Durante la Edad Media, la Iglesia ejercía un poder absoluto sobre los aspectos económicos, políticos y sociales en Occidente. Las creencias y principios de la Iglesia cristiana moldeaban la forma de pensar de nobles y campesinos. Además, la Iglesia se aprovechaba del miedo de la gente al infierno para pedir donaciones y así enriquecerse, controlando a la población a través de la manipulación y manteniéndolos en la ignorancia.