Este documento discute la importancia de una educación integral que ayude a los estudiantes a comprender las conexiones entre las diferentes disciplinas y experiencias humanas. Propone ocho experiencias comunes que deberían ser el centro del currículo: 1) el ciclo vital, 2) el lenguaje, 3) el arte. Estas experiencias ayudarían a los estudiantes a desarrollar una comprensión más profunda de la condición humana y las realidades compartidas entre todas las personas.