El documento resume la producción de trigo en Madrid, Ocaña y Talavera de la Reina entre 1610 y 1699 utilizando la medida tradicional de fanegas. En los tres casos, la producción disminuyó gradualmente a lo largo del siglo XVII debido a factores climáticos como lluvias excesivas o sequías, así como problemas estructurales como la escasez de labradores causada por la emigración y impuestos elevados. El siglo XVII en su conjunto puede considerarse como uno de crisis agraria para estas regiones.
Comentario de los datos de la producción cerealista en el arzobispado de Toledo en el siglo XVII
1. COMENTARIO DE LOS DATOS GRÁFICOS
LA PRODUCCIÓN CEREALISTA EN EL ARZOBISPADO DE
TOLEDO ( 1610-1699)
En el presente documento, se nos presenta la producción de fanegas de trigo de
las ciudades de Madrid, Talavera de la Reina y Ocaña entre 1610 y 1699.
Conocemos por fanega a la Medida tradicional de capacidad para áridos. Según
el marco de Castilla, equivalía a 55,5 litros, aunque esta equivalencia era variable según
los lugares de uso. También fue una medida tradicional de superficie agraria. Según el
marco de Castilla, una fanega de tierra equivalía a 6459,6 metros cuadrados, aunque
también era muy variable según los lugares. En ambos casos, la fanega se dividía en 12
celemines.
Originaria de Castilla, su uso se extendió ampliamente por España e
Iberoamérica, hasta que fue reemplazada por las unidades del sistema métrico decimal.
Aunque la fanega de capacidad está prácticamente en desuso, la fanega de tierra sigue
empleándose como unidad de referencia, a nivel coloquial, en amplias zonas rurales,
dado que muchas parcelaciones de tierra aún vigentes se realizaron utilizando este
patrón de medida.
Junto a la fanega de tierra existía la fanega de puño, también conocida como
fanega de sembradura, que es la tierra que permite sembrar una fanega de trigo. En
Castilla, correspondía a 6000 varas cuadradas o 4192,4230 metros cuadrados.
A continuación mostramos algunos ejemplos de equivalencia de la fanega de
tierra, para diferentes comarcas: En Andalucía por ejemplo, la fanega era la unidad de
superficie, equivalente a 6.440 metros cuadrados. En Castilla y León por su parte, y más
concretamente en la provincia de Burgos, y comarca de La Bureba, la fanega era la
unidad de superficie equivalente a 2000 metros cuadrados. Es decir, 5 fanegas de
terreno de cultivo hacen 1 hectárea En Villar de Cañas (Cuenca) por otro lado, una
fanega era la unidad de superficie equivalente a unos 4.400 metros cuadrados (2,25
2. fanegas por hectárea). En Galicia por último, la fanega era la unidad de superficie,
equivalente a 2.103 metros cuadrados.
Por lo que respecta a nuestro documento, la fanega hace referencia a la medida
de capacidad de áridos, en este caso concretamente, de trigo.
Al analizar los datos de Madrid, Ocaña y Talavera, llegamos a la conclusión de
que en los tres casos la producción de trigo fue disminuyendo paulatinamente a lo largo
del siglo XVIII. Lógicamente, en los tres casos, no se produjo de la misma manera por
lo que convendría analizar cada caso por separado.
Si observamos el caso de Madrid, apreciamos que los 25 primeros años,
comprenden una época de cierta bonanza cosechera, donde la producción se mantenía
en relación con el resto de siglo, en unos niveles más que aceptables, con años como
1613, 1618 y 1623 donde las cantidades se acercaron a las máximas que se obtuvieron a
lo largo de todo el siglo. Sin embargo, entre estos tres años también podemos destacar
años donde la producción bajaba espectacularmente.
Los siguientes 25 años, podríamos referirnos a ellos como años en los que se
produjeron pequeños altibajos, es decir donde se mantuvo cierta regularidad en la
producción de trigo sin destacar años de notable bonanza , pero tampoco de crisis.
Los años comprendidos entre 1650 y 1667, fueron años también de una
producción bastante regulará lo largo de todos ellos, pero eso si, con una sensible tónica
descendente, más acusada entre los años 1650 y 1653 y 1663 y 1667.
Las últimas tres décadas de siglo, podríamos dividirlas en tres periodos. El
primero, hasta el año 1675 cuando se alcanzaron cantidades de producción muy
elevadas. El segundo periodo, entre 1676 y 1683, cuando la producción cayó en picado.
Por último, los restantes años donde la producción se mantuvo bastante regular pero
insuficiente para la época.
El caso de Ocaña, es bastante similar, pero posee algunas peculiaridades que
analizamos a continuación. Si tomamos la totalidad de siglo, observamos que al igual
3. que en el caso de Madrid, la tónica en lo que a la producción hace referencia, es
descendente.
Así las cosas, desde comienzos de siglo y hasta 1639, se mantiene cierta
regularidad en la producción de trigo, ocasionalmente alterada con años de producción
muy alta como fueron los años 1610, 1613, 1625, 1631 y 1638; y otros de producción
muy baja como fueron los años 1616, 1617, 1626 y 1637.
Los siguientes diez años, fueron años de producción mucho mas escasa,
destacando en este periodo el año 1645, el segundo año con menos producción del siglo
XVII.
El siguiente periodo, podríamos extenderlo desde el año 1650 hasta 1672. Esta
época, fueron una serie de años donde se mantuvieron unos niveles de producción
regulares, e incluso en algunos casos, más que aceptables.
La última fase, se extiende hasta finales de siglo. Estos últimos 25 años, será un
periodo de continuada tendencia de producción descendente, con años como 1664, de
auténtica crisis.
El caso de Talavera de la Reina, como parece lógico por cercanía geográfica, es
similar al de los dos anteriores. Sin embargo, posee algunas características propias que
trataremos a continuación.
El primero de los periodos, podríamos considerarlo como de larga duración. Un
periodo que se extiende desde el 1610 hasta el 1637. En este último años, se consiguió
la producción mas baja de todo el siglo. Este periodo, a nivel general, son unos años en
los que salvo contadas excepciones, de año en año la producción de trigo fue
descendiendo, teniendo como final, el catastrófico año que hemos mencionado
anteriormente.
El segundo periodo, es más corto que el anterior, debido a que va desde el año
1637 hasta el año 1651. Este caso, fue un periodo de crecimiento. Los niveles de
4. producción aumentaron prácticamente de forma continuada hasta llegar al punto
máximo de producción que se dio en el siglo XVII.
Desde ese momento y hasta finales de la década de 1650, la situación cambió
completamente. La producción cayó en picado, lo cual culminó en dos años
consecutivos de muy baja producción, 1658 y 1659.
Desde ese momento y hasta 1670, se abre un nuevo periodo de recuperación
donde se intercalan años de aumento de producción con otros de descenso, siendo de
forma general la tendencia positiva.
A partir de ese momento y hasta finales de siglo, se mantuvo una producción
anual regular, siendo el descenso un poco mas significativo en lo últimos años.
Por lo tanto, en cuanto al siglo XVII hace referencia, hay que señalar que
podemos considerarlo como un siglo de crisis.1
Sin embargo, y analizando de forma mas profunda los datos llegamos a la
conclusión de que la época de decadencia, principalmente se limita a la segunda mitad
de siglo. A pesar de todo, los indicios de lo que iba a ocurrir en esta segunda mitad, ya
se venían entreviendo desde la primera mitad2. Tomemos por ejemplo el año 1618,
momento en el que Jean Vilar ha señalado como el de la hora del arbitrista 3. En efecto y
en ese año y en el contexto del relevo de gobernantes Duque de Lerma por el de Uceda),
Felipe III encarga al consejo de Castilla la realización de un informe sobre la lamentable
situación del país y sobre los remedios que oponer a los males que se advierten. Poco
después se crearía la Junta de Reformación, dedicada a tratar este tipo de cuestiones.
Además hay que señalar que entre 1621 y 1626 se da la única época de verdadera
reformación de todo el siglo XVII.4
1
DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio: Crisis y decadencia de la España de los Austrias. Ariel, Barcelona,
1973.
2
De DEZA, Lope: Gobierno político de agricultura. Instituto de estudios centrales, Madrid, 1991.
3
VILAR, Jean: Introducción a la obra de Sancho de Moncada, Restauración Política de España (Madrid
1619). Instituto de estudios fiscales en la colección Clásicos del Pensamiento
Económico Español. Madrid 1974, pág 16.
4
ELLIOT, J. H.: El programa de Olivares y los movimientos de 1640, en La España de Felipe IV, tomo
XXV de la Historia de España. Espasa Calpe, Madrid, 1992. pág. 388.
5. Centrándonos en la segunda mitad de siglo, hay que referirse de manera especial
al reinado de Carlos II (1665 – 1700). Se trató de un reinado largo, pero cuya
característica económica, fue la crisis.5
En gran medida, esta situación de crisis agraria y por lo tanto de crisis
económica estaba causada por factores climatológicos. Así las cosas, hay que señalar
que principalmente fue la década de 1670 la más trágica en este sentido.
La primavera de 1677, fue excesivamente lluviosa en cuanto a la pluviosidad y
excesivamente fría en cuanto a la temperatura.6
Lógicamente, las repercusiones de estas catástrofes naturales era soportadas
principalmente y en primer lugar por los campesinos. Desde las provincias de Castilla la
Nueva, llegaron al consejo de Hacienda multitud de solicitudes de diferentes
poblaciones solicitando la rebaja de tributos por la imposibilidad que encontraban para
responder a ella.7
A partir de 1687, esta mejoría fue progresiva, debido a que Castellano volvió a
conocer años tan dramáticos como los del decenio anterior. Por ello el terreno, quedó
preparado para la labor restauradora del siglo XVIII.
Si buscamos las causas de estas crisis agrarias, una de ellas, sin duda alguna,
fueron las épocas de excesivas lluvias. La lluvia podía resultar muy beneficiosa, o como
ocurría cuando caía en exceso, catastrófica. Otra causa de crisis eran las largas
temporadas de sequía, que hacían disminuir el tamaño del grano, originando una menor
cantidad de kilogramos de grano recogido al final de la recogida. Una tercera causa, y
que al parecer tuvo mucho que ver en algunas crisis agrarias, fue la carestía de
labradores que se dio de forma generalizada en toda España.
Esta última razón, lógicamente no estaba al mismo nivel que las dos anteriores.
Tanto la lluvia como la sequía, a no ser que se extendieran mucho en el tiempo, eran
5
DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio: Op cit. Pág 197.
6
Ibid. Pag 202.
7
Ibid. Pag 209.
6. causas de crisis de producción cortas. Sin embargo, la falta de labradores, fue una causa
estructural que se extendió a lo largo de todo el siglo.
Las razones por las cuales el número de labradores era insuficiente y por lo tanto
quedaban campos sin trabajar, eran varias. Según la obra de Lope de Deza Gobierno
político de agricultura las razones fueron varias.
La primera de ellas hacía referencia a la emigración de los labradores a los
territorios extrapenínsulares del Imperio Español y el abandono de los campos. Es decir
que cantidad de labradores y agricultores tuvieron que emigrar a las Américas por la
urgente necesidad de la corona castellana de controlar aquellas tierras.
La segunda razón era la inmigración de extranjeros, que en lugar de producir
cultivando las tierras que permanecían sin hacerlo, se dedicaban, y hacemos mención a
la tercera causa, a ocupar oficios superfluos e incluso nada beneficiosos para la
sociedad como lo eran los bordadores, sastres, entalladores, etc.
Las causas cuarta y quinta hacen referencia a los diferentes impuestos que
tenían que pagar los agricultores en el siglo XVII. Estos impuestos, de media, eran muy
elevados para los niveles de producción que se alcanzaban en el siglo XVII.
En conclusión, podemos señalar que se produjeron ciclos de bonanza en la
producción del siglo XVII, pero sin embargo al analizar la totalidad de siglo tanto en
Madrid, como en Ocaña y Talavera de la Reina, llegamos a la conclusión que se trato de
un siglo de crisis donde se mezclaron causas de origen interno como las seis
anteriormente mencionadas, con otra serie de factores de origen externo como las
lluvias torrenciales o las sequías.