1. Keith Lerma
La colonización ideológica
La globalización neoliberal no es sólo un sistema económico, sino y ante todo, un
sistema ideológico que penetra hasta el corazón del sentido común de la gente de
manera tal que acaba viendo el mundo existente como el único mundo posible.
El neoliberalismo penetra y moldea el imaginario social, la vida cotidiana, los
valores que orientan nuestros comportamientos en la sociedad. Los modelos
neoliberales apuntan a la construcción de un sentido común como modelo de la
normalidad, es decir, un sentido común que acepte este tipo de sociedad como
algo natural e inmodificable, quedando sólo lugar para la adaptación a la misma.
Se conforma un círculo virtuoso en el que se logra convencer a las propias
víctimas de las múltiples bondades de la globalización, presentándola como e l
único de los mundos posibles ante el que no caben oposiciones retrógradas ni
críticas trasnochadas. Y son esas mismas víctimas, muchas veces, las que
participando de esta construcción ideológica, acaban defendiendo sus
actuaciones, justificando su primacía, impulsando sus estrategias y difundiendo al
tiempo sus supuestas virtudes. Se convierte así en un paradigma completo,
definitivo y absoluto.
La batalla del sentido común
Las viejas ideologías del progreso y de la ilustración en el mundo, incluyendo el
socialismo y el comunismo, se han debilitado y ahora sólo queda una gran
ideología: la utopía del libre mercado regida por el consumo. En esta utopía
neoliberal el individualismo, la competitividad, el darwinismo social, el éxito, el
dinero, el consumismo son los valores dominantes, cumpliendo todos ellos un
papel en la modelación de las conciencias y en la subordinación a los designios
del sistema.
Un sentido común que ha girado radicalmente provocando una inversión de
valores: acerca de lo que es democracia, de lo que es participación y libertad. Ya
no son los trabajadores los que producen la riqueza del mundo, sino las
corporaciones empresariales. Es el capitalismo quien crea riqueza en cantidades
enormes, y no el que extrae cantidades enormes de riqueza de la mayoría, en
forma de energía humana, pensamiento y acción distribuyendo la mayor parte de
ella entre una minoría en forma de beneficios. La democracia ya no es un
concepto político, sino un concepto económico y de libre mercado, no es un
concepto económico, sino un principio moral.
2. Keith Lerma
El capitalismo es la expresión del mercado libre y no, un sistema de asistencia
social para la multinacionales a través de las grandes ayudas que los gobiernos
les dan del dinero de los impuestos de los trabajadores- El capitalismo redistribuye
la riqueza lentamente de arriba hacia abajo y no al revés: el sudor y la
productividad de las personas pobres y trabajadores a una minoría cuya riqueza
no guarda ninguna relación con sus capacidades o necesidades.
Estas creencias y valores que nos infiltran y nos seducen. Reinventan la realidad,
dándole otro nombre, vistiéndola de terciopelo, interpretándola según los intereses
que persiguen, repitiéndola constantemente y en todos los espacios posibles.
Pero la mayor amenaza proveniente de este utopismo neoliberal reside en su
ataque para despolitizar y privatizar la esfera pública y reducir la ética y la justicia
a las reglas del mercado, antes que a los imperativos democráticos de la vida
pública.
Los antiguos valores de la comunidad, la cooperación, las necesidades de las
personas y la igualdad de todos, se están sustituyendo por unos valores que
aplauden el individualismo, la competición, el máximo rendimiento y la
diferenciación, principios esenciales de la ideología neoliberal.
El pensamiento único
En las democracias actuales, cada vez son más las personas que se sienten
atrapadas en una especie de doctrina difusa que inhibe cualquier razonamiento
rebelde, lo paraliza y acaba por ahogarlo. Esta doctrina, es el pensamiento único,
el único autorizado por la invisible y omnipresente policía de la opinión. La
arrogancia, la altanería y la insolencia de este nuevo evangelio se extienden con
tal intensidad que se está convirtiendo en una especie de dogmatismo fanático
moderno.
Esta ideología prácticamente ha dejado de necesitar justificación. Se ha convertido
en el sentido común de un naciente consenso mundial. El sistema neoliberal ha
adquirido una especie aura sagrada, acabando por reinar en las conciencias de la
mayoría de las grandes fortunas y dejar de lado las normas ambientales hasta
desmantelar la enseñanza pública y los programas de prestaciones sociales. Se
manifiesta sin complejos y con una rotundidad rayana en el fundamentalismo
religioso.
Desde los centros de poder político y económico de difunde la idea de que ya no
hay más que una realidad, una forma viable de organizar la vida económica, social
y política; se impone la idea de la ausencia de alternativas racionales y viables.
3. Keith Lerma
Este dogmatismo paraliza el entendimiento y la ausencia de alternativas paraliza
la acción. En la conciencia colectiva se instala la tesis de la futilidad e impotencia
del empeño humano individual o colectivo, pues nada se puede cambiar.