5. ÍNDICE
Prólogo................................................................................................................ 17
PARTE PRIMERA
EL HUMANISMO Y EL RENACIMIENTO
I. Elpensamiento humanístico-renacentista y sus característicasgenerales 26
1. El significado historiográfico del término «humanismo»....................... 26
2. El significado historiográfico del término «renacimiento»..................... 33
3. Evolución cronológica y características esenciales del período huma
nístico-renacentista ...................................................................................... 38
4. Los «profetas» y los «magos» orientales y paganos, considerados por
los renacentistas como fundadores del pensamiento teológico y filo
sófico: Hermes Trismegistos, Zoroastro y Orfeo.................................... 40
4.1. La diferencia de nivel histórico-crítico en el conocimiento que
tuvieron los humanistas con respecto a la tradición latina y a la grie
ga. 4.2. Hermes Trismegistos y el Corpus Hermeticum en su realidad
histórica y en la interpretación renacentista. 4.3. El Zoroastro del
renacimiento. 4.4. El Orfeo renacentista.
II. Ideasy tendencias delpensamiento humanístico-renacentista....................... 50
1. Los debates sobre problemas morales yel neoepicureísmo.................. 50
1.1. Los comienzos del humanismo. 1.1.1. Francesco Petrarca. 1.1.2.
Coluccio Salutati. 1.2. Debates sobre cuestiones ético-políticas en
algunos humanistas del siglo xv: L. Bruni, P. Bracciolini, L.B. Alber-
ti. 1.2.1. Leonardo Bruni. 1.2.2. Poggio Bracciolini. 1.2.3. León Bat-
tista Alberti. 1.2.4. Otros humanistas del siglo xv. 1.3. El neoepicu
reísmo de Lorenzo Valla.
2. El neoplatonismo renacentista................................................................... 61
2.1. La tradición platónica en general y los sabios bizantinos del si
glo xv. 2.2. Nicolás de Cusa: la docta ignorancia en relación con el
infinito. 2.2.1. La vida, las obras y el contexto cultural de Nicolás de
Cusa. 2.2.2. La docta ignorancia. 2.2.3. La relación entre Dios y el
universo. 2.2.4. El significado del principio «todo está en todo».
2.2.5. La proclamación del hombre como microcosmos. 2.3. Marsilio
Ficino y la Academia platónica de Florencia. 2.3.1. La posición de
Ficino en el pensamiento renacentista. 2.3.2. La labor de Ficino co
mo traductor. 2.3.3. Las directrices del pensamiento filosófico de
Ficino. 2.3.4. La importancia de la doctrina mágica de Ficino.
6. 2.4.Pico de la Mirándola: entre platonismo, aristotelismo, càbala y
religión. 2.4.1. La posición de Pico de la Mirándola. 2.4.2. Pico y la
càbala. 2.4.3. Pico de la Mirándola y la doctrina acerca de la dignidad
del hombre. 2.5. Francesco Patrizi.
3. El aristotelismo renacentista...................................................................... 83
3.1. Los problemas de la tradición aristotélica en la época del huma
nismo. 3.2. Pietro Pomponazzi y el debate sobre la inmortalidad.
4. El renacer del escepticismo........................................................................ 90
4.1. El resurgimiento de las filosofías helenísticas durante el renaci
miento. 4.2. Michel de Montaigne y el escepticismo como fundamen
to de la sabiduría.
III. El renacimiento y losproblemas religiososy políticos.................................. 95
1. El renacimiento y la religión..................................................................... 95
1.1. Erasmo de Rotterdam y laphilosophia Christi. 1.1.1. La posición
de Erasmo. 1.1.2. La concepción humanista de la filosofía cristiana.
1.1.3. El concepto erasmista de «locura». 1.2. Martín Lutero. 1.2.1.
Lutero y sus relaciones con la filosofía ycon el pensamiento humanís-
tico-renacentista. 1.2.2. Las directrices básicas de la teología lutera
na. 1.2.3. Vertientes pesimistas e irracionalistas del pensamiento de
Lutero. 1.3. Ulrico Zuinglio, el reformador de Zurich. 1.4. Calvino y
la reforma de Ginebra. 1.5. Otros teólogos de la reforma y figuras
vinculadas al movimiento protestante.
2. Contrarreforma y reforma católica............................................................ 112
2.1.Los conceptos historiográficos de «contrarreforma» y «reforma
católica». 2.2. El concilio de Trento. 2.3. El relanzamiento de la
escolástica.
3. El renacimiento y la política....................................................................... 118
3.1.Nicolás Maquiavelo y la autonomía de la política. 3.1.1. La posi
ción de Maquiavelo. 3.1.2. El realismo de Maquiavelo. 3.1.3. La
virtud del príncipe. 3.1.4. Libertad y azar. 3.1.5. La virtud de la
antigua república romana. 3.1.6. Guicciardini y Botero. 3.2. Tomás
Moro y la Utopía. 3.3. Jean Bodin y la soberanía absoluta del Esta
do. 3.4. Hugo Grocio y la fundación del iusnaturalismo.
PARTE SEGUNDA
LAS CUMBRES Y LOS RESULTADOS FINALES DEL
PENSAMIENTO RENACENTISTA
LEONARDO, TELESIO, BRUNO Y CAMPANELLA
IV Cuatro figuras eminentes del renacimiento italiano: Leonardo, Telesio,
Bruno y Campanella.......................................................................................... 133
1. Naturaleza, ciencia y arte en Leonardo.................................................... 133
1.1. El orden mecánico de la naturaleza. 1.2. Leonardo, entre el
renacimiento y la edad moderna. 1.3. Reflexión mental y expe
riencia.
2. Bernardino Telesio: la indagación de la naturaleza según sus propios
principios....................................................................................................... 138
2.1. Su vida y sus obras. 2.2. La novedad de la física telesiana. 2.3.
Los principios propios de la naturaleza. 2.4. El hombre como reali
dad natural. 2.5. La moral natural. 2.6. La trascendencia divina y el
alma como ente suprasensible.
7. 3. Giordano Bruno: la religión como metafísica de lo infinito y el «he
roico furor»....................................................................................................
3.1. Su vida y sus obras. 3.2. La característica fundamental del pensa
miento de Bruno. 3.3. Arte de la memoria (mnemotecnia) y arte
mágico-hermético. 3.4. El universo de Bruno ysu significado. 3.5. La
infinitud del Todo y el significado que Bruno otorga a la revolución
copernicana. 3.6. Los «heroicos furores». 3.7. Conclusiones.
4. Tomás Campanella: naturalismo, magia y anhelo de reforma uni
versal...............................................................................................................
4.1. Su vida y sus obras. 4.2. La naturaleza y el significado del conoci
miento filosófico, y el replanteamiento del sensismo telesiano. 4.3.
La autoconciencia. 4.4. La metafísica de Campanella: las tres prima-
lidades del ser. 4.5. El panpsiquismo y la magia. 4.6. La Ciudad del
Sol. 4.7. Conclusiones.
PARTE TERCERA
LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
La revolución científica
1. La revolución científica: rasgos generales................................................
1.1.La revolución científica: los cambios que produce. 1.2. La forma
ción de un nuevo tipo de saber, que exige la unión de ciencia y
técnica. 1.3. Científicos y artesanos. 1.4. Una nueva forma de saber y
una nueva figura de sabio. 1.5. 7a legitimación de los instrumentos
científicos y su uso.
2. La revolución científica y la tradición mágico-hermética......................
2.1. Presencia y rechazo de la tradición mágico-hermética. 2.2. Las
características de la astrología y de la magia. 2.3. J. Reuchlin y la
tradición cabalística; Agrippa: magia blanca y magia negra. 2.4. El
programa iatroquímico de Paracelso. 2.5. Tres magos italianos: Fra-
castoro, Cardano y Della Porta.
3. Nicolás Copérnico yel nuevo paradigma de la teoría heliocéntrica
3.1. El significado filosófico de la revolución copernicana. 3.2. Nico
lás Copérnico: su formación científica. 3.3. Copérnico: un hombre
comprometido socialmente. 3.4. La Narrado prima de Rheticus y la
interpretación instrumentalista que Osiander formula con respecto a
la obra de Copérnico. 3.5. El realismo y el neoplatonismo de Copér
nico. 3.6. La problemática situación de la astronomía precopernica-
na. 3.7. La teoría de Copérnico. 3.8. Copérnico y la tensión esencial
entre tradición y revolución.
4. Tycho Brahe: ya no es válida «la vieja distribución ptolemaica» ni «la
moderna innovación introducida por el gran Copérnico»......................
4.1. Tycho Brahe: el perfeccionamiento de los instrumentos y de las
técnicas de observación. 4.2. Tycho Brahe niega la existencia de
las esferas materiales. 4.3. Ni Ptolomeo ni Copérnico. 4.4. El sistema
de Tycho Brahe: una restauración que contiene los gérmenes de la
revolución.
5. Johannes Kepler: el paso del círculo a la elipse y la sistematización
matemática del sistema copernicano.........................................................
5.1. Kepler, profesor en Graz: el Mysterium cosmographicum. 5.2.
Kepler, matemático imperial en Praga: la astronomía nueva y la
dióptrica. 5.3. Kepler en Linz: las Tablas rudolfinas y laArmonía del
mundo. 5.4. El Mysterium cosmographicum: a la caza del divino
orden matemático de los cielos. 5.5. Del círculo a la elipse. Las tres
8. leyes de Kepler. 5.6. El Sol como causa de los movimientos plane
tarios.
6. El drama de Galileo y lafundación de la ciencia moderna..................... 223
6.1. Galileo Galilei: su vida y sus obras. 6.2. Galileo y la fe en el
anteojo. 6.3. El Sidereus Nuncius y la confirmación del sistema co
pernicano. ti.4. Las raíces epistemológicas del enfrentamiento entre
Galileo y la Iglesia. 6.5. El realismo de Galileo contra el instrumenta-
lismo de Belarmino. 6.6. La incomparabilidad entre ciencia y fe. 6.7.
El primer proceso. 6.8. El Diálogo sobre los dos sistemas máximos y
el derrocamiento de la cosmología aristotélica. 6.9. El segundo pro
ceso: la condena y la abjuración. 6.10. La última gran obra: los Dis
cursos y demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencias.
6.11. La imagen galileana de la ciencia. 6.12. La cuestión del método:
¿experiencias sensibles y/o demostraciones necesarias? 6.13. La ex
periencia es el experimento. 6.14. La función de los experimentos
mentales.
7. Sistema del mundo, metodología y filosofía en la obra de Isaac
Newton........................................................................................................... 257
7.1. El significado filosófico de la obra de Newton. 7.2. Su vida y sus
obras. 7.3. Las reglas del filosofar y la ontologia que presuponen.
7.4.El orden del mundo y la existencia de Dios. 7.5. El significado de
la sentencia metodológica: hypotheses nonfingo. 7.6. La gran máqui
na del mundo. 7.7. La mecánica de Newton como programa de in
vestigación. 7.8. El descubrimiento del cálculo infinitesimal y la
.disputa con Leibniz.
8. Las ciencias de la vida................................................................................. 273
8.1. Los avances de la investigación anatómica. 8.2. W. Harvey: el
descubrimiento de la circulación de la sangre y el mecanicismo bioló
gico. 8.3. Francesco Redi se opone a la teoría de la generación es
pontánea.
9. Las academias ylas sociedades científicas.............................................. 277
9.1. La Accademia dei Lincei y la Accademia del Cimento. 9.2. La
Royal Society de Londres y la Academia real de las ciencias de
Francia.
PARTE CUARTA
BACON Y DESCARTES
LA EVOLUCIÓN SOCIAL Y TEÓRICA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO
ANTE LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
VI. Francis Bacon: elfilósofo de la era industrial 283
1. Francis Bacon: su vida ysuproyecto cultural 283
2. Los escritos de Bacon ysu significado.................................................... 285
3. Por qué Bacon critica el ideal del saber mágico-alquímico.................. 288
4. Por qué Bacon critica lafilosofía tradicional 290
5. Porqué Bacon critica lalógica tradicional............................................. 292
6. Anticipaciones e interpretaciones dela naturaleza............................... 293
7. La teoría de los ídolos............................................................................... 294
8. Sociología del conocimiento, hermenéutica y epistemología, y su
relación con lateoría de los ídolos........................................................... 297
9. El objetivo de laciencia: el descubrimientode las formas 298
10. La inducción por eliminación................................................................... 300
11. El experimentum crucis............................................................................. 302
12. Bacon no es el padre espiritual de un tecnicismo moralmente
neutro.......................................................................................................... 303
9. VII. Descartes: «elfundador de lafilosofía moderna».......................................... 305
1. La unidad del pensamiento de Descartes 305
2. Su vida y sus obras...................................................................................... 308
3. La experiencia del hundimiento cultural de una época 311
4. Las reglas del método............................................................................... 314
5. La duda metódica....................................................................................... 317
6. La certeza fundamental: cogito ergo sum 318
7. La existencia y el papel de Dios............................................................... 322
8. El mundo es una máquina........................................................................ 326
9. Las revolucionarias consecuenciasdel mecanicismo 330
10. La creación de lageometría analítica 331
11. El alma y el cuerpo..................................................................................... 334
12. Las reglas de la moral provisional........................................................... 336
PARTE QUINTA
LAS GRANDES CONSTRUCCIONES METAFÍSICAS
DEL RACIONALISMO
EL OCASIONALISMO, SPINOZA Y LEIBNIZ
VIII. La metafísica del ocasionalismo y Malebranche............................................ 341
1. Los precursores del ocasionalismo y A. Geulincx.................................. 341
2. Malebranche y la evolución del ocasionalismo........................................ 343
2.1. Vida y obras de Malebranche. 2.2. El conocimiento de la verdad
y la visión de las cosas en Dios. 2.3. Las relaciones entre alma y
cuerpo, y el conocimiento que el alma tiene de sí misma. 2.4. Todo
está en Dios. 2.5. La importancia del pensamiento de Malebranche.
IX. Spinoza y lametafísica delmonismo y del inmanentismo panteísta............ 351
1. La vida y los escritos de Spinoza................................................................ 351
2. La búsqueda de la verdad que otorga un sentido alavida.................... 354
3. La noción de Dios como eje central del pensamiento de Spinoza........ 357
3.1. El orden geométrico. 3.2. La substancia, o el Dios de Spinoza.
3.3. Los atributos. 3.4. Los modos. 3.5. Dios y el mundo: natura
naturans y natura naturata.
4. La doctrina de Spinoza sobre el paralelismo entre ordo idearum y
ordo rerum..................................................................................................... 363
5. El conocimiento........................................................................................... 366
5.1. Los tres géneros de conocimiento. 5.2. El conocimiento adecua
do de cada realidad implica el conocimiento de Dios. 5.3. En las
formas del conocimiento adecuado no hay lugarpara la contingencia:
todo resulta necesario. 5.4. Las consecuencias morales del conoci
miento adecuado.
6. El ideal ético de Spinoza y el amor Dei intellectualis.............................. 370
6.1. El análisis geométrico de las pasiones. 6.2. El intento de Spinoza
de colocarse más allá del bien y del mal. 6.3. El conocer como libera
ción de las pasiones y fundamento de las virtudes. 6.4. La visión de
las cosas sub specie aeternitatis y el amor Dei intellectualis.
7. La concepción de la religión y del Estado en Spinoza............................. 375
7.1. La negación del significado cognoscitivo de la religión. 7.2. El
Estado.como garantía de libertad.
10. X. Leibniz y la metafísica del pluralismo monadológico y de la armonía
preestablecida 380
1. La vida y las obras de Leibniz.................................................................. 380
2. La posibilidad de una mediación entrephilosophia perennis yphilo-
sophi novi.................................................................................................... 383
3. La posibilidad de recuperar el finalismo ylasformas substanciales... 384
3.1. El nuevo significado del finalismo. 3.2. El nuevo significado de
las formas substanciales.
4. La refutación del mecanicismo yel origen dela noción de mónada... 388
4.1. El memorable error de Descartes. 4.2. Las consecuencias del
descubrimiento de Leibniz.
5. Las líneas maestras de la metafísica monadológica.............................. 391
5.1. La naturaleza de la mónada como fuerza representativa. 5.2.
Cada mónada representa el universo y es un microcosmos. 5.3. El
principio de la identidad de los indiscernibles. 5.4. La ley de la
continuidad y su significado metafísico. 5.5. La creación de las mó
nadas y su indestructibilidad.
6. Las mónadas y laconstitución del universo............................................ 397
6.1. La explicación de la materialidad y la corporeidad de las móna
das. 6.2. La explicación de la constitución de los organismos anima
les. 6.3. La diferencia entre las mónadas espirituales y las demás
mónadas.
7. La armonía preestablecida....................................................................... 400
8. Dios yel mejor de los mundos posibles: el optimismo de Leibniz..... 403
9. Las verdades de razón, las verdades de hecho y el principio de razón
suficiente..................................................................................................... 405
10. La doctrina del conocimiento: el innatismo virtual, o la nueva forma
de reminiscencia......................................................................................... 407
11. El hombre ysu destino 408
p a r t e s e x t a
LA EVOLUCIÓN DEL EMPIRISMO
XI. Thomas Hobbes: el corporeísmo y la teoría delabsolutismo político 413
1. Su vida ysus obras....................................................................................... 413
2. Laconcepción y la división de lafilosofía en Hobbes............................. 414
3. Nominalismo, convencionalismo, empirismo y sensismo en Hobbes 417
4. Corporeísmo y mecanicismo....................................................................... 420
5. La teoría del Estado absolutista................................................................ 422
6. El Leviatán. Conclusiones acerca de Hobbes.......................................... 425
XII. John Locke y lafundación del empirismo crítico.......................................... 428
1. La vida ylas obras de Locke.................................................................... 428
2. El problema yel programa del Ensayo sobre el intelecto humano..... 430
3. El empirismo de Locke como síntesis entre el empirismo inglés tra
dicional y el racionalismo cartesiano: el principio de la experiencia y
lacrítica del innatismo............................................................................... 432
4. La doctrina de las ideas ysu estructurageneral..................................... 435
5. La crítica ala idea de substancia, la cuestión de la esencia, el univer
sal yel lenguaje.......................................................................................... 437
6. El conocimiento, suvalor ysu extensión................................................ 440
7. La probabilidad ylafe............................................................................... 442
8. Las doctrinas morales ypolíticas............................................................. 443
11. 9. La religión ysus relaciones con la razón ycon la fe.............................. 444
10. Conclusiones acerca de Locke.................................................................. 446
XIII. George Berkeley: una gnoseología nominalista y fenomenista, enfunción
de una apologética renovada............................................................................ 447
1. La vida y el significado de laobra de Berkeley...................................... 447
2. Los Comentariosfilosóficos yel programa investigador...................... 450
3. La teoría de lavisión y la construcción mentales de los objetos.......... 453
4. Los objetos de nuestro conocimiento son ideas, y éstas son sensa
ciones............................................................................................................ 455
5. Por qué las ideas abstractas son ilusorias................................................ 456
6. Es falsa la distinción entre cualidades primarias y cualidades secun
darias ............................................................................................................ 458
7. La crítica ala idea de substancia material.............................................. 459
8. El gran principio: Esse estperdpi............................................................ 460
9. Dios y las leyes de la naturaleza............................................................... 462
10. La filosofía de la física: Berkeley, precursorde Mach........................... 464
XIV David Humey elepílogo irracionalista delempirismo 468
1. La vida y las obras de Hume.................................................................... 468
2. La nueva escena del pensamiento, o la ciencia de la naturaleza
humana........................................................................................................ 471
3. Impresiones, ideas y el principio de asociación..................................... 472
4. La negación de las ideas universales y el nominalismo de Hume 474
5. Relaciones entre ideas ydatos de hecho................................................. 476
6. La crítica de Hume ala idea de relación de causa aefecto.................. 477
7. La crítica a las ideas de substancia material y substancia espiritual:
la existencia de los cuerpos ydel «yo» como objeto de mera creencia
ateórica........................................................................................................ 479
8. La teoría de las pasiones y la negación de la libertad y de la razón
práctica........................................................................................................ 481
9. El fundamento arracional de la moral 482
10. La religión ysu fundamento irracional................................................... 485
11. La disolución del empirismo en la razón escéptica y en la creencia
arracional..................................................................................................... 485
PARTE SÉPTIMA
PASCAL Y VICO, DOS PENSADORES ATÍPICOS
DE LA ÉPOCA MODERNA
XV El libertinismo. Gassendi: un empirista escéptico que defiende la religión.
Eljansenismo y Port-Royal 491
1. El libertinismo.............................................................................................. 491
1.1. En qué consiste la actitud libertina. 1.2. Libertinismo erudito y
libertinismo mundano.
2. Pierre Gassendi: un empirista escéptico que defiende la religión........ 494
2.1. La polémica en contra de la tradición aristotélico-escolástica.
2.2. Por qué no conocemos las esencias. Por qué lafilosofía aristotéli
co-escolástica es perjudicial para la fe. 2.3. Gassendi contra Descar
tes. 2.4. Por qué Gassendi vuelve a Epicuro.
3. El jansenismo y Port-Royal........................................................................ 500
3.1. Jansenio y el jansenismo. 3.2. La lógica y la lingüística de Port-
Royal.
12. XVI. Blaise Pascal: autonomía de la razón, miseria y grandeza del hombre, y
razonabilidad deldon de lafe........................................................................•.. 505
1. Lapasión por la ciencia............................................................................ 505
2. La primera yla segunda conversión........................................................ 507
3. Pascal en Port-Royal.................................................................................. 509
4. Las Provinciales.......................................................................................... 510
5. La frontera entre saber científico yfe religiosa..................................... 512
6. La razón científica, entre la tradición yel progreso.............................. 513
7. El ideal del saber científico: reglas para elaborar argumentaciones
convincentes................................................................................................ 515
8. Espritde géométrie y espritdefinesse....................................................... 517
9. Grandeza ymiseria de la condición humana 519
10. El divertissement......................................................................................... 521
11. La impotencia de la razón para fundamentar los valores ydemostrar
la existencia de Dios.................................................................................. 523
12. «Sin Jesucristo no sabemos qué es nuestra vida, ni nuestra muerte,
ni Dios, ni qué somos nosotros mismos»................................................ 524
13. Contra el deísmo ycontra Descartes, inútil einseguro.......................... 525
14. Porqué apostar por Dios 526
XVII. Giambattista Vico y la fundación del «mundo civil hecho por los
hombres»............................................................................................................. 529
1. Su vida y sus obras...................................................................................... 529
2. Los límites del saber de los modernos.................................................... 533
3. El verum-factum y el descubrimiento de la historia............................. 536
4. Vico se muestra contrario a la historia de los filósofos....................... 537
5. Vico se muestra contrario ala historia de los historiadores............... 538
6. Los cuatro autores de Vico....................................................................... 540
7. La distinción y la unidad entre filosofía y filología............................... 542
8. La verdad que lafilosofía proporciona ala filología............................ 544
9. La certeza que la filología ofrece ala filosofía..................................... 546
10. Los hombres como protagonistas de la historia, y la heterogénesis
de los fines.................................................................................................. 548
11. Las tres edades de la historia.................................................................... 550
12. Lenguaje, poesía y mito........................................................................... 553
13. La Providencia yel sentido de la historia............................................... 556
14. Los retornos históricos............................................................................. 558
PARTE OCTAVA
LA RAZÓN EN LA CULTURA ILUSTRADA
XVIII. La razón en la cultura de la ilustración 563
1. El lema de la ilustración: «¡Ten la valentía de utilizar tu propia
inteligencia!».............................................................................................. 563
2. La razón de los ilustrados.......................................................................... 564
3. La razón ilustrada contra los sistemasmetafísicos............................... 566
4. El ataque contra las supersticiones delas religiones positivas............. 568
5. Razón yderecho natural........................................................................... 569
6. Ilustración yburguesía.............................................................................. 572
7. Cómo difundieron las luceslos ilustrados................................................ 574
8. Ilustración yneoclasicismo....................................................................... 576
9. Ilustración, historia y tradición................................................................ 578
10. Pierre Bayle y el descubrimiento del error como tarea del histo
riador........................................................................................................... 580
13. PARTE NOVENA
LA EVOLUCIÓN DE LA RAZÓN ILUSTRADA
EN FRANCIA, INGLATERRA, ALEMANIA E ITALIA
XIX. La ilustración en Francia 585
1. La Enciclopedia........................................................................................... 585
1.1. Origen, estructura y colaboradores de la Enciclopedia. 1.2. Fina
lidades y principios inspiradores de la Enciclopedia.
2. D’Alembert y lafilosofía como ciencia de los hechos............................. 589
2.1. El siglo filosófico es el siglo de la experimentación y del análisis.
2.2. Deísmo y moral natural.
3. Denis Diderot: del deísmo a la hipótesis materialista............................. 593
3.1. El deísmo, en contra del ateísmo y de la religión positiva. 3.2.
Todo es materia en movimiento.
4. Condillac y la gnoseología del sensismo................................................... 598
4.1. Su vida y el significado de su obra. 4.2. La sensación como
fundamento del conocimiento. 4.3. Una estatua organizada interna
mente como nosotros y la construcción de las funciones humanas.
4.4.La perjudicial jerga metafísica y la ciencia como lengua bien
estructurada. 4.5. Tradición y educación.
5. El materialismo ilustrado: La Mettrie, Helvetius, d’Holbach............. 605
5.1. «El hombre máquina» de La Mettrie. 5.2. Helvetius: la sensa
ción es el principio de la inteligencia y el interés es el principio de la
moral. 5.3. D’Holbach: «el hombre es obra de la naturaleza».
6. Voltaire y la gran batalla por la tolerancia............................................... 613
6.1. El significado de la obra y de la vida de Voltaire. 6.2. La defensa
del deísmo contra el ateísmo y el teísmo. 6.3. La defensa de la huma
nidad contra Pascal, sublime misántropo. 6.4. Contra Leibniz y su
«mejor de los mundos posibles». 6.5. Los fundamentos de la toleran
cia. 6.6. El caso Calas y el Tratado sobre la tolerancia.
1. Montesquieu: las condiciones de la libertad yel Estado dederecho 627
7.1. Su vida y el significado de su obra. 7.2. Las razonesde la exce
lencia de la ciencia. 7.3. Las Cartas persas. 7.4. El Espíritu de las
leyes. 7.5. La división de poderes: el poder que frena el poder.
8. Jean-Jacques Rousseau: el ilustrado hereje........................................... 635
8.1. Su vida y el significado de su obra. 8.2. El hombre en el «estado
de naturaleza». 8.3. Rousseau contra los enciclopedistas. 8.4. Rous
seau, ilustrado. 8.5. El contrato social. 8.6. El Emilio, o el itinerario
pedagógico. 8.7. La naturalización de la religión.
XX. La ilustración inglesa........................................................................................ 653
1. La controversia sobre el deísmo y la religión revelada......................... 653
1.1. John Toland: el cristianismo sin misterios. 1.2. Samuel Clarke y
la prueba de la existencia de un Ser necesario e independiente. 1.3.
Anthony Collins y la defensa del librepensamiento. 1.4. Matthew
Tindal y la reducción de la revelación a la religión natural. 1.5. Jo-
seph Butler: la religión natural es algo fundamental, pero no lo es
todo.
2. La reflexión sobre la moral en la ilustración inglesa.............................. 664
2.1. Shaftesbury y la autonomía de la moral. 2.2. Francis Hutcheson:
la acción mejor procura la mayor felicidad a la mayor cantidad de
14. personas. 2.3. David Hartley: la física de la mente y la ética sobr.e
bases psicológicas.
3. Bernard de Mandeville y la Fábula de las abejas: «vicios privados,
virtudes públicas»......................................................................................... 670
3.1. Cuando el vicio privado se convierte en beneficio público. 3.2.
Cuando la virtud privada lleva la sociedad a la ruina.
4. La escuela escocesa del sentido común.................................................... 674
4.1. Thomas Reid: el hombre como animal cultural. 4.2. Reid y la
teoría de la mente. 4.3. Reid: realismo y sentido común. 4.4. Dugald
Stewart y las condiciones de la argumentación filosófica. 4.5. Thomas
Brown: la filosofía del espíritu y el arte de dudar.
XXI. La ilustración alemana..................................................................................... 683
1. La ilustración alemana: características, precedentes y ambiente so
cio-cultural..................................................................................................... 683
1.1. Características. 1.2. Precedentes. 1.3. E.W. von Tschirnhaus: el
ars inveniendi como confianza en la razón. 1.4. Samuel Pufendorf: el
derecho natural es una cuestión de razón. 1.5. Christian Thomasius:
la distinción entre derecho y moral. 1.6. Las relaciones del pietismo
con la ilustración. 1.7. Federico n y la situación política.
2. La «enciclopedia del saber» de Christian Wolff..................................... 687
3. El debate filosófico en la época de Wolff................................................ 691
3.1. Martin Knutzen: el encuentro entre el pietismo y la filosofía de
Wolff. 3.2. Christian A. Crusius: la voluntad es autónoma con res
pecto al intelecto. 3.3. Johann H. Lambert: la búsqueda del reino de
la verdad. 3.4. Johann N. Tetens: la fundamentación psicológica
de la metafísica.
4. Alexander Baumgarten y lafundación de la estética sistemática........ 694
5. Hermann Samuel Reimarus: la defensa de la religión natural y el
rechazo de la religión revelada................................................................... 696
6. Moses Mendelssohn yla diferencia esencial entre religión y Estado ... 697
7. Gotthold Ephraim Lessing y lapasión de laverdad.............................. 699
7.1. Lessing y la cuestión estética. 7.2. Lessing y la cuestión religiosa.
XXII. La ilustración italiana 705
1. Los preilustrados italianos........................................................................ 705
1.1. El anticurialismo de Pietro Giannone. 1.2. Ludovico A. Murato-
ri y la defensa del buen gusto, del sentido crítico.
2. La ilustración lombarda............................................................................. 709
2.1. Pietro Verri: el bien nace del mal. 2.2. Alessandro Verri: la
desconfianza es la gran precursora de la verdad. 2.3. Cesare Becca-
ria: contra la tortura y la pena de muerte. 2.4. Paolo Frisi: el primero
en sacudir del sueño a Lombardía.
3. La ilustración napolitana........................................................................... 716
3.1. Antonio Genovesi: el primer profesor italiano de economía polí
tica. 3.2. Ferdinando Galiani: el autor del tratado Sobre la moneda.
3.3.Gaetano Filangieri: las leyes, racionales y universales, deben
adecuarse al estado de la nación que las recibe.
15. PARTE DÉCIMA
KANT Y LA FUNDACIÓN DE LA FILOSOFÍA TRASCENDENTAL
XXIII. Kanty elgiro crítico delpensamiento occidental.......................................... 723
1. La vida, la obra y la evolución del pensamientode Kant........................ 723
1.1. La vida de Kant. 1.2. Los escritos de Kant. 1.3. El itinerario
espiritual de Kant a lo largo de los escritos precríticos. 1.4. La gran
iluminación de 1769 y la Memoria de cátedra de 1770.
2. La Crítica de la Razón pura........................................................................ 731
2.1. El problema crítico: la síntesis a priori y su fundamento. 2.2. La
revolución copernicana de Kant. 2.3. La estética trascendental (la
doctrina del conocimiento sensible y de sus formas a priori). 2.4. La
analítica trascendental y la doctrina del conocimiento intelectivo y de
sus formas a priori. 2.4.1. La lógica kantiana y sus divisiones. 2.4.2.
Las categorías y su deducción. 2.4.3. El «yo pienso» o apercepción
trascendental. 2.5. La analítica de los principios: el esquematismo
trascendental y el sistema de todos los principios del intelecto puro, o
la fundación trascendental de la física newtoniana. 2.6. La distinción
entre fenómeno y noúmeno (la cosa en sí). 2.7. La dialéctica trascen
dental. 2.7.1. La concepción kantiana de la dialéctica. 2.7.2. La fa
cultad de la razón en un sentido específico y las ideas de la razón en
un sentido kantiano. 2.7.3. La psicología racional y los paralogismos
de la razón. 2.7.4. La cosmología racional y las antinomias de la
razón. 2.7.5. La teología racional y las pruebas tradicionales de
la existencia de Dios. 2.7.6. El uso normativo de las ideas de la
razón.
3. La Crítica de la Razón práctica y laética de Kant................................... 760
3.1. El concepto de «razón práctica» y los objetivos de la nueva
Crítica. 3.2. La ley moral como imperativo categórico. 3.3. La esen
cia del imperativo categórico. 3.4. Las fórmulas del imperativo cate
górico. 3.5. La libertad como condición y fundamento de la ley mo
ral. 3.6. El principio de la autonomía moral y su significado. 3.7. El
bien moral y el tipo de juicio. 3.8. El rigorismo y el himno kantiano
al deber. 3.9. Los postulados de la razón práctica y la primacía de la
razón práctica con respecto a la razón pura.
4. La Crítica delJuicio...................................................................................... 773
4.1. La postura de la tercera Crítica en comparación con las dos
precedentes. 4.2. Juicio determinante y juicio reflexivo. 4.3. El juicio
estético. 4.4. La concepción de lo sublime. 4.5. El juicio teleológico y
las conclusiones de la Crítica del Juicio.
5. Conclusiones: «El cielo estrellado por encima de mí y la ley moral
dentro de mí» como clave espiritual de Kant, hombre ypensador....... 779
Apéndice............................................................................................................. 781
Tablas cronológicas...................................................................................... 782
Bibliografía.................................................................................................... 805
índice de nombres 817
16.
17. PRÓLOGO
«El último paso de la razón consiste en reconocer que hay
infinitud de cosas que la superan.»
Pascal
¿Cuál es la justificación de un tratamiento tan amplio de la historia del
pensamiento filosófico y científico, dirigido a los centros de enseñanza
secundaria? ¿Es posible acaso -quizás se pregunte el docente, al observar
el tamaño de los tres volúmenes de la obra- afrontar y desarrollar, en las
escasas horas disponibles cada semana, un programa tan vasto y lograr
que el estudiante lo domine?
Sin lugar a dudas, si se mide este libro por el número de páginas, hay
que decir que es un libro extenso. Y no sólo esto: es el libro más extenso
que se haya concebido y realizado hasta ahora, para su utilización en los
centros de enseñanza secundaria. No obstante, es oportuno recordar aquí
la razonable opinión de Terrasson, citada por Kant en el Prefacio a la
Crítica de la razón pura: «Si se mide la extensión del libro no por el
número de páginas, sino por el tiempo necesario para entenderlo, de
muchos libros podría decirse que serían mucho más breves, si no fuesen
tan breves.»
En efecto, con mucha frecuencia los manuales de filosofía provocarían
mucha menos cansancio si tuviesen unas cuantas páginas más sobre una
serie de temas. En la exposición de la problemática filosófica la brevedad
no simplifica las cosas, sino que las complica y en ocasiones las vuelve
poco comprensibles o incluso del todo incomprensibles. En cualquier ca
so, en un manual de filosofía la brevedad conduce fatalmente al simplis
mo, a la enumeración de opiniones, a la mera panorámica de lo que han
dicho a lo largo del tiempo los diversos filósofos, cosa si se quiere instruc
tiva, pero poco formativa.
La presente historia del pensamiento filosófico y científico pretende
abarcar tres planos. Primero el de aquello que han dicho los filósofos, es
decir, plano que los antiguos llamaban «doxográfico» (cotejo de opinio
nes). Luego el porqué los filósofos han dicho lo que han dicho, ofreciendo
18. un adecuado sentido de cómo lo han dicho. Finalmente aquel en que se
indican algunos de los efectos provocados por las teorías filosóficas y
científicas.
El porqué de las afirmaciones de los filósofos nunca es algo simple,
puesto que a menudo los temas sociales, económicos y culturales se entre
cruzan y se entrelazan de distintas formas con los temas teóricos y especu
lativos. Se ha ido dando razón gradualmente del trasfondo del cual han
surgido las teorías de los filósofos, pero evitando el peligro de las reduc
ciones sociologistas, psicologistas e historicistas (que en los últimos años
han alcanzado una hipertrofia exagerada, hasta el punto de vaciar de
contenido la identidad específica del discurso filosófico), y poniendo de
manifiesto el encadenamiento de los problemas teóricos y los nexos con
ceptuales y, por tanto, las motivaciones lógicas, racionales y críticas que
en definitiva constituyen la substancia de las ideas filosóficas y científicas.
Además, se ha tratado de ofrecer el sentido del cómo los pensadores y
los científicos han propuesto sus doctrinas, utilizando con amplitud sus
propias palabras. A veces, cuando se trata de textos fáciles, la palabra viva
de los diversos pensadores ha sido utilizada en el mismo nexo expositivo.
En otros casos, en cambio, se han efectuado citas de los distintos autores
(los más complicados y más difíciles) en apoyo de la exposición, y -según
el nivel de conocimiento acerca del autor que se desee obtener- pueden
omitirse dichos textos sin perjuicio para la comprensión de conjunto. Las
citas textuales de los diferentes autores se han graduado de un modo
acorde con la curva discente del joven que al principio se adentra en un
discurso completamente nuevo y, por tanto, necesita la máxima sencillez.
Poco a poco, sin embargo, va adquiriendo las categorías del pensamiento
filosófico, aumenta su propia capacidad y puede enfrentarse en conse
cuencia con un tipo más complejo de exposición ycomprender el diferente
carácter del lenguaje con el que han hablado los filósofos. Por lo demás,
así como no es posible darse una idea del modo de sentir y de imaginar de
un poeta sin leer algunos fragmentos de su obra, resulta imposible hacerse
una idea de la forma de pensar de un filósofo, si se ignora totalmente el
modo en que expresaba sus pensamientos.
Por último, los filósofos son importantes no sólo por aquello que di
cen, sino también por las tradiciones que generan y que ponen en movi
miento: algunas de sus posturas favorecen el nacimiento de ciertas ideas
pero, al mismo tiempo, impiden el surgimiento de otras. Por tanto los
filósofos son importantes por lo que dicen ypor lo que impiden decir. Éste
es uno de aquellos aspectos que a menudo silencian las historias de la
filosofía y que aquí se ha querido poner de manifiesto, sobre todo al
explicar las complejas relaciones entre las ideas filosóficas y las ideas
científicas, religiosas, estéticas y sociopolíticas.
El punto de partida de la enseñanza de la filosofía reside en los proble
mas que ésta ha planteado y plantea, y por tanto se ha buscado con
especial dedicación enfocar la exposición desde el punto de vista de los
problemas. A menudo se ha preferido el método sincrónico con respecto
al diacronico, si bien este último ha sido respetado en la medida de lo
posible.
El punto de llegada de la enseñanza de la filosofía consiste en formar
mentes ricas en contenidos teóricos, sagaces en lo que respecta al método,
19. capacitadas para plantear y desarrollar de forma metódica los distintos
problemas, y para leer de modo crítico la compleja realidad que las rodea.
A tal objetivo apuntan precisamente los cuatro planos antes indicados,
que han servido para concebir y llevar a cabo toda la presente obra: crear
en los jóvenes una razón abierta, capaz de defenderse con respecto a las
múltiples solicitaciones contemporáneas de huida hacia lo irracional o de
repliegue hacia posturas estrechamente pragmatistas o cientificistas. Y la
razón abierta es una razón que sabe que lleva en sí misma los factores de
corrección para todos los errores que -en cuanto que es una razón huma-
na- pueda cometer y la fuerza para recomenzar itinerarios siempre
nuevos.
Este segundo volumen se divide en diez partes. Para ello se ha tenido
en cuenta la sucesión lógica y cronológica de las cuestiones tratadas, pero
ofreciendo asimismo a los profesores auténticas unidades didácticas en
cuyo ámbito -según los intereses y el nivel de los alumnos- podrán selec
cionar lo más apropiado. La amplitud del tratamiento no implica que haya
que hacerlo todo, sino que pretende ofrecer una amplia posibilidad de
opción y de profundización.
La primera parte versa sobre el humanismo y el renacimiento, cuyas
figuras y tendencias generales se exponen teniendo en cuenta, entre otros
factores, los más recientes logros historiográficos. Éstos ponen de mani
fiesto que una de las principales características de la época -la que le
imprime su sello peculiar- procede del pensamiento atribuido a los profe
tas y magos más antiguos, como por ejemplo Hermes Trismegistos, Zo-
roastro y Orfeo. Por lo tanto, se analizan estos personajes y los mitos crea
dos por ellos, explicando el particular clima espiritual que su revivificación
ha provocado desde las más variadas e interesantes perspectivas, y en
particular haciendo mención de la revivificación del platonismo.
Se concede una extensa atención ala revolución científica, aquel pode
roso movimiento de ideas que, apartir de la publicación del De Revolutio-
nibus de Copérnico (1543), adquiere en el siglo xvn sus rasgos representa
tivos mediante la obra de Galileo, halla sus filósofos más propios en Ba-
con y en Descartes, y más adelante configurará su expresión clásica a
través de la imagen newtoniana del universo concebido como un reloj. El
proceso de la revolución científica lleva aparejada la revolución astronó
mica, que se ha consolidado gracias no sólo a Copérnico sino también a
Tycho Brahe y Kepler. Se ha dedicado una especial atención al pensa
miento de Galileo: al desarrollo de su teoría científica, a su visión de la
ciencia, a las razones de su rechazo a la filosofía aristotélica, a las raíces
epistemológicas de su enfrentamiento con la Iglesia católica, a su concep
ción de las relaciones entre ciencia y fe. También hemos querido insistir,
en lo que se refiere a Newton, no sólo sobre sus ideas científicas (físicas y
matemáticas) sino también sobre sus concepciones filosóficas y teológicas.
De manera muy detenida, hemos estudiado su imagen de la ciencia, ya
que ésta será la imagen que se encontrará en la base de la razón de los
empiristas y de la de los ilustrados. Además, resultaba indispensable insis
tirsobre Newton para poder comprender laobra de Kant, ya que la ciencia
a la que se referirá Kant es, precisamente, la mecánica de Newton. Por
otra parte, durante los ciento cincuenta años que transcurren entre Copér
nico y Newton no sólo cambia laimagen del mundo. En efecto, comproba
20. remos que, ligada a dicho cambio, se produce una mutación lenta y tor
tuosa, pero decisiva, en las ideas acerca del hombre, la ciencia, el hombre
de ciencia (a este respecto son de una notable importancia las complejas
relaciones entre magia y ciencia), el trabajo artesanal y las instituciones
científicas, las relaciones entre ciencia y sociedad, entre ciencia yfilosofía,
y entre saber científico y fe religiosa.
Si Galileo ayudó de forma decisiva al desarrollo de la ciencia, y elabo
ró teóricamente la naturaleza del método científico, Bacon fue el filósofo
de la época industrial, puesto que «ningún otro en su tiempo, y muy pocos
durante los trescientos años siguientes, se preocuparon con tanta profun
didad y claridad por la influencia de los descubrimientos científicos sobre
la vida humana» (B. Farrington). Desde tal perspectiva, Bacon critica la
lógica tradicional, la filosofía de Aristóteles y la tradición mágico-alqui
mista, e instaura un novum commercium mentís et reí mediante el cual -a
través de una sistemática purificación de la mente con respecto a sus
ídolos y de una también sistemática aplicación del método inductivo- se
llega al verdadero conocimiento de las cosas, que es conocimiento de
formas. Dicho conocimiento convierte al hombre en ministro e intérprete
de la naturaleza, otorgándole sobre ella un poder que debe colocarse al
servicio de la caridad y de la fraternidad.
En Bacon, a pesar de toda su modernidad, todavía están presentes
diversos rasgos de la tradición, que en cambio desaparecen en Descartes.
Descartes es el auténtico fundador de lafilosofía moderna. Según Leibniz,
«quien lea a Galileo y a Descartes se encontrará en mejor posición para
descubrir la verdad, que si hubiese explorado el género completo de los
autores comunes». Puede afirmarse, junto con Whitehead, que la historia
de la filosofía moderna es «la historia del desarrollo del cartesianismo en
su doble aspecto de idealismo y de mecanicismo». En tales circunstancias,
hemos tratado de conceder un notable desarrollo a la exposición de las
concepciones de Descartes, mostrando cómo en su proyecto filosófico se
hallan íntimamente vinculados y son sólidamente interfuncionales el mé
todo, la física y la metafísica. Se ha otorgado una relevancia destacada a
las grandes construcciones de la metafísica racionalista de Malebranche,
de Spinoza y de Leibniz, haciendo un amplio uso de textos fundamentales,
mostrando cómo -bajo su aparente carácter paradójico- los sistemas de
estos autores manifiestan una fundamentación lógica de extraordinaria
riqueza y cómo resultan de un interés notable hasta las aporías mismas en
que desembocan tales construcciones.
También se han expuesto con detenimiento los sistemas de los pensa
dores empiristas y no sólo los de Hobbes, Locke y Hume -como suele
hacerse, dada la unánime aceptación de la importancia de estos autores-
sino también el pensamiento de Berkeley, que acostumbra a infravalorar
se. El amplio tratamiento que hemos dedicado a Berkeley se justifica
porque es el pensador inglés, desde ciertos puntos de vista, más importan
te de la primera mitad del siglo xviii. Dedicado a un proyecto apologético
en contra del materialismo, el ateísmo y los librepensadores, Berkeley
desarrolla una teoría del conocimiento instrumentalista y fenomenista,
llena de ingeniosos argumentos y de intuiciones que con posterioridad a él
seguirán preocupando e interesando a muchos filósofos durante largo
tiempo.
21. Contra libertinos, pirronistas y racionalistas excesivamente confiados
en la razón humana, Pascal defiende la autonomía de la ciencia dentro de
su propio ámbito y fija los límites de éste, investiga sobre la miseria y la
grandeza del hombre, y proyecta una grandiosaApología del cristianismo,
considerado como la única religión que logra dar cuenta -y en profundi
dad- de la naturaleza humana. «Deseamos la verdad y no hallamos más
que incertidumbre. Buscamos lafelicidad y no hallamos más que miseria y
muerte. Somos incapaces de no desear la felicidad y la verdad, y somos
incapaces de la certidumbre y de la felicidad (...). Para que una religión
sea verdadera, tiene que haber conocido nuestra naturaleza. (...Y) ¿quién
la ha conocido, si no es la religión cristiana?» La religión cristiana, en
opinión de Pascal, únicamente enseña estos dos principios: «la corrupción
de la naturaleza humana y la obra redentora de Jesucristo.»
En cierto modo, Pascal es un pensador que avanza contra la corriente,
lo mismo que sucede con Vico, al que se debe el descubrimiento y la
fundamentación del «mundo civil hecho por los hombres». En efecto,
«aunque asumía una actitud de incomprensión y de cerrazón ante la física
y las ciencias naturales, ante las experiencias fundamentales de la edad
moderna, en cambio en el terreno de la historia y de las cosas humanas y
civiles, y através de un diálogo de alcance europeo con Bacon, con Grocio
y con Descartes, Vico replanteaba problemas esenciales y proponía solu
ciones que, subrayando diversos aspectos de su pensamiento, más tarde
harán suyas el positivismo y el historicismo» (P. Rossi).
La historiografía más reciente ha llevado a cabo una revalorización de
los distintos aspectos de la ilustración, con posterioridad a la condena
romántica. Ello nos ha impulsado no sólo a describir los rasgos básicos de
este importante movimiento de ideas, sino también a profundizar más en
la riqueza específica de las diferentes ilustraciones: francesa, inglesa, ale
mana e italiana. Debido a esto, hemos expuesto con cierta meticulosidad
1) las concepciones de los deístas ingleses (J. Toland, S. Clarke, A. Col-
lins, M. Tindal y J. Butler); la reflexión acerca de la moral, realizada por
Shaftesbury, F. Hutcheson y D. Hartley, y sobre todo las ideas eticopolíti-
cas de Bernard de Mandeville; asimismo, las ideas gnoseológicas de la
escuela escocesa: Reid, Stewart, Brown; 2) el proyecto de la Enciclopedia
francesa, la filosofía de d’Alembert y Diderot, la gnoseología sensista de
Condillac; las concepciones de los materialistas ilustrados: La Mettrie,
Helvetius y d’Holbach; la gran batalla en favor de la tolerancia que com
bate Voltaire; el pensamiento político de Montesquieu y la compleja arti
culación de ideas éticas, políticas, sociales, pedagógicas y religiosas de
Rousseau; 3) la influyente filosofía de Wolff; el nacimiento de la estética
sistematizada, gracias a A. Baumgarten, y las concepciones de Lessing; 4)
así como las ideas de los hermanos Verri y de P. Frisi y, sobre todo, de
Cesare Beccaria, sin olvidar las aportaciones de Filangieri, Galiani y Ge-
novesi. Gracias precisamente a este tratamiento específico de la ilustra
ción inglesa, francesa, alemana e italiana, puede verse con toda claridad
cómo -integrándose en diversas tradiciones culturales- la ilustración no se
configura como un sistema compacto de doctrinas, sino más bien como un
movimiento en cuya base se encuentra la confianza en la razón humana.
El desarrollo de ésta es condición necesaria para el progreso de la humani
dad y para liberarse de las cadenas ciegas y absurdas de la tradición, de los
22. cepos de la ignorancia, de la superstición, del mito y de la opresión. En
consecuencia, veremos que la razón de los ilustrados se presenta como
una defensa del conocimiento científico y de latécnica en tanto que instru
mento de la transformación del mundo y del progresivo mejoramiento de
las condiciones espirituales y materiales de la humanidad; como una tole
rancia ética y religiosa; como una defensa de los derechos naturales inalie
nables del hombre y del ciudadano; como rechazo de los sistemas metafísi-
cos dogmáticos, empíricamente incontrolables; como crítica de aquellas
supersticiones en las que consistirían las religiones positivas, y como de
fensa del deísmo (y a veces también del materialismo); como una lucha
contra los privilegios y la tiranía. Estos «parecidos de familia» son los que
nos permiten hablar, dentro de las diversas tradiciones, de movimiento
ilustrado, que es un movimiento filosófico, pedagógico, político, y que ha
influido además -y en gran medida- sobre la historiografía y sobre el arte.
A Kant, por último, se le ha reservado una exposición que constituye
una pequeña monografía, la cual -junto con una sintética descripción de
los escritos precríticos- presenta un detallado análisis estructural de las
tres Críticas, en el que se trata de conjugar la claridad didáctica con el
rigor científico.
El volumen concluye con un apéndice que contiene como complemen
to indispensable unas tablas cronológicas sinópticas, una bibliografía pre
parada especialmente para los lectores de esta obra y el índice de nom
bres. Este apéndice ha sido realizado por el profesor Claudio Mazzarelli
(cf. p. 781) quien, uniendo su doble competencia como profesor de en
señanza secundaria desde hace muchos años y como investigador científi
co, ha tratado de brindar un instrumento que resulte a la vez amplio y
funcional.
Queremos agradecer al profesor Dante Cesarini (Perugia) la ayuda
que nos ha prestado en el tratamiento de las relaciones entre ilustración y
neoclasicismo. Los autores expresan un agradecido recuerdo a la memoria
del profesor Francesco Brunelli, que fue quien ideó y promovió la iniciati
va de esta obra. Había llegado a dar inicio a la ejecución tipográfica del
proyecto, poco antes de su repentino fallecimiento. Asimismo, transmiten
un cordial agradecimiento al doctor Remo Bernacchia, por haber favore
cido y convertido en realizable la concepción completamente nueva que
inspira la presente obra. De manera especial, es mérito suyo el haber
hecho posible la nueva edición y haber previsto los medios técnicos que
permiten efectuar ulteriores mejoramientos. A la doctora Clara Fortina,
que en calidad de redactora se ha entregado con dedicación y apasiona
miento -mucho más allá de lo que exigiría el simple deber- debemos
hacerle constar nuestra gratitud más viva. Los autores desean asumir en
común la responsabilidad de toda la obra, porque han trabajado juntos
(cada uno según su propia competencia, su propia sensibilidad y sus pro
pios intereses) en la mejor realización posible de cada uno de los tres
volúmenes, con una plena unidad de espíritu y de propósitos.
Los autores
23. PARTE PRIMERA
EL HUMANISMO Y EL RENACIMIENTO
«Magnum miraculum est homo.»
Hermes Trismegistos, Asclepius
«¡Oh suprema liberalidad de Dios padre! ¡Oh suprema y
admirable felicidad del hombre! a quien le ha sido concedi
do obtener aquello que desea y ser aquello que quiere. Los
irracionales, al nacer, llevan consigo desde el seno de su
madre todo aquello que tendrán. Los espíritus superiores,
desde el comienzo o desde muy poco después, fueron lo
que serán por los siglos de los siglos. En el hombre que
nace, el Padre colocó semillas de todas clases y gérmenes
de todas las vidas. Y según los que cultive cada uno, crece
rán y darán sus frutos en él. Si son vegetales, será una
planta; si sensibles, será una bestia; si racionales, se con
vertirá en animal celestial; y si son intelectuales, será un
ángel e hijo de Dios. Empero, si no contento con la suerte
de ninguna criatura, se recoge en el centro de su unidad,
transformándose en un solo espíritu junto con Dios, en la
solitaria obscuridad del Padre aquel que fue colocado por
encima de todas las cosas estará por encima de todas las
cosas.»
Pico de la Mirándola
24. La Escuela de Atenas, de Rafael. Representa, mediante las figuras de los filósofos griegos y
sus agrupamientos, una síntesis admirable del pensamiento renacentista, idealizado en todos
sus componentes. La parte de la izquierda representa la corriente órfico-pitagórica (cf. el
detalle de lap. 48 y la explicación correspondiente) y místico-trascendentalista, que culmina
con Platón. Este señala el cielo con su mano derecha (cf. el detalle de la p. 63 y la correspon-
25. líente explicación). La parte de la derecha simboliza de manera predominante alos filósofos
lela naturaleza y a los científicos, encabezados por Aristóteles (cf. el detalle de la p. 84 y la
xplicación correspondiente). El concepto general que Rafael ha querido expresar es el
iguiente: el ideal filosófico supremo consiste en una síntesis capaz de unificar metafísica de
i trascendencia, filosofía de la naturaleza, teología y magia.
26. C a p ít u l o I
EL PENSAMIENTO HUMANÍSTICO-RENACENTISTA
Y SUS CARACTERÍSTICAS GENERALES
1. El s ig n if ic a d o h i s t o r i o g r á f i c o DEL TÉRMINO «HUMANISMO»
Existe una inmensa bibliografía crítica sobre el período del humanismo
y del renacimiento. Sin embargo, los expertos no han formulado una única
definición de los rasgos de dicha época, que recoja una aprobación unáni
me, y además han ido enmarañando hasta tal punto la complejidad de los
diversos problemas, que al mismo especialista le resultan difíciles de des
entrañar. La cuestión resulta complicada asimismo por el hecho de que
durante este período no sólo se halla en curso una modificación del pensa
miento filosófico sino también de toda la vida del hombre en todos sus
aspectos: sociales, políticos, morales, literarios, artísticos, científicos y
religiosos. Las cosas se complican aún más porque las investigaciones
referentes al humanismo y al renacimiento han tomado una dirección
predominantemente analítica y sectorial. Los expertos tienden a huir de
las grandes síntesis o incluso de las meras hipótesis de trabajo con un
carácter global o de las perspectivas de conjunto. Será preciso, por lo
tanto, establecer conceptos básicos, sin los cuales resultaría imposible ni
siquiera plantear los diversos problemas concernientes a este período his
tórico.
Comencemos por examinar el concepto mismo de «humanismo». El
término «humanismo» aparece en época reciente. Al parecer, fue F.I.
Niethammer quien lo utilizó por vez primera para indicar el área cultural a
la que se dedican los estudios clásicos y el espíritu que les es propio, en
contraposición con el área cultural que cubren las disciplinas científicas.
No obstante, el término «humanista» (y sus derivados en las diversas
lenguas) nació hacia mediados del siglo xv, inspirado en los términos
«legista», «jurista», «canonista» o «artista», para indicar aquienes enseña
ban y cultivaban la gramática, la retórica, la poesía, la historia y la filoso
fía moral. Además, en el siglo xiv ya se había hablado de studia humanita-
tis y de studia humaniora, citando afirmaciones famosas de Cicerón y de
Gelio, para señalar tales disciplinas.
Para los autores latinos que acabamos de mencionar, humanitas signi
ficaba aproximadamente lo que los griegos habían expresado con el térmi
no paideia, es decir, educación y formación del hombre. Ahora bien, se
27. Significado historiográfico del humanismo
consideraba que en esta tarea de formación espiritual desempeñaban un
papel esencial las letras, es decir, la poesía, la retórica, la historia y la
filosofía. En efecto, éstas son las disciplinas que estudian al hombre en lo
que posee de más específico, prescindiendo de toda utilidad pragmática.
Por eso, resultan particularmente apropiadas para darnos a conocer la
naturaleza peculiar del hombre mismo y para incrementarla y potenciarla.
En definitiva, resultan más idóneas que todas las demás disciplinas para
hacer que el hombre sea aquello que debe ser, de acuerdo con su naturale
za espiritual específica.
Sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo xiv -y luego en una
medida creciente, a lo largo de los dos siglos siguientes, alcanzando sus
máximos grados en el xv- apareció una tendencia a atribuir a los estudios
referentes alas litterae humanae un valor muy grande y a considerar que la
antigüedad clásica latina y griega era una especie de paradigma y de punto
de referencia, en lo que concierne las actividades espirituales y la cultura
en general. Cada vez en mayor medida, los autores latinos y griegos apa
recen como modelos insuperables de aquellas «letras humanas», auténti
cos maestros de humanidad.
«Humanismo», pues, significa esta tendencia general que, si bien po
see precedentes a lo largo de la época medieval, a partir de Francesco
Petrarca-debido a su colorido particular, asus modalidades peculiares y a
su intensidad- se presenta de una manera radicalmente nueva, hasta el
punto de señalar el comienzo de un nuevo período en la historia de la
cultura y del pensamiento. No nos dedicaremos aquí a describir el gran
fervor que se despierta en torno a los clásicos latinos y griegos y a su
redescubrimiento, gracias al paciente trabajo de investigación sobre códi
ces antiguos en las bibliotecas y a su interpretación. Tampoco nos deten
dremos a exponer las vicisitudes que condujeron a recuperar el conoci
miento de la lengua griega, que hoy se considera como un patrimonio
espiritual esencial para el hombre culto (las primeras cátedras de lengua y
literatura griegas fueron instituidas en el siglo xiv, pero la difusión del
griego se produjo sobre todo en el xv; en particular, primero el concilio de
Ferrara y de Florencia de 1438/1439 y, poco después, la caída de Cons-
tantinopla que tuvo lugar en 1453, impulsaron a algunos doctos bizantinos
a fijar su residencia en Italia: como consecuencia, la enseñanza de la
lengua griega experimentó así un enorme incremento). Finalmente, tam
poco nos dedicaremos a especificar las complejas cuestiones de carácter
predominantemente erudito que se relacionan con este fervor estudioso:
tal tarea corresponde sobre todo a la historia en general y a la historia
literaria en particular. En cambio, queremos dar cuenta de dos de las más
famosas interpretaciones que se han dado acerca del humanismo en época
reciente, que ponen de manifiesto en toda su plenitud el significado filosó
fico de la cuestión, que es el que aquí nos interesa por encima de todo.
a) Por un lado, P.O. Kristeller ha tratado de limitar notablemente
-hasta casi eliminarlo- el significado teórico y filosófico del humanismo.
Según este experto, habría que dejar al término el significado técnico que
poseía en sus orígenes, restringiéndolo así al ámbito de las disciplinas
retoricoliterarias (gramática, retórica, historia, poesía, filosofía moral).
Según Kristeller, los humanistas del período que estamos tratando han
sido sobrevalorados, atribuyéndoles una función renovadora del pensa-
28. miento que en realidad no tuvieron, dado que sólo de forma indirecta se
ocuparon de la filosofía y de la ciencia. En conclusión, de acuerdo con
Kristeller los humanistas no fueron los auténticos reformadores del pensa
miento filosófico, porque en realidad no fueron filósofos.
He aquí algunas afirmaciones significativas realizadas por este especia
lista: «El humanismo renacentista no fue tanto una tendencia o un sistema
filosófico, cuanto un programa cultural y pedagógico que valoraba y des
arrollaba un sector importante pero limitado de los estudios. Este sector
se hallaba centrado en un grupo de materias que se referían esencialmente
no alos estudios clásicos o ala filosofía, sino alo que en un sentido amplio
cabría calificar de literatura. Esta peculiar preocupación literaria fue la
que imprimió su carácter peculiar al estudio verdaderamente intensivo y
extensivo que los humanistas dedicaron a los clásicos griegos y en especial
a los latinos. Gracias a esto, dicho estudio se diferencia del que los filólo
gos clásicos realizaron apartirde lasegunda mitad del siglo xviii. Además,
los studia humanitatis incluyen una disciplina filosófica, la moral, pero
excluyen por definición campos como la lógica, la filosofía de la naturale
za y la metafísica, así como la matemática y la astronomía, la medicina, el
derecho y la teología, para citar sólo algunas de las materias que tenían un
lugar definido con claridad en el plan de estudios universitarios y en los
esquemas clasificatorios de la época. En mi opinión este mero hecho pro
porciona una prueba irrefutable en contra de los repetidos intentos de
identificar el humanismo renacentista con la filosofía, la ciencia o la cultu
ra del período en su conjunto.»
Entre las pruebas a favor de su tesis, Kristeller cita, además de otros
factores, el hecho de que durante todo el siglo xv los humanistas italianos
no pretendieron substituir la enciclopedia del saber medieval por otra
distinta y que «se mostraron conscientes de que su material de estudio
ocupaba un lugar perfectamente definido y delimitado dentro del sistema
contemporáneo de estudios». En consecuencia, interpretado de esta for
ma, el humanismo no representaría en ningún caso «la suma total de la
ciencia del renacimiento italiano»" Según Kristeller, por tanto, para en
tender la época de la que estamos hablartdo, hemos de prestar atención a
la tradición aristotélica, que se ocupaba ex profeso de la filosofía de la
naturaleza y de la lógica y que desde hacía tiempo se había consolidado
fuera de Italia (sobre todo en París y en Oxford), pero que en Italia sólo
llegó a lograrlo dudante el siglo xvi. En la segunda mitad del siglo xiv,
escribe Kristeller, «comenzó una tradición continuada de aristotelismo
italiano, que puede seguirse através de los siglos xv yxvi, y durante buena
parte del xvn».
Este aristotelismo renacentista utilizó los métodos propios de la esco
lástica (lectura y comentario de textos), pero se vio enriquecido por los
nuevos influjos humanísticos, que exigieron que los estudiosos y los pen
sadores peripatéticos retornasen a los textos griegos de Aristóteles, aban
donasen las traducciones latinas medievales y apelasen a los comentarios
griegos y también a otros pensadores griegos.
Así, los estudiosos hostiles a la edad media, señala Kristeller, confun
dieron este aristotelismo renacentista con un residuo de tradiciones me
dievales superadas. Por lo tanto, al constituir un residuo de una cultura
superada, pensaron que debían ignorarlo en beneficio de los humanistas,
29. Significado historiográfico del humanismo
verdaderos portadores del nuevo espíritu renacentista. Sin embargo, esto
representa un grave error de comprensión histórica, porque la condena
del aristotelismo renacentista-advierte Kristeller- se ha llevado amenudo
acabo sin un conocimiento efectivo de aquello que se estaba condenando.
Con excepción de Pomponazzi (de quien hablaremos más adelante), que
en la mayoría de los casos fue tomado seriamente en consideración, el
conocimiento acerca de esta fase de la historia del pensamiento se vio
condicionado por un grave prejuicio. Por eso, concluye Kristeller: «La
cantidad de estudiosos modernos que han leído de veras alguna obra de
los aristotélicos italianos es relativamente reducida. El estudio de conjun
to sobre esta escuela, que aún ejerce la máxima influencia al respecto, es
el libro de Renán sobre Averroes y el averroísmo (Averroés et l’averrois-
me, París 21861), libro que en su tiempo mostró notables méritos, pero
que contiene sin embargo numerosos errores y numerosas confusiones,
que luego han sido repetidos por todos.» Es preciso estudiar a fondo las
cuestiones discutidas por los aristotélicos italianos de este período. Se
evitarían así muchos lugares comunes, que siguen vigentes sólo porque se
los repite continuamente, pero que carecen de bases sólidas, con lo cual
surgiría una nueva realidad histórica.
En conclusión, el humanismo representaría sólo una mitad del fenó
meno renacentista y, además, la no filosófica; por consiguiente, sería del
todo comprensible sólo si lo considerásemos junto con el aristotelismo que
se desarrolló en forma paralela, el cual expresaría las verdaderas ideas
filosóficas de la época. Además, según Kristeller, los artistas del renaci
miento no habría que interpretarlos desde la perspectiva de su gran genio
creador (cosa que constituye una visión romántica y un mito decimonóni
co) sino como excelentes artesanos, cuya perfección no depende de una
especie de superior adivinación de los destinos de la ciencia moderna, sino
del cúmulo de conocimientos técnicos (anatomía, perspectiva, mecánica,
etc.) considerados como indispensables para la práctica adecuada de su
arte. Por último, si la astronomía y la física hicieron notables progresos,
fue a causa de su entronque con las matemáticas y no con el pensamiento
filosófico. Los filósofos tardaron en ponerse al nivel de estos descubri
mientos, porque tradicionalmente no existía una conexión concreta entre
matemática y filosofía.
b) Resulta diametralmente opuesta la perspectiva que nos ofrece Eu
genio Garin, quien reivindicó con energía una valencia filosófica concreta
para el humanismo, haciendo notar que la negación del significado filosó
fico alos studia humanitatis renacentistas está en función del hecho de que
«en la mayoría de los casos se entiende por filosofía una construcción
sistemática de grandes proporciones y se niega que también pueda ser
filosofía otro tipo de especulación no sistemática, abierta, problemática y
pragmática». En polémica contra las acusaciones de diletantismo filosófi
co que algunos especialistas han dirigido a los humanistas, Garin escribe:
«La razón íntima de aquella condena del significado filosófico del huma
nismo reside en el amor superviviente hacia una imagen de la filosofía que
el pensamiento del siglo xv rechazó de manera constante. Porque aquello
cuya pérdida se lamenta desde tantos sectores, es precisamente lo que los
humanistas querían destruir, esto es, la construcción de grandes “catedra
les de ideas”, grandes sistematizaciones lógico-teológicas, o una filosofía
30. que subordina todos los problemas y todas las investigaciones al problema
teológico, que organiza y clausura toda posibilidad dentro de la trama de
un orden lógico preestablecido. A esa filosofía, que la edad del humanis
mo ignora como vana e inútil, se la reemplaza por indagaciones concretas,
definidas, precisas, en el ámbito de las ciencias morales (ética, política,
economía, estética, lógica, retórica) y de las ciencias naturales (...) culti
vadas iuxta propria principia, fuera de todo vínculo y de toda auctoritas.»
Por lo tanto, afirma Garin, aquella atención «filológica» a los proble
mas particulares «constituye precisamente la nueva filosofía, esto es, el
nuevo método de plantearse los problemas, que no es considerado -como
creen algunos (piénsese en la postura de Kristeller antes expuesta) en
consonancia con la filosofía tradicional- como un aspecto secundario de la
cultura renacentista, sino como un filosofar efectivo y auténtico».
Una de las características relevantes de este nuevo método de filosofar
es el sentido de la historia y de la dimensión histórica, con el correspon
diente sentido de la objetivación, de la separación crítica con respecto al
objeto historificado, es decir, considerado históricamente. Garin escribe:
«Fue entonces cuando, gracias a aquellos poderosísimos investigadores de
antiguas historias, se adquirió un igual distanciamiento con respecto a la
física de Aristóteles y al cosmos de Ptolomeo, y se liberó al mismo tiempo
de su clausura oprimente. Es cierto que los físicos y los lógicos de Oxford
y de París habían comenzado a erosionar desde dentro aquellas estructu
ras, que se hallaban muy debilitadas después del terrible hundimiento
provocado por Ockham. Empero, sólo la conquista de lo antiguo como
sentido de la historia -característica del humanismo filológico- permitió
valorar aquellas teorías en su auténtica dimensión: pensamientos de hom
bres, productos de una cultura determinada, resultados de experiencias
parciales y particulares, y no oráculos de la naturaleza o de Dios, revela
dos por Aristóteles o Averroes, sino imágenes y lucubraciones humanas.»
No hay que atribuir la esencia del humanismo a lo que éste ha conoci
do del pasado, sino al modo en que lo ha conocido, a la actitud peculiar
que ha asumido en relación con él: «Precisamente la actitud que asume
frente a la cultura del pasado y frente al pasado, es lo que define clara
mente la esencia del humanismo. Y la peculiaridad de dicha actitud no
reside en un movimiento específico de admiración y de afecto, ni en un
conocimiento más extenso, sino en una conciencia histórica bien definida.
Los bárbaros (los medievales) no fueron tales por haber ignorado a los
clásicos, sino por no haberlos comprendido en la realidad de su situación
histórica. Los humanistas descubren los clásicos porque toman sus distan
cias con respecto a ellos, tratando de definirlos sin confundir el latín de
ellos con el suyo propio. Por eso el humanismo descubrió realmente a los
antiguos, ya se trate de Virgilio o de Aristóteles, aunque éstos eran cono
cidísimos en la edad media: porque restituyó a Virgilio a su tiempo y a su
mundo, y trató de explicar a Aristóteles en el ámbito de los problemas y
los conocimientos de la Atenas del siglo iv a.C. De aquí que no se pueda
ni se deba distinguir, en el humanismo, entre el descubrimiento del mun
do antiguo y el descubrimiento del hombre, porque fueron una y la misma
cosa; porque descubrir lo antiguo como tal fue compararse con él, y dis
tanciarse de él, y ponerse en relación con él. Significó tiempo y memoria,
y sentido de la creación humana y de la obra terrena y de la responsabili-
31. Significado historiográfico del humanismo
dad. No por azar los humanistas más importantes fueron en muchos casos
hombres de Estado, hombres activos, acostumbrados a actuar libremente
en la vida pública de su tiempo.»
Sin embargo, la tesis de Garin no se reduce a esto. Vincula la nueva
filosofía humanística con la realidad concreta de aquella fase de la vida
histórica italiana, convirtiéndola en expresión de ésta, hasta el punto de
explicar mediante razones sociopolíticas el súbito giro experimentado por
el pensamiento del humanismo durante la segunda mitad del siglo xv. El
primer humanismo fue una exaltación de la vida civil y de las problemáti
cas afines a ella, porque estaba ligado con la libertad política del momen
to. La aparición de las Signorie y el eclipse de las libertades políticas
republicanas transformó a los literatos en cortesanos e impulsó la filosofía
hacia una evasión de carácter contemplativo metafísico: «Eliminada la
libertad en el plano político, el hombre se evade a otros terrenos, se
repliega sobre sí mismo, busca la libertad de ensayar (...). De un filosofar
socrático, todo él problema humano, se asciende al plano platónico (...).
En Florencia, mientras Savonarola lanza su última invectiva contra la
tiranía que todo lo corrompe y lo esteriliza, el “divino” Marsilio busca en
lo hiperuranio una orilla serena adonde huir de las tempestades del
mundo.»
Las dos tesis contrapuestas de Kristeller y de Garin constituyen en
realidad una antítesis muy fecunda, porque una pone de manifiesto lo que
la otra deja de lado, y pueden integrarse entre sí, prescindiendo de algu
nos supuestos peculiares a ambos autores. Es cierto que «humanista», en
su origen, indicaba el oficio de literato, pero tal oficio va mucho más allá
del claustro universitario y entra en la vida activa, ilumina los problemas
de la vida cotidiana, convirtiéndose de veras en nueva filosofía.
Además, el humanista se distingue en la práctica por el nuevo modo en
que lee los clásicos: ha sido un humanismo de las letras, porque ha surgido
un espíritu nuevo, una nueva sensibilidad, un nuevo gusto con el que han
sido investidas las letras. Y lo antiguo ha alimentado al nuevo espíritu,
porque éste -en reciprocidad- ha iluminado a aquél con una nueva luz.
Kristeller tiene razón cuando lamenta que el aristotelismo renacentista sea
un capítulo que haya que volver a estudiar ex novo, y también la tiene
cuando insiste sobre el paralelismo de este movimiento con el movimiento
estrictamente literario. No obstante, Kristeller mismo admite que el Aris
tóteles de este período es un Aristóteles que a menudo es investigado y
leído en su texto original, sin la mediación de las traducciones y las exége-
sis medievales, hasta el punto de que se llega a recabar en los comentado
res griegos mismos. Por lo tanto, se trata de un Aristóteles revestido de un
nuevo espíritu, que sólo el humanismo puede explicar. Por lo tanto, Garin
tiene razón cuando subraya el hecho de que el humanismo mira el pasado
con ojos nuevos, con los ojos de la historia, y que sólo teniendo en cuenta
este hecho se puede entender toda aquella época.
Adquirir un sentido de la historia significa adquirir, al mismo tiempo,
el sentido de la propia individualidad y originalidad. Se comprende el
pasado del hombre, únicamente si se comprende su diversidad con respec
to al presente, y, por lo tanto, si comprendemos la peculiaridad y la espe
cificidad del presente.
Finalmente, por lo que respecta a la excesiva proximidad del humanis-
32. El célebre David de Miguel Ángel, a través de la majestad y la nobleza de sus rasgos, es una
representación visual paradigmática del concepto de hombre como el más grande milagro del
universo, que constituye una de las claves espirituales más típicas del renacimiento
33. mo a los hechos políticos -que lleva a Garin a ciertas afirmaciones que se
arriesgan aincurrir en un historicismo sociologista- basta con advertir que
el gran cambio del pensamiento humanístico no se halla ligado exclusiva
mente a un cambio político, sino al descubrimiento y alas traducciones de
Hermes Trismegistos y de los profetas magos, de Platón, de Plotino y de
toda la tradición platónica, lo cual significa la apertura de nuevos horizon
tes ilimitados, sobre los que hablaremos más adelante. Por lo demás,
Garin no ha caído en excesos sociologistas, cosa que sí ha sucedido con
otros autores influidos por él.
Como conclusión, diremos que la señal distintiva del humanismo con
siste en un nuevo sentido del hombre y de sus problemas: un nuevo senti
do que halla expresiones multiformes y, a veces, opuestas, pero siempre
llenas de contenido y con frecuencia muy originales. Este nuevo sentido
culmina en las celebraciones teóricas de la dignidad del hombre como ser
en cierta forma extraordinario con respecto a todo el resto del cosmos,
como veremos más adelante. Sin embargo, estas reflexiones teóricas no
son más que representaciones conceptuales, cuyos correlatos visuales y
fantástico-imaginativos están constituidos por las representaciones de la
pintura, de la escultura y de gran parte de la poesía. Éstas, a través de
la majestad, la armonía y la belleza de sus imágenes, transmiten de diver
sas maneras los mismos signos distintivos, con espléndidas variantes.
2. E l s ig n if ic a d o h is t o r io g r á f ic o d e l t é r m in o « r e n a c im ie n t o »
«Renacimiento» es un término que, en cuanto categoría historiográfi-
ca, se consolidó a lo largo del siglo xix, en notable medida gracias a una
obra de Jacob Burckhardt, titulada La cultura del renacimiento en Italia
(publicada en 1860, en Basilea), que se hizo muy famosa y que durante
mucho tiempo se impuso como modelo y como punto de referencia indis
pensable. En la obra de Burckhardt, el renacimiento aparecía como un
fenómeno típicamente italiano en cuanto asus orígenes, caracterizado por
un individualismo práctico y teórico, una exaltación de la vida mundana,
un marcado sensualismo, una mundanización de la religión, una tendencia
paganizante, una liberación con respecto a las autoridades constituidas
que antes habían dominado la vida espiritual, un acusado sentido de la
historia, un naturalismo filosófico y un extraordinario gusto artístico. El
renacimiento, según Burckhardt, sería una época en la que surge una
nueva cultura opuesta a la medieval, y en ello habría desempeñado un
papel importante -si bien no determinante en un sentido exclusivo- la
revivificación del mundo antiguo. Burckhardt escribe: «Lo que debemos
establecer como punto esencial es esto, que no la antigüedad resurgida
por sí sola, sino ella junto con el nuevo espíritu italiano, ambos compene
trados entre sí, son los que poseyeron la fuerza suficiente para arrastrar
consigo a todo el mundo occidental.» Debido al renacimiento de la anti
güedad, toda la época recibe el nombre de «renacimiento», que es sin
embargo algo más complejo. En efecto, consiste en la síntesis del nuevo
espíritu antes descrito -y que aparece en Italia- con la antigüedad misma,
y ese espíritu es el que, al romper definitivamente con el de la época
medieval, inaugura la época moderna.
34. En nuestro siglo, tal interpretación ha sido discutida en numerosas
ocasiones y algunos han llegado a exponer sus dudas con respecto a que el
renacimiento constituya una realidad histórica efectiva, y no se limite a
ser, por lo menos en gran parte, una invención y una construcción teórica
de la historiografía decimonónica. Las consideraciones que se han formu
lado son diversas y de géneros muy distintos. Algunos han señalado que
las diferentes características que se consideran como típicas del renaci
miento se pueden encontrar también en la edad media, si se estudian con
atención. Otros han insistido mucho en el hecho de que, a partir del si
glo xi-y sobre todo, durante los siglos xn y xm- puede considerarse que la
edad media está llena de resurgimientos de obras y de autores antiguos,
que poco a poco iban apareciendo y recuperándose. Por consiguiente,
estos autores han negado la validez de los parámetros tradicionales sobre
los que se había establecido la distinción entre la edad media y el renaci
miento.
Sin embargo, muy pronto se reconstituyó un nuevo equilibrio sobre
bases más sólidas. Se ha llegado a comprobar que no puede considerarse
que el término «renacimiento» sea una mera invención de los historiado
res decimonónicos, por el simple hecho de que los humanistas utilizaron
expresamente, de manerainsistente ycon plena conciencia, términos como
«hacer revivir», «devolver al primitivo esplendor», «renovar», «restituir a
una nueva vida», «hacer renacer el mundo antiguo», etc., contraponiendo
la nueva época en la que vivían a la medieval, como la época de la luz en
comparación con la época de la obscuridad y de las tinieblas.
Antes de seguir adelante, citemos tres documentos, entre los numero
sos que se hallan a nuestro alcance. A propósito de la lengua latina,
Lorenzo Valla escribe: «Grande es, pues, el sacramento de la lengua
latina, grande sin duda el divino poderío que entre los extranjeros, entre
los bárbaros, entre los enemigos, piadosa y religiosamente es custodiado
desde hace tantos siglos, de forma que nosotros, los romanos, no debemos
lamentarnos, sino alegrarnos y gloriarnos ante el mundo. Perdimos Ro
ma, perdimos el reino, perdimos el dominio, y no por culpa nuestra, sino
de los tiempos; sin embargo, con este imperio aún más espléndido segui
mos reinando en muchas partes del mundo (...). Porque donde domina la
lengua romana, allí se encuentra el imperio romano (...). Empero, cuanto
más tristes hayan sido los tiempos pasados, en los que no se halló ningún
hombre docto, más debemos complacernos con nuestros tiempos, en los
que, si nos esforzamos un poco más, confío en que pronto renovaremos,
más que la ciudad, la lengua de Roma y, junto con ella, todas las disci
plinas.»
Cristoforo Landino describe así la obra de redescubrimiento de los
clásicos emprendida por Poggio Bracciolini: «Y para sacar a la luz los
monumentos de los antiguos, para no dejar que tristes lugares nos arreba
tasen tantos bienes, fue preciso trasladarse apueblos bárbaros y buscar las
ciudades ocultas en las cumbres de los montes Lingónicos. Empero, gra
cias a su obra, vuelva íntegro a nosotros en el Lacio, oh Quintiliano, el
más docto de los retóricos; gracias a su obra, los divinos poemas de Silio
vuelven a ser leídos por sus italianos. Y para que podamos conocer el
cultivo de los diversos terrenos, nos vuelve a traer la gran obra de Colu-
mela. Y te restituye a la patria y a los conciudadanos a ti, oh Lucrecio,
35. después de tanto tiempo. Pólux pudo rescatar a su hermano de las tinie
blas del Tártaro, cambiándose por él; Eurídice sigue los armoniosos acor
des de su esposo, destinada a regresar una vez más a los negros abismos;
Poggio, en cambio, incólume, extrae de las obscuras tinieblas a hombres
tan grandes que hay que colocarlos donde brille eternamente una luz
clara. Una mano bárbara había arrojado a la negra noche al retórico, al
poeta, al filósofo, al docto agricultor; Poggio logró restituirlos a una se
gunda vida, liberándolos con arte admirable de un lugar infamante.»
Giorgio Vasari habla expresamente del renacer de la pintura y de la
escultura desde el enmohecimiento medieval y desde la grosería y despro
porción hasta la perfección de la manera moderna. Podríamos seguir mul
tiplicando las citas de documentos que se refieren a la idea de un renaci
miento que inspiró efectivamente a los hombres de aquella época. Por lo
tanto, se comprueba con toda claridad que los historiógrafos del siglo xix
no se equivocaron sobre este punto. En cambio, se equivocaron al juzgar
que la edad media fue realmente una época de barbarie, una época lóbre
ga, un período de obscuridad.
Es cierto que los renacentistas fueron de esta opinión. Sin embargo, lo
fueron por razones polémicas y no objetivas: sentían su propio mensaje
innovador como un mensaje de luz que apartaba las tinieblas. Lo cual no
significa que realmente, es decir, históricamente, antes de esta luz hubiese
tinieblas, en lugar de una luz distinta, para seguir haciendo uso de esta
imagen. En efecto, los grandes logros historiográficos de nuestro siglo han
mostrado que la edad media fue una época de gran civilización, llena de
fermentos y de potencialidades de diversas clases, casi del todo desconoci
dos para los historiadores del siglo xix. Por lo tanto, el renacer de la
civilización en oposición a la incivilización, de la cultura en oposición a la
incultura y la barbarie, o del saber en oposición a la ignorancia. Se trata,
en cambio, del nacimiento de otra civilización, otra cultura, otro saber.
Para comprender plenamente lo que estamos diciendo es preciso que
nos detengamos específicamente sobre el concepto mismo de «renacer».
Las aportaciones más significativas al respecto, si bien resultan unilatera
les en ciertos aspectos, proceden de una obra monumental de Konrad
Burdach, titulada Desde la edad media a la reforma (11 volúmenes, publi
cados en Berlín entre 1912 y 1939), en la que se muestran los orígenes
joánicos y paulinos (y por lo tanto, típicamente religiosos) de la idea de
«renacer», entendida como renacimiento a una nueva vida espiritual. Se
trata de un renacer a una forma de vida más elevada, una renovación en lo
que el hombre tiene de más peculiar, la cual lo transforma por consiguien
te en más plenamente él mismo. La vieja civilización que los renacentistas
querían devolver a la vida era, precisamente, el instrumento más adecua
do para la renovatio. Por lo tanto, el humanismo y el renacimiento en la
intención originaria de los hombres de aquel período histórico «no se
proponen una fatigosa acumulación de viejas ruinas, sino una nueva cons
trucción, de acuerdo con un proyecto nuevo. No buscaban devolver a la
vida una civilización muerta, lo que querían era una nueva vida».
Burdach, además, estableció con toda claridad que el renacimiento
también se enraizaba en la idea de resurgimiento del Estado romano, que
se hallaba viva en la edad media, así como del renacer del espíritu nacio
nal unido a la fe. En Italia esto se manifestó sobre todo a través de Cola di
36. Cola di Rienzo: a mediados del siglo xiv fue portavoz de instancias de renovación y de
renacer moral, espiritual y político. Hace ya tiempo que algunos especialistas han visto en él
a uno de los precursores de la época renacentista
37. Rienzo, en cuyo proyecto político la idea de renacimiento religioso se
halla insertada en el proyecto político de resurgimiento histórico de Italia,
engendrando una nueva vida. Así, Cola di Rienzo se convierte en el pre
cursor más significativo (junto con Petrarca) del período más brillante del
renacimiento italiano. Burdach escribe: «Rienzo, inspirándose en las con
cepciones políticas de Dante, pero superándolas, proclamó -profeta de un
lejano acaecer- la gran exigencia nacional del renacer de Roma. Y basán
dose en ella, la exigencia de la unidad de Italia.» Señala asimismo que
Cola di Rienzo «afirma siempre, de manera continua, que el objetivo de
sus esfuerzos consiste en renovar, reformar, la renovatio y reformatio
de Italia, de Roma y, luego, del mundo cristiano».
Renacimiento y reforma son imágenes que expresan conceptos que se
entrelazan, hasta constituir una unidad inescindible: «Cabe decir que el
fundamento de ambas imágenes está en aquella mística noción de “rena
cer”, de ser recreados, que hallamos en la antigua liturgia pagana y en la
liturgia sacramental cristiana.» De este modo, queda radicalmente erosio
nada en sus mismas bases la tesis del renacimiento como época irreligiosa
y pagana. En ello concuerdan con Burdach muchos otros estudiosos
actuales. F. Walser, por ejemplo, sostiene: «La vieja afirmación según la
cual el renacimiento se muestra “indiferente desde el punto de vista reli
gioso” resulta absolutamente equivocada con respecto a toda la evolución
del movimiento.» Más aún: «El paganismo del renacimiento, bajo miles
de formas, en la literatura, las artes, las fiestas populares, etc., constituía
un elemento puramente externo, formal, procedente de la moda.»
En consecuencia, el renacimiento representó un fenómeno grandioso
de regeneración y de reforma espiritual, en el que el retorno alos antiguos
significó una revivificación de los orígenes, un retorno a los principios, es
decir, un retorno a lo auténtico. En este espíritu hay que entender la
imitación a los antiguos, que se manifiesta como el estímulo más eficaz
para reencontrarse, recrearse y regenerarse a sí mismo. Si eso es así,
humanismo y renacimiento -como sostuvo Burdach- constituyen una sola
cosa. Eugenio Garin en Italia ha comprobado esta tesis con brillantez,
aunque sobre otras bases y apelando adocumentos nuevos y a abundantes
pruebas de diferentes clases. Por lo tanto, ya no se podrá sostener que los
studia humanitatis, entendidos como fenómeno literario y filológico (retó
rico), fueron los creadores del renacimiento y del espíritu renacentista
(filosófico), como si se tratase de una causa accidental que produjo como
efecto suyo un nuevo fenómeno substancial. En todo caso, se comprueba
lo inverso: fue el renacer de un nuevo espíritu -el que antes hemos descri
to- el que utilizó las humanae litterae como instrumento. El humanismo se
convierte en fenómeno literario y retórico sólo al final, cuando se amorti
guó el nuevo espíritu vivificador.
Garin, que posee una concepción de origen basado en Burdach, acerca
de la identidad entre humanismo y renacimiento, lleva dicha noción hasta
sus últimas consecuencias, basándose en argumentos muy sólidos; «Única
mente es posible darse cuenta de esto si, colocándonos en el centro de este
vínculo eficaz de renovatio humanitas, y volviendo a examinar estas
litterae humanísticas, comprendemos de veras desde este punto de vista
más profundo el significado de la filología para el renacimiento. Esta
representó el esfuerzo para construirse a sí mismo, en su verdad más
38. peculiar y genuina, solicitando a los antiguos el camino para reencontrar
se. Per litteras provocati, pariunt in seipsis, como dice admirablemente
Marsilio Ficino, elaborando lo que parece una tajante contradicción: afir
marse en la individual peculiaridad personal, precisamente a través de la
imitación de las personalidades más poderosas de la historia. Policiano,
ante el problema de las relaciones con Cicerón, había respondido con una
eficacia no menor: non exprimís, inquit aliquis, Ciceronem. Quid tum?
non enim sum Cicero; me tamen, ut opinor, exprimo. Aquí el exprimere se
corresponde con el pariunt in seipsis de Marsilio Ficino, y puesto que
ambos proceden del mismo ambiente platonizante, indican un mismo con
cepto: todo estímulo externo es un instrumento y empuja a engendrar por
uno mismo. Se trata de un concepto semejante, por cierto, al ya enuncia
do por Salutati en el De Hercule, donde al sermo de los poetas se le
adjudica precisamente esta función, remitirse a la interioridad más pro
funda para encontrar allí una nueva realidad. La poesía, si es verdadero
arte, ya sea pagana o cristiana, restituye el hombre a sí mismo, lo convier
te a sí mismo y lo devuelve aun nuevo plano de realidad, le permite captar
mediante lo sensible un mundo que se halla más allá de lo sensible.»
En suma: si por «humanismo» se entiende la toma de conciencia con
respecto a una misión típicamente humana, a través de las humanae litte-
rae concebidas como productoras y perfeccionadoras de la naturaleza hu
mana, dicha noción coincide con la renovado que hemos mencionado, con
el renacer del espíritu del hombre. Por lo tanto, humanismo y renacimien
to son dos caras de un idéntico fenómeno.
3 . E v o l u c ió n c r o n o l ó g ic a y c a r a c t e r ís t ic a s e s e n c ia l e s
DEL PERÍODO HUMANÍSTICO-RENACENTISTA
Desde un punto de vista cronológico, el humanismo y el renacimiento
abarcan dos siglos completos: el xv y el xvi. Sin embargo, como ya se ha
manifestado, el preludio hay que buscarlo en el siglo xiv, sobre todo en la
peculiar figura de Cola di Rienzo (cuya obra culmina hacia mediados
de ese siglo) y en la personalidad y la obra de Francesco Petrarca
(1304-1374). El epílogo alcanza hasta las primeras décadas del siglo xvn.
Campanella es la última gran figura de hombre del renacimiento. Tradi
cionalmente, se ha hablado del siglo xv como de la época del renacimiento
en sentido estricto. No obstante, si desaparece la posibilidad de distinguir
conceptualmente entre humanismo y renacimiento, por fuerza desaparece
también esta distinción cronológica.
Si tomamos en consideración los contenidos filosóficos, éstos demues
tran -como veremos con amplitud más adelante- que durante el siglo xv
predomina el pensamiento acerca del hombre, mientras que el pensamien
to del xvi se ensancha para abarcar también la naturaleza. En este sentido,
si por razones de comodidad se desea calificar de humanismo de manera
preponderante a aquel momento del pensamiento renacentista cuyo obje
to es sobre todo el hombre, y se denomina renacimiento a este segundo
momento en el que el pensamiento también abarca la naturaleza, es lícito
proceder de este modo, si bien con muchas reservas y gran cautela. En
cualquier caso, hoy se entiende por «renacimiento» todo el pensamiento