La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...
Analisis crítico reflexivo sobre el servicio comunitario
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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN
I.U.P. “SANTIAGO MARIÑO”
EXTENSIÓN MÉRIDA
ANALISIS CRÍTICO-
REFLEXIVO SOBRE EL
SERVICIO COMUNITARIO
INTEGRANTE:
Eliana Guerrero
Arquitectura
Escuela 41
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INTRODUCCIÓN
Introduce al estudiante en el trabajo en terreno, a partir de la elaboración de
proyectos, entrevistas, investigaciones, etc. Esta organización curricular asegura un
background teórico práctico suficiente para empezar una tarea sistemática en el
campo. Resulta de importancia mencionar algunas características que aparecen
como constantes en este momento situacional per el que atraviesan los alumnos.
Frente a una acentuada dificultad para articular los elementos teóricos con los
hechos que se despliegan en la práctica. El conocimiento queda cautivo y se
desdibujan los hilos conductores que permiten la lectura y explicación de la realidad
con una mirada científica. Es la primera práctica sistemática que supone iniciar la
construcción del rol profesional y la significación del estudiante en el campe' del
Trabajo Social. Desde esta mirada implica trabajar con el estudiante como "agente"
en el sentido de generar procesos de construcción Teoría-Práctica que lo lleven a
una reflexión crítica acerca de su formación, de la realidad y de su experiencia
particular en este nivel de intervención.
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ANALISIS CRÍTICO-REFLEXIVO SOBRE EL SERVICIO COMUNITARIO
Como establece la Federación Internacional de Trabajadores Sociales (2000), la
profesión del trabajo social se concibe como la disciplina que “promueve el cambio
social, la solución de problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y la
liberación de las personas para incrementar el bienestar…”. Desde esta
consideración, resulta complicado asimilar el Trabajo Social como la profesión
erigida a partir de, según entiende J. P. Netto (1992), un acoplamiento entre la
figura filantrópica y el funcionariado participe de las Políticas Sociales en el Estado
de Bienestar. Podría ser injusto extrapolar esta afirmación. No podemos obviar a
tantos de los profesionales que, como la pionera M. Richmond, han ejercido su
profesión en promoción del cambio social al que hace mención el propio Código
Deontológico del Trabajo Social. Un ejercicio que va más allá de la acción social
justificada en valores altruistas o de la legislación por la que se estipula como un
derecho a la atención de la ciudadanía. Actitudes a las que, evidentemente,
tampoco nos permitimos oponernos.
Podemos entender que gran parte de nuestra práctica se ve inscrita dentro de un
sistema regulador; que, por su parte, es regido por estructuras que contribuyen a la
desigualdad social. Quizás por la, todavía, incapacidad de mostrar actitudes firmes
que aseguren, como fin último de las políticas, la justicia social. Igualmente, somos
capaces de asumir el estigma impuesto a la disciplina, por la que se considera que
el Trabajo Social es una actividad profesional vocativa.
El ejercicio profesional de cualquier disciplina, ateniendo a los valores éticos por los
que se construyen, también debe estar fundamentado, en este sentido, en la actitud
vocacional de los estudiantes que se forman, y en la intención de hacer efectivo el
Estado de Derecho. Y, entonces ¿de qué cualidades debemos empoderarnos para
justificar nuestra acción profesional, si entendemos que no solo atendemos
al ejercicio de una labor paliativa que responde a las deficiencias del Estado de
Bienestar?
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Por nuestra actividad disciplinar, somos conocedores de la realidad; por nuestra
formación nos vemos posibilitados a llevar a cabo la activación de los recursos
sociales necesarios para la atención de personas necesitadas de apoyo para el
desarrollo de su proceso vital. Personas que, siguiendo a Richmond (1922), son
vinculadas a conflictos generados en las relaciones sociales de las que todos los
agentes son participes, y, por lo tanto, responsables. Como conocedores de la
realidad, y desde la ética propia de la disciplina, así mismo, somos los principales
agentes de cambio del sistema social. De una estructura que precisa de nuestra
actividad para atender a las personas impedimentadas por procesos en los que tal
régimen se configura. Atendiendo a una razón, la de la justicia social, que trasciende
por encima de cualquier estado regulador.
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CONCLUSIÓN
Trabajo Social es una profesión que ha encontrado en el desarrollo comunitario
durante muchas décadas, la posibilidad de acceder y adentrarse en el mundo de la
cotidianidad social de amplios sectores de población y establecer con ellos y ellas
un relacionamiento progresivo destinado a producir cambios en la manera como las
personas se ven y quisieran proyectar su vida futura. Este nivel de encuentro tan
significativo genera un alto nivel de responsabilidad en lo que se realiza como
trabajo comunitario. A partir de esta consideración es conveniente situar la reflexión
del Trabajo Social en el desarrollo Geopolítica del desarrollo comunitario en tres
ámbitos: el primero corresponde a la tensión que se presenta entre actualización
profesional y compromiso con los sectores populares. El segundo consiste en
analizar el sentido de comunidad desde el cual ocurre el trabajo comunitario y;
finalmente, situar el encuentro entre comunidades y profesional como un ejercicio
de poder en el marco de la hegemonía del desarrollo a partir del cual se establecen
unas relaciones particulares que aniquilan otras formas de relación que estén por
fuera de lo dispuesto en el desarrollo.