1. COMPOTAMIENTO EN INSECTOS Y VERTEBRADOS
Basado en: La Ciencia de la vida.
De: H.G. Wells
Julian Huxley
y G.P. Wells.
De las diversas formas de vida durante la evolución, sólo dos han tenido un
éxito indiscutible, los artrópodos y los vertebrados. Aquí revisaremos algunas de
las diferencias que presentan con respecto a su mente y conducta.
Algunas diferencias básicas de su estructura órganica son que mientras los
artrópodos, segregando quinina, desarrollaron un esqueleto externo, y tienen una
respiración tubular –lo que limitó sus posibilidades de crecimiento y por tanto de
un mayor crecimiento cerebral- y desarrollo una serie de 6 patas; los vertebrados
desarrollaron cartílagos y huesos para formar un esqueleto de soporte interno,
desarrollaron cola y sólo 4 extremidades, además de una respiración pulmonar
que les permitío crecer y sobre todo contar con un cerebro más grande, lo que les
ha permitido tener una conducta de mayor plasticidad.
Con respecto a los órganos de los sentidos, es digno de observarse que,
mientras los vertebrados desarrollaron, por ejemplo, órganos auditivos sensibles a
una gran variedad de sonidos, en los insectos hay muy pocos casos que cuenten
con este sentido, y aún, en los que lo tienen, su repertorio de sonidos audibles es
muy limitado, tres o cuatro y sólo aquellos producidos por animales de su propia
especie.
Por extraordinario que parezca, el instinto de los insectos es, en su gran
mayoría, un conjunto de reflejos. Su conducta es su herencia y, precisamente por
ser tan automática, no requiere de mayor actividad mental que la que nosotros
necesitamos para retirar un dedo cuando nos pinchamos con una aguja. El insecto
tiene un repertorio de trucos innatos que por muy complicados que sean, no tiene
que aprenderlos pero, en compensación, es un repertorio limitado y son tan
automáticos que fallan en situaciones inusitadas. El vertebrado tiene la molestia
de aprender por experiencia, pero tiene abierto un margen de posibilidades mucho
más amplio, y una conducta más adaptable. El insecto es totalmente incapaz de
tener algo que se parezca a una cadena de pensamientos y poco puede hacer con
su experiencia que no sea pulír los instintos mecánicos transmitidos por sus
factores genésicos.
2. Al margen de esta comparación, podemos decir, que tanto la estructura
corporal y la fisiología química como la mente y la conducta han evalusionado a la
larga en relación con su ambiente, si bien no determinadas por él, si en alguna
medida condicionadas por éste. Por ejemplo, ningún animal tiene un órgano que le
permita percibir el paso de corriente eléctrica por un alambre; aunque estos pueda
ser a veces, cuestión de vida o muerte. Que no lo tengan se debe a que en la
naturaleza no se presenta estos fenómenos de manera natural. Pero sí en los
tiempos geológicos hubiese circulado corriente eléctrica por la tierra y fuera
peligrosa para la vida, podemos asegurar confiadamente que la evolución habría
creado órganos necesarios para percibirla.
En realidad, los organismos son seres relativos, significan algo sólo en relación
con su ambiente, y carecen de todo significado fuera de él. Esta relatividad es tan
preponderante con relación a los sentidos y la mente, como con relación a la
operación mecánica de alguno de sus miembros u órganos.
La mariposa sale del capullo en que se ha formado llevando consigo: dos pares
de alas, tres pares de patas, dos antenas y una dotación altamente especializada
de partes bucales; lo más notable de todo es que lleva un cerebro completo.
Desde el principio sabe lo que hay que hacer, y cómo debe hacerlo. No crece ni
aprende; llega y entra en el drama de la vida en forma completamente adulta.
Comparemos esta presentación, con la de un humano.
3. Mariposa y hombre son casos extremos de contraste entre artrópodos y
mamíferos. Los artrópodos como la mariposa, son totalmente mecánicos, pero
pocos vertebrados tienen una plasticidad que se aproxime siquiera a la nuestra.
Revisaremos brevemente a los artrópodos para observar las posibilidades que
ofrece la conducta puramente mecánica y, cuando volvamos a los vertebrados
descubriremos la sustitución gradual del instinto inflexible por una clase nueva y
más eficaz de organización mental.
Anatomía del instinto
Tomemos un par de ejemplos de lo que vulgarmente llamamos instinto. Un
ejemplo muy señalado, es el del capullo que construye una oruga en la
metamorfosis. Las orugas no
conocieron a sus padres y no
saben como es un capullo,
ninguna forma de experiencia le
dice que se encerrará en él
convertida en ninfa, ni que saldrá
de él convertida en un insecto
alado y que para salir de éste,
tendrá que usar, para romperlo,
sólo su lengua. Sin embargo, que
primor y perfección de sus
capullos.
Si Adisson observara este
capullo, de seguro diría que Dios
había infundido en la oruga el
conocimiento necesario de los
procesos mecánicos que suponen
esta construcción. Algunos
naturistas abandonaron las
visiones creacionistas, pero
sostuvieron que las generaciones
pasadas de orugas se habían esmerado en ir perfeccionando estas costumbres
gradualmente hasta hacerlas tan mecánicas, como las que realizamos
habitualmente cuando hablamos o escribimos. Pero esta posición es insostenible,
ya que presupone la existencia de un conocimiento atrás del instinto heredado que
se va perfecionando, y no, el animal no requiere el conocimiento, no sólo no lo
puede producir sino que no hay forma de demostrar que sea un conocimiento
adquirido, heredado.
4. Pero quiza, el mejor ejemplo para demostrar la imposibilidad de que tras el
instinto haya conocimiento, es el caso de la yuca y su polilla Pronuba. La yuca,
hermosa planta de espigas de campanitas blancas, sólo puede ser fecundada con
la ayuda de una polilla determinada. La polilla hembra visita las flores de la yuca,
flores que sólo están abiertas una noche, extrae un polen pegajoso y lo amasa
hasta formar una píldora, que retiene y transporta en un par de ápendices
especiales. Depués horada el ovario de la flor y deposita en él, tres o cuatro de
sus propios huevos entre las semillas de la planta. Posteriormente vuela al pistilo
de la planta y deposita pegando en él, la pildora de polen. El polen germina y
fecunda a las semillas de la planta, y las tres o cuatro orugas, mientras tanto,
salen de los huevos y se alimentan de las semillas.
Como la flor produce más de 200
semillas, y sólo se trata de tres o cuatro
orugas, queda aproximadamente la
mitad de semillas para la reproducción
de la planta. La oruga adulta devora su
camino para salir de la flor, baja al
suelo por una hebra de seda, y fabrica
ahí mismo el capullo, se convierte en
ninfa y el verano siguiente, sale del
capullo convertida en polilla, para
aparearse y repetir el ciclo. Esta
simbiosis reproductiva reporta
beneficios mutuos. El comportamiento
de la polilla hembra, parece
admirablemente deliberado, introduce
en cada flor sólo tres o cuatro futuras
larvas, lo que parece producto de un
cálculo que evite matar a “la gallina de
los huevos de oro”, per tanto sería
impertinente suponer, que la yuca
opera deliberada e inteligentemente al
desarrollar un pistilo para recibir el
polen, y sólo abrise una noche para
que entre la polilla; como suponer que
el comportamiento de la polilla de
recolectar y poner el polen en el pistilo
es producto de un conocimiento y un
cálculo deliberado. Experimentalmente
se ha ampliamente comprobado que
5. ningún insecto es capaz de producir deducciones y tomar decisiones como las que
la polilla debería tomar en los hechos que vive, si realmente fuera inteligente.
Este es el verdadero quid del asunto. El instinto es como un miembro o una
glándula, es una herramienta de la especie, es pieza de esa maquinaria, la
conducta, no implica ni cuenta con una maquinaria o una química específica, es
simplemente el producto funcional de su constitución biológica. Los instintos
pueden pulirse, alterarse o especializarse, por el mismo tipo de procedimientos y
mutaciones que alteran un miembro, una glándula o un órgano.
Aquí hace luz, el ejemplo que pusimos en el capítulo anterior* de los camarones
que, sujetos a una leve corriente eléctrica se agrupan en el polo positivo de la
corriente. Es evidente que no obtienen ventaja alguna al trasladarse a ese
electrodo. En condiciones naturales, nunca se producen este tipo de condiciones,
es seguro que sólo una pequeñisima muestra de los millones de camarones que
han existido y existen han podido exhibir este galvanotropismo y, sin embargo el
fenómeno depende de una propiedad que es común a todos los camarones: la
distribusión de sus fibras nerviosas y sus ganglios centrales. Es una consecuencia
directa y necesaria de su propia anatomía.
Todo lo anterior, no son más que diversas manifestaciones extremas de lo
mismo: estos animales están hechos de tal modo que en cierta combinación de
circunstancias se comportarán –y deben comportarse- de una manera
determinada. Así como el colorido del insecto-hoja, la oruga que teje su capullo o
la polilla hembra que fecunda a la yuca, dependen de la disposición de su
organismo y de su SNC, de su
configuración y disposición.
Un último ejemplo de la
naturaleza a veces absurda de la
conducta automática de los
insectos es la reacción sexual de
cierto tipo de polilla macho, que
huele a las hembras con ayuda de
sus enormes antenas plumosas.
Tan agudo es su olfato que puede
recorrer una distancia de más de 2
kilómetros para venir a revoletar al
rededor de una caja vacía donde
haya estado encerrada una
*Ver Rudimentos de la conducta p.p.
6. hembra de su especie. Sí se encierra en una caja a un macho y una hembra se
producirá el apareamiento de manera natural, pero sí se cortan las antenas al
macho, quedará incapacitado para reconocer a la hembra como tal.
Pero lo más notable es su reacción ante los dos pequeños órganos olorosos
que la hembra tiene en el extremo de su abdomen. Si se extirpan estos órganos
(operación que no parece molestar mucho a la hembra), y se les coloca en una
caja con la hembra operada y con un macho normal, no privado de sus antenas,
éste no prestará la menor atención a la hembra y realizará enloquecidos intentos
por aparearse con las dos pequeñas glándulas olorosas. Esto es tan diferente de
las reacciones humanas, que resulta difícil comprenderlo. Pero si queremos
conocer el mundo de los insectos, tenemos que comprender que el macho no
tiene idea de lo que es una unión sexual ni una hembra; reacciona simplemente
frente a ésta, por efecto de un éstímulo, las feromonas liberadas por las glándulas
olorosas.
Los vertebrados superiores también tienen instintos, igual que los insectos. Pero
en ellos, rara vez el instinto es tan maquinal; es flexible en dos extremos, lo mismo
en lo que respecta a las situaciones que los provocan, que a los métodos que
adopta para lograrlo. El proceso cuando llega hasta el hombre, sólo conserva la
parte más central del instinto, el impulso instintivo primario, como en el miedo o la
rabia, que hace que el individuo obre de cierto modo general cuando se ve en
cierta clase de situaciones generales.
Un caso aún más evidente, es el de cierta oruga que teje capullos. Si se
interrumpe al animal cuando está dedicado a esta tarea y se le retira el capullo a
medio terminar, la oruga no volverá a fabricar otro desde el principio, sino que
tejerá exclusivamente lo que le faltaba para acabar el primero, a pesar de que este
trozo no le proporcione ninguna protección. Adelantando una conclusión podemos
decir que los insectos tienen instintos complicados porque no tiene cerebros
complicados para ser inteligentes. Todos los
anteriores, son ejemplos de cómo la
conducta de los insectos se reduce a la
consecuencia rígida de su estructura
nerviosa heredada. En otros grupos también
podemos encontrar la misma maquinaria de
conducta. Hay arañas que construyen redes
maravillosas sin que nadie les haya
enseñado, la araña suele tejer dos redes
cada día, una por la mañana y otra por la
tarde durante las varias semanas de su vida.
7. Sistema nervioso vertebrado.
Pero dejemos ya a los artrópodos con su complicada vida instintiva para
revisar la evolución del cerebro característico de los vertebrados y que nos
conduce al cerebro humano. Nos detendremos en algunos detalles ya que sólo
podrá entenderse la vida humana si se conoce su sustrato material: el cerebro. El
cerebro es un órgano muy complicado y aúnque hemos hecho un esfuerzo de
síntesis, evitando términos técnicos, inevitablemente tenemos que entrar en
algunos detalles
anatómicos.
Para empezar hay
que decir que todos
los animales
vertebrados están
construidos con
arreglo al mismo
plan; todos los
cerebros
vertebrados están
constituidos por las
mismas partes
principales, aunque
las clases varían en
sus detalles,
empezaremos por
su parte temprana de desarrollo en un embrión. Las primeras partes del sistema
nervioso que aparecen en un embrión son el cerebro y la médula espinal que se
originan como un tubo de piel.
Para desarrollar este punto escogeremos en embrión de un vertebrado
primitivo el amphioxus, porque al contar con huevos de poca yema, tiene un
desarrollo un poco más claro. Un embrión de amphioxus, a las 6 horas de
fecundación es un pequeño objeto ovalado apenas perceptible a simple vista. Si lo
partimos por la mitad, se verá como la figura 36. El cuerpo está formado por dos
capas de tejido del espesor de una célula. La capa externa (punteada) es la piel, la
capa interna (rayada) es la pared del tubo digestivo; la cavidad central es la
cavidad digestiva.
8. Puede también
observarse que la zona que
constituye el dorso es un
poco más espesa que el
resto (punteado obscuro) y
que es la parte destinada
después a convertirse en el
sistema nervioso. La capa
de piel está empezando a
crecer por encima de ella, a
lo largo de sus bordes.
En la figura 37. Se
muestra un corte de ese
embrión, unas 20 horas después. Podemos observar como el sistema nervioso
está ya completamente recubierto por la piel, se ha ovalado y forma un tubo que
corre a todo lo largo de la criatura, de un extremo a otro. Mientras este trozo de
piel se ha transformado en tubo nervioso, el tubo digestivo (rayado, abajo del
SNC), ha sufrido un cambio bastante parecido. Un tercer cambio, entre la piel y el
tubo digestivo ha aparecido una nueva capa de tejido (sombreada con lineas
cruzadas) de la que derivarán músculos, vasos sanguíneos y el tejido conectivo
del amphioxus.
En los vertebrados superiores, puede demostrarse, que el tubo nervioso inicia
como una tira de piel que se enrolla en forma tubular. La cavidad del SNC perdura
por toda la vida. La figura 38, presenta un corte de la médula espinal de un
hombre adulto. Examinándola, se observa en el centro un minísculo orificio. Este
estrecho canal que corre a lo largo de la medula espinal, corresponde a la
oquedad del tubo nervioso en el
amphioxus. Al llegar a la cabeza se
abre en una serie de espacios huecos.
Esto es importante porque el
tejido nervioso sólido corresponde a
funcionamientos automáticos y
esterotipados. Parece que una
conducta plástica y educable, requiere
de materia gris muy diseminada.
Parece que esta cualidad es la que
ha permitido a sus poseedores
vertebrados dominar el mundo.
9. Otros hechos significativos en la medula espinal de los vertebrados son,
primero, que contiene substancias de dos clases, en su mayor parte blanca, pero
con un núcleo central de materia gris (señalada con puntos en la figura 38), en
forma de letra H, lo mismo que en el cerebro, la materia gris, es la parte más vital
(responsable de respuestas voluntarias) mientras que la materia blanca, esta
formada por manojos de fibras nerviosas que conectan puntos específicos.
Además la disposición en forma de H de materia gris, indica que, las astas que
apuntan hacia el dorso del individuo (parte superior en el gráfico), son estaciones
receptoras de sensaciones captadas por órganos sensoriales; los dos cuernos que
apuntan hacia el vientre, son estaciones transmisoras de impulsos de las que
parten nervios hacia los músculos y glándulas controlando sus actividades. Y la
segunda: son las dos profundas indiduras que casi llegan a dividir en dos la
medula, correspondiendo , cada una, a una parte del cuerpo.
Este tubo central de piel enrollada, que genera el sistema nervioso, es lo
primero que aparece en el embrión, y del que no tardan en brotar nervios que
crecen y se ramifican por todo el interior del cuerpo, como raicillas de una planta
jóven; que crece y se ramifica dentro del suelo.
Empezamos por la medula espinal, porque en realidad el cerebro, es el
extremo delantero de la misma, que creció y se complejizó más, y
comprenderemos mejor su funcionamiento, si empezamos por la primera. Alguna
vez un estudiante de anatomía definió al cerebro como “una protuberancia de la
medula espinal”. El amphioxus apenas tiene cerebro, su extremo delantero no
difiere mucho del resto de la medula, tiene pocos órganos sensoriales, no tiene
ojos, oídos y nariz, tampoco tiene mandíbulas y se alimenta por medio de filtrar
agua por su garganta, su comportamiento es pues automático, por lo que es un
animal con un pequeño cerebro que no tiene mucho que hacer.
Nosotros, descendemos de un antepasado bastante parecido. Del cual, sin
embargo, empezaron a evolucionar formas más complejas, que primeramente
desarrollaron órganos especiales, después vino la boca con mándibulas y el
mordisco definitivo y discerniente en vez de una automática filtración de agua.
Surgió así la necesidad de un cerebro que gobernara las mandíbulas y que se
informara de los órganos sensoriales y gobernara sus movimientos. A medida que
los órganos sensibles fueron evolucionaban especializándose, el cerebro se volvía
más dominante sobre el resto del sistema nervioso central, se convirtío en la parte
mejor informada de toda la organización; pasando gradualmente, las otras partes
a ocupar posiciones subordinadas, limitándose a comunicar a ese mando su
propia información sensorial y a recibir y operar instrucciones de él, un verdadero
circuito comunicativo.
10. En un embrión de
vertebrado, el cerebro
aparece como un
ensanchamiento del tubo
nervioso. En rigor se
producen tres inchazones
consecutivas, que van a
dar origen a tres tipos o
partes del cerebro:
cerebro anterior, cerebro
medio y cerebro posterior.
La figura 39, muestra
el perfil de la cabeza de
un embrión de pollo,
después de dos días de
fecundado. El extremo delantero se encorba hacia adelante como un gancho,
teniendo el pollo la cabeza sobre el pecho. El cerebro anterior es una inchazón
hueca sobre la que se ve el ojo; el cerebro medio está situado en la conba del
gancho. Detrás está el cerebro posterior que se confunde gradualmente con la
medula espinal. Estas divisiones carecen de fronteras y sus cavidades conectan
libremente, porque son sólo inflamaciones locales del primitivo tubo nervioso. Esto
es el cerebro en un embrión vertebrado.
En el curso de su crecimiento, cada una de las tres partes seguirá, rumbos
distintos, teniendo cada una su especificidad y modo característico. Para revisar
sus característica hemos elegido el cerebro de una rana, Figura 40 y no el un
vertebrado superior o del hombre, porque sus lóbulos crecen mucho y tienden a
ocultar algunas partes fundamentales y dificultan su explicación.
11. El cerebro posterior no está tan claramente diferenciado de la medula, ésta se
ensancha ligeramente y lo forma. Así como la medula es un centro interventor con
nervios que van del tronco a los miembros, así también la base y costados del
cerebro posterior son centros con nervios que van principalmente a la cara y la
garganta, en él se rigen los movimientos de las mandíbulas (branquias en los
peces), y hay un curioso nervio el “nervio vago”, que se dirige al pecho y al vientre
y contribuye a la regulación de las víceras. Pero lo más caracteristico, es que en el
techo de este cerebro, precisamente junto al cerebro medio, se dilata en una masa
especial de tejido cerebral: el cerebelo. Este es el responsable del equilibrio del
cuerpo, y en una rama de conformación muy estable, es pequeño y discreto; en
nosotros que somo vípedos, es mucho más grande y complejo. Su hubicación no
es accidental, pues ahí llegan los nervios auditivos y en el oído se encuentran los
órganos más importantes del equilibrio corporal. Justo también a un lado del
cerebelo encontramos una entradas de tejido vivo, con gran cantidad de vasos
sanguíneos, su función mantener oxigenado y avituallado al cerebro.
El cerebro medio tiene paredes gruesas y nerviosas por lo que su canal central
es casi tan estrecho como en la medula espinal. Los centros más importantes
están en su techo, que se hincha formando los lóbulos ópticos, que suelen estar
uno a cada lado del cerebro. En la mayoría de los vertebrados es en éstos a
donde van a parar fibras y nervios ópticos, para la recepción visual. En las ranas,
son muy prominentes, en otros vertebrados son de menor tamaño. También del
cerebro medio, parten los nervios musculares que mueven los globos oculares.
Estas son sus funciones principales, a parte de otras, que después veremos. Si
bien el cerebro posterior parece destinado principalmente a funciones involuntarias
y mecánicas, cuando hablamos del cerebro medio, hablamos de funciones que si
bien, en el hombre, son simples automatismos, en peces y ranas cumple
funciones superiores. En mamíferos parece ser el asiento de sensaciones de
placer y de dolor.
Hasta aquí, las funciones cerebrales (posteriores y medias), parecen muy
simples y semejantes; pero cuando hablamos del cerebro anterior, hablamos de
una novedad más dificil de describir. Es aquí donde se presentan los centros del
pensamiento inteligente, y también el mayor número de divergencias entre una
especie de vertebrados y otra. En la primera fase de desarrollo de un embrión, se
pueden observar en el cerebro anterior, dos bulbos adicionales que no están
llamados a formar parte del cerebro. En la medida en que van creciendo, se van
alejando del cerebro y acercándose a la piel, alterándose ésta de un modo curioso
para formar cristalino y córnea, excrecencias de cerebro se convierten en retina y
los pedúnculos se solidifican forman el nervio óptico que llevará los impulsos
visuales de los ojos al cerebro.
12. Otro par de bulbos más pequeños, crecen en la extrema delantera del cerebro
anterior, éstos acabarán uniéndose a la nariz, por nervios que llevarán los
impulsos a estos centros, llamados bulbos olfatorios. De la base del cerebro
anterior, crece hacia abajo una protuberancia, que parece un dedo de guante
vacío, dirigido hacia el techo de la boca, donde se une con el paladar. Se trata de
un órgano compuesto es la glándula pituitaria, no obstante resulta extraño que el
cerebro anterior, participe en su conformación, ya que tratándose de una glándula,
no cumple con ningún tipo de función nerviosa o muscular, si no sólo de secreción
interna que influye en el crecimiento y en la química general del cuerpo. En la rana
está también asociada al cambio de coloración de la piel.
Sin embargo el anterior, no es el único caso de una relación muy estrecha
entre sistema nervioso y sistema endócrino (glandular). Los nervios que salen del
sistema nervioso central (con protección ósea) y se ramifican en el sistema
nervioso periferico, se dividen en ramas de dos clases, en nervios que van a los
músculos de los mienbros, el tronco, la cara, para realizar acciones bajo control
voluntario, son nuestros movimientos concientes ordinarios; otros, que van a las
regiones más profundas e inconcientes, y que controlan de manera automática las
contorciones de nuestros órganos digestivos, la velocidad fuerza del latido
cardiaco, la tensión muscular de músculos y arterias, entre otros.. Estos nervios
forman nudos (nodos) que tienen la capacidad de operar como centrales
auxiliares, en las que se realizan buena cantidad de trabajos mecánicos y
rutinarios sin recargar al SNC.
Algo similar acontece con las glándulas suprarrenales, formadas del sistema
nervioso, que auxilian algunas funciones digestivas y circulatorias, pero que
también atienden a impulsos nerviosos. Un tercer caso, se da en el cerebro
anterior en cuyo piso se desarrolla la glándula pinial (observable en la figura 40),
que se cree es vestigio de un tercer ojo que, en la frente, parecen haber tenido
algunos antepasados vertebrados y que terminó cumpliendo funciones
endocrínas. Concluimos esta revista muy general del cerebro vertebrado,
señalando algunos cambios cererales importantes durante su crecimiento.
En la mayor parte de los vertebrados, con la sola excepción de la función
olfativa, el cerebro anterior, (frontal) esta libre de tareas rutinarias de recibir
información y generar órdenes. La boca y la garganta estan bajo el control del
cerebro posterior y por tanto el sentido del gusto. También aquí se encuentra el
oído y buena parte de los receptores de la piel y los músculos, temperatura y
tacto. Por su parte, el cerebro medio se ensancha para recibir y procesar la
información de los ojos, y controlar el movimiento de los globos oculares, y
contiene los receptores de sensaciones emocionales como dolor y placer; y hay
que recordar que todos éstos no trabajan aisladamente, sino que desde su mutua
13. interdependencia, se
comunican y se coordinan
entre si, interconectados por
miles de cables nerviosos que
recogen la información de
todo el cuerpo, coordinan las
acciones conjuntas y
armonizan sus diversas
actividades.
En los vertebrados
inferiores, algunos órganos
ejecutivos pueden elevarse
como parte dirigente o
predominante del cerebro, por
ejemplo. Como lo sabe todo
buen pescador, la trucha es
principalmente un pez visual,
se le atrae con anzuelos
vistosos, brillantes, en cambio
a un pintarroja se le atrae con
cebos olorosos, ya que su
principal órgano funcional es
el olfato, o el caso de la carpa,
cuya conducta se basa en el
gusto, ya que cuenta con un
muy desarrollado sistema del
gusto, en boca y cuerpo y un
dilatado centro gustatorio, en
su cerebro anterior.
A diferencia, ningún vertebrado superior, permite un predominio absoluto de
alguno de los sentidos, los cultiva a todos por igual, y mantiene un equilibrio entre
ellos. En el cerebro se ha desarrollado una especie de territorio neutral, es decir
partes del cerebro que no están bajo la influencia de ningún órgano sensorial, las
que reciben informes de todos los demás, el territorio indicado, por estar
relativamente libre, fue el cerebro anterior.
A estos nuevos centros les podemos llamar de correlación pues no están
inmediatamente interesados en la recepción de impulsos sensoriales, ni en el
envío de impulsos motores; los cuales son atendidos por centros subordinados.
Haciendo un simil organizacional, podríamos decir que el cerebro anterior es el
14. grupo de directivos que deciden y definen las políticas generales del cuerpo,
mientras que órganos de cerebro posterior y medio, realizan las tareas ordinarias,
rutinarias de la organización, dirigidas por una serie de secretarios.
Regresando a la visión evolutiva, podríamos decir que el desarrollo del SNC
vertebrado presenta tres niveles: el primero caracterizado por la ausencia o muy
rudimentaria presencia de centros de correlación, como en los peces, en un
segundo nivel: un muy rudimentario desarrollo de una base del cerebro anterior,
llamado cuerpo estriado y que es dominante en las aves y, en un tercer nivel, la
presencia de hojas de materia gris, en el techo de la parte delantera del cerebro
anterior, las que van desde escasas en los reptiles y aves, hasta más abundantes
en mamíferos superiores culminando en el cerebro humano.
El entendimiento del pez
Los primeros vertebrados vivieron en un mundo acuático. Nuestro desarrollo
embrionario nos recuerda que originalmente nuestros cuerpos fueron acuáticos
adaptados a una vida en tierra. De hecho algunos de nuestros órganos son aún
muy parecidos. Por ejemplo, las células olfatorias de nuestra nariz, sólo funcionan
si los olores están diluidos en agua. Por eso encontamos en el fondo de las fosas
nasales una serie de pequeñas glándulas, cuya función es mantener humectadas
a las células olfatorias.
Pero, la más notable diferencia entre la conducta de un pez y la de un
vertebrado terrestre es el modo de respuesta muscular. En el pez, en vez de
largos miembros articulados tiene un cuerpo sinuoso y una potente cola, se
translada por movimientos ondulatorios, nadando en un medio más pesado y
resistente que el aire; su energía muscular consiste en una rítmica presión oblicua
de cuerpo y cola contra la substancia que lo envuelve.
15. En los costados, el pez tiene un órgano conocido como línea lateral, que es
como una línea blanca que cubre toda la longitud del pintarroja Fig. 41 , que al
llegar a la cabeza, se divide en dos o tres ramas que corren por las mejillas,
mentón y ocico con dibujos que varían en cada clase de peces. Examinada con
atensión, observamos que está formada por una hilera de poros finos, más visibles
en la cabeza, que desembocando en un canal subcutáneo, están llenos de células
sensibles bastante parecidas a las de nuestro oído interno. Se desconoce con
exactitud la función de tal órgano, aunque hay motivos para creer que se trata de
un sentido muy sensible y delicado del contacto de él mismo con el agua.
Los ojos de los peces no están tan desarrollados como los humanos, lo cual se
comprende en un medio más turbio que el aire, y no tan favorable para la visión
como éste. Un pez ve a los objetos distantes como sombras borrosas, y aún para
nosotros, con mejor vista, no sería mucho mejor. La visión clara sólo es posible a
un par de metros; y, hay una diferencia llamativa entre nuestros ojos y los de ellos.
Cuando nosotros descansamos nuestros ojos, lo hacemos enfocando objetos
lejanos; la máquina de ajuste del ojo del pez es muy diferente, pues el descansa
con objetos cercanos, a medio metro de distancia, ya que le cuesta mucho
esfuerzo enfocar objetos a ocho o diez metros.
Por lo que respecta al olfato, se podría poner en duda que los peces huelan u
olfateen su medio. Pero basta recordar la necesaria humedad de nuestra nariz,
para comprender que efectivamente: olfato y gusto están presentes en los peces,
que cuentan con órganos sensibles y áreas del cerebro posterior especializadas
como centros olfativos y del gusto, pero además dado el constante contacto con el
agua, no hay motivos para que el gusto esté confinado a la boca, de hecho
encontramos órganos del gusto disceminados por toda su anatomía.
Los peces cuentan además con un sentido químico diferente. Dado que viven
en un medio acuático, son sensibles a la acidéz o alcalinidad del agua o a la
presencia de substancias irritantes. Los vertebrados terrestres hemos perdido
totalmente esa capacidad, la piel dura y seca necesaria para no perder agua, lo
impide. Aunque en algunos rincones específicos sigue presente, como en el fondo
de las fosas nasales o la retina de los ojos. Por tanto, por lo que respecta al
sentido químico, los peces están bien dotados; en cambio su oído es bastante
limitado.
Si bien, los peces cuentan con canales semicirculares que les permiten, como
a todos los vertebrados, conservar el equilibrio, su caracol está tan pobremente
desarrollado que es dudoso que pueda percibir algún sonido. Si bien, es posible
atraer a los peces por medio de algunos sonidos, (un silbido, una campana), como
lo demostró Parker, es posible lograr el mismo resultado, haciendo vibrar las
16. paredes del acuario con un péndulo. Probablemente con excepción de los
mamíferos marinos, sus oídos sean más sensibles a vibraciones acuáticas que a
sonidos. En cuanto a los demás sentidos, -tacto, presión, dolor- los peces están a
nuestra altura, salvo una excepción: aunque sean sensibles a la temperatura, rara
vez pueden experimentar rayos solares o frios extremos, y seguramente les son
poco sensibles a causa de que la temperatura del agua es por lo general uniforme.
Algunas personas han investigado sobre los procesos de aprendizaje de los
peces y, en general, opinan que tardan mucho en aprender. Triplett mantuvo en
un acuario un sollo en compañía de peces más pequeños; sólo separados por un
invisible cristal. El sollo tardó en aprender que cada intento por atacar y comer a
los pequeños se convertía en un fuerte golpe en el ocico, sin ser para él
comprensible el motivo. Después de un tiempo, el experimentador quitó la lámina
de cristal, y el sollo nadó en compañía de los demás peces sin volver a intentar
atacarlos.
Thorndike, hizo algo similar, colocó a unos peces en un área de la pecera y en
otro extremo, una zona sombreada y con abundante comida, separada de ellos
por láminas de vidrio invisibles con agujeros en diferentes ubicaciones. Los peces
tardaron cierto tiempo en decubrir la ubicación de los pasadizos invisibles, pero
una vez que lo lograron fueron en las veces subsecuentes, directo a la comida.
Por tanto, un pez puede aprender algo, aunque con trabajo y muy despacio. Los
peces viven encapsulados en un mundo circunscrito.Una de las cosas más
importantes que sucedió a la mente vertebrada cuando pasó del mar a tierra, fue
que esto le amplió enormemente su radio perceptivo del mundo.
La mente anfíbia.
Señalamos que el paso de los vertebrados del mar a la tierra representó un
salto evolutivo, en la configuración del
cerebro y del SNC. Siendo peces y anfibios
animales aún muy determinados por
mecanismos genéticos como los reflejos,
es lógico que la parte responsable de
éstos, cerebro anterior, fuera la primera
que evolucionara. En la figura 43 se
observa un tosco diagrama que compara el
cerebro de los vertebrados acuáticos y el
de los anfíbios, es decir el izquierdo, es el
cerebro de un pez; el derecho, el de una
rana.
17. Como se puede observar el cerebro anterior F, se tranformó en un cerebro
intermedio, T, que creó una separación y las cavidades y configuraciones básicas
de los dos hemisferios cerebrales. Los anfóbios carecen de hemisferios pero sus
conformación cerebral ya los insinúa. Esta bisección parcial afecta a los centros
nerviosos por ejemplo, los del olfato quedan divididos por la incisión y ahora se
hallan en las paredes de cada hemisferio. Estos espacios están ocupados en su
mayor parte por el sentido del olfato. En toda su estructura nerviosa la materia gris
se agolpa en las cavidades internas, estando las externas cubiertas por materia
blanca, es decir que está organizada con arreglo al mismo plan que la medula
espinal.
Con esta primitiva disposición cerebral,
podemos señalar que los anfibios son
criaturas dotadas con mucho instinto, pero
poca inteligencia. Quienes han intentado
amaestrarlos reportan su necedad y poca
educabilidad. No obstante hay que
diferenciar entre dos tipos de anfibios, los
rabudos y los sin cola. Los tritones y
salamandras se debaten en la frontera
entre el agua y la tierra; sus colas no son
tan potentes como en los peces y sus
patas son pequeñas y débiles. Las ranas y
sapos, Fig 44, son mucho más
competentes, llegan a ser verdaderos
animales terrestres con patas poderosas y
sus cerebros en tálamos y lóbulos ópticos,
se observa un mayor desarrollo de los
centros dirigentes, aunque comparadas las
ranas son mucho más atrasadas que los
reptiles.
En los anfibios sin cola, la verdadera audición y la voz, aparecen sólo después
de que los vertebrados pasan a un medio aéreo, ligero y gaseoso en el que
puedan propagarse adecuadamente las ondas sonoras. La mayoría de los tritones
son sordos y mudo; pero las ranas tienen tímpanos y un huesillo que lo conecta
con el oído interno; y, tienen cuerdas vocales de las que suelen hacer buen uso.
Grandes conciertos de esta clase debieron de resonar en los cálidos pantanos
carboníferos cuando, con los anfibios, llegó la voz al mundo.
En los tritones, los ojos son pequeños o ausentes, pero en ranas y sapos están
bien desarrollados y son su principal órgano sensorial por medio del cual cazan a
18. su presa. Aun así, el ojo anfibio da una imagen mu borrosa, las ranas no tocan a
su presa, incluso no la perciben si permanece inmovil. Una rana no percibe a una
mosca hasta que ésta vuela, y la viscosa lengua batracia sale disparada y la
mosca desaparece. Un insecto u objeto inmovil es invisible para la rana, o por lo
menos no identificable como comida, y cualquier objeto pequeño que se mueva
provoca el lanzamiento reflejo de la lengua. A una rana encerrada en un recipiente
de cristal puede hacérsele proyectar la lengua hacia la punta de un lápiz que se
va corriendo por el exterior del frasco, y el anfibio repetirá indefinidamente este
acto, sin aprender nada ante la inutilidad de sus esfuerzos.
Si bien, algunos batracios presentan finas expresiones de complicados
instintos, como el galanteo que realizan los tritones para su reproducción, estos
comportamientos son la culminación que sólo se expresan en ciertas épocas y en
muy pocos casos de la vida anfibia. Generalmente, su vida es rutinaria y simple.
Sobreviven de manera individual principalmente gracias a su timidez, en obscuros
y húmedos escondites, viven en tierra y salen por las noches a croar y cazar. Las
ranas diurnas tienen una gran capacidad mimética de cambio de coloración de su
piel. En su conjunto el anfibio es una criatura ineficaz , ni verdaderamente
acuática, ni verdaderamente terrestre. Sobrevive en parte, por su viscosa y
frecuentemente venenosa piel; y en parte, por su gran fecundidad.
El cerebro de reptiles, aves y mamíferos.
Los primeros cerebros terrestres debieron ser muy parecidos a los de los más
primitivos anfibios actuales. Desde el punto de vista evolutivo representan una
fase concentrada en las alteraciones que hicieron posible la vida terrestre –en el
paso de la respiración branquial a la pulmonar y la revisión de los equipos de
garganta, corazón y arterias. En el caso de los peces, pudo ser su mismo grado de
ineptitud mental, que colocándolos en posición desventajosa en el agua, los obligó
a realizar estos ajustes y salir a la tierra. Pero cuando el cuerpo vertebrado estuvo
debidamente adaptado a la vida terrestre, comenzó en la tierra una edad de
intensa competencia. La tierra se convirtió en una austera escuela donde sólo los
activos y vigorosos o escepcionalmente protegidos, podían aspirar a sobrevivir.
Todo el aparato de la conducta quedó mejorado. El cuerpo vertebrado, después
de arrastrarse, se elevó del suelo, los reptiles empezaron a correr, a saltar y a
volar. Los órganos de los sentidos, principalmente ojos y oídos, fueron haciéndose
progresivamente mejores. El metabolismo se aceleró, se hicieron más eficaces
corazón y arterias; los pulmones se complejizaron, aumentando la velocidad de
absorción del óxigeno, se reorganizaron los riñones, separándose completamente
de los órganos de reproducción. Toda esta adecuación general que culminó en
19. aves y mamíferos, hizo necesario un aumento correlativo en la complejidad y
eficacia del sistema nervioso central.
La diferencia más esencial entre los cerebros de anfibios y reptiles, es la
aparición, en los segundos, de un nuevo modo de distribución de la materia gris
en los hemisferios cerebrales. En el cerebro de un anfibio, la materia gris está
agrupada cerca de las cavidades internas del mismo modo que aparece en la
medula espinal. Pero en los reptiles y en todos los vertebrados superiores, la
bóveda de los hemisferios muestra delgadas hojas de materia gris, separadas de
sus cavidades por zonas de materia blanca de espesor variable. En la especie
humana, estas hojas están situadas en la superficie de los hemisferios cerebrales,
por lo que reciben el nombre de corteza cerebral.
En los cerebros más sencillos, la bóveda del cerebro no es principalmente
nerviosa, es más bien delgada y de función nutritiva. Los primeros centros
superiores se van a desarrollar donde hay más espacio, es decir entre el cerebro
nasal, cerebro anterior, y los centros ejecutivos. Aquí es donde surge el tálamo y
el cuerpo estriado. Pero a raíz de su aparición, en el cerebro anterior se presenta
una nueva posibilidad, el desarrollo de la bóveda como centro interventor, pues
ahora pueden crecer en éste, nuevas fibras del cuerpo estriado y, tálamo y corteza
pueden desarrollarse apartadas de las funciones conmutativas, convirtiéndose en
intermediarios de las información y las decisiones. Una vez desarrollado esto, la
aparición del cerebro humano representa la simple complejización y refinamiento
de todas las zonas esenciales.
La corteza cerebral se encuentra en reptiles, aves y mamíferos, su aparición
representa un enorme avance del simple automatismo hacia la conducta
inteligente. Aunque sólo alcanzó su culminación en los mamíferos, ya que el
cerebro vertebrado terrícola evolucionó siguiendo dos lineas distintas. Una, a
través de los reptiles que por medio del dinosaurio, condujo a las aves; la otra
condujo a los mamíferos. Durante cierto tiempo, ambas evolucionaron juntas hasta
que se separaron.
Cerebralmente, los reptiles modernos se parecen más a las aves que a los
mamíferos. Son sobrevivientes de un grupo compuesto, disperso y a veces muy
lejanamente emparentado con la enorme raza que dominó el planeta. Nosotros
pronto nos alejamos de esta linea de la evolución reptil y tomamos una dirección
mamífera, distinta. Tanto de cerebros de reptiles actuales, como de cráneos
fosiles de dinosarios, podemos deducir que durante toda la era mesozoica, los
enormes vertebrados dominantes, estubieron ensanchando la base de sus
cerebros anteriores, desdeñando el desarrollo de la corteza. Esto es muy
claramente observable en los fósiles de dinosarios que prescedieron a las aves y
20. con los que los cocodrilos están estrechamente emparentados. En las tortugas,
observamos la misma tendencia aunque menos exagerada.
En el desarrollo de las aves, el principal cambio evolutivo fue el crecimiento y
complejización del cuerpo estriado, (cerebelo principalmente) puede decirse que la
evolución de éste, culminó con las aves, en ningun otro animal está tan
complejamente organizado, ni domina a las demás partes como en los alados.
Pero mientras la base del cerebro sufre esta mejora, la bóveda continúa delgada y
la corteza pequeña. En la dirección mamífera ocurría precisamente lo contrario,
mientras el cuerpo estriado, sufría algunas adecuaciones, el principal cambio que
progresivamente se dio, fue el ensanchamiento y complejización de la corteza
cerebral. Esta diferencia sirve de base para un notabilisimo contraste entre la
conducta de las aves y los mamíferos.
Las aves son capaces de aprender, todos hemos visto en circos y shows, que
son capaces de retener dos o tres rutinas, pero esto no tiene punto de
comparación con el repertorio de un mamífero bien amaestrado. Por supuesto,
resulta un poco más sencillo adiestrar a un ave que a un reptil, y por supuesto más
que a una rata. Las aves descollan en la realización de actos complicados pero
puramente instintivos. Es decir
que el gran desarrollo del
cuerpo estriado en las aves
supone una tremenda dotación
de instinto hereditario, que
compite en complejidad con el
de los insectos y sobrepasa por
mucho al nuestro, pero sin la
inteligencia o adaptabilidad
capaces de modularlo.
Para aclarar esta
diferencias, vamos a comparar
tres cerebros actuales. La
figura 45, muestra el cerebro de
un lagarto de perfil que,
comparado con el cerebro de la
rana (figura 43), se nota
inmediatamente el aumento e
importancia de los hemisferios
cerebrales.
En la misma figura 45 se
21. observa el cerebro de un ave, visto de perfil, y el exagerado crecimiento de los
hemisferios tanto hacia arriba como hacia atrás, y como los lóbulos ópticos son
empujados hacia abajo a los lados del tronco cerebral. También se observa una
considerable expansión del cerebelo; lo que obedece a que el equilibrio del ave
que vuela y anda en dos patas, requiere mayor atención y coordinación que el
equilibrio de un lagarto. Por último en la misma figura 45, aparece el cerebro de un
conejo, un mamífero bastante primitivo. En él, están bastante desarrollados los
hemisferios cerebrales y el cerebelo, los hemisferios han crecido cubriendo por
completo el cerebro medio.Crecimiento que se ha dado principalmente en la
bóveda del cerebro anterior. El cerebro humano puede derivar de un cerebro de
este tipo, sí logramos imaginar, un enorme crecimiento de los hemisferios
cerebrales y de su superficie rugosa, aumentando la zona de la corteza, ahora
esencial. Como factores de complejización están: la marcha erguida del hombre,
reacomodándose cerebro y medula de manera que ésta última ahora conecta con
el primero, por debajo en vez de hacerlo por detrás.
La diferencia esencial entre los mamíferos y los demás vertebrados estriba en
la adaptabilidad de los primeros. Ya que pueden recordar con mayor facilidad y
aprender con más rapidez que cualquiera otra criatura; y, además trata con mayor
competencia cualquier situación o problema nuevo. Pongamos a un pez, una rana,
un reptil y un ave, en una situación extraña producida artificialmente. Un laberinto
por ejemplo, donde siguiendo cierta ruta se llegue a un nido confortable con
comida, mientras los otros caminos no conduzcan a ninguna parte. El animal
andará a tientas en todos los contornos que le son desconocidos hasta atinarle a
la ruta conveniente. En la medida en que se repita cada vez lo hará mejor hasta
lograr ir de inmediato a nido y comida. Este aprendizaje no es más que la
aplicación de la técnica de ensayo-error, que vimos en el parameciun, pero ahora
con cierto grado de memoria.
Hasta cierto punto, todos los animales aprenden de este modo, probando
varios caminos más o menos al azar y recordando qué actividades van seguidas
de resultados agradables y cuáles otras son perjudiciales. Pero los mamíferos
hacen lo mismo mucho más rápidamente y con menos esfuerzo, pero además
algunas ocaciones en algunos mamíferos superiores, cuando están frente a algo
nuevo, se detiene a pensar, tiene una idea, después ensaya la nueva idea para
ver si funciona. Es esta pausa reflexiva, la que difiere enormemente del
comportamiento animal inferior, son los órganos intermedios, los responsables de
urgar en la memoria de mamífera, para ver si hay en las experiencias pasadas,
algún antecedente exclarecedor, por lo que los mamíferos somos mucho más
competentes para tratar con situaciones nuevas o embarazosas que cualquier otro
vertebrado.
22. El desarrollo de la corteza cerebral representa la extensión y complejización de
estas facultades. El tejido cortical es materia gris dispuesta de modo que pueda
hacer estas cosas mucho más eficazmente, si bien esta complejización se debe
inicialmente al tálamo en animales inferiores, en los superiores es sólo materia gris
y corteza cerebral la responsable de los principales procesos mentales es decir,
pensar.
Síntesis de Javier Ignacio Avila Guzmán de la obra:
Cómo se comportan los insectos y
La evolución de la conducta en los vertebrados en:
Conducta, Sensación y Pensamiento.
Libro Octavo de La Ciencia de la Vida.
De H.G. Wells, Julian Huxley y G.P. Wells.
Traducción de: Ignacio López Valencia.
Revisado por: Ignacio Bolivar Izquierdo.
Editorial Aguilar. México. 1959.
Pps. 818- 898.