Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
Fundamentos de la Prevención Integral
1. PRESENTADO POR:
S/1RO. CARLOS D´AMELIO
C.I. Nº: 16.768.266
Fundamentos teóricos de la prevención integral de las drogas
2. El consumo de drogas, tanto legales como ilegales, es el principal
problema para la salud pública en los países desarrollados. El consumo de
alcohol, tabaco y otras drogas producen cada año más muertes, enfermedades y
discapacidades que cualquier otra causa susceptible de ser prevenida (Institute
for Health Policy, 1993). El coste económico que supone esta epidemia para
todas las administraciones públicas es enorme (Heien y Pittman, 1993), pero
más importante aún es la mortalidad que conlleva (Wysowsky, 1993).
3. Dado que las técnicas de tratamiento no consiguen la eficacia que a
todos nos gustaría, una opción más prometedora y con una mejor relación
coste/beneficio es el desarrollo y la aplicación de programas de prevención
dirigidos a niños/as y adolescentes.
La prevención es indispensable para evitar que el consumo de drogas se
convierta en un problema social de gran magnitud. Pero, ¿qué es la prevención?
Para Martín (1995) la prevención de drogodependencias “es un proceso activo de
implementación de iniciativas tendentes a modificar y mejorar la formación
integral y la calidad de vida de los individuos, fomentando el autocontrol
individual y la resistencia colectiva ante la oferta de drogas”
4. El término prevención a veces es utilizado de modo muy genérico. Un
ejemplo es cuando se habla de prevención primaria, secundaria y terciaria. También
puede aplicarse a reducir el uso de drogas entre personas que aún no las han probado
y entre las que ya las han probado, reducción de la demanda a través de arrestos y
controles sobre la venta de drogas, etc. También las actividades de reducción de daños
puede ser vista como una actividad preventiva. Pero también es prevención incidir en
el nivel de política social, como es reducir la pobreza, o impedir el surgimiento de
conductas desviadas.
5.
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7. 1. Los programas de prevención se deberían diseñar para realzar los factores de
protección e invertir o reducir los factores de riesgo.
2. Los programas de prevención deberían tener como objetivo todas las formas de abuso
de drogas, incluyendo el consumo de tabaco, alcohol, marihuana e inhalantes.
3. Los programas de prevención deberían incluir estrategias para resistir el ofrecimiento
de drogas, reforzar el compromiso personal contra el uso de drogas e incrementar la
competencia social (ej., en comunicación, en la relación con los compañeros (iguales), la
autoeficacia, y la asertividad), junto con el refuerzo de las actitudes contra el uso de
drogas.
4. Los programas de prevención dirigidos a los adolescentes deberían incluir métodos
interactivos, tales como grupos de discusión de compañeros más que la enseñanza
didáctica de técnicas solas.
5. Los programas de prevención deberían incluir a los padres o cuidadores que refuercen
lo que los chicos están aprendiendo -tales como hechos sobre las drogas y sus efectos
peligrosos- y que genere oportunidades para discutir en la familia sobre el uso de
sustancias legales e ilegales y la postura que adopta la familia sobre su uso.
Adaptado del NIDA (1997)
8. 6. Los programas de prevención deberían ser a largo plazo, durante la etapa escolar con
repetidas intervenciones para reforzar las metas de prevención originales. Por ejemplo,
los esfuerzos basados en la escuela dirigidos a estudiantes de educación primaria y
secundaria deberían incluir sesiones de apoyo para ayudar el período crítico de
transición entre la educación secundaria y el bachillerato.
7. Los esfuerzos de prevención centrados en la familia tienen un mayor impacto que las
estrategias que se centran únicamente en los padres o únicamente en los chicos.
8. Los programas comunitarios que incluyan campañas en los medios de comunicación
de masas y cambios en la política, tales como nuevas regulaciones que restrinjan el
acceso al alcohol, tabaco, u otras drogas, son más efectivos cuando se aplican junto con
intervenciones en la escuela y en la familia.
9. Los programas de la comunidad necesitan reforzar las normas contra el uso de
drogas en todos los marcos de prevención de abuso de drogas, incluyendo la familia, la
escuela y la comunidad.
9. 10. La escuela ofrece la oportunidad de alcanzar a todas las poblaciones y también
sirve como importantes escenarios para subpoblaciones específicas en riesgo de abuso
de drogas, tales como chicos que tenga problemas de conducta o dificultades de
aprendizaje y los que son posibles marginados.
11. La programación de la prevención debería ser adaptada para tratar la naturaleza
específica del problema de abuso de drogas en cada comunidad.
12. A mayor nivel de riesgo de la población objetivo, el esfuerzo preventivo debería ser
más intensivo y debería comenzar antes.
13. Los programas de prevención deberían ser específicos para la edad de los
individuos a los que va dirigido, apropiados al nivel de desarrollo y ser sensibles
culturalmente.
10. Los primeros modelos preventivos:
basados en el modelo racional o informativo
Los primeros intentos preventivos se basaban en la creencia de que lo que
ocurría era que el adolescente no tenía suficiente información sobre los efectos
negativos del uso de sustancias y, por tanto, proporcionarle dicha información
solucionaría el problema. Se insistía en los aspectos negativos del consumo,
asumiendo que con dicha información ellos tomarían una decisión racional de no
consumo.
De ahí que a este modelo se le haya denominado modelo racional o modelo
informativo. También en ocasiones se le denomina modelo tradicional, por ser el que
se ha utilizado desde los inicios de la prevención y el que más se ha mantenido en el
tiempo (Becoña et al., 1994).
11. El modelo de influencias sociales o psicosociales
Un modelo claramente distinto al anterior es el conocido como modelo de
influencias sociales o psicosociales. Parten de distintos estudios, tanto de la
psicología social (Evans, 1976), como del aprendizaje social (Bandura, 1986) y de los
estudios sobre los antecedentes del consumo de drogas (Jessor y Jessor, 1977).
Estos modelos consideran la existencia de tres factores de riesgo que son
imprescindibles considerar para el desarrollo de programas preventivos efectivos
(Perry y Kelder, 1992): los factores de riesgo del ambiente, de la personalidad y los de
tipo conductual.
El ambiente social es de gran importancia, ya que la conducta, el consumo o
no de drogas en este caso, se produce en un concreto ambiente social con unos
parámetros que pueden o no facilitar dicho consumo. Por ejemplo la observación de
cómo otras personas llevan a cabo conductas relacionadas con las drogas facilitará el
uso o no, o incluso facilitará la socialización en dicho consumo. A veces el
consumo/no consumo es un elemento de identificación o un elemento de apoyo
social en ese ambiente.
12. El modelo de habilidades generales
El modelo más reciente que se ha planteado es el modelo de habilidades
generales. Este modelo parte de que es necesario entrenar a los jóvenes no sólo en
habilidades específicas para rechazar el ofrecimiento de las distintas drogas, sino que
es necesario entrenarlos en habilidades generales más allá de lo que se venía haciendo
en el campo de la prevención de drogodependencias. De ahí que se denomine modelo
de habilidades generales, porque va más allá del entrenamiento específico en el
rechazo al consumo de drogas.
Este tipo de modelos representan también un cambio respecto a modelos y
programas previos, en el sentido que se orientan a todas las drogas, a diferencias de
programas específicos para sólo tabaco, alcohol o la combinación de ambos o la
inclusión también de marihuana (ej., Hansen, 1992). Dentro de este modelo se tratan
todas las drogas. En la práctica éstos programas están dirigidos específicamente a
prevenir el comienzo del uso de drogas y lógicamente se enfocan en las llamadas
drogas de inicio; es decir, el tabaco, el alcohol y la marihuana.
13. Programas preventivos y bases teóricas
Hoy hay una asunción en el campo de las drogodependencias de que es
necesario elaborar los programas preventivos basados en una adecuada base teórica.
Y, que ésta se base en un buen apoyo empírico. El problema, sin embargo, está en unir
una buena teoría que tenga un buen apoyo empírico con el posterior desarrollo de un
programa preventivo basado en la misma.
Aunque esta labor parecería fácil, la realidad ha indicado que no siempre lo
es, lo que al tiempo muestra que aunque se ha avanzado mucho en los últimos años
en el campo de la prevención en drogodependencias, todavía queda mucho por
recorrer para llegar al nivel de efectividad que a todos nos gustaría poder obtener.
14. A este nivel es representativo Gorman (1996) que sintetiza de modo ágil y
claro los programas preventivos predominantes desde los años 60 hasta el momento
actual en función de los modelos teóricos subyacentes
15. Papel de la teoría como guía en la prevención de drogodependencias
En cualquier tipo de intervención que pretendamos siempre nos guiamos
por un modelo teórico. Un buen modelo teórico, a su vez, debe estar derivado de la
observación, comprobación de la misma y elaboración de un marco conceptual que
nos permita comprender esa parte de la realidad sobre la que elaboramos la teoría y,
con ello, también poder predecir e intervenir en ello si es necesario. Rudner (1966)
definió una teoría como “un conjunto de principios relacionados sistemáticamente
entre sí, que incluye algunas generalizaciones en forma de ley natural y este conjunto
de principios son empíricamente comprobables”.
Para Mitchell y Jolley (1992) mientras que una hipótesis es una predicción
específica que puede ser comprobada, una teoría es más compleja que una hipótesis a
causa de que está formada por un grupo de proposiciones relacionadas entre sí que
intentan especificar la relación entre un grupo de variables y alguna conducta.