El documento resume los principales eventos de las revoluciones burguesas y la formación de nuevas naciones en Europa entre 1814 y 1848. Estos incluyen la Restauración monárquica posterior a las guerras napoleónicas, las revoluciones de 1830 que llevaron al liberalismo moderado, y las revoluciones de 1848 conocidas como la "Primavera de los Pueblos". También describe el surgimiento del nacionalismo que condujo a la unificación de Alemania e Italia en las décadas siguientes.
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Tema 3 Revoluciones Burguesas y Nuevas Naciones.
1. TEMA 3 REVOLUCIONES BURGUESAS Y
NUEVAS NACIONES
1. LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN.
2. LA REVOLUCIÓN DE 1848.
3. NACIONES Y NACIONALISMO.
2. 1. La Europa de la Restauración
Tras la derrota de Napoleón, las grandes potencias europeas, dirigidas por las
tradicionales dinastías del Antiguo Régimen, intentaron una vuelta a la situación
anterior. Para ello, sus representantes se reunieron en Viena entre 1814 y 1815, en el
llamado Congreso de Viena, donde se aprobaron 2 tipos de resoluciones; un nuevo
mapa de Europa y sobre todo, un sistema político-ideológico, la Santa Alianza.
3. 1.1 Hacia una restauración moderada.
Tras derrotar a Napoleón en Waterloo, las potencias europeas,
se dispusieron a reorganizar el mapa de Europa, cuyos
fundamentos políticos y sociales habían sido transformados por el
emperador francés.
Los objetivos principales eran asentar un orden estable,
inspirado en el Antiguo Régimen y evitar la vuelta de la
revolución.
La liberación de las cargas feudales a los campesinos y la igualdad jurídica de
los ciudadanos se mantuvieron en los países en los que se había establecido con
más fuerza.
Se tuvo cuidado especial en no aplicar medidas excesivamente humillantes a la
mayoría de la población era
Napoleón.
vencida Francia, nación en la que la
partidaria de la revolución y de
El nuevo monarca francés, Luis XVIII de Borbón, “otorgo” una
constitución de carácter liberal moderado, respetó a la nueva
nobleza (napoleónica), creada por el imperio, mantuvo el Código
Civil napoleónico, y ni siquiera se atrevió a devolver los bienes de
la Iglesia y de la antigua nobleza, que habían sido expropiados en
el período revolucionario y ya estaban en otras manos.
4. 1.2 El Congreso de Viena.
En 1815, en Viena , capital del imperio austríaco, los
representantes de las principales monarquías europeas
sentaron las bases territoriales y políticas de la
restauración europea.
Se reunieron las naciones vencedoras: Austria, Prusia, Gran
Bretaña y Rusia, a las que se sumó la nueva Francia;
también asistieron España, Portugal y Suecia como aliados
menores.
El imperio austríaco se aseguró una fuerte influencia en la península italiana,
anexionándose el reino de Lombardía-Venecia en el norte y colocar a varios príncipes
austríacos al frente de diversos ducados.
También se decidió el retorno de la familia de los Borbones al reino de las Dos Sicilias, en el
sur de Italia y se confirmó la existencia de los Estados Pontificios en el centro de la
península.
Rusia se expandió hacia el oeste, controlando Finlandia y Polonia; Prusia aumentó su
territorio; Holanda, Bélgica y Luxemburgo formaron el reino de los Países Bajos y Suecia
se anexiono Noruega.
En Alemania se estableció la Confederación Germánica que estaba compuesta por 41
estados diferentes (con Prusia entre ellos).
Austria y Prusia, junto a Rusia y Gran Bretaña (que se aseguró el control de los mares),
fueron las naciones más beneficiadas por el Congreso de Viena.
5. 1.3 El nuevo orden europeo. La Santa Alianza
El Congreso de Viena estableció también mecanismos
para garantizar el nuevo orden político europeo. Las
cuatro grandes potencias que habían derrotado a
Napoleón (Austria Gran Bretaña, Rusia y Prusia), más
la Francia restaurada, acordaron reunirse para tratar los
asuntos internacionales. Se reunieron en los congresos
de Aquisgrán (1818), Troppau (1820) y Verona (1822).
Por su parte, Rusia, Austria y Prusia llegaron a un acuerdo, bautizado como Santa Alianza, en
el que comprometían a guiarse en su conducta política por principios que ellos consideraban
propios de la religión cristiana.
En los distintos congresos, se alcanzó el derecho de sus miembros a intervenir en cualquier
país en el que brotaran amenazas revolucionarias.
Este sistema de seguridad colectiva estaba concebido contra cualquier
intento de reproducir la revolución que había sacudido a Europa. Fue
denominado sistema Metternich, por ser obra de este primer ministro
austríaco, quien organizó el Congreso de Viena.
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8. 1.4 Los movimientos revolucionarios de 1820.
En aquellos países en los que la Restauración pretendió ser total y absoluta, como fue el caso
de la España gobernada por Fernando VII, la situación era más inestable y condujo
rápidamente a estallidos revolucionarios.
La primera oleada revolucionaria tuvo lugar en el Mediterráneo: España - Nápoles (1820) y
Grecia (1821).
El absolutismo de Fernando VII resultaba inviable en España: el país se encontraba arruinado,
los caudales que llegaban de América se iban reduciendo y el retorno al Antiguo Régimen y sus
privilegios fiscales dificultaba la obtención de nuevos recursos para el Estado.
En estas condiciones, las tropas que iban a embarcarse hacia la América insurrecta se
sublevaron en Cádiz, al mando del coronel Riego en enero de 1820, obligando a Fernando VII
a jurar la Constitución liberal del 19 de marzo de 1812, conocida como “La Pepa”.
El Congreso de Verona (1822) decretó la intervención en España, que se encargó a un cuerpo
del ejército francés. Los llamados Cien mil hijos de San Luis entraron por la frontera francesa
y acabaron con el Trienio Liberal (1820/1823), restableciendo a Fernando VII en el poder
absoluto (Década Ominosa 1823/1833).
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10. 1.5 Las revoluciones de 1830.
La ola revolucionaria de 1830, de orientación liberal, fue mucho más intensa que la de 1820.
Se extendió por Francia, Bélgica, Polonia, Italia y Alemania en demanda de mayor libertad
política o de independencia nacional.
En Francia, la chispa del movimiento revolucionario se originó en París y se extendió por
Europa, alarmando a Prusia y Austria.
El rey francés Carlos X, de la dinastía de los Borbones, se enfrentaba a un Parlamento de
mayoría liberal moderada y dio un giro reaccionario a su política con medidas como la supresión
de la libertad de prensa y la disolución de la recién elegida Cámara de Diputados. En 1830, el
pueblo de París se precipitó a la calle y atrincherado en barricadas, consiguió derrotar al ejército
real.
El monarca Carlos X tuvo que exiliarse y los diputados nombraron rey a
Luis Felipe de Orleans, hijo del llamado “Felipe Igualdad”, príncipe que
había votado a favor de la ejecución de Luis XVI,
durante la revolución francesa.
En España, la muerte de Fernando VII (1833) abrió un
período de transformaciones liberales y de guerra civil
entre carlistas (partidarios de Carlos María Isidro,
hermano de Fernando) y los liberales, que apoyaban a
la hija de rey, Isabel II, que era todavía una niña
(3 años).
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12. 2. La Revolución de 1848
2.1 La “Primavera de los pueblos”
Las revoluciones que se produjeron en Europa durante 1848 se conocen como la “Primavera
de los Pueblos”. Las esperanzas en los avances del liberalismo y las aspiraciones nacionales
iban ganado influencia en la opinión pública. Por otra parte, el desarrollo de las primeras etapas
de la industrialización en el continente incrementaba el malestar social.
Las causas que explican el movimiento son múltiples y comunes a las sociedades europeas;
las dificultades económicas produjeron efectos similares en el conjunto de Europa.
Una enfermedad de la patata, alimento básico para la mayoría de la población, ocasionó
catástrofes como la de Irlanda, que pasó de 8,5 mill. de hab. en 1845 a 6 mill. en 1850. Las
cosechas de cereales de los años 1845-1847 fueron muy escasas, lo que produjo una inflación
en el precio de los productos más necesarios.
La crisis se trasladó a la industria, porque la población tenía menos capacidad para comprar
productos manufacturados. Esta crisis económica generalizada, no fue la única causa de la
revolución, pero creó un malestar que reforzó la idea de que la sociedad estaba mal organizada
y mal administrada, lo que añadía motivos para la insurrección y la acción revolucionaria.
13. 2.2 La Revolución en Francia.
En 1848 fue derrocada la monarquía en Francia y se proclamó de nuevo una república. La
monarquía que se había impuesto tras la revolución de 1830, encarnada en la figura de Luis
Felipe de Orleans, era cada día más impopular.
Cuando el gobierno prohibió una reunión política organizada por los sectores más radicales,
saltó la chispa que desencadenó las jornadas de los días 22, 23 y 24 de febrero de 1848. La
escalada de la protesta se extendió y los enfrentamientos con el ejército en las barricadas
callejeras, llego al asalto del Palacio real, provocando la abdicación y huida del rey.
Un gobierno provisional tomó el poder y se proclamó la Segunda República francesa,
proclamando leyes que establecían el sufragio universal masculino, la libertad de prensa, la
abolición de la pena de muerte y la supresión de la esclavitud en las colonias.
En diciembre de 1848 fue elegido por sufragio universal masculino, como presidente de la
República, Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del
desaparecido y añorado emperador, que tras un
auto-golpe de Estado, proclamó el Segundo Imperio
francés y Luis Napoleón emperador de los franceses
con el nombre de Napoleón III.
14. 2.4 Las consecuencias de las revoluciones de 1848.
Las revoluciones de 1848 terminaron con la misma rapidez con la habían comenzado.
Aparentemente, los levantamientos parecían haber fracasado, pero se consiguieron algunos
logos de importancia.
Se liquidó el feudalismo en aquellos países en los que seguía vigente, con la excepción de la
Rusia zarista. La mayor parte de Europa había establecido regímenes parlamentarios con
constituciones moderadas y sistemas electorales censitarios, que reservaban los derechos
políticos a los propietarios, aunque en Francia se mantuvo el sufragio universal masculino.
Quienes resultaron derrotadas en 1848 fueron las fuentes sociales que trataban de llevar las
transformaciones más allá de lo que era conveniente para las clases burguesas: eran los
obreros, los artesanos, los trabajadores y las clases populares, que, a partir de aquel
momento, participarían en los procesos de cambio social y político frente a la burguesía
dominante y contra los propios estados liberales que ellos mismos habían contribuido a crear.
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17. 3. Naciones Y Nacionalismos.
3.1 Fundamentos ideológicos del nacionalismo.
La derrota de los movimientos revolucionarios de 1848 acabó con la democracia y los
nacionalismo en muchos países, pero las aspiraciones que las habían provocado, siguieron
manteniéndose en la política europea. El nacionalismo, el liberalismo y el socialismo fueron los
grandes motores ideológicos y políticos del siglo XIX.
Podemos definir el nacionalismo como la doctrina y movimiento político cuyo fundamento se
encuentra en la conciencia de formar una comunidad nacional por razones étnicas, históricas,
lingüísticas o culturales.
Había dos situaciones diferentes: por un lado, los numerosos estados alemanes e italianos, que
formaban parte de realidades nacionales más amplias. Por otro, los pueblos que se
encontraban sometidos a la dominación extranjera, así los polacos estaban gobernados por
los rusos; los pueblos eslavos y ciertas zonas de
la península italiana dependían del imperio
austríaco; el imperio turco controlaba los
Balcanes, etc...
En estos pueblos, los objetivos de los
nacionalismos eran la emancipación y la creación
de su propio estado, aunque esto no se producirá
hasta la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918).
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19. 3.2 La unificación alemana.
El sentimiento nacional alemán hunde sus raíces en ña época de la Ilustración y en el
romanticismo nostálgico del pasado imperial alemán, durante la Edad Media. Este sentimiento se
vio potenciado por la Revolución Francesa (1789).
La Confederación de Estados Alemanes estaba sometida a la influencia del reino de Prusia, en
el norte y a la presencia de Austria, en el sur, con la particularidad de que el imperio austrohúngaro extendía su dominio sobre un conjunto de pueblos y culturas no germánicos en los
Balcanes y el norte de Italia.
El movimiento nacionalista alemán se planteaba la disyuntiva de edificar una “Gran Alemania”,
que incluyera a Austria, o una “Pequeña Alemania”, liderada por Prusia, siendo este el que
tomará la dirección del proceso de unificación, excluyendo del mismo a Austria.
En 1861 comenzó a reinar en Prusia Guillermo I y como canciller Otto von Bismarck, siendo los
forjadores de la unidad alemana.
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22. 3.3 La unificación italiana.
La Unificación de Italia fue el proceso histórico que a lo largo del siglo XIX llevó a la unión de los
diversos estados en que estaba dividida la península Itálica, en su mayor parte vinculados a
dinastías consideradas «no italianas» como los Habsburgo o los Borbones.
El “Risorgimento” es el proceso de afirmación cultural y política que condujo a la unificación y
a la creación de un nuevo estado liberal en Italia.
Los italianos eran partidarios de la unificación, pero no estaban de acuerdo en el tipo de unidad al
que querían llegar. Los sectores más conservadores, grandes industriales, burgueses o nobles,
como Cavour, pensaban en una federación de estados, presidida por el papado. Las clases
populares, junto a patriotas como Mazzini y Garibaldi, eran partidarias de una república
democrática.
Al igual que en Alemania, fue necesario un reino que se pusiera al frente del proceso de
unificación y apoyos internacionales, para enfrentarse a Austria, que era la potencia zonal.
Ese país fue el reino de Piamonte-Cerdeña, monarquía constitucional dirigida por Víctor Manuel
II y su ministro Camilo Benso, Conde de Cavour.
Mazzini
23. El norte piamontés, organizado en trono a la capital de Turín, era el territorio italiano más
desarrollado económicamente.
Napoleón III (Francia) se entrevisto con Cavour y le prometió el apoyo de Francia contra Austria.
Los levantamientos contra el dominio austríaco en Milán y Florencia ayudaron a que tropas
piamontesas y francesas derrotaran al ejército austríaco en las batallas de Magenta (1858) y
Solferino (1859), siendo incorporados estos territorios.
Aprovechando esta situación, Módena, Parma y Toscana derribaron sus regímenes absolutistas
y aprobaron su unión al Piamonte-Cerdeña; quedando así unidad la Italia del norte bajo la
dirección de Víctor Manuel II.
El paso siguiente fue la incorporación del sur de la península y de Sicilia. La romántica y
aventurera expedición de los “camisas rojas” de Garibaldi tomó Nápoles y el Reino de las Dos
Sicilias, que gobernaban los Borbones, uniéndose al Piamonte.
Venecia se incorporó a Italia aprovechando la derrota austríaca frente a los prusianos (Bismarck),
quedando el problema de los territorios del papado. En 1870, el ejército italiano ocupó la Roma
papal y estableció allí la capital del reino de Italia. El papa Pío IX se negó a aceptar los hechos,
se declaró prisionero y excomulgó a
Víctor Manuel II, comenzado un
conflicto entre el Vaticano y el nuevo
estado italiano, que no se
solucionaría hasta 1929 (Mussolini).