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La revolucion del conocimiento
1. La revolución del conocimiento
August 10, 2010
En una ocasión un senador romano propuso que los esclavos llevaran brazaletes blancos, porque
según él, éstos se habían hecho tan ubicuos que ya no había manera de distinguirlos de la
ciudadanía. Su idea fue rechazada por el Senado, con la razón de que “si los esclavos supieran
cuán elevado es su número podrían acabar con nosotros“. Quienes nos gobiernan piensan
parecido. Creen que si los ciudadanos supieran cuan elevado es el número de individuos
interconectados en red, y sobretodo la capacitación de esos enlaces, seguramente su estatus
peligraría.
Durante estos tres años se han producido en el conjunto del mundo más cambios que en el
conjunto de los últimos dos siglos. La centenaria banca de inversión desapareció y los sistemas
reguladores están todavía bajo revisión. Fue necesaria una masiva inyección de dinero público
para salvar el sistema en el momento que la economía tradicional y sus modelos se pusieron en
entredicho. Es por eso que, si analizamos con exactitud que representa todo ello, nos daremos
cuenta que estamos sufriendo un cambio de paradigma, una regeneración estructurada a partir
del conocimiento y el valor del talento global.
Sigo intentando situar el escenario, hablar de un ecosistema que se resiste a morir pero que se
regenera poco a poco hasta el punto que pronto parecerá otro. Es imprescindible escribir de
modelos de creación, de territorios de conquista y de que podemos hacer para padecer lo mínimo
posible. Me apetece explicar la forma poliédrica de ese nuevo sistema que se agarrará con fuerza
a conceptos como la inteligencia distribuida, a los prejuicios dospuntoceristas, a la gestión
moderna y a la gestión del futuro.
Es preciso que hablemos de los cubículos del conocimiento, del talento global, de pensar
diferente, de pensar compartiendo, de conectar cerebros, de cuenta de resultados como deceso
de las ideas, del efecto contagio de la colaboración, de la garantía de la exclusividad como valor
del compartir, del caudal de pensar conjuntamente y no tanto en equipo, de cambios inevitables,
de gestión del conocimiento en las organizaciones del futuro, de modelos y razones de las
comunidades virtuales, de alianzas de éxito como valor democrático de las empresas más débiles,
de sociedades dinámicas, de las ventajas de esta crisis, de los negocios transparentes y de la
recesión permeable.
En eso me pongo ahora mismo, los que entiendan que esos conceptos son los vértices de un
polígono repleto de ventajas, tendrán muchas más herramientas para decidir. Cuantos más
seamos más sentido tendrá llevar ese brazalete, esa pulsera de la verdad, del conocimiento, del
pensar por nosotros mismos. Es momento de razonar, de emprender, de construirnos de manera
individual a partir del conocimiento y no tanto del discurso oficial, para entre todos ir estimulando
nuestro entorno en modelos económicos nuevos.
2. Estamos a las puertas de una revolución como ya lo estuvieron otros antepasados, sólo que esta
vez es digital, orgánica, distribuida y global. Hace algún tiempo, al confluir diversos factores se
reprodujeron sistemáticamente otros grandes cambios. La revolución industrial y tecnológica
fueron grandes elementos de cambio, y convivieron con una crisis sistémica que adelantaba una
mutación real y evidente en todos los estadios de la economía. La manera de traducir aquellos
cambios siempre condujo a mejores escenarios pero también con una fractura notable del propio
sistema. El modelo financiero actual que se sustenta en un crecimiento del valor del dinero por
encima del coste real del capital, ha provocado un desajuste insalvable a estas alturas, pero
considero que más que una causa, no deja de ser una consecuncia de algo mucho más transversal
y que la tecnología de la información ha acelerado.
Hace ocho décadas vivimos el crack del 29, hace 15 la crisis de la década de los 90 y hace cinco la
primera terquedad del sistema expansivo basado en las punto com. Hoy vivimos un modelo crítico
que parece disponer de las caracterísiticas de las tres. Esa encrucijada de modelos en crisis nos
habla de una crisis mucho más compleja. Un final de fiesta que no debe ser visto como algo
negativo. Es una gran oportunidad para atender con ímpetu y valentía esa nueva revolución, una
nueva etapa que me gusta definir como la revolución del conocimiento.
La revolución del conocimiento surgirá del valor de las cosas y no del coste de las mismas, será el
momento de las grandes factorías de ideas, de pensamientos, de dudas, de estructurar la
fabricación en base a su precio esencial y no tanto al especulativo. La especulación no es mala por
definición pero si por derivación. Especular es algo intrínseco al hombre pero cuando lo que
genera es desvalorar otros elementos de las cosas entonces es nocivo. La especulación es esencial
cuando valora expectativas, cuando anima, cuando genera riqueza de pensamiento.
Ahora que el dinero es un bien natural y no un elemento práctico para la compra, el valor ya no se
da por el interés de las cosas si no por la producción de las mismas. El sentido del patrimonio ha
cambiado y con ello el paradigma económico también cambiará. Esta crisis es la mayor de las
oportunidades que hemos tenido en los últimos dos siglos para establecer nuevos modelos de
negocio, nuevos sistemas de relación financiera, nuevos vínculos entre empresa y gobierno,
nuevas estrategias mucho más justas y, en definitiva, una nueva generación de ideas que fuercen
los cambios imprescindibles que este mundo precisa.
En esta nueva era, en este nuevo ecosistema plagado de ideas, en ese nuevo mar en el que
deberemos navegar, los que antes entiendan que deben impulsarse con vientos desconocidos, los
que sepan que es tiempo de veleros y no de lanchas motoras, esos sobrevivirán, crecerán y serán
mucho más felices. Los que escuchen a sus mandatarios, a esos dirigentes aparentemente
perdidos, a esos que cambian sus previsiones una y otra vez, los que esperen de ellos que les
ayuden a sobrevolar este momento crucial de la historia sufrirán mucho más.
3. No es momento de subsidios sino de purgas, no es momento de alargar agonías sino de amputar
aquello que está podrido. El sistema es demasiado duro y robusto como para permitir un parto sin
dolor, pero el sistema no es inmune. El momento está cerca y me ilusiona enormemente que así
sea. Deseo un mundo mejor para mi hijo, mejor que este. La oportunidad está a diez metros de
nuestra propia existencia, algunos amigos que aquí se dan cita ya han empezado a caminar hacia
ella, otros lo harán pronto, al final todos.