relaciones 
implícitas que permiten dar sentido al texto. Así, frente a un cartel que indica, en la vía pública: 
NIÑOS 
JUGANDO 
DESPACIO 
nadie interpretará el adverbio “despacio” como una característica o atributo del juego de los 
niños, pese a que no hay ninguna indicación al respecto; cualquier habitante de la ciudad sabe que 
los carteles de este tipo tienen la finalidad de organizar la circulación en la calle y no la de 
describir las conductas de los ciudadanos. Este conocimiento, que es de carácter discursivo, 
permite asignar coherencia al texto del cartel, reponiendo la relación causal entre “niños jugando” 
y “despacio” y completando las elipsis (por ejemplo, la del verbo: “conduzca”). La operación de 
completar el texto a partir del conocimiento que aporta el receptor se denomina “hacer 
inferencias”. Al respecto, dicen de Beagrande-Dressler: “Un texto no tiene sentido por sí mismo, 
sino gracias a la interacción que se establece entre el conocimiento representado en el texto y el 
conocimiento del mundo almacenado en la memoria de los interlocutores” (op.cit. p.42). 
A grandes rasgos, diremos que todo texto se organiza en torno a un tema o idea general 
que le confiere unidad semántica. Ese tema, a su vez, se desglosa o despliega en una secuencia de 
temas subordinados a él. 
Por lo general, no nos referimos al sentido de las oraciones individuales, sino al del 
discurso como un todo o de fragmentos más o menos grandes como, por ejemplo, párrafos o 
capítulos del discurso. Este tema del discurso (o de la conversación) se hará explícito, por lo tanto, 
en términos de un cierto tipo de estructura semántica. Puesto que tales estructuras semánticas 
aparentemente no se expresan en oraciones individuales sino en secuencias completas de 
oraciones, hablaremos de macroestructuras semánticas. Las macroestructuras semánticas son la 
reconstrucción teórica de nociones como tema o asunto del discurso. 
(T.A.van Dijk, Estructuras y funciones del discurso, México, Siglo XXI, 1980, p. 43)
La distinción entre la macroestructura semántica global del texto y las macroestructuras 
parciales, que corresponden a segmentos menores del texto, ha sido especialmente útil para 
analizar y describir el proceso de construcción del sentido y asignación de coherencia que es 
clave en la comprensión lectora. Algunas actividades, como la de elaboración de resumen, a su 
vez, aprovechan los distintos niveles de coherencia textual para pautar y facilitar la tarea. 
Al resumir un texto, construimos o elaboramos una nueva versión de aquel a través de una 
serie de operaciones que, justamente, nos permiten seleccionar lo más importante. Entonces: 
. omitimos lo que no es imprescindible para seguir el tema del texto. 
. generalizamos la información, incluyendo contenidos más detallados en otros más 
generales, a través de frases o palabras. 
Cuanta más información tengamos sobre el tema, nos será más fácil construir una versión 
con mayor grado de interpretación. 
Cuando se resume un texto, se elaboran macroestructuras, es decir, contenidos 
globalizados. Puede haber resúmenes o macroestructuras de párrafos o de un texto completo. 
Los títulos son los resúmenes o macroestructuras más generales de los textos que puede 
formular un autor. 
(M. Cortés- R. Bollini, Los hacedores de textos, Bs.As., El Hacedor, 1996, p. 132) 
Lectura recomendada 
T.A. van Dijk, Estructuras y funciones del discurso, México, Siglo XXI, 1980. 
En los últimos años, el descubrimiento de la macroestructura semántica y el hallazgo de 
su incidencia en la comprensión de textos ha llevado a revalorizar la práctica del resumen, de 
larga tradición escolar, y ha brindado a los docentes de lengua una herramienta para abordar con 
eficacia el análisis y la producción de textos periodísticos, una de cuyas características más 
salientes es la anticipación del contenido del texto a través de sucesivas macroestructuras con 
distintos grados de generalidad: título, copete, primer párrafo.
GRAFICO 2 (escanear pág. 17 de Lengua en uso) 
(S.Marsimian-S.Nogueira-V.Iturburu, Lengua en uso (EGB 3), Bs.As., Cántaro, 1997, p.17) 
Lectura obligatoria 
de Beaugrande, Robert-Alain y Dressler, Wolfgang, Introducción a la lingüística textual, 
Barcelona, Ariel, 1997, cap. I. 
Actividad 
Vuelva a analizar los escritos de pág. ... justificando su carácter de textos o de no-textos 
según las siete normas o criterios de textualidad enunciados por de Beaugrande y Dressler 
en el capítulo que acaba de leer. 
1. Alguna vez compuso letras de tango. La mayoría de las ardillas habitan en bosques de 
coníferas. Había una vez un muchachito al que no le gustaba la Noche. Los maleantes huyeron sin 
dejar rastro. 
2. Esta matanza indiscriminada perjudica tanto al hombre como al medio ambiente. El hombre, 
aunque tardíamente, está tomando medidas para evitar la extinción. 
3. Espero que me contestes pronto si aceptás o no. Te mando un abrazo. 
4. Aquí no se fía. 
5. La fotografía del criminal apareció en la tapa de todos los diarios. La fotografía es un 
procedimiento que permite fijar las imágenes por medio de una cámara oscura. La oscuridad me 
da miedo. A Juan, también. El es fanático de los Kuryaki. A propósito, ¿cuándo tocan en Obras? 
Obras Sanitarias de la Nación se transformó en Aguas Argentinas. Tomar abundante agua es muy 
bueno para mantener la frescura de la piel.
6. Hallan ruinas coloniales 
Restos de construcciones que datarían de comienzos del siglo XIX fueron descubiertos ayer por 
estudiantes de arqueología, en una zona céntrica de Rosario, cuando se efectuaban excavaciones 
para el futuro Pasaje Juramento. El terreno está al lado de la Municipalidad y una basílica y los 
restos se encontraron a apenas 50 centímetros de profundidad. Se trata de paredes hechas de 
ladrillos rojizos y grandes que se usaban en el siglo pasado. El predio perteneció a Santiago 
Montenegro, que en 1820 loteó los terrenos para urbanizar la incipiente ciudad. (Clarín, 12-7- 
1996) 
1.3.3. Tipos de textos 
A los fines de la enseñanza, se hace necesario recurrir a algún criterio de clasificación que 
permita introducir un principio de organización en la masa heterogénea de los textos. Una 
propuesta didáctica centrada en la lectura y la escritura de textos, como la mayoría de las que hoy 
circulan en los libros escolares y en las publicaciones dirigidas a docentes, requiere agrupar los 
contenidos lingüísticos en bloques o unidades. Como vimos en el parágrafo anterior, es esa 
organización o secuenciación de los contenidos de acuerdo a un criterio lo que confiere 
coherencia a cualquier texto; desde este punto de vista, el programa de una materia puede ser 
considerado un texto, y el mayor o menor grado de coherencia o unidad que exhiba puede 
atribuirse a la correcta o incorrecta elección de un criterio o eje para la clasificación de los temas 
o contenidos que presenta. 
La forma más habitual de agrupar los contenidos de Lengua dentro de un enfoque 
centrado en el texto es recurriendo a una tipología textual, es decir, a una clasificación del 
universo de los textos que permita reducir la multiplicidad en base a ciertas recurrencias. 
GRAFICO 3: (escanear índice Propuestas de escritura, A-Z)
(Irene Klein, Propuestas de escritura, Bs.As., A-Z, 1997) 
Ahora bien, la amplitud y la heterogeneidad de los criterios que se utilizan para definir el 
texto, como hemos visto en el parágrafo anterior (y fundamentalmente en el capítulo de de 
Beaugrande y Dressler), hacen imposible encontrar una base de clasificación única. La realidad 
muestra que no existe una tipología ideal o perfecta: las clasificaciones son variadas y siempre 
imperfectas. 
Tomando como base de tipologización la estructura del texto, es decir, el modo cómo se 
organiza y presenta la información, Jean-Michel Adam (1996) propone una clasificación fundada 
en el predominio de una estructura secuencial de base. Adam considera que la mayoría de los 
textos son estructuralmente heterogéneos, lo que vuelve imposible encuadrarlos en un tipo puro; 
todos los textos presentan un encadenamiento de secuencias de distinto tipo. No obstante su 
heterogeneidad, cada texto contiene, a su vez, un tipo de secuencia dominante, que será el que 
permitirá clasificarlo como narrativo, descriptivo, explicativo o argumentativo. 
Son variados los tipos de texto en los que el alumno va adquiriendo competencia a lo largo 
de su escolaridad, en tareas tanto de comprensión como de producción. El tipo textual se 
determina por razones, fundamentalmente, formales: comparten el mismo tipo los textos que 
tienen una estructura básica similar. Aunque existen numerosas clasificaciones, generalmente se 
considera que hay cinco tipos básicos de texto: narración, descripción, explicación, instrucción y 
argumentación. 
La estructura básica de la narración tiene una organización temporal. En la narración 
clásica pueden distinguirse tres segmentos: situación inicial, complicación y desenlace. Se trata de 
un tipo muy ubicuo en el aula, que se introduce también muy precozmente en la escuela. Está 
presente en las clases de Lengua en todo el ciclo primario y secundario: tareas de comprensión de 
narraciones literarias y de producción de narraciones de contenido de ficción o de experiencias 
personales del alumno. La Historia es el segundo ámbito en el que este tipo textual es frecuente, a 
través de la narración de hechos históricos.
La descripción refiere las características o propiedades de un objeto, su estructura se 
organiza básicamente sobre la dimensión espacial. Como la narración, recibe una atención 
detallada en Lengua. Resulta además muy característica del área de Ciencias Naturales y de la 
Geografía. Si bien se trata también de un tipo textual de adquisición temprana, presenta mayores 
dificultades que el narrativo. En este último, el eje temporal, la sucesión cronológica de los 
hechos, proporciona una base para la organización del texto, mientras que para la descripción no 
existe ningún criterio básico que facilite la tarea de comprensión o producción, sino que la 
selección y el orden de exposición de las propiedades o características del objeto que se describe 
serán determinadas por la finalidad del texto. 
En la explicación se observa una estructura básica de pregunta-respuesta o de planteo de 
problema-solución. Es un tipo muy representativo en todas las ciencias, tanto las físico-matemáticas 
y las biológicas como en las sociales, ya que el objetivo central de la ciencia es 
proporcionar explicaciones a los fenómenos característicos de su dominio. En las asignaturas del 
área físico-matemática, la forma característica que adopta la explicación es la demostración, en la 
que el lenguaje natural se combina con el lenguaje matemático para obtener mayor precisión 
conceptual. 
La instrucción consiste en una secuencia ordenada de prescripciones para llevar a cabo 
determinada actividad o procedimiento. Aunque eventualmente se enseña a los alumnos a escribir 
instrucciones, las competencias que en la escuela se requieren para este tipo textual son 
básicamente de comprensión. Se trata de un tipo presente para todas las asignaturas, ya que las 
consignas de actividades son instrucciones. 
La argumentación, finalmente, comparte con la explicación la estructura 
problema-solución o pregunta-respuesta, pero se diferencia de ella en la índole del tema del texto. 
La explicación expone un saber ya construido y socialmente aceptado, en tanto que la 
argumentación justifica una posición acerca de fenómenos, acciones o acontecimientos que 
admiten efectiva o potencialmente más de un punto de vista, es decir, acerca de los cuales no hay 
consenso. En tiempos de Galileo, por ejemplo, la teoría heliocéntrica era objeto de 
argumentaciones, pero hoy en día, cuando ya está firmemente establecida en el conocimiento 
científico, los textos que se refieren a ella son explicativos. La distinción entre los dos polos, por 
supuesto, no es estricta, y muchos textos oscilan entre ambos. 
Existen, además, textos mixtos que comparten características propias de más de 
un tipo. En algunos casos pueden distinguirse en el texto secuencias o segmentos diferenciados, 
como es el caso muy habitual de una narración que incluya un fragmento descriptivo...
(Adriana Silvestri, En otras palabras, Bs.As., Cántaro, 1998, pp.11-13) 
Actividad 
Clasifique los textos que se reproducen a continuación en narrativos, descriptivos, 
explicativos, argumentativos o instructivos, teniendo en cuenta la caracterización de cada 
tipo que acaba de leer. Recuerde que el tipo se define por el predominio de una estructura 
básica en una configuración, por lo común, heterogénea. Esto significa que un texto puede 
ser dominantemente argumentativo y contener segmentos explicativos o descriptivos. 
GRAFICO 4 (escanear el aviso de Fundación Vida Silvestre) 
Los perros tienen un solo antecesor: Cuando Charles Darwin y sus colegas observaron 
que había tantas y tan disímiles razas de perros concluyeron que habían descendido de una 
mezcla de caninos salvajes, que incluía hasta el chacal. Pero recientemente un grupo de 
genetistas y biólogos evolutivos de la Universidad de California, en Los Angeles, pudo 
determinar que el único antecesor de los perros de hoy fue el lobo. Y hasta afirman que la 
primera transformación del lobo en perro puede haber sucedido hace más de 100.000 
años. Los investigadores analizaron muestras de tejido de lobos, perros, coyotes y 
chacales y finalmente detectaron que las secuencias del ADN de lobos y perros eran muy 
similares. De ahora en más ya se sabe que detrás del más dócil de los perros, alguna vez 
hubo un lobo feroz. 
(Página 12, Suplemento “Futuro”, 26/7/97) 
Cómo pulir metales con vinagre
El vinagre es ideal para pulir metales. 
Embeba un trapo limpio, frote el objeto y deje secar. 
Vuelva a frotar y verá cómo brilla. 
¿Cuándo se descubrieron las cuevas de Lascaux? 
Las cuevas de Lascaux, ubicadas en Francia, constituyen uno de los tesoros artísticos más 
valiosos de la humanidad: datan del período Paleolítico Superior y estuvieron ocultas a los 
hombres durante casi 20.000 años. Fue recién en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, 
que unos adolescentes las descubrieron por casualidad. Paseaban por un bosque cercano a 
un pueblo llamado Montignac y un perro que los acompañaba los guió hasta un hueco 
muy profundo, según constataron los chicos luego de arrojar varias piedras. Con sogas y 
linternas descendieron hasta llegar a un espacio similar a una sala amplia y allí se 
encontraron con la sorpresa: caballos, toros y ciervos estaban pintados en las paredes 
formando escenas de gran belleza. Después, llegaron a otra galería donde las pinturas 
representaban a felinos con grandes colmillos y signos como flechas y cruces. 
Los chicos comunicaron su descubrimiento a las autoridades de Montignac y a partir de 
ese momento, las cuevas se convirtieron en centro de investigación primero y de turismo 
después. Las galerías de Lascaux presentan un incalculable valor estético pero además 
permitieron reconstruir parte de la prehistoria. 
Lectura obligatoria 
Cortés, Marina y Bollini, Rosana, Leer para escribir, Bs.As., El Hacedor, 1994, pp. 33- 
41. 
1.4. La noción de discurso 
Si bien el término “discurso” se suele utilizar como sinónimo de “texto”, haremos aquí 
una distinción basada en una diferencia de perspectiva en la consideración de uno y otro objeto 
de análisis. No obstante, dada la polisemia de la palabra “discurso”, esta distinción no invalida su 
utilización como término equivalente a “texto” en determinados contextos. Esto se debe, en 
buena medida, a que las actuales teorías del texto, como acabamos de ver, lo definen como una
unidad de la comunicación y no como un mero encadenamiento de oraciones. Sin embargo, la 
investigación sobre el texto permanece más acotada al campo de los estudios lingüísticos, en 
tanto el discurso constituye, de por sí, un objeto transdisciplinario, que se define en la 
articulación de lo lingüístico y las condiciones sociales de producción. 
La recepción y la producción lingüísticas se realizan en el interior de las distintas esferas 
de la práctica social, que regulan de diferentes maneras los intercambios. De este modo, la 
sociedad y sus instituciones actúan sobre las elecciones lingüísticas de los hablantes, limitando y 
encauzando su producción y su recepción. Hablaremos de discurso, en principio, para referirnos a 
esa intersección del lenguaje y las instituciones sociales, que se materializa en enunciados o 
textos específicos de cada actividad o zona de la praxis social. Desde este punto de vista, es 
posible distinguir un discurso religioso, un discurso político, un discurso periodístico, un discurso 
jurídico, un discurso escolar, etc. La categoría puede extenderse, asimismo, para recubrir los usos 
lingüísticos correspondientes a distintos grupos o sectores de la sociedad, que participan de 
códigos particulares, como los jóvenes. En todos los casos, el término “discurso” pone la atención 
en la articulación entre los usos del lenguaje y las condiciones de producción de los enunciados. 
La noción de “discurso” pone en cuestión la dicotomía saussureana entre lengua y habla. 
Ferdinand De Saussure distinguía la lengua del habla como lo social frente a lo individual: la 
lengua es el sistema compartido por la comunidad hablante, en tanto el habla se define como la 
utilización individual de la lengua en situaciones particulares. En tanto el uso -el habla- es 
individual y asistemático, no puede constituirse en objeto de la lingüística; la lingüística, como 
ciencia, solo puede ocuparse del sistema de la lengua. Sobre esta base se funda la lingüística 
estructural. La noción de discurso supone, en cambio, la existencia de usos sociales de la lengua. 
Por ser sociales, esos usos no están enteramente librados a la elección del hablante: las 
restricciones que pesan sobre el discurso hacen de él una forma normativa y un objeto pasible de 
análisis y sistematización. 
En los últimos años, la enseñanza de la lengua ha instalado el desarrollo de la 
competencia comunicativa de los niños y adolescentes como objetivo central. El logro de este 
objetivo requiere incorporar una perspectiva discursiva a los contenidos de la asignatura, ya que 
la noción de “competencia comunicativa” refiere a la capacidad de responder eficaz o 
adecuadamente a los distintos requerimientos lingüísticos de la vida social.
1.4.1. Los géneros del discurso 
Mijaíl Bajtín define el enunciado como la unidad real de la comunicación discursiva. El 
discurso existe en forma de enunciados concretos producidos por los hablantes. Hablamos por 
medio de enunciados y los niños aprenden la lengua escuchando y reproduciendo enunciados 
concretos en la comunicación discursiva efectiva con los que los rodean. Aprender a hablar es, 
por lo tanto, aprender a construir los enunciados. El enunciado está orientado a un destinatario y 
expresa, en su contenido y en su forma, evaluaciones sociales compartidas en la comunidad a la 
que el hablante pertenece. La entonación, por ejemplo, es un vehículo de esas evaluaciones 
comunes. Se trata de un aspecto del discurso de adquisición muy temprana: los niños pequeños 
utilizan patrones de entonación sin lenguaje como conducta comunicativa, lo que parecería 
indicar que, aun antes de adquirir el código lingüístico, reconocen las evaluaciones del medio que 
los rodea sobreentendidas en el discurso. 
A su vez, los distintos ámbitos de la práctica social organizan la comunicación por medio 
de tipos de enunciados, a los que Bajtín denomina “géneros discursivos”. Los géneros son tipos 
de enunciados relativamente estables o estandarizados, que comparten características temáticas, 
estilísticas y de composición o estructura. Los géneros que organizan la comunicación familiar o 
cotidiana son, en su mayoría, orales. Bajtín llama “primarios” a estos géneros simples, en general 
dialógicos y orales. Los géneros secundarios, en cambio, son, en su mayoría, escritos (o han 
pasado por alguna etapa escrita en su elaboración) y corresponden a situaciones comunicativas 
más complejas. Los géneros secundarios absorben en su interior géneros primarios y los 
reelaboran. Mientras los géneros primarios se adquieren espontáneamente, en los intercambios 
comunicativos cotidianos, los secundarios requieren un proceso sistemático de enseñanza. 
Los géneros son históricos, cambian con el tiempo. Un género puede desaparecer, así 
como aparecen otros. Algunos surgen de la transformación de géneros que proceden de otros 
ámbitos discursivos. Es lo que ocurre con algunos géneros literarios. Por ejemplo, el género 
literario policial reelabora como materiales algunos géneros que provienen del ámbito de lo 
judicial, como el informe del forense, la descripción ocular del escenario del crimen que hace la 
policía, las declaraciones de los testigos, el informe del perito balístico, etc. Todos esos escritos, 
que forman parte de una causa por homicidio, así como la crónica policial de los diarios, fueron 
reelaborados e incorporados al género policial.
El conocimiento de los géneros primarios forma parte de la competencia de cualquier 
hablante. Reconocer el género, a través de algunas de sus marcas más evidentes, permite 
canalizar los esfuerzos interpretativos en una dirección. En este sentido, el género es un recurso 
de economía comunicativa. “Si no existieran los géneros discursivos y si no los domináramos, si 
tuviéramos que irlos creando cada vez dentro del proceso discursivo, libremente y por primera 
vez cada enunciado, la comunicación discursiva habría sido casi imposible.” (Bajtín, 1982: 268) 
El aprendizaje de los géneros secundarios, por su parte, si bien dura toda la vida, se 
desarrolla en buena medida en el ámbito escolar. Es en la escuela donde se supone que se 
desarrolla la competencia en el manejo de géneros escritos, especialmente los relacionados con la 
comunicación de contenidos conceptuales de los campos de conocimiento propios de cada 
asignatura. 
Lectura obligatoria 
Adriana Silvestri, En otras palabras, Bs.As., Cántaro, 1998, pp. 16-21 (“Los géneros 
conceptuales). 
Actividad 
A partir del texto que acaba de leer: 
1. Caracterice los géneros conceptuales escolares teniendo en cuenta: a) el contenido, b) el 
estilo, c) la estructura o composición. 
2. Reformule la descripción que hace la autora de la competencia verbal de un alumno 
típico, utilizando la distinción entre géneros primarios y secundarios de Bajtín. 
3. Escriba un párrafo para agregar al final del capítulo. 
La enseñanza de la escritura en Lengua ha aprovechado los aportes de la teoría del 
discurso y de los géneros discursivos y hoy casi todas las propuestas para trabajar la producción 
de textos en la escuela parten de un marco discursivo o genérico: se practica la escritura de 
informes, monografías, crónicas, cuentos, entrevistas, cartas, recetas, etc. El encuadre genérico 
aporta a la enseñanza de la composición pautas o criterios que, en combinación con las 
características de los tipos textuales, permiten encauzar la producción y la evaluación de los
textos. No se trata, sin embargo, de un descubrimiento reciente. La enseñanza retórica, durante 
siglos, se basó en una clasificación de los discursos que orientaba la selección y combinación de 
las ideas y su expresión. 
Lectura recomendada 
Bajtín, Mijaíl, “El problema de los géneros discursivos”, en: Estética de la creación verbal, 
México, Siglo XXI, 1982. 
1.4.2. La tradición retórica 
La palabra “retórica” designa, entre otras cosas, el arte (tejné ) de elaborar la pieza 
oratoria, el discurso argumentativo dirigido a un auditorio. El arte retórica nació en Grecia, más 
precisamente en Siracusa, en el contexto de los procesos por la recuperación de tierras 
expropiadas por los tiranos. Es decir, la retórica -y la argumentación- surge en estrecha relación 
con los procesos judiciales y se extenderá luego a la asamblea política. Los primeros maestros de 
retórica fueron los sofistas, a quienes Platón consideraba demagogos pues buscaban la forma de 
conmover al auditorio para ganarse su favor sin preocuparse de la justicia o verdad de las causas 
que defendían. 
De estos primeros tratados, debemos retener los siguientes aspectos: 
1. La puesta a punto de un plan tipo del discurso (...), que los tratados posteriores no harán 
más que refinar. 
2. El origen jurídico-político del arte que comporta una dimensión agonal y sirve para 
regular los conflictos y las disputas (esta dimensión está presente en la nueva etapa que está 
viviendo la retórica en los últimos cuarenta años). La retórica se impone en las disciplinas 
prácticas de la ética y de la política (con la acción, el habla se convierte en una actividad política): 
las elecciones y los pleitos son en este campo inevitables; se necesita, por lo tanto, recurrir a la 
argumentación (C.Perelman 1977). El establecimiento de los principios de la retórica en Grecia es 
un hecho relacionado con la aparición del régimen democrático (la retórica, según dirá Nietzche, 
es un arte republicano que se dedica a escuchar las opiniones y los puntos de vista más extraños): 
trata de los discursos que tienen como marco las instancias de la democracia ateniense (la
Asamblea, el Tribunal o las grandes manifestaciones panhelénicas); en definitiva, la retórica 
ocupa un lugar destacado en el currículum y en la educación del ciudadano y del hombre de 
Estado. 
3. Su orientación genérica y pragmática. El habla se sitúa en los límites de la finalidad y 
de las construcciones persuasivas a las que se presta. Las situaciones institucionales en que se 
ejercita el habla determinan los distintos géneros del discurso; el discurso no se regula según la 
ley, el derecho, etc., abstractamente, sino que se rige por el tiempo, el lugar y las circunstancias 
(...). 
Al analizar los medios por los cuales los hombres se comunican públicamente, la retórica 
constituye así el primer testimonio occidental de la reflexión sobre el discurso. 
(O.Ducrot y J.-M. Schaeffer, Nuevo diccionario enciclopédico de las ciencias del 
lenguaje, Madrid, Arrecife, 1998, pp. 152-153) 
Para Aristóteles, el arte retórica constaba de cinco momentos u operaciones: 1) inventio: 
la búsqueda de las pruebas o argumentos; 2) dispositio: el ordenamiento de los argumentos; 3) 
elocutio: la puesta en palabras y el adorno de las figuras; 4) memoria: memorización del discurso; 
5) actio: pronunciación del discurso frente al auditorio. Las dos últimas etapas son propias de la 
argumentación oral, mientras que las tres primeras permanecen en la elaboración del discurso 
escrito. Tanto la inventio como la dispositio y la elocutio están limitadas y orientadas por la 
caracterización del auditorio al que se dirige el discurso, por las características de la causa que se 
defiende y por el objetivo que persigue el orador. Ellos son, asimismo, los autores de los 
primeros tratados de retórica. 
Actividad 
Compare la concepción de “composición” que se infiere de las dos citas que se transcriben a 
continuación con la caracterización del proceso retórico que acaba de leer. 
* La tarea de composición, asimilada a un arte de pensar, entraña el proceso retórico de invención, 
disposición y elocución; mientras que redacción es, simplemente, el ejercicio de poner por escrito 
el material recogido en el acto de invención, elaborado y ordenado en el de disposición.
(Raúl H. Castagnino, Observaciones metodológicas sobre la enseñanza de la 
composición, Bs.As., Huemul, 1969) 
* La composición exige tres operaciones, a saber: 
1) Buscar y elegir los pensamientos, lo cual llámase “invención”; 
2) Ordenarlos convenientemente, esto es, la “disposición”; 
3) Expresarlos con las palabras y formas oportunas, lo que se denomina “elocución”. 
(Rodolfo Ragucci, op.cit.) 
A partir del siglo I después de Cristo, como consecuencia de la caída de la República 
romana y de la pérdida de libertad política que trajo aparejada, la elocuencia política y judicial 
decae y lo que permanece es una elocuencia más bien ornamental. Se privilegia, así, el 
componente estilístico (elocutio) por sobre el componente argumentativo. 
En consecuencia, debido, por una parte, a la eliminación de su componente filosófico y, 
por otra, a la importancia que se le otorga a la elocución, la retórica deja de ser un arte del 
discurso, para pasar a convertirse en un arte del estilo, limitada al estudio de las formas del 
lenguaje ornamental, de las figuras y de la oratoria. Con el fin de los estudios de las bellas letras y 
con el paso de la literatura clásica a la literatura romántica, la retórica, que en su origen estuvo 
relacionada con las reglas y las normas del discurso, se reduce a un mero artificio, quedando 
excluida de las bellas artes: la elocuencia se ve como la antítesis de la poesía dentro del dominio 
de las artes del lenguaje ... 
(O. Ducrot y J.-M. Schaeffer, op.cit.) 
Es esta concepción de la retórica la que permaneció en las escuelas hasta mediados de este 
siglo, como marco para la enseñanza de la composición en distintos niveles del sistema. En 
efecto, la mayor parte de los métodos para la enseñanza de la composición hasta la década de 
1960, por lo menos, son adaptaciones del modelo retórico a los requerimientos pedagógicos de la 
época. Esa adaptación implica sacrificar la orientación discursiva que caracterizaba a la retórica 
antigua: puesto que el docente es el único destinatario de los textos que se componen en la 
escuela, el problema retórico que supone la adecuación del discurso a auditorios y objetivos 
diversos se desdibuja. Esta reducción, a su vez, confiere a los productos de la práctica de
composición rasgos genéricos. Desde este punto de vista, la composición podría ser definida 
como un género de circulación restringida al ámbito escolar (y, más específicamente, al aula), 
que incluye y transforma otros géneros (cartas, esquelas, relatos, retratos). Esta transformación de 
objetos discursivos en objetos escolares desvincula a aquellos de su contexto de uso habitual y 
simplifica el proceso de escritura con el objeto de facilitar la enseñanza. 
Por supuesto que, como toda práctica y todo género discursivo, la composición escolar no 
es un sistema fijo, sino que se ha ido modificando históricamente en base a requerimientos 
sociales, pedagógicos y del campo científico. Sin ir más lejos, ya en la década de 1920 se 
formulan algunos reclamos en el sentido de conceder más importancia y tiempo a los géneros 
necesarios para la integración de los alumnos a la vida moderna y al mundo del trabajo. En 
respuesta a esta demanda, el género epistolar accederá a un lugar central en libros de lectura y 
propuestas didácticas. La redacción de esquelas, telegramas y cartas con finalidades y 
destinatarios diversos introduce, así, en el marco de esta retórica adaptada a la escuela, 
consideraciones situacionales y pragmáticas. 
El billete es una carta breve, una esquela, cosa del momento, una comunicación rápida, 
más bien para cosas menudas. No tiene ni la extensión ni las formalidades exteriores de una carta. 
Se lo emplea con las personas con quienes se tiene mucha confianza o con aquellas con las cuales 
no podemos permitirnos ninguna familiaridad. Y de ahí las dos formas clásicas que distinguimos 
en los billetes: la familiar de cuatro líneas que mandamos a un amigo porque nos falta el minuto 
de tiempo para llegarnos hasta él, o la que llamaremos solemne, redactada en tercera persona. 
Antes de entrar en materia, conviene recordar que una carta, un billete, una nota, no se 
escriben en un papel cualquiera, sino en papeles o cartulinas de determinado tamaño que en los 
comercios del ramo llaman tarjeta, papel de esquela, de carta, de nota u oficio. Cuando se tiene 
confianza absoluta con una persona puede escribírsele un billete hasta en una media hoja de 
cuaderno, pero la buena educación exige que se guarden las formas... 
(Revista La Obra, mayo de 1941) 
No obstante, la enseñanza de la composición orientada al dominio del género quedó, 
durante décadas, circunscrita a las distintas variedades del género epistolar. En los últimos años, 
junto con la valoración de la perspectiva discursiva para la enseñanza de la lengua, con el 
redescubrimiento de la argumentación y la importancia de su dominio para la comunicación
social y con la introducción de los medios masivos y del discurso periodístico en la escuela, 
asistimos a una explosión de géneros en distintos niveles de la escolaridad y a una reorientación 
de la enseñanza en esa dirección. En tanto los géneros introducen un principio de organización en 
la diversidad de los usos sociales de la lengua, la enseñanza centrada en el uso (producción y 
recepción de textos) concede un lugar central a estos formatos, inscribiéndose en la tradición 
retórica. 
(fotocopiar Jolibert p. 38) 
(Josette Jolibert, Formar niños productores de textos, Santiago de Chile, Hachette, 1988, p.38) 
Actividad 
Analice la siguiente “Trama de preparación del profesor”, tomada del libro de Josette Jolibert 
mencionado (págs.60-61), a la luz de lo trabajado en este módulo.
1.4.3. La retórica cognitiva 
Si bien la investigación en psicología cognitiva sobre el proceso de comprensión lectora 
ha sido mucho más abundante que la correspondiente al proceso de producción de textos escritos, 
su incidencia respectiva en la didáctica de la lengua ha sido inversamente proporcional. En los 
últimos años, hemos asistido a una enorme proliferación de propuestas destinadas a entrenar a 
niños y adolescentes en la producción de textos de distinto tipo, que tienen origen en modelos 
cognitivos del proceso de composición. Estos modelos caracterizan la tarea de escritura como un 
problema que el escritor debe evaluar correctamente para arribar a una solución (un texto) 
adecuada (Flower y Hayes, 1980). El problema incluye varios aspectos: el destinatario del texto 
que se escribe, la relación que se quiere establecer con él, las intenciones y los objetivos 
comunicativos que se persiguen, la relación que se entabla con el referente, el género discursivo 
que se elige para comunicar. Se trata de un problema de naturaleza retórica, ya que se centra en la 
consideración de los distintos componentes de la situación comunicativa en función de 
seleccionar los recursos más apropiados para los fines propuestos. La representación del 
problema retórico incide tanto en la generación de las ideas y la búsqueda de información como 
en la redacción propiamente dicha. Y a medida que se escribe, esa representación también incide
en las reformulaciones y ajustes que el escritor va haciendo al texto y que implican no solo 
operaciones de ampliación, reducción, sustitución, borrado, movimiento de elementos a lo largo 
del sintagma, sino también una vuelta constante sobre el contenido del texto, sobre el tema, cuyo 
conocimiento se va transformando durante el proceso de composición (Scardamalia y Bereiter, 
1992). De manera que, al terminar de escribir, el escritor sabe más que al empezar. En este 
sentido, escribir es una forma de aprender, siempre y cuando la práctica de la escritura demande 
procesos controlados de producción, operaciones que los escritores inexpertos no realizan. Por 
eso se considera que enseñar a evaluar el problema retórico, a planificar y revisar el propio 
escrito, es un objetivo prioritario para una pedagogía de la escritura en la escuela secundaria. 
¿Cómo trabajar en clase la escritura como proceso? 
Podríamos considerar la situación pedagógica a través de los siguientes pasos: 
I. Antes de escribir 
Después de que el docente trabaje la generación de ideas, o sea, movilice los conocimientos 
previos que tenga el alumno (recuerdo de textos anteriores) y estimule la búsqueda de 
información, el alumno debe identificar la situación de comunicación en su aspecto enunciativo (o 
situación retórica a nivel procesual) en la que se inscribe el texto que debe escribir: 
. para quién escribe (para un familiar, el lector de un diario); 
. para qué escribe (para informar, para entretener, etcétera) el tipo de texto que se le pide (cuento, 
aviso publicitario, crónica); 
. como qué escribe (como periodista, como amigo, como empleado, como padre). 
El alumno procederá, entonces, a planificar su escrito (si, por ejemplo, debe escribir una carta a 
un amigo, se ajustará a la estructura convencional de la carta, elegirá la variedad lingüística 
adecuada al grado de familiaridad del receptor, etcétera). 
II. Escritura en borrador 
Se le propondrá al alumno que intercambie su texto con el de su compañero (o grupo de 
compañeros), quien, basándose en una serie de preguntas formuladas previamente por el docente, 
evaluará su texto y autoevaluará el suyo a partir de la confrontación. (Las preguntas versarán 
sobre la legibilidad del texto, el respeto a la gramática y a la situación comunicativa, como
también sobre la comprensión de ese texto.) El alumno pasará el texto en limpio sobre la base de 
las correcciones efectuadas por su compañero. 
Así, el docente no evaluará solamente un producto final, sino un proceso de escritura, y no será el 
único lector responsable de fatigosas correcciones (a las que, rara vez, el alumno presta atención). 
De este modo, también, el alumno incorporará las distintas operaciones del proceso junto con las 
preguntas de autocorrección como un hábito significativo en la práctica de su escritura. 
Cuando el alumno no escriba más para el docente, su número de receptores (sus “pares”) se haya 
ampliado y persiga objetivos comunicativos claros, le encontrará sentido a esta práctica. Y logrará 
disfrutarla. 
(Irene Klein, Propuestas de escritura, Bs.As., A-Z, 1997, pp.19-20) 
Lecturas recomendadas 
Flower, L. y Hayes, J., “Teoría de la redacción como proceso cognitivo”, en: Textos en contexto 
1 (Los procesos de lectura y escritura), Bs.As., Lectura y Vida, 1996. 
Scardamalia, M. y Bereiter, C., “Dos modelos explicativos de los procesos de composición 
escrita”, en Infancia y Aprendizaje Nro 58, 1992, pp.43-64. 
1.5. La literatura 
La lengua y la literatura constituyen los dos grandes dominios en los que se distribuyeron 
históricamente los contenidos de la asignatura. Si bien esa distribución suponía una 
diferenciación de los contenidos lingüísticos y literarios, la inclusión de ambos dominios en la 
misma asignatura, así como el relevo de uno por otro en los últimos años del ciclo secundario, 
implicaba también una integración o una continuidad entre los contenidos de ambos: cualquiera 
sea la definición que se dé de “literatura”, su materia es primordialmente el lenguaje. Por esa 
razón, lo que tradicionalmente se privilegiaba en el análisis de los textos literarios era el uso 
particular que allí se hacía de la lengua, las llamadas “figuras” (codificadas por la retórica) y las 
“imágenes sensoriales” (codificadas por la estilística). Esta perspectiva llevaba a preferir para 
trabajar en el aula aquellos textos que presentaran figuras e imágenes accesibles al análisis, y a 
conceder, por lo mismo, un lugar central a la poesía.
... ¿Cómo logra infundir a sus versos un “clima” poético, es decir la sensación de que ella 
nos introduce en un mundo mágico, nuevo, de bellezas insospechadas? Pues con las metáforas, en 
las que aparecen asociaciones imprevistas, animismo (dar vida a lo inerte) y otros recursos. 
Analicemos las más importantes: 
La fresca puerta que el carpintero le pondrá al bosque. Lo sorpresivo se produce en el 
hecho de que la puerta es elemento propio de la habitación del hombre, de lo cerrado, y aquí está 
atribuido al bosque, ámbito por excelencia abierto en la naturaleza. 
El taller alumbrado con pajaritos. En esta metáfora, los pájaros están caracterizados por 
su movilidad, color, canto, como luces que alumbran, como lamparillas de colores prendidas de 
los árboles, dentro de ese taller del bosque donde la laboriosa naturaleza trabaja día y noche. 
Empuño... un silbo, no un serrucho que ladra y muerde. Es un recurso inesperado pero 
feliz el atribuirle al silbo -sonido melodioso que se emite con los labios al hacer pasar aire por 
éstos, convenientemente dispuestos- la posibilidad de ser empuñado como el serrucho, elemento 
de trabajo. Y un serrucho que ladra y muerde. Esta metáfora, que a la vez inviste de animismo a 
un objeto, es también un procedimiento impresionista que se apoya en dos sensaciones provocadas 
por la vista y el oído, cuando el serrucho actúa. Transfiere al serrucho dos acciones propias del 
perro (expresadas por sensaciones: una, auditiva (ladra); la otra (muerde), táctil-visual). Juntas 
(acciones y sensaciones) resultan más agresivas. Igualmente agresivo aparece el serrucho. Al acto 
de empular un silbo, algo dulce y armonioso, opone y rechaza el acto de serruchar. Hay aquí un 
entrecruzamiento de muchos hechos mágicos: convertir el sonido en instrumento, el serrucho en 
perro, y representar mediante la elección del silbo, y no del serrucho, la actitud cordial del 
carpintero. 
El cedro que abre su gran sombrilla. La metáfora se combina con otro recurso: el de 
atribuir una actitud humana al árbol, que extiende sus ramas como si fueran las varas de una 
sombrilla. En este imagen se nota, además, un gesto protector. 
Con la palabra tiempo /.../ hago y lustro el abrigo / de la castaña. Con algo que pertenece 
al plano fónico, una palabra (en este caso tiempo) de significación inmaterial, que no se percibe 
por los sentidos, hace algo sólido, material: el abrigo de la castaña. Además juega con el sentido 
de ese vocablo. Tiempo se necesita para que crezca y se lustre “el abrigo de la castaña”. El tiempo 
es su aliado; le evitará esfuerzos inútiles y apresuramientos engañosos. 
Recorto en la mirada / del ciervo fino, / un sueño de madra, / la flor del pino. Apresa una 
imagen fugazmente reflejada en los ojos del ciervo, y la recorta como si fuera algo concreto (una 
flor) que pudiera fijarse en la retina. Su delicado y fantasmagórico juego se completa con otra
acertada metáfora: la flor del pino es un sueño de madera. Es el sueño del árbol que quiere 
cristalizarse en algo bien real y familiar (una flor de madera). El árbol no alcanza a imaginar la 
maravilla de la flor de pétalos sedosos. El carpintero no violenta la imaginación del árbol. 
Las antítesis u oposiciones. Son recursos también eficaces para realzar la alternativa que 
se le presenta al carpintero, y el porqué de su elección. 
Elige No elige 
el bosque vivo ® madera muerta 
el silbo (lo armonioso ® el serrucho (lo agresivo) 
el bosque verde ® el triste aserrín. 
(Lacau-Rosetti, Antología 1, Bs.As., Kapelusz, 1970) 
Durante años, la enseñanza de la lengua se basó en el lenguaje literario: las oraciones que 
se analizaban provenían de textos literarios, la lectura -tanto en la escuela primaria como en la 
secundaria- y la composición tenían al texto literario como objeto, punto de partida, ideal o 
modelo. Ese predominio comienza a debilitarse en la década de 1970, cuando cobra 
protagonismo en la asignatura una concepción comunicativa del lenguaje. 
1.5.1. La función poética 
Con la traducción y difusión de “Lingüística y poética”, de Roman Jakobson (1975), se 
inicia el giro comunicativo en la manera de concebir la enseñanza de la lengua. En ese artículo, 
Jakobson propone su famoso modelo del circuito de la comunicación y define los factores que 
intervienen en la comunicación cara a cara (destinador, destinatario, mensaje, contacto, código, 
contexto). En relación con ese modelo define también las funciones del lenguaje como el 
predominio de uno u otro de los factores en una situación comunicativa concreta. Así, la “función 
poética” es definida por Jakobson como aquella en la que el mensaje se vuelve sobre sí mismo y
exhibe (reflexivamente) sus propios mecanismos de producción, demorando de este modo la 
operación de referencia o atribución de significado. 
... La orientación hacia el MENSAJE como tal, el mensaje por el mensaje, es la función 
POÉTICA del lenguaje. Esta función no puede estudiarse de modo eficaz fuera de los problemas 
generales del lenguaje, y, por otra parte, la indagación del lenguaje requiere una consideración 
global de su función poética. Cualquier tentativa de reducir la esfera de la función poética a la 
poesía o de confinar la poesía a la función poética sería una tremenda simplificación engañosa. La 
función poética no es la única función del arte verbal, sino sólo su función dominante, 
determinante, mientras que en todas las demás actividades verbales actúa como constitutivo 
subsidiario, accesorio. Esta función, al promocionar la patentización de los signos, profundiza la 
dicotomía fundamental de signos y objetos. De ahí que, al estudiar la función poética, la 
lingüística no pueda limitarse al campo de la poesía. 
(Roman Jakobson, “Lingüística y poética”, en: Ensayos de lingüística general, 
Barcelona, Seix Barral, 1981, p.358) 
De esta manera, lo que hasta entonces había sido englobado dentro de las figuras 
retóricas, como recursos para embellecer el discurso, o bien como marcas expresivas, se traduce 
en términos funcionales a rasgos o características de determinado tipo de mensajes, entre los 
cuales se destaca la poesía, pero que son compartidos con otros ámbitos del discurso, como la 
publicidad o la propaganda política. 
El eslogan político I like Ike (ay layk ayk) es de estructura esquemática, consistente en tres 
monosílabos, con tres diptongos /ay/, cada uno de los cuales viene seguido simétricamente de un 
fonema consonántico /...l...k...k/. La conformación de las tres palabras presenta una variación: no 
se da ningún fonema consonántico en la primera palabra, dos cercan el segundo diptongo, y hay 
una consonante final en el tercero. Ya Hymes había notado un parecido núcleo /ay/ dominante en 
algunos sonetos de Keats. Los dos cólones de la fórmula trisilábica “I like / Ike” riman entre sí, y 
el primero de los dos términos aliterantes está incluido en el segundo: /ay/ - /ayk/, imagen 
paronomástica de un sentimiento que recubre totalmente a su objeto. Ambos fragmentos forman 
aliteración entre sí, y el primero de los dos términos aliterantes está incluido en el segundo: /ay/ 
- /ayk/, imagen paronomástica del sujeto amante encubierto por el objeto amado. La función 
secundaria, poética, de este eslogan electoral refuerza su contundencia y su eficacia.
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Unidad 1[1]maite

  • 1. Estrategias de enseñanza de la lengua y la literatura Módulo escrito por Maite Alvarado con la colaboración de Marina Cortés (Capítulo 3)
  • 2. Introducción Definición de “estrategia” En este módulo se considerará la estrategia como un procedimiento flexible que atiende a distintos propósitos y se concreta en diferentes formas de actividad y trabajo unificadas por un proceso o principio básico. Ese principio básico permite agrupar las estrategias en familias. La flexibilidad de las estrategias, a su vez, les permite adaptarse a distintas áreas y a distintos dominios dentro de un área o asignatura. Los propósitos La elección de estrategias para la enseñanza de la lengua y la literatura estará guiada por los propósitos que se hayan fijado para la asignatura. Podríamos considerar como propósitos generales: 1) formar usuarios competentes de la lengua y 2) desarrollar hábitos lectores y escritores y afición a la lectura y la escritura. Estos propósitos pueden, a su vez, desagregarse en propósitos con un nivel de generalidad menor. Formar usuarios competentes de la lengua implica desnaturalizar la relación con la lengua, favorecer operaciones de pensamiento ligadas a la formación de conceptos, desarrollar habilidades metacognitivas, promover la automatización de los procesos de nivel inferior implicados en la producción y la comprensión de textos a fin de disminuir el costo cognitivo que ambas actividades demandan, desarrollar la capacidad de adecuar el discurso a diferentes situaciones e intenciones comunicativas, promover el dominio de los formatos o géneros que organizan los intercambios lingüísticos en distintas esferas de la práctica social. El propósito de desarrollar hábitos lectores y escritores y afición a la lectura y la escritura, a su vez, podría desagregarse en una serie de propósitos como: promover la valoración de la imaginación, la curiosidad intelectual, la actitud crítica, alentar el desarrollo de sensibilidad
  • 3. hacia el lenguaje, la capacidad de formular hipótesis y construir problemas, la flexibilidad en la elección de estrategias para la resolución de los problemas. Principios de clasificación de las estrategias Las estrategias que se han seleccionado en función de los propósitos de la asignatura se agrupan en torno a tres principios o procedimientos básicos: 1. Análisis 2. Reformulación 3. Invención 1. Las estrategias basadas en el análisis ponen en juego mecanismos de descomposición y jerarquización de elementos o componentes de un todo (palabra, oración, texto). Como procedimiento, el análisis está en la base de la mayoría de las estrategias para la enseñanza de la lengua y la literatura. En este grupo, no obstante, nos atendremos a las que hacen eje en el análisis. Este puede llevarse a cabo según distintos criterios: puede consistir en la descripción del objeto (los elementos que lo integran y la relación que los une) o bien incorporar otras variables. Así, el análisis de un texto puede limitarse a describir su estructura o integrar consideraciones históricas, discursivas, estéticas, etc. En este caso, el análisis se acerca a la interpretación. Por último, el análisis puede estar orientado hacia la explicación de determinados procesos o fenómenos; volviendo al ejemplo del análisis del texto, este puede centrarse en el propio proceso de lectura o de interpretación. En este módulo se explorarán los tres tipos de análisis. 2. Las estrategias basadas en la reformulación se apoyan en el análisis, pero el principio que las nuclea es la paráfrasis: decir lo mismo de otra manera. Se basan en la idea de que es posible conservar el significado cambiando la forma. Exploran, por lo tanto, los límites de esa posibilidad e implican una reflexión sobre los paradigmas de la lengua, las estructuras gramaticales y los campos léxicos, así como sobre las restricciones del universo del discurso. Se trata de estrategias que entrenan la comprensión y la producción de textos (especialmente el proceso de revisión: lectura y corrección de los propios textos). Las principales estrategias de
  • 4. reformulación son: a) borrado (reducción), b) inserción (ampliación), c) sustitución, d) desplazamiento o recolocación. 3. Las estrategias basadas en la invención apuntan a la creación de objetos; en el caso de la lengua, a la creación o producción de objetos lingüísticos. Son estrategias especialmente orientadas a la generación de ideas, el establecimiento de relaciones, la desautomatización de la percepción y del lenguaje, la formulación y resolución de problemas retóricos. La invención, como principio básico, permite agrupar estrategias que favorecen el establecimiento de puentes entre los distintos dominios de la asignatura. Este módulo estará centrado en el taller de escritura como modalidad de enseñanza de la lengua y la literatura a través de la invención Las consignas que se presentan están agrupadas según el procedimiento o mecanismo en el que se basan: a) la invención libre o azarosa b) la restricción pura c) el binomio fantástico d) el extrañamiento
  • 6. Indice del módulo Introducción Unidad 1: Los dominios de la enseñanza de la lengua y la literatura 1.1. Especificidad e interrelaciones. 1.2. La lengua. 1.2.1. La gramática. Su objeto de estudio. Concepción restringida y concepción ampliada de gramática. Gramática oracional y gramática textual. 1.2.2. El léxico. 1.3. El texto como unidad comunicativa. 1.3.1. Cohesión. 1.3.2. Coherencia. 1.3.3. Tipos de textos. 1.4. La noción de discurso. 1.4.1. Los géneros del discurso. 1.4.2. La tradición retórica. 1.4.3. La retórica cognitiva. 1.5. La literatura. 1.5.1. La función poética. 1.5.2. Problemas de definición. 1.5.3. Géneros literarios. 1.5.4. La narración. Unidad 2: Estrategias basadas en el análisis 2.1. Una definición de “análisis”. 2.2. El análisis léxico. 2.2.1. Análisis de rasgos semánticos.
  • 7. 2.2.2. Constelaciones. 2.3. El análisis estructural. 2.3.1. El texto descriptivo. Descripción y léxico. Los procedimientos descriptivos. La enseñanza de la descripción. 2.3.2. El texto explicativo. 2.3.3. Géneros mixtos. 2.4. El análisis comparativo. 2.4.1. La comparación en la enseñanza de la literatura. 2.5. El texto como pluralidad de códigos. Unidad 3: Estrategias de reformulación (transcribir índice del capítulo) Unidad 4: Estrategias de invención 4.1. Invención y pensamiento creativo. 4.2. El taller de escritura. 4.2.1. La consigna 4.3. Los procedimientos de invención 4.3.1. Invención libre o azarosa (consignas surrealistas)
  • 8. 4.3.2. Restricción pura (consignas oulipianas) 4.3.3. Binomios fantásticos 4.3.4. Extrañamiento
  • 9. Unidad 1: Los dominios de la enseñanza de la lengua y la literatura Los objetivos de esta unidad son los siguientes: 1. Introducir a algunas problemáticas de la asignatura. 2. Revisar los contenidos desde una perspectiva histórica. 3. Definir campos o dominios y enfoques específicos.
  • 10. 1.1. Los dominios de la enseñanza de la lengua y la literatura: especificidad e interrelaciones La lengua y la literatura constituyen, de por sí, dominios diferenciados dentro de la asignatura, hasta tal punto que históricamente se han repartido los años en la escuela secundaria: lengua en los tres primeros, literatura en los dos últimos. La división entre estos dos dominios responde a la naturaleza de sus respectivos objetos de reflexión. La reflexión sobre la lengua incluyó, históricamente, el estudio de la gramática y el léxico (el trabajo con el vocabulario tiene una larga tradición en la escuela primaria), en tanto la reflexión literaria privilegió el estudio de los géneros y la historia de la literatura. La lectura y la escritura (o composición), por su parte, también han tenido un espacio propio en los programas de la asignatura, aunque se les reconocía una función fundamentalmente integradora de los aprendizajes correspondientes a los otros dominios. Tradicionalmente, la lectura estuvo asociada a la literatura, ya que es en ese dominio donde se la practicó con más asiduidad. El material de lectura era casi exclusivamente literario y las actividades incluían, por lo general, el análisis y la interpretación. La escritura, en cambio, siempre estuvo más vinculada con el dominio de la lengua, entre otras razones porque permite al docente evaluar los aprendizajes gramaticales y la adquisición del vocabulario. No obstante, por ser el espacio donde la retórica más hizo sentir su influencia, la escritura constituyó también un puente entre el dominio de la lengua y el de la literatura: esta última aportaba temas, modelos y recursos de estilo para el ejercicio de composición. Si el dominio de la literatura permaneció relativamente inalterado en los últimos años, el de la lengua vio cambiar su fisonomía a medida que distintas teorías lingüísticas bajaban al campo de la enseñanza. Así, en los últimos veinte años, la gramática textual y la lingüística textual vinieron a ampliar los límites de la gramática y a introducir una perspectiva comunicativa, obligando a redefinir el objeto de las prácticas de lectura y escritura. Por su parte, la noción de discurso, y en particular la de géneros discursivos, introdujo una perspectiva social en la consideración de los fenómenos del lenguaje, provocando importantes transformaciones en la didáctica de la asignatura, especialmente a través de lo que se conoce como “retórica cognitiva”, que define la tarea de composición como la resolución de un problema que exige la implementación de estrategias cognitivas y discursivas adecuadas.
  • 11. En los últimos años, el avance de un enfoque comunicativo en la enseñanza de la lengua se ha visto reflejado en el modo de delimitar los campos o dominios de la asignatura. La distinción entre lengua oral y lengua escrita, y entre las prácticas respectivas de emisión y recepción, se ha erigido en uno de los ejes organizadores de los contenidos básicos comunes para el área, que se distribuyen en cuatro dominios: lengua oral, lengua escrita (lectura y escritura), reflexión sobre los hechos del lenguaje y discurso literario. Por nuestra parte, proponemos conservar dentro de la asignatura el dominio de la lengua (el sistema) y el de la literatura, como espacios de reflexión y sistematización que exceden la problemática del uso (aunque, sin duda, lo incluyen). Es por eso que hablamos de lengua y de literatura, en lugar de las denominaciones que se proponen en los CBC. A su vez, reservamos para el uso los dominios del texto y del discurso, sea oral o escrito (si bien en este módulo se privilegiará la comunicación escrita). Consideramos, por consiguiente, los siguientes dominios: la lengua (el sistema), el texto (la unidad comunicativa), el discurso y la literatura.Cada uno de ellos incluye o presupone a los anteriores, pero amplía la perspectiva para enfocar problemas o aspectos no considerados en el dominio inmediatamente inferior. Así, el dominio del texto incluye los contenidos del dominio de la lengua y los reorganiza desde una perspectiva semántica y pragmática. El dominio del discurso, por su parte, resignifica el texto desde una perspectiva social. La literatura, por último, si bien en parte constituye un campo de contenidos relativamente autónomo, también recupera los contenidos de los tres dominios anteriores, explora sus límites y los pone en cuestión. Cada dominio implica un agrupamiento de contenidos con los cuales se propician diversas prácticas (fundamentalmente de lectura y escritura) y una reflexión sistemática. 1.2. La lengua 1.2.1. La gramática. Su objeto de estudio. “La gramática es una disciplina muy antigua, tanto como nuestra cultura occidental, con cuyas raíces se confunde. Reflexiones de orden filosófico acerca de la naturaleza y la finalidad del lenguaje aparecen ya en Platón y en Aristóteles. Ambos filósofos desarrollaron teorías que, en sus aspectos fundamentales, siguen siendo valiosas o, cuando menos, siguen mereciendo el
  • 12. comentario crítico. Pero, poco tiempo después de formuladas estas especulaciones lingüísticas de índole filosófica, en la Grecia helenística surge la gramática, entendida ya como una disciplina de índole práctica, originada en la necesidad de interpretar los textos antiguos que, para los griegos de esa época, empezaban a hacerse oscuros. De un gramático alejandrino que vivió entre los siglos II y I a.C., Dionisio de Tracia, la gramática tradicional de nuestra lengua ha heredado la mayor parte de la nomenclatura técnica. (...) Es significativo observar que, paralelamente, en la India, y con el objeto de interpretar los antiguos textos sagrados, escritos en sánscrito, que también se iban volviendo incomprensibles, había surgido una importante escuela de gramáticos, entre los que se destacaba el nombre de Panini, que vivió en el siglo IV a.C. Es de todos sabido que la conquista de Grecia por parte de Roma trajo como consecuencia la asimilación de la cultura helenística, cuyo refinamiento se imponía naturalmente a los toscos guerreros del Lacio. En ese proceso de identificación cultural también se dará la formulación de una gramática de la lengua latina. Corresponde a Varrón (116-27 a.C.) y a Quintiliano (95 a.C.-39 d.C.) la fijación, sobre el modelo de la gramática griega, de las normas del que en el futuro llegaría a llamarse “latín clásico”, que no es más que la lengua literaria que se usaba alrededor del siglo I a.C., esto es, la lengua de César y Cicerón. Sin embargo, como toda lengua que vive realmente, cambia, se modifica, también el latín de ese tiempo experimentaba variaciones. Estas modificaciones se daban especialmente en la lengua popular, familiar, que ya en el siglo de Augusto hablaban todos los habitantes de su vasto imperio: funcionarios, soldados, comerciantes, artesanos, esclavos o señores. El latín clásico empieza a convertirse entonces en un modelo de perfección al que sólo puede accederse mediante un aprendizaje especial, que cada vez se hace más difícil porque cada vez la lengua popular se aleja más de la forma literaria. Durante la decadencia y el desmembramiento del imperio, las diferencias se acentúan y en la lengua popular empiezan a hacerse más notorias las variaciones regionales ya existentes. En ese momento, la gramática de Quintiliano es un valioso instrumento para eclesiásticos y letrados, únicos a quienes sigue interesando el conocimiento del latín clásico. Mientras los siglos transcurren, en el ahora atomizado Imperio van estructurándose lenguas nuevas, que resultan de la evolución acelerada del latín popular (que había asimilado en tiempos pasados elementos del sustrato étnico de cada región), y que incorpora ahora además elementos de las lenguas bárbaras. Como antes el latín popular, las nuevas lenguas, lenguas “romances”, son durante toda la Edad Media la forma corriente de comunicación de la vida diaria de los pueblos que otrora habían formado el gran Imperio. Sin embargo, hasta el Renacimiento esas lenguas romances no alcanzan categoría de lenguas de cultura por excelencia. En las universidades medievales las clases se dictan en latín, y
  • 13. hasta el siglo XVII se siguen escribiendo en esa lengua las obras fundamentales de la ciencia y la filosofía. La gramática (latina, por supuesto) era una de las siete artes liberales que componían el trivium y el cuatrivium, que se enseñaban en las universidades de la Edad Media. Obsérvese pues, que el estudio de la gramática era entonces un medio para lograr el conocimiento de una lengua culturalmente prestigiosa, pero que ya poco tenía que ver con la materna. En lo que tiene que ver con el español, aunque ya en el siglo XIII Alfonso el Sabio había declarado el castellano lengua oficial del reino, no fue hasta fines del siglo XV que surgió la primera gramática. Aún entonces, en pleno siglo XV, aunque la dignidad y categoría del español como lengua nacional era indiscutida, los hombres de aquella época no veían necesaria una gramática de las lenguas romances. En cambio, el interés renovado por la cultura clásica que el humanismo había traído hacía evidente la insistencia en el estudio de la gramática latina. En cuanto al español, se entendía que, puesto que todos hablaban romance como lengua familiar, coloquial, y algunos también la escribían, ello bastaba para conocerla; no se creía necesario el perfeccionar dicho aprendizaje con el estudio de gramática alguna. En 1492, en el mismo año del descubrimiento de América, Antonio de Nebrija (1444- 1522) publica una gramática de la lengua española, que viene a constituirse así en la primera de una lengua romance. Dice Nebrija en su prólogo que cuando la reina Isabel quiso conocer la utilidad de publicar una gramática de la lengua materna, verdadera novedad, como se ha visto, el obispo de Avila, Fray Hernando de Talavera, le “arrebató” la respuesta, y “respondiendo por mí dijo que después que Vuestra Alteza metiese debajo de su yugo muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas, y con el vencimiento aquellos tendrían necesidad de recibir las leyes que el vencedor pone al vencido, y con ellas nuestra lengua, entonces por esta mi Arte podría venir en el conocimiento de ella, como agora nosotros deprendemos el arte de la gramática latina para deprender el latín.” (Alma Pedretti de Bolon, Antigua y nueva gramática, Montevideo, Ed. Panel, 1978, pp. 9-11) Actividad Según se desprende del texto que acaba de leer, ¿qué función tuvo la gramática desde su creación hasta el Renacimiento? ¿Qué utilidad le reconoce Nebrija a su gramática de la lengua española? ¿Qué tienen en común ambas concepciones?
  • 14. La gramática surgió en respuesta a una necesidad eminentemente práctica: la de comprender y enseñar lenguas distintas de la materna y cuyo conocimiento, por un motivo u otro (prestigio cultural, dominación), se consideraba valioso o necesario. Lo que hoy denominamos “gramática tradicional” (por oposición a la “gramática moderna”), a su vez, fue concebida como un conjunto de reglas tendientes a establecer los usos correctos de la lengua materna. De allí que se la considerara un arte (tejné). La Real Academia Española define la gramática como “el arte de hablar y escribir correctamente” y Andrés Bello sostiene que “la gramática de una lengua es el arte de hablar correctamente, esto es, conforme al buen uso, que es el de la gente educada”. Por eso, la mayoría de las gramáticas clásicas de la lengua española, como la de Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña y la del propio Andrés Bello, fueron pensadas y escritas en función de la enseñanza y los fines que perseguían estaban, al igual que en el caso de Nebrija, estrechamente vinculados con un proyecto político. Después de la Guerra de la Independencia y en el proceso de conformación de los nuevos Estados nacionales se temía que ocurriera con el castellano de América un fenómeno similar al que le sucedió al latín luego de la caída del Imperio Romano de Occidente: su transformación en “una multitud de dialectos irregulares, licenciosos, bárbaros, embriones de idiomas futuros...” (...) Para Bello el cultivo de la lengua materna era uno de los requisitos para superar la “barbarie” en la que podía sumirse la América independiente y para difundir la civilización. Señalaba así un camino hacia las cumbres del progreso: las naciones “altamente civilizadas cultivaron con esmero particular su propio idioma” como la Roma imperial de César. (María Imelda Blanco, “Reformulaciones de la Gramática Castellana de Andrés Bello destinadas a la escuela media”, en: AAVV, Las representaciones de la lengua, Bs.As., EUDEBA, 1999) Junto a esta gramática normativa, “que es la que importa en las escuelas y colegios”, a decir de Amado Alonso, se reconoce la existencia de otra clase de gramáticas: las científicas, que en el siglo pasado se reducían a la gramática histórica y la gramática comparada. Estas, sin
  • 15. embargo, no revestían interés pedagógico, puesto que no se adecuaban a los fines de la enseñanza. Habrá que esperar a mediados del siglo XX para asistir a un cambio radical tanto en la concepción de lo que es la gramática como en su implementación didáctica. Influida por el paradigma estructuralista, la gramática se redefinirá entonces como descripción de la lengua, o, más precisamente, como una “construcción teórica diseñada para describir y explicar el funcionamiento del sistema lingüístico” (Di Tullio, 1997:16). La gramática se aleja, así, de la pretensión normativa que la había caracterizado como arte, para buscar reconocimiento en el terreno de la ciencia. Esto no significa, sin embargo, que la gramática tradicional haya perdido todo interés para el gramático actual. Obras clásicas como la de Andrés Bello (...), entre muchas otras, contienen valiosas intuiciones y descripciones que el gramático actual debe conocer e incorporar como datos a explicar. Sin embargo, la gramática tradicional, preocupada básicamente por cuestiones normativas (“la corrección”), no siempre exploraba los mecanismos internos que entraban en juego entre los elementos del sistema. Más bien, para prevenir posibles desviaciones, se centraba en los aspectos irregulares, en las construcciones propias de la lengua literaria y en las zonas conflictivas en las que el uso se apartaba de la norma, dejando de lado los aspectos regulares -conocidos por los hablantes- ya que carecían de interés normativo. En cambio, la gramática moderna, alejada de la perspectiva preceptiva, se interesa básicamente por las reglas centrales del sistema, que son las que los hablantes adquieren sin aprendizaje. Los fenómenos aparentemente más simples pueden resultar enormemente complejos si se los examina teniendo en cuenta los múltiples factores implicados. (Di Tullio, 1997:19) Actividad ¿En qué se diferencian la gramática tradicional y la gramática moderna, según el texto que acaba de leer? ¿Por qué los aspectos regulares del uso carecen de interés normativo? A juzgar por lo que se afirma en el texto de Di Tullio, ¿la gramática moderna tiene el mismo interés pedagógico que la gramática tradicional? ¿Por qué?
  • 16. Concepción restringida y concepción ampliada de gramática La gramática, en un sentido restringido, comprende la morfología (el estudio de la estructura interna de las palabras) y la sintaxis (que estudia las combinaciones de las palabras en la oración). Mientras la gramática tradicional se centró más en la morfología, la gramática moderna hace eje en la sintaxis. Actividad Compare las siguientes definiciones de “artículo”, extraídas de libros escolares: 1. El artículo es la palabra que desde el punto de vista sintáctico modifica al sustantivo. Desde el punto de vista morfológico posee los accidentes de género y número, a través de los cuales concuerda con aquél. Desde el punto de vista semántico carece de significación. (Agüero-Darrigrán, Nociones gramaticales 2, Bs.As., Kapelusz, 1980, p. 35) 2. El artículo es una palabra que se antepone al nombre para dos cosas: 1º anunciar su género y número; 2º indicar si el sér que se nombra es conocido ya o no. (R.M. Ragucci, El habla de mi tierra, Bs.As., Tipografía y Librería del Colegio Pío IX, 1931, p. 101) ¿Qué aspectos de la clase de palabra definida se privilegian en uno y otro caso? En cuanto a la concepción ampliada de gramática, no se limita a los componentes morfológico y sintáctico de la lengua, sino que comprende también el fonológico (el sistema de sonidos de la lengua) y el semántico (el significado de las palabras y de las construcciones que las contienen). La gramática tradicional se enmarcaba en una concepción ampliada, en tanto la gramática estructural privilegió una concepción restringida. Esta diferencia se ve clara en lo que atañe al nivel semántico. Mientras la gramática tradicional recurría al significado para definir las partes de la oración, la gramática estructural se esforzaba por excluirlo, en un intento de preservar la
  • 17. autonomía de los distintos niveles de análisis. De esta manera, en lugar de definir el sujeto de la oración como el tema acerca del cual se dice o predica algo, o bien, como aquel o aquello de quien se habla, se pasó a definirlo como “la expresión sustantiva de la oración bimembre, que concuerda con el verbo en número y persona”. A diferencia de aquella definición, que necesita recurrir al significado, en esta última la gramática es autosuficiente, pues no necesita salir del nivel morfosintáctico para delimitar la categoría a definir. Actividad Compare los siguientes ejercicios correspondientes al tema “la oración simple”: 1. Señalar el sujeto y el predicado en cada oración. Clasificar el predicado verbal de acuerdo con sus núcleos. 1) El sol del domingo cantaba en las campanas y alegraba los colores de la aldea. 2) Llamó en voz baja al animal y lo ató con una soga, de una estaca. 3) Un marinero se acercó a la borda y miró el mar aceitoso. ....... (Sperber-Zaffaroni, Cuaderno de la lengua 1, Bs.As., Estrada, 1976, p. 31) 2. Dése un sujeto oportuno a cada uno de estos predicados: Predica. Se desliza. Rebuzna. Punzan. Mugen. Son luminosos. Se encabritó. Tañían. Seré escritor. Es una península. Fue poeta. Da las horas. Era rey. Reverdeció. Estaba sordo. Cayó preso. Es inventor. Cantarás. Transcurren. (R.M. Ragucci, op.cit., ) ¿En qué se diferencian ambos ejercicios? Relacione las diferencias con lo que se ha desarrollado en esta unidad respecto de la distinción entre gramática moderna y gramática tradicional. Una concepción ampliada de la gramática puede incluir, asimismo, la ortografía. Algunos autores diferencian una gramática normativa de una gramática descriptiva, e incluyen la
  • 18. ortografía en la primera. Otros, como Hugo Salgado, consideran que la ortografía, del mismo modo que la morfología, la sintaxis y la semántica, son parte de la gramática, y que cada una de ellas presenta un aspecto normativo y un aspecto descriptivo. Considerando la lengua como un continuo entre oralidad y escritura, las partes de la gramática, encargadas de su estudio, podrían reubicarse de la siguiente manera: - Semántica, sintaxis y morfología, con sus correspondientes aspectos descriptivos y normativos, estudian la totalidad de la lengua (oralidad y escritura), tanto en su realización oral cuanto en su representación escrita. - La fonética, en cambio, se ocupa sólo de la realización oral, ya sea describiendo los sonidos o, prosódica u ortológicamente, señalando su correcta articulación. - La ortografía, por último, se encarga sólo de la representación gráfica de la lengua, describiendo el sistema de signos utilizados en la escritura y señalando su correcto uso. (Hugo Salgado, ¿Qué es la ortografía?, Bs.As., Aique, 1992, p. 20) El autor postula la convergencia de estas distintas áreas de la gramática en la descripción de los fenómenos lingüísticos: Sintaxis: palabra equivalen- Semántica: palabra que ex-te al pronombre personal del presa la persona que hace la verbo, que concuerda con él acción manifiesta por el ver-en número y persona y, en bo y se aplica a un elemento consecuencia, funciona como particular para diferenciarlo el sujeto de la oración. de los demás de su misma clase (personas o animales), sin dar idea de sus caracterís-ticas ¿No tiene Juana dos plumas azules? Morfología: palabra que Ortografía: palabra que se posee el sufijo “a” propio del escribe con letra inicial ma-femenino (pudiendo carecer yúscula por tratarse de un de él como señal de masculi- sustantivo propio, y su acen-no) y carece del sufijo “s” del to no se representa gráfica-plural (pudiendo adquirirlo), mente por ser grave termina-lo cual lo convierte en feme- da en vocal. nino singular.
  • 19. (H. Salgado, op.cit., p. 12) Gramática oracional y gramática textual El encapsulamiento de los niveles o componentes de la lengua que postula la gramática estructural -que en su versión escolar se tradujo fundamentalmente en la prohibición de recurrir al significado para analizar las oraciones- trajo aparejados algunos inconvenientes en la implementación didáctica que se llevó a cabo a partir de la década de 1960 en nuestro país. Si bien algunas de sus más reconocidas seguidoras y divulgadoras, como Mabel Manacorda de Rossetti, aconsejaban no introducir la gramática estructural en la escuela antes de 5º grado, lo cierto es que rápidamente se extendió a todos los cursos, provocando reacciones adversas por parte de algunos pedagogos, como Luis Iglesias, quien, en Didáctica de la libre expresión, cuestiona la conveniencia de este enfoque para enseñar lengua a los niños. En los momentos en que se reclamaba con tanto acierto una gramática con sencillas características pedagógicas, la escuela primaria y secundaria de la Argentina sufrían los efectos de una confusa situación precisamente en el área de los conocimientos gramaticales. En el país, como ocurriera en otros antes o después, se introdujeron de hecho en la enseñanza principios básicos de lingüística moderna a través de la llamada Gramática estructural, por libre iniciativa de maestros, directores o inspectores. Ocurrió así que bien pronto, un estado de confusión y anarquía fue la resultante característica del funcionamiento del aprendizaje de esa asignatura en todo el territorio nacional. Sin preparación adecuada, sin más asesoramiento que los precarios cursos organizados por entidades comerciales -salvo contadísimas excepciones-, sin uniformidad de textos ni de manuales, sin criterios ni lenguajes idénticos, no es de extrañar que se produjeran notables desencuentros en una misma escuela, en un mismo nivel, que la desorientación cundiera entre los docentes y que se confundiera peligrosamente a los alumnos. Por varios años, tal vez más de una década, en la escuela no se aprendió gramática, ni clásica ni moderna. A quienes entendemos que el estudio del lenguaje ofrece magníficas oportunidades para que los niños y los adolescentes aprendan a pensar nos inquieta y defrauda la idea de introducir en el programa escolar una corriente de la gramática que declara enfáticamente que “la lengua es forma y no sustancia”. Pensamos que, entre los que propugnan y los que trasladan tales cambios debió tener lugar algún desencuentro profundo, ya que Bally, entusiasta militante de la corriente
  • 20. innovadora desde las etapas iniciales, dio sólidos y hermosos testimonios de la íntima relación existente entre la vida y el lenguaje... Pero no cuestionamos, ni mucho menos, la nueva gramática en sus planteamientos científicos; sí objetamos, en cambio, la oportunidad y las formas de su acceso a la enseñanza. (Luis Iglesias, Didáctica de la libre expresión, Bs.As., Ediciones Argentinas, 1979, pp.318-319) No obstante, más que el exceso de “formalismo” del que se acusaba a la gramática estructural, fue la reducción de la enseñanza de la lengua a la gramática lo que, a la larga, provocó el declive y el posterior desmoronamiento de esta corriente en el ámbito escolar. En efecto, la enseñanza de la lengua durante los aproximadamente quince años que duró el reinado de la gramática estructural se redujo a ejercicios de análisis sintáctico de complejidad creciente a medida que se avanzaba en la escolaridad. La inflación de la gramática (y de la sintaxis, en particular) se hizo, en buena medida, a expensas de las prácticas de lectura y escritura, con consecuencias, en cierto sentido, paradojales. Por ejemplo, los alumnos terminaban el 3º año de la escuela secundaria sabiendo analizar oraciones complejas que contenían hasta cinco o seis proposiciones subordinadas en su interior, incluso algunas autoincrustadas (del tipo “El edificio donde está radicada la empresa que fabrica los colchones que compraste la semana pasada es del padre de Enrique, el chico que va a la escuela donde da clase Marta, la hermana del jardinero que trabaja en el barrio donde vive mi prima.”); esos mismos alumnos, sin embargo, eran incapaces de redactar un texto coherente de veinte líneas. Esta comprobación, relativamente tardía, generó alarma y llevó a buscar culpables. La responsabilidad recayó en la gramática estructural, a la que se tildó de ejercicio estéril y de favorecer un desarrollo hipertrofiado de la capacidad de analizar, que no se traducía en un desarrollo equivalente de la competencia comunicativa. Y esta acusación, en principio acotada a la versión estructuralista, terminó por transferirse a la gramática en general, que poco a poco fue reduciendo su espacio en los programas de la asignatura y en los libros de texto, hasta terminar arrinconada en las páginas finales, como apéndice optativo, al que el docente puede recurrir en caso de necesidad. La preocupación por mejorar la escritura de los alumnos y, en general, su relación con el texto escrito, encontró un primer punto de apoyo en la llamada “gramática del texto”, que proponía extender la reflexión gramatical más allá de la frontera de la oración para ocuparse del
  • 21. texto como un encadenamiento de oraciones o, mejor dicho, de proposiciones, conectadas entre sí y con un tema que les confiere unidad. Al derivar la atención hacia el texto, la gramática textual trasciende el límite de la sintaxis y entra de lleno en el campo de la semántica, ya que su interés reside en los modos cómo las proposiciones se encadenan y se conectan para dar continuidad al texto. El descubrimiento de la gramática textual aportó nueva luz a la didáctica de la lengua, y en particular a la de la lengua escrita, ya que proporcionó herramientas útiles para explicar el funcionamiento de los textos, diagnosticar errores de construcción, desmontar algunos mecanismos a través de los cuales los textos significan y los obstáculos con los que puede tropezar el lector en la tarea de comprensión. Por añadidura, este enfoque presentaba la ventaja adicional de que resignificaba la gramática desde una perspectiva comunicativa y permitía orientar la enseñanza hacia el desarrollo de la competencia, es decir privilegiar el uso, sin por ello ignorar la reflexión sobre el sistema. Probablemente no haya ni un solo profesor o profesora de lengua que no esté de acuerdo con que la finalidad de la materia que imparte debería consistir en ayudar a los alumnos y a las alumnas a ser competentes como hablantes, oyentes, escritores y lectores. Y, sin embargo, el eje de la enseñanza de la lengua es desde hace mucho tiempo la transmisión de conocimientos gramaticales y de rudimentos de teoría lingüística. En el nuevo currículo, la reflexión gramatical se concibe como un componente del aprendizaje del uso de la lengua, que se refiere a aspectos como las relaciones de interdependencia entre texto y contexto, la organización de los contenidos y la estructuración del texto de acuerdo con determinados equemas convencionales, la cohesión de los enunciados sucesivos del texto mediante procedimientos lingüísticos diversos y el uso correcto de las reglas léxico-morfo-sintácticas. Este conjunto de destrezas requiere ciertos conocimientos acerca del instrumento lingüístico y sus condiciones de uso. La actividad verbal no consiste en la ejecución de rutinas automatizadas como pueda ser la conducción de un vehículo -aunque en los procesos de producción y de comprensión es necesario que muchas operaciones lleguen a ejecutarse automáticamente-, sino que supone una continua evaluación de las operaciones que se realizan. Escribir, por ejemplo, implica elegir, modificar, adecuar, es decir, utilizar la lengua de un modo consciente. La reflexión gramatical dentro del proceso de aprendizaje de la lengua se ha de entender como parte de esta consideración sobre el uso lingüístico en los diferentes contextos comunicativos.
  • 22. (Felipe Zayas Hernando, “La reflexión gramatical en la enseñanza de la lengua”, Textos de didáctica de la Lengua y de la Literatura Nº1, Barcelona, julio 1994, pp.65-72) Actividad ¿Con qué enfoque de la gramática -tradicional o estructural- parece vincularse más la perspectiva propiciada por Zayas Hernando en el texto que acaba de leer? ¿Qué expresiones o partes del texto le han sugerido esa vinculación? ¿En qué se aparta esta propuesta de aquellas concepciones de gramática? Desde la perspectiva de la gramática textual se relevarán algunas clases de palabras, como pronombres, conjunciones y adverbios, que tenían un lugar secundario (por lo menos las dos últimas) en la gramática tradicional. Asimismo, se concederá un peso mayor a ciertas categorías léxicas, como las de sinónimo, antónimo, hipónimo e hiperónimo. La incidencia del léxico en la comprensión de los textos, así como en su cohesión y constitución como textos, han vuelto la atención sobre este componente de la lengua, relativamente relegado durante el apogeo de la gramática estructural en las escuelas. 1.2.2. El léxico Si bien existen distintas maneras de definir el léxico, la más generalizada es la que lo define como el conjunto de las palabras de una lengua. El campo del léxico es, por lo tanto, el de la palabra, y su espacio privilegiado ha sido, históricamente, el diccionario. Los hablantes de una lengua tienen, a su vez, internalizado un repertorio de palabras con sus respectivas especificaciones gramaticales, fonológicas y semánticas, y ese repertorio constituye una suerte de diccionario personal que se activa permanentemente, en las distintas situaciones de la vida que requieren el uso o la mediación de la lengua. Según la madurez, la experiencia y el nivel cultural (lo que Umberto Eco denomina “enciclopedia”) de cada individuo, más o menos nutrido será ese diccionario interno. La adquisición del léxico -el desarrollo o
  • 23. enriquecimiento del diccionario interno- es, por su parte, “un proceso lento, gradual, en parte consciente y que se prolonga toda la vida...” (Di Tullio, 1997:24). Durante la primera mitad de este siglo, el léxico (el “vocabulario”) fue objeto de atención y ejercitación permanente en la escuela. Si se revisan libros escolares de esas primeras décadas, llama la atención la insistencia en el trabajo con el vocabulario, tanto el específico de un campo de conocimiento, de una actividad u oficio, como con el más familiar o cotidiano, el vinculado con la sensorialidad, el mundo de la afectividad o el de la moral; también es una constante el relevamiento de las palabras desconocidas en los textos que se dan a leer, la búsqueda de su significado en el diccionario y su utilización en ejercicios de aplicación. GRÁFICO 1 (escanear Ragucci pp.178-179) (R. Ragucci, op.cit., pp.178-179) El pedagogo José D. Forgione justificaba la importancia concedida al vocabulario de la siguiente manera: Todas las dificultades que el alumno encuentra en los ejercicios de redacción o composición, tienen por causa la pobreza de su vocabulario. Para enseñarle a redactar, es indispensable enriquecer su léxico, despertar su amor por las palabras para que se empeñe en retenerlas y aplicarlas. (...) Para los fines de la vida ordinaria -dice Herrick- basta un reducido número de palabras. No hay necesidad de decir que un corto vocabulario equivale a un limitado número de ideas. Las palabras representan ideas y cosas; generalmente hablando, pocas ideas requieren pocas palabras y, por lo tanto, el uso de pocas palabras indica que se poseen pocas ideas. Es una regla que el hombre que posee un millar de términos para expresar sus necesidades, sentimientos o reflexiones,
  • 24. es porque tiene menos necesidades, sentimientos y reflexiones que el que posee dos mil vocablos para expresarlos... Podríamos comparar las palabras con las monedas: a mayor suma de ellas, mayor suma de cosas se puede adquirir; además, cuanto mayor sea el número de palabras que se posea, mejor y más claramente se pueden expresar las ideas... (José D. Forgione, Cómo se enseña la composición, Bs.As., Kapelusz, 1931, p. 79) El lugar central que ocupaba la enseñanza del vocabulario en las primeras décadas de este siglo le corresponderá, en cambio, a la sintaxis, como se ha dicho, hacia los años 1960 y 1970. En la última década, no obstante, se observa un nuevo énfasis en el desarrollo del léxico. El trabajo con campos semánticos y con redes léxicas se ha utilizado didácticamente en distintas áreas de conocimiento como una técnica auxiliar para la comprensión de textos, el estudio y la adquisición de vocabulario técnico. Lectura obligatoria Di Tullio, Angela, Manual de gramática del español, Bs.As., Edicial, 1997, pp.9-25. Actividad Lo que sigue son los criterios generales para la selección de los contenidos de un área o asignatura que propone Miguel A. Zabalza en Diseño y desarrollo curricular (Madrid, Narcea, 1997). Teniendo en cuenta estos criterios, argumente sobre la conveniencia o no de incluir los contenidos gramaticales en el currículum de Lengua y Literatura. Criterio de representatividad En igualdad de condiciones, cuando no hay temas patentemente necesarios dentro del conjunto, hemos de actuar siguiendo procedimientos de muestreo de manera que la selección realizada responda a la condición de que los elementos seleccionados sean un buen reflejo del conjunto. Hemos de recurrir en tal sentido a los “casos representativos”, que son puntos de cruce a partir de
  • 25. los cuales se va desplegando el trabajo sobre los contenidos en un avance progresivo en profundidad y coordinación entre los elementos. Criterio de ejemplaridad Fernández Pérez habla de “didáctica ejemplar” para referirse a la enseñanza de lo típico, lo representativo, lo fundamental, lo elemental, los núcleos privilegiados de cada área temática. Boudry, Smith y Burnett hablan en este sentido, de utilizar la importancia estratégica de ciertas ideas de gran alcance lógico dentro de los distintos campos del conocimiento como eje de organización de los contenidos. De esta manera los conceptos básicos (que van a permitir avanzar y adquirir nuevos conocimientos) adquieren gran relevancia: - por su sentido instrumental: el sujeto podrá usarlos para su propio desarrollo cognitivo; - por su sentido lógico: para estructurar en torno a ellos las distintas nociones de ese campo. Significación epistemológica Una de las condiciones fundamentales de la selección es el respetar la estructura propia de cada ciencia o disciplina. Se trata de descubrir en ella (para eso están los manuales, los expertos, etc.) lo que Bruner denomina “nudos” estructurales, esto es, los conceptos clave que actúan de sistemas de conexión de la estructura temática. Respetar la “estructura sustantiva” de cada disciplina. Transferibilidad Se trata de privilegiar aquellos aspectos con mayor poder de transferencia instructiva; es decir aquellos datos, conceptos o habilidades cuyo dominio será beneficioso no solo en ese tema, sino también en otros: aprendizajes generalizables, aplicables a situaciones distintas a aquella en que se aprendió. Durabilidad Es decir, centrarse en aquellos aspectos menos perecederos. Se está hablando ahora mucho entre los didactas americanos del back to basis, de la vuelta a lo fundamental, a lo que siempre fue y será necesario (en la escuela elemental hasta se empieza de nuevo a escuchar aquel viejo principio del “leer, escribir y hacer cuentas”). La convencionalidad y el consenso
  • 26. Es decir, recoger aquello con respecto a cuya importancia y validez hay acuerdo en la comunidad escolar. No siempre tiene sentido, si rompe la convivencia, imponer unos u otros contenidos (de educacións sexual, religiosa, de análisis del contexto, etc.), hacer de los contenidos seleccionados una plataforma de confrontación. Especificidad A poder ser no hemos de dejar fuera de la selección datos o aspectos difícilmente abordados desde otras disciplinas o áreas temáticas. Wheeler habla de aprendizajes generalmente determinados (adquiribles a través de diferentes materias o experiencias de aprendizaje) frente a aprendizajes específicamente determinados (muy vinculados a materias específicas). En el caso de estos últimos el hecho de dejarlos fuera de la selección puede conllevar que no se vuelvan a tratar. Hay que tenerlo en cuenta. 1.3. El texto como unidad comunicativa Actividad ¿Cuáles de los siguientes escritos pueden considerarse textos, cuáles no y por qué? 1. Alguna vez compuso letras de tango. La mayoría de las ardillas habitan en bosques de coníferas. Había una vez un muchachito al que no le gustaba la Noche. Los maleantes huyeron sin dejar rastro. 2. Esta matanza indiscriminada perjudica tanto al hombre como al medio ambiente. El hombre, aunque tardíamente, está tomando medidas para evitar la extinción. 3. Espero que me contestes pronto si aceptás o no. Te mando un abrazo. 4. Aquí no se fía. 5. La fotografía del criminal apareció en la tapa de todos los diarios. La fotografía es un procedimiento que permite fijar las imágenes por medio de una cámara oscura. La oscuridad me da miedo. A Juan, también. El es fanático de los Kuryaki. A propósito, ¿cuándo tocan en Obras?
  • 27. Obras Sanitarias de la Nación se transformó en Aguas Argentinas. Tomar abundante agua es muy bueno para mantener la frescura de la piel. 6. Hallan ruinas coloniales Restos de construcciones que datarían de comienzos del siglo XIX fueron descubiertos ayer por estudiantes de arqueología, en una zona céntrica de Rosario, cuando se efectuaban excavaciones para el futuro Pasaje Juramento. El terreno está al lado de la Municipalidad y una basílica y los restos se encontraron a apenas 50 centímetros de profundidad. Se trata de paredes hechas de ladrillos rojizos y grandes que se usaban en el siglo pasado. El predio perteneció a Santiago Montenegro, que en 1820 loteó los terrenos para urbanizar la incipiente ciudad. (Clarín, 12-7- 1996) El texto puede ser definido como un objeto lingüístico y comunicativo. Para M.A.K Halliday y R.Hasan: Un texto es una unidad del lenguaje en uso; no es una entidad gramatical como la oración o la proposición, ni tampoco se define por su tamaño. A veces se lo ha considerado una clase de unidad gramatical mayor que la oración, pero relacionada con esta de la misma manera que lo está una proposición o una construcción con aquella. Pero esto es un error. Un texto no es una oración de mayor tamaño sino que es una unidad semántica relacionada con la oración no por el tamaño sino por su realización, ya que se realiza o encodifica por medio de oraciones. (Halliday-Hasan, Cohesion in English, Londres, Longman, 1976. Trad. Cristina Diez y Efraín Davis) Según los lingüistas R.A. de Beaugrande y W. Dressler, un texto es un acontecimiento comunicativo que debe cumplir siete normas o principios de textualidad. De esas siete normas o principios, las dos primeras afectan a las relaciones que se establecen entre los elementos que forman parte del texto, ya sea que se expliciten o no en la superficie textual; y las restantes se refieren a la actividad que el emisor y el receptor realizan en relación con el texto como objeto del intercambio comunicativo. El principio de cohesión y el de coherencia constituyen las dos
  • 28. primeras normas que hacen que un texto pueda ser considerado tal. Intencionalidad, aceptabilidad, informatividad, situacionalidad e intertextualidad son las cinco restantes. 1.3.1. Cohesión La cohesión es el principio por el cual se conectan entre sí las palabras que forman parte de un texto e incluye todos los procedimientos que “sirven para marcar relaciones entre los elementos superficiales” del mismo (de Beaugrande-Dressler, 1997:36). Halliday-Hasan engloban la cohesión dentro de una característica más general de los textos, que denominan textura: El concepto de textura resulta apropiado para expresar la propiedad de “ser un texto”; esta le permite funcionar como una unidad con respecto a su contexto. Si un pasaje con más de una oración se percibe como un texto, debe haber ciertos rasgos lingüísticos presentes que contribuyan por medio de la textura al logro de tal unidad. (Halliday-Hasan, op.cit.) La noción de cohesión es de orden semántico, ya que se refiere a las relaciones de significado que se dan en un texto y que lo definen como tal, y se manifiesta a través de elementos gramaticales y léxicos. Lo que hemos llamado “gramática del texto” se ocupa principalmente de describir y explicar los fenómenos de cohesión. En relación con esto, aclaran Halliday-Hasan: El término popular wording (poner en palabras) se refiere a la forma léxicogramatical, esto es, a la elección de palabras y estructuras gramaticales. Dentro de este estrato no hay una división entre vocabulario y gramática. En el lenguaje el principio guía es que los significados más generales se expresan por medio de la gramática y los más específicos por medio del vocabulario. (Halliday-Hasan, op.cit.)
  • 29. Las relaciones cohesivas pueden ser de distinto tipo y se expresan a través de repeticiones, omisiones, ocurrencia de ciertas palabras y construcciones que indican que la interpretación del texto depende de algo más, de otro elemento con el que es necesario establecer una relación. Lectura obligatoria Cortés, M.- Bollini, R., Leer para escribir, Bs.As., El Hacedor, 1994, pp.55-57 (Relaciones cohesivas). Actividad Analice los recursos cohesivos en el texto titulado “Hallan ruinas coloniales”. Hallan ruinas coloniales Restos de construcciones que datarían de comienzos del siglo XIX fueron descubiertos ayer por estudiantes de arqueología, en una zona céntrica de Rosario, cuando se efectuaban excavaciones para el futuro Pasaje Juramento. El terreno está al lado de la Municipalidad y una basílica y los restos se encontraron a apenas 50 centímetros de profundidad. Se trata de paredes hechas de ladrillos rojizos y grandes que se usaban en el siglo pasado. El predio perteneció a Santiago Montenegro, que en 1820 loteó los terrenos para urbanizar la incipiente ciudad. (Clarín, 12-7- 1996) 1.3.2. Coherencia Esta característica es la que confiere unidad al texto. Para algunos lingüistas la coherencia se debe a la existencia de un plan global previo a la articulación del texto, que organiza la distribución de la información a lo largo de las proposiciones y los párrafos. Para otros, se trata menos de una propiedad de los textos que de una configuración que corre por cuenta del receptor. Para llevarla a cabo, este cuenta con elementos textuales que guían la interpretación. Esos elementos son los llamados “conectores”, que indican el tipo de relación que el emisor establece entre las proposiciones. Desde este punto de vista, la coherencia es un principio para la interpretación de los textos. En los casos en que el texto no provee indicaciones explícitas que
  • 30. permitan al receptor otorgarle coherencia, este suele formular hipótesis acerca de las relaciones implícitas que permiten dar sentido al texto. Así, frente a un cartel que indica, en la vía pública: NIÑOS JUGANDO DESPACIO nadie interpretará el adverbio “despacio” como una característica o atributo del juego de los niños, pese a que no hay ninguna indicación al respecto; cualquier habitante de la ciudad sabe que los carteles de este tipo tienen la finalidad de organizar la circulación en la calle y no la de describir las conductas de los ciudadanos. Este conocimiento, que es de carácter discursivo, permite asignar coherencia al texto del cartel, reponiendo la relación causal entre “niños jugando” y “despacio” y completando las elipsis (por ejemplo, la del verbo: “conduzca”). La operación de completar el texto a partir del conocimiento que aporta el receptor se denomina “hacer inferencias”. Al respecto, dicen de Beagrande-Dressler: “Un texto no tiene sentido por sí mismo, sino gracias a la interacción que se establece entre el conocimiento representado en el texto y el conocimiento del mundo almacenado en la memoria de los interlocutores” (op.cit. p.42). A grandes rasgos, diremos que todo texto se organiza en torno a un tema o idea general que le confiere unidad semántica. Ese tema, a su vez, se desglosa o despliega en una secuencia de temas subordinados a él. Por lo general, no nos referimos al sentido de las oraciones individuales, sino al del discurso como un todo o de fragmentos más o menos grandes como, por ejemplo, párrafos o capítulos del discurso. Este tema del discurso (o de la conversación) se hará explícito, por lo tanto, en términos de un cierto tipo de estructura semántica. Puesto que tales estructuras semánticas aparentemente no se expresan en oraciones individuales sino en secuencias completas de oraciones, hablaremos de macroestructuras semánticas. Las macroestructuras semánticas son la reconstrucción teórica de nociones como tema o asunto del discurso. (T.A.van Dijk, Estructuras y funciones del discurso, México, Siglo XXI, 1980, p. 43)
  • 31. La distinción entre la macroestructura semántica global del texto y las macroestructuras parciales, que corresponden a segmentos menores del texto, ha sido especialmente útil para analizar y describir el proceso de construcción del sentido y asignación de coherencia que es clave en la comprensión lectora. Algunas actividades, como la de elaboración de resumen, a su vez, aprovechan los distintos niveles de coherencia textual para pautar y facilitar la tarea. Al resumir un texto, construimos o elaboramos una nueva versión de aquel a través de una serie de operaciones que, justamente, nos permiten seleccionar lo más importante. Entonces: . omitimos lo que no es imprescindible para seguir el tema del texto. . generalizamos la información, incluyendo contenidos más detallados en otros más generales, a través de frases o palabras. Cuanta más información tengamos sobre el tema, nos será más fácil construir una versión con mayor grado de interpretación. Cuando se resume un texto, se elaboran macroestructuras, es decir, contenidos globalizados. Puede haber resúmenes o macroestructuras de párrafos o de un texto completo. Los títulos son los resúmenes o macroestructuras más generales de los textos que puede formular un autor. (M. Cortés- R. Bollini, Los hacedores de textos, Bs.As., El Hacedor, 1996, p. 132) Lectura recomendada T.A. van Dijk, Estructuras y funciones del discurso, México, Siglo XXI, 1980. En los últimos años, el descubrimiento de la macroestructura semántica y el hallazgo de su incidencia en la comprensión de textos ha llevado a revalorizar la práctica del resumen, de larga tradición escolar, y ha brindado a los docentes de lengua una herramienta para abordar con eficacia el análisis y la producción de textos periodísticos, una de cuyas características más salientes es la anticipación del contenido del texto a través de sucesivas macroestructuras con distintos grados de generalidad: título, copete, primer párrafo.
  • 32. GRAFICO 2 (escanear pág. 17 de Lengua en uso) (S.Marsimian-S.Nogueira-V.Iturburu, Lengua en uso (EGB 3), Bs.As., Cántaro, 1997, p.17) Lectura obligatoria de Beaugrande, Robert-Alain y Dressler, Wolfgang, Introducción a la lingüística textual, Barcelona, Ariel, 1997, cap. I. Actividad Vuelva a analizar los escritos de pág. ... justificando su carácter de textos o de no-textos según las siete normas o criterios de textualidad enunciados por de Beaugrande y Dressler en el capítulo que acaba de leer. 1. Alguna vez compuso letras de tango. La mayoría de las ardillas habitan en bosques de coníferas. Había una vez un muchachito al que no le gustaba la Noche. Los maleantes huyeron sin dejar rastro. 2. Esta matanza indiscriminada perjudica tanto al hombre como al medio ambiente. El hombre, aunque tardíamente, está tomando medidas para evitar la extinción. 3. Espero que me contestes pronto si aceptás o no. Te mando un abrazo. 4. Aquí no se fía. 5. La fotografía del criminal apareció en la tapa de todos los diarios. La fotografía es un procedimiento que permite fijar las imágenes por medio de una cámara oscura. La oscuridad me da miedo. A Juan, también. El es fanático de los Kuryaki. A propósito, ¿cuándo tocan en Obras? Obras Sanitarias de la Nación se transformó en Aguas Argentinas. Tomar abundante agua es muy bueno para mantener la frescura de la piel.
  • 33. 6. Hallan ruinas coloniales Restos de construcciones que datarían de comienzos del siglo XIX fueron descubiertos ayer por estudiantes de arqueología, en una zona céntrica de Rosario, cuando se efectuaban excavaciones para el futuro Pasaje Juramento. El terreno está al lado de la Municipalidad y una basílica y los restos se encontraron a apenas 50 centímetros de profundidad. Se trata de paredes hechas de ladrillos rojizos y grandes que se usaban en el siglo pasado. El predio perteneció a Santiago Montenegro, que en 1820 loteó los terrenos para urbanizar la incipiente ciudad. (Clarín, 12-7- 1996) 1.3.3. Tipos de textos A los fines de la enseñanza, se hace necesario recurrir a algún criterio de clasificación que permita introducir un principio de organización en la masa heterogénea de los textos. Una propuesta didáctica centrada en la lectura y la escritura de textos, como la mayoría de las que hoy circulan en los libros escolares y en las publicaciones dirigidas a docentes, requiere agrupar los contenidos lingüísticos en bloques o unidades. Como vimos en el parágrafo anterior, es esa organización o secuenciación de los contenidos de acuerdo a un criterio lo que confiere coherencia a cualquier texto; desde este punto de vista, el programa de una materia puede ser considerado un texto, y el mayor o menor grado de coherencia o unidad que exhiba puede atribuirse a la correcta o incorrecta elección de un criterio o eje para la clasificación de los temas o contenidos que presenta. La forma más habitual de agrupar los contenidos de Lengua dentro de un enfoque centrado en el texto es recurriendo a una tipología textual, es decir, a una clasificación del universo de los textos que permita reducir la multiplicidad en base a ciertas recurrencias. GRAFICO 3: (escanear índice Propuestas de escritura, A-Z)
  • 34. (Irene Klein, Propuestas de escritura, Bs.As., A-Z, 1997) Ahora bien, la amplitud y la heterogeneidad de los criterios que se utilizan para definir el texto, como hemos visto en el parágrafo anterior (y fundamentalmente en el capítulo de de Beaugrande y Dressler), hacen imposible encontrar una base de clasificación única. La realidad muestra que no existe una tipología ideal o perfecta: las clasificaciones son variadas y siempre imperfectas. Tomando como base de tipologización la estructura del texto, es decir, el modo cómo se organiza y presenta la información, Jean-Michel Adam (1996) propone una clasificación fundada en el predominio de una estructura secuencial de base. Adam considera que la mayoría de los textos son estructuralmente heterogéneos, lo que vuelve imposible encuadrarlos en un tipo puro; todos los textos presentan un encadenamiento de secuencias de distinto tipo. No obstante su heterogeneidad, cada texto contiene, a su vez, un tipo de secuencia dominante, que será el que permitirá clasificarlo como narrativo, descriptivo, explicativo o argumentativo. Son variados los tipos de texto en los que el alumno va adquiriendo competencia a lo largo de su escolaridad, en tareas tanto de comprensión como de producción. El tipo textual se determina por razones, fundamentalmente, formales: comparten el mismo tipo los textos que tienen una estructura básica similar. Aunque existen numerosas clasificaciones, generalmente se considera que hay cinco tipos básicos de texto: narración, descripción, explicación, instrucción y argumentación. La estructura básica de la narración tiene una organización temporal. En la narración clásica pueden distinguirse tres segmentos: situación inicial, complicación y desenlace. Se trata de un tipo muy ubicuo en el aula, que se introduce también muy precozmente en la escuela. Está presente en las clases de Lengua en todo el ciclo primario y secundario: tareas de comprensión de narraciones literarias y de producción de narraciones de contenido de ficción o de experiencias personales del alumno. La Historia es el segundo ámbito en el que este tipo textual es frecuente, a través de la narración de hechos históricos.
  • 35. La descripción refiere las características o propiedades de un objeto, su estructura se organiza básicamente sobre la dimensión espacial. Como la narración, recibe una atención detallada en Lengua. Resulta además muy característica del área de Ciencias Naturales y de la Geografía. Si bien se trata también de un tipo textual de adquisición temprana, presenta mayores dificultades que el narrativo. En este último, el eje temporal, la sucesión cronológica de los hechos, proporciona una base para la organización del texto, mientras que para la descripción no existe ningún criterio básico que facilite la tarea de comprensión o producción, sino que la selección y el orden de exposición de las propiedades o características del objeto que se describe serán determinadas por la finalidad del texto. En la explicación se observa una estructura básica de pregunta-respuesta o de planteo de problema-solución. Es un tipo muy representativo en todas las ciencias, tanto las físico-matemáticas y las biológicas como en las sociales, ya que el objetivo central de la ciencia es proporcionar explicaciones a los fenómenos característicos de su dominio. En las asignaturas del área físico-matemática, la forma característica que adopta la explicación es la demostración, en la que el lenguaje natural se combina con el lenguaje matemático para obtener mayor precisión conceptual. La instrucción consiste en una secuencia ordenada de prescripciones para llevar a cabo determinada actividad o procedimiento. Aunque eventualmente se enseña a los alumnos a escribir instrucciones, las competencias que en la escuela se requieren para este tipo textual son básicamente de comprensión. Se trata de un tipo presente para todas las asignaturas, ya que las consignas de actividades son instrucciones. La argumentación, finalmente, comparte con la explicación la estructura problema-solución o pregunta-respuesta, pero se diferencia de ella en la índole del tema del texto. La explicación expone un saber ya construido y socialmente aceptado, en tanto que la argumentación justifica una posición acerca de fenómenos, acciones o acontecimientos que admiten efectiva o potencialmente más de un punto de vista, es decir, acerca de los cuales no hay consenso. En tiempos de Galileo, por ejemplo, la teoría heliocéntrica era objeto de argumentaciones, pero hoy en día, cuando ya está firmemente establecida en el conocimiento científico, los textos que se refieren a ella son explicativos. La distinción entre los dos polos, por supuesto, no es estricta, y muchos textos oscilan entre ambos. Existen, además, textos mixtos que comparten características propias de más de un tipo. En algunos casos pueden distinguirse en el texto secuencias o segmentos diferenciados, como es el caso muy habitual de una narración que incluya un fragmento descriptivo...
  • 36. (Adriana Silvestri, En otras palabras, Bs.As., Cántaro, 1998, pp.11-13) Actividad Clasifique los textos que se reproducen a continuación en narrativos, descriptivos, explicativos, argumentativos o instructivos, teniendo en cuenta la caracterización de cada tipo que acaba de leer. Recuerde que el tipo se define por el predominio de una estructura básica en una configuración, por lo común, heterogénea. Esto significa que un texto puede ser dominantemente argumentativo y contener segmentos explicativos o descriptivos. GRAFICO 4 (escanear el aviso de Fundación Vida Silvestre) Los perros tienen un solo antecesor: Cuando Charles Darwin y sus colegas observaron que había tantas y tan disímiles razas de perros concluyeron que habían descendido de una mezcla de caninos salvajes, que incluía hasta el chacal. Pero recientemente un grupo de genetistas y biólogos evolutivos de la Universidad de California, en Los Angeles, pudo determinar que el único antecesor de los perros de hoy fue el lobo. Y hasta afirman que la primera transformación del lobo en perro puede haber sucedido hace más de 100.000 años. Los investigadores analizaron muestras de tejido de lobos, perros, coyotes y chacales y finalmente detectaron que las secuencias del ADN de lobos y perros eran muy similares. De ahora en más ya se sabe que detrás del más dócil de los perros, alguna vez hubo un lobo feroz. (Página 12, Suplemento “Futuro”, 26/7/97) Cómo pulir metales con vinagre
  • 37. El vinagre es ideal para pulir metales. Embeba un trapo limpio, frote el objeto y deje secar. Vuelva a frotar y verá cómo brilla. ¿Cuándo se descubrieron las cuevas de Lascaux? Las cuevas de Lascaux, ubicadas en Francia, constituyen uno de los tesoros artísticos más valiosos de la humanidad: datan del período Paleolítico Superior y estuvieron ocultas a los hombres durante casi 20.000 años. Fue recién en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, que unos adolescentes las descubrieron por casualidad. Paseaban por un bosque cercano a un pueblo llamado Montignac y un perro que los acompañaba los guió hasta un hueco muy profundo, según constataron los chicos luego de arrojar varias piedras. Con sogas y linternas descendieron hasta llegar a un espacio similar a una sala amplia y allí se encontraron con la sorpresa: caballos, toros y ciervos estaban pintados en las paredes formando escenas de gran belleza. Después, llegaron a otra galería donde las pinturas representaban a felinos con grandes colmillos y signos como flechas y cruces. Los chicos comunicaron su descubrimiento a las autoridades de Montignac y a partir de ese momento, las cuevas se convirtieron en centro de investigación primero y de turismo después. Las galerías de Lascaux presentan un incalculable valor estético pero además permitieron reconstruir parte de la prehistoria. Lectura obligatoria Cortés, Marina y Bollini, Rosana, Leer para escribir, Bs.As., El Hacedor, 1994, pp. 33- 41. 1.4. La noción de discurso Si bien el término “discurso” se suele utilizar como sinónimo de “texto”, haremos aquí una distinción basada en una diferencia de perspectiva en la consideración de uno y otro objeto de análisis. No obstante, dada la polisemia de la palabra “discurso”, esta distinción no invalida su utilización como término equivalente a “texto” en determinados contextos. Esto se debe, en buena medida, a que las actuales teorías del texto, como acabamos de ver, lo definen como una
  • 38. unidad de la comunicación y no como un mero encadenamiento de oraciones. Sin embargo, la investigación sobre el texto permanece más acotada al campo de los estudios lingüísticos, en tanto el discurso constituye, de por sí, un objeto transdisciplinario, que se define en la articulación de lo lingüístico y las condiciones sociales de producción. La recepción y la producción lingüísticas se realizan en el interior de las distintas esferas de la práctica social, que regulan de diferentes maneras los intercambios. De este modo, la sociedad y sus instituciones actúan sobre las elecciones lingüísticas de los hablantes, limitando y encauzando su producción y su recepción. Hablaremos de discurso, en principio, para referirnos a esa intersección del lenguaje y las instituciones sociales, que se materializa en enunciados o textos específicos de cada actividad o zona de la praxis social. Desde este punto de vista, es posible distinguir un discurso religioso, un discurso político, un discurso periodístico, un discurso jurídico, un discurso escolar, etc. La categoría puede extenderse, asimismo, para recubrir los usos lingüísticos correspondientes a distintos grupos o sectores de la sociedad, que participan de códigos particulares, como los jóvenes. En todos los casos, el término “discurso” pone la atención en la articulación entre los usos del lenguaje y las condiciones de producción de los enunciados. La noción de “discurso” pone en cuestión la dicotomía saussureana entre lengua y habla. Ferdinand De Saussure distinguía la lengua del habla como lo social frente a lo individual: la lengua es el sistema compartido por la comunidad hablante, en tanto el habla se define como la utilización individual de la lengua en situaciones particulares. En tanto el uso -el habla- es individual y asistemático, no puede constituirse en objeto de la lingüística; la lingüística, como ciencia, solo puede ocuparse del sistema de la lengua. Sobre esta base se funda la lingüística estructural. La noción de discurso supone, en cambio, la existencia de usos sociales de la lengua. Por ser sociales, esos usos no están enteramente librados a la elección del hablante: las restricciones que pesan sobre el discurso hacen de él una forma normativa y un objeto pasible de análisis y sistematización. En los últimos años, la enseñanza de la lengua ha instalado el desarrollo de la competencia comunicativa de los niños y adolescentes como objetivo central. El logro de este objetivo requiere incorporar una perspectiva discursiva a los contenidos de la asignatura, ya que la noción de “competencia comunicativa” refiere a la capacidad de responder eficaz o adecuadamente a los distintos requerimientos lingüísticos de la vida social.
  • 39. 1.4.1. Los géneros del discurso Mijaíl Bajtín define el enunciado como la unidad real de la comunicación discursiva. El discurso existe en forma de enunciados concretos producidos por los hablantes. Hablamos por medio de enunciados y los niños aprenden la lengua escuchando y reproduciendo enunciados concretos en la comunicación discursiva efectiva con los que los rodean. Aprender a hablar es, por lo tanto, aprender a construir los enunciados. El enunciado está orientado a un destinatario y expresa, en su contenido y en su forma, evaluaciones sociales compartidas en la comunidad a la que el hablante pertenece. La entonación, por ejemplo, es un vehículo de esas evaluaciones comunes. Se trata de un aspecto del discurso de adquisición muy temprana: los niños pequeños utilizan patrones de entonación sin lenguaje como conducta comunicativa, lo que parecería indicar que, aun antes de adquirir el código lingüístico, reconocen las evaluaciones del medio que los rodea sobreentendidas en el discurso. A su vez, los distintos ámbitos de la práctica social organizan la comunicación por medio de tipos de enunciados, a los que Bajtín denomina “géneros discursivos”. Los géneros son tipos de enunciados relativamente estables o estandarizados, que comparten características temáticas, estilísticas y de composición o estructura. Los géneros que organizan la comunicación familiar o cotidiana son, en su mayoría, orales. Bajtín llama “primarios” a estos géneros simples, en general dialógicos y orales. Los géneros secundarios, en cambio, son, en su mayoría, escritos (o han pasado por alguna etapa escrita en su elaboración) y corresponden a situaciones comunicativas más complejas. Los géneros secundarios absorben en su interior géneros primarios y los reelaboran. Mientras los géneros primarios se adquieren espontáneamente, en los intercambios comunicativos cotidianos, los secundarios requieren un proceso sistemático de enseñanza. Los géneros son históricos, cambian con el tiempo. Un género puede desaparecer, así como aparecen otros. Algunos surgen de la transformación de géneros que proceden de otros ámbitos discursivos. Es lo que ocurre con algunos géneros literarios. Por ejemplo, el género literario policial reelabora como materiales algunos géneros que provienen del ámbito de lo judicial, como el informe del forense, la descripción ocular del escenario del crimen que hace la policía, las declaraciones de los testigos, el informe del perito balístico, etc. Todos esos escritos, que forman parte de una causa por homicidio, así como la crónica policial de los diarios, fueron reelaborados e incorporados al género policial.
  • 40. El conocimiento de los géneros primarios forma parte de la competencia de cualquier hablante. Reconocer el género, a través de algunas de sus marcas más evidentes, permite canalizar los esfuerzos interpretativos en una dirección. En este sentido, el género es un recurso de economía comunicativa. “Si no existieran los géneros discursivos y si no los domináramos, si tuviéramos que irlos creando cada vez dentro del proceso discursivo, libremente y por primera vez cada enunciado, la comunicación discursiva habría sido casi imposible.” (Bajtín, 1982: 268) El aprendizaje de los géneros secundarios, por su parte, si bien dura toda la vida, se desarrolla en buena medida en el ámbito escolar. Es en la escuela donde se supone que se desarrolla la competencia en el manejo de géneros escritos, especialmente los relacionados con la comunicación de contenidos conceptuales de los campos de conocimiento propios de cada asignatura. Lectura obligatoria Adriana Silvestri, En otras palabras, Bs.As., Cántaro, 1998, pp. 16-21 (“Los géneros conceptuales). Actividad A partir del texto que acaba de leer: 1. Caracterice los géneros conceptuales escolares teniendo en cuenta: a) el contenido, b) el estilo, c) la estructura o composición. 2. Reformule la descripción que hace la autora de la competencia verbal de un alumno típico, utilizando la distinción entre géneros primarios y secundarios de Bajtín. 3. Escriba un párrafo para agregar al final del capítulo. La enseñanza de la escritura en Lengua ha aprovechado los aportes de la teoría del discurso y de los géneros discursivos y hoy casi todas las propuestas para trabajar la producción de textos en la escuela parten de un marco discursivo o genérico: se practica la escritura de informes, monografías, crónicas, cuentos, entrevistas, cartas, recetas, etc. El encuadre genérico aporta a la enseñanza de la composición pautas o criterios que, en combinación con las características de los tipos textuales, permiten encauzar la producción y la evaluación de los
  • 41. textos. No se trata, sin embargo, de un descubrimiento reciente. La enseñanza retórica, durante siglos, se basó en una clasificación de los discursos que orientaba la selección y combinación de las ideas y su expresión. Lectura recomendada Bajtín, Mijaíl, “El problema de los géneros discursivos”, en: Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1982. 1.4.2. La tradición retórica La palabra “retórica” designa, entre otras cosas, el arte (tejné ) de elaborar la pieza oratoria, el discurso argumentativo dirigido a un auditorio. El arte retórica nació en Grecia, más precisamente en Siracusa, en el contexto de los procesos por la recuperación de tierras expropiadas por los tiranos. Es decir, la retórica -y la argumentación- surge en estrecha relación con los procesos judiciales y se extenderá luego a la asamblea política. Los primeros maestros de retórica fueron los sofistas, a quienes Platón consideraba demagogos pues buscaban la forma de conmover al auditorio para ganarse su favor sin preocuparse de la justicia o verdad de las causas que defendían. De estos primeros tratados, debemos retener los siguientes aspectos: 1. La puesta a punto de un plan tipo del discurso (...), que los tratados posteriores no harán más que refinar. 2. El origen jurídico-político del arte que comporta una dimensión agonal y sirve para regular los conflictos y las disputas (esta dimensión está presente en la nueva etapa que está viviendo la retórica en los últimos cuarenta años). La retórica se impone en las disciplinas prácticas de la ética y de la política (con la acción, el habla se convierte en una actividad política): las elecciones y los pleitos son en este campo inevitables; se necesita, por lo tanto, recurrir a la argumentación (C.Perelman 1977). El establecimiento de los principios de la retórica en Grecia es un hecho relacionado con la aparición del régimen democrático (la retórica, según dirá Nietzche, es un arte republicano que se dedica a escuchar las opiniones y los puntos de vista más extraños): trata de los discursos que tienen como marco las instancias de la democracia ateniense (la
  • 42. Asamblea, el Tribunal o las grandes manifestaciones panhelénicas); en definitiva, la retórica ocupa un lugar destacado en el currículum y en la educación del ciudadano y del hombre de Estado. 3. Su orientación genérica y pragmática. El habla se sitúa en los límites de la finalidad y de las construcciones persuasivas a las que se presta. Las situaciones institucionales en que se ejercita el habla determinan los distintos géneros del discurso; el discurso no se regula según la ley, el derecho, etc., abstractamente, sino que se rige por el tiempo, el lugar y las circunstancias (...). Al analizar los medios por los cuales los hombres se comunican públicamente, la retórica constituye así el primer testimonio occidental de la reflexión sobre el discurso. (O.Ducrot y J.-M. Schaeffer, Nuevo diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Madrid, Arrecife, 1998, pp. 152-153) Para Aristóteles, el arte retórica constaba de cinco momentos u operaciones: 1) inventio: la búsqueda de las pruebas o argumentos; 2) dispositio: el ordenamiento de los argumentos; 3) elocutio: la puesta en palabras y el adorno de las figuras; 4) memoria: memorización del discurso; 5) actio: pronunciación del discurso frente al auditorio. Las dos últimas etapas son propias de la argumentación oral, mientras que las tres primeras permanecen en la elaboración del discurso escrito. Tanto la inventio como la dispositio y la elocutio están limitadas y orientadas por la caracterización del auditorio al que se dirige el discurso, por las características de la causa que se defiende y por el objetivo que persigue el orador. Ellos son, asimismo, los autores de los primeros tratados de retórica. Actividad Compare la concepción de “composición” que se infiere de las dos citas que se transcriben a continuación con la caracterización del proceso retórico que acaba de leer. * La tarea de composición, asimilada a un arte de pensar, entraña el proceso retórico de invención, disposición y elocución; mientras que redacción es, simplemente, el ejercicio de poner por escrito el material recogido en el acto de invención, elaborado y ordenado en el de disposición.
  • 43. (Raúl H. Castagnino, Observaciones metodológicas sobre la enseñanza de la composición, Bs.As., Huemul, 1969) * La composición exige tres operaciones, a saber: 1) Buscar y elegir los pensamientos, lo cual llámase “invención”; 2) Ordenarlos convenientemente, esto es, la “disposición”; 3) Expresarlos con las palabras y formas oportunas, lo que se denomina “elocución”. (Rodolfo Ragucci, op.cit.) A partir del siglo I después de Cristo, como consecuencia de la caída de la República romana y de la pérdida de libertad política que trajo aparejada, la elocuencia política y judicial decae y lo que permanece es una elocuencia más bien ornamental. Se privilegia, así, el componente estilístico (elocutio) por sobre el componente argumentativo. En consecuencia, debido, por una parte, a la eliminación de su componente filosófico y, por otra, a la importancia que se le otorga a la elocución, la retórica deja de ser un arte del discurso, para pasar a convertirse en un arte del estilo, limitada al estudio de las formas del lenguaje ornamental, de las figuras y de la oratoria. Con el fin de los estudios de las bellas letras y con el paso de la literatura clásica a la literatura romántica, la retórica, que en su origen estuvo relacionada con las reglas y las normas del discurso, se reduce a un mero artificio, quedando excluida de las bellas artes: la elocuencia se ve como la antítesis de la poesía dentro del dominio de las artes del lenguaje ... (O. Ducrot y J.-M. Schaeffer, op.cit.) Es esta concepción de la retórica la que permaneció en las escuelas hasta mediados de este siglo, como marco para la enseñanza de la composición en distintos niveles del sistema. En efecto, la mayor parte de los métodos para la enseñanza de la composición hasta la década de 1960, por lo menos, son adaptaciones del modelo retórico a los requerimientos pedagógicos de la época. Esa adaptación implica sacrificar la orientación discursiva que caracterizaba a la retórica antigua: puesto que el docente es el único destinatario de los textos que se componen en la escuela, el problema retórico que supone la adecuación del discurso a auditorios y objetivos diversos se desdibuja. Esta reducción, a su vez, confiere a los productos de la práctica de
  • 44. composición rasgos genéricos. Desde este punto de vista, la composición podría ser definida como un género de circulación restringida al ámbito escolar (y, más específicamente, al aula), que incluye y transforma otros géneros (cartas, esquelas, relatos, retratos). Esta transformación de objetos discursivos en objetos escolares desvincula a aquellos de su contexto de uso habitual y simplifica el proceso de escritura con el objeto de facilitar la enseñanza. Por supuesto que, como toda práctica y todo género discursivo, la composición escolar no es un sistema fijo, sino que se ha ido modificando históricamente en base a requerimientos sociales, pedagógicos y del campo científico. Sin ir más lejos, ya en la década de 1920 se formulan algunos reclamos en el sentido de conceder más importancia y tiempo a los géneros necesarios para la integración de los alumnos a la vida moderna y al mundo del trabajo. En respuesta a esta demanda, el género epistolar accederá a un lugar central en libros de lectura y propuestas didácticas. La redacción de esquelas, telegramas y cartas con finalidades y destinatarios diversos introduce, así, en el marco de esta retórica adaptada a la escuela, consideraciones situacionales y pragmáticas. El billete es una carta breve, una esquela, cosa del momento, una comunicación rápida, más bien para cosas menudas. No tiene ni la extensión ni las formalidades exteriores de una carta. Se lo emplea con las personas con quienes se tiene mucha confianza o con aquellas con las cuales no podemos permitirnos ninguna familiaridad. Y de ahí las dos formas clásicas que distinguimos en los billetes: la familiar de cuatro líneas que mandamos a un amigo porque nos falta el minuto de tiempo para llegarnos hasta él, o la que llamaremos solemne, redactada en tercera persona. Antes de entrar en materia, conviene recordar que una carta, un billete, una nota, no se escriben en un papel cualquiera, sino en papeles o cartulinas de determinado tamaño que en los comercios del ramo llaman tarjeta, papel de esquela, de carta, de nota u oficio. Cuando se tiene confianza absoluta con una persona puede escribírsele un billete hasta en una media hoja de cuaderno, pero la buena educación exige que se guarden las formas... (Revista La Obra, mayo de 1941) No obstante, la enseñanza de la composición orientada al dominio del género quedó, durante décadas, circunscrita a las distintas variedades del género epistolar. En los últimos años, junto con la valoración de la perspectiva discursiva para la enseñanza de la lengua, con el redescubrimiento de la argumentación y la importancia de su dominio para la comunicación
  • 45. social y con la introducción de los medios masivos y del discurso periodístico en la escuela, asistimos a una explosión de géneros en distintos niveles de la escolaridad y a una reorientación de la enseñanza en esa dirección. En tanto los géneros introducen un principio de organización en la diversidad de los usos sociales de la lengua, la enseñanza centrada en el uso (producción y recepción de textos) concede un lugar central a estos formatos, inscribiéndose en la tradición retórica. (fotocopiar Jolibert p. 38) (Josette Jolibert, Formar niños productores de textos, Santiago de Chile, Hachette, 1988, p.38) Actividad Analice la siguiente “Trama de preparación del profesor”, tomada del libro de Josette Jolibert mencionado (págs.60-61), a la luz de lo trabajado en este módulo.
  • 46. 1.4.3. La retórica cognitiva Si bien la investigación en psicología cognitiva sobre el proceso de comprensión lectora ha sido mucho más abundante que la correspondiente al proceso de producción de textos escritos, su incidencia respectiva en la didáctica de la lengua ha sido inversamente proporcional. En los últimos años, hemos asistido a una enorme proliferación de propuestas destinadas a entrenar a niños y adolescentes en la producción de textos de distinto tipo, que tienen origen en modelos cognitivos del proceso de composición. Estos modelos caracterizan la tarea de escritura como un problema que el escritor debe evaluar correctamente para arribar a una solución (un texto) adecuada (Flower y Hayes, 1980). El problema incluye varios aspectos: el destinatario del texto que se escribe, la relación que se quiere establecer con él, las intenciones y los objetivos comunicativos que se persiguen, la relación que se entabla con el referente, el género discursivo que se elige para comunicar. Se trata de un problema de naturaleza retórica, ya que se centra en la consideración de los distintos componentes de la situación comunicativa en función de seleccionar los recursos más apropiados para los fines propuestos. La representación del problema retórico incide tanto en la generación de las ideas y la búsqueda de información como en la redacción propiamente dicha. Y a medida que se escribe, esa representación también incide
  • 47. en las reformulaciones y ajustes que el escritor va haciendo al texto y que implican no solo operaciones de ampliación, reducción, sustitución, borrado, movimiento de elementos a lo largo del sintagma, sino también una vuelta constante sobre el contenido del texto, sobre el tema, cuyo conocimiento se va transformando durante el proceso de composición (Scardamalia y Bereiter, 1992). De manera que, al terminar de escribir, el escritor sabe más que al empezar. En este sentido, escribir es una forma de aprender, siempre y cuando la práctica de la escritura demande procesos controlados de producción, operaciones que los escritores inexpertos no realizan. Por eso se considera que enseñar a evaluar el problema retórico, a planificar y revisar el propio escrito, es un objetivo prioritario para una pedagogía de la escritura en la escuela secundaria. ¿Cómo trabajar en clase la escritura como proceso? Podríamos considerar la situación pedagógica a través de los siguientes pasos: I. Antes de escribir Después de que el docente trabaje la generación de ideas, o sea, movilice los conocimientos previos que tenga el alumno (recuerdo de textos anteriores) y estimule la búsqueda de información, el alumno debe identificar la situación de comunicación en su aspecto enunciativo (o situación retórica a nivel procesual) en la que se inscribe el texto que debe escribir: . para quién escribe (para un familiar, el lector de un diario); . para qué escribe (para informar, para entretener, etcétera) el tipo de texto que se le pide (cuento, aviso publicitario, crónica); . como qué escribe (como periodista, como amigo, como empleado, como padre). El alumno procederá, entonces, a planificar su escrito (si, por ejemplo, debe escribir una carta a un amigo, se ajustará a la estructura convencional de la carta, elegirá la variedad lingüística adecuada al grado de familiaridad del receptor, etcétera). II. Escritura en borrador Se le propondrá al alumno que intercambie su texto con el de su compañero (o grupo de compañeros), quien, basándose en una serie de preguntas formuladas previamente por el docente, evaluará su texto y autoevaluará el suyo a partir de la confrontación. (Las preguntas versarán sobre la legibilidad del texto, el respeto a la gramática y a la situación comunicativa, como
  • 48. también sobre la comprensión de ese texto.) El alumno pasará el texto en limpio sobre la base de las correcciones efectuadas por su compañero. Así, el docente no evaluará solamente un producto final, sino un proceso de escritura, y no será el único lector responsable de fatigosas correcciones (a las que, rara vez, el alumno presta atención). De este modo, también, el alumno incorporará las distintas operaciones del proceso junto con las preguntas de autocorrección como un hábito significativo en la práctica de su escritura. Cuando el alumno no escriba más para el docente, su número de receptores (sus “pares”) se haya ampliado y persiga objetivos comunicativos claros, le encontrará sentido a esta práctica. Y logrará disfrutarla. (Irene Klein, Propuestas de escritura, Bs.As., A-Z, 1997, pp.19-20) Lecturas recomendadas Flower, L. y Hayes, J., “Teoría de la redacción como proceso cognitivo”, en: Textos en contexto 1 (Los procesos de lectura y escritura), Bs.As., Lectura y Vida, 1996. Scardamalia, M. y Bereiter, C., “Dos modelos explicativos de los procesos de composición escrita”, en Infancia y Aprendizaje Nro 58, 1992, pp.43-64. 1.5. La literatura La lengua y la literatura constituyen los dos grandes dominios en los que se distribuyeron históricamente los contenidos de la asignatura. Si bien esa distribución suponía una diferenciación de los contenidos lingüísticos y literarios, la inclusión de ambos dominios en la misma asignatura, así como el relevo de uno por otro en los últimos años del ciclo secundario, implicaba también una integración o una continuidad entre los contenidos de ambos: cualquiera sea la definición que se dé de “literatura”, su materia es primordialmente el lenguaje. Por esa razón, lo que tradicionalmente se privilegiaba en el análisis de los textos literarios era el uso particular que allí se hacía de la lengua, las llamadas “figuras” (codificadas por la retórica) y las “imágenes sensoriales” (codificadas por la estilística). Esta perspectiva llevaba a preferir para trabajar en el aula aquellos textos que presentaran figuras e imágenes accesibles al análisis, y a conceder, por lo mismo, un lugar central a la poesía.
  • 49. ... ¿Cómo logra infundir a sus versos un “clima” poético, es decir la sensación de que ella nos introduce en un mundo mágico, nuevo, de bellezas insospechadas? Pues con las metáforas, en las que aparecen asociaciones imprevistas, animismo (dar vida a lo inerte) y otros recursos. Analicemos las más importantes: La fresca puerta que el carpintero le pondrá al bosque. Lo sorpresivo se produce en el hecho de que la puerta es elemento propio de la habitación del hombre, de lo cerrado, y aquí está atribuido al bosque, ámbito por excelencia abierto en la naturaleza. El taller alumbrado con pajaritos. En esta metáfora, los pájaros están caracterizados por su movilidad, color, canto, como luces que alumbran, como lamparillas de colores prendidas de los árboles, dentro de ese taller del bosque donde la laboriosa naturaleza trabaja día y noche. Empuño... un silbo, no un serrucho que ladra y muerde. Es un recurso inesperado pero feliz el atribuirle al silbo -sonido melodioso que se emite con los labios al hacer pasar aire por éstos, convenientemente dispuestos- la posibilidad de ser empuñado como el serrucho, elemento de trabajo. Y un serrucho que ladra y muerde. Esta metáfora, que a la vez inviste de animismo a un objeto, es también un procedimiento impresionista que se apoya en dos sensaciones provocadas por la vista y el oído, cuando el serrucho actúa. Transfiere al serrucho dos acciones propias del perro (expresadas por sensaciones: una, auditiva (ladra); la otra (muerde), táctil-visual). Juntas (acciones y sensaciones) resultan más agresivas. Igualmente agresivo aparece el serrucho. Al acto de empular un silbo, algo dulce y armonioso, opone y rechaza el acto de serruchar. Hay aquí un entrecruzamiento de muchos hechos mágicos: convertir el sonido en instrumento, el serrucho en perro, y representar mediante la elección del silbo, y no del serrucho, la actitud cordial del carpintero. El cedro que abre su gran sombrilla. La metáfora se combina con otro recurso: el de atribuir una actitud humana al árbol, que extiende sus ramas como si fueran las varas de una sombrilla. En este imagen se nota, además, un gesto protector. Con la palabra tiempo /.../ hago y lustro el abrigo / de la castaña. Con algo que pertenece al plano fónico, una palabra (en este caso tiempo) de significación inmaterial, que no se percibe por los sentidos, hace algo sólido, material: el abrigo de la castaña. Además juega con el sentido de ese vocablo. Tiempo se necesita para que crezca y se lustre “el abrigo de la castaña”. El tiempo es su aliado; le evitará esfuerzos inútiles y apresuramientos engañosos. Recorto en la mirada / del ciervo fino, / un sueño de madra, / la flor del pino. Apresa una imagen fugazmente reflejada en los ojos del ciervo, y la recorta como si fuera algo concreto (una flor) que pudiera fijarse en la retina. Su delicado y fantasmagórico juego se completa con otra
  • 50. acertada metáfora: la flor del pino es un sueño de madera. Es el sueño del árbol que quiere cristalizarse en algo bien real y familiar (una flor de madera). El árbol no alcanza a imaginar la maravilla de la flor de pétalos sedosos. El carpintero no violenta la imaginación del árbol. Las antítesis u oposiciones. Son recursos también eficaces para realzar la alternativa que se le presenta al carpintero, y el porqué de su elección. Elige No elige el bosque vivo ® madera muerta el silbo (lo armonioso ® el serrucho (lo agresivo) el bosque verde ® el triste aserrín. (Lacau-Rosetti, Antología 1, Bs.As., Kapelusz, 1970) Durante años, la enseñanza de la lengua se basó en el lenguaje literario: las oraciones que se analizaban provenían de textos literarios, la lectura -tanto en la escuela primaria como en la secundaria- y la composición tenían al texto literario como objeto, punto de partida, ideal o modelo. Ese predominio comienza a debilitarse en la década de 1970, cuando cobra protagonismo en la asignatura una concepción comunicativa del lenguaje. 1.5.1. La función poética Con la traducción y difusión de “Lingüística y poética”, de Roman Jakobson (1975), se inicia el giro comunicativo en la manera de concebir la enseñanza de la lengua. En ese artículo, Jakobson propone su famoso modelo del circuito de la comunicación y define los factores que intervienen en la comunicación cara a cara (destinador, destinatario, mensaje, contacto, código, contexto). En relación con ese modelo define también las funciones del lenguaje como el predominio de uno u otro de los factores en una situación comunicativa concreta. Así, la “función poética” es definida por Jakobson como aquella en la que el mensaje se vuelve sobre sí mismo y
  • 51. exhibe (reflexivamente) sus propios mecanismos de producción, demorando de este modo la operación de referencia o atribución de significado. ... La orientación hacia el MENSAJE como tal, el mensaje por el mensaje, es la función POÉTICA del lenguaje. Esta función no puede estudiarse de modo eficaz fuera de los problemas generales del lenguaje, y, por otra parte, la indagación del lenguaje requiere una consideración global de su función poética. Cualquier tentativa de reducir la esfera de la función poética a la poesía o de confinar la poesía a la función poética sería una tremenda simplificación engañosa. La función poética no es la única función del arte verbal, sino sólo su función dominante, determinante, mientras que en todas las demás actividades verbales actúa como constitutivo subsidiario, accesorio. Esta función, al promocionar la patentización de los signos, profundiza la dicotomía fundamental de signos y objetos. De ahí que, al estudiar la función poética, la lingüística no pueda limitarse al campo de la poesía. (Roman Jakobson, “Lingüística y poética”, en: Ensayos de lingüística general, Barcelona, Seix Barral, 1981, p.358) De esta manera, lo que hasta entonces había sido englobado dentro de las figuras retóricas, como recursos para embellecer el discurso, o bien como marcas expresivas, se traduce en términos funcionales a rasgos o características de determinado tipo de mensajes, entre los cuales se destaca la poesía, pero que son compartidos con otros ámbitos del discurso, como la publicidad o la propaganda política. El eslogan político I like Ike (ay layk ayk) es de estructura esquemática, consistente en tres monosílabos, con tres diptongos /ay/, cada uno de los cuales viene seguido simétricamente de un fonema consonántico /...l...k...k/. La conformación de las tres palabras presenta una variación: no se da ningún fonema consonántico en la primera palabra, dos cercan el segundo diptongo, y hay una consonante final en el tercero. Ya Hymes había notado un parecido núcleo /ay/ dominante en algunos sonetos de Keats. Los dos cólones de la fórmula trisilábica “I like / Ike” riman entre sí, y el primero de los dos términos aliterantes está incluido en el segundo: /ay/ - /ayk/, imagen paronomástica de un sentimiento que recubre totalmente a su objeto. Ambos fragmentos forman aliteración entre sí, y el primero de los dos términos aliterantes está incluido en el segundo: /ay/ - /ayk/, imagen paronomástica del sujeto amante encubierto por el objeto amado. La función secundaria, poética, de este eslogan electoral refuerza su contundencia y su eficacia.