En la Edad Media, el embarazo y el parto eran procesos plagados de misterio y peligro para las mujeres, cuya educación las preparaba principalmente para ser esposas y madres. Las comadronas atendían los partos aplicando conocimientos científicos, religiosos y mágicos. Se creía que colocar imágenes religiosas en la habitación del parto protegería a la madre y al bebé durante un proceso que a menudo terminaba en muerte.