El documento describe la importancia de la minería e hidrocarburos para la economía colombiana, representando cerca del 8% del PIB en 2011. Sin embargo, existe preocupación sobre si Colombia está desarrollándose de manera sostenible al depender tanto de los recursos no renovables. Aunque estos recursos pueden verse como capital financiero, Colombia parece apresurarse a extraerlos rápidamente, como se evidencia por el aumento en los títulos mineros otorgados. Para tomar mejores decisiones sobre la extracción, Colombia debe evaluar la urgencia de monetizar los
1. RECURSOS NO RENOVABLES EN COLOMBIA
En Colombia el sector de minería e hidrocarburos representó, según cálculos de Fedesarrollo,
cerca del 8% del PIB en el 2011 y es el sector con la más importante tasa de crecimiento en
nuestra economía. Según la misma fuente, la participación en las exportaciones ha llegado a un
70% del valor total de las mismas. Colombia es en el contexto mundial, uno de los países donde la
industria extractiva juega un papel clave en la dinámica exportadora y cada día tiene un peso
económico mayor en la composición de su PIB.
¿Pero está Colombia recorriendo la senda del desarrollo sostenible apoyándose en la
monetización de los recursos naturales no renovables?
Los recursos no renovables, cuando son identificados y permanecen en su lugar de origen, pueden
asemejarse a una determinada suma de dinero guardado en una cuenta de ahorros. Según el
monto que allí tengamos, esto nos permite recurrir a los recursos en los momentos en los cuales
consideramos crítico o beneficioso su uso. La riqueza asociada a los RRNN no renovables la
usamos a sabiendas de que estamos utilizando nuestro stock de capital y tomamos esa consciente
determinación bien sea para atender una emergencia económica o social, para realizar una
inversión pensando en el desarrollo futuro, para mejorar la oferta y calidad de la educación y el
servicio de salud a la población, o sencillamente para aumentar nuestro nivel de consumo, entre
otras opciones.
En Colombia pareciera que estuviéramos urgidos de hacer una rápida extracción de nuestros
recursos no renovables. Expresión de esta urgencia es el acelerado incremento en los títulos
mineros concedidos en la última década: el área titulada para minería era de 1,1 millones de
hectáreas en el 2002, lo que representaba el 0,98% del área total de país. Para el 2009 los títulos
mineros cubrían un área de 8,4 millones de hectáreas, es decir el 7,5% del país. Para el 2010, en
Ingeominas se estudiaban solicitudes por 40 millones de hectáreas, es decir el 36% de la superficie
del país. La producción minera entre 2006 a 2009 creció en un 27% y en el 2011 su tasa de
crecimiento según el DNP fue de 9,4%.
Para tomar mejores decisiones respecto a cómo y a qué ritmo adelantar la extracción de los RRNN
no renovables –es decir, hacer uso de los recursos financieros representados en esa “caja de
ahorros”- debemos comenzar por evaluar la urgencia y conveniencia de monetizar los RRNN no
renovables, conocer y considerar las condiciones institucionales de que disponemos para
maximizar la captación y uso de las regalías o beneficios que la sociedad puede obtener del
desarrollo de las industrias extractivas, determinar la capacidad institucional y tecnológica para
adelantar su extracción con un mínimo impacto ambiental y, quizá lo más importante, contar con
capacidad desde la institucionalidad pública y privada para hacer un uso efectivo de las regalías y
los impuestos para avanzar en el camino del desarrollo sostenible.
Mitos y realidades en el debate sobre la extracción de los RRNN no renovables en Colombia
Hay una gran desconfianza social frente a la minería y los procesos extractivos. En septiembre de
2013, en el marco del Congreso del Sistema Nacional de Planeación –evento anual que convoca a
los Consejos Territoriales de Planeacion (Departamentales y Municipales) y al Consejo Nacional de
Planeación, entidades que desde la sociedad civil tienen la responsabilidad constitucional de hacer
seguimiento a los planes de desarrollo, tanto el Plan Nacional como los Planes Departamentales y
Municipales– se manifestó una preocupante desconfianza de la sociedad civil frente al desarrollo
de las industrias extractivas, y se hizo evidente la prevención y alarma que en todos los rincones
del país genera la minería.