2.
1.- Partiendo de vuestras concepciones
previas
sobre
la
investigación
socioeducativa, mi idea es la de intentar
provocar un cambio conceptual,
metodológico y actitudinal en vuestra
idea previa acerca de los procesos de
investigación
en
contextos
socioeducativos.
3.
2.- Plantear la asignatura de forma que
estudiemos los procesos reales de
investigación, revelando las dificultades
de dicha tarea a través del análisis de las
prácticas investigadoras, tendremos
pues que conocer, analizar y valorar al
menos alguna investigación en la acción
que nos interese.
4.
3.- Desarrollar en el aula un conjunto de
tareas dirigidas a la comprensión,
expresión y argumentación, a través
de un diálogo abierto, aunque dirigido,
acerca de las contradicciones y
dificultades inherentes en la elaboración
y
desarrollo
de
propuestas
de
investigación-acción.
5.
4.- Relacionar los procesos de investigación
con los marcos políticos, sociales,
institucionales y organizativos en los que
están insertos, utilizando sistemáticamente
los hechos, fenómenos y situaciones que
ocurran en el entorno social, político e
institucional, como elementos a incorporar
en
el
análisis
de
los
problemas
socioeducativos.
6.
5.- Procurar romper con el marco
universitario y académico de análisis
de situaciones, buscando una proyección
social a las tareas desarrolladas en el
aula.
7. - El examen, sea cual sea, no es un buen indicador de la valía
de una persona para dedicarse a una profesión. Puede ser un
instrumento útil para clasificar a las personas, para distinguir
dicotómicamente a las mismas entre aquellas que aprueban,
pasan de curso, obtienen el trabajo de aquellas que no. Pero
no lo hacen en función de su valía para realizar un trabajo
determinado, algo mucho más complicado e imposible de
predecir. Una lotería satisface con muchos menos gastos la
elección del personal adecuado en muchísimas ocasiones.
.
8. - Debemos utilizar instrumentos de evaluación que
garanticen que la persona que ha demostrado un
trabajo previo, obtenga como mínimo un aprobado.
No puede ser que a una persona no le permitan
demostrar que ha preparado suficientemente bien la
asignatura. Los exámenes, a veces no lo permiten.
9.
- Es deseable eliminar el factor azar que interviene, a
veces de manera decisiva, en la elección de las
preguntas, o en la calificación y puntuación de las
mismas; incluso en la determinación del orden de
presentación de las preguntas, o en el establecimiento
de la fecha de su realización. Los resultados en los
exámenes dependen de cuestiones tan personales
(cuando no los corrijen máquinas) como el humor, la
hora del día, si es el primero o el último de los
corregidos, etc.
10. - Pueden servir para indicar el logro o no de
objetivos de muy bajo nivel de abstracción
(¿conoces esto o no?) pero no para indicar si uno
es capaz de aplicar los conocimientos cuando sea
necesario, ni para valorar si son adecuados o no
en un contexto determinado. Desde luego muchas
de las competencias a las que aludíamos con
anterioridad no se puede saber si se satisfacen o
no mediante un examen.
11. - Por último, los exámenes se pueden utilizar muy
fácilmente como instrumento de poder en manos del
profesorado
que
son
quienes
determinan
exclusivamente no sólo la supuesta objetividad de la
prueba y el resultado obtenido en la misma sino la
calificación consecuente, con los abusos que todo
ello puede generar (te falta una décima para el 5,
acertaste 27 y para aprobar hay que acertar 30, etc.).
Ni los ni las estudiantes tienen nada que decir al
respecto, salvo reclamar, en algo que les afecta
fundamentalmente a ellos, a saber, la calificación en
una asignatura.
12. -Los exámenes, la sacralización del saber profano
como diría Lerena, resultan agotadores. No tanto
por su dificultad sino por la forma tan despiadada
en que anulan la creatividad, apagan la pasión por
aprender y lo reducen todo a una cifra que resulta
siempre insuficiente para explicar la realidad del
aprendizaje.