La Santa Inquisición se estableció en Europa para detener la herejía y el sectarismo. Se originó en Francia persiguiendo a los cátaros y valdenses y luego se expandió a otros países como Alemania, España y Portugal, enfocándose en grupos como judíos, moriscos y brujas. Utilizaba métodos como la tortura autorizada por el papa para obtener confesiones. Aunque terminó con miles de vidas, también llevó al hombre a examinar los límites entre la razón y la fe.