El documento discute la crisis ambiental actual causada por el modelo económico industrial que conduce a la sobreexplotación de recursos. Propone un nuevo paradigma económico que integre realmente la conservación ambiental, el desarrollo económico y la supervivencia humana. El concepto de desarrollo sostenible ha fallado en lograr este equilibrio. Se necesita un cambio hacia una economía que valore los recursos naturales y promueva energías renovables para garantizar un futuro sostenible para la humanidad.
1. LA NATURALEZA EN CRISIS Y LA INCERTIDUMBRE HUMANA.
-Miguel Ángel Pardo B.-
El ser humano ha logrado, a lo largo de su historia, adaptarse a las eventualidades que la
naturaleza le presenta, utilizándola y modificándola según los distintos estadios técnico-
tecnológicos alcanzados. No obstante, en esta época contemporánea en que la masividad de la
especie humana ha extendido y concentrado su presencia por todo el globo terrestre, en urbes
densamente habitadas, incrementando asimismo la demanda de bienes y servicios por la
supervivencia -sin precedente en toda la historia-, conjugado con una economía que parece
expandirse sin necesariamente alcanzar mayores niveles de desarrollo humano, ponen en duda tanto
el actual modelo económico, como los distintos sistemas de vida asociados a él, incluido el sistema
Tierra, al tiempo que compromete el desarrollo de las futuras generaciones.
Todo lo anterior parece transitar hacia situaciones de crisis cada vez más constantes, bajo la
premisa de un sistema industrial-productivo que claramente se ha encaminado hacia la
sobreexplotación y contaminación. Esta vez pareciera ser que el planeta, por vez primera, adapta
sus condiciones en función del hombre, modificador de los complejos subsistemas terrestres. Es así
que el ser humano, reconociendo esta peligrosa asociación entre un ecosistema frágil, recursos
naturales no renovables, escasos, y necesidades crecientes de consumo, ha creado el concepto de
Desarrollo Sustentable a fin de continuar con la explotación de los recursos naturales de alta
demanda, pese a ello, los desastrosos fenómenos ocurridos en la troposfera (terremotos,
inundaciones, tornados, huracanes, calentamiento atmosférico, etc.) parecieran hacer reclamo agudo
y sensible de las alteraciones del medioambiente. De lo anterior: ¿Es posible crear un nuevo
paradigma en la economía que asocie –realmente- la conservación del medio natural, el desarrollo
económico y la supervivencia de la especie humana, entendiendo que los mecanismos productivos y
de mercado parecen no resignarse a la conservación, sino más bien, a generar depredación y
sobreexplotación de los recursos naturales, que comprometen a la humanidad como parte del
sistema terrestre?
Las tres variables anteriormente expuestas en la pregunta; conservación del medio natural
(ambiental), desarrollo económico (económica) y supervivencia de la especie humana (social),
encuentran un intento de asociación hacia 1987 en el Informe Brundtland, por la Comisión de
Desarrollo y Medio Ambiente de las Naciones Unidas, naciendo el concepto de Desarrollo
Sostenible (sustentable), definiéndose como aquel que tiene por objetivo satisfacer las necesidades
de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus
propias necesidades. No obstante, el concepto fundamentalmente fue ideado pensando en las
potencias industriales que, hacia ese momento, eran y son los que mayormente han intervenido los
ecosistemas naturales desde la Revolución Industrial (segunda mitad del s.XVIII), sobreexplotando
intensivamente la tierra, recursos minerales, no minerales, y agregando la contaminación ligada a
dicha explotación. Sólo basta con recordar que EE.UU., siendo el país económicamente e
industrialmente más poderoso del mundo, es a su vez, no sólo el que presenta el mayor ingreso per
cápita, por ende el más rico, sino que asimismo, el mayor emisor de CO2 y el único de los países
industrializados, y de los pertenecientes al G8, que no ha ratificado el tratado sobre disminución de
gases de efecto invernadero (Protocolo de Kyoto). En esta misma dirección cabe precisar que los
efectos de la degradación ambiental es percibida por todos, sin importar si tal o cual país libera más
o menos gases invernadero. Lo anterior, da cuenta de las paradojas o hipocresías del mismo sistema
económico, y sus reglas de racionalización de los recursos naturales a fin de conseguir mayor
crecimiento y desarrollo económico. Son éstas paradojas las que suponen una distorsión del sistema
1
2. económico imperante, y por lo mismo, la necesidad de un nuevo paradigma que realmente sea
integrador de la preservación de la naturaleza, sin que esto trasunte en una lucha por la
sobrevivencia.
El nuevo paradigma en economía debería enraizarse en un hecho irrefutable: por más que la
tendencias contemporáneas en nuestras formas de vida, según el modelo neoliberal de producción
industrial, nos lleven hacia la concentración en urbes densamente pobladas, contaminadas y
dislocadas socioeconómicamente, los seres humanos valoramos vivir en un ambiente sano, libre de
contaminación, de mayor contacto comunitario y con la naturaleza, pero no por ello, menos
satisfactorio. De esto se obtiene prematuramente la siguiente conclusión: La economía es, en
esencia, un proceso de intercambio vital entre el hombre y la naturaleza, por el cual ambos
resultan transformados1.
Las transformaciones evidenciadas en la naturaleza, como producto de su interrelación con
el ser humano, hace perentorio cambiar el tipo de relación económica entre ambos, buscando un
equilibrio que no vaya en desmedro de las mismas actividades económicas y laborales humanas,
pero que sí tenga en cuenta que los actuales recursos que dispone el hombre de la naturaleza
sufrirán variaciones de continuar con el actual modelo de crecimiento y desarrollo económico. Por
ello, la resignificación del mismo concepto, “recurso”2, supone un mayor grado de concientización
de los seres humanos, puesto que los que actualmente se emplean intensivamente presentan un claro
agotamiento y daño medioambiental, al tiempo que existen muchos otros en disponibilidad
ilimitada si se los utiliza racionalmente y con mirada sostenible en el tiempo, especialmente en lo
que se refiere al factor energético, clave para hacer andar la industria productiva. Claro es el
ejemplo del agotamiento relativo del petróleo, y de su utilización no sólo como recurso energético,
sino como factor de poder blando3, concentrándose en un número limitado de países, y por ende,
sujeto a las restricciones de estos últimos, tanto en su distribución, como en el precio asociado a él.
No es menor aquel hecho, que vaticina –y quizás ya haya comenzado, teniendo en mente el caso de
IRAK-, una lucha armada entre Estados por dichos recursos naturales no renovables. No obstante,
existen iniciativas ligadas a la utilización de recursos energéticos limpios y gratuitos, como lo es la
luz solar, la eólica, la mareomotriz, etc. En este sentido, la tecnología y la ciencia pueden lograr
avances significativos si se reconvierten desde la industria militar a su aplicación directa en los
centros de estudios universitarios civiles, entendiendo que el conocimiento es una herramienta de
hombres para hombres, siendo el monopolio del conocimiento como parte de la seguridad nacional
de los Estado, su peor amenaza4. Es por tanto, que las iniciativas emprendidas por el Estado, a fin
de alcanzar niveles de desarrollo más cooperativos entre ciudadanos, empresarios, y entre Estados,
se hace de suma importancia para la revalorización de nuestro planeta, que siempre será algo más
que una fuente de recursos, es nuestro único y común hogar.
1
Luis Razeto, “La economía solidaria: concepto, realidad y proyecto”, Persona y Sociedad 2, no. 10, (agosto 1999): 97-110.
2
Luis Razeto, “Desarrollo, transformación, y perfeccionamiento de la economía en el tiempo”, Revista Polis 1, no. 42 (2001 [citado el 3
de julio 2010] Polis: revista académica Universidad Bolivariana) ed. Jorge Vergara Estévez: disponible en
http://www.revistapolis.cl/polis%20final/1/razeto.htm
3
Joseph Nye Jr, La Paradoja del Poder Norteamericano (Madrid: Editorial Taurus, 2003).
4
Ejemplo de ello es el proyecto de mediano alcance de las FF.AA. de Estados Unidos, por dotar de láser destructivos, al más puro estilo
ciencia ficción, a sus armas de combate pesado; aéreos, terrestres y marítimos, llevando a la industria armamentista hacia un nuevo nivel
de amenaza planetaria. Lo increíble de esto, es que esa misma tecnología, aplicada al mundo civil, tendría ventajas enormes en el ámbito
de las energías calóricas, reemplazando de esta forma al gas natural o los derivados del petróleo.
2
3. BIBLIOGRAFÍA
Nye Jr. Joseph. La Paradoja del Poder Norteamericano. Madrid: Editorial Taurus, 2003.
Razeto, Luis. “Desarrollo, transformación, y perfeccionamiento de la economía en el tiempo”.
Revista Polis 1, no. 42 (2001 [citado el 3 de julio 2010] Polis: revista académica Universidad
Bolivariana) editado por Jorge Vergara Estévez: disponible en
http://www.revistapolis.cl/polis%20final/1/razeto.htm
Razeto, Luis. Economía de Solidaridad y Mercado Democrático. Santiago: Ediciones PET, 1994.
Razeto, Luis. “La economía solidaria: concepto, realidad y proyecto”. Persona y Sociedad 2, no. 10,
(agosto 1999): 97-110.
Razeto, Luis. Sitio web oficial, “Teoría económica comprensiva, economía solidaria - desarrollo
sustentable”. http://www.luisrazeto.net/category/contenido/teor%C3%ADa-econ%C3%B3mica-
comprensiva-econom%C3%ADa-solidaria-desarrollo-sustentable. (Acceso julio 03, 2010)
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