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Curso de actualización de 
Pastoral Vocacional 
El salto de calidad en la 
Pastoral Vocacional 
Curso de actualización de Pastoral Vocacional. 
Estudios de Actualización 
Objetivo: 
Que los agentes adquieran elementos para un ejercicio de la pastoral vocacional más 
especializada, acorde a la pastoral vocacional nacional. 
Contenido Temático: 
Ø Prólogo, el Análisis comparativo de los documentos, y Pasar del temor a la esperanza y del 
reclutamiento a la evangelización (1° Salto) 
Ø O se crece juntos o no crece ninguno; Mucho camino recorrido…(2°, 3° y 4° Salto) 
Ø De las obras a las personas; Del tráfico de vocaciones a su nacimiento en cada Iglesia y en 
cada lugar ( 5°,6° y 7° Salto) 
Ø De lo puntual a lo procesual, de la ignorancia a la cultura vocacional; De la acción individual 
a la acción coral. (8°, 9° y 10° Salto) 
Ø “El salto de calidad en la Pastoral Vocacional” 
Ø Prólogo 
“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”
El salto de calidad 
en la Pastoral 
Vocacional 
Ø El Congreso continental europeo de pastoral vocacional, reunido en mayo de 1997 planteó la 
necesidad un "salto de calidad" en este ámbito pastoral. La expresión, sugerida por el papa 
Juan Pablo II, está tomada de la teoría de la evolución. Cuando la naturaleza pasa de una 
especie a otra implicando un cambio cualitativo, se reconoce un momento peculiar, que 
desde la antropología teológica se identifica como una intervención creadora de Dios. 
¿Cómo se explica el salto de calidad de la vida animal a la vida racional si no es así? Se 
quiere plantear algo similar, un salto de calidad en el modo de comprender el misterio de la 
vocación y de realizar la pastoral vocacional. Tal salto de calidad hay que realizarlo como 
una moción del Espíritu y por ello en coherencia con la revelación y con la teología. 
ØEl Congreso hace eco de la voz del Papa, que utilizó esta expresión en el discurso final, y al 
mismo tiempo de una serie de documentos y artículos sobre el tema, que desde mucho 
tiempo antes clamaban por este cambio de perspectiva1. Este modo de hablar es coherente 
con la llamada que el Papa hizo a toda la Iglesia, en torno al inicio del tercer milenio del 
cristianismo, a una nueva evangelización, nueva en su contenido pero también en sus 
métodos. Surge la inquietud por una nueva pastoral vocacional, también nueva en su 
contenido o pretensión fundamental y en los métodos que aplica en la práctica. 
ØDiez años más tarde, en 2007, tenemos la conferencia de los obispos de Latinoamérica y el 
Caribe en Aparecida. El documento adopta ciertamente una nueva perspectiva vocacional 
al remitir continuamente al llamado de los "discípulos y misioneros", e incluyendo desde allí 
a todos los creyentes, cada uno en su vocación específica. En esto no hacen los obispos 
sino seguir con claridad la doctrina del Concilio Vaticano II, especialmente la Lumen 
Gentium. Su perspectiva es otra en relación a lo que muchas veces se fomenta: la de la 
propuesta y el discernimiento vocacional para todos, con nuevos modos de proceder. 
ØComo suele ocurrir con muchas realidades en esta cultura emergente, lo particular y concreto 
es eco de lo global y común y al mismo tiempo revierte en la globalización. Tenemos aquí 
dos perspectivas diversas y sin embargo ambas aportan datos interesantes para el 
conjunto, al grado de que podemos colocar los textos del Congreso y de Aparecida en 
columnas paralelas, con el fin de buscar la consonancia entre ambos. Queda muy claro 
que, desde perspectivas tan diferentes y desde realidades vocacionales distintas, como la 
europea y la latinoamericana, se ve la urgente necesidad no sólo de una pastoral 
vocacional renovada, con más impulso y entusiasmo, sino de implementar un nuevo 
paradigma en el modo de comprender el misterio de la vocación y en el modo de proceder 
en esta acción pastoral de la Iglesia, que es reconocida como una tarea trascendental, 
delicada y difícil. 
ØVamos ahora a acercarnos a ambos documentos con la intención de captar la novedad que 
proponen. Para ello es conveniente conservar una mente abierta y realizar una discusión 
más bien amplia, que nos lleve a descubrir estos rasgos de novedad y a llamarlos por su 
nombre, con nuestras propias palabras. 
Por: P. Emilio Lavaniegos. 
“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”
Congreso continental europeo Nuevas 
vocaciones para una nueva Europa 
(1997) n. 13-c 
El congreso de las vocaciones se 
encuentra ante la exigencia de un cambio 
radical, de un «impacto idóneo», según el 
documento de trabajo, o de «un salto de 
calidad», como el Papa recomendó en su 
Discurso al final del Congreso. 
No se trata sólo de una invitación a reac-cionar 
ante una sensación de cansancio o 
de desaliento por los escasos resultados; ni 
con estas palabras se pretende incitar a 
renovar simplemente ciertos métodos o a 
recuperar energía y entusiasmo. 
CELAM 
Conferencia de Aparecida (2007) 
41. Los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la 
contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud 
del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido. 
Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de Él, en 
su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida. Y necesitamos, al 
mismo tiempo, que nos consuma el celo misionero para llevar al 
corazón de la cultura de nuestro tiempo, aquel sentido unitario y 
completo de la vida humana que ni la ciencia, ni la política, ni la 
economía ni los medios de comunicación podrán proporcionarle. 
En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1 Cor 1, 30), la cultura 
puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde 
se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, 
discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio 
y su dimensión adecuada. 
La pastoral vocacional en Europa ha 
llegado a una articulación histórica, a un 
paso decisivo. Existe una historia, con 
una prehistoria, seguida de fases que se 
han sucedido lentamente a los largo de 
estos años, como estaciones naturales, y 
que ahora deben necesariamente avanzar 
hacia el estado «adulto» y maduro de la 
pastoral vocacional. 
42. La persona humana es, en su misma esencia, aquel lugar de la 
naturaleza donde converge la variedad de los significados en una 
única vocación de sentido. A las personas no les asusta la 
diversidad. Lo que les asusta, más bien, es no lograr reunir el 
conjunto de todos estos significados de la realidad en una 
comprensión unitaria que le permita ejercer su libertad con 
discernimiento y responsabilidad. La persona busca siempre la 
verdad de su ser, puesto que es esta verdad la que ilumina la 
realidad de tal modo que pueda desenvolverse en ella con libertad 
y alegría, con gozo y esperanza. 
Si la pastoral de las vocaciones nació 
como emergencia debida a una situación 
de crisis e indigencia vocacional, hoy ya 
no se puede pensar con la misma 
¡ncertidumbre y motivada por una 
coyuntura negativa; al contrario, aparece 
como expresión estable y coherente de la 
maternidad de la Iglesia, abierta al 
designio inescrutable de Dios, que 
siempre engendra vida en ella; 
315. Ante la escasez de personas que respondan a la vocación al 
sacerdocio y a la vida consagrada es urgente dar un cuidado 
especial a la promoción vocacional, cultivando los ambientes en 
los que nacen las vocaciones, con la certeza de que Jesús sigue 
llamando discípulos y misioneros para estar con él y para enviarlos 
a predicar el Reino de Dios. 
Si en un tiempo la promoción vocacional 
se orientaba exclusiva y principalmente a 
algunas vocaciones, ahora se debería 
dirigir cada vez más a la promoción de 
todas la vocaciones, porque en la Iglesia 
de Dios o se crece juntos o no crece 
ninguno. 
285. Cuando el impulso del Espíritu impregna y motiva todas las 
áreas de la existencia, entonces también penetra y configura la 
vocación específica de cada uno. Así, se forma y desarrolla la 
espiritualidad propia de presbíteros, de religiosos y religiosas, de 
padres de familia, de empresarios, de catequistas, etc. Cada una 
de las vocaciones tiene un modo concreto y distintivo de vivir la 
espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al ejercicio 
concreto de sus tareas. 
“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo” 
TEMA 
Necesidad de 
un cannbio de 
paradigma o 
"salto de 
calidad" 
Motivación del 
cambio de 
paradigma 
De la situación 
de crisis a la 
maternidad de 
la Iglesia 
Del fomento 
de la vocación 
de algunos a 
la vocación de 
todos 
El salto de calidad 
en la Pastoral 
Vocacional
El salto de calidad 
en la Pastoral 
Vocacional 
“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo” 
De los 
ambientes 
evangelizados a 
la amplitud de 
los hijos de Dios 
Si en sus comienzos la pastoral vocacional trataba de 
circunscribir su campo de acción a algunas categorías de 
personas (los nuestros, los más próximos a los ambien-tes 
de Iglesia, o a aquéllos que parecían manifestar 
inmediatamente un cierto interés, los más buenos y 
estimados, los que habían hecho ya una opción de fe, 
etc.), ahora se siente cada vez más la necesidad de 
extender con valor a todos, al menos en teoría, el 
anuncio y la propuesta vocacionales, en nombre de aquel 
Dios que no hace acepción de personas, que elige a 
pecadores en un pueblo de pecadores, que hace de 
Amos, que no era hijo de profeta sino tan solo recogedor 
de sicómoros, un profeta, que llama a Leví, y entra en la 
casa de Zaqueo, que es capaz de hacer nacer incluso de 
las piedras hijos de Abraham (cfr. Mt 3,9). 
31. En el rostro de Jesucristo, muerto y 
resucitado, maltratado por nuestros pecados y 
glorificado por el Padre, en ese rostro doliente y 
glorioso, podemos ver, con la mirada de la fe, el 
rostro humillado de tantos hombres y mujeres de 
nuestros pueblos y, al mismo tiempo, su 
vocación a la libertad de los hijos de Dios, a la 
plena realización de su dignidad personal y a la 
fraternidad entre todos. La Iglesia está al 
servicio de todos los seres humanos, hijos e hijas 
de Dios. 
107. Bendecimos al Padre por el don de su Hijo 
Jesucristo, "rostro humano de Dios y rostro 
divino del hombre". "En realidad, tan sólo en el 
misterio del Verbo encarnado se aclara 
verdaderamente el misterio del hombre. Cristo, 
en la revelación misma del misterio del Padre y 
de su amor, manifiesta plenamente el hombre al 
propio hombre y le descubre su altísima 
vocación". 
Del miedo a la 
esperanza 
cristiana 
Si anteriormente la actividad vocacional nacía en buena 
parte del miedo (a la desaparición, a la disminución) y de 
la pretensión de mantener determinados niveles de 
presencia o de obras, ahora el miedo, siempre pésimo 
consejero, cede el puesto a la esperanza cristiana, que 
nace de la fe y se proyecta hacia la novedad y el futuro 
de Dios. 
127.Alienta nuestra esperanza la multitud de 
nuestros niños, los ideales de nuestros jóvenes y 
el heroísmo de muchas de nuestras familias que, 
a pesar de las crecientes dificultades, siguen 
siendo fieles al amor. 
128.Reconocemos el don de la vitalidad de la 
Iglesia que peregrina en América Latina y El 
Caribe, su opción por los pobres, sus parroquias, 
sus comunidades, sus asociaciones, sus 
movimientos eclesiales, sus nuevas comunidades 
y sus múltiples servicios sociales y educativos. 
De la timidez a 
la convicción 
Si una cierta animación vocacional es, o era, 
perennemente insegura y tímida, casi hasta aparecer en 
condiciones de inferioridad respecto a una cultura anti 
vocacional, hoy hace auténtica promoción vocacional sólo 
quien está animado por la convicción de que toda 
persona, sin excluir a ninguna, es un don original de Dios 
que espera ser descubierto. 
135. La respuesta a su llamada exige entrar en 
la dinámica del Buen Sama rita no(cf. Le 10, 29- 
37), que nos da el imperativo de hacernos 
prójimos, especialmente con el que sufre, y 
generar una sociedad sin excluidos, siguiendo la 
práctica de Jesús que come con publícanos y 
pecadores (cf. Le 5, 29-32), que acoge a los 
pequeños y a los niños (cf. Me 10,13-16), que 
sana a los leprosos (cf. Me 1,40-45), que perdona 
y libera a la mujer pecadora (cf. Le 7, 36-49; Jn 
8,1-11) que habla con la Samaritana (cf. Jn 4,1- 
26). 
Del 
reclutamiento al 
discernimiento 
Si el fin, un tiempo, parecía ser el reclutamiento, o el 
método de propaganda, a menudo con resultados 
obtenidos forzando la libertad del individuo o con episo-dios 
de «competencia», ahora debe ser cada vez más 
claro que el fin es la ayuda a la persona para que sepa 
discernir el designio de Dios sobre su vida para la edifi-cación 
de la Iglesia, y reconozca y realice en sí misma su 
propia verdad. 
282. Cada sector del Pueblo de Dios pide ser 
acompañado y formado, de acuerdo con la 
peculiar vocación y ministerio al que ha sido 
llamado; el obispo que es el principio de la 
unidad en la diócesis mediante el triple 
ministerio de enseñar, santificar y gobernar; los 
presbíteros, cooperando con el ministerio del 
obispo, en el cuidado del pueblo de Dios que les 
es confiado; los diáconos permanentes en el 
servicio vivificante, humilde y perseverante 
como ayuda valiosa para obispos y presbíteros; 
los consagrados y consagradas en el seguimiento 
radical del Maestro; los laicos y laicas que cum-
El salto de calidad 
en la Pastoral 
Vocacional 
Del tráfico de 
vocaciones a su 
nacimiento en 
cada Iglesia y en 
cada lugar 
Si en época aún no muy lejana había quien se engañaba 
creyendo resolver la crisis vocacional con opciones 
discutibles, por ejemplo «importando vocaciones» de 
allende las fronteras (a menudo desarraigándolas de su 
ambiente), hoy nadie debería engañarse con resolver la 
crisis vocacional vagando de un lado a otro, porque el 
Señor continúa llamando en cada Iglesia y en cada lugar. 
170. Entre las comunidades eclesiales, en las que 
viven y se forman los discípulos misioneros de 
Jesucristo, sobresalen las Parroquias. Ellas son 
células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado 
en el que la mayoría de los fieles tienen una ex-periencia 
concreta de Cristo y la comunión 
eclesial. Están llamadas a ser casas y escuelas 
de comunión. Uno de ios anhelos más grandes 
que se ha expresado, es el de una valiente 
acción renovadora de las Parroquias a fin de que 
sean de verdad "espacios de la iniciación 
cristiana, de la educación y celebración de la fe, 
abiertas a la diversidad de carismas, servicios y 
ministerios, organizadas de modo comunitario y 
responsable, integradoras de movimientos de 
apostolado ya existentes, atentas a la diversidad 
cultural de sus habitantes, abiertas a los 
proyectos pastorales y supra parroquiales y a 
las realidades circundantes". 
“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo” 
De la 
improvisación a 
la seguridad de 
un método 
El «cirineo vocacional», solícito y a menudo improvisador 
solitario, debería cada vez más pasar de una animación 
hecha con iniciativas y experiencias episódicas a una 
educación vocacional que se inspire en la seguridad de 
un método de acompañamiento comprobado para poder 
prestar una ayuda apropiada a quien está en búsqueda. 
294. Asumir la iniciación cristiana exige no sólo 
una renovación de modalidad catequística de la 
parroquia. Proponemos que el proceso 
catequístico formativo adoptado por la Iglesia 
para la iniciación cristiana sea asumido en todo 
el Continente como la manera ordinaria e 
indispensable de introducir en la vida cristiana, y 
como la catequesis básica y fundamental. 
Después vendrá la catequesis permanente que 
continúa el proceso de maduración en la fe, en la 
que se debe incorporar un discernimiento 
vocacional y la iluminación para proyectos 
personales de vida. 
De la acción 
individual a la 
acción coral 
El mismo animador vocacional debería llegar a ser cada 
vez más educador en la fe y formador de vocaciones, y la 
animación vocacional llegar a ser siempre más acción 
coral, de toda la comunidad, religiosa o parroquial, de 
todo el instituto o de toda la diócesis, de cada presbítero 
o consagrado o creyente, y para todas las vocaciones en 
cada fase de la vida. 
314. En lo referente a la formación de los 
discípulos y misioneros, ocupa un puesto 
particular la pastoral vocacional, que acompaña 
cuidadosamente a todos los que el Señor llama a 
servirle a la Iglesia en el sacerdocio, en la vida 
consagrada o en el estado laical. La pastoral 
vocacional, responsabilidad de todo el pueblo de 
Dios, comienza en la familia y continúa en la 
comunidad cristiana, debe dirigirse a los niños y 
especialmente a los jóvenes para ayudarlos a 
descubrir el sentido de la vida y el proyecto que 
Dios tenga para cada uno, acompañándoles en su 
proceso de discernimiento. Plenamente inte-grada 
en el ámbito de la pastoral ordinaria, es 
fruto de una sólida pastoral de conjunto, en las 
familias, en la parroquia, en las escuelas 
católicas y en las demás instituciones eclesiales. 
De la patología 
del cansancio al 
cuestionamineto 
Es tiempo de que se pase decididamente de la «patología 
del cansancio» y de la resignación, que se justifica 
atribuyendo a la actual generación juvenil la causa única 
de la crisis vocacional, al valor de hacerse los 
interrogantes oportunos y ver los eventuales errores y 
fallos a fin de llegar a un ardiente nuevo impulso 
creativo de testimonio.
El salto de calidad 
en la Pastoral 
Vocacional 
PRIMER SALTO: 
“Si la pastoral de las vocaciones nació como emergencia debida a una situación de crisis e 
indigencia vocacional, hoy ya no se puede pensar con la misma incertidumbre y motivada por una 
coyuntura negativa; al contrario, aparece como expresión estable y coherente de la maternidad de 
la Iglesia, abierta al designio inescrutable de Dios, que siempre engendra vida en ella". 
Pasar del temor a la esperanza. 
El Papa, iniciando la reflexión en la exhortación post-sinodal "Pastores dabo vobis", casi como llave 
interpretativa de todo el documento dice: "Frente al problema de las vocaciones la primera 
respuesta que la Iglesia es llamada a dar es una gran confianza en la acción del Espíritu Santo". No 
el miedo, sino una gran confianza, una clara certeza: el Espíritu actúa en la Iglesia y en el mundo, la 
vida que de él viene genera natural y necesariamente vida. No somos anunciadores de la eutanasia 
del amor, sino que anunciamos al Señor de la vida, que da continuamente vida. 
El sacerdocio, la vida consagrada y el servicio de los cristianos laicos son un bien que nace de la 
vida de Cristo y de la Iglesia y no cesarán nunca. El Señor no deja de llamar, ni en los contextos más 
negativos y contrarios al anuncio vocacional. No hay crisis de vocaciones, porque sería como dudar 
de que Dios haya dejado de llamar a la vida a sus hijos... la crisis está en los que llaman y en la 
fuerza y la confianza en que educamos vocacionalmente en nuestras comunidades. ¡La angustia 
por las vocaciones ha procurado mucha angustia y pocas vocaciones! 
(Tomado de la revista Pro-Vocaciones) 
Del reclutamiento a la e va n ge I i za c i ó n . 
Es necesario que la pastoral vocacional se sitúe en un marco específicamente evangelizador. El fin 
de una pastoral vocacional que podamos llamar "evangelizadora" es anunciar a los jóvenes y a 
todos la buena noticia del llamado de Dios, que es un bien objetivo para su vida. Muy en concreto se 
trata de iluminar con la luz del evangelio, y a través del discernimiento espiritual, las decisiones que 
dan un rumbo a la vida de los jóvenes, sean cuales sean estas decisiones. Se trata de que a todo 
joven, y especialmente a los jóvenes católicos, se le anuncie el kerigma vocacional, para que llegue 
a tener vida, garantizando un marco evangelizador-vocacional a los procesos de acompañamiento. 
Asumir este fin evangelizador exige dejar de dar la prioridad a otro fin, que es el reclutamiento de 
vocaciones para cada institución. La motivación de la pastoral vocacional deja de ser la angustia 
por la falta de vocaciones y comienza a ser el anhelo de dar vida y sentido a cada una de las 
personas. Esto no significa que se descuiden las vocaciones consagradas o sacerdotales, sino que 
se garantice, incluso para estas vocaciones específicas, el conveniente marco evangelizador. 
Repercusiones: 
• Para los jóvenes que ingresan en las casas de formación: una opción vocacional con un 
sentido más completo y más eclesial del propio proceso. 
• Para los animadores vocacionales: un mayor ánimo, al no tener que realizar el papel de 
"robachicos" o de "asaltacunas", sino el de un evangelizador que se acerca a los jóvenes buscando 
sólo su bien. 
“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”

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2. El salto de calidad en la pastoral vocacional

  • 1. Curso de actualización de Pastoral Vocacional El salto de calidad en la Pastoral Vocacional Curso de actualización de Pastoral Vocacional. Estudios de Actualización Objetivo: Que los agentes adquieran elementos para un ejercicio de la pastoral vocacional más especializada, acorde a la pastoral vocacional nacional. Contenido Temático: Ø Prólogo, el Análisis comparativo de los documentos, y Pasar del temor a la esperanza y del reclutamiento a la evangelización (1° Salto) Ø O se crece juntos o no crece ninguno; Mucho camino recorrido…(2°, 3° y 4° Salto) Ø De las obras a las personas; Del tráfico de vocaciones a su nacimiento en cada Iglesia y en cada lugar ( 5°,6° y 7° Salto) Ø De lo puntual a lo procesual, de la ignorancia a la cultura vocacional; De la acción individual a la acción coral. (8°, 9° y 10° Salto) Ø “El salto de calidad en la Pastoral Vocacional” Ø Prólogo “Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”
  • 2. El salto de calidad en la Pastoral Vocacional Ø El Congreso continental europeo de pastoral vocacional, reunido en mayo de 1997 planteó la necesidad un "salto de calidad" en este ámbito pastoral. La expresión, sugerida por el papa Juan Pablo II, está tomada de la teoría de la evolución. Cuando la naturaleza pasa de una especie a otra implicando un cambio cualitativo, se reconoce un momento peculiar, que desde la antropología teológica se identifica como una intervención creadora de Dios. ¿Cómo se explica el salto de calidad de la vida animal a la vida racional si no es así? Se quiere plantear algo similar, un salto de calidad en el modo de comprender el misterio de la vocación y de realizar la pastoral vocacional. Tal salto de calidad hay que realizarlo como una moción del Espíritu y por ello en coherencia con la revelación y con la teología. ØEl Congreso hace eco de la voz del Papa, que utilizó esta expresión en el discurso final, y al mismo tiempo de una serie de documentos y artículos sobre el tema, que desde mucho tiempo antes clamaban por este cambio de perspectiva1. Este modo de hablar es coherente con la llamada que el Papa hizo a toda la Iglesia, en torno al inicio del tercer milenio del cristianismo, a una nueva evangelización, nueva en su contenido pero también en sus métodos. Surge la inquietud por una nueva pastoral vocacional, también nueva en su contenido o pretensión fundamental y en los métodos que aplica en la práctica. ØDiez años más tarde, en 2007, tenemos la conferencia de los obispos de Latinoamérica y el Caribe en Aparecida. El documento adopta ciertamente una nueva perspectiva vocacional al remitir continuamente al llamado de los "discípulos y misioneros", e incluyendo desde allí a todos los creyentes, cada uno en su vocación específica. En esto no hacen los obispos sino seguir con claridad la doctrina del Concilio Vaticano II, especialmente la Lumen Gentium. Su perspectiva es otra en relación a lo que muchas veces se fomenta: la de la propuesta y el discernimiento vocacional para todos, con nuevos modos de proceder. ØComo suele ocurrir con muchas realidades en esta cultura emergente, lo particular y concreto es eco de lo global y común y al mismo tiempo revierte en la globalización. Tenemos aquí dos perspectivas diversas y sin embargo ambas aportan datos interesantes para el conjunto, al grado de que podemos colocar los textos del Congreso y de Aparecida en columnas paralelas, con el fin de buscar la consonancia entre ambos. Queda muy claro que, desde perspectivas tan diferentes y desde realidades vocacionales distintas, como la europea y la latinoamericana, se ve la urgente necesidad no sólo de una pastoral vocacional renovada, con más impulso y entusiasmo, sino de implementar un nuevo paradigma en el modo de comprender el misterio de la vocación y en el modo de proceder en esta acción pastoral de la Iglesia, que es reconocida como una tarea trascendental, delicada y difícil. ØVamos ahora a acercarnos a ambos documentos con la intención de captar la novedad que proponen. Para ello es conveniente conservar una mente abierta y realizar una discusión más bien amplia, que nos lleve a descubrir estos rasgos de novedad y a llamarlos por su nombre, con nuestras propias palabras. Por: P. Emilio Lavaniegos. “Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”
  • 3. Congreso continental europeo Nuevas vocaciones para una nueva Europa (1997) n. 13-c El congreso de las vocaciones se encuentra ante la exigencia de un cambio radical, de un «impacto idóneo», según el documento de trabajo, o de «un salto de calidad», como el Papa recomendó en su Discurso al final del Congreso. No se trata sólo de una invitación a reac-cionar ante una sensación de cansancio o de desaliento por los escasos resultados; ni con estas palabras se pretende incitar a renovar simplemente ciertos métodos o a recuperar energía y entusiasmo. CELAM Conferencia de Aparecida (2007) 41. Los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido. Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de Él, en su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida. Y necesitamos, al mismo tiempo, que nos consuma el celo misionero para llevar al corazón de la cultura de nuestro tiempo, aquel sentido unitario y completo de la vida humana que ni la ciencia, ni la política, ni la economía ni los medios de comunicación podrán proporcionarle. En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1 Cor 1, 30), la cultura puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y su dimensión adecuada. La pastoral vocacional en Europa ha llegado a una articulación histórica, a un paso decisivo. Existe una historia, con una prehistoria, seguida de fases que se han sucedido lentamente a los largo de estos años, como estaciones naturales, y que ahora deben necesariamente avanzar hacia el estado «adulto» y maduro de la pastoral vocacional. 42. La persona humana es, en su misma esencia, aquel lugar de la naturaleza donde converge la variedad de los significados en una única vocación de sentido. A las personas no les asusta la diversidad. Lo que les asusta, más bien, es no lograr reunir el conjunto de todos estos significados de la realidad en una comprensión unitaria que le permita ejercer su libertad con discernimiento y responsabilidad. La persona busca siempre la verdad de su ser, puesto que es esta verdad la que ilumina la realidad de tal modo que pueda desenvolverse en ella con libertad y alegría, con gozo y esperanza. Si la pastoral de las vocaciones nació como emergencia debida a una situación de crisis e indigencia vocacional, hoy ya no se puede pensar con la misma ¡ncertidumbre y motivada por una coyuntura negativa; al contrario, aparece como expresión estable y coherente de la maternidad de la Iglesia, abierta al designio inescrutable de Dios, que siempre engendra vida en ella; 315. Ante la escasez de personas que respondan a la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada es urgente dar un cuidado especial a la promoción vocacional, cultivando los ambientes en los que nacen las vocaciones, con la certeza de que Jesús sigue llamando discípulos y misioneros para estar con él y para enviarlos a predicar el Reino de Dios. Si en un tiempo la promoción vocacional se orientaba exclusiva y principalmente a algunas vocaciones, ahora se debería dirigir cada vez más a la promoción de todas la vocaciones, porque en la Iglesia de Dios o se crece juntos o no crece ninguno. 285. Cuando el impulso del Espíritu impregna y motiva todas las áreas de la existencia, entonces también penetra y configura la vocación específica de cada uno. Así, se forma y desarrolla la espiritualidad propia de presbíteros, de religiosos y religiosas, de padres de familia, de empresarios, de catequistas, etc. Cada una de las vocaciones tiene un modo concreto y distintivo de vivir la espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al ejercicio concreto de sus tareas. “Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo” TEMA Necesidad de un cannbio de paradigma o "salto de calidad" Motivación del cambio de paradigma De la situación de crisis a la maternidad de la Iglesia Del fomento de la vocación de algunos a la vocación de todos El salto de calidad en la Pastoral Vocacional
  • 4. El salto de calidad en la Pastoral Vocacional “Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo” De los ambientes evangelizados a la amplitud de los hijos de Dios Si en sus comienzos la pastoral vocacional trataba de circunscribir su campo de acción a algunas categorías de personas (los nuestros, los más próximos a los ambien-tes de Iglesia, o a aquéllos que parecían manifestar inmediatamente un cierto interés, los más buenos y estimados, los que habían hecho ya una opción de fe, etc.), ahora se siente cada vez más la necesidad de extender con valor a todos, al menos en teoría, el anuncio y la propuesta vocacionales, en nombre de aquel Dios que no hace acepción de personas, que elige a pecadores en un pueblo de pecadores, que hace de Amos, que no era hijo de profeta sino tan solo recogedor de sicómoros, un profeta, que llama a Leví, y entra en la casa de Zaqueo, que es capaz de hacer nacer incluso de las piedras hijos de Abraham (cfr. Mt 3,9). 31. En el rostro de Jesucristo, muerto y resucitado, maltratado por nuestros pecados y glorificado por el Padre, en ese rostro doliente y glorioso, podemos ver, con la mirada de la fe, el rostro humillado de tantos hombres y mujeres de nuestros pueblos y, al mismo tiempo, su vocación a la libertad de los hijos de Dios, a la plena realización de su dignidad personal y a la fraternidad entre todos. La Iglesia está al servicio de todos los seres humanos, hijos e hijas de Dios. 107. Bendecimos al Padre por el don de su Hijo Jesucristo, "rostro humano de Dios y rostro divino del hombre". "En realidad, tan sólo en el misterio del Verbo encarnado se aclara verdaderamente el misterio del hombre. Cristo, en la revelación misma del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre su altísima vocación". Del miedo a la esperanza cristiana Si anteriormente la actividad vocacional nacía en buena parte del miedo (a la desaparición, a la disminución) y de la pretensión de mantener determinados niveles de presencia o de obras, ahora el miedo, siempre pésimo consejero, cede el puesto a la esperanza cristiana, que nace de la fe y se proyecta hacia la novedad y el futuro de Dios. 127.Alienta nuestra esperanza la multitud de nuestros niños, los ideales de nuestros jóvenes y el heroísmo de muchas de nuestras familias que, a pesar de las crecientes dificultades, siguen siendo fieles al amor. 128.Reconocemos el don de la vitalidad de la Iglesia que peregrina en América Latina y El Caribe, su opción por los pobres, sus parroquias, sus comunidades, sus asociaciones, sus movimientos eclesiales, sus nuevas comunidades y sus múltiples servicios sociales y educativos. De la timidez a la convicción Si una cierta animación vocacional es, o era, perennemente insegura y tímida, casi hasta aparecer en condiciones de inferioridad respecto a una cultura anti vocacional, hoy hace auténtica promoción vocacional sólo quien está animado por la convicción de que toda persona, sin excluir a ninguna, es un don original de Dios que espera ser descubierto. 135. La respuesta a su llamada exige entrar en la dinámica del Buen Sama rita no(cf. Le 10, 29- 37), que nos da el imperativo de hacernos prójimos, especialmente con el que sufre, y generar una sociedad sin excluidos, siguiendo la práctica de Jesús que come con publícanos y pecadores (cf. Le 5, 29-32), que acoge a los pequeños y a los niños (cf. Me 10,13-16), que sana a los leprosos (cf. Me 1,40-45), que perdona y libera a la mujer pecadora (cf. Le 7, 36-49; Jn 8,1-11) que habla con la Samaritana (cf. Jn 4,1- 26). Del reclutamiento al discernimiento Si el fin, un tiempo, parecía ser el reclutamiento, o el método de propaganda, a menudo con resultados obtenidos forzando la libertad del individuo o con episo-dios de «competencia», ahora debe ser cada vez más claro que el fin es la ayuda a la persona para que sepa discernir el designio de Dios sobre su vida para la edifi-cación de la Iglesia, y reconozca y realice en sí misma su propia verdad. 282. Cada sector del Pueblo de Dios pide ser acompañado y formado, de acuerdo con la peculiar vocación y ministerio al que ha sido llamado; el obispo que es el principio de la unidad en la diócesis mediante el triple ministerio de enseñar, santificar y gobernar; los presbíteros, cooperando con el ministerio del obispo, en el cuidado del pueblo de Dios que les es confiado; los diáconos permanentes en el servicio vivificante, humilde y perseverante como ayuda valiosa para obispos y presbíteros; los consagrados y consagradas en el seguimiento radical del Maestro; los laicos y laicas que cum-
  • 5. El salto de calidad en la Pastoral Vocacional Del tráfico de vocaciones a su nacimiento en cada Iglesia y en cada lugar Si en época aún no muy lejana había quien se engañaba creyendo resolver la crisis vocacional con opciones discutibles, por ejemplo «importando vocaciones» de allende las fronteras (a menudo desarraigándolas de su ambiente), hoy nadie debería engañarse con resolver la crisis vocacional vagando de un lado a otro, porque el Señor continúa llamando en cada Iglesia y en cada lugar. 170. Entre las comunidades eclesiales, en las que viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo, sobresalen las Parroquias. Ellas son células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una ex-periencia concreta de Cristo y la comunión eclesial. Están llamadas a ser casas y escuelas de comunión. Uno de ios anhelos más grandes que se ha expresado, es el de una valiente acción renovadora de las Parroquias a fin de que sean de verdad "espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supra parroquiales y a las realidades circundantes". “Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo” De la improvisación a la seguridad de un método El «cirineo vocacional», solícito y a menudo improvisador solitario, debería cada vez más pasar de una animación hecha con iniciativas y experiencias episódicas a una educación vocacional que se inspire en la seguridad de un método de acompañamiento comprobado para poder prestar una ayuda apropiada a quien está en búsqueda. 294. Asumir la iniciación cristiana exige no sólo una renovación de modalidad catequística de la parroquia. Proponemos que el proceso catequístico formativo adoptado por la Iglesia para la iniciación cristiana sea asumido en todo el Continente como la manera ordinaria e indispensable de introducir en la vida cristiana, y como la catequesis básica y fundamental. Después vendrá la catequesis permanente que continúa el proceso de maduración en la fe, en la que se debe incorporar un discernimiento vocacional y la iluminación para proyectos personales de vida. De la acción individual a la acción coral El mismo animador vocacional debería llegar a ser cada vez más educador en la fe y formador de vocaciones, y la animación vocacional llegar a ser siempre más acción coral, de toda la comunidad, religiosa o parroquial, de todo el instituto o de toda la diócesis, de cada presbítero o consagrado o creyente, y para todas las vocaciones en cada fase de la vida. 314. En lo referente a la formación de los discípulos y misioneros, ocupa un puesto particular la pastoral vocacional, que acompaña cuidadosamente a todos los que el Señor llama a servirle a la Iglesia en el sacerdocio, en la vida consagrada o en el estado laical. La pastoral vocacional, responsabilidad de todo el pueblo de Dios, comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana, debe dirigirse a los niños y especialmente a los jóvenes para ayudarlos a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno, acompañándoles en su proceso de discernimiento. Plenamente inte-grada en el ámbito de la pastoral ordinaria, es fruto de una sólida pastoral de conjunto, en las familias, en la parroquia, en las escuelas católicas y en las demás instituciones eclesiales. De la patología del cansancio al cuestionamineto Es tiempo de que se pase decididamente de la «patología del cansancio» y de la resignación, que se justifica atribuyendo a la actual generación juvenil la causa única de la crisis vocacional, al valor de hacerse los interrogantes oportunos y ver los eventuales errores y fallos a fin de llegar a un ardiente nuevo impulso creativo de testimonio.
  • 6. El salto de calidad en la Pastoral Vocacional PRIMER SALTO: “Si la pastoral de las vocaciones nació como emergencia debida a una situación de crisis e indigencia vocacional, hoy ya no se puede pensar con la misma incertidumbre y motivada por una coyuntura negativa; al contrario, aparece como expresión estable y coherente de la maternidad de la Iglesia, abierta al designio inescrutable de Dios, que siempre engendra vida en ella". Pasar del temor a la esperanza. El Papa, iniciando la reflexión en la exhortación post-sinodal "Pastores dabo vobis", casi como llave interpretativa de todo el documento dice: "Frente al problema de las vocaciones la primera respuesta que la Iglesia es llamada a dar es una gran confianza en la acción del Espíritu Santo". No el miedo, sino una gran confianza, una clara certeza: el Espíritu actúa en la Iglesia y en el mundo, la vida que de él viene genera natural y necesariamente vida. No somos anunciadores de la eutanasia del amor, sino que anunciamos al Señor de la vida, que da continuamente vida. El sacerdocio, la vida consagrada y el servicio de los cristianos laicos son un bien que nace de la vida de Cristo y de la Iglesia y no cesarán nunca. El Señor no deja de llamar, ni en los contextos más negativos y contrarios al anuncio vocacional. No hay crisis de vocaciones, porque sería como dudar de que Dios haya dejado de llamar a la vida a sus hijos... la crisis está en los que llaman y en la fuerza y la confianza en que educamos vocacionalmente en nuestras comunidades. ¡La angustia por las vocaciones ha procurado mucha angustia y pocas vocaciones! (Tomado de la revista Pro-Vocaciones) Del reclutamiento a la e va n ge I i za c i ó n . Es necesario que la pastoral vocacional se sitúe en un marco específicamente evangelizador. El fin de una pastoral vocacional que podamos llamar "evangelizadora" es anunciar a los jóvenes y a todos la buena noticia del llamado de Dios, que es un bien objetivo para su vida. Muy en concreto se trata de iluminar con la luz del evangelio, y a través del discernimiento espiritual, las decisiones que dan un rumbo a la vida de los jóvenes, sean cuales sean estas decisiones. Se trata de que a todo joven, y especialmente a los jóvenes católicos, se le anuncie el kerigma vocacional, para que llegue a tener vida, garantizando un marco evangelizador-vocacional a los procesos de acompañamiento. Asumir este fin evangelizador exige dejar de dar la prioridad a otro fin, que es el reclutamiento de vocaciones para cada institución. La motivación de la pastoral vocacional deja de ser la angustia por la falta de vocaciones y comienza a ser el anhelo de dar vida y sentido a cada una de las personas. Esto no significa que se descuiden las vocaciones consagradas o sacerdotales, sino que se garantice, incluso para estas vocaciones específicas, el conveniente marco evangelizador. Repercusiones: • Para los jóvenes que ingresan en las casas de formación: una opción vocacional con un sentido más completo y más eclesial del propio proceso. • Para los animadores vocacionales: un mayor ánimo, al no tener que realizar el papel de "robachicos" o de "asaltacunas", sino el de un evangelizador que se acerca a los jóvenes buscando sólo su bien. “Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”