2. El 8 de junio dijo en discurso a obispos de Puerto Rico:
...Sepan tomar distancia de toda ideologización o tendencia
política que les puede hacer perder tiempo y el verdadero ardor
por el Reino de Dios.
La Iglesia, por razón de su misión, no está ligada a sistema
político alguno, para poder ser siempre «signo y salvaguardia del
carácter trascendente de la persona humana».
3. Permítanme llamar su atención sobre el valor
y la belleza del matrimonio.
La complementariedad del hombre y la mujer, vértice de la
creación divina, está siendo cuestionada por la llamada
ideología de género,
en nombre de una sociedad más libre y más justa.
Las diferencias entre hombre y mujer no son para la
contraposición o subordinación, sino para la comunión y la
generación,
siempre a «imagen y semejanza» de Dios.
4. Sin la mutua entrega, ninguno de los dos puede siquiera
comprenderse en profundidad. El sacramento del matrimonio es
signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo
por su Esposa, la Iglesia. Cuiden este tesoro, uno de los «más
importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños»...
5. El 9 de junio dijo en parte de su homilia
(Texto de Radio Vaticano, traducido y adaptado por ZENIT):
...Es verdad que está el pecado y si nos hace caer tenemos la fuerza del Señor
para levantarnos y proseguir con nuestra identidad". Es fundamental, “ser fiel
en esta identidad cristiana
y dejar que el Espíritu Santo, que es la garantía, el regalo en nuestro corazón,
nos lleve adelante en la vida”. Porque no somos personas que van atrás de una
filosofía,
sino que “estamos unidos y tenemos la garantía del Espíritu Santo”.
6. Y porque somos pecadores la identidad cristiana
“es tentada y las tentaciones vienen siempre” y “la identidad
cristiana se puede debilitar”. Iniciando por pasar del testimonio
a las ideas,
“aguar el testimonio” y hacer del cristianismo una linda idea.
7. En cambio la identidad cristiana es concreta. Lo leemos en las
bienaventuranzas.
Si no, pasamos a una religión un poco soft, en el sendero de los
agnósticos.
Sin olvidar que “la cruz es un escándalo”, y por lo tanto no se puede
buscar a Dios “con una espiritualidad un poco etérea”.
8. Están también “aquellos que siempre tienen necesidad de una
novedad en la identidad cristiana” y se han “olvidado que han
sido elegidos unidos”, que “tienen la garantía del Espíritu” y
buscan. Por ejemplo,
“¿dónde están los videntes que nos dirán hoy la carta que la
Virgen nos mandará a las 16 horas?”. Y viven de esto.
9. Otro camino para retroceder en la identidad cristiana,
es el mundanismo. Ampliar tanto la conciencia que allí entra
todo.
Y la sal pierde el sabor. “Y vemos a comunidades cristianas,
también cristianas, que se dicen cristianas,
pero no pueden y no saben dar testimonio de Jesucristo”.
10. “En la historia de la salvación,
Dios con su paciencia de
Padre,
nos ha llevado de la
ambigüedad a las certezas, a lo
concreto que fue la
Encarnación y la muerte
redentora de su Hijo.
Esta es nuestra identidad”.
11. San Pablo, se afirma en Jesús “hecho hombre y muerto por
obediencia”. “Esta es la identidad y allí está el testimonio”.
Es una gracia, “que debemos pedir al Señor: que siempre nos
dé este regalo, este don de una identidad que no intenta
adaptarse a las cosas” hasta “perder el sabor de la sal”.
12. El 10 de junio dijo en parte de su catequesis en Audiencia General:
Seguimos con las catequesis sobre la familia, y en esta catequesis me gustaría
tocar un aspecto muy común en la vida de nuestras familias, el de la
enfermedad. Es una experiencia de nuestra fragilidad, que vivimos
principalmente en la familia, desde niños, y luego sobre todo como ancianos,
cuando llegan los “achaques”. En el ámbito de los lazos familiares,
la enfermedad de las personas que amamos se padece con mayor sufrimiento
y angustia.
13. Es el amor que nos hace
sentir esto. Muchas veces
para un padre y una madre,
es más difícil soportar el
dolor de un hijo,
de una hija, que el suyo
propio. La familia, podemos
decir, siempre ha sido el
“hospital” más cercano. Aún
hoy, en muchas partes del
mundo, el hospital es un
privilegio para pocos, y con
frecuencia se encuentra
lejos.
Son la mamá, el papá,
los hermanos, las hermanas,
las abuelas, quienes
garantizan los cuidados y
ayudan a sanar.
14. En los Evangelios, muchas páginas hablan de los encuentros de
Jesús con los enfermos y su compromiso de sanarlos. Él se
presenta públicamente como uno que lucha contra la
enfermedad y que ha venido para curar al hombre de todo
mal: el mal del espíritu y el mal del cuerpo.
Es verdaderamente conmovedora la escena evangélica apenas
indicada en el Evangelio de Marcos.
15. Dice así: «Al atardecer,
después de ponerse el sol, le
llevaron a todos los enfermos
y endemoniados» (1,32).
Si pienso en las grandes
ciudades contemporáneas, me
pregunto dónde están las
puertas ante las cuales llevar
a los enfermos esperando que
sean sanados.
Jesús nunca huyó de sus
cuidados.
16. Nunca pasó de largo, nunca volvió la cara hacia otro lado.
Y cuando un padre o una madre, o incluso gente amiga lo
llevaban delante de un enfermo para que lo tocase y lo sanase,
no dejaba de hacerlo;
la sanación estaba antes que la ley, también de aquella tan
sagrada como la del descanso del sábado (Mc 3,1-6). Los
doctores de la ley reprendían a Jesús porque Él sanaba el sábado,
hacia el bien el sábado. Pero el amor de Jesús era dar la salud,
hacer el bien: ¡y esto está siempre en primer lugar!
17. Jesús envía a sus discípulos a cumplir su propia obra y les dona el poder
de sanar,
es decir, de acercarse a los enfermos y cuidarlos hasta el fondo (cfr. Mt
10,1).
Hay que tener en cuenta lo que Jesús dijo a sus discípulos en el episodio
del ciego de nacimiento (Jn 9,1-5). Los discípulos - ¡con el ciego ahí
adelante! - discutían sobre quién había pecado porque había nacido
ciego, si él o sus padres, para causar su ceguera. El Señor dijo
claramente, ni él, ni sus padres; es así para que se manifiesten en él las
18. Y lo sanó. ¡Esa es la gloria de Dios! ¡Esa es la tarea de la Iglesia!
Ayudar a los enfermos, no perderse en habladurías, ayudar
siempre,
consolar, aliviar, estar cerca de los enfermos; ésta es la tarea.
19. La Iglesia invita a la oración continua por los propios seres
queridos afectados por la enfermedad. Nunca debe faltar la
oración por los enfermos.
Aún más, debemos impulsar cada vez más la oración, tanto
personal como en la comunidad. Pensemos en el episodio
evangélico de la mujer cananea
(cfr Mt 15,21-28).
20. Es una mujer pagana, no es del
pueblo de Israel, sino una
pagana, que le suplica a Jesús
que le cure a su hija. Jesús, para
poner a prueba su fe, primero le
responde duramente:
‘No puedo, debo pensar primero
en la ovejas de Israel’. La mujer
no retrocede – una mamá,
cuando pide ayuda para su
criatura, nunca cede: todos
sabemos que las mamás luchan
por sus hijos – y responde:
‘¡También a los perritos,
cuando sus dueños han comido,
se les da algo!’. Como queriendo
decir:
‘¡Por lo menos, trátame como a
una perrita!’. Entonces Jesús le
dice: «Mujer, ¡qué grande es tu
fe!
¡Que se cumpla tu deseo!».
21. Ante la enfermedad, también
en familia surgen dificultades,
debido a la debilidad humana.
Pero, en general, el tiempo de
la enfermedad fortalece los
lazos familiares. Y pienso en
cuán importante es educar a
los hijos, desde pequeños, a la
solidaridad en el tiempo de la
enfermedad.
Una educación que deja de
lado la sensibilidad hacia la
enfermedad humana, hace que
los corazones se vuelvan
áridos.
22. Hace que los chicos se queden ‘anestesiados’ hacia el sufrimiento de los demás,
incapaces de afrontar el sufrimiento y de vivir la experiencia del límite.
¡Cuántas veces, vemos llegar al trabajo a un hombre, a una mujer con la cara
cansada,
con cansancio, y cuando se le pegunta ‘¿qué pasa?’, responde:
‘he dormido sólo dos horas porque en casa nos turnamos para estar cerca del
niño,
de la niña, del enfermo, del abuelo, de la abuela’.
Y la jornada prosigue con el trabajo.
23. ¡Estas cosas son heroicas, son la heroicidad de las
familias!
Esas heroicidades escondidas que se realizan con
ternura
y con valentía, cuando en casa hay alguien que está
24. La debilidad y el sufrimiento
de nuestros seres más
queridos
y más sagrados, pueden ser,
para nuestros hijos y nuestros
nietos, una escuela de vida
– es importante educar a los
hijos, a los nietos a
comprender esta cercanía en
la enfermedad,
en familia –
y ello sucede cuando los
momentos de la enfermedad
están acompañados por la
oración
y por la cercanía cariñosa
y solícita de los familiares.
25. La comunidad cristiana sabe bien que no se debe dejar sola a la
familia,
en la prueba de la enfermedad. Y debemos decirle gracias al Señor
por esas experiencias bellas de fraternidad eclesial, que ayudan a
las familias a afrontar el difícil momento del dolor y del
sufrimiento. Esta cercanía cristiana,
de familia a familia, es un verdadero tesoro para la parroquia; un
tesoro de sapiencia, que ayuda a las familias en los momentos
difíciles y ¡hace comprender el Reino de Dios mejor que tantas
26. El 11 de junio dijo tres actitudes básicas en la vida del cristiano,
en parte de su homilía:
“camino, servicio y gratuidad”. Se trata de un “camino como un
envío para anunciar”, del “servicio” porque “la vida del cristiano
no es para sí mismo,
es para los otros, como ha sido la vida de Jesús”.
Y la “gratuidad” ya que “nuestra esperanza está en Jesucristo que
nos envía así una esperanza que no decepciona nunca”.
27. Porque “cuando la esperanza está en la propia comodidad del
camino o la esperanza está en el egoísmo de buscar las cosas
para sí
y no para no servir a los otros; cuando la esperanza está en las
riquezas o en las pequeñas seguridades mundanas, todo esto
colapsa.
El Señor mismo lo hace colapsar”.
28. “es la tarea que Jesús
da a sus discípulos.
Si un discípulo se queda
quieto y no sale, no da
a los demás lo que ha
recibido en el Bautismo,
no es un verdadero
discípulo de Jesús: les
falta la misionariedad,
les falta salir de sí
mismo para llevar algo
de bien a los demás”.
29. “El recorrido del discípulo de
Jesús es ir a los demás para
llevar esta buena noticia.
Pero hay también otro:
“el recorrido interior, el
recorrido dentro de sí, el
recorrido del discípulo que
busca al Señor todos los días,
en la oración,
en la meditación.
El discípulo debe hacerlo
porque si no busca siempre a
Dios el Evangelio que lleva a
los otros será un Evangelio
débil, aguado, sin fuerza”.
30. ...“existe después una segunda palabra: 'servir'” puesto que
“un discípulo que no sirve a los otros no es cristiano.
El discípulo debe hacer aquello que Jesús ha predicado en
aquellas dos columnas del cristianismo: las Bienaventuranzas y
después el 'protocolo' sobre el que seremos juzgados”.
31. Estas “son el marco del servicio evangélico”: “si un discípulo no
camina para servir no sirve para caminar. Si su vida no es para el
servicio, no sirve para vivir, como cristiano” y justo ahí “se
encuentra la tentación del egoísmo:
'sí, soy cristiano, por mi estoy en paz, me confieso, voy a misa,
cumplo los mandamientos'. Pero el servicio... A los otros: el
servicio de Jesús al enfermo,
al encarcelado, al hambriento, al desnudo. Aquello que Jesús nos
ha dicho que debemos hacer porque Él está ahí. El servicio a Cristo
en los otros”.
32. Una tercera palabra:
“gratuidad”.
“Lo que gratis han recibido,
denlo gratis”.
“El camino del servicio es
gratuito porque hemos
recibido la salvación
gratuitamente,
por pura gracia: ninguno
de nosotros ha comprado
la salvación, ninguno la ha
merecido. Es pura gracia
del Padre en Jesucristo, en
el sacrificio de Jesucristo”.
33. “es triste cuando se encuentran cristianos que olvidan esta
Palabra de Jesús”. “Es triste cuando se encuentran comunidades
cristianas, sean parroquias, congregaciones religiosas, diócesis,
que se olvidan de la gratuidad, porque detrás de esto está el
engaño (de presumir) que la salvación viene de las riquezas, del
poder humano”.
34. El 13 de junio dijo por retiro
Mundial de Sacerdotes, durante
la Misa:
“Hoy les pido a ustedes, en este
retiro, que sean pastores con la
ternura de Dios. Dejar el látigo
colgado en la sacristía y ser
pastores con ternura, también
con aquellos que les creen más
problemas” puesto que “es una
gracia divina”.
35. “Nosotros no creemos en un
Dios etéreo, creemos en un
Dios que se ha hecho carne,
que tiene un corazón y este
corazón hoy nos habla así:
‘Vengan a mí. Si están
cansados, oprimidos y yo les
daré reposo.
Pero a los pequeños trátenles
con ternura, con la misma
ternura con la que les trato
yo’”.
36. ...el capítulo 11 del libro del
profeta Oseas, en el que Dios
habla del amor por su pueblo y
de cómo le ha sacado de la
esclavitud.
“De la esclavitud del pecado,
de la esclavitud de la
autodestrucción y de todas las
esclavitudes que cada uno
conoce, que ha tenido y que
tiene dentro”.
37. “Qué bonito escuchar que
Dios me enseña a
caminar.
El Omnipotente se abaja
y me enseña a caminar”.
“Sin Él no sabría caminar
en el Espíritu”, “esta es la
historia de cada uno de
nosotros”.
38. El Señor, como dice Oseas,
nos atrajo con lazos de amor,
“ligaduras de amor”.
“El amor une, pero une en la
libertad; une en el dejarte el
espacio para que vos respondas
con amor”.
39. Todos pueden ver en esto su
propia historia y no tener
miedo porque Dios está con
cada uno. Es el ejemplo de los
mártires coptos asesinados en
la costa de Libia por el
autodenominado Estado
Islámico el pasado mes de
febrero.
Ellos, “estaban seguros de que
Dios no les habría
abandonado” y los decapitaron
“pronunciando el nombre de
Jesús”.
“Sabían que Dios, mientras
cortaban sus cabezas, no les
abandonaría”.
40. La ternura de Dios,
“se enciende” puesto que
“Él es el único capaz de
tener una ternura cálida”.
Así, “se trata de una
declaración de amor de un
padre a su hijo, y a cada
uno de nosotros”.
41. “A veces pienso que tenemos
miedo de la ternura de Dios y
que por el hecho de que
tenemos miedo de la ternura de
Dios no dejamos que se
experimente en nosotros
mismos” y por eso “muchas
veces somos duros, exigentes,
castigadores”.
43. El 14 de junio dijo al prescidir el rezo del Ángelus:
“el Reino de Dios requiere nuestra colaboración, pero es sobre
todo iniciativa y don del Señor”. Porque “la semilla es símbolo
de la Palabra de Dios, cuya fecundidad es reclamada por esta
palabra.
Como la humilde semilla se desarrolla en la tierra, así la Palabra
obra con la potencia de Dios en el corazón de quien la
escucha”.
44. De hecho, “nuestra débil obra, aparentemente pequeña frente
a la complejidad de los problemas del mundo, si está insertada
en la de Dios no tiene miedo de las dificultades”. Y “la victoria
del Señor es segura: su amor hará despuntar y hará crecer cada
semilla de bien presente en la tierra”.
45. “Esto nos abre a la fidelidad y a la esperanza, a pesar
de los dramas, las injusticias, los sufrimientos que
encontramos.
La semilla del bien y de la paz germina y se
desarrolla,
para que lo haga madurar el amor misericordioso de
Dios”.
46. “Jesús presenta la
eficacia de la Palabra
de Dios
y las exigencias de su
Reino, mostrando las
razones de nuestra
esperanza y de
nuestro compromiso
en la historia”.
47. “Dios confió su Palabra a nuestra tierra, esto es,
a cada uno de nosotros con nuestra humanidad
concreta.
Podemos ser confiados, porque la Palabra de Dios es
palabra creadora, destinada a ser ‘el grano completo
en la espiga”.
48. Y si esta palabra es acogida “trae ciertamente sus frutos,
porque Dios mismo la hace germinar y madurar a través
de vías que no siempre podemos verificar y de una forma
que no sabemos”.
49. Todo esto “nos hace entender que es siempre Dios, es siempre
Dios que hace crecer su Reino –por eso rezamos tanto que
‘venga tu Reino’–.
Es Él que lo hace crecer, el hombre es su humilde
colaborador,
que contempla y alegra la acción creadora divina y espera con
paciencia los frutos. La Palabra de Dios hace crecer, da vida”.
50. No olviden “el Evangelio pequeño en el bolso, en el bolsillo” y
de “nutrirse cada día con esta Palabra viva de Dios: leer cada
día un pasaje del Evangelio, un pasaje de la Biblia.
...Esta es la fuerza que hace germinar en nosotros la vida del
Reino de Dios”.
51. El Reino de Dios es “una realidad humanamente pequeña y
aparentemente irrelevante. Para entrar a formar parte se
necesita ser pobres en el corazón; no confiar en las propias
capacidades,
sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser
importante a los ojos del mundo, sino preciosos a los ojos de
Dios,
que prefiere a los simples y los humildes”.
52. Por ello, “cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la
fuerza de Cristo y transforma aquello que es pequeño y
modesto en una realidad que hace fermentar la entera masa del
mundo y de la historia”.
53. El 14 de junio dijo en sus palabras posteriores al rezo del Ángelus:
“…hoy se celebra la Jornada Mundial de los Donantes de Sangre”,
en que “millones de personas que contribuyen, en modo silencioso,
a ayudar a los hermanos en dificultad”.
“A todos los Donantes les manifiesto mi aprecio e invito
especialmente a los jóvenes seguir su ejemplo”.
55. La Iglesia de hoy es la Iglesia de los mártires:
tantos testigos heroicos. Aprendamos de su valor
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Y que permanezcamos unidos en el amor
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