La Inquisición española fue un tribunal eclesiástico establecido en 1478 por los Reyes Católicos para perseguir a conversos, moriscos, herejes y brujas acusados de desviarse de la fe católica. Dividió el territorio en 15 tribunales que vigilaban y denunciaban actividades sospechosas. Tras la denuncia y detención, los acusados eran juzgados y podían ser absueltos, condenados a penitencias leves o quemarse en la hoguera por herejía.