2. El crear al paso de ir parece letal. Como entrando donde todo es uno y nadie conoce su
forma de pasar mejor. Como la soledad de inventar la vida propia con la originalidad de
ser el que la defiende en cuanto va surgiendo. El observarse en ello y ser único testigo
de poder seguir sin saberse visto. Letal es probar de lo hecho y que no se hace a la
misma forma. Es un llevar puesto lo que se sabe pero que otros desconocen o no notan.
Es tomar lo consumado y a partir de ello seguir creándose. Es el no haber tenido
creador. El que marcase el mapa de la propia existencia. Tierra virgen. En la cual algún
día morir y que otros no la conozcan. Jamás llegaran ahí. Y eso es letal. Tan cierto
como real. Tan verdadero como que se vive ello. Y se lo transita día a día. Y se lo
reconoce en uno mismo. Está en la piel y en la cabeza. Se descifra y se reconstruye.
Compone la variedad de lo que se puede usar para seguir. Avanza sobre el paso anterior.
Observa lo que otros como él han hecho y esa es su pertenencia. Esos otros que así
también vivieron. Caídos en la misma fórmula de crear lo que no muere. Pero que es
letal. Como la inoculación de la sustancia que envenena lo que a uno no le hace daño.
Idea muy letal esta. Y otros morirían en el acto. Pero él no. Su anticuerpo es haber
gestado antes lo que lo recibe como suplir lo que le faltaba. Es haber vivido de la
absorción que da inmunidad para seguir creándose. Y las manos del visionario instruyen
al devenir que le regalará un lugar a eso nuevo que se aprende. Y se cree en lo que se es
porque así se fue concebido lo que era antes. Y aun dispuesto a olvidarlo todo se vuelve
al mismo sitio y se lo junta como al agua del único manantial que fue fe y lo será.